Entonces vinieron a él unos saduceos, quienes dicen que no hay resurrección, y le preguntaron diciendo:
12:18 — Entonces vinieron a él los saduceos — Ahora los saduceos van a proponer una pregunta a Jesús que según el pensar de ellos le dejará imposibilitado. Piensan poder ganarle en este debate y quedarse ellos bien con la gente. — que dicen que no hay resurrección — Véanse Luc 20:27; Hch 23:8 . Ellos se asociaban con la familia de los sacerdotes (Hch 5:17). Eran los judíos “liberales” de aquel tiempo, que jugaban política con los romanos. Eran materialistas, y por eso tenían problema con la doctrina de la resurrección.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
vinieron a él los saduceos. Mat 22:23; Luc 20:27.
que dicen que no hay resurrección. Hch 4:1, Hch 4:2; Hch 23:6-9; 1Co 15:13-18; 2Ti 2:18.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Los saduceos eran un grupo selecto de líderes religiosos que negaban la existencia de los ángeles, la inmortalidad del alma y la resurrección. Ellos rechazaban las tradiciones orales y aceptaban solamente la validez del Pentateuco, los primeros cinco libros del AT. Pero, como la resurrección se enseña claramente en Job 19:26, Sal 16:10 y Dan 12:2, ellos deben haber espiritualizado esta doctrina. Ellos también parecen otorgar más autoridad a la Ley de Moisés que a otros escritos del AT.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
saduceos. La más rica, influyente y aristocrática de todas las sectas judías. Todos los sumos sacerdotes, principales sacerdotes y la mayoría de los miembros del sanedrín (vea la nota sobre Mat 26:59) eran saduceos. Ellos ignoraban la ley oral, las tradiciones y las leyes escríbales de los fariseos, teniendo únicamente al Pentateuco como autoridad (vea la nota sobre Mat 3:7). que dicen que no hay resurrección. El aspecto más distintivo de la teología de los saduceos, derivado de su apego al Pentateuco y de la creencia que Moisés no enseñó una resurrección literal de los muertos. Con tal descuido por el futuro, los saduceos vivían para el momento y cualquier beneficio que pudieran obtener. Dado que controlaban los asuntos del templo, se enojaron extremadamente cuando Jesús expulsó a los mercaderes y cambistas del templo porque haciendo esto los había privado de una fuente importante de ganancias (Mar 11:15-18), razón por la cual deseaban desacreditar a Jesús frente al pueblo.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
12:18 — Entonces vinieron a él los saduceos – Ahora los saduceos van a proponer una pregunta a Jesús que según el pensar de ellos le dejará imposibilitado. Piensan poder ganarle en este debate y quedarse ellos bien con la gente.
— que dicen que no hay resurrección – Véanse Luc 20:27; Hch 23:8 . Ellos se asociaban con la familia de los sacerdotes (Hch 5:17). Eran los judíos “liberales” de aquel tiempo, que jugaban política con los romanos. Eran materialistas, y por eso tenían problema con la doctrina de la resurrección.
— y le preguntaron, diciendo – Su pregunta tuvo por propósito o diseño reducir a lo absurdo la creencia en la resurrección (cosa en que creía Abraham, el padre de la nación, Heb 11:19). Su pregunta se basa en su propio materialismo. No podían ver más allá de la nariz, problema que tienen los modernistas de hoy en día. ¿En qué clase de dios creen? (Considérese Hch 26:8).
Fuente: Notas Reeves-Partain
IDEA EQUIVOCADA DE LA VIDA FUTURA
Marcos 12:18-27
Después se Le acercaron a Jesús unos saduceos, que es una denominación judía que dice que no hay tal cosa como resurrección de los muertos, y Le presentaron el problema siguiente:
Maestro: Moisés nos escribió la Ley de que, si un hombre se muere dejando mujer pero no hijos, la Ley es que su hermano debe tomar a la viuda por mujer y suscitar descendencia a su hermano fallecido. Había una vez siete hermanos. El primero se casó, y murió sin dejar descendencia. El segundo se casó con la viuda, y murió sin dejar tampoco descendencia. El tercero, lo mismo. Y así los siete, ninguno de los cuales tuvo descendencia. Por último, la viuda también murió. En la Resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa? Porque los siete la tuvieron por tal.
-La razón por la que estáis en un error -les contestó Jesús- es que no conocéis ni las Escrituras ni el poder de Dios. Cuando las personas resucitan, no se casan ni ellos ni ellas, sino que son como los ángeles del Cielo. En cuanto a los muertos, y que es verdad que resucitan, ¿es que no habéis leído en el Libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, que Dios le dijo: » Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?» Dios no es un dios de muertos, sino el Dios de los vivos. ¡Estáis sumidos en el error!
Esta es la única vez que aparecen los saduceos en el evangelio de Marcos, y su intervención les es totalmente característica. Los saduceos no eran una denominación mayoritaria en el judaísmo. Eran aristócratas, y ricos. Agrupaban a la mayor parte de los sacerdotes; solía ser un saduceo el que ocupaba el puesto de sumo sacerdote. En cuanto ricos y aristócratas, eran naturalmente colaboracionistas, pues quería conservar sus comodidades y privilegios. Fue de entre ellos de donde salían los que estaban dispuestos a colaborar con los Romanos en el gobierno del país. Eran muy diferentes de los fariseos en varios aspectos. Primero, aceptaban sólo las Sagradas Escrituras, y concedían una importancia suprema al Pentateuco, los cinco primeros libros del Antiguo Testamento. No aceptaban el conjunto de la ley oral y de la tradición, las reglas y normas que les eran tan queridas a los fariseos. No reconocían más autoridad que la Ley de Moisés. Segundo, no creían en la inmortalidad, ni espíritus ni ángeles. Decían que en los primeros libros de la Biblia no había ninguna evidencia de la inmortalidad, y por tanto no la aceptaban.
Así es que los saduceos se acercaron a Jesús con una pregunta clave para ellos, designada para poner en ridículo la fe en la Resurrección individual. La Ley judía incluía la institución de lo que se llamaba el levirato. Sus normas se establecen en Dt 25:5-10 . Si había algunos hermanos que vivían juntos -esa condición la omitieron los saduceos en la cita de la Ley-, y si uno de ellos moría sin dejar descendencia, el siguiente hermano estaba obligado a casarse con la viuda para suscitar descendencia a su hermano. En teoría, esta situación se prolongaría mientras quedaran hermanos y no naciera ningún hijo. Cuando nacía uno, se consideraba que era la descendencia del primer marido.
Está claro que el propósito de esta ley era asegurar dos cosas: primera, la continuación del nombre de la familia; y segunda, que la propiedad siguiera perteneciendo a la familia. De hecho, aunque nos parezca muy extraño, había disposiciones semejantes en la ley griega. Si un padre griego tenía unas propiedades considerables, y no tenía nada más que una hija, ella, como era mujer, no podía heredar directamente; el heredero directo tendría que ser, o su marido o su hijo; pero si la hija estaba soltera, el padre podía dejarle su propiedad y su hija al que él escogiera. Ese, para heredar la propiedad, tenía que casarse con la heredera, aunque tuviera que divorciarse de la mujer que ya tuviera. Y, si en tales circunstancias un padre moría sin hacer testamento, el pariente más próximo podía reclamar a la hija heredera como su mujer. De nuevo nos encontramos con el mismo principio: todo el asunto estaba diseñado para mantener la familia y para retener dentro de ella la propiedad.
La cuestión que presentaron los saduceos, por tanto, era un caso exagerado, con una historia de siete hermanos, pero era un problema legal perfectamente posible entre los judíos.
La pregunta de los saduceos era sencillamente esta: Si, según la ley del levirato, una mujer había estado casada sucesivamente con siete hermanos, si hay tal cosa como la Resurrección, ¿de cuál de ellos sería esposa cuando llegara la Resurrección? Pensaban que haciendo esa pregunta dejaban totalmente en ridículo la idea de la Resurrección.
La respuesta de Jesús tenía dos caras.
La primera trata de lo que podríamos llamar la manera o forma de la Resurrección. Jesús establece que, cuando una persona resucita, ya no está sujeta a las antiguas leyes de la vida física. Los resucitados son como los ángeles; y las cosas naturales de esta vida, como el casarse, no tienen ninguna actualidad en el más allá. Jesús no estaba diciendo nada nuevo. En Henoc, la promesa es: «Tendréis un gran gozo, como los ángeles del Cielo.» En el Apocalipsis de Baruc se dice que los justos llegarán a ser «semejantes a los ángeles.» Y en los mismos escritos rabínicos se decía que en la vida venidera «no existe el comer ni el beber, el engendrar hijos, el regatear, los celos, el odio y las peleas; sino que los justos se sentarán con coronas en las cabezas, y estarán satisfechos con la gloria de Dios.» El punto de vista de Jesús era que la vida venidera no se podía concebir en los términos de esta vida presente.
Segunda, trata del hecho de la Resurrección. Aquí se enfrenta con los saduceos en su propio terreno. Ellos insistían en que en el Pentateuco, que era su única autoridad, no había ninguna prueba de la inmortalidad. Pues del Pentateuco saca Jesús Su prueba. En Ex 3:6 , Dios Se llama «el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob.» Si Dios sigue siendo el Dios de estos patriarcas, esto quiere decir que deben de estar vivos, porque el Dios viviente tiene que ser el Dios de personas vivientes, y no de muertos. Y si los patriarcas están vivos, aunque murieron, eso prueba la Resurrección. En su propio terreno, y con un razonamiento al que ellos no podían poner pegas, Jesús derrotó a los saduceos.
Este pasaje puede que nos parezca que trata de un asunto remoto y peregrino. Es un razonamiento en términos que están totalmente fuera de la órbita de nuestra existencia. A pesar de eso, dos verdades eternamente válidas surgen de aquí.
(i) Los saduceos cometían el error de imaginarse el Cielo como es la Tierra. Eso es lo que muchos han hecho siempre. Los amerindios, que eran cazadores por naturaleza, concebían un Cielo que era un extenso y feliz campo de caza. Los vikingos, que eran guerreros por naturaleza, pensaban en una Valhalla donde podrían estar peleando todo el día, donde por la noche resucitarían los muertos, y los heridos se curarían, y pasarían las tardes en banquetes, bebiendo vino de copas hechas con los cráneos de sus enemigos vencidos. Los mahometanos eran gentes del desierto, que vivían en circunstancias en las que los lujos eran desconocidos; concebían el Cielo como un lugar en el que los hombres podrían vivir una vida llena de todos los placeres sensuales y corporales. Los judíos odiaban el mar, y pensaban en el Cielo como un lugar en el que ya no existiría el Marcos Todos los hombres descartaban el sufrimiento y el dolor, y concebían el Cielo como el lugar en el que las lágrimas serían enjugadas de todos los ojos y donde no habría más dolor.
Los hombres siempre han tendido a crear en su pensamiento un Cielo que les fuera bien. Algunas veces esa idea puede ser conmovedoramente hermosa; pero haríamos bien en recordar que Pablo tenía razón (1Co 2:9 ) cuando tomó las palabras del profeta Isa 64:4 ) y las hizo suyas: «Lo que ojo no vio, ni oído oyó, ni concibió el corazón humano, es lo que Dios ha preparado para los que Le aman.» La vida de los lugares celestiales será más plena y maravillosa que ninguna idea que nos podamos formar de ella con las imágenes de la Tierra.
(ii) A fin de cuentas Jesús basaba Su convicción de la Resurrección en el hecho de que la relación entre Dios y un hombre bueno es algo que nada puede romper. Dios era el amigo de Abraham, Isaac y Jacob cuando estaban vivos. Esa amistad no podía acabar con la muerte. «Dios -como decía Loisy- no puede dejar de ser el Dios de los que Le han servido y amado.» Como decía el salmista: «Yo estoy constantemente contigo. Me llevas de la mano derecha. Tú me guías con Tu consejo, y después me recibirás en gloria» Sal 93:23 s). No podía concebir una relación con Dios que se rompiera nunca.
En una palabra: no hay más que una cosa que sea inmortal, y es el amor.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
El matrimonio en la resurrección (Mar 12:18-27)
Análisis de discurso
En esta sección los saduceos le presentan a Jesús un caso hipotético para ver si pueden sacar de sus labios una afirmación que respalde sus creencias. Como señalamos antes, los saduceos no creían en la resurrección de los muertos ni en los ángeles. Eran materialistas que negaban la dimensión espiritual del reino de Dios y creían que éste se establecería en la tierra, siempre y cuando el templo de Jerusalén siguiera funcionando bajo la administración y supervisión de ellos.
En los versículos Mar 12:18-23, los saduceos plantean la pregunta, comprendida entre dos instancias de la palabra “resurrección” (anastasin), en los versículos Mar 12:18 y Mar 12:23. Jesús les responde en los versículos Mar 12:24-27, y su respuesta está, a su vez, encerrada retóricamente entre dos instancias del verbo “errar” (planasthe), en los versículos Mar 12:24 y Mar 12:27.
Representamos esta sección en el siguiente diagrama:
Resurrección
Moisés
Resurrección
Erráis
Moisés
Erráis
Vemos entonces que los saduceos utilizan a Moisés para probar que la ley del levirato se dio sin tener en mente la resurrección. Por tanto, según ellos, no habría resurrección. Por su parte, Jesús utiliza a Moisés para demostrar que aun en el Pentateuco se pueden encontrar referencias a la resurrección. Por tanto, los saduceos están equivocados.
TÍTULO: El título propuesto por NVI nos parece apropiado: «El matrimonio en la resurrección», ya que refleja adecuadamente la pregunta de los saduceos, y no la desplaza al problema de si habría resurrección o no.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Saduceos: Miembros de la aristocracia sacerdotal de Israel y enemigos acérrimos de los fariseos, a quienes criticaban por su forma popular de contextualizar las Escrituras. Los saduceos eran más tradicionales. Se limitaban exclusivamente al Pentateuco y desechaban la doctrina de la resurrección. Tampoco creían en los ángeles. Entre sus filas se encontraba la elite de aquella sociedad, los dueños de la tierra. Resurrección se refiere aquí a la resurrección escatológica del fin de los tiempos.
Le preguntaron, diciendo es una expresión redundante en castellano. Si el traductor considera que es inteligible para su audiencia, puede dejarla; si no, sugerimos eliminar diciendoy traducir, simplemente, le preguntaron, o, como hace NVI, «le plantearon un problema».
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
— saduceos: Ver notas a Mat 3:7 y Mat 22:23.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Hch 23:8.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
El matrimonio en la resurrección (ver Mat. 22:23-33; Luc. 20:27-40). Habiendo silenciado a los fariseos, se llegaron a él los saduceos, los ricos nobles que controlaban tanto el templo como el Sanedrín, el gran concilio religioso de Israel. Estos llegaron para burlarse de su fe en la resurrección presentando una ilustración ridícula, y probablemente no basada en la vida real, acerca de una mujer que se había casado muchas veces. Los fariseos ya habían dictaminado que una esposa así pertenecería a su primer esposo en la resurrección (la que ellos interpretaban de una manera muy materialista, casi igual a lo que creen los musulmanes de nuestros días). Los saduceos, por supuesto, aprobaban la costumbre mosaica que se menciona aquí, que tenía el propósito de retener la propiedad dentro de la familia de la viuda, pero rechazaban totalmente la idea de resurrección alguna. Para ellos, esta vida era todo; con razón eran duros, materialistas, y con frecuencia ricos. Todos conocemos a gente así. En primer lugar, Jesús aniquiló todo el argumento rechazando las ideas materialistas crudas de la resurrección, tema en que él creía, igualmente que los fariseos. Como lo dice Pablo, nuestro cuerpo resucitado será de otro tipo (1 Cor. 15:44). Aquí Jesús lo compara con el de los ángeles. Los asuntos de sexo y relaciones físicas no tienen incumbencia. También tenemos que rechazar ideas materialistas crudas del significado tanto de la resurrección como del “Hijo de Dios”, como si significara sencillamente una paternidad física. Estos temas son piedras de tropiezo impidiendo la recepción del mensaje de las buenas nuevas.
En base a los libros de Moisés, que eran reconocidos por los saduceos, Jesús les mostró que la idea de la resurrección podía comprobarse en base a la relación de los patriarcas con el Dios viviente. Ellos “hallaban” la vida eterna en Dios, como nosotros lo hacemos en Cristo en el día de hoy, pero es un nuevo tipo de vida, demostrando el poder de Dios.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
b 587 Mat 22:23; Luc 20:27; Hch 23:8
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
saduceos. Véase coment. en Mt 3:7.
le preguntaban. Ellos deseaban que las enseñanzas de Cristo acerca de la resurrección parecieran ridículas.
Fuente: La Biblia de las Américas
18 (1) Con respecto a los vs.18-27, véanse las notas de Mat_22:23-33 .
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
saduceos. Véase nota en Mat 3:7.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Estos versículos relatan una conversación entre nuestro Señor Jesucristo y los saduceos. Sabemos que la religión de estos era punto menos que infidelidad; decían «que no había resurrección.» Ellos, como los fariseos, se imaginaron que enredarían á nuestro Señor con cuestiones difíciles y lo dejarían perplejo. La iglesia de Cristo no debe esperar que la traten mojar que á su Maestro. El formalismo por un lado, y la infidelidad por otro, son enemigos contra cuyos ataques debemos siempre estar bien preparados.
Aprendemos en este pasaje cuanta falta de rectitud se descubre á menudo en los argumentos de los incrédulos.
Prueba evidente de ello es la cuestión propuesta por los saduceos. Le cuentan de una mujer que se casó con siete hermanos sucesivamente, que no tuvo hijos, y que sobrevivió á sus siete maridos; y le preguntan de cual de esos siete seria » mujer en la resurrección.»Bien puede sospecharse que el caso no era real sino supuesto, pues á primera vista se descubren razones muy fuertes para tenerlo por improbable. Pero lo que los saduceos querían era suscitarle dificultades, y, si fuera posible, reducir á nuestro Señor al silencio. No tenían el valor necesario para negar francamente la doctrina de la resurrección, y se reducían tan solo á insinuar sus consecuencias posibles.
Tres cosas tenemos que recordar si por nuestra desgracia nos vemos alguna vez obligados á argüir con incrédulos. Tratarán primero de apurarnos con las dificultades y los puntos más abstrusos de la religión, y especialmente con todo lo que se refiere al mundo venidero. Evitemos ese modo de argumentar en cuanto nos sea dable, porque es dejar el campo abierto para combatir en un carrizal. Procuremos que nuestra discusión gire sobre los hechos claros y evidentes del Cristianismo. Recordemos, en segundo lugar, que debemos ponernos en guardia contra la falta de candor, de rectitud y de franqueza en los argumentos que usen. Parecerá que el expresarse de esta manera es duro y poco caritativo, pero la experiencia prueba que es necesario hacerlo así. Millares de personas que profesaban ser incrédulos han confesado en sus últimos días que nunca habían estudiado la Biblia que negaban, y que aunque versados en las obras de los incrédulos y escépticos, nunca se habían detenido á examinar los fundamentos del Cristianismo. Sobre todo recordemos que los incrédulos tienen conciencia; apelemos siempre á ella con confianza. Los mismos que más claman contra la religión y con más desdén la tratan, tienen á menudo la convicción de estar errados en el mismo momento en que están hablando. Los argumentos de que se han burlado y que han ridiculizado, resultarán muchas veces haber sido vanos.
Aprendemos, en segundo lugar, en este pasaje, que el origen de muchos errores religiosos puede encontrarse en la ignorancia de la Biblia. Las primeras palabras de nuestro Señor en su contestación á los saduceos lo dicen con toda claridad. Así se expresa: » ¿No es que erráis, porque no conocéis las Escrituras?.
Lo exacto del principio que aquí se establece, está probado por hechos que han acontecido en todas las épocas de la iglesia. La reforma en los días de Josías estaba íntimamente enlazada con el descubrimiento que se hizo entonces del libro de la ley. Las falsas doctrinas de los judíos en los tiempos de nuestro Señor eran resultado del abandono en que se encontraban las Escrituras. Las edades más tenebrosas del Cristianismo se vieron cuando la Biblia se retiró de manos del pueblo, y las causas que produjeron la reforma protestante fueron principalmente la traducción y la circulación de la Biblia. Las iglesias más florecientes hoy día son las que honran la Biblia, y las naciones en que brilla la moral más pura son aquellas en que mejor se conoce la Biblia. Las parroquias en que hay más verdadera religión son aquellas en que más se estudia la Biblia, y las familias más santas son aquellas que más leen la Biblia. Estos son hechos que nadie puede negar Grabemos profundamente esto en nuestro corazón, para que se vean sus frutos en nuestras vidas. No permanezcamos ignorando la Biblia, no sea que incurramos en errores mortales; antes al contrario leámosla con atención, y sea la regla de nuestra fe y el modelo de nuestra vida. Trabajemos por extender la Biblia en el mundo entero, pues cuanto más conocido sea ese libro, mejor será el mundo. No nos descuidemos por ningún motivo en enseñar á nuestros hijos á estimar la Biblia, que la mejor herencia que podemos dejarles es el conocimiento de las Escrituras.
Aprendamos, por último, en este pasaje, cuan diferente será la condición de todas las cosas después de la resurrección de la condición en que ahora vivimos.
Nuestro Señor nos dice, que «cuando resuciten de los muertos, ni se casarán, ni se darán en matrimonio; sino que serán como los ángeles que están en el cielo..
Seria necio negar que haya muchas dificultades enlazadas con la doctrina de la vida futura; y así tiene que ser. El mundo más allá de la tumba no ha sido contemplado por ningún mortal y es por lo tanto desconocido. Es un misterio para nosotros las condiciones de la existencia allí, y cuanto más se nos hablara de ella, probablemente menos la comprenderíamos. Bástenos saber que los cuerpos de los santos resucitarán, y que aunque glorificados serán semejantes á los cuerpos que tuvieron en la tierra, tan semejantes, que los que antes los conocieron, los reconocerán entonces. Pero aunque resuciten con un cuerpo real y verdadero, los santos resucitados estarán exentos de todo lo que ahora se tiene como una prueba de debilidad y flaqueza; en la existencia futura del cristiano no habrá nada que se parezca al paraíso grosero y sensual de Mahoma. Hambre y sed no se sentirán, ni habrá necesidad de alimentarse Cansancio y agotamiento no se verán allí, no habrá necesidad de sueño. No habiendo ya muerte, inútiles serán los nacimientos para reponer los que perecen. Como gozarán en toda su plenitud de la presencia de Dios y de su Cristo, los hombres y las mujeres no necesitarán casarse por ayudarse mutuamente. Capaces de servir á Dios sin cansarse, de atenderlo sin distraerse, haciendo su voluntad de una manera perfecta, y viendo continuamente su rostro, revestidos de un cuerpo glorioso, serán «como los ángeles que están en el cielo..
¡Que consuelo tan grande para el verdadero cristiano! En el cuerpo que ahora tiene, á menudo » gime por estar sobrecargado,» 2 Cor. 5.4, y por la convicción en que está de su debilidad é imperfección. Muchos cuidados lo ponen á prueba en este mundo– qué comerá, qué beberá, con qué se vestirá, como manejará sus negocios, en donde vivirá, que sociedad frecuentará. En el mundo venidero todo será cambiado; nada faltará para que su felicidad sea completa.
Debemos tan solo tener siempre presente una idea; esforcémonos en resucitar «para la resurrección de vida,» y no «para la resurrección de condenación.» Juan 5.29. Para el creyente en Jesucristo, la resurrección será la más grande de las bendiciones ; para el mundano, para el impío, para el profano, la resurrección será una miseria y una maldición. No descansemos hasta que nosotros moremos en Cristo y Cristo en nosotros, y entonces sí que podemos esperar regocijados la vida venidera.
Fuente: Los Evangelios Explicados
no hay resurrección… → Hch 23:8.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
g Hch 23:8.