Mientras ellos iban por el camino, cierto hombre le dijo: —¡Te seguiré a dondequiera que vayas!
9:57 Yendo ellos, uno (un escriba, Mat 8:19) le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. — Al observar el poder de Jesús (como también las multitudes que le seguían) el escriba se puso muy entusiasta, pero Jesús sabía la medida de su entusiasmo (HLB). La respuesta de Jesús nos hace pensar que este escriba tenía un concepto equivocado de lo que significa seguir a Jesús. Muchos quieren ser soldados al ver los uniformes, los desfiles, y al oír el aplauso, pero no consideran la miseria horrible del campo de batalla. Cristo quiere que veamos el cuadro completo y que calculemos gastos antes de inscribirnos en su ejército. Este hombre era impulsivo. ¿Qué sabía del costo de seguir a Jesús? Mat 13:20, “Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; 21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza”. Tales personas son “seguidores superficiales”. Hay algo en Jesús que capta el interés de la gente y creen que pueden ver la corona, pero no pueden ver la cruz.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
uno le dijo en el camino. Éxo 19:8; Mat 8:19, Mat 8:20; Jua 13:37.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Aquí vemos una clase con Jesús y una muestra de sus discípulos. Cada uno de ellos tiene diferente personalidad y cada uno de ellos enfrenta problemas para avanzar hacia un nivel superior de discipulado. Pero todos sus problemas individuales tienen una fuente en común. ¿Puede discernirla?
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
te seguiré: El primer hombre se ofreció sin ninguna reserva. Fue cálido, entusiasta y apasionado. Su problema fue no medir las consecuencias de manera realista. Su entusiasmo era producto de sus sentimientos del momento, los que no le sostendrían en lo más rudo de la batalla.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
9:57 Yendo ellos, uno (un escriba, Mat 8:19) le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. – Al observar el poder de Jesús (como también las multitudes que le seguían) el escriba se puso muy entusiasta, pero Jesús sabía la medida de su entusiasmo (HLB). La respuesta de Jesús nos hace pensar que este escriba tenía un concepto equivocado de lo que significa seguir a Jesús. Muchos quieren ser soldados al ver los uniformes, los desfiles, y al oír el aplauso, pero no consideran la miseria horrible del campo de batalla. Cristo quiere que veamos el cuadro completo y que calculemos gastos antes de inscribirnos en su ejército.
Este hombre era impulsivo. ¿Qué sabía del costo de seguir a Jesús? Mat 13:20, “Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; 21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza”. Tales personas son “seguidores superficiales”. Hay algo en Jesús que capta el interés de la gente y creen que pueden ver la corona, pero no pueden ver la cruz.
Este texto bien ilustra la actitud de muchos que profesan ser seguidores de Jesús. El primer problema es la falta de comprensión de lo que está involucrado en esta profesión. ¿De veras los apóstoles podían beber el vaso que Jesús iba a beber? (Mat 20:20-22). ¿Entendía Pedro lo que decía cuando prometió, “Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte”? (Luc 22:33). Así también hoy en día muchos prometen seguir a Jesús sin tomar en cuenta lo que significa. Hay mucha profesión que viene sólo de los labios.
Jesús no veía en él la sinceridad de Rut cuando ella prometió la misma cosa a Noemí: Rut 1:16, “Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. 17 Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos”. Rut cumplió lo que prometió. Es posible seguir a Cristo “por dondequiera que va”; algunos lo hacen: Apo 14:4, “Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va”.
Sin embargo, nos preguntamos, ¿entendió el escriba lo que decía? Le convenía preguntar, “Señor ¿a dónde vas?” porque repetidas Jesús fue rechazado por los hombres (Mat 8:28-34, por los gadarenos; Luc 9:53, por los samaritanos; Jua 5:18, por los de Judea; Jua 6:66, por los de Galilea; Mat 27:23, “gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!”). ¿El escriba de veras quería seguir a Jesús “adondequiera que” fuera? ¿Era un hombre realista o simplemente un hombre idealista?
Ser emocional acerca de Cristo es bueno, pero para ser seguidor se requiere mucho más.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA HONRADEZ DE JESÚS
Lucas 9:57-62
Cuando iban de camino, uno le dijo a Jesús:
-¡Señor, yo voy contigo hasta el fin del mundo!
-Las zorras tienen guaridas, y las aves, nidos; pero este Hijo del Hombre no tiene ni dónde recostar la cabeza -le contestó Jesús.
-¡Sígueme! -le dijo Jesús a otro; y él le contestó:
Déjame que antes vaya a enterrar a mi padre.
-¡Deja a los muertos enterrar a sus muertos -le contestó Jesús—, y tú ve a anunciar la noticia del Reino de Dios!
Otro también le dijo:
-Quiero ser seguidor tuyo, Señor; pero déjame que primero me despida de mi familia.
-El que está arando y vuelve la vista atrás no vale para el Reino de Dios.
Aquí tenemos lo que les dijo Jesús a tres posibles seguidores.
(i) Su consejo al primero fue: «Antes de hacerte seguidor mío, considera lo que te va a costar.» Nadie podrá decir que le indujeron a seguir a Jesús con falsas promesas. Jesús le hacía a la gente el honor de colocarles el listón tan alto que ya no cabía más. Es posible que le hayamos hecho un flaco servicio a la iglesia dejando que la gente se crea que no hay gran diferencia entre el que es miembro y el que no lo es. Deberíamos decir que impone la mayor diferencia del mundo. Tendríamos menos gente; pero los que hubiera estarían comprometidos con Cristo de verdad.
(ii) Lo que le dijo Jesús al segundo suena duro, pero puede que no lo fuera tanto. Lo más seguro es que el padre de aquél no estuviera muerto, ni casi. Es probable que quisiera decir: «Te seguiré cuando se me haya muerto mi padre.» Un funcionario inglés en el Este cuenta que a un joven árabe muy brillante se le ofreció una beca para estudiar en Oxford o Cambridge, y contestó: «La aceptaré cuando haya enterrado a mi padre.» Y su padre no tenía muchos más de cuarenta años, y sí buena salud.
Lo que Jesús quería dejar bien claro es que en todo hay un momento crucial; si se deja pasar la oportunidad, lo más probable es que no vuelva a presentarse. Este hombre sentía en el corazón la llamada a salir de un ambiente espiritualmente muerto; si dejaba pasar ese momento, no saldría nunca.
Los psicólogos nos dicen que cada vez que tenemos un sentimiento noble y no lo llevamos a la acción se hace menos probable que lo cumplamos nunca. La emoción se convierte en un sustituto de la acción. Por ejemplo: algunas veces nos da la idea de escribir una carta, puede que de agradecimiento, o de pésame, o de felicitación. Si lo dejamos para mañana, lo más probable es que no la escribamos nunca. Jesús nos anima a actuar en seguida cuando tenemos ese sentimiento.
(iii) Lo que le dice al tercero es una verdad que nadie puede negar. El que está arando no podrá, jamás hacer un surco derecho si vuelve la cabeza para mirar atrás por encima del hombro. Algunos tienen el corazón en el pasado; siempre andan mirando hacia atrás con añoranza, pensando que «cualquiera tiempo pasado fue mejor.» Watkinson, el gran predicador, nos cuenta que una vez en la playa, cuando iba con un nietecito, se encontraron a un anciano pastor. El vejete tenía muy mal genio y, entre otras cosas, había cogido una ligera insolación (sunstroke). El chiquillo había oído algo de la conversación, pero no se había enterado mucho; así es que cuando dejaron atrás al viejo quejica, se volvió a su abuelo y le dijo: «¡Abuelito, espero que tú no sufras nunca de puesta de sol!» (sunset).
El cristiano está en marcha, no hacia el poniente, sino hacia la aurora. La consigna del Reino no es «¡Atrás!», sino «¡Adelante!» A este hombre, Jesús no le dijo ni «¡Sigue!» ni «¡Vuelve!», sino «No acepto un servicio tibio», y dejó que el hombre hiciera su propia decisión.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Disposición para el discipulado (ver Mat. 8:19-22). Muchos están dispuestos a seguir al Señor hasta que descubren lo que eso implica. Jesús habló de la falta de techo del Hijo del Hombre y por ende de sus seguidores. Como muchos amigos proveían para las necesidades materiales del Maestro, el dicho se refiere básicamente al rechazo por parte de la gente. No debe admitirse ninguna excusa para retrasar el seguir a Jesús. Los deberes de un entierro eran considerados como una prioridad a cualquier obligación. Deja que los muertos entierren a sus muertos significa “que esa obligación cuide de sí misma” o “deja esa tarea a los que están espiritualmente muertos”. No es posible volver atrás en el servicio de Jesús, del mismo modo que no puede hacerlo uno que ha puesto la mano en el arado. La respuesta del Señor es más severa que la de 1 Rey. 19:19-21. Los tres dichos expresan la idea de una dedicación absoluta hacia él.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
q 639 Mat 8:19
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
uno le dijo: Te seguiré. Mateo identifica esta persona como un escriba (Mt 8:19).
Fuente: La Biblia de las Américas
57 (1) Era uno de los. escribas ( Mat_8:19), quienes por lo general vivían holgadamente. El vio que las multitudes eran atraídas al Salvador ( Mat_8:18), y por curiosidad deseaba seguirle, sin calcular el costo (véase la nota 19 (1) de Mt 8). Por esto, el Salvador le advirtió que aunque las multitudes eran atraídas a El, El mismo no tenía ningún sitio donde reposar, dándole a entender al escriba que seguirle le costaría bastante sufrimiento.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Este pasaje es muy notable: contiene tres cortos dichos de solemnidad peculiar, dirigidos por nuestro Señor Jesucristo á tres personas diferentes. Nada sabemos del nombre de estas personas. Nada sabemos del efecto que las palabras de nuestro Señor produjeron en ellas. Más no debemos dudar que cada dicho fue dirigido de modo que se adaptase al carácter de cada una de las tres personas, y estemos seguros que el pasaje tiene por objeto principal excitar en nosotros el examen de nuestros corazones. El primero de estos dichos fue dirigido á un hombre que se ofreció como discípulo espontáneamente y sin condición alguna. «Señor,» dijo este, «yo te seguiré donde quiera que fueres.» Esta oferta parecía buena. Al parecer revelaba mejores sentimientos que los de otros muchos hombres. Millares de personas oyeron los sermones de nuestro Señor y nunca pensaron en decir lo que ese hombre dijo. Empero el que hizo esa oferta habló evidentemente sin reflexión. Jamás había considerado cuales eran los deberes del discípulo. No había «calculado el costo;» y por esto necesitaba la grave respuesta que se le dio: «Las zorras tienen cuevas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar su cabeza.» Debía meditar bien lo que iba á emprender. No debía suponer que el servicio de Cristo iba á presentarla otra cosa tan solo placeres y un camino sembrado de rosas. ¿Estaba dispuesto para esto? ¿Estaba preparado á «sufrir el mal?» 2Ti 2:3. Si no, le era mejor abandonar la idea de hacerse discípulo.
Las palabras de nuestro Señor nos manifiestan que él quiere que todos los que profesan el Cristianismo y se llaman cristianos tengan presente que les es menester tomar la cruz; y que cuenten con ser despreciados, y afligidos, y atormentados como su Maestro. El no quiere que ninguno entre en sus filas por falsos é indignos motivos. Es su deseo que se comprenda claramente que tenemos que luchar, y sufrir, y padecer, y trabajar mucho si nos proponemos seguirle. El está pronto á darnos la salvación, «sin dinero y sin precio.» Gracia durante el camino, y gloria al fin serán dadas á todo pecador que viene á él.
Mas él no quiere que ignoremos que hemos de tener enemigos mortales–el mundo, la carne, y el demonio; y que muchos nos aborrecerán, nos calumniarán, y nos perseguirán si nos hacemos Sus discípulos. No es Su ánimo desanimarnos, pero sí que sepamos la verdad.
Bueno habría sido para la iglesia si la admonición de nuestro Señor hubiera sido meditada con más frecuencia. Muchos principian la vida religiosa, llenos de ardor y celo, y pronto pierden su primer amor, y vuelven otra vez al mundo. Les gusta el uniforme nuevo, y la remuneración, y el nombre de soldado cristiano. Nunca piensan en la vigilancia, y las batallas, y las heridas, y los conflictos, y todo lo que el soldado cristiano tiene que sufrir. No olvidemos jamás esta lección. No debe impedirnos que empecemos a servir á Cristo, pero debe hacernos cautos y humildes, é impulsarnos á implorar la gracia divina. Si no estamos dispuestos á tomar parte en las tribulaciones que sobrevienen al hombre por amor do Cristo, no debemos esperar tener parte alguna en la gloria celestial.
El segundo dicho de nuestro Señor fue dirigido a un hombre a quien él invitó que lo siguiese. La respuesta que le dio es muy notable: «Señor,» dijo el hombre, » déjame que primero vaya y entierro á mi padre.» Esta petición en sí misma era inocente’; mas, en aquella hora, era inoportuna. Asuntos de mucha más importancia que los funerales de un padre, exigían la atención inmediata del hombre. Había siempre muchas gentes dispuestas y aptas para encargarse de un entierro; y, por otra parte, había en aquellos momentos urgente necesidad de trabajadores que se encargasen de la viña del Señor; por esto la súplica del hombre dio motivo para que nuestro Señor profiriese esta solemne réplica: «Deja á los muertos que entierren á sus muertos; mas tú ve, y anuncia el reino de Dios..
Estas palabras nos enseñan que no debemos dejar que nuestros deberes sociales y de familia se antepongan á nuestro deber para con Dios. Funerales, bodas, visitas de cortesía y otras cosas semejantes, no son incuestionablemente pecaminosas en sí mismas. Pero cuando absorben el tiempo del creyente, y le impiden cumplir con algún deber religioso, se convierten en asechanzas contra el alma. Que los hombres del mundo, y los no convertidos, les permitan ocupar todo su tiempo y todos sus pensamientos, no es de admirar: no conocen nada más elevado, ni mejor, ni más importante. «Deja á los muertos el enterrar á sus muertos.» Pero los herederos la gloria, y los hijos del Rey de reyes, deben ser hombres de distinto carácter. Deben manifestar claramente por medio de su conducta, que el otro mundo es la gran realidad que ocupa constantemente sus pensamientos; y no deben avergonzarse de que el mundo vea que no tienen tiempo para regocijarse, ó para entristecerse como los otros que no tienen esperanza. 1Th 4:18. Delante de sí está la obra de su Maestro, y ella ocupa principalmente atención. Son en el mundo sacerdotes de Dios, y, como los sacerdotes de los tiempos antiguos, tienen que restringir su tristeza dentro de ciertos límites. Lev 21:1. «El lamentar,» dice un teólogo antiguo, «no debe impedir el trabajar,» y no debemos dar rienda á la tristeza.
El tercer dicho de nuestro Señor que se registra en este pasaje es dirigido á un hombre que se presentó voluntariamente para seguirle, que disminuyó el mérito de su oferta, anteponiendo una súplica, «Señor» dijo, «seguirte he; mas déjame que me despida primero de los que están en mi casa.» La respuesta que recibió demuestra claramente que todavía no se había decidido firme y sinceramente a servir á Cristo, y que, de consiguiente no se hallaba apto para ser discípulo. Jesús le dijo, «Ninguno que, poniendo su mano al arado, mirare atrás, es apto para el reino de Dios..
Estas palabras nos enseñan que es imposible servir á Cristo cuando no lo amamos de todo corazón. Si estamos mirando hacia atrás á alguna cosa de este mundo, no somos aptos para ser discípulos de Jesucristo. Los que miran atrás, como la mujer de Lot, es porque quieren volver atrás. Jesús no quiere que dividamos nuestro afecto–no, ni con nuestros parientes más queridos. él quiere de poseer todo nuestro corazón, ó nada. Sin duda hemos de honrar á padre y madre, y amar á todos nuestros prójimos. Pero cuando el amor hacia Cristo y el amor hacia los parientes se oponen, Cristo debe tener la preferencia. Es menester que estemos prontos como Abrahán para dejar la parentela y la casa paterna, si fuere necesario, por amor de Cristo. Debemos estar preparados en caso de necesidad para abandonar, como Moisés aun á los que nos han criado si nos llama Dios, y nuestro deber es claro. Tal resolución puede causarnos amargos pesares. Acaso atribule nuestros corazones causar disgusto á los que amamos. Pero tal conducto puede ser algunas veces absolutamente necesario para nuestra salvación; y si cejamos ante el deber, no somos dignos del reino de Dios. El buen soldado no deja que el afecto por su tierra natal y por su hogar lo domine completamente. Si con frecuencia se entrega al pesar por sus parientes y amigos, no podrá seguir una campaña. Sus deberes como militar–el vigilar, el marchar, y ni combatir–deben ocupar preferentemente sus pensamientos. Y lo mismo debe suceder con todos los que quisieren servir á Cristo. Es menester que se guarden de la timidez que envilece el carácter del cristiano. Es menester que sufran trabajos, como fieles soldados de Jesucristo. 2Ti 2:3.
Terminemos la consideración de este pasaje examinando á fondo nuestros corazones. Las cosas sin duda han cambiado mucho desde el día en que nuestro Señor pronunció esas palabras. Pocos son los llamados á hacer sacrificios por amor de Cristo como los que tenían que hacer sus discípulos cuando él estaba en la tierra. Pero el corazón del hombre es siempre el mismo. Las dificultades quo hay que vencer para conseguir la salvación, son todavía muy grandes. La atmósfera del mundo no es todavía propicia á la religión espiritual. Si queremos alcanzar el cielo, preciso es que tomemos una resolución firme y sincera.
Estemos, pues, prontos á hacer y sufrir cualquier cosa, y á renunciarlo todo por amor de Cristo. Algo nos costará por unos pocos años, pero el premio en la eternidad será grande.
Fuente: Los Evangelios Explicados
Te… M↓ anteponen Señor.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
B304 Ἐάν aparece aquí en la cláusula relativa condicional, en vez del simple ἄν: adondequiera que vayas. [Editor. Esto se debe a la presencia de ὅπου con ἐάν.]
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
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