Y he aquí, cierto maestro de la ley se levantó para probarle, diciendo: —Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?
10:25 Y he aquí un intérprete de la ley (un experto en la ley de Moisés, LBLA, margen) — Véase 7:29,30. Eran hombres orgullosos. No querían humillarse para confesar sus pecados y ser bautizados por Juan. “Desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan”. Eran expertos en la ley de Moisés y también en las tradiciones de los ancianos (Mat 15:2). — se levantó y dijo, para probarle (del verbo PEIRAZO, literalmente , tentarle: Mat 22:35-40; Mar 12:28-34 — Cuando se discute el tema de las tentaciones de Jesús, algunos concluyen que si fue tentado, esto indica que la tentación era algo atractiva y deseable y que, por eso, Cristo quería pecar. Esto es completamente falso. Heb 1:9 dice que Cristo aborreció la maldad. El no fue “tentado por el mal” (Stg 1:13) en el sentido de ser atraído o seducido por el mal (Stg 1:14). Este verbo (tentar) se emplea “de tentaciones a pecar, p.e., Gál 6:1 … Stg 1:13-14”, pero también se usa “en un mal sentido … de intentos de atrapar a Cristo en Sus palabras, p.e., Matthew 16:1; 19:34; 22:18, 35, y pasajes paralelos” (WEV). “Supuestamente bien versado en el Pentateuco, este hombre trata de desconcertar a Jesús. Trata de dejarlo en ridículo ante el público” (GH).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
un doctor de la ley se levantó. Luc 7:30; Luc 11:45, Luc 11:46; Mat 22:35.
Maestro. Luc 18:18; Mat 19:16; Hch 16:30, Hch 16:31.
poseeré la vida eterna. Gál 3:18.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La respuesta del intérprete es realmente un desafío, porque este versículo habla de una prueba a Jesús. Este es un hecho similar, aunque un poco distinto del que se registra en Mat 22:34-40 y Mar 12:28-34. Heredar algo es recibir algo. En otras palabras, el hombre estaba preguntando: ¿Qué debo hacer para compartir la recompensa de la resurrección del justo al final de los tiempos? (Flp 3:11-14). La base del AT. para esta pregunta está en la esperanza de resurrección en Dan 12:2. Jesús respondió al hacer responder al intérprete de la Ley su propia pregunta.
EN COMPARACIÓN
|
Sólo aparecen en Lucas…
|
En los días de Jesús los judíos ortodoxos despreciaban a los samaritanos porque la mayoría de los que provenían de esa región tenían matrimonios con forasteros. La ironía en la parábola del buen samaritano es que este repudiado personaje supo mejor cómo demostrar amor a su prójimo mientras que el sacerdote y el levita no, aun cuando conocían profundamente la ley de Dios. El Evangelio de Lucas destaca el amor que sentía Jesús por una gran variedad de grupos que no contaban con la estimación de sus contemporáneos.
|
Mujeres
|
Elisabet
|
Luc 1:5-25, Luc 1:39-45, Luc 1:57-66
|
María
|
Luc 1:26-56; Luc 2:2-20, Luc 2:41-52
|
Ana
|
Luc 2:36-38
|
La viuda de Naín
|
Luc 7:11-15
|
La pecadora que ungió los pies de Jesús
|
Luc 7:36-50
|
Mujeres que sirven a Jesús
|
Luc 8:1-3
|
La mujer que buscaba su moneda perdida
|
Luc 15:8-10
|
La viuda persistente que buscaba al juez injusto
|
Luc 18:1-8
|
La mujer afligida junto al camino a la cruz
|
Luc 23:27
|
La mujer que descubrió el sepulcro vacío
|
Luc 24:1-10
|
Los proscritos sociales
|
Los gentiles
|
Luc 2:32; Luc 24:47
|
Los pastores
|
Luc 2:8-20
|
El pobre
|
Luc 6:20-23
|
Los samaritanos
|
Luc 10:30-36; Luc 17:16
|
Los publicanos y los «pecadores»
|
Luc 15:1
|
Los leprosos
|
Luc 17:11-17
|
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
intérprete de la ley. Esto es, un escriba que según se suponía era un experto en la ley de Dios. Aparte del uso de esta palabra en Mat 22:35 (vea la nota allí), Lucas es el único de los escritores del Evangelio que la emplea (Luc 11:45-46). ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Esta misma pregunta es planteada por varios investigadores (Luc 18:18-23; Mat 19:16-22; Jua 3:1-15).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
10:25 Y he aquí un intérprete de la ley (un experto en la ley de Moisés, LBLA, margen) – Véase 7:29,30. Eran hombres orgullosos. No querían humillarse para confesar sus pecados y ser bautizados por Juan. “Desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan”. Eran expertos en la ley de Moisés y también en las tradiciones de los ancianos (Mat 15:2).
— se levantó y dijo, para probarle (del verbo PEIRAZO, literalmente , tentarle: Mat 22:35-40; Mar 12:28-34 – Cuando se discute el tema de las tentaciones de Jesús, algunos concluyen que si fue tentado, esto indica que la tentación era algo atractiva y deseable y que, por eso, Cristo quería pecar. Esto es completamente falso. Heb 1:9 dice que Cristo aborreció la maldad. El no fue “tentado por el mal” (Stg 1:13) en el sentido de ser atraído o seducido por el mal (Stg 1:14). Este verbo (tentar) se emplea “de tentaciones a pecar, p.e., Gál 6:1 … Stg 1:13-14”, pero también se usa “en un mal sentido … de intentos de atrapar a Cristo en Sus palabras, p.e., Matthew 16:1; 19:34; 22:18, 35, y pasajes paralelos” (WEV). “Supuestamente bien versado en el Pentateuco, este hombre trata de desconcertar a Jesús. Trata de dejarlo en ridículo ante el público” (GH).
— Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Muy buena pregunta (compárese 18:18). ¡Qué bueno si en verdad hubiera querido saber la respuesta correcta a su pregunta! Sin lugar a dudas es una de las preguntas más importantes que el hombre puede hacer.
¿Contestó Jesús la pregunta o no? Sí, la contestó. Más bien, dejó que el intérprete de la ley contestara su propia pregunta.
Fuente: Notas Reeves-Partain
QUIÉN ES MI PRÓJIMO
Lucas 10:25-37
Atención: un experto en la ley se le presentó a Jesús para ponerle a prueba, y le preguntó:
Maestro: ¿qué es lo que tengo que hacer para poseer la vida eterna que Dios ha prometido?
-¿Qué es lo que está escrito en la Ley? -le preguntó a su vez Jesús-. ¿Qué has aprendido tú?
-«Ama al Señor tu Dios con todo el corazón, y con toda el alma, y con todas tus fuerzas y con toda tu inteligencia»; «y a tu prójimo, como te amas a ti mismo» -le contestó el experto en la ley.
-¡Buena respuesta! Pues, hazlo, y tendrás la vida -le dijo Jesús; pero el hombre, queriendo quedar bien, le preguntó otra vez:
-¿Y a quién se refiere eso del prójimo?
Jesús, entonces, le puso un ejemplo:
-Cierto hombre iba por el camino que baja de Jerusalén a Jericó, cuando le salieron al paso unos bandidos que le dieron de palos, le quitaron todo lo que llevaba y le dejaron medio muerto. Sucedió que le vio un sacerdote que iba bajando por aquel camino; pero no le hizo caso y pasó de largo. Luego sucedió lo mismo con un levita que se acercó por allí; que también le vio, pero pasó de largo. Por último pasó un samaritano que iba de viaje; y cuando llegó por allí le vio, y le dio lástima de él; así es que se le acercó y le curó las heridas con aceite y vino y se las vendó; luego le montó es su cabalgadura y le llevó al mesón, donde siguió cuidando de él. Al día siguiente, como tenía que seguir su viaje, sacó el jornal de dos días y se lo dio al mesonero, y le dijo: «Cuídamele, y yo te pagaré lo que te gastes de más la próxima vez que pase.» Y ahora, dime: ¿Cuál de los tres dirías tú que fue el prójimo del que había caído en manos de los bandidos?
-El que le trató con misericordia -contestó el experto en la ley.
-Pues, anda; obra tú de la misma manera -le dijo Jesús.
En primer lugar, vamos a mirar la escena de esta historia. La carretera de Jerusalén a Jericó era notoriamente peligrosa. Jerusalén está a 800 metros sobre el nivel del mar; el Mar Muerto, cerca del cual está Jericó, está a 400 metros bajo el nivel del mar; así que, en menos de 30 kilómetros, la carretera salva un desnivel de 1.200 metros. Era una carretera estrecha, bordeada por rocas, con vueltas y revueltas que la hacían terreno abonado para los bandoleros. En el siglo v, Jerónimo nos cuenta que todavía la llamaban «El Camino Rojo», o «de la Sangre.» En el siglo xix todavía había que pagar dinero de seguridad a los jeques locales para usar esa carretera. Hasta el principio de la década de los 30, el famoso autor de libros de viaje H. V. Morton nos dice que le advirtieron que llegara a su destino antes de que se hiciera oscuro, porque un cierto Abu Yildah acostumbraba detener los coches y robar a los viajeros o turistas, escapándose a las montañas antes de que la policía pudiera llegar. Cuando Jesús contó esta historia, hablaba de algo que sucedía con frecuencia en la carretera de Jerusalén a Jericó.
En segundo lugar, fijémonos en los personajes.
(a) Tenemos al viajero. A menos que tuviera una urgente necesidad, no fue muy prudente poniéndose en camino de Jerusalén a Jericó a solas, y menos si llevaba mercancías de valor. Los viajeros solían ir en convoyes o caravanas. Parece ser que este hombre estaba corriendo un riesgo innecesario.
(b) Tenemos al sacerdote. Se apresuró a pasar de largo. Sin duda tenía presente que, si tocaba a un muerto, quedaba siete días en estado de impureza legal (Números 19: I1). Eso le impediría cumplir sus deberes en el templo, y no podía arriesgarse. Las exigencias rituales estaban por encima de la caridad. El templo y la liturgia contaban más para él que la vida de un hombre.
(c) Tenemos al levita. Este parece que se acercó más al herido antes de pasar de largo. A veces los bandidos usaban reclamos así: uno de ellos se haría el herido; y, cuando un viajero ingenuo se paraba a ayudar, los otros bandidos se le echaban encima y le robaban. Tal vez el levita tenía la consigna de que «lo primero es la seguridad.» No valía la pena correr riesgos para ayudar a nadie.
(d) Tenemos al samaritano. La audiencia. esperaría que ése fuera el más despiadado de todos. A lo mejor no era samaritano de raza, porque los judíos no tenían trato con los .samaritanos, y sin embargo parece que éste era un viajante de comercio al que conocía bien el mesonero. En Jn 8:48 los judíos llaman samaritano a Jesús. Se daba ese nombre a los herejes y a los que no cumplían la ley ceremonial. Tal vez este hombre era samaritano en el sentido de que los judíos fanáticos le despreciaban.
Notamos dos cosas interesantes acerca de él.
(i) ¡Tenía buen crédito! El mesonero estaba dispuesto a fiarse de él. Tal vez no fuera muy sano teológicamente, pero era honrado.
(ii) Fue el único que estuvo dispuesto a ayudar. Puede que fuera hereje, pero tenía amor en el corazón. No es tan raro encontrar que los religiosos están más interesados en los dogmas que en la ayuda al necesitado, y que el que desprecian los religiosos es el que ama a su prójimo. A fin de cuentas se nos ha de juzgar, no por nuestro credo, sino por la vida que vivimos.
En tercer lugar, fijémonos en la enseñanza de la parábola. El escriba que le hizo la pregunta a Jesús iba en serio. Jesús le preguntó que qué decía la ley sobre eso. Los judíos practicantes llevaban en las muñecas unas cajitas llamadas. filacterias en las que guardaban ciertos textos de la ley: Ex 13:1-16 ; Deuteronomio ó:4-9; 11:13-20. «Ama al Señor tu Dios» es de Dt 6:4 , y 11:13. Es como si Jesús le dijera: «Lee lo que pone en tus filacterias, y encontrarás la respuesta a tu pregunta.» A esos pasajes añadió el escriba Lv 19:18 , que manda al hombre amar a su prójimo cómo a sí mismo; pero, con su pasión por las definiciones, los rabinos se preguntaban quién era el prójimo; los más estrechos contestaban que el prójimo era otro judío. Algunos hasta llegaban a decir que era ilegal ayudar a una mujer gentil en el momento del parto, porque eso sólo sería ayudar a que hubiera otro gentil en el mundo. Así. que la pregunta del escriba «¿Y a quién se refiere eso del prójimo?» era normal.
La respuesta de Jesús implica tres cosas.
(i) Debemos ayudar al necesitado aunque se haya metido en líos por su propia culpa o imprudencia, como era probablemente el caso del viajero de la parábola.
(ii) Cualquier persona de cualquier nación que está necesitada es nuestro prójimo.
(iii) La ayuda debe ser práctica y no limitarse a sentirlo mucho. Es posible que a eso sí llegaron el sacerdote y el levita, pero no hicieron nada más. La compasión, para ser real, tiene que desembocar en obras.
Lo que Jesús le dijo al escriba nos dice también a nosotros: «Pues, anda; obra tú de la misma manera.»
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Luc 3:10; Luc 11:16; Luc 18:18; Mat 16:1; Mat 19:3; Mat 22:35; Mar 10:2; Hch 2:27; Hch 16:30; Hch 22:10.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
El buen samaritano. La introducción a la parábola no debe confundirse con un relato algo similar en Mar. 12:28-31. Aquí se pregunta a Jesús cómo una persona puede ser apta para la vida eterna (cf. 18:18), y en estilo judío responde dirigiendo al maestro a la ley. ¿Cómo se resume la esencia e intención de la ley? El maestro dio la misma respuesta que dio Jesús en Mar. 12:29-31. Esto no debería sorprendernos, dado que la relación entre Deut. 6:5 y Lev. 19:18 ya era reconocida antes del tiempo de Jesús. A la luz de Gál. 3:12 la respuesta de Jesús puede sonar como legalista, pero no es así cuando se considera en relación con todo el contenido de esta enseñanza.
El maestro de la ley quedó en desventaja al recibir esta respuesta y trató de recuperar el terreno perdido pidiendo una definición más precisa de la palabra “prójimo”. La parábola que surgió como respuesta es muy notable. Podríamos esperar una parábola explicándonos cómo un judío podía mostrar amor a cualquiera, aun a un samaritano, pero de hecho Jesús demuestra cómo un samaritano puede estar más cerca del reino que un judío piadoso pero carente de amor. Porque, aunque el maestro preguntó: ¿Y quién es mi prójimo? (o sea, la persona a la que debo ayudar), Jesús sugiere que la pregunta verdadera es más bien: “¿Me comporto como un buen prójimo (eso es, una persona que ayuda a otros)?” Jesús no nos informa en cuanto a quién debemos ayudar; la falla de cumplir un mandamiento surge no de falta de información sino por falta de amor. No era un nuevo conocimiento de la ley lo que necesitaba el maestro sino un nuevo corazón, lo que en nuestro idioma llamamos una conversión.
Notas. 30 Un camino empinado de 27 km. descendía 1.000 m. desde Jerusalén a Jericó, que era una zona habitada por sacerdotes cuando no estaban en funciones en el templo (cf. 1:23). 31, 32 El sacerdote y el levita (un funcionario del templo) pueden haber temido la contaminación al tocar un cadáver, pero no se da motivo alguno para su conducta. 33 El relato se desarrolla sobre el hecho de que los oyentes posiblemente esperaban que el tercer personaje fuera un laico judío, planteando así un punto anticlerical.37 El maestro de la ley quizá no podía llegar por sí mismo a contestar a la pregunta diciendo “el samaritano”.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
o 689 Mat 22:35
p 690 Mat 19:16; Mar 10:17; Luc 18:18
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
para ponerle a prueba. Una de las tareas de los intérpretes de la ley era el estar seguros de que los maestros la interpretaran correctamente. La pregunta hecha a Jesús serviría para saber si Jesús daría una respuesta adecuada.
Fuente: La Biblia de las Américas
25 super (1) Véase la nota 7 super (2) de Mt 4.
25 super (2) Lit. ¿habiendo hecho qué, puedo heredar la vida eterna?
25 super (3) Véanse las notas 29 super (3) y 17 super (3) de Mt 19.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
un intérprete de la ley. i.e., un escriba. Véase nota en Mat 2:4.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
En este pasaje debemos considerar con detención la solemne pregunta que se le hizo á nuestro Señor Jesucristo. Cierto doctor le preguntó: «¿Haciendo qué poseeré la vida eterna?» El móvil de este hombre fue evidentemente innoble. Hizo esta pregunta solo para «tentar » á nuestra Señor, é incitarle á que dijese algo de que sus enemigos pudieran asirse para acusarlo. Empero la cuestión que propuso fue sin duda de importancia suprema. Con preferencia á cualquiera otra, merece la atención de toda de criatura racional. Todos somos pecadores–pecadores mortales, y pecadores que hemos de ser juzgados después de la muerte. «¿Cómo serán perdonados nuestros pecados? ¿Cómo compareceremos ante Dios? ¿Cómo escaparemos de la condenación eterna? ¿Adonde huiremos de la ira que ha de venir? ¿Qué debemos hacer para salvarnos?» Preguntas son estas que personas de todos los rangos deben hacerse sin sentirse tranquilas hasta que hayan encontrado una respuesta favorable. Más, por desgracia, pocos se cuidan de considerar tales preguntas. Hay millares que están indagando constantemente: «¿Qué comeremos? ¿Qué beberemos? ¿Con qué nos vestiremos? ¿Cómo ganaremos dinero? ¿Cómo podremos vivir felices? ¿Cómo podremos prosperar en el mundo?» Pocos, muy pocos son los que dedican algunos momentos para pensar en la salvación de sus almas. Tal asunto los disgusta, los incomoda y por tanto lo echan á un lado. Justas y verdaderas son aquellas palabras de nuestro Señor: «Ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva á perdición, y los que van por él son muchos.» Mat 7:13.
No vacilemos en hacernos la pregunta que dirigió á nuestro Señor el doctor de la ley. Antes bien, examinémosla con madurez y meditémosla hasta que se convierta en el objeto principal de nuestro pensamiento. No descansemos hasta que el Espíritu Santo no nos manifieste que estamos verdaderamente arrepentidos de nuestros pecados, que tenemos fe viva en la misericordia de Dios por mediación de Cristo, y que realmente estamos caminando en la senda de Dios. Así seremos herederos de la vida eterna. Así entraremos en el reino preparado para los hijos de Dios.
Observemos en segundo lugar en este pasaje el alto aprecio que nuestro Señor Jesucristo hace de la Biblia. El recomendó al doctor que consultase las Escrituras como única regla de fe y práctica. No le dijo en contestación á su pregunta: «¿Qué dice la iglesia judaica tocante á la vida eterna? ¿Qué creen los Escribas, y los Fariseos, y los sacerdotes? ¿Qué enseñan sobre esa materia las tradiciones de los ancianos?» Se valió de un medio mucho más sencillo, y más directo. El dijo al doctor de la ley: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?.
Que el principio contenido en estas palabras sea uno de los artículos fundamentales de nuestra religión. Que la Biblia, toda la Biblia, y únicamente la Biblia sea la regla de nuestra fe y práctica. Adoptando este principio entraremos en camino seguro. Puede ser que á veces nos parezca estrecho, que nuestra fe tenga que pasar por duras pruebas, mas Dios no nos dejará incurrir en errores graves. Si abandonamos dicho principio es como si penetráramos en un desierto sin sendas. No podemos responder de lo que haremos ó creeremos. Echemos aquí el ancla. Tengamos esto siempre presente.
He aquí el puerto seguro. No importa nada quien sea el que diga algo en materia de religión, un padre de la iglesia, un obispo moderno, ó un teólogo erudito. ¿Se encuentra eso en la Biblia? ¿Puede probarse con la Biblia? Si no, no hay que creerlo. Nada importa cuan bello y lúcido parezca tal ó cual sermón ó tal ó cual libro religioso. ¿Es en manera alguna contraríe á la Escritura? Si lo es, debe desecharse con desprecio. ¿Qué dice la Escritura? Esta es la única regla y medida de la verdad religiosa. «A la ley, y al testimonio,» dice Isaías; «si no dijeren conforme á esto, es porque no les ha amanecido.» Isa 8:20.
En conclusión, debemos notar en este pasaje cuan claro era el conocimiento del deber hacia Dios y el hombre, que poseían los judíos en los dios de nuestro Señor. El doctor de la ley en contestación á la pregunta de nuestro Señor, dijo: «Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento, y á tu prójimo como á ti mismo.» Y bien dicho fue esto. Una descripción más clara del deber práctico cotidiano no podría hacerse en nuestros días por el cristiano más instruido.
Las palabras del doctor de la ley son muy instructivas bajo dos puntos de vista. Aclaran mucho dos materias respecto á las cuales abundan muchos errores. Por una parte nos muestran cuan grandes eran los conocimientos religiosos de que gozaban los Judíos; en posesión del Antiguo Testamento, comparados con los del mundo pagano. Una nación que tenía principios tales como los de que venimos hablando, tenía una grandísima ventaja sobre Grecia y Roma. Por otra parte las palabras del doctor nos manifiestan que una persona puede poseer muchos conocimientos en tanto que su corazón está lleno de maldad. En el presente caso se nos describe á un hombre que hablaba de amar á Dios con toda su alma, de amar á su prójimo como á sí mismo, y al mismo tiempo estaba «tentando» á Cristo, y tratando de causarle daño, y deseando justificarse á sí mismo, y pretendiendo probar que era caritativo. Guardémonos siempre de esta clase de religión. Los conocimientos cuando van acompañados de la dureza de corazón son peligrosos al alma. «Si sabéis estas cosas,» dice Jesús, «bienaventurados sois si las hiciereis..
Al terminar este pasaje aceptemos y atesoremos el elevado modelo de deber que contiene, y examinemos nuestros corazones y nuestras conciencias. ¿Amamos á Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, y todas nuestras fuerzas, y todo nuestro entendimiento? ¿Amamos á nuestro prójimo como á nosotros mismos? ¿Donde está la persona que podría decir con perfecta veracidad: «Sí»? ¿Donde el hombre que no tenga que guardar silencio al oír estas preguntas? ¡Todos somos en verdad culpables en esta materia! El más santo de los hombres está lejos de ser perfecto. Pasajes como este deben enseñarnos la necesidad que tenemos de la sangre y justicia de Cristo. Á él hemos de acudir si queremos comparecer sin temor ante el tribunal de Dios. De El debemos impetrar gracia para que el amor hacia Dios y hacia el hombre llegue á ser el principio regulador de nuestras vidas. A él debemos permanecer unidos para que no olvidemos nuestros principios, y para que mostremos al mundo que esos son nuestros principios.
Fuente: Los Evangelios Explicados
ponerlo a prueba… Gr. ekpeirázo. Es decir, intento de atrapar o prender en un error. Por el contexto (v. Luc 10:29), se infiere malicia del interlocutor → Mat 22:35; se inserta cosa para suplir elipsis del original; vida eterna… → Mat 22:35-40; Mar 12:28-34.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R743 A veces τὶς tiene la misma fuerza que la de un artículo indefinido (como ocurre con νομικός τις): cierto intérprete de la ley.
M103 El participio de presente ἐκπειράζων posiblemente pueda entenderse como una expresión de propósito: se levantó para probarlo (comp. T157).
H309 Ἐκπειράζω (verbo perfectivo cuando está compuesto con esta preposición) puede sugerir como significado, el atrevimiento del acto, o el esfuerzo para poner a una prueba decisiva.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
I.e., un experto en la ley de Moisés
Lit., poniéndole
Fuente: La Biblia de las Américas
Del contexto g v.29 se infiere cierta malicia por parte del interlocutor. De allí la traducción para tentarlo g Mat 22:35.
10.25 Lit. heredaré.
19.25 g Mat 22:35-40; Mar 12:28-34.