Biblia

Comentario de Marcos 6:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Marcos 6:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Salió de allí y fue a su tierra, y sus discípulos le siguieron.

6:1

— Salió Jesús de allí y vino a su tierra — Salió cerca del mar de Galilea, del área de Capernaum. La presencia de su familia en el lugar a donde llegó (ver. 3) indica que la frase “su tierra” (griego, patris) se refiere a Nazaret. Considérense Mat 2:23; Mat 13:54; Luc 4:16.

— y le seguían sus discípulos — Los doce apóstoles ya le acompañan de nuevo. Véase 3:14. Considérese 5:37.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

y vino a su tierra. Mat 13:54; Luc 4:16.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jesús es rechazado por los de su propia tierra, Mar 6:1-6.

Da poder sobre los espíritus inmundos a los doce, Mar 6:7-13.

Diversas opiniones de Jesús, Mar 6:14, Mar 6:15.

Juan el Bautista encarcelado, decapitado, y enterrado, Mar 6:16-29.

Los apóstoles regresan de haber predicado, Mar 6:30-33.

El milagro de los cinco panes y dos peces, Mar 6:34-44.

Jesús anda sobre el mar, Mar 6:45-52;

y sana a todo aquel que le toca, Mar 6:53-56.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jesús ahora iba a ministrar en su tierra, la región donde Él creció, alrededor de Nazaret.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Capitulo 6.

Cristo en Nazaret, 6:l-6 (Mat 13:53-58; Luc 4:16-30).
Cf. Comentario a Mat 13:53-58.
1 Salió de allí y vino a su patria, siguiéndole sus discípulos. 2 Llegado el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga; y la muchedumbre que le oía se maravillaba, diciendo: ¿De dónde le vienen a éste tales cosas, y qué sabiduría es esta que le ha sido dada, y cómo se hacen por su mano tales milagros? 3 ¿No es acaso el artesano, hijo de María, y el hermano de Santiago, y de José, y de Judas, y de Simón? Y sus hermanas, ¿no viven aquí entre nosotros? y se escandalizaban de El. 4 Jesús les decía: Ningún profeta es tenido en poco sino en su patria y entre sus parientes y en su familia. 5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de que a algunos enfermos les impuso las manos y los curó. 6a El se admiraba de su incredulidad.

Esta narración de Mc-Mt tiene discrepancias con la narración de Lc. Los problemas que esto crea han sido ya expuestos l.
V.l Cristo sale probablemente de Cafarnaúm y vino a “su patria.” Esta es Nazaret (Mar 1:9.24; Luc 4:16).
V.2. “¿Cómo se hacen por su mano tales milagros?” Los nazaretanos oyeron hablar de los milagros de Cristo, y reconocen que los realiza, pero como un simple instrumento o intermediario.
Por eso, la sabiduría que tiene “le ha sido dada,” y los “milagros se hacen por su mano.” Es lo mismo que se dice de Moisés (2Cr 35:6). Pero su creencia en El, aun como taumaturgo, es muy rudimentaria. Por conocer a sus familiares desestiman sus poderes y se “escandalizan” de él. Probablemente desconfían del valor de sus obras, mientras no sean reconocidas por tales en Jerusalén por los doctores (Jua 7:3-5). Es un caso de estrechez aldeana y familiar. Aparte, que era creencia que no se sabría el origen del Mesías.
V.3. A Cristo se le hace “artesano” (o τέχτων). La palabra griega usada significa un artesano que trabaja preferentemente en madera 2. Pero entonces, y en aquel villorrio, los oficios de un “artesano” podían extenderse a otros pequeños menesteres. Se citan “hermanos” y “hermanas” de Cristo. Estos son “parientes” en grado diverso del mismo 3.
V.4. No deja de extrañar el que Cristo diga aquí que sólo en su patria y entre los suyos es desestimado un profeta, cuando precisamente viene de la región de los gerasenos, de donde le rogaron se marchase. Acaso las escenas que tienen esta contigüidad literaria no la tengan históricamente tan inmediata. Mt lo pone en otra situación literaria, sin que la condicione su esquema sistemático. La frase es un proverbio. En todo caso, Cristo en la región de Gerasa se presentó como un desconocido, mientras que en Nazaret vino precedido de la gran fama de los milagros.
V.6. Esta “admiración” verdadera que Cristo tiene a causa de la “incredulidad” que tenían en él, en nada va contra la plena sabiduría que tiene por su ciencia sobrenatural, ya que esto no es más que un caso del ejercicio de su ciencia “experimental,” como la teología enseña 4. Y, sobre todo, la descripción popular: un modo de acusar su actitud ante ellos.

La misión de los apóstoles,Jua 6:6-13 (Mat 10:1-42; Luc 9:1-6-10).
Cf. Comentario a Mat 10:1-42.
6b Recorría las aldeas del contorno enseñando. 7 Llamando a sí a los Doce, comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros, 8 y les encargó que no tomasen para el camino nada más que un bastón, ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinturón, 9 y se calzasen con sandalias y no llevasen dos túnicas. 10 Les decía: Dondequiera que entréis en una casa, quedaos en ella hasta que salgáis de aquel lugar; n y si un lugar, no os recibe ni os escucha, al salir de allí sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos. ‘2 Partidos, predicaron que se arrepintiesen, 13 y echaban muchos demonios, y, ungiendo con óleo a muchos enfermos, los curaban.

Esta “misión” de los doce apóstoles la traen los tres sinópticos, aunque con mucha mayor extensión Mt. En realidad, Mt unió a ella una serie de instrucciones dirigidas por Cristo en otras ocasiones a los apóstoles en orden a la misión universal extrapalestina (Mat 10:17ss), como se ve por la perspectiva que les abre. Pero este pasaje de Mc tiene su correspondencia en la primera parte de Mateo (Mat 10:5-17) y en Lc (Mat 9:1-6), aunque también aquí el relato de Mc es más amplio.
Cristo, que asoció a los apóstoles a su obra, los comienza “enviando” de “dos en dos” por las ciudades, seguramente de Galilea. Así les permitía atender a un mayor número de gentes. La forma binaria en que los envía, les permitía ayudarse y tutelarse. Nadie podía sospechar de aquel que tiene un testigo. Repartidos en esta forma diseminada, impedía el provocar una reacción excitada, pero permitía hacer despertar más esta idea mesiánica, preparando su “venida.” Y les señaló el tema de la predicación, la conducta que debían seguir, y les acreditó con el poder que les confirió de hacer milagros.
Sin embargo, en Mc hay tres puntos que se han de precisar.
V.9. Dentro de las prohibiciones que les hace, les manda calzarse con “sandalias.” En cambio, en Mt se les prohibe esto. En Lc se omite. Podría tratarse de una simple citación “quoad sensum.” Se piensa si los primeros misioneros cristianos prescindieron de esto para competir con los apóstoles cínicos del medio helenístico. Se ha pensado que Mc, con esta inserción, querría corregir estos excesos ascéticos 5.
V.12. “(Los apóstoles) partieron y predicaron que se arrepintiesen” (ίνα μετανοώσιν). Tal como está esta redacción de Mc, parecería que el tema de la predicación eran sólo las disposiciones morales de los oyentes. En cambio, en Mt-Lc, el tema es: “Se acerca el Reino de los cielos.” Lo que incluye la actitud – respuesta moral – que ha de tenerse ante el mismo, que es lo que destaca Mc.
Pero, dado que los contextos son idénticos, el sentido de la frase de Mc es elíptico: es la rectitud moral, precisamente en orden a la digna recepción del Reino.
En otros pasajes, el tema de esta predicación se anuncia completo: “Arrepentios, porque se acerca el Reino de Dios” (Mat 3:2; Mat 4:17; Mar 1:15). Son citaciones que se matizan en función del tema, o que respetan las “fuentes.”
V.13. “Y ungiendo con óleo a muchos enfermos, los curaban.” El aceite era un remedio medicinal muy usado en la antigüedad 6. Su práctica en Oriente era usual7 hasta en nuestros días 8. Los apóstoles usan lo que era un remedio corriente. Pero en todo el contexto resalta que los apóstoles, que han recibido poderes taumatúrgicos, no los van a emplear como simple remedio medicinal. Es lo que parece más lógico. ¿Curaban todos a los que se lo aplicaban? No se dice. La frase general de Mc deja un amplio margen de valoración. Estas unciones tenían, al menos en muchos casos, valor instrumental de poder sobrenatural.
Naturalmente, se pensó en la analogía que este rito de curación pudiera tener con el rito sacramental de la “Unción de los enfermos.” Pero la finalidad directa por la que usan este rito los apóstoles en esta misión es taumatúrgica: para curar las enfermedades corporales milagrosamente, conforme al poder que Cristo les confirió. Ni los apóstoles tenían aún el poder de perdonar sacramentalmente los pecados (Jua 20:22-23). Por eso, no pasa esto de ser un preludio del sacramento de la Extremaunción. El concilio de Trento, al hablar de este sacramento, dice: “Fue instituida esta unción sagrada de los enfermos como verdadero y propio sacramento del Nuevo Testamento por Cristo Nuestro Señor, insinuado ya en Marcos (apud Marcum [Mar 6:13] quidem insinuatum) y por Santiago… promulgado.” 9
La expulsión de los demonios los presentaba como ministros del Mesías, anunciando la llegada del Reino.

Juicio de Herodes sobre Cristo y muerte del. Bautista. 6:14-29
(Mat 14:1-12; Luc 9:7-9). Cf. Comentario a Mat 14:1-12.
14 Llegó esto a oídos del rey Herodes, porque se había divulgado mucho su nombre, y decía: Este es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por esto obra en él el poder de hacer milagros; 15 pero otros decían: Es Elías; y otros decían que era un profeta, como uno de tantos profetas. 16 Pero Herodes, oyendo esto, decía: Es Juan, a quien yo degollé, que ha resucitado. 17 Porque, en efecto, Herodes se había apoderado de Juan y le había puesto en prisión a causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con la que se había casado. 18 Pues decía Juan a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano. 19 Y Herodías estaba enojada contra él y quería matarle, pero no podía, 20 porque Herodes sentía respeto por Juan, conociendo ser hombre justo y santo, y le amparaba, y, oyéndole, vacilaba, pero le escuchaba con gusto. 21 Llegado un día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños ofrecía un banquete a sus magnates, y a los tribunos, y a los principales de Galilea, 22 entró la hija de Herodías y, danzando, gustó a Herodes y a los comensales. El rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré. 23 Y le juró: Cualquier cosa que me pidieras, te la daré, aunque sea la mitad de mi reino. 24 Saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué quieres que pida? Ella le contestó: La cabeza de Juan el Bautista. 25 Entrando luego con presteza, hizo su petición al rey, diciendo: Quiero que al instante me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista. 26 El rey, entristecido por su juramento y por los convidados, no quiso desairarla. 27 Al instante envió el rey un verdugo, ordenándole traer la cabeza de Juan. Aquél se fue y le degolló en la cárcel, 28 trayendo su cabeza en una bandeja, y se la entregó a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. 29 Sus discípulos que lo supieron, vinieron y tomaron el cadáver y lo pusieron en un monumento.

Mc-Lc son, de los tres sinópticos, los que narran con más detalle este primer episodio de la opinión de Antipas sobre Cristo. Mientras para “algunos” Cristo era o Elías, que en la creencia popular se pensaba que no había muerto, aguardando su retorno en los días mesiánicos, para ungir y presentar al Mesías 10, o un nuevo profeta como los clásicos profetas de Israel, al modo como el pueblo tenía al Bautista por “profeta” (Mat 14:5), Antipas aseguraba, en su obsesión neurótica, que era el mismo Bautista, que había resucitado (Mc-Mt). Lc da una formulación un poco distinta, aunque sustancialmente la misma. A la segunda parte del episodio es Mc el que le da más extensión 11.
Mc destaca que el tetrarca, cuando tenía prisionero al Bautista, “temía” a Juan, porque sabía que era hombre “justo y santo, y lo guardaba.” ¿De quién? Probablemente de las insidias de Herodías y sus sicarios (cf v. 19.20). También detalla Mc que Antipas “le oía con gusto,” haciéndole traer, seguramente, de la prisión. Y luego Mc trae una frase que es discutida: πολλά ήπόρει. Se dan varias interpretaciones de ella:
a) “Y oyéndole, hacía muchas cosas” de las que le oía, o por su consejo. Pero la frase siguiente: “y le oía con gusto,” resulta una repetición innecesaria.
b) Por eso, la mayor parte de los autores aceptan la otra lectura, más difícil, testificada por buenos códices (Alef, B, L, W) y seguida por ediciones críticas relevantes (Von Soden, Nestlé, Vogels, Merk) 12. Esta lectura es la siguiente: “Y oyéndole, estaba muy perplejo (άπόρειν), a causa de las observaciones y enseñanzas que hacía.”
c) También se ha querido dar a este verbo (απορείν) otro sentido. Sería éste: “Y oyéndole, le proponía muchas cuestiones.” Sin embargo, este sentido del verbo, aunque atestiguado por Aristóteles 13, parece reservado a las discusiones dialécticas 14.
También es sólo Mc el que trae, unido al juramento de Antipas a Salomé después del baile, que le daría lo que pidiese, “aunque sea la mitad de mi reino.” Esta frase tiene antecedentes bíblicos, y además Antipas no tenía “reino,” sino ”tetrarquía.” Es verdad que ya antes (v.14) Mc llamó a Antipas “rey.”
Antipas buscó el ser rey I5, pero no obtuvo de Roma más que el título oficial de “tetrarca.” Si Mc le nombra “rey,” puede ser como un título genérico, como hace el mismo Mt en el curso de su narración; comienza a nombrarlo con el título oficial de “tetrarca” (v.l) y luego, en la narración, lo llama “rey” (v.9); o por reflejar el uso que popularmente, por halago, le diesen los súbditos, o acaso por estar un tanto condicionado por la segunda frase usada: “la mitad de mi reino.”
Esta frase aparece en el libro de Ester (Est 5:3; cf. 1Re 13:8).
Pero si esta frase, literariamente, pudiese provenir del pasaje semejante del libro de Ester, no habría ningún inconveniente en que el mismo Antipas hubiese añadido esta expresión genérica, como sinónima de su tetrarquía, en un momento de exaltación bajo el vino y el halago de los presentes.

Retorno misional de los apóstoles y multiplicación de los panes. 6:30-44
(Mat 14:13-21; Luc 9:10-17; Jua 6:1-15). Cf. Comentario a Mat 14:13-21.
30 Volvieron los apóstoles a reunirse con Jesús y le contaron cuanto habían hecho y enseñado. 31 El les dijo: Venid, retirémonos a un lugar desierto para que descanséis un poco, pues eran muchos los que iban y venían y ni espacio les dejaban para comer. 3 2 Fuéronse en la barca a un sitio desierto y apartado. 33 Pero les vieron ir, y muchos supieron dónde iban, y, a pie, de todas las ciudades concurrieron a aquel sitio y se les adelantaron. 34 Al desembarcar vio una gran muchedumbre, y se compadeció de ellos, porque eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles largamente. 35 Siendo ya hora avanzada, se le acercaron los discípulos y le dijeron: El sitio es desierto y avanzada la hora; 36 despídelos para que vayan a las alquerías y aldeas del contorno y se compren algo que comer. 37 El, respondiendo, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y le dijeron: ¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer? 38 El les contestó: ¿Cuántos panes tenéis? Id a ver. Habiéndose informado, le dijeron: Cinco y dos peces. 39 Les mandó que les hicieran recostarse por grupos sobre la hierba verde. 40 Se recostaron por grupos de ciento y de cincuenta. 41 El, tomando los cinco panes y los dos peces, alzando los ojos al cielo, bendijo y partió los panes y se los entregó a los discípulos para que se los sirvieran, y los dos peces los repartió entre todos. 42 Comieron todos y se hartaron, 43 y recogieron doce canastos llenos de las sobras de los panes y de los peces. 44 Los que comieron de los panes eran cinco mil hombres.

Mc-Lc relatan la vuelta de los apóstoles de esta primera actuación “misional” binaria. A su retorno le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Cristo les quiere proporcionar unos días de descanso. Por eso les lleva a un “lugar desierto” y, que estaba “cerca de Betsaida” (Lc). La razón es que ni aun después de su trabajo misional, especialmente intenso, les dejaban solos: las gentes venían a Cristo. Mc describe esta premura de las turbas con su lenguaje grafista: “pues eran muchos los que iban y venían, y ni espacio les dejaban para comer” 16. Acaso estas multitudes que vienen en estos momentos puedan ser un indicio del fruto de esta “misión” apostólica. A fin de lograr este retiro, se embarcaron para ir en dirección de Betsaida-Cafarnaúm.
V.30. Es la única vez que Mc cita la palabra “apóstoles.” Aquí aparece con el sentido técnico denominativo de los Doce 17.
V.34. Al desembarcar vio Cristo una gran muchedumbre y se compadeció de ellos, “porque eran como ovejas sin pastor.” Esta expresión es del ambiente bíblico (Num 27:17; 1Re 22:27; 2Cr 18:16; Exo 34:5). Pero este pasaje , puesta en el evangelio, tiene, sin duda, una evocación de valor mesiánico. En el A.T., el pueblo había sido comparado a un rebaño, y el Mesías al pastor. Dios dice en Ezequiel: “Suscitaré para ellos un pastor único, que las apacentará. Mi siervo David (el Mesías), él las apacentará, él será su pastor” (Eze 34:23). Y Cristo, en la última Cena, se identificó con el pastor, y los apóstoles – pueblo – con el rebaño, conforme a la profecía de Zacarías (Zac 13:7). Y se proclamó el Buen Pastor (Jua 10:11ss). Es sumamente probable que esta expresión tenga un manifiesto intento mesiánico, máxime con el mismo valor que tuvo precisamente el ser multiplicación de panes y en lugar “desierto” donde se realizó, conforme se expuso al comentar este pasaje en Mt 18.
La descripción del “rito” de Cristo puede estar influenciada por el rito de la liturgia eucarística de la institución (cf. Mar 14:22), aunque mucho más en el relato de Jn.

Cristo camina sobre el Mar 6:45-52 (Mat 14:22-33; Jua 6:16-21).
Cf. Comentario a Mat 14:22-33.
45 En seguida mandó a sus discípulos subir a la barca y precederle al otro lado frente a Betsaida, mientras El despedía a la muchedumbre. 46 Después de haberlos despedido, se fue a un monte a orar. 47 Llegando el anochecer, se hallaba la barca en medio del mar y El solo en tierra. 48 Viéndolos fatigados de remar, porque el viento les era contrario, hacia la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar e hizo ademán de pasar de largo. 49 Pero ellos, así que le vieron andar sobre el mar, creyendo que era un fantasma, comenzaron a dar gritos, 50 porque todos le veían y estaban espantados. Pero él les habló enseguida y les dijo: Animo, soy yo, no temáis. 51 Subió con ellos a la barca, y el viento se calmó, y se quedaron en extremo estupefactos, 52 pues no se habían dado cuenta de lo de los panes; su corazón estaba embotado.

Mt es el que narra con más extensión y detalle este episodio. Jn lo abrevia mucho. Los datos característicos de Mc se consideran a continuación.
Mc omite el episodio, sólo narrado por Mt, del caminar de Pedro sobre las aguas. Probablemente la razón de esta omisión en Mc se deba a ser el compañero de Pedro y que pone por escrito su catequesis. Por razones de modestia, Pedro omitiría este detalle en la catequesis. Lo que explica igualmente su omisión en Mc.
V.45. Según el relato de Mc, Cristo, después de la multiplicación de los panes, obligó a los apóstoles a embarcarse, y les ordena ir a la otra orilla, “hacia (προς) Betsaida.” Pero, según Jn en el lugar paralelo, Cristo les da la orden de ir hacia (εις) Cafar-naúm (Jua 6:17). Cafarnaúm y Betsaida no se encuentran en la misma ribera. Cafarnaúm se halla en la orilla occidental del Lago; Betsaida, en la parte nordeste del mismo. Una primera solución sería que fuesen más bien costeando, por lo cual, para ir a Cafarnaúm (Jn), tendrían que pasar en la dirección de Betsaida (Marcos), que es marítima. Pero ellos van a “la otra parte del mar.” Y efectivamente llegaron “a donde se dirigían” (Jua 6:21) y desembarcan “en Genesaret” (Mt-Mc), sin duda a la región que ocupa unos cinco kilómetros sobre el Lago. Esta doble orientación – Cafarnaúm-Betsaida – ha hecho que algunos autores piensen en una doble Betsaida, situada cerca de Cafarnaúm. Problema este muy discutido 19. Algunos interpretan la partícula “hacia “ (προς) en sentido de “enfrente.” Jesús diría: Id al otro lado del mar, precisamente al que está frente a Betsaida. Pero es extraño que de lugares tan conocidos se dé una terminología tan vaga. Enfocando el problema desde otro punto de vista, se propone otra solución. Al comentarse el v.13 de este capítulo de Mt se ha escrito: “Nada hay en el relato de Mt ni en el de Mc, bien comprendido, que obligue a buscar este lugar sobre la ribera oriental del Lago. Jesús ha podido atravesar de norte a sur costeando la costa occidental; por eso, “el otro lado” de un punto cualquiera del Lago no es forzosamente la ribera opuesta de éste.” 20 Pero, si se localiza la escena de la multiplicación de los panes y del embarque en la ribera oriental, hay que localizar también, como admiten algunos, otra
Betsaida en la región oriental. De lo contrario, no se explicaría cómo Cristo les mandase ir “hacia Betsaida” (Mc). Pues a donde iban es “hacia Cafarnaúm” (Jn), a la región de Genesaret (Mt-Mc). Acaso falten datos precisos en el relato con los que cada evangelista aluda a estas órdenes distintas, o que haya alguna redacción imprecisa.
Pero también cabría el que Mc y Jn citasen libremente. Buscarían con ello sólo orientar a los lectores. A Jn, que va a situar los discursos de Cristo sobre el “Pan de vida” en Cafarnaúm (Jua 6:24.59), le interesa destacar como punto de referencia el que iba a ser escenario de estos discursos. Mc, acaso, cita a Betsaida como punto de referencia de sus lectores, porque fuese mejor conocido para los mismos, ya que era la patria de Pedro (Jua 1:44).
V.51b. Mc destaca la impresión causada en los apóstoles por la escena de Cristo caminando sobre el mar; “quedaron en extremo estupefactos.” Y añade la razón: “pues no se habían dado cuenta de lo de los panes (la multiplicación); su corazón estaba embotado.”
No es que no se hubiesen dado cuenta de la multiplicación de los panes y peces, puesto que ellos reconocieron primero que no había más que cinco panes, y luego recogieron de sobras doce cestos, sino que no habían sacado la conclusión que de allí se había de deducir: el mesianismo de Cristo. Ellos mismos habían recibido el poder de hacer milagros en su “misión” por Galilea (Mar 6:6.7, par.), y así, siendo ellos hombres, no acababan de ver lo que significaba el poder que en propiedad tenía Cristo: estaban “embotados” para esto 21. Esta conclusión de Mc está completamente en situación. En Mt, los apóstoles se “postraron” y le confesaron, diciendo: “Tú eres el Hijo de Dios” (Mat 14:33), que es una interpretación posterior.

Curaciones en la región de Genesaret. 6:53-56. (Mat 14:34-36).
Cf. Comentario a Mat 14:34-36.
53 Hecha la travesía, llegaron a tierra de Genesaret y atracaron. 54 En cuanto salieron de la barca le conocieron, 55 y corrieron de toda aquella región, y comenzaron a traer en camillas a los enfermos donde oían que El estaba. S6 Adondequiera que llegaba, en las aldeas, o en las ciudades, o en las alquerías, colocaban a los enfermos en las plazas y le rogaban que les permitiera tocar siquiera la orla de su vestido; y cuantos le tocaban quedaban sanos.

Recogen esta escena Mt-Mc. Es una descripción de tipo general, como un cuadro global, con el que se quiere evocar, como Mt hace en ocasiones, la grandeza de Cristo y las reacciones de la multitud.

1 Cf. Comentario a Mat 13:53-58, y especialmente Comentario a Luc 4:16-30. – 2 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.1307-1308; Hoepel, Nenne hic est fabñfiliusJ: Bíblica (1923) 41-55. – 3 Sobre este tema, cf. Comentario a Mat 13:55-56. – 4 ST. TH., Summ. TheoL 3 q.15 a.8 ad 1; W. H. P. Hatch, A Conjecture Concer-ning the Original Text of Mark,Mat 6:6 : Journ. of Bibl. Literal, and Exeg. (1956) VII. – 5 Konox, The Sources of the Synoptic Gospels II p.48-49; Ahern, Staffor no Staff (Mat 10:10; Mar 6:8): Cath. Bibl. Quarterly (1943) 332-337. – 6 columela, vn 5:18; plinio, Nat. Hist. xxix 9. – 7 Isa 1:6; Jer 8:21.22; Lev 10:34; Josefo, Antiq. XVII 6:5; Strack-B., Kommen-tar. I p.428-429; II 11-12. – 8 M. Julien, L’égipte (1895) p.276. – 9 Denzinger, Ench. symb. n.908. – 10 Lagrange, Le Messianisme chez les Juifs (1909) p.210-213. – 11 Sobre el problema del nombre del marido de Herodías, que Mc-Mt nombran Filipo, y Josefa Herodes, cf. Comentario a Mat 14:3. Pirot, évang. s. – 12 St. Marc (1946) p.468. – 13 Zorell, Lexicón graecum X. T. (1931) col. 158. – 14 Huby, L’évang. s. St. Marc (1948), en La Sainte Bible de Jer úsale m p.37 nota c. – 15 Josefo, Antiq. XVII 1:3; XVII 9:4; J. B. Tyson, Jesús and Herod Antipas: Journ. of Bibl. Literal, and Exegesis (1960) 239-246. – 16 Cf. Comentario a Mar 3:20-21. – 17 Dupont ,L¿ nom ¿’apotres a-t-il e’te donne aux Douce par Jesús?: L’Orient chrét (1956) p.267-290. – 18 Cf. Comentario a Mat 14:13-23. – 19 Cf. Comentario a Mat 14:22, y la bibliografía allí citada correspondiente a las notas 63-65. – 20 Benoit, L’évang. s. St. Matth., en La Sainte Bible deje’rvsalem (1950) p.95 nota b, y p.96 nota a. – 21 E. Lóvestan, Wunder und Symbolhandlung. Eine Studie über Mat 14:28-31 : Kerygma und Dogma (1962) 124-135; L. Cerfaux, La section des pains (Mc 6:31-8:26): Synoptischen Studien (A. Wikenhauser (1954) p.64-67.

Fuente: Biblia Comentada

su tierra. Nazaret, el pueblo de Jesús (vea la nota sobre Mat 2:23). sus discípulos. Esta no fue una visita familiar o privada para Jesús, sino un tiempo para el ministerio.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

6:1– Salió Jesús de allí y vino a su tierra — Salió cerca del mar de Galilea, del área de Capernaum. La presencia de su familia en el lugar a donde llegó (ver. 3) indica que la frase “su tierra” (griego, patris) se refiere a Nazaret. Considérense Mat 2:23; Mat 13:54; Luc 4:16.
— y le seguían sus discípulos — Los doce apóstoles ya le acompañan de nuevo. Véase 3:14. Considérese 5:37.

Fuente: Notas Reeves-Partain

SIN HONOR EN SU PROPIA TIERRA

Marcos 6:1-6

Jesús se marchó de allí y fue a Su tierra natal en compañía de Sus discípulos. Cuando llegó el sábado, fue y se puso a enseñar en la sinagoga. Muchos, al escucharle, se admiraban y decían:
-¿De dónde se ha sacado Este este conocimiento? ¿Qué sabiduría es esta que se Le ha dado? ¿Y cómo puede obrar con Sus manos cosas tan maravillosas? ¿Es que no es Este el carpintero, el hijo de María, y Sus hermanos Santiago y José y Judá y Simón? ¿No viven Sus hermanas también aquí en el pueblo?

Y se escandalizaban de El. Entonces Jesús les dijo:

-No hay profeta sin honra nada más que en su tierra natal y entre sus conocidos y en su propia familia.
Y Jesús no pudo hacer allí ninguna obra milagrosa, salvo que puso Sus manos sobre unos pocos enfermos y los sanó. Y estaba sorprendido de lo poco dispuestos que estaban a creer. E hizo un recorrido enseñando por los pueblos.

Para Jesús, el volver a Nazaret era someterse a una prueba muy severa. Volvía a su pueblo; y nadie encuentra críticos más rigurosos que los que le han conocido desde la niñez. No pretendía que aquello fuera una visita privada, solamente para ver otra vez su propio hogar y a su propia familia. Fue acompañado de Sus discípulos. Eso es decir que fue como rabino. Los rabinos solían recorrer el país acompañados por el pequeño círculo de sus discípulos; y fue como maestro, con Sus discípulos, como llegó Jesús.

Fue a la sinagoga, y se puso a enseñar. Recibieron su enseñanza, no con admiración, sino con un cierto desprecio. «Se escandalizaron de Él.» Se escandalizaron de que Uno que procedía de un trasfondo como el de Jesús dijera e hiciera aquellas cosas. La familiaridad había engendrado un desprecio equivocado.

Se resistían a prestar atención a lo que Jesús pudiera decir por dos razones.
(i) Decían: «¿Es que no es Este el carpintero?» La palabra que se usa para carpintero es tektón. Ahora bien, téktón quiere decir un obrero de la madera, pero abarca mucho más que carpintero. Quiere decir artesano. Homero llamaba tektón al que construía barcos y casas y templos. Antiguamente, y todavía en muchos sitios, se podía encontrar en pueblecitos y en aldeas a un artesano que construyera cualquier cosa desde un gallinero hasta una casa; la clase de hombre que podía arreglar una valla, un tejado o una puerta; el artesano, el «manitas», que con pocas herramientas y medios podía encargarse de cualquier trabajo. Precisamente eso era Jesús. Lo cierto es que los de Nazaret despreciaban a Jesús porque era un obrero. Era un hombre del pueblo, un laico, uno de tantos; y, por tanto Le despreciaban.

Uno de los líderes del movimiento labour -en el Reino Unido obrero o socialista- fue el alma grande Will Crooks, vida paralela de la del español Pablo Iglesias. Nació en un hogar en el que uno de sus más tempranos recuerdos era ver llorar a su madre porque no sabía de dónde sacar la comida siguiente. Empezó a trabajar en un taller de herrería ganando cinco chelines a la semana. Llegó a ser un buen artesano, y uno de los hombres más valientes e íntegros que haya habido. Entró en la política municipal, y llegó a ser el primer alcalde socialista de un distrito de Londres. Hubo muchos que se escandalizaron cuando Will Crooks fue elegido alcalde de Poplar. En medio de una multitud, una señora dijo con gran disgusto: «Han hecho alcalde a ese tipo vulgar que no es más que un obrero.» Uno que estaba allí -el mismo Will Crooks- se volvió hacia ella, se destocó y le dijo: «Tiene usted razón, señora: No soy nada más que un obrero.»

Los de Nazaret despreciaban a Jesús porque era un obrero. Para nosotros, esa es Su gloria, porque quiere decir que Dios, cuando vino a la Tierra, no pretendió eximirse de las durezas. Asumió la vida corriente con todas sus tareas cotidianas.
Las circunstancias de nacimiento y fortuna y alcurnia no tienen nada que ver con el valor de una persona. Como decía Pope:

La valía hace al hombre, y el carecer de ella al cualquiera. Lo demás es el pellejo o el pelaje.

Debernos estar en guardia para no caer en la tentación de valorar a las personas por las circunstancias externas y no por su valía personal.
(ii) Decían: «¿Es que no es Este el Hijo de María? ¿Es que no conocemos a Sus hermanos y hermanas?» El hecho de que llamaran a Jesús «el hijo de María» nos sugiere que probablemente José ya había muerto. Ahí tenemos la clave de uno de los enigmas de la vida de Jesús. Jesús no tenía más que treinta y tres años cuando murió; no salió de Nazaret hasta que tenía treinta (Lc 3:23 ). ¿Por qué esa larga espera? ¿Por qué permaneció en Nazaret cuando había un mundo esperando la Salvación? La razón era que José ya había muerto, y Jesús asumió la responsabilidad de mantener a Su madre y a Sus hermanos y hermanas; y sólo cuando fueron lo suficientemente mayores para defenderse por sí, Jesús salió de casa. Fue fiel en lo pequeño, y por tanto Dios Le dio una gran tarea.

Pero los de Nazaret Le despreciaban porque conocían a Su familia. Thomas Campbell fue un poeta de mérito. Su padre no sabía nada de poesía. Cuando se publicó el primer libro con el nombre de Thomas, su hijo le mandó un ejemplar a su padre. El viejecillo lo tomó, y lo miró. Era realmente la encuadernación, y no el contenido, lo que miraba. «¡Quién iba a pensar -dijo admirado- que nuestro Tom podría hacer un libro como este!» A veces, cuando la familiaridad debería engendrar un creciente respeto, no engendra más que familiaridad excesiva y fácil. A veces estamos demasiado cerca de ciertas personas para ver su grandeza.
El resultado de todo esto fue que Jesús no pudo hacer grandes obras en Nazaret. El ambiente no era propicio; y hay algunas cosas que no se pueden hacer si no hay ambiente.
(i) Todavía sigue siendo verdad que nadie se puede curar si no quiere curarse. Margot Asquith cuenta la muerte de Neville Chamberlain. Todo el mundo sabe que su política tuvo unas consecuencias que le destrozaron el corazón. Margot Asquith se entrevistó con su médico, Lord Horder. » Usted no puede valer gran cosa como médico -le dijo-, porque Neville Chamberlain no era más que unos pocos años mayor que Winston Churchill, y yo habría dicho que era un hombre fuerte. ¿Le apreciaba usted?» Lord Horder contestó: » Yo le apreciaba mucho. Me gustan los que no le gustan a nadie. Chamberlain sufría de timidez. No quería vivir; y cuando una persona llega a ese punto, no hay médico que le salve.» Podemos llamarlo fe; o voluntad de vivir; pero sin eso no hay nadie que sobreviva.

(ii) No se puede predicar cuando el ambiente está en contra. Nuestras iglesias serían diferentes si las congregaciones se dieran cuenta de que son ellas las que predican más de la mitad del sermón. En una atmósfera de expectación, el esfuerzo más modesto puede inflaMarcos En un ambiente de frialdad crítica o de indiferencia cómoda, la palabra más llena del Espíritu cae a tierra sin vida.
(iii) No puede haber pacificación en un ambiente adverso. Si la gente se reúne para odiar, odiarán; si se han reunido para resistirse a entender, malentenderán; si se han reunido para no ver más punto de vista que el suyo propio, no verán otro. Pero si la gente se ha reunido amando a Cristo y tratando de amarse entre sí, hasta los que estén más ampliamente separados se pueden encontrar en Él.
Sobre nosotros recae la tremenda responsabilidad de ayudar o dificultar la labor de Jesucristo. Podemos abrirle la puerta de par en par, o cerrársela en la cara.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 06

d) Incredulidad y repudio de Jesús en su patria (Mc/06/01-06a).

1 Salió de allí. Se va a su tierra y le acompañan sus discípulos. 2 Llegado el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga; y los numerosos oyentes quedaban atónitos y decían: «¿Pero de dónde le vienen a éste tales cosas, y qué sabiduría es ésa que le ha sido dada, y esos grandes prodigios realizados por sus manos? 3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, y hermano de Santiago y de José, de Judas y de Simón? ¿Y no viven sus hermanas aquí entre nosotros?» Y estaban escandalizados de él. 4 Entonces Jesús les decía: «A un profeta sólo lo desprecian en su tierra, entre sus parientes y en su casa.» 5 No pudo, pues, hacer allí milagro alguno, fuera de curar a unos pocos enfermos imponiéndoles las manos. 6a Y quedó extrañado de aquella incredulidad.

El repudio incrédulo de Jesús en su patria de Nazaret está en contraste con los relatos precedentes, expuestos con la finalidad de suscitar la fe. La mujer sencilla del pueblo había creído y Jairo, el jefe de la sinagoga, había acudido a él lleno de confianza. Es precisamente en su patria donde Jesús choca con una incredulidad crasa. Históricamente no hay por qué dudar de ello -acerca de los «hermanos» de Jesús, cf. Jua 7:3 ss-; aunque el evangelista persigue además un interés teológico. El ministerio de Jesús no resulta evidente para sus contemporáneos, el misterio de su persona se les esconde más de una vez bajo sus grandes milagros. Muchos no salen de su asombro (cf. 5,20), y en la resurrección de la hija de Jairo la multitud se burla incluso de Jesús. La paradoja de la incredulidad no hace más que destacar con mayor relieve entre las gentes de Nazaret; son el caso típico de quienes «ven, pero no perciben; oyen, pero no entienden» (4,12). Se trata de la misma experiencia y enseñanza que expresa el cuarto evangelista al final del ministerio público de Jesús: «A pesar de haber realizado Jesús tantas señales en presencia de ellos, no creían en él» (Jua 12:37). Descubrimos aquí la otra línea que perseguía el evangelista mediante esta sección: el hecho de la incredulidad y su carácter incomprensible. Parece que Jesús se presenta ahora por vez primera en la sinagoga de su patria como maestro. La exposición rebosa ingenuidad y vida. Jesús, como ocurre en Luc 4:16-21 aunque todavía de un modo más gráfico e impresionante (*), hace uso del derecho que asiste a todos los israelitas adultos de hacer la lectura bíblica y su exposición. Pero sus paisanos están asombrados de que tenga la capacidad de hablar tan bien y de interpretar la Escritura. Nada se dice aquí de la «autoridad» de Jesús (Luc 1:22), ni escuchamos nada acerca de su pretensión de que «hoy» se cumplan los vaticinios proféticos (Luc 4:21). Nada de ello le interesa aquí al narrador; le basta con que exista un asombro incrédulo. Se habla ciertamente de los prodigios realizados en otros lugares, pero a Jesús se le niega la fe. Los habitantes de Nazaret conocen a Jesús como «el carpintero» o -según otra lectura- «el hijo del carpintero» (**). Jesús ha ayudado a su padre en el trabajo y con él ha aprendido el oficio manual. También se le conoce como «hijo de María» y «hermano» de otros hombres que forman su familia (***). También sus «hermanas» habitan allí, como miembros más o menos lejanos del clan afincado en Nazaret. Por ello la gente no puede entender que Jesús tenga algo especial y se escandaliza en él. Es la palabra típica para indicar el tropiezo en la fe, y que también ha entrado en el lenguaje comunitario (Luc 4:17). Para cuantos lo leen, el episodio constituye una severa señal de advertencia: quienes piensan conocer a Jesús, no le comprenden y se alejan de el. Hay muchos tropezones y caídas en el terreno de la fe. Hasta los discípulos más allegados a Jesús han tomado escándalo de él en una hora oscura: cuando Jesús se dejó conducir sin resistencia alguna por sus enemigos (Luc 14:27-29). A sus paisanos incrédulos les lanza Jesús una palabra, que tal vez fuese proverbial entre ellos: «A un profeta sólo lo desprecian en su tierra.» La expresión nos la ha transmitido también Juan (Luc 4:44) en otro contexto, indicando siempre una experiencia amarga. Los enviados de Dios es precisamente en su patria donde encuentran la oposición y el repudio. Así. Jeremías no puede por menos de quejarse de que sus conciudadanos alimenten contra él intenciones malvadas y hasta atenten contra su vida (Jer 11:18-23). No otra es la suerte que espera al último enviado de Dios, que está por encima de todos los profetas. En la actitud de los nazarenos se anuncia ya a los lectores cristianos el misterio de la pasión de Jesús; pero en el destino de su Señor reconocen también su propio destino. Jesús se ha apartado de sus parientes y se ha creado una nueva «familia» (cf. 3,35) y también sus discípulos lo han abandonado todo por causa del Evangelio (10,30). Los discípulos de Cristo tienen que comprender que habrá discordias en las familias por causa de la fe (cf. 13,12). A la sentencia del profeta que originariamente sólo es despreciado en su propia «tierra», ha añadido expresamente el evangelista «entre sus parientes y en su casa». Con frecuencia Dios no ahorra esa amargura a los que llama. La consecuencia de la incredulidad es que Jesús no puede realizar en Nazaret ningún gran milagro, sino que cura simplemente a algunos enfermos imponiéndoles las manos. ¿Por qué no «pudo» Jesús actuar allí con plenos poderes? Nada se dice al respecto, aunque tampoco aparece por ninguna parte la salida apologética de que Jesús no pudo obrar porque no quiso. Según el pensamiento bíblico es Dios quien otorga el poder de hacer milagros. Habría, pues, que concluir que es el mismo Dios quien ha señalado el objetivo y los límites al poder milagroso de Jesús. Jesús no debe llevar a cabo ningún portento allí donde los hombres se le cierran con una incredulidad obstinada. Todo su ministerio está subordinado a la historia de la salvación, al mandato del Padre. Las palabras de Jesús en el Evangelio de Juan suenan como un comentario: «De verdad os aseguro: nada puede hacer el Hijo por sí mismo, como no lo vea hacer al Padre» (5,19). Los milagros ostentosos, que los incrédulos requerían de él, los ha rechazado siempre. La generación perversa que reclama un signo del cielo le hace suspirar (8,11s). Esto es también una enseñanza saludable para la fe que no debe impetrar ningún signo evidente ni pruebas definitivas. Jesús «quedó extrañado de aquella incredulidad». Con esta frase se cierra el relato haciendo que el lector siga meditando sobre el enigma de la incredulidad.

…………..

* Lucas desplaza la escena al comienzo del ministerio público de Jesús y presenta un relato detallado que tomó de una tradición particular (4,16-30). Ese relato puede muy bien proyectar alguna luz sobre el ministerio de Jesús: el cumplimiento presente de la profecía de salvación (v. 18-21), una visión anticipada de la incredulidad de Israel y de la elección de los paganos (v. 25-27), tal vez incluso una alusión al destino profético de Jesús (v. 29: véase 13.33 Y 34)

** El texto primitivo de Marcos sonaba probablemente así: «El carpintero, el hijo de María»; la otra lectura se explica por influencia del texto de Mateo donde aparece «el hijo del carpintero». El hecho de que se señale a Jesús como «el hijo de María» no supone ninguna tendencia teológica -nacimiento virginal-, sino que se explicaría si para entonces ya había muerto José

*** Este pasaje es importante porque da algunos nombres personales; los hombres que aquí se nombran pueden identificarse en parte con personas que nos son conocidas por la tradición y que, por lo mismo. no pueden ser verdaderos hermanos carnales de Jesús. Así, Simón y Judas eran hijos de un Klopas o Cleofás, hermano de José; cf. J. SCHMID, Los «hermanos de Jesús», en El Evangelio según san Marcos. Herder. Barcelona 1967, p. 126-128.

……………………..

3. MISIÓN DE LOS DOCE. INCOMPRENSIÓN CRECIENTE (6,6b-8,30). Tras su llamamiento y elección, se abre ahora una nueva perícopa sobre los discípulos, con la misión de los doce; perícopa que, al menos en su estructura, resulta clara. Si atendemos una vez más al fundamento histórico, que es la predicación de la comunidad y la redacción del evangelista, comprenderemos fácilmente las miras que han inducido a Marcos en la composición y ordenamiento del material tradicional. Desde un punto de vista histórico, después del período de la gran actividad en Galilea, Jesús parece entregarse a una peregrinación constante que le lleva hasta el corazón de una región pagana (Tiro 7,24) y a recluirse en el estrecho círculo de sus discípulos. Pensando en sus lectores oriundos del paganismo, Marcos quiere tal vez aludir al universalismo de Jesús, aun cuando su misión permaneció limitada a Israel (cf. 7,27). Excepcionalmente Jesús ha hecho uso de su virtud salvadora incluso entre los gentiles (7,24-30). Con todo ello, sin embargo, aún no se ha logrado el objetivo que el evangelista persigue con el pensamiento puesto en sus lectores. En medio de este cuadro tan lleno de movimiento se encuentra un largo fragmento doctrinal sobre lo puro e impuro (7,1-23), destinado al comportamiento moral y a la vida de las comunidades. A esta misma luz hay que contemplar la multiplicación de los panes (6,30-43), que debe hablar directamente a la comunidad. A esa comunidad cristiana, que celebra la eucaristía, le permite una profunda comprensión de sí misma: ella es el nuevo pueblo que Dios misericordiosamente se ha elegido, que Cristo, el pastor mesiánico, ha reunido en torno suyo, beatifica con su presencia y colma con sus dones. El dispensador de esta bendición divina es el mismo que en el relato teofánico del final se revela a los discípulos caminando sobre el mar, aun cuando éstos no lo comprendiesen entonces. De este modo se confunden y mezclan los objetivos históricos, catequéticos y redaccionales. Los temas comprenden una vez más a Cristo y la comunidad, se refieren a la fe y la incredulidad, a la decisión y a la conservación de la fe, a la vida misionera, cúltica y moral de la comunidad. Junto a los discípulos, que en esta sección alcanzan aún mayor relieve que en las anteriores, el pueblo desempeña una función nada desdeñable. Jesús quiere retraerse de ese pueblo porque no encuentra en él la fe adecuada; pero el pueblo corre en su seguimiento y Jesús se compadece de aquella gente (6,30-34). Le alimenta con la palabra de la doctrina y lo sacia con el pan que él mismo le proporciona. Una inmensa multitud se ha congregado en un lugar solitario, en el «desierto», como antiguamente Israel durante el período de gracia de su peregrinación (6,35-43). También en la ribera occidental se agolpan de nuevo las gentes a su alrededor y él las cura (6,53-56). De este modo reúne Jesús a un nuevo pueblo en el que la comunidad cristiana puede reconocerse. Mas también aparecen los enemigos. Su animosidad crece hasta el punto de dejar entrever el tenebroso final de la actividad terrestre de Jesús, final que a su vez parece preanunciar la muerte violenta de Juan el Bautista (6,17-29). Para la comunidad posterior, los enemigos de Jesús representan una doctrina (7,1-23) y una forma de pensar (8,15-18) de las que deben mantenerse alejados quienes creen en Cristo. El relato pleno y variado se explica tal vez por una doble tradición que el evangelista tuvo a mano. En una especie de narración doble el lector se encuentra en cada caso con una multiplicación de los panes (6,34-43; 8,1-9), con una travesía de los discípulos (6,45-52; 8,10), con un enfrentamiento de Jesús con sus enemigos (7,1-23; 8,11s), con un diálogo sobre el «pan» (7,24-30; 8,14-21) y con un milagro de curación (el sordomudo: 7,31-37; y el ciego de Betsaida: 8,22-26). Pero ambas tradiciones están reelaboradas en un relato continuo, el resumen de 6,53-56 y el recorrido marítimo están sobrepuestos, los temas de los diálogos difieren en el contenido y las proporciones. El largo fragmento sobre lo puro e impuro viene a constituir el centro de gravedad de la sección. De este modo el evangelista parece tener ante los ojos esta subdivisión:

1. Misión de los discípulos y retorno, la multiplicación de los panes y el paseo sobre las aguas con nueva actividad entre el pueblo (6,6b-56). 2. Divorcio de la falsa piedad legalista judía (7,1-23). 3. Correrías apostólicas hasta una región pagana, creciente incomprensión, balance del ministerio en Galilea (7,24-8,30).

El final del primero de estos capítulos está señalado por un relato compendiado, el del tercero por la pregunta a los discípulos y la confesión de Pedro. Al mismo tiempo, el comienzo y final de esta sección forman un gran paréntesis: el envío de los discípulos, que actúa programáticamente sobre todo el conjunto, encuentra eco en el diálogo de Cesarea de Filipo También las opiniones populares, consignadas en 6,14s, enlazan el comienzo con el fin donde los discípulos repiten de modo parecido las opiniones del pueblo (8,28). Mas la pregunta de quién es Jesús, que también atraviesa de un extremo al otro los relatos anteriores, la plantea ahora el propio Jesús y la responde Pedro. Jesús es el Mesías, pero no según las esperanzas judías, sino en un nuevo sentido que Jesús explica a través de los inmediatos anuncios de la pasión. Los lectores están suficientemente preparados para esa revelación: el camino de Jesús que empezó en Galilea termina consecuentemente en la cruz de Jerusalén. De este modo, la conclusión del ministerio de Galilea sirve al propio tiempo de punto de partida para la exposición siguiente que versa sobre el camino de Jesús hacia la muerte. La salvación, que Jesús anuncia de palabra y obra, sólo se realizará mediante su pasión y muerte.

1. ENVÍO Y RETORNO DE LOS Discípulos. ACTIVIDAD ENTRE EL PUEBLO (6,6b-56).

A pesar de la incredulidad, que se ha puesto de manifiesto en la patria de Jesús, éste envía a los doce de dos en dos para que lleven su mensaje a todos los lugares de Galilea. Jesús no se deja engañar en su misión y da a los discípulos el encargo y potestad de actuar por doquier en su nombre. Este primer envío histórico de los doce viene a ser el modelo de cuantas misiones se le han encomendado a la Iglesia. La Iglesia, constituida después de pascua, hereda el encargo de reanudar la predicación y ministerio de Jesús y de realizarlos en el mundo. Las fuerzas contrarias empiezan por encarnarse en el «rey» Herodes Antipas, que gobierna en Galilea y que ha hecho ejecutar al precursor de Jesús, Juan el Bautista. En el gran predicador penitencial se cumple el destino de los profetas; más aún, en la suerte que ha corrido este precursor mesiánico se anuncia ya la muerte que Dios ha dispuesto para el mismo Mesías (cf. 9,13). Mas eso todavía no ha llegado y todavía el pueblo se agolpa sobre Jesús, quien considera su misión reunirle como Pastor mesiánico (6,34). Así se llega a la significativa multiplicación de los panes en el desierto. Mas Jesús no se llama a engaño, se aparta del pueblo y se revela a sus discípulos en una excursión por el mar. Los discípulos, sin embargo, no le comprenden ni entienden tampoco el sentido profundo de la convocatoria y alimentación del pueblo. El capítulo se cierra con un relato-compendio, que muestra a Jesús, al igual que hasta el presente, como el salvador del pueblo del que brotan las fuerzas salvadoras. Sigue incomprendido aquel en quien está presente la salvación de Dios.

a) Envío de los doce y consejos misioneros (Mc/06/06b-13).

6b Recorría las aldeas circunvecinas enseñando. 7 Convoca a los doce, y los fue enviando de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros; 8 y les mandó que, fuera de un solo bastón, nada tomaran para el camino: ni pan, ni alforja, ni moneda de cobre en el cinturón; 9 sino: «Id calzados con sandalias, pero no os pongáis dos túnicas.» 10 Advertíales también: «Cuando hayáis entrado en una casa, seguid alojados en ella hasta que tengáis que partir de allí. 11 Y si algún lugar no os recibe, ni quieren escucharos, retiraos de allí y sacudid el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos.» 12 Partieron, pues, a proclamar el mensaje para que se convirtieran. 13 Y expulsaban a muchos demonios y ungían con aceite a muchos enfermos y hacían curaciones.

Es un relato antiguo que todavía conserva el colorido localista de Palestina. La observación introductoria sólo sirve para crear un marco: Jesús se encuentra en medio de su actividad docente en Galilea; pero sólo alcanza a un estrecho círculo de aldeas y quiere extender su actividad. Para ello se sirve de los doce que había elegido con anterioridad (3,13-16) y los envía de dos en dos. El envío por parejas era una costumbre habitual en el judaísmo (*)47. Con ello se les facilita la tarea a los discípulos; pero no sólo eso: deben ser también testigos que con su testimonio concorde confirmen el mensaje de Dios. Y en el caso de que los rechacen, actuarán también de testigos en el juicio de Dios contra todos aquellos que se negaron a su mensaje (v. 11). No se trata únicamente de un envío a modo de sonda o de un episodio insignificante. Es ahora cuando los discípulos ejercen la función para la que Jesús los ha elegido (3,14s). Después de haber compartido durante un tiempo lo bastante largo la vida en común con Jesús, tienen que compartir ahora sus tareas y potestad. Los doce, representantes de Israel por voluntad de Jesús, tienen que llamar a la conversión al Israel de su tiempo y mostrarle la salvación escatológica (expulsiones de demonios, curaciones de enfermos); pero, si son rechazados, se convertirán ellos a su vez en mensajeros del juicio. Para el evangelista y sus lectores, sin embargo, esta misión de los discípulos constituye el modelo de la misión que ha sido impuesta y confiada a la Iglesia.

La misión es un acontecimiento salvador, una prolongación del ministerio de Jesús que enfrenta a los hombres con la gran decisión. Es una oferta de salvación en nombre de Dios, que sólo en caso de endurecimiento se trueca en juicio. El primer envío de los discípulos de Jesús constituye asimismo una admonición y el espejo en que debe mirarse la conciencia de los predicadores que vendrán después. Los consejos que Jesús dio a los doce conservan su sentido y valor para todos los futuros mensajeros de la fe y los obligan a reflexionar si desempeñan su cometido en el espíritu de Jesús. Para el recorrido Jesús permitió a los discípulos un bastón, que casi resultaba imprescindible como protección, y unas sandalias sin las que no se podía caminar por el suelo pedregoso de Palestina. Lucas, menos familiarizado con las circunstancias palestinenses, prohíbe incluso este equipaje (Luc 9:3; Luc 10:4). A Jesús lo que le interesa es el espíritu de simplicidad y de sobriedad. Los discípulos deben renunciar a todo lo superfluo, a las provisiones y a la bolsa, al vestido duplicado y al dinero. En las aldeas a las que lleguen deben buscar un hospedaje y no andar cambiando su cuartel de operaciones sin dejarse agasajar y mimar con exceso por las casas. Su principal deseo debe orientarse a la predicación. La renuncia a todo lo superfluo debe confirmar su mensaje: la salvación de Dios llega para los pobres y los enfermos, aunque exige también la fe y la conversión. Quien no acoge a los emisarios de Dios se cierra a sí mismo el camino de la salvación, se enfrenta al juicio divino y será condenado por la declaración de sus testigos. En señal de que los mensajeros nada tienen en común con tales lugares, deben hasta sacudirse el polvo de los pies. Pese a lo desvalido de su aspecto externo, los discípulos son los enviados de Jesús, revestidos de su dignidad y fuerza. La Iglesia primitiva comprendió que los consejos de Jesús, que en su momento tenían actualidad, no seguían obligando literalmente, como lo demuestran las suavizaciones que aparecen en Mateo y en Lucas. Lo que importaba era el espíritu de sencillez apostó11ca. Las palabras de Jesús, pronunciadas en las circunstancias concretas de un determinado momento histórico, necesitan una exposición y aplicación adecuadas al cambio de situación. Aunque no pueden mitigarse sus exigencias de cara a los predicadores; no se dice una palabra de un régimen de vida adecuado al rango. Por otra parte, tampoco se pide nada inhumano; la Iglesia primitiva ha conservado también estas palabras de Jesús: «El obrero merece su sustento (salario)» (Mat 10:10; Luc 10:7; cf. 1Co 9:14). Las comunidades deben proveer a las necesidades vitales de los predicadores. En este aspecto hay que preguntarse también sobre la rapidez con que debía interrumpirse la predicación cuando los emisarios de Cristo tropezaban con la negativa de los habitantes. Cuando Jesús pronunció estas palabras se trataba de una situación histórica determinada, de una hora apremiante dentro del tiempo que Dios había señalado a Jesús. La situación actual del mundo, en el tiempo de la Iglesia, también parece haber cambiado desde el punto de vista de la historia de la salvación. La importancia y gravedad del anuncio de la salvación deben mantenerse. No puede darse la impresión de que se trata de una oferta que a nada compromete; después de la venida de Cristo, los hombres no son libres de volverse a cualquier religión o visión del mundo que se les brinde. Mas debemos también pensar que la humanidad de hoy no comparte los mismos presupuestos religiosos que el judaísmo del tiempo de Jesús, que estaba preparado para la venida del Mesías. En todo caso no tenemos que levantar la tienda antes de tiempo. Una sola frase describe la puesta en práctica del encargo de Jesús, la actividad de sus enviados. Al igual que el Maestro sólo «proclamaban» la proximidad del Reino de Dios. Respecto al contenido sólo se menciona la exigencia de conversión, pues eso es lo más decisivo para tener parte en el reino de Dios (1Co 1:15).

La predicación de la palabra va ligada, como en Jesús, a los signos de ese reino de Dios que irrumpe (1Co 1:27.39; 1Co 6:2). Los discípulos «expulsaban a muchos demonios» en los que se manifestaba el dominio de Satán (cf. 3,23-27) y curaban a muchos enfermos, otra señal de la llegada del tiempo de salvación. La unción con óleo es sólo una expresión externa de la curación de los enfermos, como lo era la imposición de manos por parte de Jesús (6,5). Para los judíos contaba sólo como un medio externo y debía llamar la atención de los discípulos sobre la salud que llega de Dios. ¿Obtuvieron los discípulos un gran éxito con esta misión? Tal es la impresión que podría sacarse; pero no se nos dice una sola palabra sobre el eco del ministerio de los discípulos ni sobre el número de convertidos. La continuación del relato evangélico más bien nos hace pensar en un fracaso y, en todo caso, no hubo una abundante cosecha de fe como Jesús deseaba. Las opiniones del pueblo (6,14s; 8,28) no responden a las esperanzas de Jesús, y él se retira cada vez más de la gente. Marcos, sin embargo, ha escrito las últimas frases con la mirada puesta en la misión de la Iglesia primitiva para subrayar la fuerza del Evangelio y alentar a los misioneros. Ligando ambos elementos, el fracaso histórico y el discurso confortante, creeremos en la fuerza del reino de Dios sin forjarnos demasiadas esperanzas terrenas. La palabra de salvación es eficaz y la fuerza de Dios inquebrantable sólo con que cumplamos nuestro deber en obediencia y lealtad.

…………..

* La costumbre existía en el judaísmo, tanto para los mensajeros particulares -por ejemplo, los discípulos de una maestro de la ley- como para los emisarios oficiales. Se llamaba a los dos mensaje«os «compañeros de yugo; el portavoz de ambos debía tener junto a sí al compañero en confirmación de la verdad del mensaje

……………

b) Herodes Antipas y Jesús (Mc/06/14-16).

14 Oyó hablar el rey Herodes de Jesús, pues su nombre se había hecho célebre, y se decía: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos; de aquí que por él se realizan esos milagros.» 15 Pero otros decían: «Es Elías.» Otros, en cambio: «Es un profeta como uno de los demás profetas.» 16 Cuando esto llegó, pues, a oídos de Herodes, decía: «Este es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado.»

El soberano de Jesús, Herodes-Antipas, tiene noticias del movimiento que Jesús ha puesto en marcha y se preocupa. No es posible determinar cuando le llegó el rumor; en este pasaje lo único que quiere indicar el evangelista es la creciente amenaza que se cierne sobre Jesús. Al igual que sus enemigos judíos le acechan maliciosamente y le atacan de modo artero (3,22), así ahora le amenaza también el peligro de la autoridad política. Por las mismas fechas en que la predicación se expande y gana en fuerza se organizan también los poderes contrarios. Herodes tiene noticia de los rumores que circulan entre el pueblo. Estas opiniones populares le interesan también al evangelista porque revelan la fe deficiente entre la gran muchedumbre. Pues, por honrosas que puedan parecer, no se elevan hasta la fe en la peculiaridad, la proximidad a Dios y la filiación divina de Jesús, mostrando además en su misma diversidad la inseguridad de criterios. Surge en primer lugar la idea de que Juan el Bautista haya resucitado y, como tal, sea ahora más poderoso operando los milagros que no había realizado en vida. Se trata de la creencia judía de que un inocente asesinado puede regresar a la vida, y tratan de explicar así la sorprendente actividad de Jesús. ¿Se trata en realidad de una vaga salida, de una escapatoria al problema acuciante de «¿Quién es éste?» (4,41). Lo mismo ocurre con la segunda respuesta: «Es Elías.» Cierto que se reverenciaba al antiguo profeta y que era una de las figuras populares entre el judaísmo de entonces, un abogado y protector en todas las necesidades posibles (cf. 15,35); pero este reducir a Jesús a remediador de necesidades equivale a rebajarle. Sigue siendo problemático que se considerase también a Elías como el restaurador del pueblo, que debía reconciliar a los padres con los hijos y a los hijos con sus padres antes de la llegada del día del Señor (Mal 3:23), o si el pueblo sólo consideraba a Jesús como precursor del Mesías, pues no resuenan aquí ecos de esperanzas mesiánicas. Tampoco la tercera opinión de que Jesús es «un profeta como uno de los demás profetas» merece mayor atención por parte del evangelista. Aquella gente no tenia a Jesús por el profeta mesiánico (Deu 18:15.18), el único que hubiese tenido verdadera importancia; el pueblo le coloca más bien en la misma linea que los antiguos profetas. Y hasta resulta difícil que pudiesen pensar en que uno de los grandes profetas de la antigüedad hubiese resucitado en él (cf. Luc 9:8); más probable resulta que vieran en Jesús un abogado y protector que Dios les había suscitado como en los tiempos difíciles de antaño. Quien no alimenta una fe plena en Jesús, quien le coloca en cualquier categoría humana, aunque sea religiosa, no acierta con la respuesta que Dios esperaba de los hombres al enviar a su amado Hijo único (cf. 1,11). Cualquier explicación humana de Jesús resulta deficiente; más aún, equivale a la incredulidad. El «rey» Herodes (*) se suma a la primera interpretación. En boca de este helenista, que ciertamente no creía en la resurrecci6n, es difícil tomar en serio dicha opinión. Aun cuando «escuchaba con gusto» (6,20) al vigoroso predicador penitencial, no se dejó mover a conversión. Su frase tiene probablemente un sentido irónico: «¡Ese Juan a quien yo hice decapitar ha resucitado!» Se puede hacer frente a muchas situaciones con la burla (cf. Luc 23:11). Los hombres con ambiciones políticas todo lo subordinan a su idea dominante. Así como Herodes hizo encarcelar y decapitar sin preocupaci6n alguna a aquel hombre justo y santo, también estaría dispuesto a seguir la vía rápida con este «Juan resucitado» si llegase a resultarle peligroso. Tal amenaza se cierne sobre el período intermedio que interrumpe el relato sobre la misión de los discípulos.

…………..

* Se trata de uno de los hijos de Herodes el Grande, del tetrarca -«príncipe de una cuarta parte»- Herodes Antipas, a quien correspondieron Galilea y Perea después de la muerte de su padre. No poseía oficialmente el título real, pero el pueblo le llamaba «rey».

…………..

c) El fin de Juan el Bautista (Mc/06/17-29).

17 Efectivamente, el propio Herodes había mandado arrestar a Juan y lo había encadenado en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo, con la cual se había casado. 18 Pues Juan le decía a Herodes: «No te es lícito tener la mujer de tu hermano.» 19 Por ello Herodías lo odiaba y quería matarlo, pero no podía; 20 porque Herodes le tenia miedo a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y procuraba resguardarlo; cuando lo oía, quedaba muy perplejo, aunque lo escuchaba con gusto. 21 Pero llegó el momento oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a los grandes de su corte, a los jefes militares y a los principales personajes de Galilea: 22 entró la hija de la tal Herodías, se puso a bailar y agradó a Herodes y a los comensales. Entonces el rey dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras, que te lo daré.» 23 Y le añadió bajo juramento: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.» 24 Salió ella y preguntó a su madre: «¿Qué pido?» Ella contestó: «La cabeza de Juan el Bautista.» 25 En seguida entró la muchacha apresuradamente ante el rey y le hizo esta petición: «Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.» 26 El rey se puso muy triste; pero, por los juramentos y los comensales, no se atrevió a faltarle a su palabra. 27 Inmediatamente mandó a un guardia con la orden de traer la cabeza de Juan. El guardia fue, lo decapitó en la cárcel, 28 trajo la cabeza en una bandeja y se la dio a la muchacha; y la muchacha se la entregó a su madre. 29 Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.

Esta historia sucedió antes del tiempo en que los discípulos saliesen para su primera misión. Cuenta el final del gran predicador penitencial del Jordán y precursor de Cristo que, a los ojos del evangelista desempeñó la función del profeta Elías y del que más tarde se dirá que «hicieron con él cuanto se les antojó» (9,13). No se puede dejar de reconocer en él los mismos rasgos que caracterizaron el destino del antiguo profeta a quien la reina Jezabel, esposa del rey Acab, persiguió con odio mortal (1Re 19:2). Sólo que, a diferencia de Elías, Juan fue víctima de la perfidia de Herodías y sufrió una muerte cruel. El poder del mal triunfa sobre el varón santo y justo, imagen del Mesías que recorrerá idéntico camino. Marcos acepta una versión popular del final del Bautista, sin preocuparse de los detalles históricos. Antes de que Herodes Antipas la tomase por mujer, Herodías no fue la esposa de Filipo sino de otro hermanastro del gobernante de Galilea, que también se llamaba Herodes («sin tierra»). Filipo era un hermanastro distinto, en todo caso tetrarca (Luc 3:1), que más tarde desposó a la hija de Herodías. El historiador judío Flavio Josefo da como motivo de la ejecución algunas razones políticas. Al evangelista le interesan las circunstancias trágicas que su versión popular consideró dignas de crédito. La hija de Herodías -cuyo nombre era Salomé, según Flavio Josefo- obtiene con su danza, que era impropia de una princesa, el aplauso de los invitados y del soberano. Herodes quiere -cosa muy verosímil- comportarse como un rey y le promete un regalo. «Hasta la mitad de mi reino» es una expresi6n fanfarrona que recuerda la palabra del gran rey de Persia, pronunciada también con ocasi6n de un banquete y en favor de la reina Ester (Est 7:2). Herodes refuerza su palabra con un juramento que después le pondrá en aprietos. Cierto que el juramento no le obligaba frente a aquella petición macabra; pero tales reflexiones resultan inútiles, pues el rey quiere mantener su palabra delante de los invitados y no quebrantarla. Y así da la orden fatídica. Condescendencia débil y criminal que fácilmente podía recordar a los lectores cristianos la postura de Pilato en el proceso contra Jesús. El hombre de Dios encontró así la muerte como consecuencia de una conducta frívola y mundana, contra la que había advertido su llamamiento a la penitencia, como consecuencia de la maldad de una mujer y de la debilidad de un rey. El poder de las tinieblas se revela en la insensatez y hasta en el absurdo de la fiesta celebrada en Maqueronte. Hasta en el sentir de los mismos paganos el aniversario de un gobernante tenía que caracterizarse por actos de clemencia, por la liberación de encarcelados.

Aquí, en cambio, sucede justamente lo contrario: la alegría desenfrenada desemboca en la escena macabra que tiene lugar durante el banquete; un suceso horrible hasta para los hombres antiguos. Son las mismas tinieblas que todavía se harán más densas en la hora en que «el Hijo del hombre sea entregado a manos de los pecadores» (Est 14:41). Así pues, en plena actividad de Jesús en Galilea, externamente todavía esperanzada, se perfila ya un augurio fatídico del pavoroso final que en sus inescrutables designios ha decretado Dios para su Mesías. Mas tal vez la última observación de que los discípulos de Juan vinieron y sepultaron su cadáver, no deje de ser significativa. Viene a ser como un remate consolador: el varón de Dios ha encontrado su reposo. Y es como una visión luminosa: también el crucificado será puesto en un sepulcro sobre el que resonará después el mensaje de la resurrección.

d) Retorno de los discípulos (Mc/06/30-34).

30 Vuelven a reunirse los apóstoles en torno a Jesús, y le refirieron todo lo que habían hecho y enseñado. 31 El les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar desierto, y descansad un poco.» Pues eran tantos los que iban y venían, que ni para comer tenían tiempo. 32 Se fueron, pues, a solas, en la barca a un lugar desierto. 33 Pero muchos los vieron partir y se dieron cuenta del rumbo, entonces, acudieron allá, por tierra, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. 34 Al desembarcar y ver Jesús a tanta gente, sintió compasión por ellos, pues andaban como ovejas sin pastor; y se puso a instruirlos largamente.

El regreso de los discípulos produce la impresión de que su misión ha sido un éxito. Así parece explicarse la gran aglomeración de pueblo. Pero sorprende que los enviados sólo refieran en general «lo que habían hecho y enseñado». El conjunto debe reflejar ya la imagen futura de la misión cristiana. Los discípulos vienen designados aquí como «los apóstoles», tal vez todavía en el sentido original de «los enviados»; pero resuena ya el sentido fuerte que tendrá después para los primeros misioneros cristianos la palabra «apóstol» (*). Ahora se dice también que enseñaban . Desarrollan la misma actividad que con tanta frecuencia se atribuye a Jesús y que tanta importancia va a tener para las comunidades posteriores. En el ministerio de Jesús y de sus primeros discípulos se cumple de un modo auténtico y ejemplar aquello que se le encomendó a la Iglesia primitiva. También la invitación de Jesús a retirarse a un lugar solitario y descansar un poco adquiere un sentido que sobrepasa la situación histórica. Cierto que externamente encaja bien con el marco y que los considerandos siguientes no harán más que darle un mayor relieve. Pero desde un punto de vista histórico el retiro de Jesús hacia la tranquila ribera oriental no resulta claro. Según Mateo, Jesús se retira premeditadamente porque le han llegado noticias de la actitud de Herodes (**). Lucas habla sólo en general de la retirada de Jesús hacia la región de Betsaida y transmite después una frase en la que Jesús revela su propósito de no permitir que Herodes ponga condiciones a su actividad (Est 13:31-33). Marcos alude a otros intentos de retiro de Jesús (Est 6:45 :Est 7:24; Est 8:10). Así se descubre aquí una nueva tendencia: Jesús quiere apartarse del pueblo de Galilea porque no ha demostrado la fe esperada. Poco a poco Jesús se va recogiendo en el círculo, más íntimo, de sus discípulos, el cual servirá de modelo a las comunidades posteriores, en las cuales, junto a la acción misionera, se cultivará el recogimiento y la meditación. Ambas cosas: actividad de cara al exterior y recogimiento, pertenecen a la vida cristiana (cf. Luc 10:38-42). Pero el pueblo no se separa de Jesús, observa su retirada y le sigue hasta la soledad. De nuevo se ve Jesús rodeado de una gran muchedumbre y le invade la compasión, porque andaban como ovejas sin pastor. Si reúne una vez a la multitud en derredor suyo y la instruye, no es por un sentimiento de compasión puramente humana. La imagen de las ovejas dispersas y privadas de pastor está tomada del Antiguo Testamento. Según el libro de los Números, Moisés pide a Dios un varón «que pueda ir delante de dlos, y que los saque e introduzca, a fin de que el pueblo del Señor no quede como ovejas sin pastor» (Luc 27:17). Eso fue entonces Josué y eso es ahora Jesús que se hace cargo de la comunidad del Señor. En el gran capítulo que Ezequiel dedica a los pastores (Ez 34) se reprocha a los que hasta entonces tuvo Israel el abandono de sus deberes, y Dios, verdadero Pastor de su pueblo, se compadece de los dispersos: «Iré en busca de las ovejas perdidas y recogeré las descarriadas; vendaré las heridas de las que han padecido alguna fractura, daré vigor a las débiles y conservaré las que están sanas y gordas» (v. 16). Es una promesa que mira al fin de los tiempos. Dios dará un pastor mesiánico al pueblo que no tiene guía: «Y estableceré sobre mis ovejas un solo pastor que las apaciente, esto es, a David mi siervo; él las apacentará y será su pastor» (v. 23). Jesús, pues, actúa aquí como el Mesías prometido que defiende la causa de Dios. La misma imagen late, cuando las circunstancias han cambiado, bajo otras palabras proféticas que Jesús recordará más tarde anunciando la dispersión de los discípulos: «Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas» (Luc 14:27; cf. Zac 13:7). La comunidad se ve a sí misma como el rebaño de Dios sobre el que el Mesías Jesús ha sido establecido como pastor. Impelido por su compasión mesiánica, Jesús se vuelve una y otra vez a su pueblo, le enseña y le conduce, le alimenta y le conserva la vida (cf. Jn 10).

…………..

* Que los «apóstoles» se identifiquen con los doce es una interpretación a la que nos tiene habituados Lucas (Hechos de los apóstoles). Pero se dio además un concepto más amplio de apóstol, que se encuentra sobre todo en Pablo. «Apóstoles» eran los primitivos misioneros cristianos, cuya misión emanaba del Señor resucitado (cf. 1Co 15:7.9). En Efe 2:20 y 3,5 se les menciona en unión de los primitivos profetas cristianos; en 1Co 12:28 y Efe 4:11 aparecen al frente de una lista de carismas. En Mar 6:30, la expresión sólo indica a los «enviados» en general (cf. Jua 13:16); pero los lectores pueden revocarse perfectamente a aquellos primitivos misioneros. Acerca del difícil problema del apostolado, pueden citarse a título de ejemplo: E.M. KREDEL. art. Apóstol en el Diccionario de teología bíblica, de J.B. BAUER. Herder, Barcelona 2ª ed.,1971, con abundante bibliografía.

** Mat 14:13 : «Cuando Jesús recibió esta noticia, se alejó de allí…» Antes se ha dicho que los discípulos de Juan, después del sepelio del maestro, vinieron a contárselo a Jesús. Pero el fin del Bautista había tenido lugar mucho tiempo atrás, con lo que no se puede precisar la situación histórica.

…………..

e) La gran multiplicación de los panes (Mc/06/35-44).

35 Pero, haciéndose ya muy tarde, se le acercan sus discípulos y le dicen: «Esto es un despoblado y la hora es ya muy avanzada. 36 Despídelos, para que vayan a los caseríos y aldeas del contorno a comprarse algo que comer.» 37 Pero él les respondió: «Dadles vosotros de comer.» Ellos le replican: «¿Pero vamos a ir nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?» 38 El les pregunta: «¿Cuántos panes tenéis? Id a verlo.» Y después de averiguarlo, le dicen: «Cinco, y dos peces.» 39 Entonces les mandó que hicieran sentarse a todos por grupos sobre la hierba verde. 40 Y se sentaron por grupos de cien en cien y de cincuenta en cincuenta. 41 Y tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, dijo la bendición, partió los panes y se los iba dando a los discípulos, para que los sirvieran a la multitud: igualmente dio a repartir los dos peces entre todos. 42 Todos comieron hasta quedar saciados. 43 Y recogieron doce canastos llenos con las sobras de los panes y de los peces. 44 Los que comieron de los panes eran cinco mil hombres.

La gran multiplicación de los panes en un lugar solitario, que aquí se narra con palabras sencillas, representa uno de los puntos cimeros de la actividad de Jesús entre el pueblo -hasta ahora no se habían dado números-; pero además tiene un sentido simbólico más profundo. El tiempo de gracia durante la peregrinación por el desierto, que en el judaísmo era una imagen del tiempo mesiánico, se repite ahora. El marco del desierto de entonces está dado claramente; no sólo se recuerda el «lugar desierto», sino que también el estar al aire libre y el distribuirse en grupos de ciento y de cincuenta (cf. Exo 18:25). Jesús aparece como un segundo Moisés -más claramente aún en Jua 6:14.32- que reúne al pueblo de Dios (cf. v. 34) y lo alimenta en el desierto con el pan vivificante que Dios envía. En este sentido soteriológico Jesús es el Mesías, el profeta mesiánico prometido en el vaticinio de Moisés (cf. Jua 6:14). La comunidad cristiana debe reconocerse con el nuevo pueblo de Dios, en el que se cumplen las antiguas profecías. Pero el contenido ideológico de esta exposición es todavía más rico para los lectores cristianos. En la acción de Jesús pueden contemplar de antemano el banquete sagrado que Jesús instituyó en la última cena. En la celebración eucarística se reúnen con su Señor en una comunión estrecha de convidados al banquete que encontrarán su plena realización en el reino de Dios (cf. 14,25). La «hierba verde», que en aquella región sólo se da en primavera, indica el tiempo pascual (cf. Jua 6:4), lo cual también está en relación con la última cena. Marcos no subraya el hecho; no dice que Jesús no subió entonces intencionadamente a la fiesta de la pascua en Jerusalén y que quiera celebrar otra nueva pascua con el pueblo de Dios. Pero tales ideas están ya latentes y las desarrollará la Iglesia primitiva (*). El presente relato de Marcos es el más antiguo de cuantos presentan los cuatro evangelistas acerca de la multiplicaci6n de los panes. Conserva las peculiaridades de la exposici6n marciana, especialmente por lo que respecta a Jesús, que actúa tranquilo y sabiendo lo que quiere, aun que evitando todo relumbrón. Después del gran milagro obliga en seguida a los discípulos a reembarcarse, despide al pueblo y se retira a un monte a orar (v. 45s). No se describe la reacción de los asistentes; pero sí dice que los discípulos no entendieron entonces el sentido profundo del hecho (cf. v. 52). El diálogo de Jesús con ellos antes de la multiplicación del pan muestra cómo sus pensamientos estaban presos en las apariencias. La invitación del Maestro a que den de comer al pueblo los desconcierta por completo. Su bolsa contiene doscientos denarios, caso de decidirse, para comprar pan. Mas Jesús les pregunta por sus propias provisiones, a lo que responden decididos: quedan cinco panes y dos peces. Cuando después actúan según las indicaciones de Jesús, el milagro se realiza en sus mismas manos. Luego que el pueblo se ha recostado en grandes grupos, los discípulos reparten los panes y peces y, finalmente, recogen las sobras que llenan doce canastos. El sentido profundo que late en aquel acontecimiento milagroso sólo se les reveló más tarde, cuando reconocieron a Jesús en su verdadero ser. Mas los lectores creyentes pueden y deben descubrir ese sentido en la mera exposición del hecho. Una vez más la acción de Jesús constituye el centro de gravedad. Toma los cinco panes y los dos peces y levanta sus ojos al cielo. Es éste un gesto especial que revela la confianza de Jesús en su Padre celestial y su íntimo acuerdo con él; en la súplica de bendición los judíos miraban más bien al pan que tenían en las manos. Lo que Jesús hace entonces no es otra cosa que lo que solía hacer el padre de familia en la mesa pronuncia la oración de bendición y parte en varios trozos los delgados panes en forma de disco para que los distribuyan entre los presentes. Pero este tomar y bendecir, este romper y dar a los discípulos, recuerda lo que hizo en la última cena (Jua 14:22). En aquel lugar retirado Jesús distribuye el pan a la multitud hambrienta, y todos se sacian. Pese a las circunstancias de pobreza y necesidad, es una comida sagrada y prodigiosa, un banquete mesiánico con el pueblo de Dios. Más tarde, en la sala de la última cena, sólo le rodea el pequeño círculo de discípulos; pero esos discípulos representan a la comunidad futura, y el banquete de despedida adquiere un sentido nuevo y único mediante la institución de la eucaristía. Este comer del pan y beber del vino da una participación en el cuerpo y en la sangre del siervo de Dios que se entrega a la muerte en favor de muchos. De ese pan vive el nuevo pueblo de Dios que se constituye de muchos pueblos. De este modo la escena del desierto en la que muchas gentes del antiguo Israel se reúnen en torno a Jesús está cargada de contenido, convirtiéndose en la imagen de la comunidad cristiana en el mundo. Los creyentes han encontrado en Jesús a su pastor y guía. él les prepara la mesa del pan y de la palabra, les da la enseñanza y el alimento. Hace de ellos una comunidad santa que está en el mundo, pero que se diferencia del mundo. Siguen siendo siempre el pueblo peregrinante de Dios, pero bajo la bendición del tiempo mesiánico.

…………..

* En Jua 6:4 esto resulta claro, pues se dice expresamente: «estaba próxima la pascua, la fiesta de los judíos»; aquí el simbolismo pascual y la influencia litúrgica se dejan sentir con mayor fuerza aún.

…………..

f) Jesús camina sobre las aguas (/Mc/06/45-52).

45 Inmediatamente mandó a sus discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía al pueblo. 46 Después de despedirse de ellos, se retiró al monte para orar. 47 Ya anochecido, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra. 48 Y al verlos remar muy fatigados, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche, viene hacia ellos caminando sobre el mar; e hizo ademán de pasar adelante. 49 Ellos, al verlo caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar; 50 pues todos lo habían visto y se sobresaltaron. Pero él habló en seguida con ellos diciéndoles: «¡Animo! Soy yo. No tengáis miedo.» 51 Subió entonces con ellos a la barca, y el viento se calmó. Pero ellos se quedaron más asombrados aún; 52 pues no habían comprendido el milagro de los panes, porque tenían endurecido el corazón.

El relato del paso de Jesús sobre las aguas, que también en Mateo y en Juan cierra la multiplicación de los panes -en Lucas falta todo esto hasta la confesión de Pedro- contiene una experiencia de los discípulos que se grabó profundamente en los íntimos de Jesús. Cada una de las exposiciones contiene numerosos rasgos (Juan) y peculiaridades (Mateo) nada desdeñables; pero todas culminan en el encuentro de Jesús con sus discípulos en el mar y en las sublimes y consoladoras palabras del Maestro: «Soy yo. No tengáis miedo.» Después de la revelación mesiánica de Jesús al pueblo con la multiplicación de los panes, se manifiesta ahora a sus discípulos de un modo directo y con una grandeza sobrehumana, en una forma que permite reconocer el misterio de su ser divino. Mateo ha explicado esto a sus lectores presentando a los discípulos arrodillados en la barca delante de Jesús y confesando: «Realmente, eres Hijo de Dios» (Mat 14:33). Marcos, en cambio, corre un velo sobre aquella experiencia única y deja entender a través de la incomprensión de los discípulos que entonces éstos ni penetraron ni podían penetrar el sentido del acontecimiento, porque sólo habían de comprenderlo después de la resurrección de Jesús. Cualquier cavilación sobre el hecho histórico resulta tan inútil como las reflexiones acerca de las apariciones del resucitado. Sólo quien cree en la resurrección de Jesús puede afirmar el hecho de este episodio numinoso, de esta epifanía de lo divino en el marco terrestre y entender el sentido de la manifestación de Jesús. La torpeza de los discípulos aquella noche en el lago de Genesaret es para la comunidad una exhortación a creer en el Señor resucitado y a contemplar su vida terrena bajo esta luz. Dentro de la misma exposición de Marcos hay numerosas tensiones. No se comprende perfectamente el destino del viaje marítimo «hacia Betsaida», un lugar que queda al extremo septentrional del lago. De hecho los discípulos desembarcan en la llanura de Genesar, en la ribera occidental (*). La primera indicación temporal: «Ya anochecido», deja un largo espacio intermedio hasta «la cuarta vigilia de la noche», que son las últimas horas nocturnas y es cuando tiene lugar el paso de Jesús sobre las aguas. ¿Han estado los discípulos navegando en el lago durante todo ese tiempo? Esto no seria imposible con un viento en contra muy fuerte. ¿Por qué quiere Jesús pasarles de largo? Esperaríamos más bien que hubiese subido inmediatamente con ellos a la barca. Después del encuentro, el viento se calma. ¿Se piensa aquí en un hecho milagroso como el apaciguamiento de la tempestad? Nada se dice al respecto. Dejemos de lado todos estos interrogantes e intentemos comprender el sentido que el narrador ha querido dar a la narración.

Marcos presenta el conjunto como una epifanía, como un destello de la gloria divina de Jesús ante los ojos de sus discípulos. La inmediata retirada que Jesús impone a los discípulos merece atención. Se dice que les mandó que subieran inmediatamente a la barca. Jesús parece perseguir un fin especial; y una buena razón al respecto es el hecho de que no se embarque con ellos: desea despedir al pueblo. Pero después de despedirlo, Jesús sube «al monte» a orar. Esta búsqueda del monte, que indica la proximidad de Dios (cf. 9,2), y el permanecer en oración (cf. 1,35) revelan por sí solos un propósito especial. El v. 47 describe la situación durante las últimas horas de la tarde: la barca con los discípulos se encuentra en el lago y Jesús, solo, en tierra (**). Mas tan pronto como Jesús ve a los discípulos avanzando penosamente porque tienen el viento en contra, va a su encuentro caminando sobre las olas. Entretanto ha pasado casi toda la noche. Esto apenas se comprende, si no es que Jesús ha aguardado intencionadamente esta hora y situación para revelarse a sus discípulos. Así se comprende también la observación siguiente: «e hizo ademán de pasar adelante». Ellos debieron ver algo de su gloria, como Moisés cuando en el Sinaí vio «pasar delante de él» la gloria de Dios (Exo 33:21-23) o como cuando Elías vio pasar delante de él al Señor en el monte Horeb en una suave brisa (1Re 19:1 Is). Jesús «viene hacia ellos» al igual que Yahveh vino hacia los antiguos varones de Dios, no en la plenitud de su majestad, sino sólo en un acercamiento misterioso a fin de que cobrasen conciencia de su presencia concreta. Los discípulos deberían haber sacado consuelo y fuerzas de la proximidad y presencia benevolente de su Señor. Pese a todo, los discípulos no comprenden nada. Creen ver un fantasma y empiezan a gritar. No pueden dudar de la aparición misma porque «todos le habían visto»; pero el hecho les desconcertó. Es entonces cuando Jesús se les revela de una manera inconfundible. «Habló en seguida con ellos»; no quiere que imaginen un fantasma. Su palabra, su forma de hablarles, desvanece todos los pensamientos desatinados y cualquier temor. Ellos escuchan el tono familiar de su voz, que les dice: «¡Animo! Soy yo. No tengáis miedo.» Con la palabra Soy-yo ya se les da a conocer inmediatamente; pero esa palabra tiene además un sentido más profundo. Es el majestuoso «Soy yo» característico con que suele revelarse el Dios del Antiguo Testamento al pueblo de su alianza. Con esa palabra Yahveh promete a su siervo Israel ayuda y salvación: «…a fin de que conozcáis, creáis y comprendáis que yo soy… yo soy, sí yo soy el Señor, y no hay otro Salvador sino yo» (/Is/43/10s). No es sólo una revelación cargada de majestad, sino una revelación que promete protección y felicidad. Por ello la voz de Jesús debe expulsar cualquier temor y angustia de los discípulos: «No tengáis miedo.» Los discípulos no comprendieron entonces el sentido de este encuentro nocturno ni las profundas resonancias de las palabras de Jesús. El significado pleno de aquel majestuosamente divino y salvador «soy yo» sólo lo comprendieron ciertamente después de la resurrección. Con las apariciones del resucitado ocurrió desde luego algo parecido. Los discípulos llegaron a entender que era el mismo Jesús que ellos conocían como hombre, que había colgado de la cruz, que llevaba las llagas y que ahora aparecía en medio de ellos con el saludo de paz. Era el Señor que ahora se les aparecía con su presencia beatificante y con su poder salvador. La última consecuencia sólo Juan la ha sacado en su Evangelio. En él Jesús emplea una y otra vez aquella fórmula de revelación: «Yo soy» vinculando a ella sus promesas de salvación: «Yo soy la luz del mundo» (1Re 8:12; 1Re 9:5); «Yo soy la resurrección y la vida» (1Re 11:25); «Yo soy el pan de vida» (1Re 6:35.48)… En Marcos todavía está encubierto este sentido más profundo; en él sólo se dan «epifanías secretas». Lo que destaca precisamente es la incomprensión de los discípulos, para esclarecer así el carácter oculto de la gloria de Jesús durante su vida terrena. Jesús sube con ellos a la barca, el viento cede; todas las penalidades y esfuerzos de la noche han pasado. Pero los discípulos experimentan aquel espanto íntimo ante lo extraordinario y humanamente incomprensible que en el Evangelio de Marcos es la impresión característica que Jesús produce en la muchedumbre (1Re 1:22; 1Re 2:12; 1Re 6:2; 1Re 7:37; 1Re 11:18). En el pasaje que nos ocupa Marcos utiliza la misma expresión «quedaron más asombrados aún») con que describe la reacción que el poder de Jesús sobre los horrores de la muerte provoca con la resurrección de la hija de Jairo (1Re 5:42). Los discípulos se comportan como después del apaciguamiento de la tempestad, cuando «quedaron sumamente atemorizados» (4.41). Es el estremecimiento religioso que invade también a las mujeres al escuchar el mensaje angélico en el sepulcro del resucitado, hasta el punto de que no se lo dijeron a nadie (1Re 16:8). Las distintas expresiones reafirman siempre lo mismo; a saber: que la revelación terrena de Jesús en autoridad y hechos prodigiosos (1Re 5:15) suscita aturdimiento, pavor y sobresalto, pero no una fe clara. Los discípulos no constituyen una excepción en ese sentido. En el pasaje nuestro llega incluso a decirse que «su corazón estaba ofuscado» (cf. 8,17), que «no habían comprendido el milagro de los panes»; y esta no reflexión recuerda la actitud de quienes «viendo ven, pero no perciben, y oyendo oyen, pero no entienden». Parece una contradicción, ya que los discípulos son aquellos «a los que se les ha dado el misterio del reino de Dios»; pero debe quedar bien claro que, como hombres, se encuentran en la misma situación que los demás y que sólo Dios puede iluminarlos. Es una amonestación a la comunidad para que no endurezca su corazón y se abra a la fe en Jesús con la luz de la mañana pascual. La última observación del evangelista pone el paso de Jesús sobre las aguas en estrecha relación con la multiplicación de los panes. De haber entendido los discípulos el acontecimiento ocurrido en un lugar desierto, también habrían podido explicarse la aparición nocturna de Jesús en el lago. El dispensador de vida es también vencedor de la muerte; el que se vuelve a las necesidades del pueblo es el mismo que camina sobre las olas. En el Antiguo Testamento las profundidades de las aguas son el símbolo de las potencias maléficas (Sal 32:6; 69,2s.15s,etc.). Pero Dios camina «sobre las crestas del mar» (/Jb/09/08), tiene su trono en las alturas por encima del fragor de todas las aguas (Sal 93:2 ss) y puede salvar de las aguas impetuosas (Sal 144:7). El paseo de Jesús sobre el lago es una revelación de su poder divino, su venida a los discípulos una promesa de protección y salvación divinas. Lo que es para el pueblo quiere serlo también de un modo más excelente para sus discípulos: el salvador y redentor. Pero a ellos les ha revelado también que su obra mesiánica supera todas las esperanzas judías. No es sólo el remediador de las necesidades terrenas, un segundo Moisés, el profeta del fin de los tiempos ni un simple personaje humano, sino que está lleno de los poderes divinos; más aún: posee el ser divino, es el Hijo verdadero de Dios.

…………..

* También se puede suponer que los discípulos, por haber sido desviados por el viento contrario, desembarcaron en la costa occidental. No está justificado suponer una segunda Betsaida en la orilla occidental.

** Un cómputo de las horas, según el cual cuando Jesús despidió al pueblo era ya de noche y que por la oscuridad no pudo ver a los discípulos en el lago, y otras interpretaciones parecidas (E. HAENCHEN) están fuera de lugar, pues el narrador no pretende dar un relato históricamente exacto, sino que se concentra por completo en la epifanía de Jesús a sus discípulos.

…………………….

g) En la llanura de Genesar (Mc/06/53-56).

53 Terminada la travesía, arribaron a la costa de Genesaret, y atracaron. 54 Apenas salieron ellos de la barca, las gentes, que lo reconocieron en seguida, 55 recorrieron toda aquella región y se pusieron a traerle los enfermos en sus camillas allí donde oían que se encontraba. 56 Y adondequiera que llegaba, aldeas o ciudades o caseríos, colocaban a los enfermos en las plazas, y le rogaban que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto: y cuantos lograban tocarlo, todos sanaban.

También esta sección la cierra Marcos -como 3,7-12- con un relato compendio. Quiere cerrar la excursión de Jesús a la orilla oriental (6,31), que le llevó a la gran multiplicación de los panes, con un resumen narrativo y redondear así la composición del envío de los discípulos y del eco que encontró entre el pueblo. El compendio, obra del evangelista, no contiene nada nuevo; resume simplemente los motivos que ya han aparecido en perícopas anteriores. La enorme afluencia popular no disminuye, los enfermos quieren tocarle (3,10; 5,28) porque emana de él una fuerza curativa (cf. 5,30). Después de las grandes manifestaciones de Jesús en la multiplicación de los panes y en el paso sobre las aguas, vuelve, pues, el evangelista a la imagen habitual y muestra que la actitud del pueblo sigue invariable: la gente busca a Jesús como salvador del pueblo y como taumaturgo, sin que germine en su corazón una fe más profunda. Después de la epifanía divina de Jesús ante sus discípulos con el hecho que tuvo lugar a solas y de noche en el lago, este relato devuelve a los lectores a la actividad de Jesús entre el pueblo de Galilea. Pese a todos los acercamientos y contactos, se descubre el distanciamiento interno entre Jesús y el pueblo. No es que Jesús se retire del pueblo, como no se ha retirado de las gentes que le siguieron hasta la soledad. Allí les enseñó y aquí vuelve a curarlos. «Genesaret» indica una localidad de la llanura de Genesar, en la ribera occidental, una fértil franja de terreno, de unos cinco kilómetros de larga, entonces densamente poblada. De la antigua ciudad de Genesaret (hebreo Kinnereth) había tomado su denominación el lago. La cercana aldea de Magdala era la patria de María Magdalena, y más al norte, ya algo alejada de la llanura, estaba Cafarnaúm. Jesús, pues, se encuentra de nuevo en la región de su más intensa actividad, en la patria primera del Evangelio. Con ello se indica también la persistencia de su ministerio en Galilea. Poco a poco, sin embargo, va manifestándose un creciente alejamiento del pueblo de Galilea. Pronto empezará Jesús sus peregrinaciones a regiones más alejadas (7,24). Los lectores cristianos tienen que aprender que es preciso «tocar» a Jesús en un sentido más profundo de lo que hicieron los galileos; hay que creer en él como el Mesías prometido que reúne al pueblo de Dios y como el verdadero Hijo de Dios. Marcos presenta aquí a Jesús como un «hombre divino» del que emanan prodigiosas fuerzas curativas. Tales ideas gozaban también de amplia difusión entre los paganos helenistas. Jesús aparece como el remediador y médico de los pobres y de los enfermos. Después de la multiplicación de los panes y del paso sobre las aguas los lectores creyentes sabemos mejor que se trata de alguien superior a los taumaturgos y curanderos helenistas. Su poder procede de Dios mismo, hunde sus raíces en el misterio de su peculiar filiación divina.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

El profeta de Nazaret es rechazado en su pueblo (Mar 6:1-6)

Análisis de discurso

A pesar de que en nuestro análisis exegético hemos preferido la división en secciones de RV95 y de TLA, que siguen el GNT, para el análisis de discurso preferimos la sugerencia de BA, que considera todo el versículo 6 como parte de la perícopa. Dado que la división en versículos y capítulos fue un hecho muy posterior a la escritura del texto original, nos arriesgamos a sugerir que esta sección se comprende mejor si se toma todo el verso 6 como parte de la misma.

Este pasaje contiene una historia cuyo propósito principal es preservar un dicho de Jesús. Los demás ingredientes de la historia se subordinan a este propósito. Una estructura concéntrica del tipo ABCB’A’ nos ayuda a entender esta idea:

A. Jesús viene a su tierra y enseña en la sinagoga (vv. Mar 6:1-2)

B. La gente muestra incredulidad, pues conoce a su familia (vv. Mar 6:2-3)

C. Jesús afirma que no hay profeta sin honra sino en su propia tierra (v. Mar 6:4)

B’. Jesús se asombra de la incredulidad de la gente (vv. Mar 6:5-6)

A’. Jesús enseña en las aldeas de alrededor (v. Mar 6:6)

Es muy probable que el evangelista haya querido enfatizar la afirmación de Jesús del versículo 4, rodeándola de un armazón retórico básico que nos diera las pautas para su interpretación. Marcos está diciendo aquí lo mismo que Juan expresara, de otra manera, en su Evangelio: «Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron» (Jua 1:11; NVI). El tema del rechazo de Jesús por parte de su propia gente está presente en todo el relato evangélico y tiene sus raíces en la tradición profética del Antiguo Testamento, en la que el profeta de Yavé es rechazado por el pueblo de Israel. Este rechazo tiene que ver con una pérdida de honor y de estatus, los valores más importantes en aquella cultura.

TÍTULO: “El profeta de Nazaret es rechazado en su pueblo” es un título que señala la naturaleza profética del ministerio de Jesús y la respuesta de la gente hacia el mismo. Designamos a Jesús como profeta porque éste era uno de los modelos culturales que la gente tenía para referirse a él. Además, en el versículo 4, cuando Jesús usa la palabra “profeta”, parece estar refiriéndose a sí mismo.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Vino a su tierra: Jesús retorna a Nazaret (ver Mar 1:9, Mar 1:24). Esa es la idea que está por detrás de la palabra griega patrida. En Marcos, esta expresión se podría traducir “vino a su tierra natal”, ya que el nacimiento de Jesús en Belén no aparece en este Evangelio. Es más, todo en este pasaje parecería indicar que Jesús habría nacido en Nazaret. Si esto resulta problemático para ciertas audiencias, se recomienda mantener la traducción tierra, o «pueblo», como BA, TLA y CEV.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— a su pueblo: Ver nota a Mat 13:54.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Los límites del poder (ver Mat. 13:53-58; cf. Luc. 4:16-30). Estos poderes del reino tuvieron muy poco efecto sobre algunos de aquellos que los vieron o supieron de ellos, a juzgar por el si guiente relato. Esto demuestra que las señales en sí mismas nunca han de producir fe, ya que la fe es una dedicación y una decisión personal. Es posible que éste fuera el porqué Jesús hacía señales tan escasamente, y sólo en respuesta a la fe. El no estaba tratando de convencer a los incrédulos, ya que eso sería imposible.

Cuando Jesús llegó a su tierra (sin duda significando Nazaret, aunque él se había cambiado a Capernaúm, a la orilla del lago, previamente) los que lo oyeron estaban maravillados ante sus enseñanzas y milagros, sin embargo, esto no los condujo a tener fe en él. En asombro, repitieron los nombres de los miembros de su familia: ¿Acaso tiempo atrás no había él trabajado como carpintero? ¿Cómo podía alguien tan conocido hacer y decir tales cosas? El problema estaba en que ellos estaban tan ocupados discutiendo acerca de él como para no poder oír sus palabras. De manera que aun el Hijo de Dios no pudo hacer ningún hecho podero so allí, fuera de unas pocas sanidades de personas enfermas lo suficientemente humildes y necesitadas para creer en él. Esto no significa que el poder de Dios queda absolutamente limitado, sino que Dios sólo ha decidido actuar en respuesta a la fe. Usualmente Mar. dice que la gente estaba maravillada de Jesús; aquí dice que Jesús estaba asombrado de ellos. La gente de Nazaret estaba tan familiarizada con Jesús que no pudieron disfrutar ninguna bendición: ¿Será un peligro al que se enfrentan algunas de nuestras iglesias de hoy? Un proverbio dice que lo familiar crea desprecio.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

6.2, 3 Aunque Jesús enseñaba con eficiencia y sabiduría, la gente de su pueblo lo veía simplemente como un carpintero. «El no es mejor que nosotros; solo es un humilde obrero», decían. Se ofendían al ver que impresionaba a los demás y lo seguían. Rechazaban su autoridad porque era uno de ellos. Creían conocerlo, pero sus nociones preconcebidas no les permitían aceptar su mensaje. No permita que los prejuicios le cieguen ante la verdad. Trate de ver, en Jesús, lo que es.6.4 Jesús dijo que un profeta (o sea, un siervo de Dios) nunca recibe honra en su propia tierra. Pero eso no hace su trabajo menos importante. Una persona no necesita que le reconozcan ni honren para ser útil a Dios. Si sus amigos, vecinos o familiares no aprecian su trabajo cristiano, no deje que su actitud afecte su servicio a Dios.6.5 Jesús pudo haber hecho grandes milagros en Nazaret, pero no quiso hacerlos por el orgullo y la incredulidad del pueblo. Los milagros que hizo tuvo muy poco efecto en la gente porque no quería aceptar su mensaje ni creer que vino de Dios. De ahí que buscó en otra parte personas que respondieran a sus milagros y a su mensaje.6.7 Los discípulos se enviaron en parejas. De haberlo hecho en forma individual, habrían llegado a más lugares, pero ese no era el plan de Cristo. Una ventaja en ir de dos en dos era que podían darse ánimo y apoyo, sobre todo al enfrentar el rechazo. Nuestras fuerzas vienen de Dios, pero El suple muchas de nuestras necesidades a través del trabajo colectivo. Como servidor suyo, no trate de caminar solo.6.8, 9 Marcos destaca que a los discípulos se les instruyó de no llevar nada, excepto bordón, mientras que Mateo y Lucas relatan que Jesús les dijo que no llevaran bordón. Quizás Mateo y Lucas se referían a un garrote que podían usar como arma de defensa, en tanto que Marcos hablaba de una vara de pastor. En cualquier caso, el punto en los tres relatos es el mismo: los discípulos iban a salir al mismo tiempo, sin mucha preparación, confiando en el cuidado de Dios en vez de sus propios recursos.6.11 Los judíos piadosos sacudían el polvo de sus pies después de pasar por ciudades o territorios gentiles, en señal de rechazo a las influencias y prácticas gentiles. Cuando los discípulos sacudían el polvo de sus pies al salir de una ciudad judía, daban una vívida señal de que el pueblo rechazaba a Jesús y su mensaje. Jesús aclaró que el pueblo era responsable de la forma en que respondía al evangelio. Los discípulos no serían culpados si la gente rechazaba el mensaje, siempre que lo presentaran con fidelidad y esmero. Nosotros no tenemos la culpa de que alguien rechace el mensaje de salvación de Cristo, pero tenemos el deber de proclamarlo con fidelidad. HERODES ANTIPASA la mayoría de la gente no le gusta que le señalen sus pecados, mucho menos en público. La vergüenza de verlos expuestos es a menudo peor que el castigo al que se hace acreedor el que peca. Herodes Antipas fue un hombre que experimentó la culpa y la vergüenza.La despiadada ambición de Herodes era de dominio público, como lo era su matrimonio ilegal con Herodías, la mujer de su hermano. Un hombre hizo de los pecados de Herodes un asunto público. Aquel hombre fue Juan el Bautista. Juan estuvo predicando en el desierto y miles acudieron a escucharle. Al parecer, Juan usó el estilo de vida de Herodes como ejemplo negativo. Herodías estaba particularmente ansiosa de acallar a Juan. Como solución, Herodes puso a Juan en la cárcel. Herodes apreciaba a Juan. Para él, quizás Juan fue uno de los pocos hombres que decía solo la verdad. Pero la verdad acerca de su pecado era una píldora amarga que tuvo que tragarse y Herodes titubeaba en el punto de conflicto: no podía dejar que Juan estuviera siempre recordándole al pueblo la pecaminosidad de su líder, pero al mismo tiempo temía que Juan muriera. Así, decidió no tomar ninguna determinación al respecto. Pero Herodías le tendió una trampa y a Juan lo ejecutaron. Por supuesto, esto solo hizo que la culpa de Herodes fuera mayor.Al oír de Jesús, de inmediato Herodes lo identifica con Juan. No sabía qué hacer con él. Como no quería repetir el error cometido con Juan, trató de amenazarlo antes de su último viaje a Jerusalén. Cuando ambos se encontraron brevemente durante el juicio de Jesús, el Señor no le dirigió la palabra. Herodes demostró ser un pésimo oyente de Juan y Jesús no tenía nada que agregar a las palabras de Juan. Herodes reaccionó con despecho y mofa. Después de rechazar al mensajero, le pareció fácil rechazar al Mesías.Para cada persona, Dios elige la mejor forma de revelarse. Usa su Palabra, las circunstancias, nuestras mentes u otra persona para captar nuestra atención. El es persuasivo y persistente, pero no obliga a nadie. Desatender o resistir el mensaje de Dios, como lo hizo Herodes, es una tragedia. ¿Cuán consciente está usted respecto al interés que tiene Dios por entrar en su vida? ¿Lo ha recibido?Puntos fuertes y logros :– Construyó la ciudad de Tiberias y otros proyectos arquitectónicos– Gobernó en la región de Galilea bajo el poder romanoDebilidades y errores :– Se consumía en la búsqueda de poder– Pospuso decisiones o decidió mal por estar bajo presiones– Se divorció de su esposa para casarse con la mujer de su medio hermano, Felipe– Metió en la cárcel a Juan el Bautista y más tarde ordenó su ejecución– Jugó un pequeño papel en la ejecución de JesúsLecciones de su vida :– Una vida motivada por la ambición casi siempre se caracteriza por ser autodestructiva– Por lo general, las oportunidades de hacer el bien vienen en forma de decisiones que debemos tomarDatos generales :– Dónde: Jerusalén– Ocupación: Tetrarca romano de la región de Galilea y Perea– Familiares: Padre: Herodes el Grande. Madre: Maltace. Primera esposa: hija de Aretas IV. Segunda esposa: Herodías– Contemporáneos: Juan el Bautista, Jesús, PilatoVersículo clave :»Porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana» (Mar 6:20).La historia de Herodes Antipas aparece en los Evangelios. También se menciona en Act 4:27; Act 13:1.6.14, 15 Herodes, como muchos otros, deseaba saber quién era Jesús. Incapaces de aceptar la declaración de Jesús de que era el Hijo de Dios, muchas personas elaboraban explicaciones de su poder y autoridad. Herodes pensaba que Jesús era Juan el Bautista resucitado, en tanto que los que conocían el Antiguo Testamento creían que se trataba de Elías (Mal 4:5). Otros incluso creían que era un profeta, maestro en la tradición de Moisés, Isaías o Jeremías. Todavía hoy la gente tiene que definirse en cuanto a Jesús. Algunos piensan que si pueden decir lo que El es: profeta, maestro, buen hombre, logran disminuir el poder de su demanda sobre sus vidas. Pero lo que piensen no cambia lo que Jesús es.6.17-19 Palestina estaba dividida en cuatro regiones, cada una gobernada por un «tetrarca». Herodes Antipas, llamado rey Herodes en los Evangelios, era gobernador de Galilea; su hermano Felipe gobernaba en Traconite e Idumea. La esposa de Felipe era Herodías, pero lo dejó para casarse con Herodes Antipas. Cuando Juan los confrontó a los dos por cometer adulterio, Herodías planeó matarlo. En lugar de dejar su pecado, trató de desembarazarse de aquel que sacó aquello a la luz pública. Era exactamente lo que los líderes religiosos trataban de hacer con Jesús.6.20 Herodes arrestó a Juan el Bautista bajo presión de su esposa ilegítima y sus asesores. Aunque admiraba la integridad de Juan, al final terminó ordenando su muerte. Sus amigos y familiares pudieron más. Lo que hacemos bajo presión a menudo demuestra lo que somos.6.22, 23 En su condición de tetrarca bajo la autoridad romana, Herodes no tenía reino que dar. Su oferta de la mitad de su reino fue su manera de decir que daría a la hija de Herodías casi cualquier cosa que pidiera. Cuando frente a sus invitados Herodías pidió la cabeza de Juan el Bautista, hubiera sido muy vergonzoso para Herodes no complacerla. Las palabras comprometen. Como las palabras nos pueden conducir a cometer grandes pecados, debemos ser muy cuidadosos al usarlas.6.30 Marcos usa la palabra apóstoles una sola vez (3.14). Apóstol significa «enviado» como mensajero o misionero. La palabra llegó a ser título oficial de los discípulos después de la muerte y resurrección de Jesús (Act 1:25-26; Eph 2:20).6.31 Cuando los discípulos regresaron de su misión, Jesús se fue a descansar. Llevar a cabo la obra del Señor es muy importante, pero Jesús reconocía que hacer una obra eficaz para Dios requiere descanso y recuperación de las fuerzas. ¡Pero a Jesús y sus discípulos no siempre les fue fácil descansar cuando lo necesitaban!6.34 La multitud se veía muy desvalida, como ovejas sin pastor. Es muy fácil dispersar las ovejas; sin un pastor las ovejas están en serio peligro. Jesús sabía que El era el Pastor que debía enseñarles todo lo que necesitaban saber y cuidarlas para que no se extraviaran de Dios. Véanse Salmo 23; Isa 40:11 y Eze 34:5ss, donde se hacen descripciones del Buen Pastor.6.37 En este capítulo vemos cómo muchas personas examinan la vida y el ministerio de Jesús: sus vecinos y su familia, el rey Herodes y los discípulos. Pero ninguno lo aprecia por lo que El realmente es. Los discípulos siguen ponderándolo, aún turbados, aún incrédulos. No se dan cuenta que Jesús puede darles el sustento. Están tan preocupados con la imposibilidad de la tarea, que no pueden ver lo posible. ¿Permite que lo que parece imposible en el cristianismo le impida creer en lo posible?6.37-42 Jesús pidió a sus discípulos que buscaran comida para más de cinco mil personas. Ellos preguntaron asombrados si iban y buscaban doscientos denarios de pan. ¿Cómo reaccionamos cuando se nos encomienda una tarea imposible? Una situación imposible para los humanos es simplemente una oportunidad para Dios. Los discípulos hicieron lo que pudieron: recolectaron la comida disponible y organizaron a la gente en grupos. Luego, en respuesta a la oración, Dios hizo lo imposible. Cuando enfrente una tarea igualmente difícil, haga lo que está en sus posibilidades y pida a Dios que haga lo demás. El puede hacer que suceda lo imposible.6.49 Los discípulos se sorprendieron al ver a Jesús andar sobre el mar. Debían haberse dado cuenta entonces que El podría ayudarles cuando estuvieran en dificultad. Aunque lo perdieron de vista, El no los perdió de vista a ellos. Su preocupación superaba la falta de fe. La próxima vez que se encuentre en «aguas profundas», recuerde que Cristo sabe de sus angustias y tiene cuidado de usted.6.49 Los discípulos estaban asustados, pero la presencia de Jesús ahuyentó el temor. Todos sentimos miedo. ¿Tratamos de arreglárnoslas solos o dejamos que Jesús nos ayude? En tiempos de temor o incertidumbre es reconfortante saber que Cristo está siempre con nosotros (Mat 28:20). Reconocer su presencia es el antídoto contra el miedo.6.52 Los discípulos no querían creer, quizás porque: (1) no podían aceptar que aquel ser humano llamado Jesús era el Hijo de Dios; (2) no se atrevían a creer que el Mesías los escogió como sus seguidores. Era demasiado bueno para ser cierto; (3) todavía no entendían el verdadero propósito de la venida de Jesús a la tierra. Su incredulidad tomó la forma de falta de entendimiento.Aun después de ver a Jesús alimentar milagrosamente a cinco mil personas, no podían dar el paso final hacia la fe, a creer que El era el Hijo de Dios. Si lo hubieran hecho, no se habrían maravillado que anduviera por las aguas. No podían transferir a sus vidas la verdad que ya sabían acerca de El. Leemos que Jesús caminó por las aguas y aun así a menudo nos maravillamos que pueda obrar en nuestras vidas. No solo debemos creer que los milagros en verdad ocurrieron; debemos transferir la verdad a las circunstancias de nuestras vidas.6.53 Genesaret era una pequeña pero fértil llanura al oeste del mar de Galilea. Capernaum, donde Jesús vivía, se encontraba en la orilla norte de esta llanura.JESUS CAMINA SOBRE EL AGUA : Después de alimentar a la gente que lo siguió para escucharle en Betsaida, Jesús despidió a la gente, pidió a sus discípulos que se fueran a Betsaida en barca y El se fue a orar. Los discípulos se encontraron con una tempestad y Jesús se acercó a ellos andando sobre el mar. Desembarcaron en Genesaret.VERDADERO LIDERAZGOMarcos nos da algunos de los aspectos más relevantes en el carácter de Jesús. Herodes como líder Jesús como líder Egoísta Compasivo Asesino Sanador Inmoral Justo y bueno Oportunista político Servidor Rey de un pequeño territorio Rey sobre toda la creación

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 233 Mat 13:54; Luc 4:16

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

su pueblo. Este pueblo es Nazaret donde Jesús creció y vivió por muchos años (v. coments. en 1:9 y Mt 2:23).

Fuente: La Biblia de las Américas

a su tierra. Lit., a Su patria chica; i.e., Nazaret.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

37 (E) Rechazo de Jesús por su propio pueblo (6,l-6a). Esta sección del evangelio termina con un relato sobre el rechazo de que fue objeto Jesús por parte de sus propios pai­sanos. Resume alguno de los temas desarrolla­dos hasta ahora; el discipulado y la fe, Jesús como maestro y hacedor de milagros, y la in­comprensión y el rechazo. La versión lucana de este incidente (Lc 4,16-30) aparece en el co­mienzo del ministerio público de Jesús, mien­tras que Marcos nos ha ido preparando a la luz de lo leído hasta ahora. 1. salió de allí: Los acontecimientos anteriores (5,21-43) han teni­do lugar cerca de la ribera occidental del mar de Galilea (5,21). Ahora Jesús se mueve tierra adentro, hacia Nazaret. a su pueblo: El térmi­no griego patris puede tener el sentido más amplio de «patria», pero interpretar 6,1-6 co­mo el rechazo de todo Israel a Jesús va dema­siado lejos. Lo que en este texto se nos dice es que sus paisanos lo rechazaron, mientras que había gente de Cafarnaún y de otros lugares que lo habían aceptado hasta el punto de se­guirlo en su regreso a Nazaret. 2. se puso a en­señar en la sinagoga: La descripción que se ha­ce de Jesús como maestro y sanador nos recuerda lo dicho en 1,21-28. La reacción ini­cial a su sabiduría y obras poderosas es el asombro. La pregunta sobre el origen de am­bos, «¿De dónde le viene a éste todo esto?», tiene un carácter irónico: Mientras que sus paisanos buscan la respuesta en la filiación de su maestro, resulta que el origen de sus pode­res se encuentra en Dios. 3. ¿no es éste el car­pintero, el hijo de María, el hermano de Santia­go, de José, de Judas y de Simón?: La ironía se agrava con los comentarios más duros y nega­tivos que aparecen en este versículo. La des­cripción de Jesús como el «hijo de María» po­dría ser un insulto, puesto que a los judíos se les conocía tradicionalmente por el nombre del padre, en nuestro caso, «hijo de José». Las explicaciones que se han dado a la expresión «hijo de María», argumentando que José ya habría muerto o que se trataría de una alusión a la concepción virginal de Jesús, son impro­bables. Sobre el significado de «hermanos» y «hermanas», véase MNT 65-72; cf. Mc 15,40. y se escandalizaban por su causa: El significado básico de skandalon es «piedra de tropiezo». La reacción positiva o quizá neutral hacia Je­sús se ha vuelto negativa. 4. un profeta sólo es despreciado en su tierra…: Este proverbio sir­vió como una interpretación pertinente del re­chazo que sufrió Jesús en el pueblo de Naza­ret. 5. y no pudo hacer allí ningún milagro: Mt 13,58 suaviza la frase («No hizo muchos mila­gros allí»); Lc 4,16-30 la omite. La segunda oración («tan sólo…») modifica y suaviza la primera. A Marcos le interesaba más el pro­blema de la falta de fe de la gente que lo que el Jesús terreno pudo hacer o los aspectos psico­lógicos de la curación mediante la fe. 6. estaba sorprendido por su falta de fe: La parte anterior del evangelio terminaba con la siniestra noti­cia de la oposición de fariseos y herodianos a Jesús (3,6).

38 (IV) Jesús incomprendido por sus discípulos en Galilea y su entorno (6,6b-8,21) . La primera parte (6,6b-34) se centra en los discípulos de Jesús, presentándolos bajo una luz favorable. Pero al final de la tercera parte (7,24-8,21) se expone su incomprensión mediante una serie de preguntas brutales. Las dos últimas partes (6,35-7,23; 7,24-8,21) tienen una estructura similar (tres relatos de milagro y una controversia); en ambas encontramos una comida milagrosa de la muchedumbre.

39 (A) La misión de los discípulos y la muerte de Juan (6,6b-34). La parte inicial de esta sección principal utiliza la técnica del «sandwich». Comienza con el envío de Jesús a sus discípulos a una misión (6,6b-13), narra la historia de la muerte de Juan Bautista (6,14-29) y, después, describe el regreso de los discí­pulos (6,30-34). El discipulado puede implicar el sufrimiento y la muerte; el destino del Bau­tista presagia el de Jesús y sus discípulos.

40 (a) La misión de los discípulos (6,6b-13). Marcos ha construido un marco redaccio­nal (6,6b-7.12-13) en el que ha incluido unos dichos sobre las provisiones para el ministerio (6,8-9) y cómo afrontar la hospitalidad y el re­chazo (6,10-11). Las actividades de los discí­pulos extienden el ministerio jesuano de la proclamación del reino de Dios con palabras y hechos. Antes de llegar a los tiempos de los mass media, las ideas filosóficas y religiosas se propagaban principalmente a través de misio­neros itinerantes. Así, las instrucciones dadas en 6,8-11 habrían servido a la Iglesia primitiva como un manual de control para misioneros y para quienes los hospedaban. La intencionali­dad de estos dichos es subordinar las cuestio­nes materiales y físicas a la tarea de la predi­cación del reino de Dios. Los detalles reflejan las condiciones de la Palestina del s. I. 6. reco­rría las aldeas del contorno enseñando: Si lee­mos 6,6b en relación con 6,6a, parece que la decisión de enseñar en otros sitios fue conse­cuencia del rechazo. Ahora bien, si lo leemos en relación con 6,7-13, entonces se marca un nuevo período en el ministerio galileo de Je­sús, cuando compartió su predicación y poder de curación con los Doce. 7. poder sobre los es­píritus inmundos: Marcos presenta la misión de los Doce como extensión del propio minis­terio de enseñanza y curación (principalmente los exorcismos) de Jesús. Véase 9,18, donde los discípulos son incapaces de expulsar un demonio. 8. que no tomaran nada para el ca­mino: La falta de preocupación por el confort material del viaje refleja la urgencia de la la­bor de los discípulos y la confianza en Dios que ello exige, excepto un bastón: Mt 10,10 y Lc 9,3 prohíben que los discípulos tengan un bastón. La singularidad marcana puede expli­carse como tendencia a la moderación o como lectura errónea del arameo T, «excepto», por el original /’, «no», ni zurrón ni dinero en la fa­ja: El zurrón contendría una suma sustancial de dinero, mientras que en la faja sólo se lle­vaba una pequeña cantidad. Se prohíbe la uti­lización de cualquier recurso financiero. 9. calzaran sandalias: Mt 10,10 y Lc 10,4 prohí­ben que los discípulos tengan sandalias; quizá se refieran a otro par extra, porque caminar a pie desnudo por la rocosa Palestina sería difí­cil. dos túnicas: El término griego chitón se re­fiere a la ropa interior que estaba en contacto con la piel. 10. cuando entréis en una casa, quedaos en ella: Los misioneros itinerantes dependen de la hospitalidad local. Este man­dato intentaba prevenir la «trepa social», e.d., gastar tiempo y energías para conseguir un acomodo mejor. Los misioneros itinerantes re­presentaban un problema para las comunida­des locales. En este sentido, la Didajé (11,4-5) aconseja que se acogiera al apóstol durante uno o dos días, pero que si se quedaba más tiempo era señal de que se trataba de un falso profeta. 11. sacudid el polvo de la planta de vuestros pies: En el caso de que no se les aco­giera, se ordena a los discípulos que realizaran solamente una acción simbólica, evitando to­da represalia violenta; esta acción tenía como objetivo provocar la reflexión en la gente del pueblo. Puede haber cierta conexión entre sa­cudir el polvo de los propios pies y el regreso a Palestina; la idea sería que un pueblo no hos­pitalario no pertenecía al verdadero Israel. 12. predicaban que se convirtieran: El resumen de la predicación de los discípulos recuerda el re­sumen de la predicación de Jesús en 1,14-15, subrayando el tema de la participación de los discípulos en la misión del maestro. 13. expul­saban muchos demonios y ungían con aceite a muchos enfermos: A excepción de la referencia a la unción con aceite (cf. Lc 10,34; Sant 5,4), la descripción evoca las actividades de Jesús que ya nos ha contado el evangelio. En la an­tigüedad se utilizaba el aceite para curar las enfermedades.

41 (b) Muerte de Juan (6,14-29). Entre el envío de los discípulos por Jesús (6,6b-13) y su regreso (6,30-34), Marcos inserta un informe sobre el interés que Herodes Antipas sentía por Jesús y lo que la gente opinaba de él (6,14-16), que desemboca en un relato retrospectivo sobre la muerte de Juan Bautista (6,17-29). Al colocar estos relatos en el contexto de la mi­sión de los discípulos, Marcos nos indica cuál sería el coste final del discipulado. Lo que Marcos busca especialmente con su narración de la muerte del Bautista es desarrollar un pa­ralelismo entre su destino y el destino de Jesús (y, también, el de los discípulos). 14. el rey He­rodes: Se trata de Herodes Antipas, uno de los hijos de Herodes el Grande. El título más apropiado es el de «tetrarca» (cf. Mt 14,1; Lc 9,7; → Historia, 75:165). No parece que el inte­rés que Herodes sentía por Jesús se debiera a razones políticas, decían: Aunque el singular elegen, «él (Herodes) decía», aparece en la ma­yoría de los manuscritos, el plural elegon, «de­cían», encaja mejor con 6,15. La gente identi­ficaba a Jesús con el Bautista, Elías o uno de los profetas (sobre esta misma lista de nom­bres, cf. 8,28). Juan el Bautista ha resucitado de la muerte-. La idea de la resurrección del Bautista remite a la resurrección de Jesús. Jn 10,41 afirma que «Juan no hizo ningún sig­no», lo que no es incoherente con la idea que tenía Herodes de que un Juan redivivus sí po­día hacer milagros. 15. es Elías: La idea del re­torno de Elías se basaba en que había sido arrebatado al cielo (2 Re 2,11). Sobre la espe­ra de su retomo en un contexto escatológico, cf. Mal 3,1.23. un profeta como los antiguos profetas: Con esta frase puede aludirse a cual­quier personaje profético o al profeta como Moisés que se había prometido en Dt 18,15. 16. Herodes decía: Juan, a quien yo decapité, ha resucitado: Marcos presenta la opinión de He­rodes como un gemido de desesperación («Otra vez Juan el Bautista»). La referencia a Juan en este contexto da pie a que Marcos nos cuente la historia de cómo Herodes fue el res­ponsable de la muerte del Bautista. 17. Hero­días, la mujer de su hermano Filipo: Herodías era sobrina de Herodes Antipas. Se había ca­sado no con Filipo, sino con otro hermano de Antipas, que también se llamaba Herodes (Jo­sefo, Ant. 18.5.4 § 136; → Historia, 75:165). El error del parentesco se debió a la tradición o al propio Marcos. Filipo estaba casado con Sa­lomé (cf. Ant. 18.5.4 § 137). 18. no te es lícito tener la mujer de tu hermano: La acusación de Bautista se fundamentaba en Lv 18,16 y 20,21, que prohibía que un hombre se casara con la mujer de su propio hermano. 19. quería ma­tarlo: Marcos atribuye la muerte del Bautista a la furia de Herodías por la acusación profética contra su matrimonio con Antipas, mientras que Josefo (Ant. 18.5.2 § 118) la relaciona con la amenaza política que suponía la creciente popularidad del Bautista. La figura de Jezabel, en 1 Re 21, puede haber sido el modelo litera­rio en el que Marcos se inspiró para crear su retrato de Herodías. 20. Herodes temía a Juan: Se ponen en relación la impotencia de Hero­días para asesinar a Juan con la peculiar fasci­nación que Herodes sentía por él. 21. magna­tes, tribunos y nobleza de Galilea: La presencia de estas personas en la fiesta de cumpleaños de Herodes sugiere que la celebración tuvo lugar en Tiberias, la capital de Galilea. Pero Josefo (Ant. 18.5.2 § 119) dice que el Bautista fue eje­cutado en la fortaleza de Maqueronte, en la orilla oriental del mar Muerto. Herodes podía haber invitado a sus hombres de confianza a unas vacaciones en Maqueronte, donde el Bau­tista estaba encarcelado por razones de seguri­dad (e.d., para apartarlo de la gente). 23. hasta la mitad de mi reino: Las palabras de Herodes son las mismas que dijo el rey persa Asuero a Ester (cf. Est 5,3). Que la chica agrade al rey evoca Est 2,9, y el ambiente del banquete real nos recuerda inmediatamente la escena del banquete de Est 1,1-22. Pero interpretar este relato evangélico como un midrás del relato veterotestamentario de Ester va más allá de es­tos pocos paralelismos. 24. la cabeza de Juan el Bautista: La respuesta inmediata de Herodías a la pregunta de Salomé indica que Herodías lo tenía todo planeado de antemano. Esto la implica como culpable y convierte a Herodes Antipas en víctima de su atolondrada prome­sa. 25. en una bandeja: El término griego pinax, que originalmente describía una «plan­cha» o «tablón», fue posteriormente utilizado para referirse a una bandeja ancha y plana. La rapidez con que la chica hace su petición («in­mediatamente») y la horrorosa idea de colocar la cabeza de Juan sobre la bandeja en medio del banquete provocan repugnancia en el lec­tor. 26. el rey se entristeció por su juramento: Jefté representa el paradigma veterotestamen­tario del voto atolondrado (Jue 11,29-40). Mar­cos presenta a Antipas como una presa cogida entre su fanfarronada de que daría a Salomé cuanto le pidiese y la realidad concreta de su petición. El hecho de que su palabra y reputa­ción fuesen más importantes que la vida de Juan añade más sordidez al relato. 28. se la en­tregó a la joven: La entrega de la cabeza que el soldado hace a Salomé y ésta a Herodías cons­tituye otro de los terroríficos detalles del rela­to. 29. sus discípulos fueron a recoger el cadá­ver y le dieron sepultura: Esta descripción se evocará en la escena que nos presenta el trata­miento dado al cadáver de Jesús en 15,45-46; el paralelismo entre el destino de Juan y del Je­sús parece haber sido el objetivo principal que Marcos quería lograr con esta perícopa.

42 (c) El regreso de los discípulos (6,30-34). Se podría sugerir que estos versículos constituyen el comienzo del relato de la comi­da de los cinco mil (6,35-44). Sin embargo, sus obvias relaciones verbales con el encargo mi­sionero (6,6b-13) y el «sandwich» que estos dos pasajes forman con 6,14-29, indican que pertenecen a la sección 6,6b-29. No obstante, hay ciertos elementos en 6,30-34 que contri­buyen a crear el escenario para la multiplica­ción de los panes y peces. La perícopa subraya la participación de los discípulos en el minis­terio del maestro, el entusiasmo de la gente y la compasión de Jesús. 30. los apóstoles: La utilización que, en esta ocasión, hace Marcos del término «apóstol» podría deberse a que en 6,29 había llamado «discípulos» a los seguido­res del Bautista, todo cuanto habían hecho y enseñado: Este resumen un tanto impreciso de la misión de los discípulos se relaciona con las partes redaccionales marcanas de la tarea mi­sionera (6,7.12-13), lo que sugiere que tam­bién fue añadido por Marcos. 31. venid a un lugar solitario: Este versículo y los restantes nos preparan para la escena de la multiplica­ción de los panes (6,35-44). El hecho de que Jesús y sus apóstoles estuvieran en un lugar solitario y sólo tuvieran alimento suficiente para ellos crea la situación remota para que acontezca la alimentación milagrosa de los cinco mil. 33. llegaron antes que ellos’. La mu­chedumbre que iba a pie llega antes que Jesús y sus discípulos, que viajaban en barca. Su inesperada presencia provee la situación pró­xima para la multiplicación. 34. como ovejas sin pastor: La frase se basa en Nm 27,17; 1 Re 22,17 y Ez 34,5-6.
43 (B) Actos de poder y una controver­sia (6,35-7,23). Esta sección y la siguiente (7,24-8,13) tienen una estructura similar: unas acciones milagrosas a las que sigue una con­troversia. Todos los episodios se centran en Je­sús, el hacedor de milagros, el sanador y el maestro. Pero lo más importante de todo son las declaraciones cristológicas implícitas de Mesías (6,35-44), Hijo de Dios (6,45-52) e in­térprete autorizado de la ley del AT (7,1-23).
44 (a) Alimenta a cinco mil (6,35-44). La alimentación milagrosa nos recuerda la ali­mentación del pueblo por Dios en el desierto y el milagro de Elíseo, que dio de comer a cien hombres (2 Re 4,42-44). Nos remite a la idea de la vida en el reino de Dios, concebido como un banquete que preside el Mesías. Se trata, por consiguiente, de una enseñanza que da Je­sús sobre la naturaleza del reino de Dios que ya llega. Hay algunas conexiones obvias con la última cena (cf. 6,41; 14,22), lo que da a nues­tro relato una dimensión eucarística. Marcos y sus lectores vieron en este acontecimiento una anticipación de la última cena y del ban­quete mesiánico que se celebraban en las eu­caristías comunitarias. El relato de la alimen­tación de los cinco mil hombres se cuenta en los cuatro evangelios (cf. Mt 14,15-21; Lc 9,12-17; Jn 6,1-15); un relato paralelo de alimenta­ción de cuatro mil se encuentra en Mc 8,1-10 y Mt 15,32-39. 35. sus discípulos: Marcos re­toma su forma habitual de llamar a los segui­dores de Jesús. En la primera parte de este re­lato (6,35-38), los discípulos entablan un diálogo con Jesús y no logran percibir sus ob­jetivos. Posteriormente se desarrollará este te­ma de su errónea comprensión de Jesús, el lu­gar está despoblado y ya es muy tarde: Con su primera intervención, los discípulos dejan cla­ro los problemas que conllevaba alimentar a una muchedumbre. En 6,36 sugieren que Je­sús mande a la gente a comprar víveres. La descripción del lugar como eremos, «solita­rio», puede tener alguna conexión con el mo­tivo veterotestamentario del maná, aunque no podríamos considerar que este lugar rodeado de pueblos fuera realmente un desierto. Tra­dicionalmente se localiza en la zona de etTabgha (E. Bagatti, Salmanticensis 28 [1981] 293-98). 37. dadles vosotros de comer: La res­puesta que da Jesús a su sensata sugerencia los deja sin argumentos; en su segunda inter­vención, en la que le dicen que harían falta unos doscientos denarios para comprar pan, se percibe un tono cercano a la hostilidad. Re­cordemos que un denario era lo que un jorna­lero ganaba por un día de trabajo (Mt 20,2). 38. dos peces: La referencia a los peces (6,41.43) parece una idea secundaria. Los es­pecialistas han dado varias interpretaciones a la función que desempeñan en el relato. Para unos sería un indicio de que en algunas euca­ristías del cristianismo primitivo se utilizaba el pescado como criaturas marinas comesti­bles en correspondencia con las codornices con las que Israel se alimentó en el desierto (Nm 11,31; Sab 19,12). Otros autores opinan que sería una anticipación de las criaturas marinas que formarían parte del banquete mesiánico (4 Esd 6,52; 2ApBar 29,4). Esta úl­tima interpretación parece la más probable. 40. por grupos: El griego prasia significa «un lecho para puerros», que se plantaban en hile­ras rectas. La gráfica descripción de la mu­chedumbre en 6,39-40 da una sensación de or­den y decoro, y contribuye así a la idea del banquete mesiánico. 41. levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes: La semejanza entre las frases de 6,41 y 14,22 (la última cena) indica que esta comida en el desierto se interpretó como una anticipación de la eucaristía (que a su vez anticipaba el banquete mesiánico). La bendición habría si­do la tradicional bendición judía previa a la comida, los fue dando a los discípulos para que los distribuyeran: En ocasiones se describe la actividad de los discípulos como parte de la anticipación eucarística, pues se les presenta como aquellos que distribuyen el pan. 42. co­mieron todos hasta quedar saciados: Otro ele­mento del trasfondo del relato puede haber si­do la alimentación milagrosa de cien hombres realizada por Eliseo (2 Re 4,42-44), en la que todos comieron y quedaron sobras. 43. doce cestos llenos de fragmentos: El término gr. klasmata, «fragmentos», aparece en un contexto eucarístico en Did 9. Él número doce puede aludir simbólicamente a Israel; cf. el número siete (¿una referencia a los gentiles?) en 8,8. 44. cinco mil hombres: La gran cantidad de personas alimentadas significa que Jesús su­peraba con creces a Eliseo.
(Fowler, R. M., Loaves and Fisches [SBLDS 54, Chico 1981]. van Cangh, La multiplication des pains et l’Eucharistie [LD 86, París 1975].)

45 (b) Caminando sobre las aguas (6,45-52) La aproximación a este relato como una epifanía/teofanía es sumamente coherente con la presentación que hace Marcos. Jesús y sus discípulos constituyen el doble objeto de la focalización: (1) El caminar sobre las aguas, el paso junto a ellos y su palabra «soy yo» nos su­gieren la identidad divina de Jesús. (2) Los dis­cípulos experimentan toda una gama de emo­ciones que concluye con el asombro y el co­mentario que hace Marcos sobre su incomprensión de la verdadera identidad de Jesús. 45. a la otra orilla, en dirección a Betsaida: Betsaida Julia estaba en el lado nororiental del mar de Galilea. Pero según 6,53 desembarca­ron en Genesaret, en el lado noroccidental, de­bajo de Cafarnaún. 46. orar: El hecho de que Jesús orara tras el milagro de los panes y an­tes de caminar sobre el agua dejaba bien claro que la fuente de su poder era el Padre. 47. la barca estaba en medio del mar: Con esta frase no se quiere decir que se hallaban en el centro geográfico del mar de Galilea sino que estaban lejos de la costa en la que Jesús se encontraba. él estaba solo en tierra: Mediante la preposi­ción epi, «sobre», se ubica a Jesús sobre (en) tierra; el hecho de que esta preposición apa­rezca en esta expresión dificulta que interpre­temos epi tés thalassés (6,48) como «caminan­do sobre el mar». 48. pues el viento les era contrario: El viento (cf. 6,51), aunque tiene cierto protagonismo en el relato, no cumple el mismo papel que tenía en el relato de la tem­pestad calmada (4,35-41). cuarta vigilia de la noche: Según el cómputo romano, la cuarta vi­gilia correspondía a la franja horaria entre las tres y las seis de la mañana, caminando sobre el agua: Marcos quería decir «sobre el agua», no simplemente «por la orilla»; no podemos elaborar una teoría que explique este fenóme­no de forma natural a partir de la utilización que aquí se hace de la preposición epi (cf. 6,47). Para el AT sólo Dios puede caminar so­bre el agua (cf. Job 9,8; 38,16). La representa­ción de Jesús caminando sobre el agua conlle­va, por tanto, una afirmación implícita de su divinidad, hizo ademán de pasar de largo: La afirmación cristológica implícita se ve reforza­da por el uso del verbo parelthein, que está co­nectado con la tradición teofánica en los LXX (cf.Éx 33,19.22; 34,6; 1 Re 19,11). El hecho de que se encuentre en la traducción griega de Amos (7,8; 8,2) sugiere también que Jesús que­ría ayudar a sus discípulos en la adversidad (H. Fleddermann, CBQ 45 [1983] 389-95). 50. soy yo: En el contexto de autorrevelación y teofanía, esta frase debe aludir a la fórmula de revelación que el AT (Éx 3,14; Dt 32,39; Is 41,4; 43,10) aplica a Yahvé, contribuyendo, de este modo, al mensaje cristológico implícito de to­do el texto. La fórmula egó eimi tiene una gran relevancia en el evangelio de Juan. 52. no ha­bían entendido lo de los panes: Marcos atribu­ye el asombro de los discípulos a su dureza de corazón (cf. 8,14-21, en donde la crítica es aún más fuerte). Es posible que, en la perspectiva de Marcos, el problema residiera en la forma en que los discípulos percibían a Jesús. Tenían que ir más allá de su interpretación como Me­sías que preside el banquete mesiánico (cf. 6,35-44) para entenderlo como el Hijo de Dios (cf. 1,1; 15,39), e.d., como un ser divino.

46 (c) Curaciones (6,53-56). El vocabula­rio de la perícopa indica que fue Marcos quien la compuso, posiblemente sobre la base de al­gunas tradiciones ya existentes. Aunque posee un carácter contrario al clímax logrado tras la multiplicación de los panes y el caminar sobre el agua, vuelve a situar en el centro de nuestra atención un tema clave del evangelio, Jesús el sanador. La recepción entusiasta dada por el pueblo contrasta con la actitud criticona de los adversarios en la siguiente controversia (7,1-23). 53. en Genesaret: El viaje, que partió para Betsaida Julia, termina en Genesaret, bien le­jos del objetivo inicial (cf. comentario sobre 6,45) . Esta desviación se explica por la acción del viento (6,48) o (más probablemente) por la conexión de unidades de la tradición que eran originalmente independientes. 56. que les deja­se tocar siquiera la orla de su manto: Esta idea, que aparece en el relato de la curación de la mujer en 5,25-34, se generaliza ahora, y que­daban curados: El término griego esózonto también puede significar «salvados». Con toda seguridad, el sentido literal de curación es el que aquí se quiere comunicar en primer lugar, pero la elección de éste verbo sitúa la curación en el contexto del kerigma cristiano.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

Este pasaje nos muestra a nuestro Señor Jesucristo en «su propio país» en Nazaret. Es una comprobación melancólica de la maldad del corazón humano, y merece atención especial.
Vemos, en primer lugar, cuan dispuestos están los hombres a tener en poco aquello que les es familiar. Nuestro Señor «escandalizaba» a los de Nazaret. No podían imaginarse que el que había vivido tantos años entre ellos, a y cuyos hermanos y hermanas conocían, fuese digno de ser seguido como maestro público.
Ningún lugar en la tierra ha gozado de los privilegios de Nazaret. El Hijo de Dios residió treinta años en esa ciudad, y recorrió sus calles. Por treinta años marchó por las sendas de Dios a vista de sus habitantes, llevando una vida intachable y perfecta. Pero esto no hizo en ellos ninguna impresión. No estaban dispuestos a aceptar el Evangelio, cuando el Señor se presentó para enseñar en su sinagoga. No quisieron convenir en que tuviera ningún título a fijar su atención una persona que conocían tan bien, y que por tanto tiempo estuvo entre ellos, comiendo, bebiendo, y vistiéndose como ellos. Se «escandalizaban de El.
No hay nada en esto que debe sorprendernos; lo mismo está aconteciendo todos los días en torno nuestro y en nuestro mismo país. Las Santas Escrituras, la predicación del Evangelio, el culto público de la religión, los abundantes medios de gracia de que goza la Inglaterra, son muy a menudo tenidos en poco aprecio por los ingleses. Están tan acostumbrados a ellos, que no comprenden sus privilegios. Es una triste verdad, que en religión, más que en nada, la confianza engendra el desprecio.
Lo que experimentó el Señor en este particular es una fuente de consuelos para algunos de los que forman su pueblo. Es un consuelo para los ministros fieles del Evangelio, que angustia la incredulidad de sus feligreses o de los oyentes que regularmente tienen. Es un consuelo para los verdaderos cristianos que se encuentran aislados en medio de sus familias, y ven a todos los que los rodean apegados al mundo. Recuerden que están apurando el mismo cáliz que su amado Maestro. Recuerden que El también fue despreciado por los que mejor lo conocían. Aprendan que la conducta más arreglada y más constante no reducirá a lo demás a adoptar sus opiniones y sus ideas, como sucedió con la gente de Nazaret. Sepan que los siervos del Señor aprenderán por propia experiencia cuan fundadas eran sus quejas doloridas, cuando exclamaba, «un profeta no está deshonrado, sino en su propio país, y entre los de su parentela, y en su propia casa.
Vemos, en segundo lugar, cuan humilde era el rango que en el mundo se dignó aceptar Nuevo Testamento Señor antes de empezar a ejercer su ministerio público. El pueblo de Nazaret decía de El, con desprecio, «¿No es este el carpintero?.
Esta es una expresión muy notable y que solo se encuentra en el Evangelio de S. Marcos. Nos prueba claramente que durante los primeros treinta años de su vida nuestro Señor no se avergonzaba de trabajar con sus manos. Hay algo de maravilloso en esto, y el pensar en ello nos sobrecoge. El que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos ­Aquel sin el cual nada se hizo de lo que ha sido hecho; el Unigénito de Dios tomó la forma de siervo, y «comió el pan con el sudor de su frente» como un obrero. Este es, en verdad, «ese amor de Cristo que sobrepuja toda inteligencia». Aunque era rico, por causa nuestra se hizo pobre; y se humilló en su vida y en su muerte, para que por su medio los pecadores pudieran vivir y reinar eternamente.
Recordemos, al leer este pasaje, que la pobreza no es pecado. No debemos avergonzarnos de nuestra pobreza, a menos que nuestros pecados no la hayan causado; ni debemos despreciar a nadie porque sea pobre. Vergonzoso es ser jugador, borracho, avariento o mentiroso, pero no es una afrenta trabajar con nuestras manos y ganar el pan con nuestro trabajo. El espectáculo del taller del carpintero en Nazaret, debería humillar los altivos pensamientos de todos los que adoran el ídolo de las riquezas. No es una deshonra ocupar la misma posición que el Hijo de Dios y el Salvador del mundo.
Vemos, en último lugar, que pecado tan terrible es la incredulidad. En dos expresiones muy notables se encierra esta lección. Una de ellas es, que nuestro Señor «no pudo hacer milagros en Nazaret» por la dureza del corazón del pueblo; la otra, que «El se maravillaba de su incredulidad» La una prueba que la incredulidad puede privar a los hombres de las más ricas bendiciones; la otra que un pecado tan irracional y tan suicida, que aún el Hijo de Dios lo contempla con sorpresa.
Nunca nos deberemos creer bastante en guardia contra la incredulidad. Es el pecado más antiguo en el mundo, pues principió en el Edén, cuando Eva prestó oídos a las promesas del diablo, en vez de creer la palabra de Dios, «moriréis». Es el pecado que produce las consecuencias más desastrosas. Introdujo la muerte en el mundo; mantuvo a Israel cuarenta años fuera de Canaán; es el pecado que llena especialmente el infierno. «El que no cree será condenado». Es el más necio y el más inconsecuente de todos los pecados. Arrastra al hombre anegarse a la evidencia, a cerrar sus ojos al testimonio más claro y a creer, sin embargo, falsedades. Pero lo peor de todo es que ese pecado abunda mucho en el mundo; millares de millares incurren en él, que profesan ser cristianos, que nada han oído de Paine ni Voltaire, pero que en la práctica son incrédulos reales y efectivos; no creen de una manera implícita en la Biblia, ni aceptan a Cristo como su Salvador.
Vigilemos cuidadosamente nuestros corazones en ese particular de la incredulidad. El corazón, no la cabeza, es el trono de su misterioso poder. Los hombres son incrédulos no por falta de pruebas, ni por las dificultades de la doctrina cristiana; es porque no tienen voluntad de creer, y aman el pecado, y están adheridos al mundo. A los que se encuentran en esa condición espiritual nunca les faltan razones aparentes que sostengan su voluntad. El corazón humilde y sencillo como el del niño es el corazón que cree.
Sigamos vigilando nuestro corazón aún después de haber creído, que nunca queda bien extirpada la raíz de la incredulidad.
Si nos descuidamos en vigilar y orar, pronto brotarán las malas yerbas de la incredulidad. Ninguna plegaria es tan importante como la de los discípulos, «Señor aumenta nuestra fe»

Fuente: Los Evangelios Explicados

R880 Parece que ἀκολουθοῦσιν se usa como un presente histórico duradero: sus discípulos le siguieron.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Jesucristo obra pocos milagros en su patria, castigando de este modo su incredulidad. Envía sus Apóstoles a predicar. Herodes cree que Jesucristo es el Bautista, que había resucitado. Muerte de este santo Precursor. Milagro de los cinco panes y dos peces. Camina el Señor sobre las aguas, y sosiega una tempestad. Sana a muchos enfermos.

1 a. A Nazaret.

2 b. En los sábados o días festivos se congregaban los judíos a leer la ley, y a oír su explicación de los doctores de ella. El orden y método que guardaban en esto, se puede ver en el benedictino Guarin, Gram. Hebr.

c. Le vienen a este, o tiene.

3 d. El faber latino, como el griego tékton, significa artesano en general. Pero es antigua tradición, de que hace memoria San Justino, que San José fue carpintero.

e. Primo, o pariente.

f. Este fue llamado Santiago el menor.

g. El Griego: iosé, José, hermano de Santiago el menor, hijos de Alfeo.

h. Este es el que escribió la Epístola canónica, y que se distingue con el título de hermano de Santiago.

i. No el Apóstol, sino hijo también de Cleofás, que sucedió a Santiago en el obispado de Jerusalén.

j. MS. Connusco.

5 k. La incredulidad de sus habitadores era tal, que el santo Evangelio, para explicarla de una manera más viva, creyó poder decir, que ponía al Señor en términos de no poder hacer aquello que no podía conceder por un efecto adorable de su justicia a la ceguedad y dureza de su corazón. San Gregorio Nazianceno. Y en frase de la Escritura, no poder equivale a no querer: como cuando se dice, que los hermanos de José no podían (esto es, no querían) hablarle en paz (Gén 34,4).

6 l. No porque no tuviera Jesucristo conocida la incredulidad de los de Cafarnaúm; sino que usa el Evangelista de este modo de hablar, para explicar, que era muy grande.

11 m. Esto es, de aquel pueblo o lugar.

n. El Griego: hupokáto, que está debajo de vuestros pies.

o. Que sea un testimonio contra ellos. En el texto Griego se lee aquí lo siguiente: amén légo humín, anektóteron éstai sodómois, é gomórrhois en heméra kríseos, hé té pólei ekéine, en verdad os digo, que Sodoma y Gomorra serán tratados con menos rigor en el día del juicio, que aquella ciudad, que no recibiere la predicación del Evangelio, cuando se le anuncia.

12 p. Y se preparasen para el Bautismo.

13 q. El concilio de Trento, Sess. IV, cap. I nos enseña que en este aceite se figuraba el sacramento de la Extremaunción, que fue después instituido por Jesucristo.

15 r. Esto es, un profeta igual a uno de los profetas antiguos, como se expresa más en Lc 9,8.

20 s. Para que no le matase a Herodías. Otros. Y mirábale con respeto; y este es el sentido del texto Griego que dice: sunetérei autón, reverebatur eum, le respetaba.

23 t. MS. Quiere quier que pidiese, siquier el medio de su regno.

26 u. MS. E fue corrocado el rey; mas por la jura. Pecó Herodes gravísimamente, haciendo una promesa y un juramento tan general, tan imprudente y sin causa honesta; y pecó todavía más enormemente, cumpliendo lo que malamente había prometido y jurado.

27 v. O un soldado, conforme a la costumbre de los romanos, que frecuentemente encargaban a los soldados las ejecuciones capitales, cuando los soberanos las ordenaban fuera del orden regular de justicia.

30 w. El Señor, semejante a un águila que ensaya a sus polluelos para que vuelen (Dt 32,11), después de haber enviado a sus discípulos a que predicasen, los hizo venir a dar cuenta de su conducta y adelantamientos, para formarlos y amaestrarlos poco a poco, y para fortificarlos más y más en las verdades que debían predicar y enseñar.

32 x. San Lucas (9,10), dice que este fue el desierto de Betsaida.

33 y. El Griego: kái élthon prós autón, y juntáronse a él.

36 z. El Griego: ína… agorásosin heautóis ártous, tí gár fágosin, ouk éjousin, a comprarse pan, porque no tienen que comer.

37 a. Los Apóstoles volvían de hacer muchos milagros en virtud del poder que el Hijo de Dios les había dado para ello. Y así, cuando ahora les dice: Que diesen ellos de comer a todo aquel pueblo; les da lugar de juzgar que podían alimentarlos con la misma facilidad con que habían hecho otros milagros. Mas los Apóstoles creyeron simplemente, que los obligaba a dar de comer a un número tan crecido de personas de una manera ordinaria. Y así viéndose imposibilitados para esto, porque no tenían dinero, le dijeron: Señor ¿a dónde hemos de ir, o a dónde queréis que vamos a buscar doscientos denarios de pan, que se necesitarán para dar de comer a toda esta gente, nosotros que no tenemos uno solo? Y esto es conforme a lo que dice San Juan (6,7), que respondió San Felipe al Señor, que no bastarían doscientos denarios de pan, para que cada uno tomase un poco. Porque doscientos denarios equivalen como a unos doscientos cuarenta reales vellón. Otros leen sin interrogación, fundados en que los aoristos griegos del subjuntivo agorásomen, y dómen, están puestos por imperativos: eamus, et demus: esto es, vamos pues a comprar doscientos denarios de pan, y les daremos de comer. Como si dijeran: Nos mandas que les demos de comer: para poder hacer esto, era necesario que tuviésemos siquiera doscientos denarios, y que fuésemos a comprar pan con ellos, lo que apenas bastaría para que a cada uno tocase un poco. Sabes que no tenemos dinero, ¿cómo, pues, hemos de hacer una cosa que no podemos? De este modo discurrían los que, como se nota en el v. 52, tenían aún el corazón lleno de tinieblas.

39 b. El Griego: sumpósia, sumpósia, convites, convites; esto es, ranchos, de tantos en tantos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta, como se dice en el versículo siguiente: prasiái, prasiái, aná hekatón, kái aná pentékonta. Es un hebraísmo: se repite una palabra para explicar el distributivo. Y así se dice aquí, que se sentaron distribuidos o repartidos en varios ranchos o compañías, que se componían de cincuenta o de cien hombres cada uno.

43 c. Esto es, de los pedazos de pan y de los peces que sobraron, doce cestos llenos. MS. De las remasajas del pan, y de los pezes doce cuéuanos llenos.

44 d. Sin contar las mujeres y los niños, como dice San Mateo (14,21).

47 e. Esto es, ya entrada la noche, lo que denota bastante la palabra seró.

48 f. Esto es, daba muestras de querer pasar adelante.

49 g. A lo que daba ocasión la oscuridad de la noche.

52 h. Esta fue la disposición de su corazón, hasta que después de haber resucitado Jesucristo, les envió el Espíritu Santo; el cual desterró todas las dudas que tenían, disipó sus temores, y los hizo dignos de ser irreprensibles testigos de todo lo que hizo y dijo Jesucristo.

54 i. Los moradores de aquella tierra.

55 j. El Griego: hóti ekéi estí, cuando sabían que estaba allí.

Fuente: Notas Bíblicas

[1] El escogió no hacerlo, porque no había fé allí que Lo moviera a actuar.

[2] Israelitas.

[1] El estaba conmovido por las ovejas perdidas de Israel que carecían de verdadera dirección alguna y proveedor.

[2] Véase la nota sobre Mat 14:19.

[3] El vino por esos dos grupos de peces que estaban divididos. los

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[1] Nazaret, en donde se había criado.[3] De Santiago el Menor. Gal 1, 19.[5] No quería, por la dureza de corazón de sus paisanos. Mat 13, 58.

Fuente: Notas Torres Amat