Biblia

Comentario de Lucas 7:11 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 7:11 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Aconteció que poco después él fue a la ciudad que se llama Naín. Sus discípulos y una gran multitud le acompañaban.

Es muy importante no solamente leer estos relatos de las señales de Jesús, sino también meditar en cada frase y en cada palabra para darnos cuenta de los detalles del evento y de las lecciones valiosas que el texto contiene. En el v. 12 Lucas dice “he aquí” (es como decir, poner atención a este informe) porque hablará de algo sorprendente, algo muy impresionante, acerca de Cristo.

7:11 Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, (unos 30 kms. al sur de Capernaúm) e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud. — ¿De qué grupo somos? ¿Discípulos o simplemente de la “gran multitud”? Todos estos eran testigos oculares de los milagros de Jesús. Lucas y los otros que narran los eventos de la vida de Jesús frecuentemente dicen que estaba rodeado de una multitud de gente. Desde luego, muchos de ellos querían que Jesús les sanara a ellos o a sus seres queridos, pero también Mateo (7:28, 29) dice que la gente quedaba maravillada de su enseñanza porque no era como la de escribas y fariseos. Su enseñanza era única, porque El era Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

que él iba a la ciudad que se llama Naín. Hch 10:38.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

llevaban a enterrar a un difunto: Esta era una procesión fúnebre. Los cementerios se ubicaban en las afueras de la ciudad. A menudo, los funerales se realizaban el mismo día de la muerte porque mantener el cuerpo por la noche hacía que se considerara a una casa impura. Antes del funeral, se ungía el cuerpo. En una ciudad del tamaño de Naín (v. Luc 7:11) muchos habrían detenido sus actividades para acompañar el funeral.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Naín. Una aldea pequeña al SE de Nazaret.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Es muy importante no solamente leer estos relatos de las señales de Jesús, sino también meditar en cada frase y en cada palabra para darnos cuenta de los detalles del evento y de las lecciones valiosas que el texto contiene. En el v. 12 Lucas dice “he aquí” (es como decir, poner atención a este informe) porque hablará de algo sorprendente, algo muy impresionante, acerca de Cristo.
7:11 Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, (unos 30 kms. al sur de Capernaúm) e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud. – ¿De qué grupo somos? ¿Discípulos o simplemente de la “gran multitud”? Todos estos eran testigos oculares de los milagros de Jesús. Lucas y los otros que narran los eventos de la vida de Jesús frecuentemente dicen que estaba rodeado de una multitud de gente. Desde luego, muchos de ellos querían que Jesús les sanara a ellos o a sus seres queridos, pero también Mateo (7:28, 29) dice que la gente quedaba maravillada de su enseñanza porque no era como la de escribas y fariseos. Su enseñanza era única, porque El era Dios.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA COMPASIÓN DE JESÚS

Lucas 7:11-17

Poco después, Jesús fue a un pueblo que se llamaba Naín, en compañía de muchos de sus discípulos y de una gran cantidad de seguidores.
Cuando ya estaba cerca de la entrada del pueblo -¡fijaos!- se encontró con una comitiva de entierro; el que había muerto era el hijo único de una mujer viuda, a la que acompañaban muchos del pueblo.

Al Señor le dio mucha pena verla así, y le dijo:
No llores más.

Y entonces se puso delante de la comitiva, y puso la mano en el féretro, de forma que los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo:

-¡Joven, te estoy hablando a ti, levántate!

Al instante, el que había estado muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo devolvió a su madre. Todos los presentes estaban llenos de santo temor, y se pusieron a dar gracias a Dios y a decir:
-¡Ha aparecido entre nosotros un gran profeta como los antiguos! ¡Dios ha intervenido en ayuda de su pueblo!
La noticia de lo que había sucedido se fue extendiendo por toda Judasa y por las tierras de alrededor.

En este pasaje, como en el inmediatamente anterior, el que hace el relato es el médico Lucas. En el versículo 10 nos había aparecido un término médico que tradujimos como completamente restablecido, que indica una total curación de la cabeza a los pies. En el versículo 15, la palabra para sentarse corresponde al término médico que se usa para estar sentado en la cama. Naín estaba a un día de camino de Cafamaún, entre Endor y Sunén, donde Eliseo había resucitado al hijo de otra madre (2R 4:18-37 ). Hasta el día de hoy, a diez minutos andando desde Endor hay un cementerio de tumbas hechas en la roca.

En muchos sentidos ésta es la historia más bonita de los evangelios.
(i) Nos habla del dolor y de la angustia de la vida humana. La procesión fúnebre iría precedida por una banda de plañideros profesionales, con flautas y címbalos, lanzando sus gritos y lamentos en un verdadero frenesí; pero todo el dolor inmemorial del mundo se encierra en la austera frase «hijo único de una mujer viuda.» «Nunca se pasa del crepúsculo matutino al vespertino sin que se quiebre de dolor algún corazón.» Como dice Shelley en su lamento por Keats,

Mientras los cielos estén azules y los campos verdes,
la tarde introduzca a la noche, y la noche espere al mañana;
un mes seguirá a otro con dolor
y un año a otro año con duelo.

El poeta latino Virgilio dedica una frase inmortal a «las lágrimas de las cosas» -sunt lacrimae rerum. Vivimos en un mundo de corazones rotos.

(ii) A lo patético de la vida Lucas superpone la compasión de Cristo. A Jesús se le conmovió el corazón. No hay una palabra más fuerte en griego para la compasión que la que una y otra vez se aplica en los evangelios a Jesús (Mt 14:14 ; Mt 15:32 ; Mt 20:34 ; Mr 1:41 ; Mr 8:2 ).

Para el mundo antiguo esto tiene que haber sido sumamente sorprendente. La filosofía más noble de la antigüedad era el estoicismo, y los estoicos creían que la característica principal de Dios era la apatía, la incapacidad para sentir. Y lo razonaban diciendo que, si alguien puede hacer que otro esté triste o apesadumbrado, alegre o gozoso, eso quiere decir que, al menos por un momento, puede influir en el otro, es mayor que él. Ahora bien, nadie puede ser mayor que Dios; por tanto, nadie puede producirle a Dios un sentimiento; por tanto, Dios es incapaz de sentir.

Pero aquí se le presentaba al hombre antiguo la sorprendente idea de Uno que era el Hijo de Dios, cuyo corazón se conmovía de piedad. La frase del profeta de que «en toda angustia de ellos Él fue angustiado» se cumple en el Hijo de Dios hecho «Varón de dolores, experimentado en quebranto» (Isa 63:9 ; Isa 53:3 ). Para muchos de nosotros esa es la Revelación más preciosa del Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

(iii) A la compasión de Jesús añade Lucas el poder de Jesús. Jesús fue y tocó el féretro. No sería un ataúd, porque no se usaban entonces, sino una especie de espuerta suficientemente grande para llevar el cadáver a la tumba. Fue un momento dramático; como dice un gran comentarista, «Jesús reclamó para sí al que la muerte había asido como su presa.» Jesús no es sólo el Señor de la vida; es también el Señor de la muerte, porque la ha vencido y ha triunfado del sepulcro, y ha prometido que, porque Él vive, los suyos vivirán también (Jn 14:19 ).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— Naín: Pequeña localidad de Galilea situada al sudeste de Nazaret.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Curación del hijo de una viuda. La historia de la curación de una persona a punto de morir (7:2) es seguida por el levantamiento de un muerto en Naín, una aldea al sur de Nazaret. Jesús sintió una simpatía especial porque la madre era una viuda que tenía un solo hijo para sostenerla. El muerto era llevado en un ataúd abierto. Dejando de lado el hecho de que tocar un cadáver lo haría religiosamente impuro, Jesús detuvo la procesión fúnebre y ordenó al joven que se levantara. Esta simple palabra de orden fue suficiente para devolverle a la vida y la gente se llenó de una mezcla de terror y gozo ante lo sobrenatural. Recordaban que Elías y Eliseo habían obrado maravillas semejantes (1 Rey. 17:17-24; 2 Rey. 4:18-37) y vieron la mano de Dios en acción (cf. 1:68).

Notas. 13 Lucas es el único de los evangelistas que usa con frecuencia el término Señor para referirse a Jesús. No fue usado por la gente para referirse a Jesús durante su vida (excepto en Mar. 11:3). Cuando se dirigían a él directamente como “Señor” (p. ej. 5:8; 7: 6) generalmente no significaba más de lo que puede ser el uso de “señor” o “don” en nuestro idioma como simple forma respetuosa.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

NOTAS

(1) “Poco después de esto”, P75אcAB; א*CD: “Al día siguiente”.

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Naín. Era una pequeña aldea situada a pocos km al sudeste de Nazaret. Estaba también cerca de la ciudad de Sunam, donde Elías había resucitado al hijo de la sunamita (2 R 4:18– 36).

Fuente: La Biblia de las Américas

11 super (1) O, al siguiente día.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Naín. A unos 16 km. al SE de Nazaret.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

EL pasmoso acontecimiento descrito en estos versículos, se encuentra referido solamente en el Evangelio de S. Lucas. Es uno de los tres grandes milagros en que nuestro Señor restituye la vida á los muertos, y, como la resurrección de Lázaro, y la de la hija del jefe de la congregación, se considera con razón como uno de los más grandes milagros que hizo sobre la tierra. En todos tres se nos deja ver el poder divino.- En cada uno vemos una prueba consoladora de que el Príncipe de la Paz, es más fuerte que «el rey de los terrores,» y que aunque la muerte, el postrer enemigo, es poderosa, no es tan poderosa como el Protector del pecador.
En estos versículos percibimos que pesares ha traído el pecado al mundo. Se nos refiere un entierro en Nain. Todos los entierros son espectáculos tristes, pero es difícil imaginar uno más triste que este. Era el entierro de un joven, y de un joven hijo único de una viuda. No hay un detalle en toda la narración que no revele infortunio. Y todo este infortunio, preciso es tener presente, fue traído al mundo por el pecado. Dios no lo creó al principio cuando hizo todas las cosas «muy buenas.» El pecado es la causa de todo mal. «El pecado entró en el mundo,» cuando Adán cayó, «y por el pecado, la muerte.»Rom 5:12.
No olvidemos jamás esta gran verdad. El mundo á nuestro derredor está lleno de pesares. Enfermedades, y dolores, y flaquezas, y pobreza, y trabajos, é incomodidades, abundan por todas partes. Desde un extremo al otro del mundo, las historias de familia están llenas de lágrimas, duelo y dolor. ¿Y de dónde proviene todo esto? El pecado es la fuente de donde mana. No habría habido lágrimas, ni ansiedades, ni enfermedades, ni muertes, ni funerales en la tierra, si no hubiera habido pecado. Debemos sufrir con paciencia este estado de cosas. No podemos alterarlo. Demos gracias á Dios porque en el Evangelio se ofrece el remedio, y porque esta vida no es el fin de nuestra existencia. Pero entre tanto, atribuyamos el mal á su verdadero origen: al pecado.
¡Cuánto no deberíamos aborrecer el pecado! En vez de amarlo, de apegarnos á el, de acariciarlo, y de disimular su fealdad, debemos aborrecerlo con aversión implacable. El pecado es el azote y plaga de este mundo. No hagamos paz con él Hagámosle guerra sin tregua. Es «la cosa abominable que Dios aborrece.» Feliz aquel que ama á Dios, y puede decir: «Aborrezco lo malo.» Rom 12:9.
Estos versículos nos enseñan así mismo cuan compasivo es el corazón de nuestro Señor Jesucristo. Su conducta en el entierro de Nain nos lo da á conocer.
Encuentra el cortejo fúnebre que seguía al joven al sepulcro, y se mueve á compasión al verlo. No espera que se acuda á El por auxilio. Según parece, el auxilio que dio no fue ni pedido ni esperado. Vio á la madre llorosa, y conoció bien cuales debían ser sus sentimientos, porque El también había nacido de mujer. Al momento se dirige á ella, con palabras á la vez sorprendentes y conmovedoras, y le dice: » No llores.» Unos pocos segundos más y el significado de estas palabras se revela. El hijo fue restituido con vida á su madre viuda. Su oscuridad se tornó en luz, y el pesar en gozo.
Nuestro Señor Jesucristo nunca varía: es el mismo ayer, hoy, y siempre. Su corazón es aún tan tierno como cuando estaba en la tierra. Su compasión hacia los que sufren es todavía tan fuerte como entonces. Tengamos esto presente, y sírvanos de consuelo. No hay amigo que pueda compararse á Cristo. En todos nuestros días de tristeza, que deben necesariamente ser muchos, acudamos primeramente á Jesús, el Hijo de Dios, por consuelo. El nunca nos abandonará, nunca nos dejará burlados, nunca rehusará tomar interés en nuestros pesares. Aún vive Aquel que hizo rebosar de gozo el corazón de la viuda de Nain. Vive aún para recibir á todos los cargados y agobiados que vengan á El con fe. Vive aún para consolar á los de corazón quebrantado, y ser un Amigo más afectuoso que un hermano. Y vive para hacer algún día cosas mayores que estas: vive para aparecerse otra vez á los creyentes, para enjugar todas sus lágrimas, y que no lloren más.
En estos versículos vemos, finalmente, el omnipotente poder de nuestro Señor Jesucristo. De esto no podemos pedir prueba más patente que el milagro ya citado. Con unas pocas palabras vuelve á la vida á un hombre. Habla á un cadáver helado, y al momento este se torna en persona viviente. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, el corazón, los pulmones, el cerebro, los sentidos, resumen sus operaciones y desempeñan sus funciones. «Mancebo,» exclamó, » á ti digo, levántate.»Esta voz fue una voz poderosa. Al instante se incorporó el muerto, y empezó á hablar.
Este gran milagro confirma la certeza de un hecho solemne: la resurrección universal. El mismo Jesús que resucitó entonces á un muerto, resucitará á todo el género humano en el último día. «Vendrá la hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y los que hicieron bien saldrán, á resurrección de vida; y los que hicieron mal á resurrección de condenación.» Joh 5:28-29. Cuando suene la trompeta y Cristo mande, no habrá lugar á negativa ó fuga.
Todos tienen que comparecer ante su tribunal en sus propios cuerpos. Todos serán juzgados según sus obras.
Vemos, además, en este gran milagro un emblema viviente del poder de Cristo para dar vida á los muertos en el pecado. En él se encuentra la vida: él da vida á los que quiere. Joh 5:21. El puede tornar á nueva vida almas ya muertas en vanidad mundana y en pecado. El puede decir á corazones que ya parecen corrompidos y sin vida: » Levantaos al arrepentimiento y vivid en el servicio de Dios.» No desesperemos nunca del bien de alma alguna. Oremos por nuestros hijos, y no nos desalentemos. Por mucho tiempo puede parecer que los jóvenes de ambos sexos están siguiendo el camino que conduce á la perdición. Más continuemos orando. Quién puede decir que Aquel que encontró el entierro á las puertas de Nain, no pueda aún venir hacia nuestros hijos no convertidos y decir con autoridad omnipotente, » A ti te digo, levántate.» Para Cristo nada es imposible.
Antes de terminar este pasaje meditemos con solemnidad en lo que está anunciado para el último día. Se nos refiere que todos fueron sobrecogidos de temor cuando fue resucitado el mancebo. ¿Cuales serán pues las emociones del género humano cuando todos los muertos se levanten simultáneamente? El que no se haya convertido puede temer con razón la llegada de ese día, pues no está preparado para encontrar á Dios. Más el verdadero cristiano nada tiene que temer; puede descender al sepulcro con calma y tranquilidad. Por la fe en Cristo ha sido justificado y santificado, y cuando resucite contemplará á Dios sin temor.

Fuente: Los Evangelios Explicados

sus discípulos… M↓ muchos discípulos.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R547 En la frase ἐν τῷ ἑξῆς, el adverbio se trata como un adjetivo: en el próximo día.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Algunos mss. dicen: al día siguiente

Lit., y

Fuente: La Biblia de las Américas

M i añaden muchos.

7.11 Lit. mucha.

Fuente: La Biblia Textual III Edición