Los setenta volvieron con gozo, diciendo: —Señor, ¡aun los demonios se nos sujetan en tu nombre!
10:17 Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. — Compárese 9:40, los nueve apóstoles no pudieron echar fuera un demonio por la falta de fe que tenían en el poder que Jesús les había dado (Mat 10:1), pero éstos sí tenían suficiente fe para hacerlo. ¿Cómo regresamos de los viajes para predicar? ¿Quejándonos de lo duro del viaje, lo costoso, cómo sufrimos, como algunos nos maltrataron, cómo no nos ayudaron mucho para los gastos, cómo tuvimos que dejar la familia por una semana o mes, etc.? ¿O como los setenta con gran gozo por toda victoria lograda por Cristo?Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Luc 10:1, Luc 10:9; Luc 9:1; Rom 16:20.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
aun los demonios se nos sujetan en tu nombre: Los discípulos se regocijan con la autoridad que ejercen. Lo importante, tal como lo señalan, está en la autoridad que tienen «en el nombre» de Jesús.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Volvieron … con gozo. No se menciona cuánto tiempo duró la misión pero pudo haber sido varias semanas. Es probable que los setenta no regresaran todos al mismo tiempo, pero este diálogo parece haber ocurrido tras la reagrupación de todos ellos.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
10:17 Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. – Compárese 9:40, los nueve apóstoles no pudieron echar fuera un demonio por la falta de fe que tenían en el poder que Jesús les había dado (Mat 10:1), pero éstos sí tenían suficiente fe para hacerlo. ¿Cómo regresamos de los viajes para predicar? ¿Quejándonos de lo duro del viaje, lo costoso, cómo sufrimos, como algunos nos maltrataron, cómo no nos ayudaron mucho para los gastos, cómo tuvimos que dejar la familia por una semana o mes, etc.? ¿O como los setenta con gran gozo por toda victoria lograda por Cristo?
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA VERDADERA GLORIA DEL HOMBRE
Lucas 10:17-20
Los Setenta volvieron jubilosos, y le dijeron a Jesús: -¡Señor, hasta los demonios se nos sometían cuando actuábamos en tu nombre!
-Yo vi a Satanás caer del Cielo como un rayo -les contestó Jesús-. Fijaos bien: os he dado autoridad para pisotear a las serpientes y a los escorpiones y a todos los poderes del enemigo sin sufrir el menor daño; pero no os congratuléis de eso, sino de algo mucho mejor: ¡de que vuestro nombre está escrito en el Cielo!
A su vuelta, los Setenta estaban jubilosos por las maravillas que habían realizado en nombre de Jesús. y Él les dijo: «Yo vi a Satanás caer del Cielo como un rayo.» Eso es difícil de entender. Puede querer decir dos cosas. d(i) Puede querer decir: «Yo vi caer derrotadas las fuerzas e las tinieblas y del mal; el cuartel general de Satanás está asediado, y el Reino de Dios viene de camino.» Puede querer decir que Jesús sabía que Satanás y todos sus poderes habían recibido el golpe de muerte, aunque aún no se hubiera producido su conquista definitiva.
(ii) También puede ser una advertencia contra el orgullo. Fue el orgullo lo que hizo que Satanás se rebelara contra Dios, y en consecuencia fuera arrojado del Cielo, él, que había sido el jefe de los ángeles. Puede que Jesús les estuviera diciendo a los Setenta: «Habéis tenido vuestros triunfos; pero tened cuidado con el orgullo, porque cuando el jefe de los ángeles sucumbió al orgullo fue arrojado del Cielo.»
No cabe duda de que Jesús prosiguió advirtiendo a sus discípulos contra el orgullo y el pasarse dé confiados. Era cierto que se les había dado todo poder, pero su mayor gloria era que su nombre estaba escrito en el Cielo.
Siempre será la mayor gloria del hombre, no lo que él mismo ha hecho, sino lo que Dios ha hecho por él. Es posible que el descubrimiento del cloroformo le haya evitado al mundo más dolor que ningún otro descubrimiento médico. Una vez, alguien le preguntó a James Simpson, que fue el pionero en su uso: «¿Qué descubrimiento tuyo consideras el más grande?», esperando que le contestara «El cloroformo.» Pero contestó: «Mi mayor descubrimiento fue que Jesucristo es mi Salvador.» Hasta el hombre más grande sólo puede decir en la presencia de Dios:
No ya he de gloriarme jamás, oh Dios mío, de aquellos deberes que un día cumplí. Mi gloria era vana: confió tan sólo en Cristo y su sangre vertida por mí.
JOSÉ M. DE MORA
El orgullo bloquea el camino del Cielo; la humildad es el pasaporte a la presencia de Dios.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— demonios… espíritus malignos: Ver nota a Mat 8:16.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Regreso de los setenta y dos (ver Mat. 11:25-27; 13:16, 17). Jesús vio en la expulsión de los demonios una señal de que el trono de Satanás se estaba tambaleando. Pareciera que estaba hablando de una manera metafórica. Tenía la visión de la derrota espiritual de Satanás que ocurriría en la cruz; y los exorcismos, la derrota de los servidores de Satanás, confirmaban su certeza de la victoria próxima sobre su amo (ver Apoc. 12:7-10).
Pero hubiera sido un error regocijarse demasiado por eso; era posible echar demonios y aun así ser excluido del reino (cf. Mat. 7:22, 23). Es mucho mejor regocijarse de que el propio nombre está escrito en el libro de Dios (cf. Fil. 4:3).
Después Jesús agradeció a Dios de que su revelación fuera dada a la gente común, y que no estuviera ligada a la sabiduría humana. Su oración terminó con una confesión de que ese conocimiento le había sido dado por el Padre. Hay un vínculo exclusivo y mutuo de conocimiento personal entre el Padre y el Hijo, de modo que sólo el Hijo puede hacer que el Padre sea conocido. Los discípulos habían recibido ese conocimiento de parte del Hijo. La gente del pasado pudo haber visto con agrado la venida del reino, pero sólo a los discípulos se les concedió ver y oír al Hijo de Dios.
Notas. 19 Serpientes y escorpiones son símbolos de maldad espiritual (Deut. 8:25; Sal. 91:13). 22 La autenticidad de este dicho ha sido muy discutida, pero el lenguaje es plenamente judío y posiblemente salió de los labios de Jesús. Todas las cosas significa “toda la revelación” más bien que “todo poder”. La palabra conoce era usada en heb. para referirse a un conocimiento personal (como en Gén. 4:1 sobre las relaciones matrimoniales) o la elección de una persona (como en Amós 3:2). El doble uso de este verbo expresa la mutua comunión entre Jesús y su Padre que se reflejaba en sus oraciones (cf. Mar. 14:36). Por ello, sólo Jesús está calificado para revelar al Padre a otras personas. El dicho está plenamente de acuerdo con la enseñanza de Jesús en Juan (p. ej. Juan 10:15) y es un “puente” entre los tres primeros Evangelios y el cuarto.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
NOTAS
(1) “Setenta”, אACWSyp; P45,75BDVgArm: “setenta y dos”.
(2) O: “Amo”.
REFERENCIAS CRUZADAS
c 676 Hch 16:18
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Este pasaje enseña cuan dispuestos están los hombres á envanecerse con el éxito. Escrito está, que los setenta volvieron de su misión con gozo, diciendo: «Señor, aun los demonios se nos sujetan por tu nombre.» Había mucho de vanidad en ese gozo. Había evidentemente mucho de jactancia en esa relación de hazañas. Todo el tenor del pasaje nos lo da á entender. La expresión notable quo usó nuestro Señor tocante á la caída de Satanás del cielo, fue dicha probablemente con el fin de que sirviese de cautela. El penetró el corazón de los soldados jóvenes y faltos de experiencia que tenia delante; El vio cuánto se gloriaban de la primera victoria; reprimió su presunción indebida, y los previno contra el orgullo.
Esta es una lección que deben examinar y tener presente todos los que trabajen en la causa de Cristo. Todos los que trabajan fielmente en el campo del Evangelio desean buen éxito. El ministro en el interior y el misionero en el exterior, el visitador de distrito y el misionero de la ciudad, el repartidor de tratados y el maestro de escuela dominical, todos anhelan igualmente tener buen suceso. Todos desean ver el poder de Satanás echado por tierra y las almas se conviertan á Dios. Y de esto no hay que sorprenderse. El desearlo es bueno y justo. Sin embargo, es preciso no olvidar jamás, que el momento del triunfo es el del peligro para el alma del cristiano. Los mismos que se humillan cuando todo te apariencia de serles contrario, muchas veces se envanecen excesivamente en el día de la prosperidad. Pocos son como Sansón, que pueden matar un león sin contarlo á nadie. Jdg 14:6. Con razón, pues, S. Pablo dice del obispo, que no debe ser «neófito, porque hinchándose de orgullo caiga en la condenación del diablo.» 1Ti 3:6. La mayor parte de los obreros de Cristo obtienen probablemente el éxito que les es provechoso. Oremos mucho para que tengamos humildad, y especialmente en Nuestros días de paz y de prosperidad. Cuando todo lo que nos rodea sea parece prosperar, y todos nuestros planes salen bien–cuando las tribulaciones y enfermedades de la familia no nos afligen, y nuestros negocios presentan un aspecto halagüeño–cuando nuestros sufrimientos diarios son ligeros, y todo el horizonte se presenta sin nubes, entonces, ¡entonces es cuando nuestras almas están en peligro! Entonces es cuando es necesario que examinemos con más cuidado nuestros propios corazones. Entonces es cuando el demonio introduce en nuestros pechos semillas de mal que nos asombrarán algún día con la lozanía de las plantas que produzcan. Hay pocos cristianos que puedan llevar una copa rebosada con mano firme. Hay pocos que hagan progresos espirituales en los días que gozan de prosperidad no interrumpida. Estamos inclinados á creer que nuestra propia sabiduría ha alcanzado la victoria. Lo que este pasaje enseña no debe olvidarse jamás. En medio de nuestros triunfos exclamemos fervorosamente: «Señor, revístenos de humildad..
También nos enseñan estos versículos que él don y la virtud de hacer milagros son muy inferiores á la gracia. Escrito está que nuestro Señor dijo á los setenta discípulos: » Empero no os regocijéis de esto, de que los espíritus se os sujeten, mas antes regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.» Fue sin duda un honor y un privilegio el poder lanzar demonios. Los discípulos tenían razón de estar agradecidos. Pero era privilegio mucho más alto haber, sido convertidos y perdonados, y tener sus nombres escritos en el registro de las almas regeneradas.
La diferencia que este pasaje indica entre la gracia y otros dones es de suma importancia, aunque á menudo y dolorosamente se la pierde de vista en nuestros días. Dones como el vigor intelectual, vasta memoria, elocuencia admirable, habilidad en argumentar y fuerza de raciocinio, son frecuentemente cualidades demasiadamente apreciadas por los que las poseen, y demasiadamente admiradas por los que no las poseen. Esto no debería ser así. Loa hombres no tienen presente que dones sin la gracia divina no salvan ningún alma, y que Satanás también los posee. La gracia, al contrario, es un patrimonio perdurable, y por humilde y despreciable que sea el que la posee, entrará felizmente en la gloria. El que posee dones sin gracia está muerto en el pecado, por brillantes que esos dones sean. Pero el que tiene gracia sin dones vive para Dios, no obstante lo indocto é ignorante que parezca á los hombres. «Mejor es perro vivo que león muerto.» Ecles. 9:4.
Que la religión que nos propongamos adoptar sea una religión que tenga la gracia por cualidad principal. No nos contentemos con tener capacidad para hablar con elocuencia, ó para predicar eficazmente, ó razonar con habilidad, ó argüir con destreza, ó expresar nuestros sentimientos con facilidad y elegancia. No nos satisfagamos con comprender todo el sistema de la doctrina cristiana, y con poder repetir textos y máximas sagradas. Todas estas cosas son convenientes dentro de sus límites. No deben menospreciarse, pues tienen su utilidad, mas no son la gracia de Dios; y no nos librarán del infierno. No estemos tranquilos hasta que sintamos en nuestra aliña el testimonio del Espíritu, que «hemos sido lavados, santificados y justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.» 1Co 6:11. Procuremos saber si «nuestros nombres han sido escritos en los cielos,» y si estamos realmente unidos á Cristo, y si Cristo mora en nosotros. Esforcémonos en ser «epístolas de Cristo, conocidas y leídas de todos los hombres,» y en demostrar con nuestra mansedumbre, caridad, fe y acuñación espiritual, que somos hijos de Dios. Esta es la verdadera religión. Estas son las señales verdaderas del Cristianismo que salva.
Sin estas señales uno puede tener exuberancia de dones, y no ser otra cosa que un remedo de Judas Iscariote, el apóstol pérfido, é ir al fin al infierno. Con tales señales, uno puede ser como Lázaro, pobre y despreciado en la tierra, y no tener absolutamente dones algunos; pero su nombre está escrito en los cielos, y Cristo lo reconocerá el día del juicio como perteneciente á su pueblo.
Fuente: Los Evangelios Explicados
setenta y dos… → Luc 10:1.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R1181 Καί se usa con un sentido ascendiente (aun).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Algunos mss. antiguos dicen: setenta y dos
Fuente: La Biblia de las Américas
g 10.1.