Comentario de Lucas 9:7 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

El tetrarca Herodes oyó de todo lo que estaba pasando; y estaba perplejo, porque algunos decían que Juan había resucitado de los muertos.

9:7 Herodes (Herodes Antipas, hijo de Herodes “el Grande” que mató a los niños inocentes) el tetrarca (gobernador sobre la cuarta parte; era el gobernador sobre Galilea, Samaria y Perea; Mateo le llama “tetrarca” y también “rey”, 14:1, 9; era príncipe tributario, gobernador subordinado).

— oyó de todas las cosas que hacía Jesús; (las cosas que hacía Jesús fueron tomadas muy en serio por el rey Herodes; es decir, no las descartaba como puros rumores sin base. Esto es otro testimonio que confirma los milagros de Jesús.

— y estaba (muy) perplejo, porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos; — Qué curioso que algunos pensaran que este gran hombre había resucitado para hacer grandes milagros (sanar enfermos, echar fuera demonios, levantar muertos) que nunca había hecho durante su ministerio (Jua 10:41), pero así son los supersticiosos. No saben lo que es razonar.

Mar 6:20, “Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana”. Parece que Herodes siempre estaba perplejo acerca de Juan. Estaba perplejo cuando Juan vivía, y ahora está más perplejo ya que Juan está muerto.

Este hombre tan eminente, este rey, estaba lleno de inquietud y temor. Estaba perturbado y atormentado por su conciencia por haber muerto a un profeta justo. Herodes bien sabía que Juan era hombre justo; por eso, su conciencia le dice que de alguna manera sería vindicado. La vida pasada vuelve a atormentar al transgresor. Como dice Job 15:20, “Todos sus días, el impío es atormentado de dolor… 21 Estruendos espantosos hay en sus oídos”.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

am 4036, Año 32 d.C.

Y oyó Herodes. un tetrarca, τετραρχης [G5076], de ������ [G5069], cuatro, y αρχη [G746], gobierno, significa correctamente un príncipe o gobernante sobre un cuarto de cualquier región; y tuvo su origen en Galacia, que estaba gobernada por cuatro príncipes. En el Nuevo Testamento, sin embargo, denota un príncipe, o rey, que reina sobre la cuarta parte de un antiguo reino. Por la voluntad de Herodes, su reino se dividió así entre sus hijos: Arquelao tenía la mitad, que consistía en Idumea, Judea y Samaria; Herodes Antipas, un cuarto, que consiste en Galilea y Perea; y Felipe el cuarto restante, que consiste en Batanea, Traconítida y Auranitis. Job 18:11, Job 18:12; Sal 73:19; Mat 14:1-12; Mar 6:14-28.

y estaba muy perplejo. Luc 21:25; Isa 22:5; Miq 7:4.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

En el palacio de Herodes había opiniones sobre si Jesús era Juan el Bautista, Elías (Mal 3:1) o alguno de los profetas. Aunque este pasaje sugiere que Herodes no tenía certeza de la identidad de Jesús, en Mat 14:2 y Mar 6:16 se indica que Herodes ve a Jesús como a Juan el Bautista, que ha resucitado de la muerte.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Herodes el tetrarca. Vea la nota sobre Mat 14:1. Las noticias acerca de Cristo llegaron a las cúpulas más altas del gobierno. Juan ha resucitado de los muertos. Por supuesto, esto no era cierto pero Herodes mismo parece haber caído presa del terror a causa de su sentido de culpa (cp. Mar 6:16).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

9:7 Herodes (Herodes Antipas, hijo de Herodes “el Grande” que mató a los niños inocentes) el tetrarca (gobernador sobre la cuarta parte; era el gobernador sobre Galilea, Samaria y Perea; Mateo le llama “tetrarca” y también “rey”, 14:1, 9; era príncipe tributario, gobernador subordinado).
— oyó de todas las cosas que hacía Jesús; (las cosas que hacía Jesús fueron tomadas muy en serio por el rey Herodes; es decir, no las descartaba como puros rumores sin base. Esto es otro testimonio que confirma los milagros de Jesús.
— y estaba (muy) perplejo, porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos; — Qué curioso que algunos pensaran que este gran hombre había resucitado para hacer grandes milagros (sanar enfermos, echar fuera demonios, levantar muertos) que nunca había hecho durante su ministerio (Jua 10:41), pero así son los supersticiosos. No saben lo que es razonar.
Mar 6:20, “Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana”. Parece que Herodes siempre estaba perplejo acerca de Juan. Estaba perplejo cuando Juan vivía, y ahora está más perplejo ya que Juan está muerto.
Este hombre tan eminente, este rey, estaba lleno de inquietud y temor. Estaba perturbado y atormentado por su conciencia por haber muerto a un profeta justo. Herodes bien sabía que Juan era hombre justo; por eso, su conciencia le dice que de alguna manera sería vindicado. La vida pasada vuelve a atormentar al transgresor. Como dice Job 15:20, “Todos sus días, el impío es atormentado de dolor… 21 Estruendos espantosos hay en sus oídos”.

Fuente: Notas Reeves-Partain

— Herodes, que gobernaba en Galilea: Lit. el tetrarca Herodes. Ver tercera nota a Luc 3:1.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Luc 9:19 y par.; Mat 3:1; Mat 11:14; Mat 16:14.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) O: “el tetrarca”. Véanse Luc 3:1 y nn.

REFERENCIAS CRUZADAS

g 574 Mat 14:2; Mar 6:14; Mar 8:28; Luc 9:19

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Véase coment. en Mt 14:1.

Fuente: La Biblia de las Américas

Herodes el tetrarca. Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y de Perea desde 4 a.C. hasta 39 d.C.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Notemos en este pasaje cuánto puede hacer el remordimiento de conciencia. Se nos dice que cuando Herodes el tetrarca oyó hablar de todo lo que hacia nuestro Señor, quedó en duda. El dijo: » Á Juan yo lo degollé: ¿quién pues será este?» Grande y poderoso como era lo que oyó decir de nuestro Señor le recordó sus pecados y lo inquietó aun en su palacio real. Rodeado como estaba de todo cuanto se considera que hace agradable la vida, el rumor de que había uno que predicaba la justicia lo llenó de sobresalto. El recuerdo de la maldad que había cometido en hacer matar á el Bautista le vino á la mente; conoció que había obrado mal; y se sintió culpable, tuvo convicción de su crimen, y el descontento se apoderó de su ser. Cierto y verdadero es aquel proverbio de Salomón: «El camino de los prevaricadores es duro Pro 13:15. El pecado había clamado contra Herodes. La prisión y la espada habían impuesto silencio á los labios de Juan el Bautista, mas no pudieron acallar la voz de la conciencia del asesino. La verdad de Dios no puede ser escondida, ni encadenada, ni aniquilada.
La conciencia es la manifestación más poderosa de nuestro ser. Ella no puede salvarnos; jamás nos lleva á Cristo; es muchas veces ciega, torpe, y extraviada; pero con frecuencia acusa al pecador de una manera irresistible, y le hace sentir que «es cosa mala y amarga » apartarse de las sendas de Dios. Los jóvenes especialmente deben acordarse de esto, y vigilar sobre su propia conducta, No se lisonjeen con que todo está bien, cuando sus pecados ya han sido olvidados por el mundo. La conciencia puede traer cada pecado ante su mente y causarles amargo remordimiento. Millones el último día que experimentaron lo mismo que sintió Herodes; que la conciencia llamó antiguos pecados de sus escondrijos y los hizo causar nuevas heridas al corazón; que aunque parecían felices y llenos de prosperidad, eran interiormente desdichados e infelices. ¡Dichosos los que han hallado el único bálsamo que sana una mala conciencia: la sangre de Cristo! Notemos en segundo lugar que es importante que los cristianos estén de cuando en cuando á solas y en un lugar secreto. Se nos dice, que cuando los apóstoles regresaron de su primera misión nuestro Señor los llevó consigo y se retiró á un lugar desierto. Indudablemente hizo esto con algún gran designio.
Quiso enseñarnos que los que se ocupan públicamente en bien de las almas de los demás deben tener algunas horas para estar á solas con Dios.
Es esta una lección que muchos cristianos harían bien en tener presente. La soledad, el examen de sí mismo, la meditación y la comunión en privado con Dios, son absolutamente esenciales para la salud espiritual. El que eso descuida está en gran peligro de caer. Predicar, enseñar, hablar, escribir, y hacer obras públicas constantemente es sin duda una prueba de celo; pero no es siempre prueba de aquel celo que se sujeta á lo que aconseja la prudencia: muchas veces acarrea fatales consecuencias. Debemos proporcionarnos algún tiempo para ponernos á estudiar interiormente con calma, á examinar el estado de las relaciones que existen entre nosotros y Cristo. La omisión de esta práctica es la causa verdadera de tantas reincidencias que afligen á la iglesia, y dan ocasión á que los infieles blasfemen. Muchos podrían repetir con dolor las palabras de los Cantares, «Hiciéronme guarda de viñas, y no he guardado mi propia viña.» Cant. 1: 6.
Notemos, finalmente, en este pasaje, cuan pronto está nuestro Señor Jesucristo á recibir á todos los que vienen á El. Cuando las gentes le siguieron al despoblado á que se había retirado, «las recibió, y les hablaba del reino de Dios, y sanó á los que tenían necesidad de cura.» Descortés é inesperada como parece haber sido esta invasión de su retiro, no fueron rechazados por él. Estaba siempre más pronto á dar instrucción que las gentes á pedirla, y más deseoso de enseñar que las gentes de ser enseñadas.
Mas este incidente, insignificante como puede parecer, está en completo acuerdo con todo lo que se nos dice en los Evangelios de la afabilidad y condescendencia de Cristo. Jamás le vemos tratar al pueblo según sus merecimientos; jamás le hallamos escudriñando los móviles de sus oyentes, ó impidiéndoles que oigan su doctrina porque sus corazones no sean rectos á los ojos de Dios. El siempre estaba dispuesto á oír y á obrar, y á predicar. Jamás fue desechada persona alguna que viniera á él. Podrían pensar lo que quisieran de su doctrina, pero nunca pudieron decir que Jesús de Nazaret fuera «hombre austero..
Acordémonos de esto cuando oremos á Cristo por la salud de nuestras almas. Podemos acercarnos á El sin temor, y abrirle nuestros corazones con confianza.
El es un Salvador de infinita compasión y misericordia. «El no quebrará la caña cascada, ni apagará el pabilo que humeare.» Los secretos de nuestra vida espiritual pueden ser tales que no quisiéramos que nuestros más íntimos amigos los supiesen; las llagas de nuestra conciencia son tal vez hondas y delicadas; mas nada tenemos que temer, si lo ponemos todo en manos de Jesús, el Hijo de Dios. Su bondad no tiene límites; y aquellas palabras suyas son muy verdaderas: «Yo soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.» Mat 11:29.
Finalmente, tengamos esto presente cuando otras personas nos pidan consejo en lo que se refiera á sus almas. Esforcémonos en seguir el ejemplo de Cristo, y en ser como él benévolos y sufridos, y en estar siempre deseosos de dar buenos consejos. La ignorancia de los neófitos en religión es á veces muy desagradable: nosotros estamos inclinados á fastidiarnos de su falta de firmeza, de su volubilidad é indecisión. Pero recordemos la conducta de Jesús, -y seamos pacientes. él recibió á todos, habló á todos, é hizo bien á todos. Vivamos y procedamos de la misma manera. Procedamos unos con otros como Cristo procede con nosotros.

Fuente: Los Evangelios Explicados

hacía… M↓ añaden Jesús; decían… Lit. ser dicho.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

M i añaden Jesu250?s.

9.7 Lit. ser dicho.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

* Refiriéndose particularmente a Jesús.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento