Comentario de Marcos 12:35 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Mientras estaba enseñando en el templo, Jesús respondiendo decía: —¿Cómo es que dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?

12:35 — Enseñando Jesús en el templo, decía: ¿Cómo dicen los escribas ( que eran fariseos) que el Cristo es hijo de David? (y por eso en cada familia se esperaba que un hijo nacido sería el Mesías esperado) — Ahora Jesús toma la parte ofensiva en su batalla con los líderes judíos públicamente en el templo, delante de todos. Les propone él una pregunta a los fariseos mientras todavía están juntos (véase Mat 22:42), la que Marcos aquí omite. Luego, basándose en la respuesta de los fariseos de que creen que el Mesías es el hijo de David (es cierto que el Mesías tiene que ser del linaje de David — 2Sa 7:12-13; Sal 89:3-4; Sal 132:11), Jesús les propone la pregunta de este versículo. De esta manera les obliga a pensar en algo más allá de descendencia.

(Mesías es término hebreo, en griego, Cristo, y en español, Ungido).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

enseñando en el templo. Mar 11:27; Luc 19:47; Luc 20:1; Luc 21:37; Jua 18:20.

¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? Mat 22:41, Mat 22:42; Luc 20:41-44; Jua 7:42.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

en el Templo no se refiere al santuario (Gr.  naos) mismo, donde solamente los sacerdotes podían ministrar. Las inmediaciones del Templo (Gr.  hieron) incluían un número de pórticos y patios. Uno estaba designado especialmente para las mujeres (e incluía el arca Mar 12:41), otro para los hombres. Los gentiles podían ver el Templo desde afuera. Realmente, ni siquiera Jesús podía entrar en naos porque Él no era un sacerdote aarónico. Él solamente entraba en el hieron. Sin embargo, cuando las Escrituras se refieren a nosotros como el Templo de Dios, usa naos (1Co 3:16; 1Co 6:19; Efe 2:21).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

La pregunta de Jesús evidenció la ineptitud e ignorancia de los líderes religiosos judíos con respecto a lo que el AT enseñaba sobre la verdadera naturaleza del Mesías. templo. Vea la nota sobre Mar 11:11. Cristo. Traducción de la palabra hebrea «Mesías», que significa «el ungido» referido al Rey que Dios ha provisto. hijo de David. Título mesiánico comúnmente incluido en la enseñanza normal de los escribas. Los líderes religiosos estaban convencidos de que el Mesías no sería más que un ser humano, por lo que hallaban este título apropiado (vea las notas sobre Mar 10:47; Mat 22:42).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

12:35 — Enseñando Jesús en el templo, decía: ¿Cómo dicen los escribas ( que eran fariseos) que el Cristo es hijo de David? (y por eso en cada familia se esperaba que un hijo nacido sería el Mesías esperado) – Ahora Jesús toma la parte ofensiva en su batalla con los líderes judíos públicamente en el templo, delante de todos. Les propone él una pregunta a los fariseos mientras todavía están juntos (véase Mat 22:42), la que Marcos aquí omite. Luego, basándose en la respuesta de los fariseos de que creen que el Mesías es el hijo de David (es cierto que el Mesías tiene que ser del linaje de David — 2Sa 7:12-13; Sal 89:3-4; Sal 132:11), Jesús les propone la pregunta de este versículo. De esta manera les obliga a pensar en algo más allá de descendencia.
(Mesías es término hebreo, en griego, Cristo, y en español, Ungido).

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL HIJO DE DAVID

Marcos 12:35-37a

Cuando Jesús estaba enseñando en el Templo dijo: -¿Cómo pueden decir los maestros de la Ley que el Ungido de Dios es el Hijo de David? El mismo David, movido por el Espíritu Santo, dijo: «El Señor Le dijo a mi Señor: «Siéntate a Mi diestra hasta que ponga a Tus enemigos por estrado de Tus pies. «» El mismo David le llama Señor. Entonces, ¿cómo puede ser su hijo?

A nosotros nos resulta difícil entender este pasaje, porque usa pensamientos y razonamientos que nos son extraños; pero no les resultaría nada difícil a los que lo oyeron en el recinto del Templo de Jerusalén, porque estaban acostumbrados a esa manera de razonar y de usar las Escrituras.
Podemos empezar por notar algo que nos aclara el pasaje. La versión Reina Valera traduce el versículo 35: «¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?» En las partes más antiguas del Nuevo Testamento, Cristo no es un nombre propio, como ha llegado a ser hasta nuestro tiempo. De hecho, tiene el artículo definido delante en este pasaje, el Cristo. Jristós, Mesías, son las palabras griega y hebrea respectivamente que quieren decir el Ungido. La razón para el uso del título es que en los tiempos antiguos se coronaban los reyes ungiéndolos con aceite -y todavía se usa algo así en muchas ceremonias de coronación. Jristós y Mesías quieren decir los dos el Rey Ungido por Dios, el que había de venir de parte de Dios para salvar a Su pueblo. Así es que, cuando Jesús pregunta: «¿Cómo pueden los escribas decir que el Cristo es hijo de David?» Jesús no se está refiriendo explícitamente a Sí mismo. Lo que está diciendo en realidad es: «¿Cómo pueden decir los escribas que el Rey Ungido por Dios Que ha de venir es hijo de David?»

El razonamiento que presenta Jesús es el siguiente. Cita el Sal 110:1 -«El Señor dice a mi Señor: «Siéntate a Mi diestra, hasta que ponga a Tus enemigos por estrado de Tus pies.»» Los judíos de aquel tiempo suponían que todo el Salmo había sido escrito por el rey David. También mantenían que este Salmo se refería al Mesías que había de venir. En este versículo, David se refiere al Mesías venidero como su Señor. ¿Cómo es que, pregunta Jesús, David le aplica el título de Señor, si es su hijo?

¿Qué está tratando de enseñarnos aquí Jesús? De todos los títulos que se le aplicaban al Mesías, el más corriente era Hijo de David. En todas las épocas, los judíos habían esperado al gran Libertador que Dios les suscitaría de la dinastía de David.

(Isa 9:2-7 ; Isa 11:1-9 ; Jer 23:5 ss; 33:14-18; Ez 34:23 ss; 37:24; Sal 89:20 ss). Fue por ese título como se dirigieron a Jesús algunos, y especialmente las multitudes (Mr 10:47 ss; Mt 9:27 ; Mt 12:23 ; Mt 15:22 ; Mt 21:9; Mt 21:15 ). Por todo el Nuevo Testamento aparece la convicción de que Jesús era de hecho el Hijo de David en el sentido de la descendencia natural (Rm 1:3 ; 2 Timoteo 2:8 ; Mt 1:1-17 ; Lc 3:23-38 ). Las genealogías de Jesús que aparecen en los pasajes de Mateo y Lucas que ya hemos citado tienen el propósito de mostrar que Jesús era de hecho del linaje de David. Lo que Jesús está haciendo no es negar que el Mesías fuera hijo de David, ni que Él mismo lo fuera; sino que Él es el Hijo de David -¡y mucho más que eso! No solamente el Hijo de David, sino el Señor de David.

El problema era que el título Hijo de David se había entremezclado inseparablemente con la idea de un Mesías conquistador, con esperanzas y sueños y aspiraciones y ambiciones políticas y nacionalistas. Jesús estaba diciendo que el título Hijo de David, tal como se usaba popularmente, era una descripción totalmente inadecuada de Sí mismo. Él era Señor. La palabra Señor (en griego Kyrios) era la traducción regular del tetragrámaton hebreo (Yavé, Jehová) en la traducción griega de las Sagradas Escrituras hebreas. Su uso hacía pensar a los creyentes judíos en Dios. Lo que Jesús estaba diciendo era que Él había venido, no para fundar un reino terrenal, sino para traer a Dios a los hombres, y a los hombres a Dios.

Jesús está haciendo aquí lo que siempre estaba tratando de hacer. Quitarles a los hombres de la cabeza la idea de un Mesías guerrero y conquistador que hubiera de fundar un imperio terrenal, y poner en su lugar en sus mentes la idea de un Mesías Que sería el Siervo de Dios y traería a los hombres el amor de Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Jesús critica y acusa a los escribas (Mar 12:35-40)

Análisis de discurso

Esta sección constituye una unidad, dado que Jesús critica la hermenéutica y la praxis de los escribas. Está dividida en dos partes: los versículos Mar 12:35-37, que tocan el tema de la interpretación bíblica de los escribas, es decir, su hermenéutica; y los versículos Mar 12:38-40, que describen la conducta social de los escribas, es decir, su praxis.

En cuanto a la hermenéutica, los escribas sustentaban una ideología de restauración. Promovían la idea de que un descendiente de la familia real de David volvería a establecer un reino con la capital en Jerusalén, luego de expulsar a los romanos de la tierra de Israel. Su reinado restauraría para los escribas y sacerdotes el poder y el control absoluto del país. Entre las bases bíblicas de este programa mesiánico estaba el Sal 110:1. Jesús cuestiona esta interpretación. Para él, el hecho de que David se refiera a este rey como “Señor” indica que nunca podría ser alguien de su propia familia, sino alguien infinitamente superior, un enviado de Dios que superaría todas las expectativas políticas de los líderes y no estaría limitado por las aspiraciones de restauración y poder de éstos. Por eso, el pueblo, que no quería un cambio de opresor, sino una verdadera liberación, lo oía de buena gana.

En cuanto a la praxis de los escribas, Jesús los critica profundamente al desenmascarar sus verdaderas intenciones. Con el prestigio que les daba el conocimiento de la ley de Yavé, se acomodaban socialmente en los mejores lugares, codiciando los honores y el respeto de la gente. Además, eran asignados para administrar las propiedades las viudas, las cuales, por ser mujeres, necesitaban de la mediación de algún varón con autoridad. Esto permitía a los escribas aprovecharse de la situación y tomar más de lo que correspondía por sus servicios. Jesús afirma que en el día del juicio el castigo para esta gente sería mayor.

TÍTULO: Coincidimos con NVI en que los versículos Mar 12:35-40 deben agruparse bajo un mismo título, pero no nos parece adecuado el título propuesto por esta traducción. Preferimos “Jesús critica y acusa a los escribas”.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Cristo: Ver Mar 8:29 arriba. Puede traducirse «Mesías» (TLA, DHH, LPD, CEV).

Hijo de David puede traducirse “descendiente de David”, o «de la familia del rey David» (TLA, CEV). En general, preferimos “descendiente de David”, ya que hijo puede llegar a ser interpretado como hijo directo, que es lo que la palabra significa en castellano. Audiencias indígenas quizás entiendan mejor la idea, si se traduce “de la familia de David”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— hijo de David: La tradición israelita esperaba, por una parte, al Mesías como descendiente de David y, por otra, pensaba que los salmos habían sido compuestos por David. Sobre la base de estos dos supuestos, construye Jesús su argumentación.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Mat 1:1; Mat 20:30-31 y par.; Mat 21:9.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El Mesías, ¿es divino o humano? (ver Mat. 22:41-46; Luc. 20:41-44). Ahora le tocaba a Jesús hacerles una pregunta. Israel esperaba al Mesías, un rey de la línea de David, para restaurar el reino terrenal. Como ya lo hemos visto, puede haber sido por esta falsa esperanza que Jesús no quería decir públicamente que él era el Mesías. Por lo mismo, tan pronto como Pedro le había reconocido como el Mesías, él había explicado que el Mesías de Dios tendría que sufrir y morir. ¿Cómo haría para demostrar que esa expectativa judía estaba equivocada?

Si todos los oyentes de Jesús hubieran estado de acuerdo en que el Sal. 110 fue escrito por David; también hubieran estado de acuerdo en que “mi Señor” del Salmo hacía alusión al ungido de Dios, el Mesías. ¿Cómo, pues, podía David, el venerado antepasado, llamar a su descendiente, el Mesías, “mi Señor” dándole así una posición superior? Cualquier persona que proviene de una cultura que reverencia a sus antepasados verá este detalle de inmediato. Sería inconcebible, a menos que este Mesías fuera más que humano y, por tanto, superior a su antepasado. Si este Salmo en particular fue escrito por David, o no, y si este fue el significado original, o no, no tendría nada que ver con el tema; Jesús estaba hablando de una manera que sus contemporáneos pudieran comprender.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

r 604 Mat 22:42; Luc 20:41; Jua 7:42

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Cristo es hijo de David? Véase coment. en Mt 22:42.

Fuente: La Biblia de las Américas

35 (1) Con respecto a los vs.35-37, véanse las notas de Mat_22:41-45 .

35 (2) Véase la nota 21 (2) del cap.1.

35 (3) Los escribas hablaban según la letra. Lo que hablaron era diferente de lo expresado en el v.36, lo cual fue dicho en el Espíritu Santo.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Véase nota en Mat 22:44.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Hemos visto, en la primera parte de este capítulo, como los enemigos de nuestro Señor procuraron «pescarlo en sus palabras.» Hemos visto como los fariseos, los saduceos, y los escribas le propusieron sucesivamente cuestiones difíciles, cuestiones que, no podemos menos de decirlo, eran más apropiadas para producir disputas y no edificación. El pasaje de que ahora nos ocupamos principia con una cuestión de un carácter muy diferente. Es nuestro Señor quien la propone. Dirige preguntas á sus enemigos sobre Cristo y la significación de las Sagradas Escrituras. Tales preguntas son siempre provechosas. Que gran bien seria para la iglesia que las discusiones teológicas giraran menos sobre fruslerías, y se ocupasen más de materias de peso, y de los puntos necesarios para nuestra salvación.
Aprendamos, en primer lugar, en estos versículos, cuanto se habla de Cristo en las Escrituras del Viejo Testamento. Nuestro Señor desea hacer pública la ignorancia de los maestros judíos respecto á la verdadera naturaleza del Mesías; y lo consigue citando un pasaje del libro de los Salmos, y probando que los escribas no lo entendían bien. Y al hacerlo nos muestra que Cristo era el tema, sobre el cual David fue inspirado por el Espíritu Santo para que escribiera.
Sabemos, por las propias palabras de nuestro Señor en otro lugar, que las Escrituras del Viejo Testamento » dan testimonio de Cristo.»Juan 5.39. El objeto de ellas fue enseñar á los hombres respecto á Cristo, por medio de tipos, de figuras y profecías, hasta que El mismo apareciera en la tierra. Deberíamos tener esto presente al leer el Antiguo Testamento, pero más aun al leer los Salmos. No hay duda que encontramos á Cristo por do quiera en la Ley y en los Profetas, pero en ninguna parte se le encuentra tanto como en el libro de los Salmos. Lo que experimentó y sufrió en su primera venida al mundo, su gloria futura y su segunda venida, son los principales temas de muchos pasajes de esa parte maravillosa de la palabra divina. Es un dicho muy verdadero que al leer los Salmos deberíamos esperar encontrarnos á Cristo tanto como á David.
Guardémonos de rebajar el mérito del Viejo Testamento ni de menospreciarlo. Considerado en el lugar que le corresponde, el Antiguo Testamento es tan valioso como el Nuevo. Probable es que hay en esa parte de la Biblia muchos pasajes muy ricos que aun no han sido explorados por completo. Hay en él pensamientos muy profundos respecto á Jesús, sobre los cuales muchos pasan como sobre minas de oro escondidas, sin saber los tesoros que huellan bajo sus plantas. Reverenciemos toda la Biblia, que toda ella es inspirada, y toda ella es provechosa. Una parte da luz y la otra, y ninguna puede descuidarse sin perjuicio y daño de nuestras almas. Un jactancioso desprecio de las Escrituras del Antiguo Testamento ha resultado siempre ser el primer paso en el camino de la incredulidad.
Aprendamos, en segundo lugar, en estos versículos, que odioso el pecado de la hipocresía en concepto de Cristo. Es una lección que nos da nuestro Señor al apercibirnos contra los escribas. Divulga algunas de sus prácticas mas notorias, la ostentación de sus trajes, su amor de los honores y de las alabanzas de los hombres con preferencia á la aprobación de Dios, su amor del dinero disfrazado bajo la capa de interés por las viudas, sus prolongadas devociones en público para hacer creer á los hombres que eran piadosos en grado eminente. Y termina esa solemne manifestación con estas palabras, «estos sufrirán mayor condenación..
De todos los pecados que el hombre puede cometer, ninguno parece más grave que las protestas falsas y la hipocresía; de todos modos, ninguno ha arrancado de los labios de nuestro Señor un lenguaje más duro, ni tan severas acusaciones. Muy malo es verse arrastrar cautivo de un pecado conocido, y ser esclavo de concupiscencias y placeres diversos; pero es peor aun hacer alarde de tener una religión, cuando en realidad se es esclavo del mundo. No incurramos en pecado tan abominable. Sea nuestra religión cual fuere, no nos cubramos con ningún manto. Seamos francos, honrados, verídicos en nuestro Cristianismo; que no podemos engañar á un Dios que todo lo ve. Quizás conseguiremos engañar á los hombres de corta vista y de pocos alcances, con nuestra conversación y nuestras protestas, con frases llenas de gazmoñería, y con nuestra devoción afectada: pero de Dios nadie se burla. Descubre y discierne los pensamientos é intentos del corazón. Tendremos el día del juicio cuando menos lo pensemos. La «alegría del hipócrita dura un momento.» Job 20.5. Su fin será la vergüenza y el desprecio eterno.
No debemos, sin embargo, olvidar nunca una circunstancia al hacer estas reflexiones sobre la hipocresía. No nos lisonjeemos con la idea, de que algunos no necesitan hacer ninguna profesión de religión, porque muchos la hacen falsa; es una ilusión muy general y de que debemos guardarnos cuidadosamente.
Porque algunos desconceptúen el Cristianismo haciendo profesión de lo que realmente no creen ni sienten, no debe decirse que nos lancemos al otro extremo, y que la expongamos al mismo menosprecie callándola cobardemente, y escondiendo nuestra religión de la vista de todos. Seamos especialmente cuidadosos en exornar nuestra doctrina con nuestras vidas. Probemos nuestra sinceridad siendo consecuentes en nuestra conducta. Probemos al mundo que si hay monedas falsas, también las hay buenas, y que la iglesia visible encierra en su seno cristianos que pueden hacer una buena confesión de fe, así como también escribas y fariseos. Confesemos á nuestro Maestro con modestia y humildad, pero con firmeza y decisión, y mostremos al mundo, que si algunos hombres son hipócritas, hay otros que son honrados y verídicos.
Aprendamos, por último, en estos versículos, cuan agradable es á Cristo el sacrificio que se hace al dar con liberalidad. Esta lección nos la da de una manera muy efectiva el Señor al recomendar la acción de una pobre viuda. Se nos dice que «miraba como el pueblo echaba» las contribuciones voluntarias que hacia para el servicio de Dios en el arca de la ofrenda.»Vio» á muchos que eran ricos echar mucho.»Al fin vio á esa pobre viuda echar todo lo que tenia para su sustento diario. Y entonces le oímos pronunciar estas solemnes palabras: «Esta pobre mujer ha echado más que todos:» más en concepto de Aquel que no considera tan solo la suma que se da, sino los recursos del donante; no solamente la cantidad con que se contribuye, sino los motivos y el corazón del contribuyente.
De las palabras de nuestro Salvador estas son las que más se pasan por alto. Hay millares de personas que recuerdan todos sus discursos doctrinales, y olvidan, sin embargo, este pequeño incidente de su ministerio terrestre. Pruebas de ello tenemos en las mezquinas y pobres contribuciones que se hace anualmente á la iglesia de Cristo y que han de aplicarse al bien del mundo. Pruebas tenemos de ello en las miserables y cortas entradas de todas las sociedades misioneras, en proporción de la riqueza de las iglesias. Pruebas de ello tenemos en las largas listas anuales de suscritores complacidos que se inscriben con cinco pesos, cuando podrían dar miles. La parcimonia de los que hacen profesión de cristianos, en todo lo que se refiere á Dios y á la religión, es uno de los pecados más escandalosos de la época, y uno de los peores signos de los tiempos. Los donantes á la causa de Cristo forman una pequeña fracción de la iglesia visible.
Probablemente uno de cada veinte bautizados sabe lo que es ser «rico para con Dios.» Lucas 12.21. La mayoría gasta pesos cuando de ellos se trata, y no da ni un centavo á Cristo.
Lamentemos este estado de cosas, y reguemos á Dios que lo enmiende. Supliquémosle que abra los ojos de los hombres, que despierte sus corazones, y que suscite en ellos un espíritu de liberalidad. Sobre todo, hagamos cada uno de nosotros nuestro deber, y demos liberal y alegremente para toda empresa cristiana mientras podamos; que no podremos dar cuando nos muramos. Demos recordando que Cristo tiene sus ojos fijos en nosotros. Aun ve exactamente lo que cada cual da, y sabe exactamente cuanto se reserva. Sobre todo, demos como los discípulos de un Salvador crucificado, que se dio á Sí mismo por nosotros en la cruz… Libremente hemos recibido, libremente demos.

Fuente: Los Evangelios Explicados

Lit., ¿Cómo

I.e., el Mesías

Fuente: La Biblia de las Américas