Biblia

Comentario de Lucas 6:39 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 6:39 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces les dijo una parábola: “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?

6:39 Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? — Es indispensable que uno se convierta y luego prepararse bien antes de enseñar a otro. Stg 3:1, “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación”. ¿Qué hacían los escribas y fariseos? Mat 23:15.

Mat 15:14, “Dejadlos; son ciegos guías de ciegos”. ¡Qué cosa tan terrible ser abandonado por el Señor! Recuérdese el caso del rey Saúl. Rom 1:1-32, “26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas… 28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen”. Jesús no quería que sus discípulos les hicieran caso. Más bien, deberían apartarse de ellos.

Mat 13:15, “Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane”. Mat 23:16, “¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor”. Jua 9:1-41, “39 Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. 40 Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? 41 Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece”; es decir, sí eran ciegos, pero si hubieran aceptado (reconocido) que eran ciegos, podrían haber recibido la vista, pero por insistir que “veían” (que eran muy sabios y que lo sabía todo y nadie les podía enseñar nada), por eso, no había esperanza para ellos. Eran voluntariamente ciegos (2Pe 3:5). Escogieron las tinieblas (Jua 3:19).

“Crisóstomo: ‘Es un gran mal ser ciego, pero serlo y no tener quien le guíe, u ocupar él mismo el lugar de guía es motivo doble y triple de censura. Porque si es cosa peligrosa que el ciego no tenga guía, es mucho más grave que él desee ser guía de otro’” (JAB).

— y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo. — la condenación eterna.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

¿Puede el ciego guiar al ciego? Isa 9:16; Isa 56:10; Mat 15:14; Mat 23:16-26; Rom 2:19; 1Ti 6:3-5; 2Ti 3:13.

¿No caerán ambos en el hoyo? Jer 6:15; Jer 8:12; Jer 14:15, Jer 14:16; Miq 3:6, Miq 3:7; Zac 11:15-17; Mat 23:33.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El ciego se refiere al maestro que no puede ver hacia dónde va y por eso es incapaz de conducir a otros. Jesús advierte en contra de la arrogancia y la rectitud que uno cree ver en sí mismo. Está en discusión si Jesús hablaba de los fariseos o si simplemente le advertía a los discípulos sobre las actitudes peligrosas. La atención a las actitudes de los discípulos sugiere lo segundo, aunque esta observación también se puede aplicar a los maestros que tenían conflictos con Jesús.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

6:39 Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? – Es indispensable que uno se convierta y luego prepararse bien antes de enseñar a otro. Stg 3:1, “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación”. ¿Qué hacían los escribas y fariseos? Mat 23:15.
Mat 15:14, “Dejadlos; son ciegos guías de ciegos”. ¡Qué cosa tan terrible ser abandonado por el Señor! Recuérdese el caso del rey Saúl. Rom 1:1-32, “26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas… 28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen”. Jesús no quería que sus discípulos les hicieran caso. Más bien, deberían apartarse de ellos.
Mat 13:15, “Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane”. Mat 23:16, “¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor”. Jua 9:1-41, “39 Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. 40 Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? 41 Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece”; es decir, sí eran ciegos, pero si hubieran aceptado (reconocido) que eran ciegos, podrían haber recibido la vista, pero por insistir que “veían” (que eran muy sabios y que lo sabía todo y nadie les podía enseñar nada), por eso, no había esperanza para ellos. Eran voluntariamente ciegos (2Pe 3:5). Escogieron las tinieblas (Jua 3:19).
“Crisóstomo: ‘Es un gran mal ser ciego, pero serlo y no tener quien le guíe, u ocupar él mismo el lugar de guía es motivo doble y triple de censura. Porque si es cosa peligrosa que el ciego no tenga guía, es mucho más grave que él desee ser guía de otro’” (JAB).
— y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo. – la condenación eterna.

Fuente: Notas Reeves-Partain

REGLAS PARA LA VIDA

Lucas 6:39-45

A continuación Jesús les puso un ejemplo:

-Está claro que un ciego no puede guiar a otro, porque correrían peligro de caerse en un hoyo los dos. Un estudiante no sabe más que su profesor; aunque, si persevera, puede llegar a saber tanto como él. ¿Cómo es que ves una pajita de nada en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de que tienes toda una viga en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano que te deje quitarle la pajita del ojo, cuando ni siquiera ves, porque tienes el tuyo tapado por una vigota? Tu fallo consiste en no aplicarte lo que les dices a los demás. Empieza por quitarte la viga que tienes en el ojo, y entonces podrás ver con claridad para quitarle a tu hermano la pajita que tiene en el suyo. Un buen árbol no produce mal fruto, ni tampoco produce buen fruto un árbol que está podrido. Se puede decir qué clase de árbol es por el fruto que da. ¿A que no se cogen higos en los espinos, ni se vendimian uvas en las zarzas? Un hombre que es bueno saca cosas buenas del buen depósito de su corazón; y un hombre malo, cosas malas. Lo que habla una persona es lo que rebosa de lo que tiene en el corazón.

Este pasaje parece una serie de dichos aislados. Esto puede ser por dos razones. Puede ser que Lucas haya recogido aquí cosas que Jesús dijo en diferentes ocasiones, y nos las dé como un compendio de reglas acerca de la vida. O puede ser que tengamos aquí un ejemplo de una manera de enseñar típicamente judía. Le llamaban jaraz, que quiere decir ensartar perlas. Los rabinos decían que un predicador no debe detenerse más de dos minutos en cada asunto, sino que debe pasar pronto de uno a otro para mantener el interés. Por eso la manera de predicar de los judíos nos parece deshilvanada.

Los temas de este pasaje se agrupan naturalmente en cuatro partes.

(i) Versículos 39 y 40. Jesús señala que un profesor no puede guiar a sus alumnos más allá de donde haya llegado él. Aquí tenemos una doble advertencia. En nuestro discipulado tenemos que buscarnos el mejor profesor, porque será el único que nos pueda guiar más y más lejos. Nadie puede enseñar lo que no sabe.
(ii) Versículos 41 y 42. Aquí tenemos un ejemplo del humor de Jesús. Al trazar la escena del hombre con una viga en el ojo tratando de sacarle una pajita del suyo a un vecino, Jesús debe haber tenido una sonrisa en los labios. Quería decir que no tenemos derecho a criticar a otros a menos que no tengamos ninguna falta. Eso quiere decir sencillamente que nunca tenemos derecho a criticar a los demás, porque «hay tanto malo en el mejor de nosotros y tanto bueno en el peor de los otros que no nos corresponde a nosotros sacarle faltas a nadie», como ha dicho alguien.
(iii) Los versículos 43 y 44 nos recuerdan que no se puede juzgar a nadie más que por sus obras. Se le decía a un maestro:

» No puedo oír lo que me dices porque estoy escuchando lo que haces.» Enseñar y predicar es impartir » verdad por medio de la personalidad.» Las palabras bonitas no pueden tomar el lugar de las buenas obras. Eso viene muy a cuento hoy en día. Tenemos miedo de ideologías y de sectas extrañas; pero debemos darnos cuenta de que no las derrotaremos escribiendo libros o celebrando congresos; la única manera de demostrar la superioridad del Evangelio es mostrando en nuestras vidas que es el único poder que puede producir hombres y mujeres mejores.

(iv) Versículo 45. Jesús nos recuerda que las palabras que afloran a nuestros labios son en última instancia el producto de nuestro corazón. Nadie puede hablar de Dios con sentido a menos que tenga en el corazón el Espíritu de Dios. Nada revela el estado de un corazón humano tanto como lo que dice cuando no está midiendo cuidadosamente las palabras; cuando dice lo primero que se le ocurre. Si preguntamos dónde está un sitio, alguien nos dirá que está cerca de tal iglesia; otro, que está cerca de tal cine; otro, que está cerca de tal campo de fútbol; otro, que está cerca de tal bar. La respuesta a una pregunta casual muestra a menudo hacia dónde se vuelven naturalmente los pensamientos de una persona, y cuáles son sus intereses. Lo que decimos nos delata.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Mat 15:14; Mat 23:16; Rom 2:19.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Cuadros del discipulado (ver Mat. 15:14; 10:24 s.; 7:3-5; 16-18; 12:33-35; 7:24-27; cf. Juan 13:16; 15:20). El sermón termina con una serie de dichos en forma de parábola que presentan el carácter que debían mostrar los discípulos.

39-42 El primer grupo de dichos es sobre la visión espiritual. Los discípulos deben aprender antes de pretender enseñar a otros. Así es porque los que son enseñados no serán mejores que el maes tro, y si los maestros mismos caen, lo mismo harán sus alumnos. Los discípulos deben ser capaces de verse claramente a sí mismos antes de poder señalar las faltas ajenas. Jesús subrayó sus enseñanzas usando el humor y la exageración para hacerlos entender el asunto.

43-45 La buena conducta puede provenir sólo de un buen corazón. Es una necedad esperar frutos buenos de una planta mala, así como esperar actos buenos de una persona mala. Sólo la persona cuyo corazón es enriquecido con el bien producirá buena enseñanza.

46-49 Finalmente, lo que más importa en realidad es obedecer estas (y otras) palabras de Jesús. La persona que las escucha y no las obedece es completamente necia. La persona que oye y obedece estará segura en el día del juicio, así como la persona que construye una casa con sólido fundamento en la roca.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

k 412 Mat 15:14; Mat 23:16

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

39 super (1) Cuando esto fue dicho, se podía aplicar a los líderes de los judíos.

39 super (2) Véase la nota 14 super (1) de Mt 15.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Aprendemos, en primer lugar, en estos versículos, cuan grande es el peligro de escuchar á los falsos maestros en religión. Nuestro Señor compara á tales maestros y á sus oyentes con el ciego que guía a otro ciego; y hace esta justísima pregunta: » ¿No caerán ambos en el foso?» El continúa corroborando la importancia de su advertencia y afirma que «el discípulo no es más que su maestro.» Si alguno oye la enseñanza heterodoxa, no podemos esperar que á parar en otra cosa sino en tener una fe heterodoxa. La materia que nuestro Señor nos presenta en estos versículos merece más atención de la que generalmente se le da. El cúmulo de males que la enseñanza de doctrinas heterodoxas ha acarreado a la iglesia en todos tiempos es incalculable. La pérdida de almas que ha ocasionado espanta al que la contempla. Un maestro que ignora al camino del cielo, no es probable que guíe á sus oyentes al cielo. El que oye á tal maestro corre el riesgo terrible de perderse eternamente. Si un ciego guía á otro ciego, es forzoso que ambos caigan en el hoyo Si queremos escaparnos del peligro contra el cual nos apercibe nuestro Señor, bueno será que tengamos cuidado de comparar la doctrina que oímos con la de las Santas Escrituras. No debemos creer las cosas meramente porque las digan los ministros; pues no es indudable, que los ministros no puedan equivocarse.
Traigamos á la memoria las palabras de nuestro Señor en otra ocasión; «Guardaos de los falsos profetas,» Mat 7:15; y dar los consejos de S. Pablo y de S.
Juan: » Examinadlo todo.» «No creáis á todo espíritu, sino probad si son de Dios.» 1Th 5:21; 1Jo 4:1. Con la Biblia en la mano, y con la promesa de la guía del Espíritu Santo á todos los que la soliciten, no tendremos excusa si nuestras almas se descarrían del único sendero salvador. La ceguedad de los ministros no sirve para excusar la ignorancia del pueblo. El hombre que por indolencia, o superstición, ó fingida humildad, acepta ciegamente todo lo que el ministro enseñe, por heterodoxo que sea, correrá al fin la suerte de su guía espiritual. Si el pueblo pone su confianza en guías ciegos, no debe sorprenderse si se le conduce al hoyo.
Aprendemos también en estos versículos que los que reprueban los pecados de los demás deben esforzarse en llevar una vida irreprensible. Nuestro Señor nos enseña esta lección con ejemplo muy práctico. El hace ver la injusticia del que nota una «arista,» ó cosa apenas perceptible, en el ojo del prójimo, en tanto que él mismo tiene una «viga » ó algún cuerpo grande y formidable en su ojo.
Más es preciso recibir esta lección con aquellas limitaciones ó modificaciones que señala la misma Escritura; si ninguno hubiera de enseñar ó predicar á los demás hasta tanto que no tuviera falta alguna, no podría haber enseñanza ó predicación en el mundo. El que yerra nunca sería corregido, ni el malo reprobado. Al dar tal inteligencia á esas palabras de nuestro Señor las pondríamos en oposición con las de otros pasajes claros de la Escritura.
Parece que el objeto principal que nuestro Señor se propuso fue imprimir en el ánimo de los ministros y maestros la importancia de que sus hechos estén en armonía con sus principios. El pasaje es una solemne amonestación para que no contradigamos con nuestra vida lo que decimos con nuestros labios. El predicador jamás se granjeará la atención y el respeto de los cristianos si no practica lo que predica. La ordenación, los grados universitarios, los títulos pomposos, y las protestas ruidosas de pureza de doctrina, jamás ayudarán á los ministros del culto á predicar de una manera edificante, si sus oyentes los ven entregados á hábitos inmorales.
Pero sobre este punto pudieran decirse otras cosas de aplicación general. Esta es una lección que muchas otras personas, además de los ministros, deben aprovechar. Toda cabeza de familia, todos los amos de casa, todos los padres, todos los maestros de escuelas, todos los ayos, todos los institutores–deben acordarse con frecuencia de la «arista » y de la «viga.» Todos ellos deben ver en las palabras de nuestro Señor la lección importante de que nada influye tanto en los demás como el guardar consecuencia. Plegué á Dios que nadie olvide esta lección.
Aprendemos finalmente en estos versículos que hay solo una prueba satisfactoria de la religiosidad del hombre. Esta prueba es su conducta.
Las palabras de nuestro Señor sobre este punto son claras é inequívocas. Hace uso del símil del árbol, y establece el principio general, «Cada árbol por su fruto es conocido.» Pero nuestro Señor no se detiene ahí. Sigue adelante para enseñar que la conducta de un hombre es el índice del estado de su corazón.
«De la abundancia del corazón habla la boca.» Estos dos dichos son sumamente importantes. Ambos deben atesorarse con las máximas principales de nuestro Cristianismo.
Que sea pues un principio fijo de nuestra religión, que cuando una persona no produce fruto alguno del Espíritu, no tiene el Espíritu en su corazón.
Rechacemos como error nefando la idea común de que todos los que han sido bautizados han experimentado el renacimiento, y que todos los miembros de la iglesia poseen el Espíritu Santo. Una pregunta sencilla debe servirnos de regla. ¿Qué fruto produce ese hombre? ¿Se arrepiente? ¿Cree de corazón en Jesús? ¿Vive una vida recta? ¿Vence al mundo? Resultados semejantes á estos son los que la Escritura llama «frutos.» Cuando hay carencia de estos «frutos,» es una blasfemia decir que uno tiene el Espíritu de Dios en su corazón.
Que sea también principio fijo que cuando la conducta de alguno es, en general, irreligiosa, de ahí debe inferirse que carece de la gracia divina y no se ha convertido. No nos dejemos llevar de la opinión común, que nadie puede saber cosa alguna acerca del estado del corazón de otro, y que aunque algunos estén viviendo inicuamente tienen en el fondo buen corazón. Estas opiniones están diametralmente opuestas á la enseñanza de nuestro Señor. ¿Es el carácter de la conversación de aquel hombre, carnal, mundano, irreligioso, impío, ó profano? Deduzcamos de ahí que así es también su corazón. Cuando la lengua, generalmente hablando, es mala, es absurdo, no menos que contrario á la Escritura, decir que su corazón es puro.
Concluyamos este pasaje haciendo un examen minucioso do nuestra propia vida y apliquémoslo para determinar el estado de nuestro corazón para con Dios.
¿Qué frutos está produciendo nuestra vida? ¿Son ó no frutos del Espíritu? ¿Qué testimonio dan nuestras palabras con respecto al estado de nuestros corazones? ¿Conversamos como hombres cuyos corazones son «justos en la presencia de Dios»? No hay modo de evadir la doctrina sentada por nuestro Señor en este pasaje. La conducta es la piedra de toque del carácter. Las palabras son el índice del estado del corazón.

Fuente: Los Evangelios Explicados

Mat 15:14.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

BD427(2) Μή se usa con una pregunta que espera una respuesta negativa: un ciego no puede guiar a un ciego, ¿verdad? La respuesta que se espera es: Ciertamente no. Pero οὐχί espera la respuesta: Por supuesto.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

g Mat 15:14.

Fuente: La Biblia Textual III Edición