Comentario de Lucas 8:37 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Entonces toda la multitud de la región de los gadarenos le rogó que se apartara de ellos, porque tenían mucho temor. Jesús subió a la barca y regresó.
8:37 Entonces toda la multitud de la región alrededor de los gadarenos le rogó que se marchase de ellos, pues tenían gran temor. — ¿Por qué no aprovecharon la presencia de Jesús para traerle sus enfermos, leprosos y otros endemoniados? ¡Qué pérdida tan tremenda sufrieron! Compárese Jua 4:40, “Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días”. También veremos esta misma actitud en el v. 41, “le rogaba que entrase en su casa”. En lugar de ser atraídos a Jesús por su misericordia, los gadarenos se alejaban de El por temor de su poder sobre demonios. Así es la reacción de incrédulos, siempre ilógica e insensata. Los apóstoles también se llenaban de temor (v. 25) pero su temor no les alejaba de Jesús. También posiblemente tenían temor de que Jesús hiciera otros milagros semejantes que les causaran daños materiales. Sin duda los dueños de los cerdos eran como los plateros de Efeso que solamente consideraban el estado de sus finanzas (Hch 19:24-31).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
le rogaron que se fuese de ellos. Luc 8:28; Luc 5:8; Deu 5:25; 1Sa 6:20; 2Sa 6:8, 2Sa 6:9; 1Re 17:18; Job 21:14, Job 21:15; Mat 8:34; Mar 5:17; Hch 16:39.
él, subiendo en el barco, se volvió. Luc 9:5, Luc 9:56; Luc 10:10, Luc 10:11, Luc 10:16.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Existe un poco de especulación si la razón porque la gente le pidió a Jesús que se marchase fue un medio para prevenir un daño económico mayor a sus rebaños. Según Lucas, el pueblo temía a la presencia de autoridad de Jesús. A menudo la economía es la raíz de todo.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
8:37 Entonces toda la multitud de la región alrededor de los gadarenos le rogó que se marchase de ellos, pues tenían gran temor. – ¿Por qué no aprovecharon la presencia de Jesús para traerle sus enfermos, leprosos y otros endemoniados? ¡Qué pérdida tan tremenda sufrieron! Compárese Jua 4:40, “Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días”. También veremos esta misma actitud en el v. 41, “le rogaba que entrase en su casa”. En lugar de ser atraídos a Jesús por su misericordia, los gadarenos se alejaban de El por temor de su poder sobre demonios. Así es la reacción de incrédulos, siempre ilógica e insensata. Los apóstoles también se llenaban de temor (v. 25) pero su temor no les alejaba de Jesús.
También posiblemente tenían temor de que Jesús hiciera otros milagros semejantes que les causaran daños materiales. Sin duda los dueños de los cerdos eran como los plateros de Efeso que solamente consideraban el estado de sus finanzas (Hch 19:24-31).
La reacción de este pueblo muestra su degradación espiritual. El maravilloso Jesús – su poder para echar fuera demonios y sanar, para enseñar y salvar – solamente provocaba temor (ALA). Tenían miedo de lo que no entendían. No querían perder más propiedad. Para ellos la pérdida de los cerdos era más importante que la sanidad del endemoniado. No se regocijaban por este hombre rescatado de una existencia horrible y miserable, sino que sólo pensaban en su propiedad. No alabaron a Jesús, no le dieron gracias. Más bien, le rogaron que se fuera de sus contornos. Los gadarenos no solamente no recibieron a Jesús; más bien, ¡lo despidieron! Varias veces los judíos trataron de matarlo, pero esta es la única vez que la gente pidió que saliera de su territorio. Salió y que sepamos nunca volvió.
¿Pueden los hombres despedir a Cristo quien es Dios? Sí, lo pueden hacer, y millones lo hacen todos los días. Apo 3:20, “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Cristo era y es verdadero Dios pero creó al hombre con libre albedrío, y la puerta del corazón humano se abre desde adentro. Jesús no entra a fuerza. Si no le damos entrada, lo estamos despidiendo como lo hicieron estos gadarenos.
— Y Jesús, entrando en la barca, se volvió. 38 Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él; – En lugar de querer despedirle, éste quería acompañarle. En esto mostraba su gratitud, confianza y amor. También es posible que tuviera temor de que los demonios volvieran (Mat 12:43-45).
— pero Jesús le despidió, diciendo: 39 Vuélvete a tu casa, — Este hombre tenía hogar. Tenía familia. ¡Imagínese el gozo de la familia al verle restaurado a ellos! Entonces allí mismo, en “tu casa” debía empezar su obra de evangelización.
— y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. – Mar 5:19 agrega, “y cómo ha tenido misericordia de ti. 20 Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban”. ¡Cuán grandes cosas! Jesús puede transformar al hombre. Le quiere (y puede) transformar mental, social, espiritual y aun físicamente.
En varios textos (p. j., Luc 5:14) Jesús dijo a los sanados que no contaran el milagro a otros, pero aquí dice al hombre que lo hiciera. ¿Por qué? Este distrito era muy aislado y no habría problema de la fama excesiva que impedía su obra en Galilea y Judea.
— Y él se fue, publicando por toda la ciudad — Mar 5:20, “Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban”. Decápolis era la región de diez ciudades. Mar 7:31-35 relata un milagro hecho en Decápolis. Probablemente éstos ya sabían de Jesús por el testimonio del ex endemoniado gadareno.
— cuán grandes cosas había hecho Jesús con él. – Despidieron a Jesús, pero este hombre se encargó de proclamar la buenas nuevas. Jesús le dijo, “cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo, y él se fue publicando “cuán grandes cosas había hecho Jesús con él ”. Al contar lo que Jesús había hecho, él estaba contando lo que Dios había hecho.
Luc 11:24-26 dice un demonio que se había echado, “Volveré a mi casa de donde salí. 25 Y cuando llega, la halla barrida y adornada. 26 Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero”. Pero los que imitan a este hombre gadareno no volverán a su estado de miseria.
Fuente: Notas Reeves-Partain
NOTAS
(1) Véase Luc 8:26, n.
REFERENCIAS CRUZADAS
x 537 Mar 5:17
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Este pasaje contiene dos súplicas hechas á nuestro Señor Jesucristo, que son muy diferentes entre sí y que emanaron de dos personas de carácter muy distinto. También se nos dice de qué manera las recibió nuestro Señor Jesucristo. Ambas recibieron muy notables respuestas. Todo el pasaje es señaladamente instructivo Observemos, en primer lugar, que los gadarenos rogaron á nuestro Señor que se retirase de ellos, y El accedió á su ruego. Leemos con dolor estas solemnes palabras: «Y él subiendo en la nave, se volvió..
Y ¿porqué deseaban estos desdichados que el Hijo de Dios los dejase? ¿Por qué después del asombroso milagro que acababa de obrar entre ellos y que revelaba tanta misericordia, no sentían deseo ninguno de saber más de Aquel que lo obró? ¿Porqué, en una palabra, declarándose enemigos de sí mismos, desecharon las mercedes que se les concedían, y cerraron la puerta al Evangelio? No hay más que una sola respuesta á estas preguntas: Los gadarenos amaban el mundo y estaban resueltos á no renunciarlo. Se sentían íntimamente convencidos de que no podían recibir á Cristo al mismo tiempo perseverar en sus pecados, y estaban resueltos hacer lo último. Conocieron, á primera vista, que había algo en Jesús con lo cual no se avendrían sus costumbres; y teniendo que coger entre dos líneas de conducta, una antigua y otra nueva, desecharon la nueva y escogieron la antigua. Y ¿por qué nuestro Señor Jesucristo accedió á la petición de gadarenos, y los dejó? Lo hizo por castigo, para dar así á conocer que no ignoraba la enormidad de sus pecados. Lo hizo así mismo por compasión á su iglesia, enseñando cuan grande es la maldad de los que obstinadamente rechazan la verdad. Parece ser una ley eterna de su gobierno, que á los que obstinadamente rehúsen caminar á la luz, se les prive de la luz. ¡Grande es la paciencia y clemencia de Cristo! Su misericordia es eterna. Sus invitaciones y ofrecimientos son extensos, amplios y universales. Concede á cada iglesia su día de gracia y su día de visitación. Luk 19:44. Pero no ha prometido en ningún lugar que si los hombres persisten en desechar su doctrina, los forzará á seguirla. Los que poseen el Evangelio, y sin embargo rehúsan obedecerlo, no deben sorprenderse si se les priva de él. Centenares de iglesias, parroquias, y familias, se encuentran hoy día en el mismo estado que los gadarenos. Han dicho á Cristo: » Retírate de nosotros,» y El les ha otorgado su petición. Se han dado á los ídolos, y ahora «los deja» Job 21:14; Osea 4:17.
Cuidemos de no cometer el pecado de los gadarenos. Estemos alerta no sea que por tibieza, desatención, y vanidad mundana, arrojemos á Jesús de nuestras puertas, y hagamos que nos deje enteramente abandonados. De todos los pecados de que nos hagamos culpables, este es el peor. De todas las situaciones de la vida ninguna es tan terrible como la del que está «abandonado.» Supliquemos diariamente que Cristo no nos deje abandonados á nosotros mismos. El espectáculo que presenta el bajel que muchos días después del naufragio se ve en seco sobre un banco de arena, no es más lastimoso que el del hombre cuyo corazón Cristo ha visitado con bendiciones y castigos, mas al fin ha cesado de visitar por no haber sido recibido. La puerta atrancada es una á la que Jesús no toca jamás. El que obra como los gadarenos no del sorprenderse de ver que Cristo lo deja y se va.
Observemos, en segundo lugar, que el hombre de quien los demonios habían salido suplicó á nuestro Señor que le permitiese estar con El, mas no se le concedió su súplica. Se nos dice que Jesús lo despidió diciéndole: » Vuélvete á tu casa, y cuenta cuan grandes cosas ha hecho Dios contigo..
Podemos comprender fácilmente la causa que impulsó á este hombre á hacer esa súplica. Se sentía sumamente agradecido por la merced que acababa de recibir; se sentía lleno de amor y del afecto ardiente hacia Aquel que lo había curado tan maravillosa y bondadosamente; y quería verlo más, estar más en su compañía, y tener mayor intimidad con El. Todo lo olvidó ante estos sentimientos. Familia, parientes, amigos, patria, hogar, campos, todo parecía pequeño á sus ojos. Sentía que nada quería sino estar con Cristo. Y no podemos culparlo por estos sentimientos. Pueden haber estado mezclados de algo de fanatismo y de indiscreción. Puede haber habido en ellos un celo mal entendido. En el primer momento de excitación que naturalmente se siguió á la cura milagrosa tal vez no estaba en aptitud de juzgar cual debería de ser en el porvenir su línea de conducta; mas los sentimientos exaltados en materias religiosas son mucho mejores que la carencia absoluta de ellos. En la súplica que hizo hay mucho más que alabar que censurar. Pero ¿por qué rehusó nuestro Señor Jesucristo conceder la petición de este hombre? ¿Por qué en una época en que tenia pocos discípulos despidió á este hombre? ¿Por qué en vez de dejarlo ocupar el mismo lugar que Pedro, y Santiago, y Juan ocupaban, le mandó que se volviera á su casa? Nuestro Señor obró con infinita sabiduría. Lo hizo así para bien del alma del hombre; pues vio que era mejor para él que enseñase el Evangelio en su patria que no que fuese discípulo fuera de ella. Lo hizo por favor á los gadarenos, pues así dejaba entre ellos un testimonio permanente de la verdad de Su divina misión. Lo hizo, principalmente, para la instrucción perpetua de toda su iglesia: quiso que supiésemos que hay varios modos en que el hombre puede glorificarse, que puede ser honrado en la vida privada tan bien como en el ministerio apostólico, y que el primer lugar en que debemos proclamar á Cristo es en nuestra casa.
En este pequeño incidente hay una lección que encierra profunda sabiduría, y que harían bien todos los cristianos verdaderos en depositar en el corazón. Esta lección se refiere á nuestra ignorancia en cuanto á la carrera que más nos convenga seguir en este mundo, y la necesidad de someter nuestros deseos á la voluntad de Cristo. La posición que deseamos ocupar no es siempre la que más nos conviene; el partido que deseamos tomar no es siempre el que Cristo cree que es mejor para nuestras almas. El oficio que nos vemos obligados á desempeñar es muchas veces muy fastidioso, y sin embargo puede ser necesario para nuestra santificación. La posición que estamos compelidos á ocupar puede ser muy desagradable á nuestra constitución física, y no obstante puede ser la realmente necesaria para mantenernos en nuestro puesto como cristianos. Es mejor ser despedido de la presencia de Cristo, por el mismo Cristo, que permanecer en su presencia sin Su consentimiento.
Supliquemos se nos conceda resignación y «contento con las cosas que poseamos.» Guardémonos de escoger por nosotros mismos en esta vida sin el consentimiento de Cristo, ó de movernos, cuando la columna de nube y fuego no se está moviendo delante de nosotros. Que nuestra oración diaria sea: «Dame lo que tú quieras. Colócame donde tú quieras. Permíteme solamente ser tu discípulo y permanecer en Ti..
Fuente: Los Evangelios Explicados
gerasenos… → v. Luc 8:26.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
T65 El verbo en aoristo ἠρώτησεν aquí significa: insistieron (comp. Mat 8:34 y Mar 5:17).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit., multitud
Fuente: La Biblia de las Américas
g v.26