Biblia

Comentario de Mateo 26:14 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Mateo 26:14 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces, uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes

26:14 Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, (Jua 12:6, siendo ladrón Judas fue movido por la avaricia) fue a los principales sacerdotes, 15 y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? (17:22; 20:18; 26:2,16, 21, 23, 24, 45, 46, 48; 27:4). “Judas dejó la compañía de los discípulos en la tarde del primer día del pan sin levadura, cuando era la costumbre de los judíos piadosos quitar toda la levadura de sus casas. En su corazón estaba ‘la levadura de malicia y de maldad’ (1Co 5:8) (HLB).

— Y ellos le asignaron treinta piezas de plata — el precio de un esclavo, Éxo 21:32. “Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata” (Zac 11:12). Les convenía a los principales sacerdotes la sugerencia de Judas, porque éste podría guiarles a encontrar a Jesús para prenderlo en un lugar apartado del pueblo.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

uno de los doce. Mar 14:10; Luc 22:3-6; Jua 13:2, Jua 13:30.

Judas Iscariote. Mat 10:4; Jua 6:70, Jua 6:71; Jua 18:2.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La enormidad del pecado de Judas se ve en las palabras uno de los doce. Jesús fue traicionado por uno de su círculo, desde el interior. Alguna vez se consideró a Judas como íntegro o no le hubieran confiado la tesorería.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

26:14 Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, (Jua 12:6, siendo ladrón Judas fue movido por la avaricia) fue a los principales sacerdotes, 15 y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? (17:22; 20:18; 26:2,16, 21, 23, 24, 45, 46, 48; 27:4). “Judas dejó la compañía de los discípulos en la tarde del primer día del pan sin levadura, cuando era la costumbre de los judíos piadosos quitar toda la levadura de sus casas. En su corazón estaba ‘la levadura de malicia y de maldad’ (1Co 5:8) (HLB).
— Y ellos le asignaron treinta piezas de plata — el precio de un esclavo, Éxo 21:32. “Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata” (Zac 11:12). Les convenía a los principales sacerdotes la sugerencia de Judas, porque éste podría guiarles a encontrar a Jesús para prenderlo en un lugar apartado del pueblo.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL FLACO NEGOCIO DEL TRAIDOR

Mateo 26:14-16

Entonces uno de los Doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes y les dijo: _i

-¿Cuánto estáis dispuestos a darme si os Le entrego?

Ellos concertaron con él un total de treinta siclos,- y desde aquel momento él buscaba la oportunidad partí traicionarle.

Ya hemos visto que las autoridades judías querían encontrar la manera de arrestar a Jesús sin provocar disturbios, y ahora se les presentaba la oportunidad con la venida de Judas. Solo puede haber tres razones por las que Judas traicionara a Jesús. Todas las otras sugerencias son variaciones de estas tres.
(i) Puede haber sido por avaricia. Según Mateo y Marcos, fue inmediatamente después de la unción en Betania cuando Judas cerró el trato terrible; y cuando Juan nos cuenta ese acontecimiento, dice que Judas hizo su protesta contra la unción porque era un ladrón y sisaba del dinero que había -en la caja (Jn 12:6 ). En ese caso, Judas hizo el negocio más mezquino de la Historia. La suma por la que acordó traicionar a Jesús fue de treinta arguria. Un argurion era un siclo, que valía unas 33 pesetas. Por tanto, Judas vendió a Jesús por menos de mil pesetas. Si la avaricia fue la causa de su traición, es el ejemplo más terrible de la Historia de la bajeza a la que puede llegar, el amor al dinero.

(ii) Puede que fuera por un odio terrible basado en una desilusión fatal. Los judíos siempre habían tenido un sueño de poder; por tanto, tenían sus nacionalistas extremos, que estaban preparados a cometer crímenes y violencia para echar a los Romanos de Palestina, Estos nacionalistas se llamaban los sicarios, los portadores de dagas, porque seguían una deliberada política de asesinatos. Puede que Judas fuera uno de ellos, y que ése fuera el origen de su mote, Sicarius » Iscariote. Y que se había adherido a Jesús creyéndole el dirigente divinamente inspirado Que, con Su poder milagroso, podría dirigir la gran revolución. Puede que hubiera notado que Jesús había tomado otro camino, que no conducía más que a la Cruz. Y, a causa de su amarga desilusión, la devoción de Judas se convirtió, primero en desencanto, y luego en un odio tal que le condujo a buscar la muerte del Hombre del Que él había esperado tanto. Puede que Judas llegara a odiar a Jesús tanto porque no era el Cristo que él quería que fuera.

(iii) Puede ser que Judas nunca pretendiera que Jesús muriera. Puede ser que, como ya hemos visto, viera en Jesús al Dirigente divino. Puede que pensara que Jesús iba demasiado despacio; y puede que no deseara otra cosa que obligarle a actuar. Puede que traicionara a Jesús con la intención de obligarle a revelarse. Ese es de hecho el punto de vista que encaja mejor con todos los datos. Y eso explicaría por qué Judas se suicidó cuando su plan resulto un fracaso.
Lo miremos como lo miremos, la tragedia de Judas consistió en que se negó a aceptar a Jesús como era, y trató de hacerle como él quería que fuera. No somos nosotros los que podemos cambiar a Jesús a nuestro gusto, sino Jesús el Que ha de cambiarnos a nosotros a Su imagen. No Le podemos usar nunca para que se realicen nuestras ideas; debemos someternos a Él para que se realicen las Suyas. La tragedia de Judas fue la de una persona que creyó que sabía más que Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— Iscariote: Ver segunda nota a Mat 10:4.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Zac 11:12; (ver Éxo 21:32); Jua 11:57.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La traición de Judas (ver Mar. 14:10, 11; Luc. 22:3-6). El conocimiento íntimo que Judas tenía de los movimientos de Jesús y su grupo durante su estadía en Jerusalén le permitió señalar a las autoridades cuándo y dónde Jesús podría ser arrestado discretamente (véase v. 5). Treinta piezas de plata era la cantidad de compensación a un dueño por la pérdida de un esclavo (Exo. 21:32), y la frase se usa para el “sueldo” del pastor rechazado (el Mesías) en Zac. 11:12, al cual alude Mateo en 27:9, 10. Esta era una cantidad considerable (como cuatro meses de sueldo), pero pocos han pensado que sólo el dinero causó que Judas cambiara de bandos. Es más probable que éste ya estaba por dejar a Jesús, y decidió hacer efectiva esta oportunidad. Nadie sabe el porqué cambiaría de lados. Probablemente, él era el único no galileo entre los doce y puede haberse sentido fuera de lugar, especialmente cuando el grupo galileo marchó al sur hacia Jerusalén. Posiblemente, puede haberse sentido desilusionado por el estilo del ministerio de Jesús, en especial si él, al igual que Pedro, había tenido esperanzas nacionalistas. El puede haber concluido aun que Jesús era un Mesías falso, de modo que era su tarea religiosa detenerlo.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

p 1274 Mat 10:4; Luc 22:3; Jua 13:2

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Judas…para entregarle. Posibles factores, además de avaricia, que influirían en la decisión de Judas: erróneo concepto de Jesús como el Mesías, su crítica pública cuando María ungió a Jesús (cp. Jn 12:1– 8) y su resentimiento del origen galileo de los apóstoles (Judas tal vez era el único discípulo de Judea). Lucas 22:3 dice que Satanás entró en Judas antes de ir a las autoridades judías, y Juan 13:2 dice que el diablo había puesto en el corazón de Judas…que lo entregara . El diablo usó la avaricia e incredulidad de Judas para influir en lo que Judas haría al traicionar a Cristo; pero Judas no perdió control de su propia voluntad y actuó intencionalmente, y por tanto fue culpable por sus acciones.

Fuente: La Biblia de las Américas

14 (1) Entonces indica que mientras uno de los discípulos, la mujer con el frasco de alabastro, expresaba su amor al Señor, amándolo a lo sumo, otro estaba a punto de traicionarlo. Uno valoraba al Señor como precioso tesoro, y al mismo tiempo otro lo traicionaba.

14 (a) vs.14-16: Mar_14:10-11 ; Luc_22:3-6

14 (b) Mat_10:4 ; Jua_6:71 ; Mat_27:3-5

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Al principio de este pasaje se nos refiere como nuestro Señor Jesucristo fue traicionado. Los sacerdotes y los escribas, aunque deseosos de darle la muerte, no acertaban de que medios valerse para llevar á cabo su intento sin que el pueblo se sublevase. Bien luego se les presentaron los deseados medios. El pérfido apóstol Judas Iscariote se obligó á entregar á su Maestro en manos de ellos por treinta piezas de plata.
La historia contiene pocas páginas más negras que la que describe la traición de Judas Iscariote. No puede ofrecerse una prueba más horrible de la maldad del corazón humano. Un escritor moderno ha dicho que el hijo ingrato hiere más que el colmillo emponzoñado de una serpiente. Mas ¿qué podrá decirse del discípulo que traicionó á su Maestro, del apóstol que vendió á Jesucristo? Es bien seguro que esa fue una de las pruebas más amargas que nuestro Señor tuvo que sufrir.
En estos versículos se nos enseña que puede acontecer que un hombre goce de grandes privilegios y profese amor y veneración por la religión en tanto que su corazón no está bien para con Dios.
Judas Iscariote había disfrutado de los mejores privilegios religiosos: había sido elegido cómo apóstol y compañero por el Señor; había presenciado los milagros de su Maestro y oído sus sermones; vio lo que Abrahán y Moisés nunca vieron, y oyó lo que David é Isaías nunca oyeron; había vivido en la sociedad de los once apóstoles; había sido coadjutor de Pedro, Santiago y Juan. Sin embargo su corazón permanecía endurecido, porque estaba aferrado de un pecado que le era querido.
La conducta religiosa de Judas era honorable: en lo externo toda ella era arreglada, propia y digna. Parecía, á semejanza de otros apóstoles, creer verdaderamente y estar dispuesto á abandonarlo todo por amor de Jesucristo. Ninguno de los once lo sospechaba de hipócrita, puesto que cuando nuestro Señor dijo que uno de ellos lo había de entregar ninguno dijo; «¿Es Judas?» Sin embargo, no había experimentado un cambio de corazón.
También se nos enseña que el amor al dinero es una de las tentaciones más grandes que asaltan al hombre. No puede concebirse una prueba más clara de esta verdad que la historia de Judas. Esa pregunta ruin, «¿Qué me queréis dar?» revela cual fue el pecado secreto que causó su caída. Había sacrificado mucho por amor de Cristo, pero no había sacrificado la codicia.
San Pablo ha dicho que el amor al dinero es la raíz de todos los males (2Ti 6:10) y la historia de la iglesia abunda en ejemplos de esta verdad. Por dinero José fue vendido por sus hermanos; por dinero Sansón fue traidoramente entregado á los filisteos ; por dinero Giezi engañó á Naaman, y mintió á Elíseo; por dinero Ananías y Safira procuraron engañar á Pedro; por dinero el Hijo de Dios fue entregado en manos de hombres malos. Parece á la verdad sorprendente que se ame tanto la causa de tantos males.
Con frecuencia debiéramos traer á la memoria las siguientes palabras solemnes: » ¿Qué aprovechará al hombre si granjearse todo el mundo y pierde su alma?» Mar 8:36. Nuestra constante aspiración ha de ser la de hacernos ricos en la gracia. Los que quieren ser ricos en cuanto á los bienes mundanos tendrán que convencerse algún día de que el cambio ha sido desventajoso: á semejanza de Esaú, han permutado su herencia eterna por un placer pasajero; á semejanza de Judas, por unas pocas monedas han vendido para siempre su bienaventuranza.
Enséñasenos, por último, que no hay esperanza para los que mueren sin convertirse. Nuestro Señor dijo acerca de Judas: «Bueno le fuera al tal hombre no haber nacido..
Estas palabras dejan comprender claramente que es mejor no vivir, que vivir sin fe y sin la gracia divina. Los que mueren en ese estado se pierden para siempre. Los que así caen no se vuelven á levantar: la pérdida que sufren es irreparable. En el infierno no hay cambio de vida. El abismo que separa al infierno del cielo es insalvable.
En nuestros días una caridad mal entendida mueve á muchos á exagerar la misericordia de Dios con perjuicio de su justicia, y á decir que el amor divino penetra más allá del infierno mismo. Por lo que á nosotros toca, nuestro deber es adherirnos á la doctrina de la santa Escritura. Entre la creencia en la eternidad del infierno y el escepticismo declarado, no hay medio.

Fuente: Los Evangelios Explicados