Biblia

Comentario de Marcos 10:31 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Marcos 10:31 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pero muchos primeros serán los últimos, y los últimos, primeros.

10:31

— Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros — Véase 9:35, comentarios. Repetidas veces Jesús dio esta enseñanza referente a la naturaleza del reino de Dios (Mat 19:30; Mat 20:16; Luc 13:30).

Los “primeros” son los de riquezas y poder; éstos no tienen ninguna prioridad en el reino (gobierno, control) de Dios. De hecho, si siguen confiando en su riqueza y poder, serán en la vista de Dios los últimos. Ni pueden entrar en el reino (ver. 25).

Los “últimos” en la vista de los hombres, por no contar con grandeza de poder y posesiones, al servir con todo su corazón al Señor, serán exaltados a la posición de primeros (en grandeza verdadera). Grandes son las diferencias entre el pensar del hombre y el de Dios (Isa 55:8-9).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Mat 8:11, Mat 8:12; Mat 19:30; Mat 20:16; Mat 21:31; Luc 7:29, Luc 7:30, Luc 7:40-47; Luc 13:30; Luc 18:11-14; Hch 13:46-48; Rom 9:30-33.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Los criterios humanos para recompensar serán subvertidos. La humildad y el servicio llevan a la grandeza en el Reino de Dios, no así las prioridades mundanas como riquezas, nivel social, nobleza, nacimiento o favoritismo personal. Mateo habla de esto con una ilustrativa parábola (Mat 20:1-16).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

MUCHOS PRIMEROS SERÁN POSTREROS. Véase Mat 19:30, nota.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Los creyentes serán todos iguales en el reino de los cielos, una verdad ilustrada en la parábola de Mat 19:30; Mat 20:1-16 (vea las notas respectivas).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

10:31 — Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros — Véase 9:35, comentarios. Repetidas veces Jesús dio esta enseñanza referente a la naturaleza del reino de Dios (Mat 19:30; Mat 20:16; Luc 13:30).
Los “primeros” son los de riquezas y poder; éstos no tienen ninguna prioridad en el reino (gobierno, control) de Dios. De hecho, si siguen confiando en su riqueza y poder, serán en la vista de Dios los últimos. Ni pueden entrar en el reino (ver. 25).
Los “últimos” en la vista de los hombres, por no contar con grandeza de poder y posesiones, al servir con todo su corazón al Señor, serán exaltados a la posición de primeros (en grandeza verdadera). Grandes son las diferencias entre el pensar del hombre y el de Dios (Isa 55:8-9).

Fuente: Notas Reeves-Partain

Primeros y últimos tiene que ver con la importancia o el rango, no con la posición física. TLA expresa bien la idea: «Muchos que ahora son importantes, serán los menos importantes».

Reflexión bíblica y pastoral

Es muy difícil evitar llegar a la conclusión de que las posesiones, especialmente las fortunas que se amasan gracias al sudor y la sangre de los trabajadores, son un impedimento para entrar en el reino de Dios. El hecho de que Jesús mencionara el mandamiento de no defraudar, que no se encuentra en el decálogo, nos da la pauta de que esto era algo que aquel hombre necesitaba escuchar. Jesús lo confronta con su vergonzosa realidad, y así y todo, el hombre niega haber incurrido en aquella falta: todo esto lo he guardado desde mi juventud. Más que una sincera confesión, es una afirmación hipócrita. Jesús lo sabe, pero aún le ama con ese amor que demanda lo mejor de la persona amada. Por eso, le manda vender todo lo que había ganado explotando al prójimo. El hecho de que él se rehusara indica claramente que su pregunta inicial sobre la vida eterna y su manera de adular a Jesús llamándolo maestro bueno no eran sino cortinas de humo para esconder su propia inseguridad y su intención de verse reafirmado públicamente en su posición social y espiritual.

Este hombre representa el tipo de persona que en la parábola del sembrador y la semilla es descripta como semilla sembrada entre espinos. Jesús dice que éstos son los que oyen la palabra pero los afanes de este siglo, el engaño de las riquezas y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y la hacen infructuosa (Mar 4:19). Sin duda, este hombre había oído la palabra de Jesús, de otra manera no hubiera venido con esa pregunta. Sin embargo, no estaba dispuesto a abandonar sus posesiones para convertirse en uno de sus discípulos. Entre el reino de Dios, que le demandaba tales sacrificios, y su reino terrenal, representado por sus muchas posesiones, prefirió este último. Desgraciadamente para él, Jesús le sacó la alfombra de abajo de los pies. Lo dejó sin asidero fijo, después de que se cayera al suelo su estantería espiritual. Y esto sucedió, simplemente, cuando se negó a hacer lo que Jesús le pidió, en respuesta a su pregunta ¿qué haré para heredar la vida eterna? Lo increíble del relato es cómo el hombre rechazó el llamado al discipulado. Se trata de la primera persona que lo hace en todo el Evangelio de Marcos.

Sin embargo, el pasaje termina con un ejemplo positivo, el de la comunidad de discípulos y de discípulas que comparten sus bienes en medio de las persecuciones por causa de Jesús y del evangelio, por lo cual representan la buena tierra que da fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno (Mar 4:20). Ellos constituyen la respuesta a la pregunta que antes formulara el hombre. Ellos son la comunidad del reino, que lo dejó todo para seguir a Jesús y, así, experimenta anticipadamente la vida del reino venidero. Esta comunidad es vida eterna encarnada. El hombre rico, al rehusar el llamado de Jesús a seguirlo, se autoexcluyó de la vida que aparentemente estaba buscando.

¿Y qué de nosotros? Si esta historia nos enseña algo, es que vivir el evangelio tal cual lo predicaba Jesús implica siempre un rechazo de las riquezas por causa del evangelio. Esto no significa que este rechazo sea natural o fácil. Por el contrario, es extremadamente difícil y abrumador, puesto que la sociedad de consumo en que vivimos ha conseguido justificar las posesiones como algo que toda persona merece. Y la iglesia, muchas veces, ha sacralizado esta justificación con una teología de la prosperidad, algo similar a lo que padecía el hombre rico. Por eso es tan importante contextualizar el mensaje. Jesús no está hablando aquí de aquellas cosas que son necesarias para la subsistencia y la vida digna de toda persona, sino de aquellas riquezas que se han amasado explotando al pobre, las riquezas cuya raíz es el fraude, el engaño, el egoísmo. Pretender ser discípulos de Jesús y negarle ayuda al necesitado, cuando está en nuestras posibilidades darla, es autoexcluirnos de la vida del reino. Cada uno de nosotros deberá determinar en su corazón qué constituye este tipo de “posesiones” y cuándo una posesión es legítima, por ser una fuente de sostén familiar, y cuándo un producto de mi egoísmo o avaricia. Este examen es sumamente difícil. La mayoría de los cristianos ni siquiera nos planteamos esta cuestión, debido a que se nos ha inculcado que la esencia del evangelio es la salvación del alma, ir al cielo. Deberíamos escuchar detenidamente lo que Jesús dice aquí y en otros pasajes de los Evangelios: nadie puede seguirle si primero no se desvincula, emocional y materialmente, del sistema económico opresivo de este mundo. El discípulo debe vivir para anunciar con su vida y con sus palabras el dominio de Dios, la nueva sociedad que es la esperanza de los oprimidos de la tierra. Abocarse a la construcción de dicha sociedad, como Jesús y sus discípulos, es garantía de recibir de Dios —como un regalo, como una gracia—la vida eterna, una calidad de vida que comienza a vivirse aquí y ahora en comunidad.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Mat 20:16; Luc 13:30.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

i 493 Mat 19:30; Mat 20:16; Luc 13:30

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

primeros serán últimos, y los últimos, primeros. Véase coment. Mt 19:30.

Fuente: La Biblia de las Américas

Mat 20:16; Luc 13:30.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

g Mat 20:16; Luc 13:30.

Fuente: La Biblia Textual III Edición