Biblia

Comentario de Éxodo 16:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Éxodo 16:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Toda la congregación de los hijos de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, el día 15 del mes segundo después de salir de la tierra de Egipto.

Año 1491 a.C.

Y partiendo de Elim. Éxo 15:27; Núm 33:10-12.

al desierto de Sin. Éxo 17:1; Núm 33:12; Eze 30:15, Eze 30:16.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Los israelitas llegan a Sin y murmuran por la falta de pan, Éxo 16:1-3.

Dios les promete pan y carne del cielo; ellos son reprendidos, Éxo 16:4-12.

Codornices y maná son enviados, Éxo 16:13-15.

Reglas para recoger el maná, Éxo 16:16-24.

No se encontraría maná el día de reposo, Éxo 16:25-31.

Un homer debe ser preservado, Éxo 16:32-36.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

No se conoce la ubicación del lugar llamado desierto de Sin. El que se encuentre entre Elim y Sinaí depende del lugar donde se encuentre el Monte Sinaí. El término segundo mes indica un mes después de que partieron de Egipto (cf. Éxo 12:2Éxo 12:18Éxo 12:40).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

16. Las Codornices y el Mana.
E n este relato encontramos ciertas pequeñas anomalías redaccionales, algunos versículos parecen trastrocados1.

1Partieron de Elim, y toda la congregación de los hijos de Israel llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí, el día quince del segundo mes después de su salida de Egipto. 2Toda la asamblea de los hijos de Israel se puso a murmurar contra Moisés y Aarón. 3Los hijos de Israel decían: “¿Por qué no hemos muerto de mano de Yahvé en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y nos hartábamos de pan? Nos habéis traído al desierto para matar de hambre a toda esta muchedumbre.” 4Yahvé dijo a Moisés: “Voy a haceros llover comida de lo alto de los cielos. El pueblo saldrá a recoger cada día la porción necesaria para ponerle yo a prueba, viendo si marcha o no según la ley. 5El día sexto preparen para llevar el doble de lo que recogen cada día.” 6Moisés y Aarón dijeron a todos los hijos de Israel: “Esta tarde sabréis que es Yahvé quien os ha sacado de Egipto, 7y a la mañana veréis la gloria de Yahvé, pues ha oído vuestras murmuraciones, que van contra Yahvé; porque nosotros, ¿qué somos para que murmuréis contra nosotros?” 8Moisés dijo: “Esta tarde os dará a comer Yahvé carnes, y mañana pan a saciedad, pues ha oído vuestras murmuraciones contra él; pues ¿nosotros qué? No van contra nosotros vuestras murmuraciones, sino contra Yahvé” 9Moisés dijo a Aarón: “Di a toda la congregación de Israel que se acerque a Yahvé, pues ha oído Yahvé todas sus murmuraciones.” 10Mientras hablaba Aarón a toda la asamblea de los hijos de Israel, volviéronse éstos de cara al desierto, y apareció la gloria de Yahvá en la nube. 11Yahvé dijo a Moisés: 12“He oído las murmuraciones délos hijos de Israel. Diles: Entre dos luces comeréis carne, y mañana os hartaréis de pan, y sabréis que yo soy Yahvé vuestro Dios.” 13A la tarde vieron subir codornices que cubrieron el campo, y a la mañana había en todo él una capa de rocío.14Cuando el rocío se evaporó, vieron sobre la superficie del desierto una cosa menuda, como granos, como escarcha sobre la tierra. 15Los hijos de Israel, al verla, se preguntaban unos a otros: “Manhu?” (“¿qué es esto?”); pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: “Ese es el pan que os da Yahvé para alimento. 16Esto es lo que Yahvé ha ordenado: Recoged cada uno de vosotros según precise para alimentarse, un “ómer” por cabeza, según el número de personas; cada uno recogerá para cuantos tenga en su tienda.” 17Los hijos de Israel no obedecieron, y recogieron unos más y otros menos.18Pero, al medir luego con el “ómer,” hallaron que el que había recogido de más, no tenía nada de más, y el que había recogido de menos, no tenía nada de menos, sino que tenía cada uno lo que para su alimento necesitaba. 19Moisés dijo: “Que nadie deje nada para mañana.” 20No obedecieron a Moisés, y muchos dejaron algo para el día siguiente; pero se llenó de gusanos y se pudrió. Irritóse Moisés contra ellos. 21Todas las mañanas recogían el maná, cada cual según su consumo, y cuando el sol dejaba sentir sus ardores, el resto se derretía. 22El día sexto recogieron doble cantidad de alimento, dos “ómer” por cabeza. Los principales del pueblo vinieron a decírselo a Moisés, 23que contestó: “Eso es lo que ha mandado Yahvé. Mañana es sábado, día de descanso, consagrado a Yahvé. Coced lo que hayáis de cocer y hervid lo que hayáis de hervir, y lo que sobre guardadlo para mañana.” 24Guardáronlo para el día siguiente, y no se pudrió ni se agusanó. 25Moisés dijo: “Comed eso hoy, que es sábado, y hoy no lo habrá en el campo. 26Recogeréis seis días; el séptimo, sábado, no lo hallaréis.” 27Al séptimo día salieron algunos del pueblo a recoger, pero no había. 28Y Yahvé dijo a Moisés: “¿Hasta cuándo rehusaréis guardar mis mandatos y mis leyes? 29Mirad que Yahvé os ha dado el sábado, y por eso el día sexto os da para los dos días. Que se quede cada uno en su puesto y no salga de él el día séptimo.” 30El pueblo descansó el día séptimo, 31Los israelitas dieron a este alimento el nombre de “maná.” Era parecido a la semilla del cilantro, blanco, y tenía un sabor como de torta de harina de trigo amasada con miel. 32Moisés dijo: “Yahvé ha ordenado que se llene un “ómer” de maná para conservarlo, y que puedan ver vuestros descendientes el pan con que os alimentó en el desierto cuando os sacó de la tierra de Egipto.” 33Dijo, pues, Moisés a Aarón: “Toma una vasija, pon en ella un “ómer” de maná lleno y deposítalo ante Yahvé, que se conserve para vuestros descendientes.” 34Aarón lo depositó ante el testimonio para que se conservase, como se lo había mandado Yahvé a Moisés. 35Comieron los hijos de Israel el maná durante cuarenta años hasta que llegaron a la tierra habitada. Lo comieron hasta llegar a los confines de la tierra de Canaán. 36El “ómer” es la décima parte del “efá.”

Partidos los israelitas de Elim, luego se internaron en el desierto del sur, donde les vinieron a la memoria las carnes que comían en Egipto, y comenzaron a murmurar de Moisés. En su itinerario debieron de internarse hacia el oriente para bordear un áspero promontorio, llamado hoy Ras Hamman Firhaun (“promontorio de las fuentes termales del faraón”). Hubieron de internarse por el wadi Shellal (“valle de las cascadas”), caminando entre peñascos imponentes, acampando en el desierto de Sin (v.1), en la zona del wady Budra. “Los valles eran cada vez más angostos; los montes, más sombríos, y aquel grandioso paisaje montañoso, con sus gargantas estrechas, por las que tenían que pasar apretados, se hacía cada vez más extraño a los israelitas, acostumbrados a las llanuras del Bajo Egipto. Esta marcha fue en extremo penosa; la alimentación era escasa, y las preocupaciones por el descanso y por sus mujeres y niños, indecibles. Entonces se acordaron de Egipto… Esto explica las murmuraciones del pueblo a pesar de los prodigios.”2 Esta actitud de los israelitas, que se reitera con frecuencia en la estancia del desierto3, no le honra mucho, pero es un signo de sinceridad del hagiógrafo, que no disimula la falta de constancia y de fe en Israel a pesar de haber sido testigos de tantos prodigios. Sin embargo, los profetas consideran esta etapa de la vida nacional en el desierto como la era ideal histórica, pues las relaciones entre Yahvé y el pueblo elegido eran más íntimas. Es el tiempo de los desposorios entre Dios e Israel4. Para ellos era preferible la vida aislada en el desierto, con sus costumbres sencillas y patriarcales, que la vida social de las poblaciones sedentarias de Canaán, donde prevalecían las influencias idolátricas del ambiente.
Dios se apiadó de su pueblo y prometió proveer milagrosamente a sus necesidades (v. 11-12). Moisés y Aarón anuncian al pueblo de modo misterioso el portento para excitar la curiosidad (v.6-7).
En efecto, al atardecer, el pueblo vio una bandada de codornices que se posaron cerca del campamento de los hebreos. En la primavera, estos volátiles atraviesan en bandadas la península sinaítiaca en busca de zonas más cálidas. De nuevo podemos decir que nos hallamos ante un portento de índole natural, pero preternatural en sus manifestaciones y circunstancias, ya que llegan las codornices cuando Moisés lo anunció, y en cantidad suficiente para saciar el hambre de la muchedumbre israelita. El hecho quedó registrado también en las tradiciones épicas populares:

“Hizo (Yahvé) soplar en el cielo el viento solano,
y con su poder hizo soplar el austro,
y caer como polvo sobre ellos la carne,
como arenas del mar aves aladas.
Y comieron y se hartaron del todo,
y así les dio lo que ansiaban.”5

Otro prodigio más sonado en la historia bíblica es el del mana. A la mañana siguiente del hartazgo de codornices, los hebreos se encontraron con un extraño fenómeno: había en todo (el campo) una capa de rocío. Cuando el rocío se evaporó, vieron sobre la superficie del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha. La reacción del pueblo ante este fenómeno extraño les hizo exclamar llenos de admiración: ¿Qué es esto? (Manhu). Y fue Moisés el que les explicó que aquello era comestible: Este es el pan que os da Yahvé para alimento (v. 14-15). El autor sagrado explica, pues, el nombre misterioso del mana por la interrogación de manhu. Es una explicación popular como otras de la Biblia. En Num 11:9 se vuelve a hablar del mana, y se lo compara a la semilla del cilantro, y su color al del bedelio. He aquí el texto: “El maná era semejante a la semilla del cilantro, y su aspecto era como el aspecto del bedelio. El pueblo se esparcía para recogerlo, lo machacaba con la muela o lo majaba en el mortero, y lo cocía en el puchero, y hacía tortas; su sabor era el sabor de una torta de aceite. Guando descendía por la noche el rocío sobre el campamento, descendía con él el maná.” El salmista se hace eco de esta nueva maravilla:

“Dio orden a las nubes, abrió las puertas del cielo,
y llovió sobre ellos el maná, para que comieran,
dándoles un trigo de los cielos. Comió el hombre pan de nobles,
y les dio comida hasta saciarlos.”6

La Vulgata traduce “pan de ángeles” en vez de “pan de nobles,” sin duda inspirándose en el libro de la Sabiduría, donde se hace un largo comentario haggadico sobre el maná, “alimento de ángeles… que, teniendo en sí todo sabor, se amoldaba a todos los gustos.”7 Nehemías, en su plegaria, dice que Dios proveyó a Israel “de pan del cielo.”8 La liturgia cristiana verá en el maná un tipo del “pan verdadero, bajado del cielo y que da vida al mundo.”9 En Deu 8:3 dice Moisés al pueblo que Dios le “alimentó con el maná para que aprendiera que no sólo vive el hombre del pan, que se procura con su trabajo, sino de cuanto procede de la boca omnipotente de Dios.” En Jos 5:12 se dice que, cuando los hebreos pasaron el Jordán y comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el maná. No hemos de creer que los hebreos se alimentaron sólo de este pan milagroso. Ellos habían salido de Egipto con sus ganados, que no se dice hayan perecido en el desierto. Las tribus de Rubén, Gad y Manasés ruegan a Moisés que les permita instalarse en Trans-jordania, alegando que tienen muchos ganados y que la tierra es de pastos abundantes y muy apropiada para lo que necesitan10. Es de suponer que los de las otras tribus pudieron decir algo semejante, pues en las estepas del Sinaí pueden vivir rebaños en cierta cantidad, ya que no son precisamente arenales puros, sino que hay una vegetación rudimentaria, pero apropiada para ciertas clases de ganado menor, como aún se ve hoy día por aquellas latitudes. Por tanto, la frase del v.35: “Comieron los hijos de Israel el maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a la tierra habitada. Lo comieron hasta llegar a los confines de la tierra de Canaán,” ha de tomarse en un sentido muy general, pues no quiere decir esto que sólo vivieran milagrosamente del maná. Dios no suele hacer milagros en serie y sin especial necesidad, pues el milagro es, por definición, una suspensión del orden natural establecido por la providencia ordinaria de Dios. Así, pues, la provisión milagrosa del maná hay que entenderla en algunas circunstancias extremas durante los cuarenta años de peregrinación por el desierto. En el Lev 7:15-20 se habla de los sacrificios pacíficos que debían realizar los israelitas, y en ellos los oferentes comían parte de la víctima. Los críticos han querido ver una explicación natural del fenómeno narrado en la Biblia en el hecho de que existe en la península del Sinaí un arbusto llamado Tammarix mannifera, del cual los moradores actuales del desierto extraen una especie de goma comestible. Los beduinos de aquellas localidades lo llaman tarfa. He aquí cómo lo describe un autor: “La tamarix es alta, llega hasta seis metros; de sus ramillas más tiernas, turgentes de humor, en los meses de mayo a agosto (época de llegada de los hebreos al interior del Sinaí) destilan durante la noche – por la perforación, al parecer, que produce un insecto, la Gossyparia mannipara – gotitas que se consolidan al aire libre, y que en parte caen a tierra. Estos granillos tienen el volumen de una semilla de coriandro, de color blanco opalino, y de la consistencia de cera virgen; su sabor recuerda la miel; con el calor del sol se derriten sobre el suelo, que los absorbe. Los árabes actuales recogen los granitos al clarear la mañana, y, amasados, después de haberles quitado someramente las hojas y la tierra, consumen una parte con pan, y otra la venden para la exportación. La producción total de este maná en toda la península sinaítica es bastante escasa; se acerca anualmente a los 300 kilogramos. Es evidente que semejante producto no resiste a la cocción; su poder nutritivo es bastante limitado, por carencia de sustancias azoadas, mientras que, por el contrario, puede conservarse indefinidamente. La afinidad entre el fenómeno que describe la Biblia y el maná botánico fue señalada ya en la antigüedad11. Pero, sin duda, la Biblia no presenta su fenómeno como cosa ordinaria y normal: en este aspecto podrá parangonarse a las diez plagas de Egipto. Lo mismo sucede con las codornices, que en su migración primaveral (era la estación entonces) atraviesan la península del Sinaí en grandes bandadas, vuelan muy bajas y, una vez atravesado el mar, se posan muy cansadas.”12 Desde luego que el mana no debía de ser tan agradable y sabroso como insinúa el entusiasta autor del libro de la Sabiduría, pues los hebreos pronto se cansaron de él: “estamos ya cansados de un tan ligero manjar como éste.”13
Moisés no quería que los hebreos tomaran más que la cantidad necesaria para cada día: un ómer, es decir, unos tres kilos y medio. En el sábado estaba prohibido recoger maná, y por ello el viernes (“sexto día”) debe recogerse doble ración. Encontramos aquí como supuesta ya la institución del sábado (v.29), sobre cuyo origen hablaremos después al estudiar la legislación mosaica.
Los v.35-36 tienen carácter de glosa redaccional posterior, como el v.31. En los v.32-34 se menciona la orden de conservar parte del maná como recuerdo para los deescendientes. Así Moisés manda colocar un ómer de maná ante Yahvé, es decir, ante el arca de la alianza. Lo que supone ya la construcción del tabernáculo. Vemos, pues, cómo en el relato hay incrustaciones redaccionales posteriores14.

2 Cf. I. Schuster-j. M. B. Holzammer, Historia Bíblica I (Barcelona 1944) 248. – 3 Cf. Exo 32:1; Exo 32:25; Núm c.16 y c.25. – 4 Cf. Jer 2:2; Ose 2:16; Ose 11:1. – 5 Sal 78:26-29. – 6 Sal 78:235. – 7 Sab 16:2os. – 8 Neh.9; 15 – 9 Jua 6:31; Jua 6:58· – 10 Núm 31:1s. – 11 Cf. fl. Jos., Ant. III 1,6; San Ambrosio, Epist. 64:1: PL 16,1271. – 12 Cf. fl. Jos., Ant. III 1,5; Herod., II 77. Véase G. Ricciotti, o.c., I p.2p8. – 13 Cf. Núm 21:5. El nombre de mana, como hemos visto, la Biblia lo explica por la exclamación Man-hu (¿”qué es esto”?). La partícula man sería aramea; en hebreo mah. Algún autor ha querido ver en la palabra el egipcio mennu. Los árabes llaman al fruto del tamarisco mann, pero puede depender este nombre de la tradición bíblica. – 14 En 1Re 8:9 no se menciona el vaso de maná, sino sólo las tablas de piedra, como existentes en el templo de Salomón.

Fuente: Biblia Comentada

al desierto de Sin. En Núm 33:5-11 se encuentran más detalles acerca de los campamentos en el viaje de Ramesés a Sucot y más allá. Dicho itinerario también designa el siguiente lugar de acampada como Dofca (Núm 33:12). Su identificación con la mo-derna Debbet er Ramleh la sitúa al SO de la península del Sinaí en una línea recta entre Elim y Sinaí. quince días … segundo mes. Treinta días después de partir de Ramesés.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta sección relata la marcha de los israelitas desde Egipto hasta el monte Sinaí.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

ii. De Egipto al Sinaí (Éxo 12:37-51; Éxo 13:1-22; Éxo 14:1-31; Éxo 15:1-27; Éxo 16:1-36; Éxo 17:1-16; Éxo 18:1-27)

Análisis de discurso

Esta segunda parte del libro del Éxodo narra el período que va desde la salida de Egipto hasta la llegada al monte Sinaí. Allí se establecerán los israelitas para recibir las tablas de la ley, que, en sentido amplio, incluirán todo el sistema de leyes regulativas de la vida social y religiosa de Israel. La estancia en Sinaí se prolongará más allá de nuestro libro hasta Núm 11:33, donde se narra la partida de ese lugar, camino a Canaán.

Esta parte está construida sobre el esquema llamado “del itinerario”. Este estilo literario organiza el relato de acuerdo con las etapas del viaje y establece las características de cada estancia. Algunas de estas estancias están más desarrolladas que otras, pero todas tienen su propio sentido. Cada etapa se comienza a narrar con una fórmula del tipo: «Partieron de y acamparon en ». A veces la mención de ambos lugares está en el mismo versículo, mientras que otras veces la mención del lugar de arribo está indicada lejos de la primera parte.

Entre Egipto y el Sinaí hay seis etapas, y el séptimo lugar al que arriban los israelitas es el monte el Dios. Siete es un número simbólico, es el número de lo completo y acabado, de modo que la designación del Sinaí en séptimo término indica la importancia que el texto otorga a ese lugar. En el análisis iremos viendo cada una de las etapas y su significación particular.

A. De Ramsés a Sucot (Éxo 12:37-51; Éxo 13:1-19)

Para comenzar el itinerario, los israelitas se trasladaron de la ciudad de Ramsés hasta Sucot, todavía dentro de Egipto. Es improbable que todos los israelitas de Egipto estuvieran en esa ciudad, aunque quizás, por el contrario, la comunidad se había establecido allí y, efectivamente, partió en su totalidad desde ese lugar únicamente. Es difícil afirmar una u otra posibilidad. En general, pensamos que el texto tiende a simplificar los procesos históricos y que pudo suceder que allí hubiera una concentración mayor de israelitas y que llegaran otros desde diversos puntos del país. En esta narración se incluyen prescripciones acerca de la Pascua y de los primogénitos, así como diversas informaciones relativas al tiempo de estancia en Egipto y detalles de la partida.

1. Comienzo de la marcha (Éxo 12:37-42)

TÍTULO: Tanto RV95 como TLA distinguen esta unidad y le dan un título que consideramos correcto y evidente (también DHH). NVI titula «El éxodo». Es para resaltar que no todas las versiones coinciden en que el éxodo comienza en este versículo. BJ coloca el comienzo en Éxo 13:17, aunque el hecho de poner el título allí implica hacer caso omiso de la información previa.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

E. De Elim a Sin (Éxo 16:1-36)

Análisis de discurso

Al partir de Elim, se inicia la quinta etapa del itinerario, que supondrá una estadía en Sin, un desierto ubicado probablemente hacia el sur, en la costa occidental de la Península del Sinaí. En este episodio continúan las murmuraciones contra Moisés; éste las va a denunciar como quejas del pueblo que no están dirigidas en contra suya y de Aarón, sino contra Dios mismo. Dios responde a estas quejas de los israelitas proveyendo para sus necesidades, aun los elementos básicos para la supervivencia en un terreno tan hostil. Es un texto memorable, en el que se muestra la acción de Dios, quien protege a su pueblo de la severidad del clima desértico y responde de manera eficaz ante lo que se espera: una larga estadía en esa región. Dios ya ha mostrado que asegurará el agua; ahora muestra que no dejará a los israelitas sin alimentos.

En la tradición cristiana se ha espiritualizado estos hechos, especialmente cuando se ha malinterpretado la mención del maná como «pan del cielo» (v. Éxo 15:4), vinculándolo incluso con la Cena del Señor. Sin embargo, en tiempos del Antiguo Testamento dicha expresión significaba, de manera bastante literal, un alimento que surgía del rocío, de la escarcha matinal, o de cierta forma de lluvia liviana, que, físicamente, “venía del cielo” (ver Éxo 16:14). En efecto, en el texto hebreo, esa expresión no tiene una connotación espiritual, sino una bien concreta y visible. Es importante que el traductor evite dar la sensación de que estamos ante algo que alimentaba espiritualmente, pues de otro modo se desvirtuaría el sentido que Dios le dio a esa acción suya: proveer lo necesario para la alimentación del pueblo mientras el mismo transitaba por una región de suma aridez.

El capítulo Éxo 16:1-36 se puede dividir en cuatro unidades que responden a diversos momentos de una misma escena. En esto seguimos la propuesta de Osborn-Hatton, que resulta práctica y facilita la lectura del texto. Esta obra distingue las siguientes unidades: Las murmuraciones del pueblo (vv. Éxo 16:1-12); Las codornices y el maná (vv. Éxo 16:13-21); El sábado (vv. Éxo 16:22-30); El maná como testimonio (vv. Éxo 16:31-36). Estos títulos, algunos con pequeñas variantes o adaptaciones, nos servirán para presentar nuestro análisis de cada unidad.

1. Las murmuraciones del pueblo (Éxo 16:1-12)

TÍTULO: Hay varias opciones respecto a dividir y titular esta sección. RV95 opta por el título «Dios da el maná» y lo hace extensible a todo el capítulo Éxo 16:1-36. En general, esto no es recomendable, pues supone porciones muy largas de texto. Por su parte, TLA titula: «Dios alimenta a los israelitas» y lleva la unidad hasta el versículo Éxo 16:21. Esta última opción es muy aceptable. Nosotros proponemos una división parecida a la de TLA, aunque separando la primera unidad en dos partes. En caso de asumir esta opción, se debe colocar un título general y luego: “Las murmuraciones del pueblo”.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Que está entre Elim y Sinaí: Esta frase no tiene problemas de traducción, pero es necesario enfatizar su importancia. Muestra que los israelitas están en camino hacia el monte Sinaí, la primera meta de su largo peregrinar hacia la tierra prometida. Nótese que es un adelanto que nos ofrece el texto, porque hasta este momento no se nos había informado de que se dirigían hacia allí, y, en efecto, aún permanece en silencio sobre lo que había de suceder en aquel monte.

A los quince días del segundo mes [ ]: TLA prefiere organizar de otro modo el versículo y comienza diciendo: «Un mes y medio después», lo cual está bien si resulta más claro en la lengua receptora. Sin embargo, hay que ser conscientes de que así se pierde fuerza argumental, pues se pasa de un día preciso (el día quince del segundo mes, un viernes) a una fecha más general e imprecisa (ver la próxima sección relativa a Aspectos históricos y literarios).

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— Elín: Es posiblemente un oasis cercano al mar Rojo; ver Núm 33:9.

— desierto de Sin: La palabra hebrea sin significa “espino”. Se trata de un desierto que hasta ahora no ha podido ser localizado con exactitud: unos lo sitúan en el interior o en el sudoeste de la península del Sinaí; otros en algún lugar cercano al mar Rojo.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El pueblo murmura por comida. A medida que el pueblo peregrinaba a través de la región desértica al sudeste de los Lagos Amargos, la crueldad y el sufrimiento de Egipto fue rápidamente olvidada cuando el pueblo llegó a tener hambre. Incluso sugirieron que habría sido mejor que Jehovah nos hubiera hecho morir en la tierra de Egipto que morirse de hambre en el desierto (3, 4). En respuesta Dios generosamente les envió codornices por la tarde (13) y un pan como una sustancia menuda en la mañana; este último fue llamado ManaŒ porque el pueblo dijo: ¿Qué [heb. man] es esto? (31; cf. v. 15). Dios probó a los israelitas al emitir ciertas condiciones con respecto a la recolección y almacenamiento del maná (4, 5, 16, 23). Para demostrar su fe en la provisión de Dios, el pueblo no debería almacenar maná de un día para otro (19). Sin embargo, en el sexto día de la semana, viernes, debería almacenarse y preparar el doble de cantidad de maná, ya que el siguiente día (el sábado) era día de reposo. Estas instrucciones no fueron atendidas por algunos (20, 28). Si bien habían sido liberados de Egipto por un despliegue notable del poder de Dios, a algunos de ellos les hacía falta un compromiso total y leal con él. Como la historia del éxodo revela, los israelitas frecuentemente mostraban su obstinación hacia Dios. No obstante, tal es la constancia de Dios que provee maná durante los próximos 40 años; sólo cuando el pueblo se estableció en la tierra de Canaán cesó el maná (35, 36). Como un testimonio para las generaciones futuras un gomer de maná fue preservado en una vasija (33).

En el NT Jesús se comparó a sí mismo con el maná divinamente provisto en el desierto: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré por la vida del mundo es mi carne” (Juan 6:51; cf. 6:48-58).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

16.1 El desierto de Sin era un ambiente vasto y hostil de arena y piedra. Su esterilidad proporcionaba un lugar perfecto para que Dios probara y moldeara el carácter de su pueblo.16.2 Volvió a suceder otra vez. Cuando los israelitas se enfrentaron al peligro, a la escasez y a las inconveniencias se quejaron amargamente y añoraron su vida en Egipto. Pero como siempre, Dios suplió sus necesidades. Las circunstancias difíciles pueden causarnos estrés. Cuando eso sucede, nuestra respuesta natural es la queja. Los israelitas en realidad no querían estar otra vez en Egipto; sólo querían que la vida fuera un poco más fácil. Con la presión del momento, no pudieron analizar la causa de su estrés (en este caso, la falta de confianza en Dios). Ni siquiera pudieron pensar en la forma más rápida de escapar. Cuando llegue la presión a su encuentro, resista la tentación de hacer su escape más rápido. En vez de eso, concéntrese en el poder y en la sabiduría de Dios que lo ayudará a tratar la causa de su estrés.16.4, 5 Dios prometió que supliría la necesidad de alimento de los hebreos en el desierto, sin embargo, decidió probar su obediencia. Dios quería ver si obedecían sus instrucciones detalladas. Sólo podremos aprender a confiar en El como Señor, siguiéndolo. Sólo podremos aprender a obedecer, dando pequeños pasos de obediencia.16.14, 16 El maná (16.31) aparecía en el suelo cada día en forma de un copo fino, similar a la escarcha. El pueblo lo recolectaba, lo molía como grano y hacía tortillas con sabor a miel. Para los israelitas el maná fue un regalo; llegaba todo los días y era justo lo que necesitaban. Satisfacía sus necesidades físicas temporales. En Joh 6:48-51 Jesús se compara a sí mismo con el maná. Cristo es el pan nuestro de cada día, el que satisface nuestra necesidad eterna y espiritual.16.23 Los israelitas no debían trabajar en el día de reposo, ni siquiera cocinar. ¿Por qué? Dios sabía que la rutina diaria podría distraer al pueblo para no adorarlo. Es muy fácil dejar que el trabajo, las responsabilidades familiares y la recreación saturen nuestros programas al grado que no tomemos el tiempo para adorar. Aparte su tiempo para estar con Dios.16.32 Los hebreos pusieron un poco de maná en una vasija especial como recuerdo de la forma en la que Dios les proveyó en el desierto. Los símbolos han sido siempre una parte importante, aun en la alabanza de los cristianos. Utilizamos objetos especiales como símbolos que nos recuerdan la obra de Dios en nuestras vidas. Tales símbolos pueden ser una ayuda valiosa para nuestra adoración mientras cuidemos que no se conviertan en objetos de adoración.16.36 «Un gomer es la décima parte de una efa», esto es más o menos 3.7 litros.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 693 Núm 33:10

b 694 Núm 33:11

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

desierto de Sin. Una región de localización incierta.

el día quince del segundo mes. Se menciona la fecha porque este sitio representa un viaje de un mes desde Ramsés. Si se consideran 10 km al día como una medida razonable para mujeres y niños a pie, un mes representaría unos 250 km de camino.

Fuente: La Biblia de las Américas

Habían salido de Egipto un mes antes.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

[=] *Num 11:1 *Num 33:10

[.] Toda la comunidad empezó a murmurar contra Moisés y Aarón. En varias partes se encontrará en seguida esa , esa crítica que tiene miedo a comprometerse demasiado. No se está contento, pero tampoco se tiene algo que proponer. Se critica a los que quieren hacer algo, pero es que en el fondo no se quiere tener problemas. Esta tarde, les dará carne… (8) Numerosas bandadas de aves, agotadas por un largo vuelo, cayeron al lado del campamento. También se encontró otra comida inesperada, el maná. A lo mejor se trata de la resina que a veces sale muy abundantemente de zarzas de dicho desierto. En el momento más desesperado, esta ayuda fue para Israel la prueba de que Dios no lo abandonaba. Este hecho se relata también en Núm 11,4. Con este hecho entendemos que el pan de cada día es un don de Dios. Un don hecho a su pueblo al que conduce por un camino difícil, un don a Moisés, quien ha corrido todos los riesgos. Con el tiempo, se amplió la narración del asunto, dando a entender que Dios había mandado el maná diariamente durante cuarenta años Ex 16,35; Jos 5,12; Sal 78,24; Sab 16,20. Este don del pan del cielo se prestó para dos comentarios diferentes en páginas posteriores de la Biblia. En Deut 8,3 Luego, en el Evangelio, el maná es figura del verdadero pan del cielo, Cristo, que se da como alimento de vida en la eucaristía ver comentarios de Jn 6.

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana

[1] Sab 11, 2.[9] Volviéndoos hacia la nube en que reside la majestad de Dios, desde donde nos habla y da a conocer sus manda-mientos. Sal 99 (98), 7; Ex 33, 9.[10] Eclo 45, 3.[13] Num 11, 31.[14] Se puede traducir Semejante a los granitos blancosde escarcha, que cuando hiela caen sobre la tierra. Era un maná milagroso. Num 11, 7; Sal 78 (77), 24; Sab 16, 20; Jn 6, 31.[15] 1 Cor 10, 3.[16] Cerca de ocho libras.[18] 2 Cor 8, 15.[33] En un vaso de oro se conservó el maná dentro del arca. Pablo lo llama manjar espiritual, porque figura el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía. Hebr 9, 4.[35] Jdt 5, 15.

Fuente: Notas Torres Amat