Comentario de Marcos 3:28 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
De cierto os digo que a los hijos de los hombres les serán perdonados todos los pecados y blasfemias, cualesquiera que sean.
3:28 — De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean — Es por la gracia (bondad, amor, Tit 2:11; Tit 3:4) de Dios que los hombres podemos hallar perdón en la sangre de Cristo (Efe 1:7), no importando la clase de pecados que se haya cometido, inclusive toda blasfemia. La palabra “blasfemia” significa el hablar abusivo e injurioso que desprecia y difama. Compárense Apo 2:9 (contra los hombres); Jud 1:9 (en el texto griego, “juicio de blasfemia”, contra el diablo); Mar 2:7 (contra Dios).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Mat 12:31, Mat 12:32; Luc 12:10; Heb 6:4-8; Heb 10:26-31; 1Jn 5:16.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
De cierto (Gr. amen, amen) indica la solemnidad de la declaración de Jesús a sus seguidores. Parte de los profetas dijeron «así ha dicho Jehová», lo que Cristo dice es verdad por su propio mérito. Aunque Jesús no dice que alguien de la multitud a la que hablaba había cometido el pecado que Él describe, pone en evidencia lo desesperado de tal condición. Cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo se coloca a sí mismo fuera de la gracia redentora de Dios. Aparentemente, este no es un simple acto de conducta insolente, sino un estado voluntario, continuo pero irrevocable de oposición. El tiempo del verbo en ellos habían dicho indica una acción continua, no un determinado hecho puntual. Cristo dijo sus palabras e hizo sus obras por el poder del Espíritu Santo. Atribuirlas a Satanás es atribuir al infierno las credenciales del cielo. Si se persiste en ese estado no hay remedio. Cómo una persona puede entrar en ese estado hoy es una pregunta difícil, pero quienes persisten en denigrar a Cristo insistiendo en que sus palabras y obras eran motivadas por Satanás y no por el Espíritu Santo, sin duda, se sitúan en el punto peligroso de no ser regenerados nunca más (Mat 12:31, Mat 12:32).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
De cierto os digo. Esta es la primera vez que Marcos usa la expresión, la cual es común a lo largo de los Evangelios, empleada como fórmula para introducir palabras verdaderas y con autoridad de Jesús (cp. Mar 6:11; Mar 8:12; Mar 9:1; Mar 9:41; Mar 10:15; Mar 10:29; Mar 11:23; Mar 12:43; Mar 13:30; Mar 14:9; Mar 14:18; Mar 14:25; Mar 14:30).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
3:28 — De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean — Es por la gracia (bondad, amor, Tit 2:11; Tit 3:4) de Dios que los hombres podemos hallar perdón en la sangre de Cristo (Efe 1:7), no importando la clase de pecados que se haya cometido, inclusive toda blasfemia.
La palabra “blasfemia” significa el hablar abusivo e injurioso que desprecia y difama. Compárense Apo 2:9 (contra los hombres); Jud 1:9 (en el texto griego, “juicio de blasfemia”, contra el diablo); Mar 2:7 (contra Dios).
Se notará que Jesús introduce la declaración de este versículo con esta advertencia solemne: “Amén (De cierto) os digo”. Lo que sigue en este versículo y en el siguiente es una cosa veraz y por eso innegable. Hemos de prestar mucha atención a ello.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL PECADO IMPERDONABLE
Marcos 3:28-30
-Esto que os’ digo es la pura verdad: Todos los pecados se les podrán perdonar a los seres humanos; quiso decir, todas las blasfemias que digan; pero al que insulte al Espíritu Santo no se le perdonará nunca, porque habrá cometido el pecado que ni siquiera la eternidad puede borrar. Esto lo dijo Jesús porque habían dicho que Él tenía un espíritu inmundo.
Si hemos de entender lo que quiere decir esta terrible palabra debemos primero entender las circunstancias en que se dijo. Lo dijo Jesús cuando los escribas y los fariseos declararon que las curas que Él obraba, no las realizaba por el poder de Dios, sino por el del diablo. Aquellos hombres habían contemplado el amor de Dios encarnado, y creían que era el poder encarnado de Satanás.
Debemos empezar por reconocer que Jesús no se referiría al Espíritu Santo con todo el sentido de la doctrina cristiana. El Espíritu no vino al mundo en toda Su plenitud hasta que Jesús volvió a la gloria. Fue en Pentecostés cuando los creyentes tuvieron la experiencia suprema del Espíritu Santo. Jesús hizo referencia al Espíritu Santo en un sentido que Sus oyentes podían entender. Ahora bien, en el pensamiento judío el Espíritu Santo tenía dos funciones principales: La primera, revelaba la verdad de Dios a las personas; la segunda, capacitaba a las personas para que reconocieran esa verdad cuando la vieran. Esto nos dará la clave del sentido de este pasaje.
(i) El Espíritu Santo permitía a las personas reconocer la verdad de Dios cuando entraba en sus vidas. Pero, si una persona se niega a ejercitar alguna facultad dada por Dios, acabará por perderla. Si vive en la oscuridad suficiente tiempo, acabará por perder la capacidad de ver. Si permanece en la cama demasiado tiempo, perderá la capacidad de andar. Si se resiste a hacer ningún estudio serio, perderá la capacidad de estudiar. Y si una persona rechaza la dirección del Espíritu de Dios insistentemente, acabará por incapacitarse para reconocer la verdad cuando la vea. El mal se convertirá para él en bien, y el bien en mal. Podrá contemplar la bondad de Dios y llamarla la obra de Satanás.
(ii) ¿Por qué no tiene perdón ese pecado? H. B. Swete dice: » El identificar la fuente del bien con la representación del mal implica una ruina moral para la que la misma Encarnación no ofrece remedio.» A. J. Rawlinson lo llama » la maldad esencial;» como si aquí tuviéramos la quintaesencia de todo mal. Bengel dice que todos los otros pecados son humanos, pero este es satánico. ¿Por qué es así?
Consideremos el efecto que hace Jesús en una persona. La primera impresión es hacerle ver su propia indignidad esencial en comparación con la belleza y la amabilidad de la vida de Jesús. «¡Apártate de mí -dijo Pedro-, porque soy un pecador!» (Lc 5:8 ). Cuando Tockichi Ishii leyó por primera vez el Evangelio, dijo: «Me paré. Estaba como si me hubieran atravesado el corazón con un puñal de una cuarta. ¿Le puedo llamar a eso el amor de Cristo? ¿O Su compasión? No sé cómo llamarlo; sólo sé que yo creí, y que la dureza de mi corazón desapareció.» Su primera reacción fue como sentirse apuñalado. El resultado de ese sentimiento y el resultado de ese corazón apuñalado es un arrepentimiento profundo y sincero, y el arrepentimiento es la única condición para el perdón. Pero, si una persona ha llegado a un estado en el que, por haberse negado repetidas veces a prestar atención a las advertencias del Espíritu Santo, no puede ver nada atractivo en Jesús, entonces el contemplar a Jesús no le producirá ningún sentimiento de pecado; como no tiene sentimiento de pecado, no puede arrepentirse; y como no puede arrepentirse no puede recibir el perdón.
Una de las leyendas de Lucifer nos cuenta que un día un sacerdote vio en su congregación a un joven maravillosamente atractivo. Después de la misa, el joven se quedó para confesarse. Confesó tantos y tan terribles pecados que al sacerdote se le ponían los pelos de punta. «Tienes que haber vivido mucho tiempo para hacer todo eso -le dijo el sacerdote.» «Mi nombre es Lucifer -le contestó el joven-; y yo caí del Cielo al principio del tiempo.» «Pues, a pesar de todo -le dijo el sacerdotes di que lo sientes, di que te arrepientes, y aun tú mismo serás perdonado.» El joven se quedó mirando al sacerdote un momento, y después se dio la vuelta y se marchó. No podía ni quería decirlo, y por tanto tenía que marcharse desolado y condenado.
Sólo hay una condición para recibir el perdón, y es el, arrepentimiento. Siempre que una persona vea lo preciosa que es la vida de Cristo; siempre que odie su pecado, aunque no lo pueda dejar, aunque esté en el polvo y en el cieno, se le puede perdonar. Pero si una persona, por rechazar repetidamente la dirección de Dios, ha perdido la capacidad de reconocer la bondad cuando la ve; si tiene los valores morales tan invertidos que llama bien al mal y mal al bien, entonces, aun cuando se encuentre cara a cara con Cristo, no tendrá ninguna conciencia de pecado; no se podrá arrepentir, y por tanto no se le podrá perdonar nunca. Ese es el pecado contra el Espíritu Santo.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
De cierto traduce la expresión griega amen, la cual da a entender que lo que se dirá a continuación es verdaderamente importante y debe ser escuchado con atención. La sentencia tiene una autoridad especial: la de Jesús.
Les serán perdonados es un verbo en pasivo que apunta a Dios como sujeto. Dios es el que perdona (ver arriba Mar 2:5). Hijos de los hombres es una forma semítica de decir “hombres” en el sentido universal de género humano. El traductor deberá buscar términos neutrales como «la gente» (TLA), «todos» (NVI) o simplemente “los seres humanos”.
Blasfemias es algo malo o irreverente que se dice contra Dios (Ver arriba Mar 2:7). TLA, al igual que DHH, traduce «lo malo que diga[n]», y BL hace una paráfrasis, «si hablaron de Dios en forma escandalosa». Ambas traducciones nos parecen adecuadas.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Mat 6:14; Jua 20:23; 1Ti 1:13.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
c 128 Mat 12:31; Luc 12:10
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
R732 Tanto ἁμαρτήματα como a βλασφημίαι son antecedentes del pronombre ὅσα, que naturalmente es neutro.