Biblia

Comentario de Lucas 8:16 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 8:16 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

“Ninguno que enciende una lámpara la cubre con una vasija, o la pone debajo de la cama, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.

8:16 Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz. — En primer lugar recordamos que Jesús usó esta figura en el Sermón del Monte. Mat 5:15, “Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Flp 2:15, “para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”. 1Pe 2:12, “manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras”.

Los discípulos de Jesús son bien conocidos por los familiares, vecinos, compañeros de trabajo o de escuela, clientes y patrones, mayordomos y empresarios, etcétera. La gente se fija en la buena conducta, actitud, y buena voluntad del cristiano. Es algo obvio y sobresaliente. El cristiano es diferente. No se conforma a las actitudes mundanas (Rom 12:1-2), sino que es transformado a la semejanza de Cristo.

Nada de discipulado secreto, Jua 19:38. Si no confesamos a Cristo abiertamente, si nos avergonzamos de El, somos tinieblas, y nada de luz. Véanse Mat 10:32-33 (esta confesión no se limita a una confesión hecha antes de bautizarse en la presencia de cristianos, (véanse Mat 10:17; Mat 10:28; Mat 10:32-33; Mar 8:38; Luc 14:25-35).

No solamente en el local. También los miembros que limitan sus actividades evangelísticas al sitio de reunión ponen su luz debajo de un almud. Muy pocas personas irán al local para oír el evangelio, sino que es necesario llevarlo a ellos, Mat 28:19; Mar 16:15; Hch 8:4.

Asociarse con los mundanos. Los que no quieren asociarse con los del mundo, sino solamente con los hermanos, ponen su luz debajo de un almud. Recuérdense Luc 5:30-32; Luc 15:1-2, etcétera.

Pero al comparar el v. 17 con Luc 12:2-3, parece que lo que Jesús dice aquí (8:16-18) se aplica a la obra de los apóstoles. Jesús les habló a ellos empleando el lenguaje figurado (parábolas) y limitó su misión a “las ovejas perdidas de la casa de Israel”, pero su ministerio futuro había de ser mucho más extenso (a todas las naciones, Mat 28:19; Mar 16:15) y su mensaje sería en palabras claras y literales. A esto Jesús se refiere en Luc 12:3, “todo lo que habéis dicho en tinieblas a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en la azoteas”.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

nadie que enciende una luz. Luc 11:33; Mat 5:15, Mat 5:16; Mar 4:21, Mar 4:22; Hch 26:18; Flp 2:15, Flp 2:16; Apo 1:20; Apo 2:1; Apo 11:4.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

la pone en un candelero: Continúa el tema de la Palabra de Dios presentado en los vv. Luc 8:4-15, Jesús compara sus enseñanzas con la luz. No se debe esconder sino mostrarse, para que la gente se beneficie de la iluminación.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

debajo de la cama. El hecho de que Cristo enseñara misterios a través de parábolas no significa que su mensaje fuera la propiedad exclusiva de una elite de discípulos, ni que debiera guardarse en secreto. Una lámpara no se enciende para luego ser escondida, sino que debe colocarse en un candelero para que su luz tenga un alcance máximo. Sin embargo, solo aquellos que tengan ojos para verla podrán apreciarla.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

8:16 Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz. – En primer lugar recordamos que Jesús usó esta figura en el Sermón del Monte. Mat 5:15, “Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Flp 2:15, “para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”. 1Pe 2:12, “manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras”.
Los discípulos de Jesús son bien conocidos por los familiares, vecinos, compañeros de trabajo o de escuela, clientes y patrones, mayordomos y empresarios, etcétera. La gente se fija en la buena conducta, actitud, y buena voluntad del cristiano. Es algo obvio y sobresaliente. El cristiano es diferente. No se conforma a las actitudes mundanas (Rom 12:1-2), sino que es transformado a la semejanza de Cristo.
Nada de discipulado secreto, Jua 19:38. Si no confesamos a Cristo abiertamente, si nos avergonzamos de El, somos tinieblas, y nada de luz. Véanse Mat 10:32-33 (esta confesión no se limita a una confesión hecha antes de bautizarse en la presencia de cristianos, (véanse Mat 10:17; Mat 10:28; Mat 10:32-33; Mar 8:38; Luc 14:25-35).
No solamente en el local. También los miembros que limitan sus actividades evangelísticas al sitio de reunión ponen su luz debajo de un almud. Muy pocas personas irán al local para oír el evangelio, sino que es necesario llevarlo a ellos, Mat 28:19; Mar 16:15; Hch 8:4.
Asociarse con los mundanos. Los que no quieren asociarse con los del mundo, sino solamente con los hermanos, ponen su luz debajo de un almud. Recuérdense Luc 5:30-32; Luc 15:1-2, etcétera.
Pero al comparar el v. 17 con Luc 12:2-3, parece que lo que Jesús dice aquí (8:16-18) se aplica a la obra de los apóstoles. Jesús les habló a ellos empleando el lenguaje figurado (parábolas) y limitó su misión a “las ovejas perdidas de la casa de Israel”, pero su ministerio futuro había de ser mucho más extenso (a todas las naciones, Mat 28:19; Mar 16:15) y su mensaje sería en palabras claras y literales. A esto Jesús se refiere en Luc 12:3, “todo lo que habéis dicho en tinieblas a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en la azoteas”.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LEYES DE VIDA

Lucas 8:16-18

Jesús dijo también:

No se enciende una vela para esconderla debajo de un cacharro o meterla debajo de la cama, sino para ponerla en el candelero para que vean todos los que entran en la casa. No hay nada oculto que no acabe por descubrirse, ni escondido que no acabe sabiéndose y saliendo a la luz. Tened cuidado de cómo oís; porque al que tiene y retiene se le dará más; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que se cree que tiene.

Aquí tenemos tres dichos, cada uno con su propia advertencia para la vida.
(i) El versículo 16 hace hincapié en el carácter visible de la vida cristiana. El Evangelio es por naturaleza algo que se ha de ver. Es fácil encontrar razones prudentes para no hacer ostentación de nuestra fe ante los demás. Casi todo el mundo tiene un miedo instintivo a ser diferente; y el mundo siempre acaba persiguiendo a los que no se someten a sus principios.
Cierto escritor nos cuenta lo que le pasaba con las gallinas: en un gallinero, cuando todas las gallinas eran iguales menos una, a ésa le hacían la vida imposible y la picoteaban hasta acabar con ella. Hasta en el reino animal es un crimen ser diferente de los demás.
Pero, aunque nos resulte difícil, se nos impone la obligación de no avergonzarnos de confesar cuyos somos y a quién servimos; y, si lo miramos como es debido, lo consideraremos no un deber sino un privilegio.

Poco antes de la coronación de la Reina Isabel II de Inglaterra, casi todas las casas y las tiendas estaban adornadas con banderitas. Yo iba entonces por un camino vecinal, y me encontré con un campamento gitano. No tenía nada más que una tienda de campaña; pero al lado tenía una bandera inglesa casi tan grande como la misma tienda. Era como si el gitano quisiera decir: «Yo no tengo muchas cosas en este mundo, pero voy a ponerle la bandera a lo que tengo.» El cristiano, aunque sea de posición humilde, nunca debe avergonzarse de su bandera.

(ii) El versículo 17 hace hincapié en la imposibilidad de mantener secretos. Hay tres clases de personas a las que tratamos de ocultarles algo.

(a) Algunas veces tratamos de ocultarnos cosas a nosotros mismos: cerramos los ojos a las consecuencias de ciertas acciones y hábitos, aunque las conocemos de sobra. Es como cerrar los ojos a los síntomas de una enfermedad que sabemos que tenemos. Es una estupidez increíble.

(b) Algunas veces tratamos de ocultarles las cosas a los demás; pero se las agencian para salir a la luz. Una persona con un secreto no puede ser feliz. La persona feliz es la que no tiene nada que ocultar. Se dice que cierto arquitecto se ofreció a hacerle una casa a Platón en la que todas las habitaciones estarían ocultas a la mirada de la gente. «Te daré el doble del dinero -le dijo Platón- si me haces una casa cuyas habitaciones se puedan ver desde todas partes.» ¡Feliz el que vive así!

(c) Algunas veces tratamos de ocultarle las cosas. a Dios. No hay pretensión más imposible. Haremos bien en tener siempre presente el texto que dice: «Tú eres un Dios que ve» (Ge 16:13 ).

(iii) El versículo 18 expone la ley universal de que el que tiene recibirá más, y el que no tiene, perderá lo que tiene. Si uno está físicamente bien, y se mantiene bien, tendrá el cuerpo dispuesto para nuevos esfuerzos; si se descuida, perderá la capacidad que tenía. Cuanto más estudiamos, más podemos aprender; pero, si nos negamos a estudiar, perderemos lo que sabíamos. Esto es tanto como decir que no nos podemos plantar en la vida. Cuando no vamos para adelante, vamos para atrás. El que busca, siempre encontrará más; pero el que deja de buscar, acabará por perder hasta lo que tiene.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Luc 11:33.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Parábola de la lámpara (ver Mar. 4:21-25). En este punto presumiblemente Jesús se está dirigiendo de nuevo a las multitudes. El hecho de encender una lámpara es para que la luz se vea. Del mismo modo los discípulos deben revelar a otros la luz que han recibido. De esa forma, la enseñanza de Jesús, que era conocida y entendida sólo por unos pocos, algún día sería expresada más claramente.

El v. 18 destaca el punto central del v. 10: los que aceptan lo que dijo Jesús obtienen un mayor entendimiento, pero los que rehúsan escuchar comprueban que pierden aun lo poco que ya sabían.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

w 509 Mat 5:15; Mar 4:21; Luc 11:33; Flp 2:15

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

16 (1) Con respecto a los vs.16-18, véanse las notas de Mar_4:21-25 .

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

luz. Una pequeña vasija de barro, en la que se ponía aceite de oliva y una mecha. Daba, a lo más, una débil luz (cuando se colocaba en un candelabro).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Estos versículos no son otra cosa que una aplicación práctica de la celebre parábola del sembrador. Su objeto es grabar bien en nuestra mente la lección importante que contiene esa parábola Merecen, por lo tanto, la atención especial de todos los oyentes sinceros del Evangelio de Cristo.
Aprendemos primeramente en estos versículos que debemos hacer uso activo de los conocimientos que poseamos en cosas espirituales. Nuestro Señor nos dice que esos son semejantes á una lámpara encendida, que es totalmente inútil, cuando está cubierta con una vasija, ó puesta debajo de la cama, y que solo es útil cuando se la pone sobre el candelero, y se la coloca donde puede servir al hombre.
Cuando leamos estas palabras pensemos primero en nuestra propia conducta. El Evangelio que poseemos no nos ha sido dado solamente para que lo admiremos, para que hablemos acerca de él, y profesemos creerlo, sino también para que lo practiquemos. El Cristianismo es un «talento» confiado á nuestro cuidado, y que acarrea gran responsabilidad. Nosotros no estamos en tinieblas como los paganos. Una luz gloriosa ha sido colocada á nuestra vista.
Cuidemos de no cerrar los ojos ante sus rayos. Marchemos mientras tenemos la luz. Joh 12:35.
Pero no pensemos solamente en nosotros. Pensemos también en los demás. Existen en el mundo millones que carecen absolutamente de luz espiritual. Viven sin Dios, sin Cristo, y sin esperanza. Efes. 2:12. No podemos hacer nada por ellos Hay millares á nuestro derredor, en nuestro propio país, que no se han convertido, que están muertos en el pecado, sin ver ni saber nada de bueno. ¿No podemos hacer nada por ellos? Preguntas son estas á las que todo verdadero cristiano debe dar respuesta satisfactoria. Debemos esforzarnos en extender nuestra religión por todas partes. No hay peor egoísmo que el del hombre que se contenta con ir solo al cielo. La caridad mejor entendida consisto en hacer lo posible por que otros participen de los rayos todos de la luz religiosa que poseamos, y en mantener nuestra lámpara de tal modo que alumbre á todos los que están á nuestro derredor. ¡Feliz aquel que, tan luego como reciba luz del cielo, empieza á pensar en otros, tanto como en sí mismo! Dios no enciende ninguna lámpara para que arda solitaria.
Aprendemos, en segundo lugar, en estos versículos, lo importante que es oír bien. Las palabras de nuestro Señor Jesucristo deben de grabar profundamente esta lección en nuestros corazones. El dijo: «Mirad pues como oís..
El provecho que los hombres reciben de todos los medios de gracia depende enteramente del modo como estos son empleados. La oración privada se halla en el cimiento mismo de la religión; pero la mera repetición rutinaria de un número determinado de palabras, cuando «el corazón está muy distante,» no hace bien á ninguna alma. La lectura de la Biblia es esencial para obtener un correcto conocimiento del Cristianismo; sin embargo, el mero hábito de leer tantos capítulos como una tarea obligatoria, sin el deseo humilde de ser instruidos por Dios, no es otra cosa que pérdida de tiempo. Y lo que sucede respecto de la oración y de la lectura de la Biblia, puede aplicarse al acto de oír. No basta que vayamos á la iglesia y oigamos sermones. Podemos hacerlo por espacio de cincuenta años y no ser mejores sino más bien peores que antes: «Mirad, como oís,» dijo nuestro Señor.
¿Desea alguno saber cómo debe oírse? Tenga presente tres reglas sencillas. En primer lugar debe oírse con fe, creyendo implícitamente que cada palabra de Dios es verdadera, y que «no pasará.» La palabra aprovechó de poco á los judíos, «por no estar mezclada con fe en aquellos que la oyeron.» Heb 4:2.
También debemos oír con reverencia, teniendo presente constantemente que Biblia es el libro de Dios. Esto fue lo que hicieron los Tesalonicenses; recibieron el mensaje de Pablo, «no como palabra de hombres, sino como la palabra de Dios.» 1Th 2:13. Sobre todo, debemos oír con devoción, orando humildemente por la bendición de Dios antes y después de que se predique el sermón. La falta de la mayor parte de los oyentes consiste en que no piden bendición alguna, y por lo tanto no obtienen ninguna. El sermón pasa por su mente á la manera que el agua pasa por un cedazo, sin dejar nada adentro.
Traigamos á la memoria estas reglas todos los Domingos por la mañana, antes de que vayamos á oír predicar la palabra de Dios. No corramos á la presencia de Dios, descuidada y atolondradamente, como si no nos importara lo que hiciéramos. Entremos en la iglesia con fe, reverencia y devoción. Solo así podremos oír con provecho, y volver á nuestro hogar con agradecimiento.
Aprendemos, finalmente, en estos versículos, cuáles son las prerrogativas de los oyen la palabra de Dios, y la cumplen. Nuestro Señor Jesucristo dice que considera á estos como si fueran su madre y sus hermanos.
El que oye la palabra de Dios, y la cumple es el verdadero cristiano. Ese oye el llamamiento de Dios al arrepentimiento y á la conversión y lo obedece; cesa de obrar mal, y aprende á obrar bien se despoja del hombre viejo, y se reviste del hombre nuevo; oye la exhortación de Dios para creer en Jesucristo á fin de obtener justificación, y lo obedece, abandona su propia rectitud, y confiesa tener necesidad de un Salvador; recibe á Cristo crucificado como su única esperanza, y da por perdidas todas las cosas por conocerlo á él; oye que se le manda ser bueno, y obedece; se esfuerza en vivir, no según la carne, más según el espíritu; y empelase, en fin, en echar á un lado todo peso, y el pecado que tan estrechamente lo persigue. He aquí en lo que consiste el verdadero Cristianismo. Todos los hombres que obran así son verdaderos cristianos.
Pero los sufrimientos de todos los que «oyen la palabra de Dios y la cumplen » no son pocos ni pequeños. El mundo, la carne y el demonio los hacen padecer constantemente; y ellos gimen con frecuencia, estando sobrecargados. 2 Cor. 5.4. Muchas veces la cruz les parece pesada y el camino del cielo escabroso y estrecho; y se sienten dispuestos á exclamar como S. Pablo cuando dijo: » ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte?» Rom 7:24. Los que así piensen y los que así exclamen deben hallar consuelo en las palabras de nuestro Señor Jesucristo que hemos estado considerando. Que recuerden que el mismo Hijo de Dios los mira como á parientes cercanos. Que no hagan caso de la burla, del escarnio y de la persecución de este mundo. La mujer de quien Cristo dice: » Esa es mi madre,» y el hombre de quien dice: » Ese es mi hermano » no tienen nada que temer.

Fuente: Los Evangelios Explicados

candelero…Mat 5:15; Luc 11:33.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

O una repisa. g Mat 5:15; Luc 11:33.

Fuente: La Biblia Textual III Edición