Comentario de Lucas 6:6 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Aconteció en otro sábado que él entró en la sinagoga y enseñaba. Y estaba allí un hombre cuya mano derecha estaba paralizada.
6:6 Aconteció también en otro día de reposo, que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha (sólo Lucas agrega este detalle, probablemente porque la mano derecha se usa más que la izquierda). — La palabra seca traduce la palabra XEROS; se traduce “paralíticos” (o “encogidos”, FL) en Jua 5:3. La mano estaba contraída e inmovilizada (FL). El conflicto entre Cristo y los líderes de los judíos continúa. Este texto también trata del conflicto sobre las leyes de ellos sobre el sábado. Fue su mano derecha, una condición muy triste porque la mayoría de los empleos, mayormente en aquellos días, requería el uso de las dos manos. Era muy limitado el albañil, el carpintero o el que hacía tiendas (Hch 18:3) si tuviera que trabajar con una sola mano. En aquellos tiempos muchos de los que sufrían tales aflicciones se sentían obligados a ser mendigos. En cuanto al poder humano, no había remedio para este condición. Tal hombre ofreció a Jesús otra oportunidad de sanar, pero este caso fue especial debido al lugar (sinagoga) y el tiempo (día de reposo). Ocurrió en la sinagoga, probablemente en Galilea, Mar 2:1, Capernaúm. La sinagoga era el lugar para leer la ley de Moisés, los profetas y los salmos, para acercarse a Dios. Pero los escribas y fariseos se portaban de la manera más carnal, manifestando su odio hacia Jesús y la determinación de destruirlo (Mat 12:14).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
aconteció también en otro día de reposo. Mat 12:9-14; Mar 3:1-6.
que él entró en la sinagoga. Luc 4:16, Luc 4:31; Luc 13:10, Luc 13:13, Luc 13:14; Luc 14:3; Mat 4:23; Jua 9:16.
estaba allí un hombre que tenía la mano derecha seca. 1Re 13:4; Zac 11:17; Jua 5:3.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
conocía los pensamientos: Jesús se desempeña como profeta y, en todas las ocasiones en donde aparece esta frase, se puede esperar que Jesús actúe o corrija los pensamientos inadecuados (Luc 5:22; Luc 9:47; Luc 11:17; Luc 19:15; Luc 24:38; Jua 2:25). La orden que dio (levántate) hace que la sanidad sea un asunto público.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
6:6 Aconteció también en otro día de reposo, que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha (sólo Lucas agrega este detalle, probablemente porque la mano derecha se usa más que la izquierda). – La palabra seca traduce la palabra XEROS; se traduce “paralíticos” (o “encogidos”, FL) en Jua 5:3. La mano estaba contraída e inmovilizada (FL). El conflicto entre Cristo y los líderes de los judíos continúa. Este texto también trata del conflicto sobre las leyes de ellos sobre el sábado. Fue su mano derecha, una condición muy triste porque la mayoría de los empleos, mayormente en aquellos días, requería el uso de las dos manos. Era muy limitado el albañil, el carpintero o el que hacía tiendas (Hch 18:3) si tuviera que trabajar con una sola mano. En aquellos tiempos muchos de los que sufrían tales aflicciones se sentían obligados a ser mendigos. En cuanto al poder humano, no había remedio para este condición. Tal hombre ofreció a Jesús otra oportunidad de sanar, pero este caso fue especial debido al lugar (sinagoga) y el tiempo (día de reposo). Ocurrió en la sinagoga, probablemente en Galilea, Mar 2:1, Capernaúm.
La sinagoga era el lugar para leer la ley de Moisés, los profetas y los salmos, para acercarse a Dios. Pero los escribas y fariseos se portaban de la manera más carnal, manifestando su odio hacia Jesús y la determinación de destruirlo (Mat 12:14).
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL DESAFÍO DE JESÚS
Lucas 6:6-11
Otro sábado fue Jesús a la sinagoga, y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía seco el brazo derecho. Los escribas y los fariseos le estaban vigilando muy de cerca para ver si se atrevía a sanar al hombre en sábado, porque querían tener algo de que acusarle.
Jesús se daba cuenta de lo que estaban tramando, pero dijo al del brazo seco:
-Ponte en pie donde todos te vean.
,El hombre se levantó y se puso en medio. Entonces Jesús les dijo:
-Os preguntaré una cosa: ¿Qué es lo que se permite hacer el sábado, ayudar a alguien o hacerle daño, salvar la vida o destruirla?
Y dirigió la mirada en círculo a todos los presentes, esperando una respuesta. Ante el silencio general, dijo al enfermo:
-¡Extiende el brazo!
Y el hombre lo hizo, y se le restauró el brazo completamente. Los enemigos de Jesús se pusieron furiosos, y empezaron a hacer planes para acabar con él.
Para este tiempo la oposición a Jesús iba concretándose. Estaba enseñando en la sinagoga un sábado, y los escribas y los fariseos estaban también allí con el propósito de espiarle para, si curaba al enfermo, acusarle de quebrantar el sábado. Hay un detalle interesante: si comparamos esta historia en Mt 12:10-13 , y Mr 3:1-6 , con la versión de Lucas, nos damos cuenta de que es sólo éste el que nos dice que era el brazo derecho el que tenía seco el hombre. Aquí habla el médico, interesado en todos los detalles del caso.
En este incidente, Jesús quebrantó abiertamente la ley tradicional. Curar era un trabajo, y estaba prohibido hacer ningún trabajo el sábado. Es verdad que si había peligro de muerte se podía hacer algo para mantener la vida. También era legal tratar las dolencias de ojos o garganta. Pero este hombre no estaba en peligro de muerte; podría haber esperado hasta el día siguiente sin peligro. Pero Jesús estableció el gran principio de que, dijeran lo que dijeran las leyes y las reglas, siempre se puede hacer un bien en sábado. Jesús les dirigió la pregunta punzante: «Os preguntaré una cosa: ¿Qué es lo que se permite hacer el sábado, ayudar a alguien o hacerle daño, salvar la vida o destruirla?» Eso tiene que haberles llegado al alma, porque mientras Él estaba tratando de ayudar a la vida del hombre del brazo seco, ellos estaban haciendo todo lo posible para destruirle a Él. Era Él el que estaba tratando de salvar, y ellos de destruir.
En esta escena hay tres personajes.
(i) Está el hombre del brazo seco. Podemos decir dos cosas de él. (a) En uno de los evangelios apócrifos, es decir, de los que no llegaron a formar parte del Nuevo Testamento, se nos dice que el hombre era mampostero, y vino a Jesús para pedirle ayuda y le dijo: «Yo era mampostero, y me ganaba la vida con las manos; te suplico, Jesús, que me devuelvas la salud para que no tenga que mendigar mi pan con vergüenza.» Era un hombre que quería trabajar. Dios siempre mira con aprobación al que quiere ganarse la vida decentemente.
(b) Era un hombre que estaba dispuesto a intentar lo imposible. No se puso a discutir cuando le dijo Jesús que extendiera el brazo inútil; lo intentó y lo consiguió, con las fuerzas que le dio Jesús. Imposible es una palabra que habría que desterrar del vocabulario del cristiano. Como ha dicho un famoso hombre de ciencia, «La diferencia entre lo difícil y lo imposible está sólo en que se tarda un poco más en hacer lo imposible.»
(ii) Está Jesús. Hay en esta historia una gloriosa atmósfera de desafío. Jesús sabía que le estaban espiando, pero no vaciló en sanar. Le dijo al hombre que se pusiera en medio: esto no se iba a hacer en un rincón. Se cuenta de uno de los primeros predicadores metodistas, que tenía el propósito de predicar en un pueblo hostil. Alquiló a un pregonero para que anunciara la reunión, y éste empezó a hacerlo en un susurro aterrado. Entonces el predicador le quitó de la mano la campana, la hizo sonar y tronó: -¡Mister Fulano de Tal predicará en tal y tal lugar a tal y tal hora de la noche y ese hombre soy yo! El verdadero cristiano despliega con orgullo la bandera de la fe, y desafía abiertamente a la oposición.
(iii) Estaban los fariseos. Aquí tenemos a unos hombres que siguieron el extraño camino de odiar a un hombre que acababa de curar a un paciente. Son el ejemplo sobresaliente de los que aman sus leyes y sus reglas más que a Dios. Seguimos viendo esta actitud en las iglesias una y otra vez. Discusiones, no acerca de las grandes cuestiones de la fe, sino sobre cuestiones de gobierno eclesiástico y cosas por el estilo. Leighton dijo una vez: «Cómo se haya de gobernar la iglesia es indiferente; pero la paz y la concordia, la amabilidad y la buena voluntad son indispensables.»
Siempre está presente el peligro de poner la lealtad al sistema por encima de la lealtad a Dios.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
REFERENCIAS CRUZADAS
j 357 Luc 13:14; Jua 9:16
k 358 Mat 12:10; Mar 3:1
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
6 (1) Con respecto a los vs. 6-11, véanse las notas de Mat_12:9-14 y de Mar_3:1-6 .
6 (2) Véase la nota 21 (2) de Mr 1.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Estos versículos contienen otro ejemplo del modo como trató Señor la cuestión del sábado. Otra vez lo vemos en pugna con las vanas tradiciones de los Fariseos, en lo tocante á la observancia del cuarto mandamiento.
En estos versículos se nos enseña que es lícito hacer obras de misericordia en día sagrado. En ellos se nos dice que, en presencia de los Escribas y Fariseos nuestro Señor curó en sábado á un hombre que tenia la mano seca. Sabia que estos enemigos de todo lo justo estaban en acecho para ver lo que él haría, con objeto de «hallar de qué acusarlo.» Más él sostiene con firmeza el derecho de hacer tales obras de misericordia, aun en el día del cual se dijo: » No harás ninguna clase de obra;» y los retó abiertamente á que probasen que tal obra era contraria á la ley. «Preguntaros he una cosa,» dice él: «¿es lícito en sábado hacer bien ó hacer mal?» Á esta pregunta sus adversarios no pudieron dar respuesta alguna.
El principio aquí establecido es de vasta aplicación. El cuarto mandamiento no fue instituido para que se le diese una interpretación que redundase en daño del cuerpo humano. Se tuvo el propósito de adaptarlo á aquel estado de cosas que surgió de la caída. No se tuvo en mira prohibir el consolar al afligido, ó cuidar á los enfermos: nos es permitido en ese día ir en carruaje para dar consuelo al moribundo; podemos dejar de asistir al culto público, si tenemos que ir á buscar á un médico, ó prestar nuestros servicios en el cuarto de un enfermo; podemos visitar al huérfano y á la viuda en sus épocas de angustia, y podemos, en fin, predicar, enseñar, é instruir al ignorante. Estas son obras de misericordia Podemos hacerlas, y sin embargo guardar el domingo sagrado Con esto no violamos la ley de Dios.
Una cosa hay, sin embargo, que es preciso tengamos bien presente: estemos alerta para no abusar de la libertad que Cristo nos ha dado. De caer en este extremo corremos riesgo en nuestros días. Hay poco riesgo de incurrir en el error de los Fariseos, y de guardar el sábado con mayor escrupulosidad de la ordenada por Dios.
Lo que hay que temer es la inclinación general de menospreciar el sábado, y privarle de aquel respeto que debe recibir. Cuidemos de cómo nos conducimos en este asunto. Guardémonos de convertir el día de Dios en día de hacer visitas, dar convites, viajar y divertirnos. Estas no son obras de necesidad ni de misericordia, diga lo que dijere un mundo incrédulo y obstinado. La persona que pasa los domingos de este modo comete un pecado grave, y que no está preparado para el descanso eterno en el Se nos enseña así mismo este pasaje cuan perfecto es el conocimiento que nuestro Señor Jesucristo tiene de los pensamientos de los hombres. Se percibe esto en lo que de El se dice cuando los escribas y fariseos estaban acechándolo: «El sabia sus pensamientos.» expresiones como esta forman una de las muchas pruebas de la de nuestro Señor. Solamente Dios puede leer los corazones. El que pudo así discernir las intenciones y maquinaciones de otros, debió haber sido algo más que un hombre. Sin duda que él fue hombre en todo, lo mismo que nosotros, si se exceptúa solamente el pecado. Podemos conceder esto espontáneamente á los Socinianos, que niegan la divinidad de Cristo. Los textos que citan para probar la naturaleza humana de nuestro Señor, son textos en los que nosotros creemos y que sostenemos tan plenamente como lo hacen ellos; más existen otros textos claros en la Escritura que prueban que nuestro Señor era Dios á la par que hombre. Uno de estos textos es el pasaje que tenemos á la vista. él enseña que «era Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos.» 9:5.
Que el pensamiento de que nuestro Señor sabe todo cuanto pensamos influya en hacernos humildes. ¡Cuántas ideas mundanas, y cuantos pensamientos vanos cruzan por nuestras mentes cada hora, y que la vista del hombre no alcanza á penetrar jamás! ¿Cuáles son nuestros pensamientos en este momento? ¿Cuáles han sido este mismo día, mientras que hemos estado leyendo ó escuchando este pasaje de la Escritura? ¿Podríamos someterlos á la inspección pública? ¿Nos agradaría que otros supieran lo que pasa en nuestro interior? Estas son preguntas serias, y merecen respuestas bien serias. Pero séanlo ó no á nuestro modo de ver, es un cierto que Jesucristo está leyendo continuamente nuestros corazones. Debemos, en verdad, humillarnos ante él y exclamar diariamente, «¿Quién puede decir cuántas veces ofende?» «Purifícame de mis faltas ocultas.» «¡Señor, ten misericordia de mí, que soy un pecador!.
Enséñanos, en fin, esta parte del Evangelio de qué naturaleza es el primer acto de fe, de un alma que se convierte. Esto se advierte en la relación de la curación mencionada. Nuestro Señor dijo al hombre cuya mano estaba seca, «Extiende tu mano.» El mandato parece, á primera vista, irracional, porque á juzgar por las apariencias, era imposible que el hombre obedeciese. Más este no se paró en dudas ó disputas: al instante hizo el esfuerzo de extender la mano, y, al hacerlo fue curado. él tuvo bastante fe para creer que Aquel que le mandó extender la mano, no se burlaba de él, y debía, por tanto, ser obedecido. Fue precisamente por este acto de obediencia que obtuvo la gracia que deseaba; y recobró el uso de la mano.
Y aquí se encuentra la mejor respuesta á las dudas, vacilaciones y preguntas que inquietan muchas conciencias relativamente á la importante cuestión de venir a Cristo. «¿Cómo podemos creer?» preguntan algunos: » ¿Cómo podemos venir á Cristo? ¿Cómo podemos asirnos de la esperanza que se nos ha puesto delante?» Lo mejor que se puede hacer con los que hagan tales preguntas es aconsejarles que imiten al que tenia la mano seca. Que no se inquieten con discusiones, sino que obren; que no se molesten con cuestiones metafísicas, sino que se arrojen, tales como son, en brazos de Jesucristo. Obrando así todo les será fácil. Como, ó de que manera, tal vez no podamos explicarlo. Pero podemos asegurar con confianza, que verán que á medida que se acerquen más á Dios, Dios se acercará más á ellos; pero que si por su propio gusto permanecen quietos, no deben tener esperanza de salvarse.
Fuente: Los Evangelios Explicados
R393 El infinitivo εἰσελθεῖν se usa como el sujeto del verbo ἐγένετο: sucedió … que él entró.
R748 Ἑτέρῳ significa: próximo.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit., Y sucedió que
Lit., y estaba su
O, enjuta, o, paralizada
Fuente: La Biblia de las Américas
Lit. entrar.
6.6 Lit. y su mano.
6.6 Es decir, paralizada, inmovilizada.