Comentario de Lucas 5:16 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pero él se apartaba a los lugares desiertos y oraba.

5:16 Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba. — Este es otro de los textos en el libro de Lucas que enfatiza que Jesús frecuentemente oraba al Padre.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Luc 6:12; Mat 14:23; Mar 1:35, Mar 1:36; Mar 6:46; Jua 6:15.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

ORACIONES DE JESÚS.

(1) Lucas pone énfasis más que los otros autores de los evangelios en la importancia de la oración en la vida y la obra de Cristo. El Espíritu Santo bajó sobre Jesús en el Jordán mientras oraba (Luc 3:21); se retiraba con frecuencia a lugares solitarios y oraba (Luc 5:16), y pasó toda la noche orando (Luc 6:12) antes de escoger a los doce discípulos. El oró en privado antes de hacerles una pregunta importante a los discípulos (Luc 9:18); en su transfiguración «subió al monte a orar» (Luc 9:28); la transfiguración en sí ocurrió mientras oraba (Luc 9:29); y «estaba Jesús orando» antes de enseñar a los discípulos el Padrenuestro (Luc 11:1). En la última cena le dijo a Pedro que había orado por él (Luc 22:32); en Getsemaní «oraba más intensamente» (Luc 22:44); en la cruz oró por otros (Luc 23:34); y las últimas palabras que pronunció antes de su muerte fueron una oración (Luc 23:46). Lucas también relata que El oró después de su resurrección (Luc 24:30).

(2) Al examinar la vida de Jesús en los otros evangelios, puede notarse que Él oró antes de hacer la invitación: «Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados» (Mat 11:25-28); oró frente a la tumba de Lázaro (Jua 11:41-42) y durante la institución de la Cena del Señor (Jua 17:1-26). Para más información sobre la oración en la vida de Cristo, véase Mat 14:23, nota.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

5:16 Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba. – Este es otro de los textos en el libro de Lucas que enfatiza que Jesús frecuentemente oraba al Padre.

Fuente: Notas Reeves-Partain

SE INTENSIFICA LA OPOSICIÓN

Lucas 5:16, 17

Pero Jesús se retiraba a lugares solitarios para dedicarse ala oración.

Cierto día, mientras Jesús estaba enseñando, había un grupo de fariseos y de escribas que estaban escuchándole sentados. Habían venido de todos los pueblos de Galilea, y de Judasa, y hasta de Jerusalén.
El poder de Dios se manifestaba cuando Jesús sanaba a los enfermos.

No tenemos aquí más que dos versículos, pero tenemos que detenernos en ellos, porque marcan un hito. Los escribas y los fariseos aparecen en escena. La oposición, que no se daría por contenta hasta llevar a Jesús a la muerte, sale a la luz.

Si queremos entender lo que pasó con Jesús, tenemos que saber algo de la ley, y de la relación que tenían con ella los escribas y los fariseos. Cuando los judíos volvieron de Babilonia hacia el año 440 a C., sabían muy bien que se habían desvanecido sus esperanzas de grandeza nacional. Por tanto decidieron alcanzar su grandeza siendo el pueblo de la ley, aplicando todas sus energías a conocer y cumplir la ley de Dios.

La base de la ley eran los Diez Mandamientos, que son principios generales de vida. No son reglas ni reglamentos; no nos dicen lo que tenernos que hacer en cada circunstancia. Y para una cierta sección del pueblo judío, aquello no era suficiente. Lo- que querían no eran principios generales, sino reglas que cubrieran todas las situaciones imaginables: Así es que se pusieron a deducir y a elaborar todas esas reglas a partir de los Diez Mandamientos.

Vamos a poner un ejemplo. El cuarto mandamiento es: «Acuérdate del día de reposo para santificarlo»; y sigue dicien

do que no se debe trabajar el sábado (Ex 20:8-11 ). Pero los judíos preguntaban: «¿Qué es un trabajo?»; y se ponían a

definirlo bajo treinta y nueve encabezamientos a los que llamaban «padres del trabajo». Pero tampoco bastaba con eso;
cada una de esas clases de trabajo se dividía y subdividía minuciosamente, produciendo miles de normas y reglas. Eso

era lo que se llamaba la Ley Oral, que a veces se ponía hasta por encima de los Diez Mandamientos. Vamos a poner otro ejemplo. Uno de los trabajos prohibidos en sábado era llevar una carga. Jer 17:21-24 dice: «Guardaos por vuestra vida de llevar carga en el día de reposo.» «Pero -insistían los legalistas-,hay que definir lo que es una carga.» Y se definía: una carga es «una cantidad de comida que pese lo que un higo seco; el vino que se necesita para mezclar en una copa; la leche que se toma de un sorbo; el aceite que se necesita para ungir un miembro pequeño del cuerpo; el agua que se usa para hacer un colirio; el papel qué se necesita para hacer un recibo; tinta suficiente para escribir dos letras; un trozo de caña como para hacer una pluma…», y etcétera, etcétera indefinidamente. Si un sastre se dejaba prendido en la ropa un alfiler o una aguja el sábado, estaba llevando una carga, es decir, quebrantando la ley y pecando; si levantaba el sábado una piedrecita suficientemente grande para tirársela a un pájaro, pecaba. La bondad se identificaba con el cumplimiento de esas interminables normas y reglas.

Vamos a fijarnos en otro ejemplo. El curar en sábado estaba prohibido porque era hacer un trabajo. Estaba establecido que sólo se podían hacer curas si había peligro de muerte; y aun entonces, sólo se podían tomar medidas para que el paciente no se pusiera peor, pero no para ponerle mejor. Se podía poner una venda en una herida, pero no se podían aplicar ungüentos; se podía poner un tapón si dolía un oído; pero no medicina. Ya se comprende que la casuística no tenía límites.
Los escribas eran los expertos en la ley, que sabían todas esas normas y reglas, y que las deducían de la ley. El nombre fariseo quiere decir » separado» , porque los fariseos se separaban de la gente y de la vida normal a fin de cumplir todas esas reglas. Hemos de tener en cuenta dos cosas. La primera es que, para los escribas y fariseos esas reglas eran cuestión de vida o muerte; el quebrantar una de ellas era cometer un pecado mortal. En segundo lugar, sólo los que las tomaban tremendamente en serio podían intentar guardarlas, porque hacían la vida sumamente incómoda. Sólo los menos lo podían intentar.

Esas normas y reglas no tenían importancia para Jesús cuando oía el grito de la necesidad humana. Pero para los escribas y fariseos Jesús era un transgresor de la ley, un mal hombre que quebrantaba la ley y que enseñaba a otros a hacer lo mismo. Por eso le odiaban, y al final le entregaron a la muerte. La tragedia de la vida de Jesús consistió en que fueron precisamente los que tomaban la religión en serio los que le llevaron a la cruz. Fue la suprema ironía de la vida el hecho de que fueran las mejores personas de su tiempo quienes le crucificaron.

Desde este momento, Jesús no tendría reposo. Estaría siempre bajo el escrutinio de miradas hostiles y críticas. La oposición había cristalizado, y no podía haber más que un final. Jesús lo sabía, y antes de enfrentarse con la oposición se retiró a orar. El amor en los ojos de Dios le compensaba por el odio en los ojos de los hombres. La aprobación de Dios le animaba a arrostrar la crítica de los hombres. De la paz de Dios sacaba fuerzas para la batalla de la vida; y nosotros, que somos sus discípulos, debemos ser como Él.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Luc 3:21; Luc 6:12; Luc 9:18; Luc 9:28-29; Luc 10:21; Luc 11:1; Mat 14:23; Mat 26:36 y par; Mar 1:35; Mar 6:46.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

r 319 Mar 1:45

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

16 super (1) Véase la nota 35 super (1) de Mr; 1.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

oraba. Véase Introducción, en «Enfoque distintivo».

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Lit., en

Fuente: La Biblia de las Américas