Biblia

Comentario de Marcos 8:34 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Marcos 8:34 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Y llamó a sí a la gente, juntamente con sus discípulos, y les dijo: —Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.

8:34 — Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame — Jesús está preparando a la gente y a sus discípulos a aceptar la realidad de que él va a sufrir mucho (ver. 31), y que para seguirle es necesario prepararse para sufrimiento. Considérense Jua 15:18-21; Jua 16:1-3; Jua 16:33; Jua 17:14. El evangelio es un llamamiento a sufrimiento por Cristo, quien nos deja el ejemplo qué seguir, 1Pe 2:21. Cuesta ser cristiano. Muchos quieren seguir a Cristo, con tal que lo puedan hacer de su manera y a su gusto, pero los tales no pueden seguirle. Hay que negarse a sí mismo, sufrir por la verdad, y seguir la doctrina de él en todo aspecto, y esto diariamente (Luc 9:23). Por esto muchos profesan ser cristianos, pero pocos lo son en realidad. Véanse Mat 10:38; Luc 14:27. Considérense los dos ejemplos de esto en Luc 9:57-62; muchos quieren poner sus propias condiciones para seguir al Señor.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

llamando a la gente. Mar 7:14; Luc 9:23; Luc 20:45.

Si alguno quiere venir en pos de mí. Mar 9:43-48; Mat 5:29, Mat 5:30; Mat 7:13, Mat 7:14; Mat 16:24; Luc 13:24; Luc 14:27, Luc 14:33; Rom 15:1-3; 1Co 8:13; 1Co 9:19; Flp 3:7; Tit 2:12.

tome su cruz. Mar 10:21; Mat 10:38; Mat 27:32; Jua 19:17; Hch 14:22; Rom 6:6; Rom 8:17; 1Co 4:9-13; 1Co 15:31; Gál 2:20; Gál 5:24; Gál 6:14; Flp 3:10; Col 1:24; Col 3:5; 2Ts 3:11; 1Pe 4:1, 1Pe 4:13; Apo 2:10.

y sígame. Núm 14:24; 1Re 14:8; Luc 14:26; Luc 18:22; Jua 10:27; Jua 13:36, Jua 13:37; Jua 21:19, Jua 21:20; Heb 13:13; 2Pe 1:14; 1Jn 3:16.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

niéguese a sí mismo no quiere decir odiarse a sí mismo, o ir sin una o más cosas, sino dar completo control de nuestra vida a Cristo.

tome su cruz: La persona que lleva una cruz iba camino a la ejecución. Por lo tanto, esta es un retrato gráfico de alguien que muere bajo su propia voluntad. Él está listo para aceptar los costos involucrados en una vida de compromiso cristiano completo. El llamado de Jesús para sus discípulos está dirigido hacia quien quiera ir en pos de Él. Esto solamente está restringido por la disposición de la persona. En los días de Jesús, cuando alguien tomaba su cruz era un acto público, no una decisión privada.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

TOME SU CRUZ. La cruz de Cristo es un símbolo de sufrimiento (1Pe 2:21; 1Pe 4:13), muerte (Hch 10:39), vergüenza (Heb 12:2), injuria (Mat 27:39), rechazo (1Pe 2:4) y negación de sí mismo (Mat 16:24). Cuando el creyente toma su cruz y sigue a Cristo, se niega a sí mismo (Luc 14:26-27) y se compromete en tres esferas de lucha y sufrimiento:

(1) Sufre en la batalla contra el pecado que dura toda la vida (Rom 6:1-23; 1Pe 4:1-2) al crucificar los deseos de su naturaleza pecaminosa (Rom 6:1-23; Rom 8:13; Gál 2:20; Gál 6:14; Tit 2:12; 1Pe 2:11; 1Pe 2:21-24).

(2) Sufre en la guerra contra Satanás y los poderes de las tinieblas a medida que avanza en el reino de Dios (2Co 10:4-5; 2Co 6:7; Efe 6:12; 1Ti 6:12). Experimenta tanto la hostilidad del adversario con sus huestes demoniacas (2Co 6:3-7; 2Co 11:23-29; 1Pe 5:8-10) como la persecución que se deriva del enfrentarse a los falsos maestros que tergiversan el verdadero evangelio (Mat 23:1-36; Gál 1:9; Flp 1:15-17).

(3) Sufre el reproche, el odio y la burla del mundo (Jua 15:18-25; Heb 11:25-26) al decirle con amor que lo que hace es malo (Jua 7:7), al separarse de él moral y espiritualmente (véase el ARTÍCULO LA SEPARACION ESPIRITUAL DE LOS CREYENTES, P. 1654. [2Co 6:17-18]), y al negarse a aceptar las normas o la filosofía de los hombres como suyas (1Co 1:21-27).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

niéguese a sí mismo. Nadie que se oponga a negarse a sí mismo puede legítimamente decir que es un discípulo de Jesucristo. tome su cruz. Esto revela el alcance de la auto-negación, al punto de llegar a la muerte si es necesario. La magnitud de la desesperación por parte del pecador penitente que es consciente de que él no puede salvarse a sí mismo, alcanza el lugar donde ya nada puede ser retenido (Mat 19:21-22). y sígame. Vea las notas sobre Mar 1:17; Mat 10:38.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

8:34 — Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame — Jesús está preparando a la gente y a sus discípulos a aceptar la realidad de que él va a sufrir mucho (ver. 31), y que para seguirle es necesario prepararse para sufrimiento. Considérense Jua 15:18-21; Jua 16:1-3; Jua 16:33; Jua 17:14. El evangelio es un llamamiento a sufrimiento por Cristo, quien nos deja el ejemplo qué seguir, 1Pe 2:21. Cuesta ser cristiano. Muchos quieren seguir a Cristo, con tal que lo puedan hacer de su manera y a su gusto, pero los tales no pueden seguirle. Hay que negarse a sí mismo, sufrir por la verdad, y seguir la doctrina de él en todo aspecto, y esto diariamente (Luc 9:23). Por esto muchos profesan ser cristianos, pero pocos lo son en realidad. Véanse Mat 10:38; Luc 14:27. Considérense los dos ejemplos de esto en Luc 9:57-62; muchos quieren poner sus propias condiciones para seguir al Señor.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA CARRERA DE UN DISCÍPULO

Marcos 8:34-35

Jesús llamó a la multitud, juntamente con Sus discípulos, y les dijo:
-Si hay alguien que quiera ser Mi seguidor, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y que Me siga.

Esta parte del evangelio de Marcos está tan próxima al corazón y centro de la fe cristiana que tenemos que tomarla casi frase por frase. Si cada día pudiera uno salir a la vida con una de estas frases en el corazón y dominando su vida, sería más que suficiente para seguir adelante.

Dos cosas sobresalen aquí a primera vista.

(i) Está la casi alucinante honradez de Jesús. Nadie podrá decir que se le indujo a seguir a Jesús con falsas promesas. Jesús no trató nunca de sobornar a nadie ofreciéndole un camino fácil. No ofrecía la paz, sino la gloria. Decirle a uno que debe estar dispuesto a cargar con una cruz es decirle que debe estar dispuesto a que le consideren un criminal, y a morir.

La honradez siempre ha sido una característica de los grandes líderes. En los días de la Guerra Mundial II, cuando Sir Winston Churchill asumió el gobierno de su país, todo lo que ofrecía era » sangre, trabajos, lágrimas y sudor.» Garibaldi, el gran patriota italiano, invitaba a seguirle en estos términos: «No ofrezco soldada, ni cuartel, ni provisiones; ofrezco hambre, sed, marchas forzadas, batallas y muerte. El que ame a su país de todo corazón y no sólo de labios para fuera, que me siga.» «Soldados, todos nuestros esfuerzos contra fuerzas superiores han resultado ineficaces. No tengo nada que ofreceros, sino hambre, y sed, dureza y muerte; pero llamo a todos los que amen a su patria a unirse conmigo.»
Jesús nunca trató de seducir a nadie a unírsele ofreciendo un camino fácil; trató de desafiar, de despertar la caballerosidad durmiente en sus corazones con el ofrecimiento de un camino que ningún otro podría igualar en altura y dureza. Él no había venido a hacer la vida más fácil, sino a hacer a los hombres grandes.
(ii) Tenemos el hecho de que Jesús nunca apeló a los hombres para que arrostraran o hicieran nada que El no estuviera dispuesto a hacer o arrostrar. Esa es sin duda una de las características del líder al que otros siguen. Cuando Alejandro Magno emprendió la persecución de Darío, realizó una de las marchas maravillosas de la Historia. En once días hizo recorrer a sus hombres tres mil trescientos estadios, unos seiscientos kilómetros. Estaban casi a punto de rendirse, principalmente a causa de la sed, porque no tenían agua. Plutarco cuenta la historia: «Cuando estaban en esta angostura, sucedió que unos macedonios que habían cargado agua en pellejos sobre sus mulas de un río que habían descubierto vinieron a eso del mediodía al lugar donde estaba Alejandro, y viéndole casi ahogándose de sed llenaron un yelmo de agua y se lo ofrecieron. Él les preguntó para quién llevaban el agua; y le contestaron que para sus hijos, añadiendo que si podían salvarle a él la vida no les importaba el que todos ellos perecieran. Entonces él tomó el yelmo en sus manos y, mirando a su alrededor, cuando vio a todos los que estaban cerca de él estirar el cuello mirando ansiosamente el agua, se la devolvió a los que se la ofrecían dándoles las gracias, sin probar ni una gota. «Porque -dijo-, si yo fuera el único que bebiera, los demás se descorazonarían.» Los soldados, tan pronto como se dieron cuenta de su temperancia y magnanimidad en esta ocasión, todos a una gritaron que los condujera adelante sin recelos, y empezaron a espolear sus caballos. Porque teniendo tal rey, decían que desafiaban el cansancio y la sed, y se consideraban poco menos que inmortales.» Era fácil seguir a un líder que nunca exigía a sus hombres más de lo que él mismo soportaba.
Hubo un famoso general romano, Quinto Fabio Cunctator. Estaba discutiendo con su personal cómo tomar una posición difícil. Uno de sus oficiales sugirió una cierta manera: » No costará más que la vida de unos pocos.» Fabio le miró, y le dijo: «¿Estás dispuesto a ser uno de esos pocos?»
Jesús no era la clase de líder que se sienta remoto y juega con las vidas humanas como si fueran peones insignificantes. Lo que Él demandaba que arrostraran, El estaba también dispuesto a arrostrarlo. Jesús tiene derecho a llamarnos a asumir una cruz, porque Él la llevó antes por nosotros.
(iii) Jesús dijo del que quisiera ser discípulo suyo: «Que se niegue a sí mismo.» Comprenderemos mejor el sentido de esta exigencia si la tomamos sencilla y literalmente. «Que se diga que no a sí mismo.» Si uno quiere seguir a Jesucristo, debe siempre decirse a sí mismo que no, y a Jesús que sí. Debe decirle que no a su propio amor natural a la facilidad y la comodidad. Debe decirle que no a todo curso de acción basado en el propio interés y en la propia voluntad. Debe decirle que no a los instintos y a los deseos que le incitan a tocar y gustar y utilizar las cosas prohibidas. Debe decirle que sí sin dudar a la voz y al mandamiento de Jesucristo. Debe ser capaz de decir con Pablo que ya no es él quien vive, sino Cristo Quien vive en él. Ya no vive para seguir su propia voluntad, sino para seguir la de Cristo, en Cuyo servicio está la perfecta libertad.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Si alguno quiere venir en pos de mí: Esto significa, como puntualiza NVI, «si alguien quiere ser mi discípulo». El verbo akolutheō, “seguir”, es el que se utiliza en las narraciones de discipulado (ver Mar 1:16-20 y Mar 2:13-17).

Niéguese a sí mismo: Esta expresión se presta a muchos errores de interpretación, pues se ha pensado que la persona que sigue a Jesús debe estar dispuesta a privarse de ciertos placeres y comodidades que ofrece la vida moderna. La idea del texto griego es mucho más compleja y casi ninguna traducción la ha podido transmitir. DHH, «olvídese de sí mismo», y TLA, «tienen que olvidarse de hacer su propia voluntad», se acercan un poco más al sentido original y son, por eso, preferibles a cualquiera de las otras. Jesús llama a la gente a abandonar completamente su posición social en la Palestina del siglo 1 y a seguirlo con la intención de anunciar la llegada de un nuevo orden, el reino de Dios, el cual reemplazaría el sistema vigente. Jesús llama a una vida de total marginación social, y cuando añade tome su cruz y sígame está implicando que sus seguidores se enfrentarían con la posibilidad de ser condenados a muerte con la pena capital del Imperio Romano, la muerte de cruz. Nosotros hemos espiritualizado demasiado este pasaje y hemos sostenido que “tomar la cruz” significa estar dispuestos a ser humillados o a ser objeto de burlas por ser creyentes. Muy pocas veces hemos llegado al extremo de afirmar que ser fieles al evangelio puede costarnos la vida. Pues bien, eso es precisamente lo que Jesús quiso decir aquí, y la traducción de este versículo debería transmitir esta idea. Sugerimos: “Si alguien quiere ser mi discípulo, debe a abandonar todos sus privilegios sociales y estar dispuesto a ser crucificado. Sólo así podrá seguirme”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Mat 4:19; Mat 10:38; Luc 14:27.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) Véase Ap. 5C.

REFERENCIAS CRUZADAS

j 395 Mat 10:38; Mat 16:24; Luc 9:23; Luc 14:27; Gál 5:24

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

tome su cruz. Véanse notas en Mat 10:38 y Luc 9:23.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Las palabras de nuestro Señor Jesucristo en este pasaje son muy solemnes y de mucho peso. Quiso con ellas corregir las ideas equivocadas de sus discípulos respecto á la naturaleza de su reino. Pero contienen verdades muy profundas y muy importantes también para los cristianos de todas las épocas de la iglesia.
Todo el pasaje debe ser tema de nuestras meditaciones privadas.
Aprendamos, en primer lugar, en estos versículos, la necesidad absoluta de la abnegación, si queremos ser discípulos de Cristo y salvarnos. ¿Qué dice nuestro Señor? «Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame..
No hay duda que la salvación es graciosa; es ofrecida gratuitamente en el Evangelio á los pecadores más endurecidos, sin dinero y sin precio. «Por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no por vosotros, que es don de Dios; no por obras, para que nadie se glorié.» Efes. 2:Pro 8:9. Pero todos los que aceptan esta gran salvación deben probar la realidad de su fe cargando la cruz en pos de Cristo. No deben imaginarse que entrarán en el cielo sin disgustos, dolores, sufrimientos, y conflictos aquí en la tierra. Deben contentarse con cargar la cruz de la doctrina, y la cruz de la práctica, la cruz de sostener una fe que el mundo desdeña, y la cruz de llevar una vida que el mundo ridiculiza como demasiada estricta y rigorosa. Deben querer sacrificar la carne, mortificar el cuerpo, batallar diariamente con el diablo, separarse del mundo, y perder la vida, si necesario fuere, por amor de Cristo y del Evangelio. Parece esto duro pero no hay evasión posible. Las palabras de nuestro Señor son claras y distintas; si no cargamos con la cruz, no ceñiremos nunca la corona.
Que el miedo de la cruz no nos aleje de servir a Cristo, que por pesada que parezca, Jesús nos dará gracia para llevarla. «Puedo hacerlo todo por Cristo que me da fuerzas.» Phi 4:13. Millares de millares la han cargado antes que nosotros, y han encontrado el yugo de Cristo fácil y su carga ligera. Nada bueno se logra en la tierra sin trabajo, y no podemos esperar que sin luchas se pueda entrar en el reino de Dios. Avancemos valientemente y que ninguna dificultad nos detenga. La cruz durante el viaje es por pocos años, y la gloria que se obtiene en su término es eterna.
Preguntémonos con frecuencia si nuestro Cristianismo nos cuesta algo. ¿Nos impone algún sacrificio? ¿Está marcado con el sello del cielo? ¿Carga con su cruz? Si así no es, temblemos y temamos, que una religión que nada cuesta, nada vale. De poco nos servirá en la vida presente, y no nos guiará á la salvación en la vida futura.
Aprendamos también en estos versículos cual es el valor indecible del alma. ¿Qué dice nuestro Señor? «¿De que aprovechará á un hombre ganar el mundo todo, si pierde su propia alma?» Estas palabras tuvieron por objeto movernos á obrar y á sacrificarnos. Deberían estar resonando como un clarín en nuestros oídos, por la mañana cuando nos levantamos, y de noche cuando nos retiramos al lecho. Grábense profundamente en nuestra memoria y que ni el diablo ni el mundo puedan nunca borrarlas de ella.
Todos nosotros tenemos almas que vivirán eternamente; sepámoslo ó no, todos llevamos en nosotros algo que vivirá cuando nuestros cuerpos se estén reduciendo á polvo en el sepulcro. Todos nosotros tenemos almas por las que daremos estricta cuenta á Dios; y en verdad que es una idea terrible cuando consideramos que poca atención presta el hombre á ninguna cosa que no sea el mundo; pero es la verdad.
Cualquier hombre puede perder su alma; no puede salvarla, que solo Cristo puede hacerlo; y puede perderla de diferentes maneras. Puede asesinarla amando el pecado y adhiriéndose al mundo. Puede envenenarla escogiendo una religión de falsedades y creyendo en supersticiones de fábrica humana. Puede aniquilarla con hambre despreciando los medios de gracia, y rehusando recibir el Evangelio en su corazón. Muchos son los caminos que conducen al abismo; cualquiera que sea el que un hombre tome, él solo es responsable por ello. Por débil, corrompida, degradada é impotente que sea la naturaleza humana, el hombre tiene poder para destruir, arruinar y perder su alma.
La posesión del mundo entero no puede compensar al hombre por la pérdida de su alma; todos los tesoros que contiene no pueden ponerse en la balanza para equilibrar la perdición eterna. No nos satisfacen, ni nos hacen felices mientras los poseemos; los gozamos cuando más unos pocos años y tenemos que dejarlos para siempre. De todos los negocios ruinosos y necios que el hombre puede hacer, el peor es dar la salvación de su alma en cambio de los bienes de este mundo. Es una especulación de que muchísimos se han arrepentido, como Esaú que vendió su primogenitura por un plato de lentejas–pero de que desgraciadamente como Esaú se han arrepentido muy tarde.
Que estas sentencias de nuestro Señor se graben profundamente en nuestros corazones, pues que las palabras son inadecuadas para expresar su importancia.
Recordémoslas en la hora de la tentación, cuando el alma nos parece tan pequeña y tan insignificante, y el mundo tan grande y tan esplendente.
Recordémoslas en la hora de la persecución, cuando el miedo al hombre se apodera de nosotros, y nos inclinamos á abandonar á Cristo. En momentos semejantes que nuestra alma evoque esa cuestión capital de nuestro Señor, y se la repita, » ¿De que servirá á un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?.
Aprendamos, por último, en estos versículos, el gran peligro que se corre en tener vergüenza de Cristo. ¿Que dice nuestro Señor? «Todo aquel que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, de él también se avergonzará el Hijo del hombre cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles..
¿Cuándo se puede decir de alguno que está avergonzado de Cristo? Somos culpables de esa falta, cuando nos avergonzamos de que se sepa que amamos y creemos las doctrinas de Cristo, que deseamos vivir según los mandamientos de Cristo, y que ansiamos ser contados como miembros del pueblo de Cristo. La doctrina, las leyes, y el pueblo de Cristo nunca fueron populares, y nunca lo serán. El que confiesa valerosamente que los ama, está seguro de atraerse el ridículo y la persecución. Todo el que se retrae de hacer esa confesión por miedo del ridículo y de la persecución, se avergüenza de Cristo, y está incluso en la sentencia que proclama este pasaje.
Hay quizás pocas sentencias de nuestro Señor que sean más condenatorias que esta. Verdad es «que el miedo del hombre nos tiende un lazo.» Pro 29:25.
Hay muchas personas que le harían frente á un león, ó asaltarían una brecha, si el deber se los ordenase; que nada temen, y que, sin embargo, se avergüenzan de confesar que preferirían agradar á Cristo más bien que al hombre. ¡Que admirable es el poder del ridículo! ¡Maravilloso es como el hombre vive siervo de la opinión del mundo! Pidamos diariamente en nuestras oraciones fe y valor para confesar á Cristo ante los hombres. Bueno es que nos avergoncemos del pecado, de la mundanalidad y de la incredulidad, pero nunca de Aquel que murió por nosotros en la cruz. Confesemos valerosamente que servimos á Cristo á despecho de las risas, de las burlas y de los insultos. Meditemos con frecuencia en el día de su segunda venida, y acordémonos de lo que dice en este lugar. Es cien mil veces mejor confesar ahora á Cristo, y ser despreciado por los hombres, que vernos negados por Cristo ante su Padre el día del juicio final.

Fuente: Los Evangelios Explicados

niéguese… Es decir, renuncie a las exigencias de su propio yo; → Mat 10:38; Luc 14:27.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

H421 En este caso, los imperativos presentan la siguiente idea: entonces será mi discípulo.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Es decir, renuncie a las exigencias de su propio yo.

8.34 g Mat 10:38; Luc 14:27.

Fuente: La Biblia Textual III Edición