Comentario de Marcos 16:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María madre de Jacobo, y Salomé compraron especias aromáticas para ir a ungirle.
16:1 — Cuando pasó el día de reposo (o, sábado) — Para narraciones paralelas sobre los primeros 8 versículos, véanse Mat 28:1-8; Luc 24:1-11; Jua 20:1-18.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
cuando pasó el día de reposo. Mar 15:42; Mat 28:1; Luc 23:54, Luc 23:56; Luc 24:1; Jua 19:31; Jua 20:1.
María Magdalena. Mar 15:40, Mar 15:47; Luc 24:10; Jua 19:25.
especias aromáticas. Mar 14:3, Mar 14:8; 2Cr 16:14; Jua 19:40.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Un ángel les declara la resurrección de Cristo a tres mujeres, Mar 16:1-8.
Cristo mismo se le aparece a María Magdalena, Mar 16:9-11;
y a dos yendo al campo, Mar 16:12, Mar 16:13;
y luego a los apóstoles, Mar 16:14;
a quienes envía a predicar el evangelio, Mar 16:15-18;
y asciende al cielo, Mar 16:19, Mar 16:20.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Los lectores de Marcos, que reconocieron a Jesús como Hijo de Dios, lo habían visto cruelmente abandonado y asesinado. Ahora su resurrección llenaba a esos lectores de esperanza y regocijo.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
el día de reposo es sábado. El día siguiente es el primer día de la semana, domingo. Las especias evitarían el hedor de la descomposición y eran un símbolo del cuidado y preocupación que aquellas mujeres tenían por su Maestro.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Capitulo 16.
Las mujeres visitan el sepulcro. 16:1-8 (Mat 28:1-10; Luc 24:1-11; Jua 20:1-18).
Cf. Comentario a Mat 28:1-10.
1 Pasado el sábado, María Magdalena, y María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a ungirle. 2 Muy de madrugada, el primer día después del sábado, en cuanto salió el sol, vinieron al monumento. 3 Se decían entre sí: ¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del monumento? 4 Y mirando, vieron que la piedra estaba removida; era muy grande. s Entrando en el monumento, vieron un joven sentado a la derecha, vestido de una túnica blanca, y quedaron sobrecogidas de espanto. 6 El les dijo: No os asustéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el sitio en que le pusieron. 7 Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que os precederá a Galilea: allí le veréis, como os ha dicho. 8 Saliendo, huían del monumento, porque el temor y el espanto se habían apoderado de ellas y a nadie dijeron nada. Tal era el miedo que tenían.
Mc pone en escena explícitamente tres mujeres: Magdalena, María la de Santiago y Salomé, camino del sepulcro. La finalidad es “ungir” el cuerpo de Cristo, como dice Mc l. Cf. Comentario a Mat 28:1-10.
Vienen con el alborear mismo del primer día de la semana, pasado ya el reposo sabático. La forma plural en que lo pone, “en el primer día de los sábados,” es forma semítica 2. La guardia puesta en el sepulcro no había trascendido a estos grupos de mujeres, y probablemente ni al de los apóstoles. Por eso su preocupación es cómo poder rodar la gran piedra que cerraba el sepulcro excavado en la roca, lo que se hacía con palancas o con varios hombres. La piedra era “muy grande.”
A su llegada se encontraron con el sepulcro abierto y sin la guardia (Mt). El relato de Mc es más sobrio en esto que el de Mt.
Entrando en el sepulcro vieron un “joven,” que los otros evangelios describen como uno (Mt) o dos (Lc) ángeles. Su vestidura blanca puede ser el índice de esta misma afirmación de los otros evangelistas (Mt). Para Lc son dos varones con vestidos resplandecientes.
El “joven” les transmite el mensaje para los apóstoles. Primero les anuncia la resurrección de Cristo, y luego viene el mensaje y se nombra a Pedro. El mensaje es que vayan a Galilea, donde le verán, como les había dicho en el Cenáculo.
Las mujeres van a llevar el mensaje a los apóstoles, pero el evangelista termina, como es frecuente en otros pasajes, con una nota de gran sorpresa, admiración, o de temor frecuente en Mc (Mat 4:41; Mat 5:42; Mat 7:37; Mat 9:32; etc.). El evangelio, en su forma primitiva, terminaba aquí3.
Aparición a Magdalena. 16:9-11 (Mat 28:1-10; Luc 24:1-12; Jua 20:1-2.11-18).
Cf. Comentario a Mat 28:1-10 y a Jua 20:1-2.11-18.
9 Resucitado Jesús la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de quien había echado siete demonios. 10 Ella fue quien lo anunció a los que habían vivido con El, que estaban sumidos en la tristeza y el llanto; 11 pero, oyendo que vivía y que había sido visto por ella, no lo creyeron.
Aquí comienza la parte “deuterocanónica” de Mc. Hay cuatro terminaciones distintas: una, la que llega hasta aquí; otra, muy breve, en la que se dice que las mujeres cumplieron su encargo; otra es una terminación muy amplificada. Estas dos últimas tienen muy poco valor crítico, pues se ve el artificio en ellas. Por último, la canónica, que está definido de fe que está inspirada (Trento).
No obstante, su estilo está en fuerte contraste con lo anterior. No hay conexión con el versículo precedente; las mujeres no siguen el mandato del ángel; Magdalena se introduce como si no se la acabase de nombrar; se narran las apariciones de Cristo sin relación a las precedentes; el modo de escribir es ajeno a Mc. Este final de Mc (Jua 16:9-20) presenta además numerosos contactos con las epístolas de San Pablo 4. Hasta se añaden dificultades de crítica textual. Hay diferencia, en ciertos casos, de vocabulario y estilo.
Es difícil que Mc hubiese planeado terminar así su evangelio. Se pensó si la terminación canónica fuese la primitiva y se hubiese suprimido por su diferencia con la hora de la resurrección de Cristo en Mt, ¿De, que la Vulgata vierte por vespere del sábado, o por discrepancias, por esta misma razón, entre la Iglesia de Roma y la de Alejandría. En la Iglesia de Roma, el ayuno pascual era hasta la mañana del día de Pascua (Mc); en Alejandría, hasta la medianoche (Mt: opse). Pero esto no es explicación satisfactoria, pues no haría falta quitar todo el pasaje, sino sólo algún detalle; no explica su falta en muchos códices independientes de la costumbre alejandrina; no explica la estructura misma, tan chocante, del pasaje; y, sobre todo, la solución era traducir opsé, no por vespere, sino por el otro significado que tiene: “después de,” con lo que estaba en pleno acuerdo con Me: “después del sábado” (Mt), “en el amanecer del sábado” (Mc).
Esta parte “deuterocanónica” es, pues, un apéndice, sea tomado de la tradición o resumido por un autor, para evitar la forma abrupta en que termina 5.
Mc destaca que la “primera” aparición fue a Magdalena. Al nombre de Magdalena se añade: “de la que había expulsado siete demonios.” El número siete indica abundancia. La expulsión de demonios, conforme a la mentalidad de entonces, puede referirse a diversas curaciones o a una grave enfermedad. Ella es la única que aparece en escena comunicando el mensaje a los apóstoles, que no lo creen 6.
Aparición a unos caminantes. 16:12-13 (Luc 24:12).
Cf. Comentario a Luc 24:12-13.
12 Después de esto se mostró en otra forma a dos de ellos que iban de camino y se dirigían al campo. 13 Estos, vueltos, dieron la noticia a los demás; ni aun a éstos creyeron.
Esta aparición de Cristo resucitado a “dos que iban de camino” al “campo,” que Lc pone “una aldea,” y se les mostró “en otra forma,” alude indudablemente al pasaje de Emaús. Si pone “en otra forma,” distinta de la ordinaria, se refiere a las diversas con que se aparecía después de resucitado. Acaso en forma de “caminante” (cf. Le). Salvo que piense en las apariciones “inmateriales” con que se aparecía y desaparecía.
Aparición a los Once. 16:14-18.
14 Al fin se manifestó a los Once, estando recostados a la mesa, y les reprendió su incredulidad y dureza de corazón, por cuanto no habían creído a los que le habían visto resucitado de entre los muertos. 1S Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. ‘6 El que creyere y fuere bautizado, se salvará; mas el que no creyere, se condenará. ‘7 A los que creyeren les acompañarán estas señales: en mi nombre echarán los demonios, hablarán lenguas nuevas, 18 tomarán en sus manos serpientes, y, si bebieren ponzoña, no les dañará; pondrán las manos sobre los enfermos, y estos recobrarán la salud.
Resucitado Cristo, se apareció varias veces a los Once. En Lc (24:36-42) hay una escena que pudiera evocar ésta. Pero allí los apóstoles, si no “creen” aún en el resucitado, es en “fuerza del gozo y la admiración.” Se piensa mejor en las primeras apariciones, en las que, al anuncio de las mujeres, no creyeron (Mar 24:10-11; Jua 20:25).
Luego se da la orden de predicar el Evangelio a todas las gentes, junto con el bautismo. Es la enseñanza que aparece en Mt. Se observa ya el universalismo cristiano en acción entre los gentiles. En el Comentario a Mt (c.28) se estudia el valor de estas expresiones.
A esto se añaden una serie de carismas, no directamente para confirmar la fe que se anuncia, sino como un don a los creyentes, aunque con un valor secundario apologético.
Las señales tienen un valor global, que no exigen que se vayan a cumplir en todos y cada uno de los creyentes. Estos carismas se realizarán “en mi nombre.” Ya los apóstoles habían recibido estos carismas (Mt 10:1 par.). Hasta se lee: “Yo os he dado poder para andar sobre serpientes y escorpiones y sobre toda potencia enemiga, y nada os dañará” (Luc 10:19). En la primitiva Iglesia se han visto muchos de estos casos: expulsión de demonios, el don de lenguas; San Pablo, a la mordedura de una serpiente, no le afectará; a San Juan en Patmos le darán una bebida envenenada sin causarle daño. Y hasta se pensaría si la imposición de manos no podría estar relacionada aquí con los efectos de la unción con que se curaban los enfermos (Mar 6:13). En toda la larga historia de la Iglesia, el milagro ha tenido su realización en los fieles.
Probablemente aquí hay una agrupación de sentencias y comentarios a las enseñanzas del Señor, ya que se ven diseminadas en forma más primitiva en otros pasajes 7. Y muy especialmente en el final de Mt (Mar 28:16-20). (Cf. Comentario a Mat 28:19ss).
La ascensión del Señor. 16:19-20.
19 El Señor Jesús, después de haber hablado con ellos, fue levantado a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios. 20 Ellos se fueron, predicando por todas partes, cooperando con ellos el Señor y confirmando su palabra con las señales consiguientes.
Mc termina su evangelio afirmando que el Señor resucitado está en los cielos. Recuerda su lenguaje la “ascensión” de Elias (2Re 2:11; Eco 48:9). La proclamación de su gloria se expresa con el Sal 110:1, en que se reconoce a Cristo “sentado a la diestra de Dios.” Es estar en su misma esfera divina y participando de sus poderes 8.
La expresión “Señor Jesús” es muy rara en los evangelios (Luc 24:3). En otros pasajes neotestamentarios se usa con frecuencia en Hechos y Pablo. Y tanto en varios de estos pasajes como en la Iglesia primitiva, el título de Señor, el Κύριος, aplicado a Cristo, era una confesión de su divinidad. Que es la confesión con que comienza el evangelio de Mc.
Un relato más detallado de la “ascensión” de Cristo se refiere en el evangelio de Lc (Luc 24:50.51 y Hec 1:9-11).
El final del evangelio reconoce la obra misionera de los apóstoles y la confirmación de ella que Cristo les hacía con milagros. Es ya la predicación y extensión de la fe, vista desde la perspectiva histórica de la Iglesia con unas decenas de años.
1 Dhanis, L’ensevelissement de Jesus et la visite au tombeau dans Marc (15:40-16:8): Gregorianum (1958) 367-410. – 2 F. Montaguini, Valde mane una sabbatorum: Scuola Catt. (1957) 11-20. – 3 Cranfield, St. Mark 16:1-8: Scottish Journ. of Theolog. (1952) 282-298 y 398-414; F. C. Conybeare, Aristion, the Author of Mar 16:9ss: The Expositor (1893) p.241-254; (1895) 401-421. – 4 Lagrange, évang. s. Sí. Marc (1929) p.CLVIII. – 5 Hópfl-GuT, Intr. spec. in N.T. (1938) p.85-91; GUY, The origin of the Cospel of Mark p.!61ss. – 6 Sobre la identidad de esta aparición con la colectiva a un grupo de mujeres que cita Mt, cf. Comentario a Mat 28:1-10. – 7 A. E. Haefner, The Bndge between Mk (Mat 16:2-8) and Acts (l,13ss): Journ. of Bibl. Literal, and Exeg. (1958) 67-71; G. Hebert, The Resurrection Narratives in St. Mark’s Cospel: Australian Bibl. Review (1959) 58-65; cf. Scottish Journ. of Theotogy (Edin-burgh 1962) 66-73; J. L. Cheek, Che Historicity cf the Marcan Resurrection Narrative: Journ.Of Bible and Relig. (Boston 1959) 191-201. – 8 Benoit, U Ascensión: Rev. Bibl. (1949) 151-203; para la parte especialmente crítica, cf. Larrañaga, La ascensión de Nuestro Señor en el N.T. (1943); A. W. Ae-Gyle, The heavenly session ofChrist: Theology (1952) p.286-289.
Fuente: Biblia Comentada
pasó el día de reposo. El día de reposo terminaba oficialmente al atardecer del día sábado, después de lo cual las mujeres podían comprar especias. María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé. Vea la nota sobre Mat 27:56. Lucas menciona que Juana y otras mujeres estuvieron presentes también (Luc 24:10; cp. Mar 15:41). especias. Las mujeres compraron más especias, además de las que ya habían preparado antes (cp. Luc 23:56; Jua 19:39-40). ungirle. A diferencia de los egipcios, el pueblo hebreo no embalsamaba a sus muertos. El ungimiento era una demostración de amor, para compensar el hedor de un cuerpo ya en descomposición. Que las mujeres vinieran a ungir el cuerpo de Jesús el tercer día después de su entierro demuestra que ellas, al igual que los discípulos, no esperaban que Él resucitara de los muertos (cp. Mar 8:31; Mar 9:31; Mar 10:34).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
16:1 — Cuando pasó el día de reposo (o, sábado) — Para narraciones paralelas sobre los primeros 8 versículos, véanse Mat 28:1-8; Luc 24:1-11; Jua 20:1-18.
— A las seis de la tarde, poniéndose el sol, pasó el día sábado y comenzó el primer día de la semana (el que llamamos, domingo).
— María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé — Véanse 15:40,47, comentarios. Lucas (24:10) relata que otras mujeres también estuvieron presentes en el sepulcro, entre ellas Juana (la esposa de Chuza, Luc 8:3), y que éstas dieron aviso a los hombres (Luc 24:9). Marcos aquí da el detalle de que estas tres mujeres compraron especias aromáticas.
— compraron especias aromáticas para ir a ungirle — La compra tuvo que hacerse después de las seis de la tarde el sábado. Durante el sábado no se pudo hacer compras. La preparación de las especias aromáticas tuvo que haber sido líquida, pues pensaban ungir el cuerpo de Jesús, completando el embalsamamiento. (El viernes en la tarde hubo tiempo solamente para envolver con prisa el cuerpo de Jesús con “lienzos con especias aromáticas”, 15:46, comentarios).
Considérese 14:8, comentarios.
Fuente: Notas Reeves-Partain
CAPÍTULO 16
f) El sepulcro vacío y el mensaje de la resurrección (Mc/16/01-08).
1 Pasado ya el sábado, María Magdalena y María, la de Santiago, y Salomé compraron sustancias aromáticas para ir a ungirlo. 2 Y muy de mañana, en el primer día de la semana, van al sepulcro, apenas salido el sol. 3 Iban diciéndose entre ellas mismas: «¿Quién nos rodará la piedra de la puerta del sepulcro?» 4 Pero, levantando la vista, ven que la piedra, que por cierto era muy grande, estaba ya retirada. 5 Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven, sentado a la parte derecha, vestido con una túnica blanca, y se quedaron pasmadas. 6 Pero él les dice: «Dejad ya vuestro espanto. Buscáis a Jesús, el Nazareno, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí; éste es el lugar donde lo pusieron. 7 Pero id a decir a sus discípulos, y a Pedro, que él irá antes que vosotros a Galilea; allí lo veréis, conforme os lo dijo él.» 8 Ellas salieron huyendo del sepulcro, porque estaban sobrecogidas de temor y estupor. Y nada dijeron a nadie, porque tenían mucho miedo.
La historia del hallazgo de la tumba vacía por las mujeres desempeña hoy un papel importante en las discusiones sobre la resurrección de Jesús. Muchos investigadores la tienen por una leyenda tardía, que sólo se inventó después de los relatos de las apariciones para apoyar el hecho de la resurrección. Otros ven la dificultad en el hecho de que en Jerusalén seguramente que se hubieran llevado a cabo ciertas investigaciones, de haberse presentado los primeros cristianos diciendo que Jesús el crucificado había resucitado de entre los muertos. El hecho del sepulcro vacío no parece que se discutió en la polémica contra los judíos. Se adoptaron otras explicaciones: los discípulos de Jesús habían robado ocultamente el cadáver de Jesús (Mat 28:15; cf. 27,64; 28,13) o bien que el hortelano lo había puesto sin mala intención en otro lugar (cf. Jua 20:15). Crece así el número de investigadores que reconocen un núcleo histórico en el relato. Por lo demás, la investigación crítica no considera la exposición actual como una reproducción directa del acontecimiento histórico de aquel primer día de la se mana -mañana del domingo-, pues el relato contiene numerosas tensiones y dificultades: ¿por qué querían las mujeres embalsamar el cadáver de Jesús al tercer día de estar depositado en el sepulcro? Debió de temerse una rápida descomposición. La aparición de los ángeles, que los distintos evangelistas refieren de modo diferente, parece ser más bien un recurso estilístico para exponer el mensaje de la resurrección. También resulta curiosa la actitud de las mujeres: no obedecen el encargo del ángel de que vayan a los discípulos y les refieran el hecho. Los otros dos sinópticos han cambiado el final de la narración. Por ello se investiga la historia tradicional del relato y se pretende llegar a un relato más antiguo; aunque también aquí difieren las opiniones. ¿Se trataba originariamente de un breve relato que contaba cómo las mujeres habían descubierto el sepulcro vacío y habían huido presas del asombro y del miedo? ¿Se introdujo sólo más tarde la aparición del ángel en la afirmación de la resurrección?> ¿o bien se narró siempre el mensaje del ángel y sólo posteriormente se añadió el encargo para los discípulos, que las mujeres no cumplieron?. No podemos discutir aquí estos problemas; pero no cabe poner en duda la visita de las mujeres al sepulcro y su descubrimiento de la tumba vacía. Conociendo la manera de exponer del evangelista no nos extraña que el relato se presente en una forma concebida de cara a la predicación. Sólo después de transcurrido el severo reposo sabático pueden las mujeres comprar perfumes. Como el sábado terminaba con la puesta del sol, resultaba ya demasiado tarde para correr aún al sepulcro. Por ello las mujeres se levantan muy temprano al día siguiente. El dato sobre «el primer día de la semana» es notable, porque en todas partes se habla de la resurrección de Jesús «al tercer día» o «después de tres días». Estas son fórmulas de predicación, mientras que aquí se trata de un dato cronológico exacto. Por consiguiente, el relato difícilmente puede derivar de aquella profesión de fe. Ese primer día de la semana -así lo afirma la antigua tradición- las mujeres fueron al sepulcro, aunque su propósito no esté muy claro. ¿Querían ejercer simplemente un acto complementario de piedad? ¿Su visita no tenía más objetivo, como dice Mateo partiendo sin duda de reflexiones parecidas, que el de «ver el sepulcro»? Mateo se ha creado ciertamente una dificultad más con la historia de los centinelas y del sellado del sepulcro (27,62-66). En Marcos no se llega de hecho a ningún embalsamamiento del cadáver de Jesús, de tal modo que el piadoso propósito embalsamador de las mujeres no invalida la palabra profética del Maestro en 14,8. Pero Marcos difícilmente ha podido inventarse las tres mujeres, pues son las mismas a las que se ha nombrado en la escena de la crucifixión (15,40). Su preocupación, durante el camino, sobre quién les removería la piedra resulta comprensible, aunque cabe preguntarse por qué no se habían hecho esta reflexión antes de salir para el sepulcro. Aunque debía tratarse de una piedra rodante que un solo hombre podía mover y que, por tanto, también podían hacerlo tres mujeres reuniendo sus fuerzas. Mas tales reflexiones lógicas pierden de vista el sentido de la narración. Si sometemos la escena a un minucioso análisis crítico, también sobra la explicación aclaratoria de que «era muy grande»; pues ya antes habían mirado y visto que la piedra había sido removida. Algunos manuscritos han cambiado el orden de los hechos. Estos versículos son más bien un recurso literario que acrecienta la tensión: las mujeres llegan al sepulcro, entran y no hallan ya el cadáver de Jesús. Del joven con vestiduras blancas, que por las circunstancias se deduce que es un ángel, un emisario de Dios, debió de hablarse ya desde el comienzo. Si el relato destinado a la comunidad debía revelar un significado de fe, era indispensable que se aludiera a la resurrección de Jesús, y, precisamente con esta misión, el ángel hace resonar el mensaje de la resurrección en el sepulcro vacío. Es un ángel anunciador o un intérprete del acontecimiento que está testificando la tumba vacía. Semejante concepción no sólo se explica perfectamente en el modo de exponer de la Biblia, sino que viene impuesta teniendo en cuenta las diferencias que aparecen en los otros evangelistas. En Lucas son dos jóvenes los que hablan a las mujeres profundamente inclinadas hasta el suelo con palabras que difieren notablemente de las que trae Marcos. Falta el encargo de decir a los discípulos que marchen a Galilea, de acuerdo con la intención teológica de Lucas de dejar a los discípulos en Jerusalén. En Juan, María Magdalena ve a los dos ángeles sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar en que había estado depositado el cadáver de Jesús, pero no le anuncian el mensaje de la resurrección, sino que ella lo conoce por la aparición de Jesús. El encuentro del ángel con las mujeres lo refiere Marcos de acuerdo con el estilo de tales escenas de anuncio: las mujeres se espantan al ver a aquel mensajero del otro mundo, y él las tranquiliza: «Dejad ya vuestro espanto.» Sigue luego el anuncio; la primera parte puede ser tanto una afirmación como un interrogatorio: «¿Buscáis a Jesús Nazareno (cf. 10,47; 14,67), el crucificado? Ha resucitado, no está aquí.» Por sí sola la tumba vacía no es un testimonio directo e inequívoco de la resurrección de Jesús; pero en la palabra del ángel pasa a ser un testimonio elocuente: «Mirad el lugar donde le pusieron.» Si la escena del ángel se considera como una exposición concreta y gráfica de lo que significa la tumba vacía, no por ello pierde ésta su valor certificante, aunque de todos modos para la fe en la resurrección de Jesús sólo ocupa un lugar secundario. Esto responde plenamente a la concepción de la Iglesia primitiva; pues, en la antigua fórmula de fe de 1Co 15:3 ss no se menciona la tumba vacía -aunque si se dice que Jesús fue sepultado, lo que equivale a afirmar que había entrado de lleno en el reino de los muertos-; sino que son las apariciones del Resucitado las que fundamentan la fe. Sólo en conexión con las apariciones de Jesús muerto en cruz y resucitado, adquiere la tumba vacía su verdadero sentido y su valor de testimonio. Para la ideología de los hombres de entonces el cuerpo de Jesús, si realmente había resucitado, no podía ya reposar en el sepulcro. Mas no se ha llegado a través de tales reflexiones a la historia de la tumba vacía; históricamente, más bien ha debido ocurrir así: en la mañana pascual las mujeres descubren en Jerusalén la tumba vacía y, en unión de los discípulos, llegan a la fe en la resurrección de Jesús cuando tienen lugar las apariciones. La reconsideración del asunto hace que también la tumba vacía se convierta en testimonio para la Iglesia primitiva, y este testimonio se expresa en el anuncio del ángel (*). La fe pascual no la ha suscitado la piedra muerta, sino Jesús vivo; pero la tumba es un documento terreno de un acontecimiento supraterreno. El mensaje de la resurrección propiamente dicho se articula de un modo parecido a su formulación en la primitiva predicación cristiana: el Crucificado ha resucitado, o mejor, ha sido resucitado, es decir, suscitado a la vida por Dios, y alcanzó su objetivo. No ha regresado a la vida terrena, sino que ha sido elevado a una nueva dimensión, a la forma de ser celestial y escatológica. En Jesús se cumple de manera eminente su propia palabra: «Quien pierda su vida la pondrá a salvo» (1Co 8:35). Lo que en esta sentencia se dice para los seguidores de Jesús se manifiesta y hace posible en el acontecimiento de la resurrección del Crucificado, del autor de la salvación; pues, sólo porque Jesús, el que fue muerto por los hombres, ha sido resucitado por Dios, puede cumplirse aquella palabra que él pronunció para los creyentes en él. Resuena así en la tumba vacía el mensaje de la resurrección, que para la comunidad creyente no sólo tiene un sentido histórico referido a Jesús, sino que adquiere un significado inmediato para ella: con la fe en la resurrección de Jesús encuentra ella su propia salvación, contempla ante sí su futuro definitivo que se le abre precisamente sobre la base de la resurrección de Jesús. Es cierto que esto no se expresa directamente en las palabras del ángel; pero, en cuanto éstas tienen resonancias del kerygma pascual, para los oyentes revive todo el mensaje de salvación que han aceptado y que condiciona su existencia cristiana. El encargo del ángel, que las mujeres deben dar «a los discípulos y a Pedro», pertenece al mensaje pascual porque apunta a las apariciones del Resucitado. Sin éstas, como hemos visto, no se hubiera llegado ni a la firme fe pascual ni a la plena inteligencia del Resucitado y de la realidad de la resurrección. Si comprendemos el carácter anunciador del relato, el problema de si este encargo a las mujeres entraba en algún relato primitivo se convierte en algo secundario. En tal caso habría que admitir que después siguieron de hecho otros relatos de apariciones. Mas en el relato actual de Marcos esa imprescindible aparición del Resucitado a sus discípulos, y en especial a Pedro, quien históricamente fue el primero que gozó de tal aparición (cf. 1Co 15:5; Luc 24:34), se nos presenta al menos como una promesa en el encargo del ángel y se expresa a modo de anuncio. Por ello, en 16,8 podemos ya imaginar necesariamente la conclusión del Evangelio de Marcos: se ha anunciado todo lo esencial para la fe. La formulación del encargo responde a la palabra de Jesús en la última cena, con la que anunció a los discípulos que tras su desbandada, y una vez resucitado, iría antes que ellos a Galilea (14,28). El ángel recuerda expresamente este vaticinio de Jesús. El evangelista encontró una palabra similar en la tradición o en la primitiva predicación cristiana y la ha acomodado en los dos pasajes de su Evangelio. Poco importa si lo insertó primero en el relato de la última cena o en nuestro lugar. En cualquier caso el sentido es claro: en Galilea han de tener lugar las apariciones del Resucitado. Todavía no se ha dado una respuesta uniforme al problema de si esto corresponde o no al curso histórico de los acontecimientos, cuestión que depende de si la tradición de Galilea o la de Jerusalén (Lc, Jn) merece la preferencia de cara a las apariciones. Incluso si el encargo del ángel a las mujeres sólo se ha formulado teniendo en cuenta el hecho de las apariciones de Jesús en Galilea, conserva su carácter de anuncio y, por lo mismo, su valor indirecto de testimonio. Se ha querido explicar históricamente la actitud de las mujeres, que huyen del sepulcro presas de temor y espanto, en el sentido de que originariamente sólo se hablaba del descubrimiento de la tumba vacía. Entonces el «temor y estupor» -dos expresiones fuertes en griego- serían la reacción natural ante el estremecedor descubrimiento que habían hecho las mujeres. En el Evangelio de Juan, María Magdalena, que al principio sólo piensa en una remoción del cadáver de Jesús, empieza a llorar (20,11.13.15); lo cual es una reacción más comprensible. Además, si tal explicación fuese correcta, deberíamos más bien esperar que las mujeres corriesen inmediatamente a referírselo a los discípulos (cf. Jua 20:2). La reacción descrita en el pasaje que nos ocupa, se explica más fácilmente si las mujeres habían vivido una experiencia de otro tipo, justamente la aparición de un ángel con el anuncio incomprensible de la resurrección de Jesús. Marcos nos presenta una reacción totalmente similar cuando la resurrección de la hija de Jairo: «quedaron maravillados con enorme estupor» (Jua 5:42). Es el éxtasis provocado por un mysterium tremendum: un salir de sí debido a un acontecimiento sobrenatural. En todo caso, así ha debido entenderlo Marcos. De ese modo se explica también que las mujeres «a nadie dijeron nada»; el «miedo» que aparece en la última frase como explicación del hecho, no es otra cosa que el estremecimiento numinoso de que son presa (cf. 4,41, después de calmada la tempestad: «quedaron sumamente atemorizados»). Sólo los otros evangelistas han introducido ciertos equilibrios: «se alejaron de prisa del sepulcro, con miedo, pero con gran alegría, y fueron corriendo a llevar la noticia a los discípulos» (Mat 28:8); «regresaron, pues, del sepulcro y anunciaron todo esto a los once y a todos los demás» (Luc 24:9). Apenas cabe ya entrever el hecho histórico. La última frase -con la partícula «porque»- resulta dura, aunque no imposible. Todavía hoy se discute si puede terminar así todo el Evangelio o si no había una continuación, que se ha perdido o que ha sido sustituida por otra conclusión del libro. Ambos pareceres cuentan con razones en su favor. Una continuación no es absolutamente necesaria, puesto que ya se ha anunciado la resurrección de Jesús y se han indicado al menos las apariciones; pero la mayor parte de los lectores esperaba sin duda saber todavía algo de las apariciones de Jesús. Necesidad a la que da satisfacción la parte final del Evangelio, que no procede del evangelista sino de copistas posteriores. Pero, aunque no dispusiéramos de esa conclusión y el Evangelio de Marcos terminase para nosotros en 16,8, no dejaría de ser una conclusión impresionante: en el pasmo de las mujeres se refleja el mensaje incomprensible, vigoroso y sobrecogedor: Jesús ha resucitado.
……………
* Es doctrina casi común de los exegetas que la fe pascual de la comunidad primitiva la suscitaron las apariciones del Resucitado y no el sepulcro vacío. Pero «con el hallazgo de la tumba vacía por obra de las mujeres llegó a la comunidad creyente el acontecimiento salvador de la resurrección de Jesús. Para hacerlo patente, se puso el mensaje de la resurrección en boca del ángel junto al sepulcro. De este modo la tumba vacía se convirtió en el signo de la acción escatológica de Dios en Jesús» (RUCKSTUHL. o.c., p. 53; el subrayado es del propio autor).
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CONCLUSIÓN CANÓNICA DE MARCOS (Mc/16/09-20).
9 Habiendo resucitado al amanecer, en el primer día de la semana, se apareció primeramente a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. 10 Ella fue a anunciarlo a los que habían estado con él, que estaban sumidos en la tristeza y en el llanto. 11 Ellos, cuando oyeron decir que vivía y que lo había visto ella, se resistieron a creer. 12 Después de esto se manifestó, en otra figura, a dos de ellos, que iban de camino y se dirigían a un caserío: 13 entonces éstos regresaron a dar la noticia a los demás. Pero tampoco a ellos los creyeron. 14 Finalmente se manifestó a los once, mientras estaban a la mesa, y les reprendió su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber dado crédito a quienes lo habían visto resucitado. 15 Luego les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda la creación. 16 El que crea y se bautice, se salvará; pero el que se resista a creer, se condenará. 17 Estas señales acompañarán a los que crean: en virtud de mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas, 18 tomarán en sus manos serpientes, y, aunque beban algo mortalmente venenoso, no les hará daño, impondrán las manos a los enfermos y éstos recobrarán la salud.» 19 Así pues, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Ellos luego fueron a predicar por todas partes, cooperando el Señor con ellos y confirmando su palabra con las señales que la acompañaban.
Esta sección final, añadida en época posterior, que falta en los manuscritos más antiguos y que muchos padres de la Iglesia desconocen, resume los relatos de las apariciones que relatan los otros Evangelios, especialmente los de Lucas y Juan. El estilo aparece en parte quebrado y tampoco las ideas son profundas, aunque son interesantes para conocer el pensamiento de la comunidad posterior. Se reconocen dos secciones: la primera menciona brevemente las apariciones de Jesús a Magdalena, a los discípulos de Emaús y a los once. El acento recae ahí en la incredulidad de los discípulos a quienes el Señor reprocha el no haber dado fe a quienes le habían visto. Es una clara amonestación a los creyentes que vendrán después para que crean a los testigos de la resurrección, aunque personalmente no hayan visto al Señor (cf. Jua 20:29). La segunda parte recoge el discurso de misión del Señor resucitado. Con la exhortación a misionar por todo el mundo va unida la tesis de que fe y bautismo son requisitos necesarios para la salvación. Se promete además a los predicadores la facultad de hacer prodigios que deben apoyar y confirmar su predicación misionera. Finalmente, Jesús se separa de los discípulos con la ascensión al cielo -tomada del doble relato de Lucas en sus dos obras- y está sentado desde entonces a la derecha de Dios. Hacia él mira la comunidad con quien el Señor colabora en su misión sobre la tierra. Son imágenes perfectamente definidas de la primitiva Iglesia católica, empeñada en una misión universal.
La aparición del Resucitado a María Magdalena, que difícilmente encaja con el relato del hallazgo de la tumba vacía a causa de la indicación cronológica «de mañana, en el primer día de la semana», está tomada de Jua 20:11-18, sin ningún pormenor. María Magdalena viene también presentada según Luc 8:2, texto donde se dice que Jesús expulsó de ella siete demonios. Lo cual, por otra parte, no quiere indicar la condición de gran pecadora -difícilmente puede identificarse con la pecadora de Luc 7:36-50 sino más bien lo grave de una enfermedad funesta de la que Jesús la había curado. El autor sólo quiere presentársela al lector, sin que le preocupe una descripción más detallada de su persona. Por eso, no menciona tampoco sus lágrimas cuando no encontró el cadáver de Jesús; mientras presenta a los acompañantes de Jesús gimiendo y llorando como en un duelo mortuorio. No creen el mensaje de la mujer. La palabra que hemos traducido por «aparecerse» es distinta que la de los otros textos y expresa una visión corporal realista, al igual que toda la sección quiere presentar los hechos de una forma realista y masiva. El episodio de Emaús, referido en Lc 24, aparece también recapitulado con parecida sobriedad. Este precioso y profundo relato está abreviado refiriendo únicamente que Jesús se apareció «con otra figura» a «dos de ellos», es decir de los acompañantes de Jesús antes mencionados y que sin duda considera como un grupo mayor cuando se dirigían al campo. Así pues, según la concepción del autor, Jesús habría adoptado de propósito la apariencia de un «forastero». Nada dice de que los ojos de los discípulos de Emaús se abriesen al partir el pan. Lo único que le importa una vez más es el hecho de que los otros discípulos no les prestaron ningún crédito. Finalmente, el autor menciona la aparición de Jesús a los «once», con la que se refiere evidentemente al relato de Luc 24:36-43, en que también se habla de la incredulidad de los discípulos. Según la concepción de este desconocido compilador posterior, Jesús les reprocha aun ahora su incredulidad y dureza de corazón, sobre la base una vez más de que no prestaron fe alguna a quienes le habían visto resucitado. Con un propósito apenas velado quiere presentar a los lectores la necesidad de una fe bien dispuesta. Mas con ello los discípulos aparecen bajo una luz poco favorable. Esto es lo que ha movido a un copista posterior a insertar aquí una justificación. El pequeño diálogo entre Jesús y sus discípulos, conservado en un manuscrito griego del siglo IV/V, es digno de consideración por su textura espiritual y su visión tenebrosa del mundo y del poder de Satán. He aquí el texto:
Y ellos se disculpaban y decían: Este eón de iniquidad y de incredulidad está sometido a Satán, que no permite que lo que está bajo los espíritus inmundos comprenda la verdad y fuerza de Dios [el texto está incompleto]. Por ello, revela ya ahora tu justicia, le decían ellos a Cristo. Y Cristo les replicó: Se ha cumplido el límite de los años para el poder de Satán. Pero se avecinan otras cosas terribles. Y por los pecadores fui yo entregado a la muerte, a fin de que se conviertan a la verdad y no pequen más, y para que hereden la gloria espiritual e imperecedera de la justicia en el cielo.
El envío de los discípulos a predicar, que sigue después, pertenece también para Mateo (Luc 28:16-20) y para Lucas (Luc 24:47) a la aparición pascual del Resucitado. El autor de la conclusión apócrifa de Marcos le ha dado una forma especial que presenta la acción misionera universal y abarcando la creación entera. No es que se piense que los discípulos hayan de predicar también a la creación irracional, puesto que a la predicación responde en la frase inmediata la fe, que cada hombre debe prestar. Pero se subraya la penetración triunfal del Evangelio, al igual que en el himno a Cristo de 1Ti 3:16 se dice: «proclamado entre los gentiles, creído en el mundo». Esa Iglesia está firmemente convencida de que sólo se salvará el que crea y se bautice; el que no crea está condenado en el juicio de Dios. Atención especial se pone también en los prodigios concomitantes, en que se expresaría una experiencia de la Iglesia misionera. En ella se daban fuerzas carismáticas extraordinarias; se ha observado que las curaciones y milagros mencionados aquí aparecen también en los Hechos de los Apóstoles. Pero la dureza del juicio condenatorio contra los incrédulos, entre los que no se distingue a los malintencionados de los que tienen excusa, y la insistencia en las obras milagrosas que acompañan a la misión, son rasgos condicionados a la historia, a los que no hemos de dar un valor absoluto ni para todos los tiempos. Al final se menciona la ascensión de Jesús al cielo y su entronización a la diestra de Dios. La visión lucana del arrebato corporal de Jesús se ha impuesto, aunque sólo se tratase de una forma de representar el hecho que los otros evangelistas no conocen. Mas para la imagen del mundo, entonces imperante, no ofrecía ninguna dificultad al tiempo que permitía dar una idea a la comunidad del alejamiento de Jesús de sus discípulos y simultáneamente de su permanente proximidad. El Señor que está sentado a la derecha de Dios permanece unido sobre la tierra a su comunidad que continúa su obra y la ayuda con su cooperación; cooperación que el autor vuelve a ver sobre todo en los signos que corroboran la predicación misionera. El ímpetu misional, que arrancó del Resucitado, aparece también claramente en otra conclusión, mucho más corta, del Evangelio de Marcos que se encuentra en cierto número de manuscritos: Ellas refirieron brevemente a los compañeros de Pedro todo lo que se les había anunciado. Posteriormente también Jesús mismo, por medio de ellos, llevó desde el oriente al ocaso, el mensaje sagrado de la salvación eterna. El Evangelio, que Jesús anunció durante su ministerio terrenal, sólo había de convertirse, mediante su entrega a la muerte, en la fuerza motriz y salvadora del género humano. Pero la comunidad, que después de la muerte de su Señor siente que pesa sobre sus hombros el deber de predicar el Evangelio, se sabe enviada no por sus propias fuerzas sino por la suprema autoridad del Resucitado. Es el propio Señor quien prolonga su predicación por medio de la comunidad, la cual está segura de su triunfo porque el Señor ha resucitado de entre los muertos.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
La resurrección (Mar 16:1-8)
Análisis de discurso
Este pasaje tiene como principio y fin dos referencias a las mujeres: la primera, cuando vienen al sepulcro (v. Mar 16:2), y la segunda, cuando huyen del sepulcro (v. Mar 16:8). Primero, vienen hablando entre ellas (v. Mar 16:3), y luego se van en silencio, aterrorizadas, sin decir nada a nadie (v. Mar 16:8). En toda esta sección hay un énfasis en el sentido de la vista. Primero, las mujeres “ven” que la piedra ha sido removida (v. Mar 16:4), y luego, al entrar en el sepulcro, “ven” a un joven sentado y vestido con ropas blancas (v. Mar 16:5), quien las invita a “mirar” el lugar, ahora vacío, en donde había estado el cuerpo de Jesús. Este énfasis en la vista se explica por el hecho que los primeros cristianos tuvieron que defenderse de las acusaciones de quienes afirmaban que la resurrección nunca había sucedido, o que Jesús nunca había muerto, pues no era un ser humano, sino un espíritu; frente a estas acusaciones, los primeros cristianos afirmaron la resurrección como un hecho que contaba con testigos oculares.
Este joven nos hace acordar al otro joven (la palabra griega es la misma, neaniskos) que huyó desnudo cuando quisieron prenderle (Mar 14:51). Ambos están vestidos (se usa la misma palabra en griego), uno con una sábana (la palabra es sindona, que se utiliza también para referirse a la sábana con que José de Arimatea envolvió el cuerpo de Jesús), y el otro con vestiduras blancas (leukēn, el mismo color que tenían los vestidos de Jesús en la transfiguración, en Mar 9:3), la misma frase que se utiliza en Apo 7:9, Apo 7:13 para describir las vestiduras de los mártires (Myers, 398).
TÍTULO: Sugerimos «La resurrección».
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Ungirlo: Se refiere a la práctica judía de ungir el cuerpo antes de enterrarlo. Puesto que José de Arimatea no lo había hecho, las mujeres vienen al sepulcro para realizar este rito. BL traduce «embalsamar el cuerpo», y BJ, «embalsamarle». Nida nos alerta que tales traducciones podrían prestarse a confusión, ya que no se está refiriendo a la práctica de los egipcios de embalsamar el cuerpo, sino, simplemente, a la de ungirlo, es decir, untarlo con perfumes (Bratcher y Nida, 501).
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Mar 14:8; Jua 19:40.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— pasado el sábado: Los judíos computaban el día desde una a otra puesta del sol. Por lo tanto el día -y en este caso el sábado y la consiguiente obligación de no trabajar- terminaba cuando aparecían las primeras estrellas. Ver nota a Mar 1:32.
— la madre de Santiago: Lit. la de Santiago. Ver nota a Mar 15:47.
— para embalsamar: Ver nota a Mat 26:12.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
La resurrección y el Rey. Estos ocho versículos muestran que el grito grande final de Jesús desde la cruz: “¡Consumado es!” (que Mar. registra sin incluir las palabras) significa: “¡La misión ha sido cumplida!” Estos son los caracteres chinos colocados sobre la cruz en las montañas elevadas cerca de Kowloon, y lo que la figura triunfante del Cristo de los Andes muestra en América del Sur.
El sábado terminaba al anochecer. Los comercios estaban abiertos, por tanto las mujeres pudieron comprar especias necesarias para el entierro. Para embalsamar el cuerpo de Jesús tuvieron que esperar a la luz del día domingo por la mañana (conocido por los cristianos como “el día del Señor” desde aquel entonces). Estos preparativos son la prueba más fuerte de que hasta los discípulos más cercanos no estaban esperando la resurrección y no hubieran inventado la historia. ¿Por qué comprarían especias o vendrían pensando embalsamar su cuerpo, si creían que iba a resucitar? ¿Por qué preocuparse del movimiento de la piedra de la puerta? (3). Si Jesús no hubiera resucitado, esta piedra hubiera sido un verdadero obstáculo. Las mujeres bien sabían cuál era la sepultura de Jesús (15:47); no había razón de cometer un error. Tienen que haber sabido lo pesada que era la piedra y que tres mujeres no hubieran podido moverla. (Los preparativos para los entierros los hacían las mujeres.)
Cuando llegaron hallaron que la piedra ya había sido removida, que la tumba estaba vacía y un joven vestido de una larga ropa blanca estaba sentado adentro. El les dio la gozosa noticia de que Jesús había resucitado y las envió a decírselo a sus discípulos. Aunque Mar. no dice que el joven fuera un ángel, los ropajes blancos y resplandecientes se asocian, por lo general, con seres angelicales (como lo vimos en el relato de la transfiguración; 9:3). Es una tontería pensar en él como un mero discípulo. El pobre Pedro caído fue incluido especialmente en esta palabra de esperanza. ¿Sería Marcos el que vería esto como una palabra especial de consuelo para los cristianos que habían cedido bajo la persecución, fuera en Roma o en otra parte? Pero lo mejor de todo, los discípulos verían a Jesús nuevamente en su mundo diario común de Galilea, como él lo había prometido (14:28).
Pudiéramos haber pensado que Mar. dijera que las mujeres, triunfalmente, trajeron la noticia a los discípulos pero, en vez de ello, dice que corrieron (como lo hicieron los varones antes). Esto fue porque estaban llenas de asombro y alegría. La traducción que dice salieron y huyeron del sepulcro, porque temblaban y estaban presas de espanto no comunica todo el significado. Así que no dijeron nada a nadie. Sabemos de los otros Evangelios que todo esto requirió un encuentro personal con el Cristo resucitado para cambiar una emoción privada a una fe viva que pudiera servir de testimonio (Juan 20:18). Es posible que Pedro mismo pudo confesar todo esto en persona ante la iglesia de Mar. (7).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
16.1, 2 Las mujeres compraron las especias el sábado en la tarde y fueron a la tumba a la mañana siguiente. No llevaban especias para embalsamar el cuerpo de Jesús, sino para ungirlo como una prueba de amor, devoción y respeto. Llevar especias a la tumba era como llevar hoy en día flores a las sepulturas.16.4 Los ángeles no movieron la piedra para que Jesús saliera, sino para que la gente entrara y viera que Jesús había resucitado como lo prometió.16.5 Marcos habla de un ángel con el cual las mujeres se encontraron en la tumba, en tanto que Lucas habla de dos. Estos relatos no son contradictorios. Cada autor de los Evangelios decidió resaltar diferentes detalles al referirse a la misma historia, al igual que los testigos presenciales de un hecho noticioso pueden destacar aspectos diferentes del suceso. Tal vez Marcos destacó al ángel que habló. El énfasis diferente de cada Evangelio muestra que los autores escribieron en forma independiente y que los relatos de los cuatro son verdaderos y confiables.16.6 La resurrección es de vital importancia por varias razones: (1) Jesús cumplió su promesa de levantarse de entre los muertos, por lo cual podemos creer que El cumplirá todas sus otras promesas. (2) La resurrección nos asegura que el gobernador del eterno Reino de Dios será el Cristo viviente, no una idea, ni una esperanza, ni un sueño. (3) Al levantarse de la muerte, Cristo nos asegura que también resucitaremos. (4) El poder de Dios que levantó el cuerpo de Cristo de la muerte está vigente para traer de nuevo a la vida nuestra moralidad y nuestra espiritualidad que están muertas, cambiándonos y haciéndonos crecer (1Co 15:12-19). (5) La resurrección es parte esencial del testimonio de la Iglesia ante el mundo. Nosotros no solo contamos lecciones de la vida de un buen profesor, sino que proclamamos la realidad de la resurrección de Cristo Jesús.16.7 El ángel hizo mención especial de Pedro para mostrar que, a pesar de la negación de este, Jesús no lo había negado. El seguía teniendo reservadas para Pedro grandes responsabilidades en la Iglesia que aún no había nacido.16.7 El ángel dijo a los discípulos que se reunieran con Jesús en Galilea, tal como El mismo se los dijo antes (Mar 14:28). Allí fue donde llamó a varios de ellos para que fueran «pescadores de hombres» (Mat 4:19) y allí sería donde esta misión se reestablecería (Juan 21). Pero los discípulos, llenos de temor, se mantuvieron tras puertas fuertemente cerradas en Jerusalén (Joh 20:19). Jesús se reunió con ellos primero en Jerusalén (Luk 24:36) y más tarde en Galilea (Juan 21). Luego regresó a Jerusalén desde donde ascendió a los cielos desde el Monte de los Olivos (Act 1:12).16.13 Cuando los dos hombres por fin se dieron cuenta que era Jesús, volvieron prestos a Jerusalén. No es suficiente leer acerca de Cristo como un personaje ni estudiar sus enseñanzas. Al creer que El es Dios, debemos confiar que nos salvará y debemos aceptarle como el Señor de nuestras vidas. Esta es la diferencia entre conocer a Jesús y saber acerca de El. Solo cuando le conocemos nos sentiremos motivados a testificar a otros de lo que El ha hecho por nosotros.16.15 Jesús dijo a sus discípulos: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio». Que todos sepan que El ya pagó el castigo por el pecado y que todos los que creen en El recibirán perdón y vida eterna junto a Dios. Hoy en día, los discípulos cristianos se encuentran en todas partes del mundo hablando de estas buenas nuevas a los pueblos que no las han oído. El poder que dirige y lleva a los misioneros alrededor del mundo y pone a la Iglesia de Cristo en acción es la fe que viene de la resurrección. ¿Ha sentido alguna vez que no posee las habilidades ni la osadía para ser un testigo de Cristo? Debe darse cuenta que Jesús se levantó de entre los muertos y vive para nosotros. En la medida que crezca en su relación con Dios, El le dará las oportunidades y la fuerza interna para proclamar su mensaje.16.16 No es el agua del bautismo lo que salva, sino la gracia de Dios aceptada por la fe en Cristo. El bautismo es una señal externa de una fe interna. Por la respuesta de Jesús al ladrón en la cruz entendemos que se salvó sin el bautismo (Luk 23:43). El bautismo solo sin fe no lleva automáticamente a la persona al cielo. Los que rechazan creer serán condenados, no importa que estén o no bautizados.16.18 Hay ocasiones cuando Dios interviene milagrosamente para proteger a sus seguidores. A veces, El les da un poder especial. Pablo tuvo serpientes en sus manos (Act 28:5) y los discípulos sanaron a los enfermos (Mat 10:1; Act 3:7-8). Esto no significa, sin embargo, que podemos probar a Dios poniéndonos a propósito en situaciones peligrosas.16.19 Cuando Jesús ascendió al cielo, dejó de estar físicamente con los discípulos (Act 1:9). El hecho de que Jesús se sentara a la diestra de Dios significa la consumación de su obra, su autoridad como Dios y su coronación como Rey.16.20 El Evangelio de Marcos enfatiza el poder de Cristo y su condición de siervo. La vida y las enseñanzas de Jesús ponen las cosas del mundo al revés. El mundo entiende el poder como el control que se tiene sobre los demás para subyugarlos. Pero Jesús, con todo su poder y autoridad tanto en el cielo como en la tierra, opta por servir a los demás. Tuvo a los niños en brazos, sanó a los enfermos, lavó los pies a sus discípulos y murió por los pecados del mundo. Seguir a Cristo significa recibir este mismo poder de servicio. Como creyentes, tenemos el llamamiento a ser servidores de Cristo. En la misma forma en que Cristo sirvió, debemos servir nosotros.EVIDENCIA DE QUE JESUS MURIO Y RESUCITOEsta evidencia demuestra que Jesús es único en la historia y prueba que es el Hijo de Dios. Nadie más ha sido capaz de predecir su resurrección y luego realizarla.Explicaciones presentadas de la tumba vacía:Jesús solo estaba inconsciente y luego revivió.Evidencia en contra de estas explicaciones:Un soldado romano le dijo a Pilato que Jesús había muerto. Mar 15:44-45Los soldados romanos no quebraron las piernas de Jesús, porque ya estaba muerto. Uno de ellos le abrió el costado con una lanza.: Joh 19:32-34José de Arimatea y Nicodemo envolvieron el cuerpo de Jesús y lo colocaron en la tumba.: Joh 19:38-40Las mujeres se equivocaron de tumba.Evidencia en contra de estas explicaciones:María Magdalena y María la madre de José vieron a Jesús en la tumba.: Mat 27:59-61; Mar 15:47; Luk 23:55El domingo en la mañana Pedro y Juan también fueron a la misma tumba.: Joh 20:3-9Ladrones desconocidos robaron el cuerpo de Jesús.Evidencia en contra de estas explicaciones:Los soldados romanos sellaron y custodiaron la tumba.: Mat 27:65-66Los discípulos robaron el cuerpo de Jesús.Evidencia en contra de estas explicaciones:Los discípulos estaban listos a morir por su fe. Robarse el cuerpo habría sido reconocer que su fe no tenía sentido.: Hechos 12.2La tumba estaba custodiada y sellada.: Mat 27:66Los líderes religiosos robaron el cuerpo de Jesús para más tarde mostrarlo.Si los líderes religiosos hubieran robado el cuerpo de Jesús, sin duda habrían hecho algo para acallar los rumores de su resurrección.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 849 Éxo 20:8
b 850 Mat 28:1
c 851 Mar 14:8; Luc 23:56
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Pasado el día de reposo. Al anochecer del día de reposo, cuando comenzaba el primer día de la semana, las mujeres ya podían ir a comprar las especias aromáticas (áloe y mirra) que necesitaban para ungir el cuerpo de Jesús como un acto de profundo respeto y devoción al Señor.
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) Con respecto a los vs.1-8, véanse las notas de Mat_28:1-8 .
1 (2) Véase la nota 40 (1) del cap.15.
1 (3) Véase la nota 40 (3) del cap.15.
1 (4) Diferente de la palabra que se traduce ungido en Luc_4:18 y unción en 1Jn_2:20 . Compraron especias aromáticas para… ungirle denota amor, aprecio y conmemoración.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Cuando pasó el día de reposo. Ahora ya se podía trabajar a fin de preparar el cuerpo para una sepultura permanente.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
108 (E) La tumba vacía (16,1-8). La tumba vacía no era una prueba de la resurrección de Jesús, pero sí era una condición necesaria para que los discípulos proclamasen que Jesús había resucitado (cf. Mt 28,11-15 sobre la acusación judía de que los discípulos habían robado el cuerpo). Otros escritos del NT acentúan la importancia de las apariciones de Jesús resucitado (cf. 1 Cor 15,3-8; Mt 28; Lc 24; Jn 20-21). Marcos, probablemente, partía del supuesto de que sus lectores estaban algo familiarizados con las tradiciones de aparición, y así optó por concluir el evangelio sutil y dramáticamente dejando que sus lectores reconocieran la resurrección y esperasen la parusía. 1. María Magdalena: María había visto morir a Jesús (15,40) y la tumba en la que fue sepultado (15,47). Las designaciones de la otra María en 15,47 (María, la madre de José) y 16,1 (María, la madre de Santiago) han llevado a algunos autores a suponer que se trataba de dos personas distintas (véase 15,40; cf. 6,3). para embalsamarle: Según Jn 19,40, el cadáver de Jesús ya había sido preparado para el entierro, pero Mc 14,8 y 16,1 supone que no se habían completado los preparativos necesarios. Según Mt 28,1, las mujeres fueron simplemente a ver la tumba. 2. el día primero de la semana: Según el calendario judío, el domingo era el primer día de la semana. La frase «después de tres días» que encontramos en las predicciones de la pasión (8,31; 9,31; 10,34) se iguala con la indicación «al tercer día», contando desde el viernes por la tarde (15 de nisán) al domingo por la mañana (17 de nisán). 3. ¿quién correrá la piedra?: La piedra era un gran bloque redondo adaptado a una ranura en la entrada de la tumba. No se nos explica por qué las mujeres no consideraron con anterioridad este problema. Ni tampoco hay explicación alguna de cómo fue desplazada la piedra. 5. un joven: Según Mt 28,5, el heraldo era un ángel. El término marcano neaniskos, «joven», fue utilizado previamente para referirse al joven que huyó desnudo durante el arresto de Jesús (14,51-52). 6. ha resucitado, no está aquí: El vacío que había en la plataforma o nicho sobre el que se había colocado el cadáver de Jesús (cf. 15,46) se explica en términos de resurrección. El pasivo égerthé, «ha resucitado», supone que ha sido Dios quien ha resucitado a Jesús. 7. va delante de vosotros a Galilea: El mensaje retrocede a la profecía de Jesús de 14,28 («iré delante de vosotros a Galilea») y avanza hacia las apariciones de Jesús resucitado en Galilea tras el regreso de los discípulos de Jerusalén (cf. Mt 28,9-10). Lc 24,13-49 y Jn 20 narran una serie de apariciones en Jerusalén. 8. tenían miedo: Ante el mensajero las mujeres reaccionan con temblor y silencio, que Marcos explica como provocado por el miedo (ephobounto gar). ¿Quiso Marcos terminar su evangelio en este punto? Si así fue, se ría porque suponía un conocimiento de las apariciones de Jesús resucitado (14,28; 16,7). Un libro podía terminar con gar, «pues» (P. W. van der Horst, JTS 23 [1972] 121-24). Marcos terminaba sus relatos mediante comentarios explicativos con gar (6,52; 114,2) y con descripciones de las emociones de los personajes (6,52; 9,32; 12,17).
109 (F) Finales posteriores (16,9-20). La conclusión más larga, tradicionalmente designada como Mc 16,9-20, difiere en vocabulario y estilo del resto del evangelio, no aparece en los mejores y más antiguos manuscritos actualmente disponibles y tampoco se encontraba en los manuscritos de tiempos patrísticos. Probablemente, se trata de un compendio de relatos de aparición del s. II d.C., basados en Lc 24, con alguna influencia de Jn 20; está formado por las apariciones a María Magdalena en 16,9-11 (cf. Mt 28,9-10; Lc 24,10-11; Jn 20,14-18), a dos viajeros en 16,12-13 (cf. Lc 24,13-35), a los once discípulos en 16,14-18 (cf. Lc 24,36-43; Jn 20,19-23,26-29; Mt 28,16-20), y concluye con la ascensión de Jesús en 16,19-20 (cf. Lc 24,50-51; Hch 1,9-11) → Canonicidad, 66:91.
La llamada conclusión más breve consiste en el informe de las mujeres hacen a Pedro y el mandato que Jesús da a los discípulos para que predicaran el evangelio. Aquí también el lenguaje no marcano y la débil evidencia de los manuscritos indican que este pasaje no era el final del evangelio.
El llamado Logion Freer del Codex W que se intercala entre 16,14 y 16,15 del final más largo es una glosa tardía que trata de suavizar la condena de los discípulos en 16,14. Todas las terminaciones atribuidas a Marcos en la tradición manuscrita fueron añadidas porque los escribas no consideraban que 16,1-8 fuera un final adecuado. Afirmar que ninguno de estos finales fue escrito por Marcos no es lo mismo que probar que Marcos terminó su evangelio en 16,8. Después de todo, puede haberse perdido un final que contase historias de apariciones. O también Marcos podía haber decidido no terminar su evangelio. No obstante, existen buenas razones literarias y teológicas para mantener que el evangelio terminaba en 16,8 (J. Hug, La finale de l’evangile de Marc (Mc 16,9-20) [EBib, París 1978]).
[Traducido por José Pérez Escobar]
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
Observemos, en este pasaje, el poder de un amor intenso á Cristo. Tenemos una muestra concluyente en la conducta de María Magdalena, y de la otra María, de que habla aquí S. Marcos. Nos dice que habían «comprado drogas aromáticas «para ungir al Señor, y que «muy de mañana, el primer día de la semana, fueron al sepulcro, ya salido el sol..
Bien podemos comprender que no poco valor se necesitaba para dar ese paso. Visitar la tumba en el crepúsculo confuso de una alborada oriental, pondría á prueba en cualquiera circunstancia á la mayor parte de las mujeres. Pero visitar el sepulcro de uno que había sido ejecutado como un malhechor, y levantarse tan de mañana para tributar honores á quien su nación había despreciado, era en verdad mucha valentía. Sin embargo, estos son los actos que muestran la diferencia que hay entre la fe débil y la fuerte, entre un amor débil hacia Cristo y otro que fue intenso. Estas santas mujeres habían probado lo que es la misericordia y el perdón de nuestro Señor. Sus corazones rebosaban de gratitud hacia El por la luz, la esperanza, el consuelo, y la paz que les había dado. Con gusto querían exponerse á todas las consecuencias al manifestar su efecto á su Salvador. Cuanta verdad en estas palabras del Cantar; «El amor es tan fuerte como la muerte–muchas aguas no pueden apagar el amor, ni torrentes ahogarlo.» Son 8:6-7.
¿Por qué es que encontramos tan poco de ese amor intenso á Jesús entre los cristianos del día? ¿Cómo es que raras veces vemos santos que arrostren cualquier peligro, y que por amor de Cristo atraviesen fuego y agua? No hay más que una respuesta. La causa de ella es la fe débil que tanto prevalece, y la falta de convicción de lo mucho que debemos á Cristo. El sentir débilmente la enormidad de nuestros pecados nos hará siempre tener en poco el valor de la salvación.
El no apreciar en lo que realmente es la deuda que tenemos contraída con Dios trae por consecuencia a valorar muy bajo lo que debemos por nuestra redención. El hombre que reconoce lo mucho que se le ha perdonado es el que ama mucho. «A quien poco se le perdona, ese ama poco » Luk 7:47.
Observemos, en segundo lugar, en este pasaje, como las dificultades que los cristianos temen, desaparecen algunas veces cuando se les ven de cerca. Estas santas mujeres, al dirigirse al sepulcro de nuestro Señor, estaban llenas de temores respecto á la piedra de la puerta. «Se decían unas á otras, ¿Quién rodará y apartará la piedra de la puerta del sepulcro?» Pero sus temores eran infundados, pues descubrieron que no existía el inconveniente que anticipaban. «Cuando miraron, vieron que la piedra estaba rodada..
¡Que emblema tan vivido tenemos en esta simple narración de lo que muchos cristianos saben por experiencia! Cuantas veces están los creyentes angustiados y abatidos anticipándose males, y, no obstante, cuando llega la necesidad, encuentran removido el obstáculo que temían, y la «piedra rodada y apartada.» Una gran parte de las ansiedades que los santos experimentan nace de causas que realmente no existen. Nos ponemos á prever todas las eventualidades que podrán acontecer en nuestro viaje hacia el cielo; evocamos con nuestra imaginación todos los obstáculos y peligros nos abrumamos mentalmente con los cuidados de mañana así come con los de hoy : y muchas, muchas veces, encontramos al fin que nuestras dudas y alarmas eran infundadas, y que lo que más temíamos no ha acontecido jamás. Pidámosle á Dios una fe más práctica; creamos que no seremos abandonados enteramente cuando marchemos por la senda del deber.
Avancemos por ella decididos, y descubriremos á menudo que el león que nos cerraba el camino está encadenado, y que lo que nos parecía un vallado de espinos no es más que una sombra.
Observemos, en tercer lugar, en este pasaje, que los amigos de Cristo no tienen porqué temer a los ángeles. Se nos dice que cuando María Magdalena y su compañera vieron á un ángel sentado dentro del sepulcro «se atemorizaron;» pero estas palabras las tranquilizaron inmediatamente: «No temáis; buscáis á Jesús Nazareno, que fue crucificado..
La lección á primera vista podrá parecer de poca importancia, pues en el día ni tenemos visiones de ángeles, ni esperamos tenerlas; pero de seguro que nos será muy útil en una época que está por venir. El día se está acercando en que el Señor Jesús volverá á juzgar el mundo rodeado de todos sus ángeles, y estos reunirán á sus elegidos de los cuatro puntos cardinales. Los ángeles atarán en haces la cizaña para quemarla; y guardarán el trigo de Dios en su granero. Los que los ángeles tomen serán llevados á la gloria, á los honores, y á la inmortalidad, y los que dejen abandonados se cubrirán de vergüenza y desprecio sempiterno.
Esforcémonos en vivir de tal manera, que cuando muramos seamos conducidos por los ángeles al seno de Abrahán. Procuremos ser conocidos de los ángeles como personas que buscan á Jesús, que lo aman en este mundo, y que por esa razón son herederos de salvación. Seamos diligentes en asegurarnos de nuestro arrepentimiento, y producir regocijo en la presencia de los ángeles de Dios. Entonces, ya durmamos ya velemos, cuando se deje oír la voz del arcángel, no tendremos razón de amedrentarnos. Resucitaremos del sepulcro, y veremos en los ángeles compañeros y amigos nuestros, en cuya compañía pasaremos la eternidad bendita.
Observemos, por último, en este pasaje, la excesiva bondad de Dios con sus siervos que yerran. El mensaje que les comunica el ángel es una corroboración notable de esta verdad. Se ordena á María Magdalena y á la otra María que digan á los discípulos que «Jesús los precede á Galilea,» y que «allí lo verán.» Pero el mensaje no es dirigido á los once apóstoles en general; esto solo, después de su deserción reciente cuando abandonaron á su Maestro, hubiera sido un acto lleno de bondad; pero menciona especial mente por su nombre á Simón Pedro que había negado á su Señor tres veces. Pedro que había pecado especialmente, es marcado también de una manera particular. En esa manifestación de su gracia no había excepciones; todos serian perdonados; todos volverían á entrar en su gracia, y Simón Pedro lo mismo que todos los demás.
Bien podemos decir cuando leemos palabras como estas, «que así no es como el hombre se maneja.» Nuestras opiniones respecto á religión no son en ningún particular tan mezquinas, tan miserables y tan contraídas como en todo lo que se refiere á la disposición extraordinaria de Dios á perdonar á los pecadores arrepentidos. Lo juzgamos igual á nosotros, olvidando que «se complace en la misericordia.» Mic 7:18.
No concluyamos de meditar sobre este pasaje sin determinarnos á abrir la puerta de la misericordia de par en par á los pecadores, siempre que hablemos de religión ó que la enseñemos; así como también con la firme resolución de no ser nunca implacables con nuestros prójimos. Si Cristo está tan dispuesto á perdonar, nosotros debemos estar también
Comentarios J.C. Ryle Marcos 16.9-14 Notemos, en estos versículos, las pruebas tan numerosas que tenemos de que nuestro Señor Jesucristo resucitó realmente de entre los muertos. En este pasaje solo S. Marcos refiere tres ocasiones distintas en que fue visto después de su resurrección. En la primera, dos dice, que nuestro Señor se apareció á un testigo, á María Magdalena, después á dos testigos, á dos discípulos que se dirigían al campo ; y últimamente á once testigos, á los once apóstoles que estaban reunidos. Recordemos, en adición á esto, que se relatan otras apariciones de nuestro Señor por otros escritores del Nuevo Testamento, además de las mencionadas por S. Marcos. Por tanto, no titubeamos en creer, que de todos los eventos de la historia de nuestro Señor, no hay ningún que esté más sólidamente comprobado que el hecho de su resurrección de entre los muertos.
Esta es una gran misericordia. La resurrección de Cristo es una de las piedras angulares del Cristianismo. Fue el sello de la gran obra que vino á realizar en la tierra. Fue la prueba capital, de que el rescate que pagó por los pecadores, fue aceptado, que se consumó la expiación del pecado, que había sido aplastada la cabeza de quien tenía el poder de muerte, y que se ganó la victoria. Bueno es fijarse en la frecuencia con que los apóstoles se refieren a la resurrección de Cristo. S. Pablo dice, «fue entregado por nuestras ofensas, y resucitado para nuestra justificación.» Rom 4:25. S. Pedro dice, «Nos ha vuelto á engendrar en esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos.» 1 Ped. 1.3. Debemos dar gracias á Dios por que el hecho de la resurrección ha quedado tan claramente comprobado. Los Judíos, los gentiles, loa sacerdotes, las guardias romanas, las mujeres que fueron al sepulcro, todos estos son testigos cuyos testimonios no pueden ser refutados. Cristo no solamente murió por nosotros, también resucitó; negarlo seria mostrar más credulidad que el creerlo. Para negarlo seria preciso dar crédito á improbabilidades ridículas y monstruosas; para creerlo no hay más que apelar á hechos innegables.
Notemos, en segundo lugar, en estos versículos, la especial bondad que nuestro Señor Jesucristo muestra á María Magdalena. Se nos dice, que, «cuando resucitó muy de mañana el primer día de la semana, se apareció primero á María Magdalena, de la que había lanzado siete demonios.» A ella antes que á todos los otros hijos de Adán, se le concedió el privilegio de ser la primera que contemplase, al Salvador resucitado. María, la madre de nuestro Señor, aún vivía: Juan, el discípulo amado, aún estaba en la tierra; sin embargo, ambos fueron pospuestos y María Magdalena fue la preferida. Una mujer que había estado poseída por siete diablos, fue la primera á quien Jesús se mostró vivo, cuando salió victorioso del sepulcro. El hecho es muy notable, y encierra una gran lección.
No hay por que dudar ni un momento, que al aparecérsele primero á María Magdalena, nuestro Señor se propuso mostrarnos lo que aprecia el amor y la fidelidad. La última al pié de la cruz y la primera en el sepulcro, la última en confesar á su Maestro cuando estaba vivo, y la primera en honrarlo cuando muerto, á esta discípula afectuosa y ardiente se le concedió ser la primera que lo viera, cuando se ganó la victoria. Se quiso que este hecho fuese para la iglesia un recuerdo perpetuo, que los que honran a Cristo serán honrados por El, y que los que hacen mucho por El encontrarán que El también hará mucho por ellos en la tierra. Ojalá nunca lo olvidemos; ojalá siempre recordemos que los que todo lo abandonan por amor de Cristo, lo encontrarán todo «centuplicado ahora en la época presente..
No hay por que dudar tampoco, que la aparición de nuestro Señor » primero á Magdalena » tuvo por objeto confortar á todos los que se han convertido y son creyentes arrepentidos, después de haberse dejado arrastrar á todos los excesos del pecado; tuvo por objeto mostrarnos que por grande que haya sido nuestra caída, somos enaltecidos á gozar de paz perfecta con Dios, si nos arrepentimos, y creemos en el Evangelio. Que aunque antes lejos, podemos acercarnos: que aunque antes enemigos, ahora somos hijos amados; que todas las cosas antiguas han pasado, y todas las cosas son ahora nuevas. 1Co 5:17. La sangre de Cristo nos purifica completamente á los ojos de Dios. Quizás hayamos empezado como S. Agustín, y Juan Newton, y sido cabecillas de iniquidad; pero una vez que nos acercamos á Cristo, no debemos dudar que todo queda perdonado. Acerquémonos con valor y que nuestro acceso á El sea confiado. Nuestros pecados y nuestras iniquidades, como los de María Magdalena, no son ya recordados.
Notemos, por último, en estos versículos, cuan débil es algunas veces la fe de los mejores cristianos. Tres veces en este mismo pasaje vemos á S. Marcos relatar la incredulidad de los once apóstoles Una de ellas, cuando María Magdalena les dijo que nuestro Señor había resucitado, y «no la creyeron;» la otra, cuando nuestro Señor se apareció á dos de ellos, que iban de camino, leemos que el resto de los discípulos «tampoco los creyó;» y finalmente, cuando nuestro Señor mismo se les apareció estando ellos sentados á la mesa, se nos dice, «que los reconvino por su incredulidad y dureza de corazón.» Quizás nunca se ha visto un ejemplo más notable de la poca disposición del hombre á creer lo que está en oposición con sus primeras preocupaciones. Nunca se ha tenido una prueba más convincente de cuan fácil le es al hombre olvidar las lecciones más claras y sencillas. Nuestro Señor había repetido muchas veces á los once discípulos que El resucitaría; y, sin embargo, cuando llegó el momento, todo lo habían olvidado, y eran incrédulos.
Veamos, sin embargo, en las dudas de estos buenos hombres la mano omnipotente de un Dios infinitamente sabio. Si al fin se convencieron los que tan incrédulos estaban al principio, muy fuertes debieron ser las pruebas que tuvieron de la resurrección de Cristo. Gloria es de Dios hacer nacer el bien del mal, y las mismas dudas de los once apóstoles son en el día la confirmación de nuestra fe.
De la incredulidad de los apóstoles aprendamos una lección práctica muy útil para nosotros. Dejemos de sorprendernos cuando sintamos surgir dudas en nuestro corazón. Dejémonos de esperar fe perfecta en otros creyentes. Estamos aún en el cuerpo; somos hombres con pasiones iguales á las de los apóstoles, y no debemos considerar extraordinario que en la práctica tropecemos como ellos, y que nuestra fe, como la de ellos, flaquee algunas veces. Resistamos virilmente los ataques de la incredulidad; velemos, oremos, y luchemos por emanciparnos de su poder. Pero no deduzcamos que no poseamos gracia, porque á veces dudas nos asaltan, ni suponer que no podemos formar cuerpo con los apóstoles, porque en ocasiones seamos incrédulos.
No dejemos de preguntarnos, al concluir las meditaciones sobre este pasaje, si hemos resucitado con Cristo, y si nos hemos hecho espiritualmente participantes de su resurrección. Después de todo esto es lo único necesario. Conocer los hechos del Cristianismo con la inteligencia, y ser hábiles en defenderlos con la palabra, no salvará nuestras almas. Debemos entregarnos á Dios como personas vivas que han resucitado de entre los muertos. Rom 6:13. Debemos resucitar de la muerte del pecado y marchar en novedad de vida. Esto, y esto solo, es el Cristianismo que salva.
Fuente: Los Evangelios Explicados
Pasado el sábado… Nótese que desde Mar 15:47 hasta aquí han pasado dos días; ir… Lit. habiendo ido.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
O, Santiago
Fuente: La Biblia de las Américas
Lit. habiendo ido.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
Resurrección del Señor, que aparece a la Magdalena, y después a sus discípulos. Los envía a predicar y a bautizar por todo el mundo, anunciando los prodigios que harían aquellos que creyesen en él. Su Ascensión gloriosa a los cielos.
1 a. Estas santas mujeres fueron entonces al sepulcro de Jesucristo con los ungüentos o aromas que habían comprado el día de la preparación o el viernes, como dice San Lucas (23,56; 24,1). Porque los historiadores ordinariamente, por abreviar, suelen juntar dos cosas, como ejecutadas al mismo tiempo, aunque la una lo haya sido mucho antes. También pudieron comprar los ungüentos después de puesto el sol en la misma tarde del sábado, cuya festividad se concluía con el poner del sol; y luego entraba el primer día de la semana siguiente.
2 b. Y saliendo para ir al sepulcro, cuando todavía era oscuro (Jn 20,1), no llegaron a él, sino salido ya el sol, como aquí se dice.
5 c. Este santo sepulcro era doble. La parte interior de él fue en donde depositaron el cuerpo del Hijo de Dios, y la que José había cerrado con una grande piedra; y así el ángel del Señor estaba sentado fuera sobre esta piedra, después de haberla quitado de la entrada del sepulcro interior; y por esto dijo a estas santas mujeres (Mt 28,2): Venid, ved el lugar en que el Señor fue puesto; esto es, acercaos a ver en el sepulcro interior, y veréis que ya no está allí. San Agustín.
7 d. La particular mención que hizo aquí el Señor de San Pedro, nos da a entender claramente que no sólo no le tenía olvidado, aunque le había negado tres veces, sino que le distinguía entre todos, para consolarle en la grande pena y amargura de corazón que sentía, por haber negado tan cobardemente a su divino Maestro. Y así la conjunción et equivale aquí a maxime o potissimum. ¡Qué aliento y qué consuelo para los pecadores, que de veras buscan, y se convierten a su Señor! Pero ¿por qué dice el Señor a sus discípulos que le verán en Galilea y no en Jerusalén, en donde se hallaban y efectivamente también se les mostró? Esto fue sin duda porque el Señor quiso hacer una manifestación pública de sí mismo no solamente a los once, sino también a todos los otros discípulos que creían en él, de los cuales había mayor número en la Galilea, en donde había residido más tiempo que en la Judea. Y probablemente esta es la aparición de que habla San Pablo (1Cor 15,6), que se hizo en presencia de quinientos testigos, de los cuales vivían aún muchos, cuando el santo Apóstol escribió dicha carta.
8 e. De los que encontraron por el camino; sino que corrieron a dar aviso a los discípulos de lo que habían visto (Mt 28,8).
9 f. El Griego tiene expreso el iesóus.
g. Esto es; el día, que entre nosotros por eso se llama domingo.
h. San Ambrosio y otros intérpretes lo explican y entienden literalmente; esto es, que efectivamente había sido poseída de siete demonios que el Señor echó de su cuerpo. Algunos antiguos lo explican en sentido espiritual, entendiendo por estos demonios todos los vicios, y principalmente los siete capitales que la dominaban. Pero esta explicación no conviene con lo que dice San Lucas (8,2). Se puede decir, que esta posesión que los demonios tenían de su cuerpo, era figura de la tiranía con que dominaban en su alma. El Señor distinguió particularísimamente a la Magdalena. Parece que se empeñaba en hacerlo con los que alumbrados de su gracia, le buscaban y se convertían.
10 i. MS. Que estavan llorando e llaniendo.
12 j. En otro aire exterior, de vestido, movimiento y figura, que en el que le habían conocido: creyeron que era un extranjero (Lc 26,16).
k. Al castillo de Emaús.
14 l. El texto Griego: hústeron, posteriormente o de nuevo, y después de las apariciones que deja referidas. Algunos intérpretes la toman por la última aparición del Señor en el día de la Ascensión.
m. MS. La descreencia de ellos, etc., porque non crouieran a aquellos quel vieran seer resucitado.
15 n. A todos los hombres; porque el hombre se llama por excelencia criatura de Dios, por ser una de las principales obras de la creación. A todos los hombres, sin excepción de personas, de judíos, de gentiles, bárbaros, idólatras. Por todo el mundo: lo que entonces ejecutaron por sí mismos, y ahora hacen por sus sucesores. El Hijo de Dios no solamente en esta ocasión, sino en diversas (Mt 28,16), les advirtió lo que tocaba a este punto esencial de su ministerio.
16 o. MS. Será dannado. Esta fe debe entenderse como lo explica Santiago (2,17-21), diciendo: Que la fe sin obras es muerta en sí misma. Dice también que los que creen que hay un Dios, hacen bien; mas que los demonios lo creen también, y tiemblan creyéndolo (véase Gál 1,11-12).
18 p. MS. E toldrán las sierpes. En el texto Griego: aróusi, y en la Vulgata tollent, significa, o que las tomarían en la mano y manosearían sin recibir daño, o que las harían morir, para que no dañasen a los hombres. En castellano no hay palabra que abrace estos dos sentidos. Todos estos milagros, de que aquí habla San Marcos, se vieron con mayor frecuencia en los primeros siglos de la Iglesia, como que eran más necesarios para establecer la fe, y para confirmar la verdad de lo que predicaban: lo que explica San Agustín con la semejanza de una viña o de un árbol que necesita de más frecuente y copioso riego, cuando está recién plantado, que cuando está ya bien arraigado y crecido.
19 q. Después que les habló, y dijo cuanto tuvo por conveniente, por espacio de cuarenta días para el establecimiento del reino de Dios (Hch 1,3), en cuyo tiempo les instruyó de todo lo que debían practicar en la fundación y gobierno de la Iglesia.
r. Fue recibido de su eterno Padre; y el mismo sentido tiene la expresión de San Lucas (24,51), ferebatur in coelum y las que usa en Hch 1,2.1, para explicar la admirable Ascensión de Jesucristo a los cielos. Y como la virtud o poder del Hijo es la misma que la del Padre, no dejó de subir al cielo con su propia virtud; y así es igualmente propia la expresión con que la explica la Iglesia en el símbolo Ascendit in coelum; subió a los cielos.
20 s. Después de la venida del Espíritu Santo, salieron los Apóstoles de Jerusalén, de donde debía salir el cetro del Mesías, como estaba profetizado por Isaías (2,3), y conforme lo había mandado el Señor a los Apóstoles (Lc 24,47).
t. Obrando el Señor con ellos, y con los oyentes, que es lo mismo que dice San Pablo (1Cor 2,6): Que ellos plantaban y regaban; mas Dios era el que daba el aumento, poniendo palabras de persuasión en la boca de sus ministros, disponiendo con su gracia los corazones de sus oyentes, y confirmando con obras prodigiosas y extraordinarias la verdad de su doctrina.
u. El intérprete sirio dice: con los milagros que hacían; y añade: Acaba el santo Evangelio de la predicación de San Marcos, el cual predicó y habló en latín en Roma; lo que confirma que el santo Evangelista predicó en esta capital, como compañero e intérprete de San Pedro.
San Jerónimo en su carta a Hedibia dudó de la legitimidad de los versículos de este capítulo de San Marcos, desde el 6 hasta el fin, apoyado en algunos códices y escritores griegos. Pero después que San Agustín examinó y resolvió la controversia, todos los Católicos, por unánime consentimiento de las Iglesias, reconocen la legitimidad de todo el capítulo, conforme se lee en las Biblias, y lo reciben como auténtico.
Fuente: Notas Bíblicas
[1] Despupés de havdalah/la hora en que oscurece.
[2] Se conservó el Griego porque eso servía mejor a todos. El Griego es mia ton sabbaton, o “uno de los Shabbats” no “primer día.” Ya que la palabra “primer” no aparece en el Griego y la palabra “día” también falta. Justo después de uno de los Shabbats, muy temprano, habría sido 6-7 PM, y después de este cálculo de tiempo, fueron al sepulcro alrededor de la salida del sol al amanecer. Aún más, uno de los Shabbats se refiere a uno de los siete Shabbats de la semana entre el comienzo de la cuenta del omer en el 16 de Aviv, terminando siete semanas después.
[3] Al tiempo que llegaron a la salida del sol, el bendito Adon se había ido mucho antes, habiéndose levantado al terminar el Shabát.
[4] Los versículos del 9-20 sí aparecen en la Peshitta. Sin embargo no aparecen en los cuatro manuscritos Griegos más antiguos. Algunos los consideran apostólicos, otros los ven como adiciones.
[5] Se conservó el Griego ya que eso servía mejor a todos.
[6] Un término idiomático, significando que todos los creyentes deben poder “manejar a sus enemigos” en el Nombre y autoridad de Yahshua.
[7] Como en el Sal 110:5.
[12] A Cleofás y a otro que tal vez fue Pedro. 1 Cor 15, 5; Luc 24, 34.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat