Comentario de Lucas 3:21 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Aconteció que, en el tiempo en que todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado. Y mientras oraba, el cielo fue abierto,
3: 21 Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; — Jesús enseñó que el bautismo de Juan era del cielo (21:25, 32), y que era según «los designios» («los propósitos» LBLA) de Dios (7:29, 30). Mat 3:14 dice que Juan se le oponía. Nunca hubiera esperado tal cosa, porque él sabia, por lo menos, del maravilloso nacimiento de Jesús, y es muy probable que sabía mucho acerca de su vida. Lucas (1:36-45) describe la amistad entre la madre de Juan y la madre de Jesús. Elisabet, siendo parienta de Marta, sin duda contaba a Juan lo que ella sabía acerca de Jesús. Aunque Juan no tenía hasta ese momento confirmación divina de que Jesús era el Cristo (Jua 1:31-34), él «se le oponía» cuando llegó para ser bautizado de él, pues creía que tal acto seria muy humillante para Jesús. No convenía que Jesús se bautizara sin comentario como si fuera un pecador (JWM). La protesta de Juan era necesaria para evitar esto. Juan dijo, “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” ¿Jesús quiso ser bautizado? ¿Cómo fue posible que el perfecto Jesús quien nunca pecó (Heb 4:15; 1Pe 2:22) viniera a Juan para ser bautizado? Según el pensar de Juan, hubiera sido más apropiado que Jesús lo bautizara a él, indicando de esta manera otra vez su humildad. Para dar énfasis a lo que dice, emplea pronombres enfáticos. Esta actitud humilde de Juan muestra que él estaba bien calificado para predicar a la gente acerca del pecado y el perdón. Recuérdese que Juan escuchaba diariamente las confesiones de mucha gente. No hacían «confesión auricular» a Juan, sino confesiones públicas, pero Juan las oía, y habría aceptado con gusto que Jesús lo bautizara a él.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
también Jesús fue bautizado. Mat 3:13-15; Mar 1:9; Jua 1:32.
y orando. Luc 9:28, Luc 9:29; Jua 12:27, Jua 12:28.
el cielo se abrió. Mat 3:16, Mat 3:17; Mar 1:10; Jua 1:32-34.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
una voz del cielo: Esta es una de las dos aprobaciones celestiales al ministerio de Jesús. La otra se encuentra en Luc 9:35.
Tú eres mi hijo amado; en ti tengo complacencia: Esta afirmación combina dos ideas. La idea del Hijo de Dios viene del Sal 2:7, un salmo sobre el Rey elegido de Dios. La idea de la complacencia de Dios viene de la imagen del siervo en Isa 42:1. En esta se representa la elección que el Señor hace de Jesús y el favor especial que Él disfrutó. El hecho de que Jesús sea tanto el Rey como el Siervo es fundamental para su identidad.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
bautizaba. Vea la nota sobre Mat 3:15. orando. Lucas es el único que menciona esta oración de Jesús durante su bautismo. La oración es uno de los temas característicos de Lucas (vea la Introducción: Temas históricos y teológicos).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
3: 21 Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; — Jesús enseñó que el bautismo de Juan era del cielo (21:25, 32), y que era según «los designios» («los propósitos» LBLA) de Dios (7:29, 30). Mat 3:14 dice que Juan se le oponía. Nunca hubiera esperado tal cosa, porque él sabia, por lo menos, del maravilloso nacimiento de Jesús, y es muy probable que sabía mucho acerca de su vida. Lucas (1:36-45) describe la amistad entre la madre de Juan y la madre de Jesús. Elisabet, siendo parienta de Marta, sin duda contaba a Juan lo que ella sabía acerca de Jesús. Aunque Juan no tenía hasta ese momento confirmación divina de que Jesús era el Cristo (Jua 1:31-34), él «se le oponía» cuando llegó para ser bautizado de él, pues creía que tal acto seria muy humillante para Jesús. No convenía que Jesús se bautizara sin comentario como si fuera un pecador (JWM). La protesta de Juan era necesaria para evitar esto.
Juan dijo, “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” ¿Jesús quiso ser bautizado? ¿Cómo fue posible que el perfecto Jesús quien nunca pecó (Heb 4:15; 1Pe 2:22) viniera a Juan para ser bautizado? Según el pensar de Juan, hubiera sido más apropiado que Jesús lo bautizara a él, indicando de esta manera otra vez su humildad. Para dar énfasis a lo que dice, emplea pronombres enfáticos. Esta actitud humilde de Juan muestra que él estaba bien calificado para predicar a la gente acerca del pecado y el perdón. Recuérdese que Juan escuchaba diariamente las confesiones de mucha gente. No hacían «confesión auricular» a Juan, sino confesiones públicas, pero Juan las oía, y habría aceptado con gusto que Jesús lo bautizara a él.
Juan quería bautizar a los fariseos, saduceos e intérpretes de la ley (sólo que se arrepintieran) y no siempre podía (Luc 7:30), y no quería bautizar a Jesús, pero éste insistió en que lo hiciera. La humildad de Juan se ve claramente en esta ocasión, pero léase con cuidado lo que Jesús dice de él en Mat 11:7-15. Son palabras impresionantes de alabanza de este gran profeta de Dios.
Mat 3:15, “Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó”. Con estas palabras Jesús le convenció. La palabra «cumplir» significa ejecutar plenamente. Lo que Jesús dice aquí sirve para confirmar aun más que el bautismo de Juan no era de los hombres, sino del cielo (Mat 21:25); que era conforme a los designios (propósitos, LBLA) de Dios (Luc 7:30). Lucas dice (7:29) «Y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron (a Juan), justificaron a Dios (reconocieron la justicia de Dios, LBLA), bautizándose con el bautismo de Juan». El bautismo tuvo que ver con la «justicia» de Dios. Todo el pueblo — aun los publicanos — aceptaron el plan y las demandas de Dios. Admitieron que era justo y correcto que ellos se arrepintieran y se bautizaran para remisión de pecados. Dios era justo en lo que El requería, y cuando ellos aceptaron este plan de Dios se hicieron justos (perdonados). Pero los fariseos y los intérpretes de la ley rechazaron la justicia de Dios. Rechazaron sus designios» (propósito) de salvarles de sus pecados. No querían admitir que eran pecadores. Confiaban en ser el pueblo especial de Dios (judíos, hijos de Abraham, según la carne).
Ahora bien, Jesús no tenía pecado, pero era muy importante que El apoyara la justicia de Dios (el plan de Dios para la salvación). Dice el Sal 119:172 «todos sus mandamientos son justicia». Desde el tiempo de su niñez (Luc 2:51) Jesús estaba sujeto. Aunque era Hijo de Dios, aprendió la obediencia. Guardó perfectamente la ley de Moisés, bajo la cual nació y bajo la cual vivió y murió. El bautismo de Juan no era parte de la ley de Moisés, pero era un precepto de Dios dado por su profeta. El bautismo de Juan (al igual que el bautismo de la gran comisión que es para nosotros, Mat 28:19) fue uno de los mandamientos positivos de Dios que para tanta gente no importan. Cristo estaba resuelto a obedecer este mandamiento positivo de Dios. Iba a mostrar la obediencia absoluta, aunque no tenía pecados. En lugar de buscar excusas para no bautizarse (como hacen millones ahora) El hizo caso omiso de la «salida» lógica que El tenia («No tengo pecados; ¿por qué voy a bautizarme?»), como también de la oposición fuerte de Juan, insistiendo en que «conviene que cumplamos toda justicia». ¡Qué ejemplo tan glorioso ha dejado para nosotros!
Mat 3:16, “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua”. Desde luego, la inferencia necesaria es que Jesús había bajado al agua; es decir, que estuvo en el agua. Si se dice que alguna persona sale de la casa, o de la ciudad, da a entender que estuvo en la casa o ciudad. Pablo y sus compañeros zarparon de Pafos (Hch 13:13); se infiere, pues, que estaban en Pafos. Festo «subió de Cesarea» (Hch 25:1); se supone, pues, que estaba en Cesarea. Si alguno dice «Déjame sacar la paja de tu ojo» (Mat 7:4), se concluye que la paja está en el ojo. Si el demonio «salió del muchacho» (Mat 17:18), claro está que el demonio estaba en el muchacho. Se dan estas sencillas ilustraciones para ilustrar que Jesús, como las demás personas bautizadas por Juan, descendió al agua, que estaba dentro del agua, y no parado en la ribera entre las cañas. Es verdad que aun así la gente podía haberse parado en agua hasta las rodillas y que Juan podía haber derramado agua sobre sus cabezas, pero ¿para qué bajar al río para hacer esto? No se requiere un río para la aspersión. «Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados» (Jua 3:23). ¿Por qué ir a un lugar donde había «muchas aguas» para simplemente rociar unas cuantas gotas (o aun derramar un vaso de agua) sobre su cabeza? Tal práctica no tendría sentido alguno.
Todo esto, combinado con la definición de la palabra BAPTIZO (sumergir, zambullir, inmergir), nos lleva a la conclusión de que tanto Jesús como el resto del pueblo fueron sepultados. Esta conclusión es ineludible. Felipe y el eunuco descendieron al agua, y cuando el eunuco fue bautizado, subieron del agua. Pablo explica que el bautismo es una sepultura y una resurrección (Rom 6:4; Col 2:12). La secuencia, pues, es (1) descender o bajar al agua, (2) bautizar o sepultar y resucitar, y (3) subir del agua. Este es el ejemplo de lo que es el bautismo verdadero, dejado por el Señor Jesús.
Un comentario más: nosotros no somos bautizados simplemente para imitar a Jesús. El no fue bautizado para obtener la remisión de pecados, porque El no tenía pecados, pero nosotros sí tenemos pecados; así es que nosotros somos bautizados para la remisión de pecados como los demás que llegaron al bautismo de Juan (Mar 1:4; Luc 3:3), y como la gente que fue bautizada el día de Pentecostés (Hch 2:38).
— y orando, el cielo se abrió, — Isa 64:1; Eze 1:1; Jua 1:51; Hch 7:56; Apo 4:1; los cielos abren para alguna revelación de Dios.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LLEGA LA HORA DE JESÚS
Lucas 3:21, 22
Cuando ya se había bautizado toda la gente, también
Jesús se bautizó. Y mientras estaba orando, se abrieron los cielos, y el Espíritu Santo descendió sobre Jesús en una forma corporal, como una paloma. Y llegó una voz del cielo que decía:
-¡Tú eres mi amado y único Hijo, en quien está todo mi delicia! .
Los pensadores cristianos siempre han buscado la respuesta a la pregunta «¿Por qué fue Jesús a que le bautizara Juan?»
El bautismo de Juan era una señal de arrepentimiento, y los cristianos estamos convencidos de que Jesús no había cometido ningún pecado. ¿Por qué se bautizó entonces? En la iglesiaprimitiva se sugería a veces, con un detalle hogareño, que lo
hizo para complacer a María, su madre, que se lo pedía insistentemente. Pero debe de haber alguna razón más convincente.
En la vida de todo hombre hay ciertas etapas determinadas, ciertas bisagras en las que gira toda la vida. Así sucedió en la vida de Jesús, y de vez en cuando tendremos que pararnos para tratar de ver su vida en su conjunto. La primera gran bisagra fue la visita al templo cuando tenía doce años, cuando descubrió su relación única y exclusiva con Dios. Cuando apareció Juan, Jesús tenía unos treinta años (Lc 3:23 ); es decir, que habían pasado unos dieciocho años. A lo largo de ese tiempo Jesús tiene que haberse ido dando cuenta más y más de su absoluta singularidad. Pero siguió siendo el carpintero del pueblo de Nazaret. Tiene que haber sabido que llegaría algún día en que tendría que decirle adiós a Nazaret y lanzarse a cumplir su misión más amplia. Debe de haber esperado alguna señal.
Cuando surgió Juan, la gente iba a oírle y a bautizarse en grandes multitudes. En todo el país había un movimiento hacia Dios sin precedentes. Y Jesús se dio cuenta de que había sonado su hora. No es que se sintiera pecador y necesitara arrepentirse, sino que quería identificarse con ese movimiento hacia Dios. Para Jesús, el surgimiento de Juan fue la llamada de Dios a la acción; y el primer paso que dio fue para identificarse con la gente que buscaba a Dios.
Pero algo sucedió en el bautismo de Jesús. Antes de dar este paso de gigante tenía que estar seguro; y en el momento del bautismo, Dios le habló. No nos equivoquemos: aquello fue una experiencia personal de Jesús. La voz de Dios le vino a Él, y le dijo que había tomado la decisión correcta. Pero más, mucho más que eso: aquella voz le trazó todo el curso de su vida.
Dios le dijo: «¡Tú eres mi amado y único Hijo, en quien está toda mi delicia!» Ese dicho está tomado de dos textos: Tú eres mi amado y único Hijo es del Sal 2:7 , que se reconocía como una descripción del Rey Mesías; en quien está toda mi delicia es de Isaías 42: I , de la descripción del Siervo del Señor cuyo retrato culmina en los sufrimientos del capítulo 53. Por
.tanto, en su bautismo Jesús se dio cuenta, en primer lugar, de que era el Mesías, el Rey ungido por Dios; y en segundo lugar,
que eso suponía, no poder y gloria, sino sufrimiento y cruz. La cruz no le pilló a Jesús desprevenido: desde el primer momento la vio como algo que le esperaba inevitablemente. En el bautismo vemos a Jesús buscando la aprobación de Dios, y recibiendo la Cruz como destino.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Luc 5:26; Mar 6:46.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Bautismo de Jesús (ver Mat. 3:13-17; Mar. 1:9-11; cf. Juan 1:32, 33)
Lucas menciona el bautismo de Jesús casi de paso. Quiere que sus lectores noten que Jesús estaba orando en ese momento y sobre todo que recibió una revelación divina con dos elementos.
Primero, el Espíritu Santo vino sobre él a fin de equiparlo para su función profética (cf. Isa. 61:1, citado en Luc. 4:18) y como Mesías (Isa. 11:1-5) y Siervo del Señor (Isa. 42:1).
Segundo, una voz del cielo confirmó su papel como Hijo de Dios (cf. Gén. 22:2 y Sal. 2:7 sobre las palabras usadas) y como su siervo (cf. Isa. 42:1). El punto esencial de la historia es cómo Cristo recibió el poder para lo que debía enfrentar. Podemos saltear hasta 4:1 para ver el resultado inmediato.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
NOTAS
(1) O: “fue sumergido; fue zambullido”. Gr.: ba·pti·sthén·tos.
REFERENCIAS CRUZADAS
z 199 Mat 3:13; Mar 1:9
a 200 Mat 3:16; Mar 1:10
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
cuando todo el pueblo era bautizado. Lucas presenta el bautismo de Jesús como la culminación del ministerio de Juan, el cual prácticamente concluyó con el comienzo del ministerio terrenal de Jesús.
Jesús también fue bautizado. Véanse coments. en Mt 3:13, 15.
oraba. Lucas reporta que Jesús oraba en cada evento importante de su ministerio (cp. 5:16; 6:12; 9:18, 29; 22:41; 23:34, 46). De este modo, El da a sus discípulos un ejemplo de íntima comunión con Dios.
Fuente: La Biblia de las Américas
21 (1) Con respecto a los vs.21-22, véanse las notas de Mat_3:16-17 y de Mar_1:9-11 .
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
En el pasaje que tenemos á la vista, el valor que el Señor Jesús dio al bautismo, y que el Salvador del mundo vino entre otros que acudieron á Juan el Bautista, y fue «bautizado por él.» rito con el cual cumplió el Hijo de Dios, y que más tarde prescribió para toda su iglesia, merece la veneración de los cristianos en todos los siglos. No puede ser un rito de poca importancia, puesto que Cristo mismo se hizo bautizar. Es casi innecesario decir cuantos errores de todo género abundan sobre esta materia. Algunos hacen del bautismo un ídolo, y le exaltan á un lugar superior al que le asigna la Biblia. Otros lo degradan y menosprecian, y casi parecen olvidar que fue ordenado por el mismo Cristo. Unos limitan tanto su uso que no bautizan á ninguno, á menos que sea adulto y dé prueba satisfactoria de su conversión. Otros atribuyen al agua del bautismo tan mágico poder que quisieran que los misioneros fueran á los países paganos y bautizasen á todo el mundo, jóvenes y viejos indistintamente, y creen que por ignorantes que sean los Gentiles el bautismo debe comunicarles alguna virtud.
Tal vez, sobre ningún otro asunto do religión, hay tanta necesidad de que los Cristianos oren á Dios que los ilumine para que puedan decidir con acierto.
Bástenos sostener con firmeza el principio general de que el bautismo fue misericordiosamente instituido por nuestro Señor para consuelo de su iglesia, y para que sirviese de «medio de gracia,» y que si fuere recta y dignamente administrado, podemos esperar con confianza el favor del cielo. Más no olvidemos nunca que la gracia de Dios no está circunscrita á ningún sacramento, y que, por otra parte, bien podemos ser bautizados con agua, sin ser bautizados con el Espíritu Santo.
Percibimos, en segundo lugar, en este pasaje, la íntima relación que existe entre la administración del bautismo y la oración. Se nos refiere especialmente por S. Lucas, que cuando nuestro Señor fue bautizado estaba también orando.
Este hecho contiene sin duda una gran lección, que la iglesia de Cristo ha considerado con demasiada indiferencia. Nos enseña que para que el bautismo obtenga la bendición de Dios es necesario que vaya acompañado de la oración. La aspersión del agua no es suficiente, ni basta que se invoque el nombre de la Santísima Trinidad: la forma del sacramento no comunica por sí sola ninguna gracia. Es indispensable que haya algo más que esto: es indispensable que se eleve «la oración de la fe.» Puede asegurarse que no tenemos derecho para esperar que sobre un bautismo sin oración recaiga la bendición de Dios.
En tercer lugar, estos versículos contienen una prueba notable de la doctrina de la Trinidad. Según sus palabras, las tres personas de la Divinidad cooperan y obran simultáneamente. Dios el Hijo empieza la obra sublime de su ministerio terrenal recibiendo e bautismo. Dios el Padre lo acredita solemnemente como el Mediador con una voz del cielo. Dios el Espíritu Santo baja «en forma corporal como paloma» sobre nuestro Señor, declarando con esta que él es Aquel á quien «el Padre no da el Espíritu por medida.» Joh 3:34.
Hay algo muy instructivo y sumamente consolador en esta revelación de la bendita Trinidad, en la época mencionada. Esto manifiesta cuan eficaz y grandioso es el plan de nuestra redención, Es la obra en común de Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios Espíritu Santo. Todas las tres personas de la Divinidad están igualmente interesadas en librar nuestras almas del infierno. Esto entonces debe consolarnos cuando estamos acongojados y abatidos. Este pensamiento debe alentarnos é infundirnos valor, cuando estamos cansados del conflicto con el mundo, la carne, y el demonio. Los enemigos de nuestras almas son poderosos, pero sus protectores son aun más poderosos. Todo el poder de Jehová trino y uno está de nuestra parte.
Estos versículos nos presentan, en cuarto lugar, la maravillosa proclamación de la misión de nuestro Señor como Mediador entre Dios y el hombre. Se oyó en su bautismo una voz del cielo, que dijo «Tu eres mi Hijo amado, en ti es mi placer.» Solo uno puede decir esto, Dios el Padre.
Estas palabras solemnes encierran, sin duda, muchos misterios o, á lo menos, es bastante claro: la declaración divina que Señor Jesucristo es el Redentor que desde el principio determinó enviar al mundo, y que con Su encarnación, sacrificio y sustitución por el hombre, Dios el Padre está satisfecho y bien complacido; pues ha cumplido plenamente su santa ley. Por mediación de El, está dispuesto á recibir en su gracia al pobre hombre pecador, y no acordarse más de sus pecados.
Que se tranquilicen con estas palabras las almas de los verdaderos cristianos, y se consuelen con ellas cada día. Nuestras faltas y nuestros pecados son muchos y muy grandes. En nosotros no hay nada de bueno. Pero si creemos en Jesús, el Padre no hallará en nosotros culpa que no pueda perdonar del todo. El nos considera como » miembros «de Su querido Hijo, y por amor de él está muy complacido.
Estos versículos nos enseñan, en último lugar, que criatura tan frágil y perecedera es el hombre. Leemos al fin del capítulo una larga lista de nombres, que contiene la genealogía de la familia en que nació nuestro Señor, trazada hasta Adán. ¡Cuan poco sabemos de la mayor parte de las setenta y cinco personas cuyos nombres se hallan aquí registrados. Todas ellas tuvieron sus gozos y pesares, sus esperanzas y temores, sus cuidados y tribulaciones, sus proyectos y planes, como cualquiera de nosotros mismos; más todas han desaparecido de la tierra, é se han ido al lugar que les corresponde. Y así será de nosotros: Todos vamos también desapareciendo.
Alabemos eternamente á Dios, por que en un mundo perecedero podemos dirigirnos á un Salvador viviente. «Yo soy,» dice Jesús, » el que vivo, y he sido muerto, y he aquí, vivo por siglos de siglos.» «Yo soy la resurrección y la vida.» Rev 1:18; Joh 11:25. Que sea nuestro cuidado principal unirnos á Cristo.
Unidos al Señor Jesús por la fe resucitaremos para gozar vida eterna. La segunda muerte no tendrá dominio sobre nosotros. «Porque yo vivo,»dice Cristo, «también vosotros viviréis.» Joh 14:19.
Fuente: Los Evangelios Explicados
B109 La construcción ἐν τῷ βαπτισθῆναι ἅπαντα τὸν λαὸν no se puede traducir (en vista del tiempo aoristo): mientras todo el pueblo se bautizaba; ni tampoco se puede traducir (en vista de la preposición ἐν): después que todo el pueblo había sido bautizado; sino que tiene que entenderse como una afirmación de que el bautismo de Jesús ocurrió en el tiempo (en general) en que se bautizaba todo el pueblo (equivale a ὅτε ἐβαπτίσθη -BD404). [Editor. Aunque parece raro, Lucas utiliza la construcción ἐν τῷ con infinitivo de aoristo para referirse a una acción antecedente a la del verbo principal (Luc 2:27; Luc 3:21; Luc 11:37; Luc 14:1; Luc 19:15; Hch 11:15).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit. habiendo sido bautizado.