Comentario de Lucas 8:4 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Juntándose una gran multitud y los que de cada ciudad acudían a él, les habló por medio de una parábola:
Parábola del sembrador (Mat 13:1-5; Mat 13:18-23; Mar 4:1-20)Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Mat 13:2; Mar 4:1.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
En el mundo antiguo, la siembra a voleo se hacía algunas veces antes y algunas veces después de preparar la tierra. A menudo, estos campos estaban surcados por pequeños senderos. Algunas veces, las semillas echaban raíces en estos senderos, en donde no podrían madurar. Además, en algunas partes, el suelo era rocoso por lo que tampoco aguantaría una buena cosecha.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
PARÁBOLA. Véase Mat 13:3, nota.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
les dijo por parábola. Esto marcó un punto clave en la metodología y el ministerio de Jesús. Vea las notas sobre Mat 13:3 ; Mat 13:34.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Parábola del sembrador
(Mat 13:1-5; Mat 13:18-23; Mar 4:1-20)
¿Qué es una «parábola»? ‘PARABOLE’ denota lit., un poner al lado (relacionado con ‘PARABALLO’, arrojar o depositar al lado, comparar). Significa la puesta de una cosa al lado de otra con el propósito de comparar… Por lo general se usa de un relato algo largo sacado de la naturaleza o de circunstancias humanas, siendo su objeto la enseñanza de una lección espiritual» (WEV). La “parábola” es figura de retórica que es como ventana que ilustra alguna verdad. Es el relato de algún evento común que puede servir como comparación con alguna verdad espiritual. Jesús empleaba muchas parábolas para ilustrar la naturaleza del reino.
No es «fábula» (véase Jue 9:14-15). Las fábulas quebrantan las reglas de la naturaleza, dando a los árboles y animales poderes humanos. Las fábulas, aunque sanas como la de Jue 9:14-15) no podrían servir el propósito de Jesús, porque tales fábulas enseñan lecciones prácticas pero tienen que ver solamente con relaciones humanas. Las parábolas tratan de nuestras relaciones con Dios; tienen significado celestial y eterno. (Desde luego, hay fábulas que no son sanas; más bien son dañinas, porque substituyen a la verdad, 2Ti 4:4).
No es «alegoría» (véase Gál 4:21-26), porque cada detalle de una alegoría representa algo o alguien. Es verdad que a veces los elementos particulares de una parábola tienen significado (como en la parábola del sembrador), pero comúnmente cada parábola tiene una sola lección central. Un error que se comete en el uso de las parábolas es el de buscar el significado de cada detalle de la parábola, aunque Jesús no lo haga.
Es cierto que puede haber en algunas de las parábolas más de una lección. Por ejemplo, la parábola de los talentos (Mat 25:14-30) tiene que ver con la responsabilidad individual, pero también se refiere claramente al juicio final, de recompensa para los fieles y castigo para los infieles.
Los detalles o circunstancias de la parábola no necesariamente tienen importancia. Esta regla es importante. En la mayoría de las parábolas las circunstancias no tienen significado. Por ejemplo, Mat 13:44, el pensamiento principal es el gozo del hombre que halló un tesoro. En seguida, Mat 13:45-46, habla de la perla de gran precio, y el pensamiento principal es el valor del reino.
Una parábola es una ilustración basada en eventos comunes, las actividades diarias de la gente. Jesús conoce al hombre, y conocía a la gente de Palestina, todo aspecto y detalle de su vida diaria. Leemos sus parábolas y los hogares de aquel tiempo se nos abren. Vemos una mujer haciendo pan; a otra en la costura; la emergencia de aquel que pide pan a media noche para la visita; los ricos con bodegas llenas; el trabajador que no se atreve a comer hasta que el patrón haya comido. Hay contrastes (p. ej., judíos escogidos y samaritanos aborrecidos). Todo el panorama se presenta: el agricultor arando, el pescador con sus redes, la alegría de los que se recibían en las bodas y la tristeza de los que no podían entrar, el edificador construyendo una torre, la viuda ante el juez pidiendo justicia.
El propósito de la parábola del sembrador es para enfatizar la necesidad de entender y obedecer la enseñanza de Cristo. Básicamente la parábola del sembrador describe la obra de Cristo, el Principal Sembrador y las cuatro clases de terreno en las que cae la semilla sembrada. Se llama comúnmente «la parábola del sembrador», pero el énfasis no está sobre el sembrador, sino sobre las varias clases de terreno. El nombre más correcto de esta parábola sería la parábola de los oyentes. Aunque el sembrador sea Cristo mismo, los resultados dependerán de gran manera de los oyentes mismos. Jesús es el Maestro Perfecto, pero no logró convertir a todo el mundo.
Las cuatro clases de terreno son cuatro clases de oyentes. La parábola enseña la responsabilidad de oír la palabra, porque por el oír viene la fe (Rom 10:17). Jesús bien sabía que la semilla no puede germinar y producir en toda clase de corazón humano.
Multitudes le seguían a veces, pero ¿con qué propósito? Algunos le seguían por curiosidad, algunos buscaban panes y peces, algunos tenían motivos políticos y revolucionarios, y otros eran sinceros.
En esta parábola Jesús les presenta un retrato de ellos mismos; pone delante de sus ojos el espejo para que puedan ver cómo eran (qué clase de oyentes eran). Les cuenta una historia acerca de ellos mismos y de cómo ellos oyen la palabra. ¿Cómo recibirían su enseñanza? De la misma manera en que los varios terrenos de Judea recibían la semilla del sembrador.
8:4 Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a él, les dijo por parábola: 5 El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. 6 Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. 7 Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. 8 Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno.
— Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga. – es decir, no solamente oír su voz, sino también entender y aceptar su enseñanza. Stg 1:21, “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas”. La expresión “El que tiene oídos para oír” se repite en cada una de las cartas a las iglesias de Asia (Apo 2:1-29; Apo 3:1-22). Significa que cada quien tiene que oír y pensar por sí mismo.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL SEMBRADOR Y LA SEMILLA
Lucas 8:4-15
Se iba reuniendo un gentío impresionante, y de un pueblo tras otro no dejaba de venir gente a Jesús. Y Él les contó una parábola:
-Un sembrador salió a sembrar su campo: Conforme iba sembrando, una parte de la semilla cayó al borde del sendero, y la pisaron, o sé la comieron los pájaros. Otra parte cayó en la poca tierra que cubría la roca, y se secó tan pronto como empezó a crecer, porque no tenía humedad. Otra parte cayó donde había restos de espinos, y los espinos crecieron al mismo tiempo que la semilla, y la ahogaron. Pero otra parte cayó en buena tierra, y creció bien, y produjo cien veces más de lo que se había sembrado. ¡El que tenga entendederas, que se entere!
Los discípulos de Jesús le preguntaron qué quería decir aquella parábola; y Él se la explicó de la siguiente manera: A vosotros se os ha concedido penetrar en los secretos del Reino de Dios, porque sois discípulos; pero a los demás no se les puede hablar más que con ejemplos; para que, aunque ven, no comprendan, y aunque oyen, no se enteren. Este es el sentido de la parábola: la semilla es la Palabra de Dios. La semilla que cayó en el sendero se refiere a los que oyen, pero en seguida viene el diablo y arrebata de sus corazones la Palabra para impedir que crean y se salven. La semilla que cayó en el terreno rocoso representa a los que reciben la palabra con enttts ásmo en cuanto la oyen; pero no tienen raíz; su fe está a merced del momento y, citando se ven expuestos a dificultades, se retiran. La semilla que cayó donde había habido espinos representa a los que han oído la Palabra, pero luego vuelven a lo de antes, y dejan que las preocupaciones y los negocios y los placeres de la vida les ahoguen la Palabra; la semilla no tiene posibilidad de madurar. Y la semilla que cayó en buena tierra representa a los que reciben la Palabra con una disposición buena e íntegra, no se la dejan arrebatar y perseveran frente a todo hasta dar fruto.
En esta parábola Jesús se vale de un ejemplo que todos sus oyentes reconocerían. Es probable que hasta estuvieran viendo entonces a algún sembrador que estaba sembrando su campo mientras Jesús hablaba.
La parábola nos presenta cuatro clases de terreno.
(i) Las parcelas solían ser más bien alargadas, y estaban separadas por senderos o caminos por los que se podía pasar; cuando la semilla caía en esa parte pisoteada y endurecida no tenía posibilidad de penetrar en el suelo.
(ii) Estaba el suelo rocoso, que no quiere decir aquí un sitio lleno de piedras, sino un terreno que no era más que una capita de tierra por encima de una lancha de roca caliza. Allí no había humedad ni nutrientes, así es que la planta, si nacía, pronto se secaba y moría.
(iii) El terreno que se llenó de espinos parecía entonces estar bastante limpio. Se puede hacer que un terreno parezca limpio simplemente labrándolo; pero quedaban allí las semillas de los espinos y las raíces fibrosas de las malas hierbas. Las buenas y las malas semillas crecieron juntas; pero las malas eran más fuertes y ahogaron a las buenas.
(iv) El buen terreno era profundo, y estaba limpio y bien labrado.
Los versículos 9 y 10 siempre han presentado problemas. Parece como si Jesús dijera que hablaba en parábolas para que la gente no le entendiera; pero no podemos creer que ocultara deliberadamente el sentido de su mensaje a sus oyentes. Se han propuesto algunas explicaciones.
(i) Mt 13:13 lo expresa de manera un poco diferente. Dice que Jesús hablaba en parábolas porque la gente no podía ver y entender correctamente. Mateo parece decir que las parábolas no eran para impedir que la gente viera y entendiera, sino para ayudarla a entender.
(ii) Mateo cita inmediatamente después el dicho de Isaías, 6: 9-10, que en efecto dice: » Les he hablado la Palabra de Dios, y el único resultado es que no han entendido ni una palabra.» Según esto, el dicho de Jesús puede indicar, no el
objetivo de su enseñanza por parábolas, sino su resultado. (iii) Lo que Jesús realmente quería decir es que la gente puede llegar a ser tan obtusa y dura de mollera que no pueden entender la Palabra de Dios cuando les llega. No es culpa de Dios; es que se han vuelto tan perezosos mentalmente hablando, tan cegados por los prejuicios, tan indispuestos a ver lo que no quieren ver, que son incapaces de asimilar la Palabra de Dios.
Esta parábola tiene dos interpretaciones.
(i) Se sugiere que quiere decir que la suerte de la Palabra de Dios depende del corazón en el que se siembra.
(a) El sendero endurecido representa la mente cerrada que se niega a recibir la Palabra.
(b) El terreno superficial representa a los que aceptan la Palabra, pero que no la meditan ni se dan cuenta de lo que implica, y que se retiran cuando llegan los problemas.
(c) El terreno espinoso representa a los que están tan ocupados con otras cosas que desplazan las cosas de Dios de su vida. Debemos recordar siempre que las cosas que le quitan el sitio a lo más alto no tienen que ser malas de necesidad. El peor enemigo de lo mejor es lo que es un poco menos bueno.
(d) El buen terreno representa al corazón bueno. El buen entendedor se caracteriza por tres cosas: la primera es que escucha con atención; la segunda, que guarda lo que oye en su mente y corazón, y lo medita hasta encontrar su sentido para su propia vida; la tercera, que lo lleva a la acción, que traduce lo que ha oído en obras.
(ii) Se sugiere que la parábola es en realidad una advertencia contra la desesperación. Consideremos la situación: a Jesús le han expulsado de las sinagogas; los escribas y los fariseos y los líderes religiosos estaban en contra suya, y era inevitable que los discípulos se desanimaran. A ellos dirige Jesús la parábola, y es como si les dijera: «Todos los campesinos saben que una parte de su semilla se perderá; no toda crecerá y dará fruto. Pero eso no los desanima hasta hacer que dejen de sembrar, porque saben que, a pesar de todo, la cosecha es segura. Sé que tenemos nuestros reveses y desánimos; sé que tenemos enemigos y adversarios; pero, no desesperéis: al final, la cosecha es segura.»
Esta parábola puede ser una advertencia acerca de cómo debemos oír y recibir la Palabra de Dios, y un estímulo para desterrar todo desánimo, en la seguridad de que las dificultades no podrán destruir la cosecha de Dios.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— parábola: Ver nota a Mar 4:2.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Parábola del sembrador (ver Mat. 13:1-9; Mar. 4:1-9). En 6:20-8:3 Luc. expone a sus lectores historias y dichos de Jesús que no tienen un paralelo directo en Mar. Ahora vuelve al marco ge neral de Mar. y lo sigue hasta 9:50. Omite la mención de la escena junto al lago donde Mar. coloca las parábolas (Mar. 4:1).
La palabra parábola se usaba en el AT para describir cualquier tipo de dicho que no debía ser tomado lit.; incluía oráculos, símiles, fábulas, cuentos y adivinanzas. Otros maestros judíos también usa ron historias, pero en general no eran de tan buena calidad como las de Jesús. Las parábolas del Señor incluían breves metáforas y símiles (p. ej. 5:36-39), proverbios (p. ej. 4:23), historias de hechos comunes (como aquí) y de sucesos particulares (p. ej. 10:30-37). Jesús las usó para ilustrar la naturaleza de los hechos de Dios (p. ej. 13:18-21) y el tipo de respuesta que la gente debía darles (p. ej. 16:1-9).
Esta historia es una simple descripción de la suerte que tuvo la semilla esparcida sobre un campo que tenía diferentes tipos de suelo, tanto fértil como infértil. Pero en la historia misma no se dice nada sobre su significado: se esperaba que los oyentes preguntaran: “¿Y eso qué significa?”
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
e 490 Mat 13:3; Mar 4:1
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Véanse notas en Mt 13:3– 7.
Fuente: La Biblia de las Américas
La parábola del sembrador, contenida en estos versículos, se cita con más frecuencia que ninguna otra de la Biblia. Es una parábola de aplicación universal.
Lo que refiere está pasando constantemente en cada congregación en que se predica el Evangelio. Las cuatro clases de personas que describe se encuentran en toda reunión que oye la divina palabra. Estas circunstancias deben hacer que leamos siempre la parábola con un reconocimiento profundo de su importancia. Al leerla debemos decirnos: «Esto me concierne; mi corazón está en esta parábola; yo, también, estoy incluido en ella..
El pasaje por sí mismo requiere poca explicación. En realidad la significación de toda la parábola ha sido tan completamente expresada por nuestro Señor Jesucristo que ninguna explicación ajena puede hacerla mucho más clara. Es una parábola que tiene por objeto recomendar la cautela, y eso en el más importante asunto: en el modo de oír la palabra de Dios. Previno á los apóstoles para que no esperasen demasiado de los oyentes; así mismo advierte á los ministros del Evangelio que no esperen que sus sermones produzcan mayores resultados de los que deben producir; y por último, va dirigida también á los oyentes para que cuiden de como oyen la palabra. La predicación es un medio de instrucción cuyo valor para la iglesia cristiana no puede jamás exagerarse.
Pero nunca debe tampoco olvidarse, si los ministros del culto en su calidad de tales deben predicar bien, que los oyentes tienen que poner mucho de su parte para que la predicación no sea sin fruto. La primera admonición que se nos hace en la parábola es la de guardarnos del demonio cuando oigamos la palabra.
Nuestro Señor nos dice que los corazones de algunos oyentes están como «junto al camino.» La simiente del Evangelio es arrebatada por el demonio casi tan pronto como cae en ellos. No penetra profundamente en su conciencia: no hace la más mínima impresión en su mente. El demonio, sin duda, está en todas partes. Este espíritu maligno es incansable en sus esfuerzos por hacernos daño. Está siempre acechándonos, y buscando ocasión de perder nuestras almas, en ninguna parte es quizás esté tan activo el demonio como en la congregación de los oyentes del Evangelio. En ninguna parte trabaja con tanto ahínco por detener el progreso de lo que es bueno, e impedir que se salven hombres y mujeres. De él provienen las ideas vagarosas y los pensamientos ociosos–él es muchas veces la causa de la indiferencia y la estupidez; él nos envía el cansancio, el aburrimiento, la falta de atención, y la agitación de nervios. La gente extraña de donde proviene todo esto, y se maravillan cómo es que hallan los sermones tan pesados, y los olvidan tan pronto Es que no tienen presente la parábola del sembrador, y lo que ella nos dice respecto del diablo.
Guardémonos de ser como las semillas que cayeron junto al camino. Guardémonos del demonio. Siempre se halla presente en la iglesia. Nunca está ausente del culto público. Acordémonos de esto, y estemos alerta. El calor ó el frió, el viento ó la niebla, la lluvia ó la nieve, atemorizan frecuentemente á los que van á la iglesia, les sirven de excusa para no ir. Pero hay un enemigo á quien deben temer más que á todas estas cosas juntas. Ese enemigo es Satanás.
La segunda admonición que se nos hace en la parábola del sembrador es la de cuidar que la impresión que recibamos al oír la, palabra no sea meramente efímera. Nuestro Señor nos dice que los corazones de muchos oyentes son semejantes al terreno pedregoso. La simiente de la palabra brota inmediatamente, tan pronto como la oyen, y produce una cosecha de gozo, y de emociones agradables. Pero este gozo y estas emociones no pasan de la superficie. Nada profundo y estable se verifica en sus almas, y por esto, tan pronto como el ardor quemante de la persecución ó de la tentación empieza á dejarse sentir, la pequeña semilla de religión, que parecía habían obtenido, se seca y desaparece.
Las emociones, los afectos, tienen, sin duda, gran parte en nuestra religión como individuos. Sin ellos no puede haber religión que salve. La esperanza, el gozo, la paz, la confianza, la resignación, el amor y el temor, son sensaciones que debemos sentir, si existen en realidad. Pero nunca debe olvidarse que hay emociones religiosas que son falsas, y que no proceden de otra cosa que del acaloramiento. Es muy posible sentir gran placer ó profunda alarma al oír la predicación del Evangelio, y no obstante estar enteramente destituidos de la gracia de Dios. Las lágrimas do algunos oyentes y la delicia extravagante de otros, no son signos seguros de conversión. Podemos ser admiradores entusiastas do algún predicador favorito, y sin embargo, asemejarnos al terreno pedregoso. Nada debe contentarnos sino aquella humildad, aquella contrición de corazón, que es obra del Espirito Santo, y una unión con Cristo, que nazca del corazón.
La tercera admonición contenida en la parábola del sembrador, es la de guardarnos de los cuidados de este mundo. Nuestro Señor nos dice que los corazones de muchos oyentes de la palabra son como un terreno lleno de espinas. Cuando la simiente de la palabra se siembra en ellos, es ahogada por el gran número de cosas de nuestra naturaleza, que atraen sus afectos. No hacen ninguna objeción á las doctrinas y preceptos del Evangelio. Hasta tienen deseos de creer y obedecer. Pero dejan que las cosas de la tierra ganen tal posesión de su mente, que no queda espacio en que pueda obrar la palabra de Dios. De aquí resulta que aunque oyen muchos sermones, al parecer no se mejoran. En su corazón la verdad es sofocada cada semana, y, por lo tanto, no dan frutos sazonados.
El mundo es uno de los peligros más grandes que rodean el camino del cristiano. El dinero, los placeres, los negocios diarios, son á menudo otras tantas tentaciones. Millares de cosas, que en si mismas son inocentes, llevadas al exceso se convierten en veneno alma y apresuran la caída del hombre. El pecado cometido con descaro no es lo único que arruina el alma. En medio de nuestras familias, y en el desempeño de nuestras ocupaciones lícitas, demos que estar alerta. Si no velamos y oramos, el mundo puede privarnos cielo, y hacernos olvidar todos los sermones que oigamos. Tal vez vivamos y muramos sin que nuestro corazón pase de ser terreno espinoso.
La última admonición que se nos hace en la parábola del sembrador, es que nos guardemos de estar contentos con religión alguna que no produce fruto en nuestra vida. Nuestro Señor nos dice que los corazones de los que oyen bien la palabra, son como la buena tierra. La simiente del Evangelio penetra profundamente en ellos y produce resultados prácticos de fe, y de buena conducta. Tales personas obran con decisión: se arrepienten, creen, y obedecen. ¡No olvidemos por un solo momento que esta es la única religión que salva las almas! Más la mera profesión del Cristianismo, y un cumplimiento puramente externo con los sacramentos y demás ritos de la iglesia, nunca dan al hombre completa esperanza durante la vida, ó paz en la hora de la muerte, ó descanso en el mundo que queda más allá del sepulcro. Si en nuestro corazón y en nuestra conducta no manifestamos los frutos del Espíritu, el Evangelio nos ha sido predicado en vano. Tan solo aquellos que producen esos frutos se hallarán á la mano derecha de Cristo el día de su venida.
No terminemos esta parábola sin apercibirnos plenamente del peligro y de la responsabilidad á que están sujetos todos los oyentes del Evangelio. Podemos oír de cuatro maneras, y de estas cuatro solamente una es buena. Hay tres clases de oyentes cuyas almas están en peligro inminente. ¡Cuantos de estas tres clases se encuentran en cada congregación! Hay una sola clase de oyentes que son buenos á los ojos de Dios. ¿Pertenecemos á esa clase? Finalmente, concluyamos estas ideas sobre la parábola con el recuerdo solemne del deber que todo fiel predicador tiene de clasificar su congregación, y de dirigirse á cada clase según sus necesidades. El clérigo que sube al pulpito todos los domingos y habla á su congregación como si todos hubieran de irse al cielo, no está ciertamente cumpliendo con su deber para con Dios ni para con el hombre. Su predicación está en contradicción abierta con la parábola del sembrador.
Fuente: Los Evangelios Explicados
R583 La frase prepositiva διὰ παραβολῆς indica la manera de hablar: con una parábola.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit. mucha.