Comentario de Lucas 11:21 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Cuando el hombre fuerte y armado guarda su propia casa, sus posesiones están en paz.
11:21 Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. 22 Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín. — El hombre fuerte representa el diablo. Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, El entró en su casa (la persona endemoniada) para atarlo antes de poder saquear su casa (echar fuera el demonio). Es importante observar que esta victoria sobre Satanás ocurrió cuando Cristo vino la primera vez, porque muchos maestros religiosos creen y enseñan que la victoria de Jesús sobre Satanás será hasta su segunda venida. Obsérvese esta verdad en los siguientes textos: Luc 10:18, hablando del ministerio de los setenta y cómo ellos podían echar fuera demonios, «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo»; Jua 12:31, «Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera»; 16:33, «yo he vencido al mundo»; Col 2:15, «triunfando sobre ellos en la cruz»; Efe 4:8, «Cuando ascendió a lo alto, llevó cautiva una hueste de cautivos» (LBLA); Heb 2:14-15, «para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los… sujetos a servidumbre»; Apo 20:1-3, Satanás atado para que no pudiera engañar más a las naciones. No se refiere a la segunda venida, sino a la primera venida. Cristo triunfó sobre Satanás de muchas maneras comenzando con las tentaciones de Mat 4:1-11. Los que aceptan el evangelio de Cristo ya no se engañan. ¿Como se establece un reino? ¿No es necesario primero vencer al enemigo para poder establecer un reino nuevo? Primero es necesario triunfar sobre el enemigo. La historia habla de una sucesión de reinos o gobiernos establecidos después de la victoria del conquistador. Así también, Cristo tuvo que vencer primero, tuvo que triunfar sobre Satanás para establecer su propio reino.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Mat 12:29; Mar 3:27.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Jesús se define a sí mismo como a alguien más fuerte que Satanás, que invade la casa del mal y que reparte el botín para aquellos que son suyos (en Efe 4:8, Efe 4:9 aparece un concepto similar).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
el hombre fuerte. Esto es, Satanás.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
11:21 Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. 22 Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín. — El hombre fuerte representa el diablo. Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, El entró en su casa (la persona endemoniada) para atarlo antes de poder saquear su casa (echar fuera el demonio). Es importante observar que esta victoria sobre Satanás ocurrió cuando Cristo vino la primera vez, porque muchos maestros religiosos creen y enseñan que la victoria de Jesús sobre Satanás será hasta su segunda venida. Obsérvese esta verdad en los siguientes textos: Luc 10:18, hablando del ministerio de los setenta y cómo ellos podían echar fuera demonios, «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo»; Jua 12:31, «Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera»; 16:33, «yo he vencido al mundo»; Col 2:15, «triunfando sobre ellos en la cruz»; Efe 4:8, «Cuando ascendió a lo alto, llevó cautiva una hueste de cautivos» (LBLA); Heb 2:14-15, «para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los… sujetos a servidumbre»; Apo 20:1-3, Satanás atado para que no pudiera engañar más a las naciones. No se refiere a la segunda venida, sino a la primera venida. Cristo triunfó sobre Satanás de muchas maneras comenzando con las tentaciones de Mat 4:1-11. Los que aceptan el evangelio de Cristo ya no se engañan.
¿Como se establece un reino? ¿No es necesario primero vencer al enemigo para poder establecer un reino nuevo? Primero es necesario triunfar sobre el enemigo. La historia habla de una sucesión de reinos o gobiernos establecidos después de la victoria del conquistador. Así también, Cristo tuvo que vencer primero, tuvo que triunfar sobre Satanás para establecer su propio reino.
Mat 12:31-32 registra las siguientes palabras sobre este tema: “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”. – Conviene dar un repaso sobre los versículos anteriores: (1) Jesús sana a un endemoniado, ciego y mudo, Mat 12:22; (2) La acusación blasfema de los fariseos, v. 24; (3) La respuesta sencilla e irrefutable de Jesús, v. 25, 26; (4) ¿Por quién los echan vuestros hijos? v. 27; (5) Ha llegado a vosotros el reino de Dios, v. 28; (6) Primero hay que atar al hombre fuerte, v. 29; (7) No puede haber neutralidad. Ahora analizamos la blasfemia contra el Espíritu Santo como prueba o evidencia de la condición depravada de los fariseos.
— Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres — La palabra «evangelio» significa «buenas nuevas»; es decir, por medio del evangelio de Jesucristo todo pecado será perdonado. Véanse los catálogos de pecados (Rom 1:28-32; 1Co 6:9-11; Gál 5:19-21, etc.). Todos estos pecados serán perdonados por Dios si nos arrepentimos, confesamos a Cristo y somos bautizados para perdón de pecados. Los pecados de David (el codiciar, el adulterar, el matar) fueron perdonados. Los «muchos» pecados de la mujer de Luc 7:1-50 fueron perdonados. Pedro negó a Cristo tres veces pero fue perdonado. Saulo de Tarso persiguió a Jesús pero fue perdonado.
Blasfemar significa «difamar o injuriar…cualquier forma de hablar injuriosa, ultrajante, calumniador». Este pecado cometido aun contra Jesús tenía y tiene perdón, v. 32. Le acusaban de ser glotón y borracho; decían que era samaritano (término muy insultante para cualquier judío), que estaba loco, y que blasfemaba cuando perdonaba pecados. Se describen aun aquellos que lo crucificaron como ignorantes (Luc 23:34; Hch 3:17; Hch 13:27; 1Co 2:8). Todos estos insultos, blasfemias e injurias recibieron perdón cuando los culpables obedecieron al evangelio.
— Pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no les será perdonada, — Al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, v. 31,32. El v. 31 dice «blasfemia» y el v. 32 dice «hablar contra». El mismo texto explica la palabra «blasfemia». Mar 3:29 dice «cualquiera que blasfeme contra el Espíritu». Mar 3:30 explica la blasfemia contra el Espíritu Santo: V. 31, «Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo». La blasfemia contra el Espíritu se refiere a lo que los fariseos acabaron de decir (Mat 12:24), «Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios». Mar 3:22, «decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios». Lo que ellos decían no era simplemente una calumnia contra Jesús, sino una blasfemia contra el Espíritu Santo. Decían que el Espíritu Santo era Satanás (espíritu inmundo). ¡Esta es la blasfemia contra el Espíritu Santo!
La obra del Espíritu Santo es atribuida a Satanás. Negaban los fariseos que Jesús hizo la gran obra de echar fuera los demonios por el poder del Espíritu Santo. Mas bien, según ellos, lo hizo por el poder de Beelzebú, príncipe de los demonios, o sea, Satanás mismo. Al decir esto hablaron o blasfemaron contra el Espíritu Santo, dando a entender que en realidad el Espíritu Santo era un espíritu inmundo.
Dicen los carismáticos que hablamos contra el Espíritu cuando denunciamos sus «señales y prodigios mentirosos». Esta acusación es completamente necia y absurda. Al decir esto ellos demuestran su profunda ignorancia de las Escrituras (Mat 22:29). Desde luego, no hablamos contra el Espíritu, sino probamos los espíritus, 1Jn 4:1-2.
Al ver las obras de Jesús y al oír sus enseñanzas, los escribas y fariseos estuvieron en la misma presencia de Dios, pero indicaron que más bien estuvieron en la presencia de Satanás. No hay depravación más profunda que esta.
— ni en este siglo ni en el venidero, — No hay la más mínima sugerencia en este texto de que haya manera de recibir el perdón de Dios después de morir. Recuérdese Luc 16:23-31. Mar 3:29, «no tiene jamás perdón, sino que es reo (culpable) de juicio eterno». Es claro, pues, que la expresión «ni en este siglo ni en el venidero» enfatiza el hecho de que nunca habrá perdón. La doctrina de un supuesto “Purgatorio” donde algunos sufren por un tiempo antes de ir al cielo es pura fábula (2Ti 4:4).
Fuente: Notas Reeves-Partain
REFERENCIAS CRUZADAS
z 737 Isa 49:24; Mat 12:29; Mar 3:27
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
un hombre fuerte…uno más fuerte. Jesús es más fuerte que Satanás; lo ataca en su propio territorio, expulsa a sus demonios y lo vence (cp. coment. en Mt 12:29).
Fuente: La Biblia de las Américas
21 super (1) Lil, patio.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
el hombre fuerte (v. Luc 11:21) es Satanás; el otro más fuerte (v. Luc 11:22) es Cristo (Luc 4:18).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
El asunto á que se refieren estas palabras de Cristo es misterioso á la vez que importante: son concernientes á Satanás y los medios de que usa para llevar á cabo sus designios. Nuestro Señor explica la naturaleza del poder de Satanás y de sus operaciones. Sus palabras merecen marcada atención de los que deseen emprender con buen éxito la campaña del cristiano. Después de sus partidarios y aliados, el soldado ha de conocer bien á sus adversarios. Menester es que no ignoremos los ardides de Satanás.
Observemos en estos versículos qué cuadro tan espantoso del poder de Satanás presenta el Señor. Hay cuatro puntos en la descripción .que da que son señaladamente instructivos. Cristo se refiere á Satanás como «á un hombre fuerte.» Satanás ha demostrado bien su fuerza por medio de los triunfos que ha obtenido sobre el hombre. El que tentó á Adán y Eva para que rebelasen, y trajo el pecado al mundo; el que hizo cautiva á la mayor parte del género humano, y la privó del cielo ese malvado es en verdad un adversario poderoso. El que se llama » Príncipe de este mundo » no es enemigo de despreciarse. El demonio es muy fuerte.
Cristo se refiere á Satanás como á un «hombre fuerte y armado.» Satanás está bien provisto de armas defensivas. No se deja vencer en pequeñas contiendas y ante débiles esfuerzos. El que quisiere batirlo tiene que emplear toda su fuerza.
«Esta generación no sale sino por medio de la oración y del ayuno.» Más Satanás está asimismo bien provisto de armas ofensivas. Nunca le faltan los medios de causar perjuicio al hombre. El tiene asechanzas é instrumentos de diferentes clases; y sabe exactamente cual es el mejor modo de atacar la gente de cada edad, rango, clase y nación. El diablo está bien armado.
Cristo habla del corazón del hombre considerándolo como el «palacio de Satanás.» El corazón no convertido es la morada predilecta del demonio, y todas sus funciones y facultades son siempre de éste y cumplen su voluntad. Siéntase en el trono que Dios debiera ocupar y domina el interior del hombre. El diablo es el espíritu que obra en los «hijos de la desobediencia.» Efes. 2:2.
Cristo dice de Satanás que «en paz está lo que posee.» En tanto que el hombre está «muerto en sus culpas y pecados» mi corazón está tranquilo respecto de los asuntos espirituales. El porvenir no lo arredra; el bienestar de su alma no lo inquieta: no tiene temor de ir al infierno. Esta paz es falsa, sin duda. Es un sueño que no puede durar mucho tiempo, y del cual habrá algún día un terrible despertar. Pero que tal paz existe es un hecho innegable. Una insensibilidad torpe, inconsiderada y fría acerca do la eternidad, es uno de los peores síntomas que se presentan cuando el diablo domina el alma de un hombre.
Evitemos la frivolidad cuando pensemos en Satanás. La práctica común de hablar en chanza de Satanás es un mal muy grave. El prisionero que se chancea con el verdugo y hace burla del patíbulo debe de estar muy empedernido. El corazón del que habla livianamente del infierno y del demonio, debe de encontrarse en un estado lamentable.
Loado sea Dios que hay un Ser que es más poderoso aun que Satanás: Jesús, el Hijo de Dios. Poderoso como es el diablo, fue vencido por Jesús en la cruz. Fuerte como es, Cristo puede arrebatar los cautivos de sus manos y quebrantar las cadenas que los aprisionen. No descansemos hasta que sepamos por experiencia propia lo que es esa libertad, y hasta que hayamos sido emancipados por el Hijo de Dios.
Observemos, además, en estos versículos, de qué manera tan convincente enseña nuestro Señor que la neutralidad es imposible. El dice: «El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no coge, derrama..
Todos los que hacen una profesión decidida de religión debieran tener presente este principio. Por lo general á todos nos gusta un Cristianismo cómodo. Nos desagradan las disputas y las disensiones; nos gusta estar de paz con todos; los extremos nos arredran; no queremos ser demasiado escrupulosos; tememos ir demasiado lejos. Todas estas ideas son muy peligrosas para el alma. Si dejamos que dominen nuestro ánimo pueden causarnos un daño considerable. Nada hay que ofenda tanto á Jesucristo como la tibieza en materias religiosas. El que es completamente indiferente é ignorante, aunque culpable, se hace digno de compasión; pero el que conoce la verdad y no obstante duda y vacila, comete uno de los más graves pecados.
Propongámonos firmemente que, de servir á Cristo, lo haremos de todo corazón. Hagamos á un lado la reserva, los partidos medios, la diversión de los afectos y toda la intención de conciliar en religión á Dios con las riquezas.
Resolvamos que, mediante la ayuda de Dios, nos consagraremos al servicio de Cristo y estaremos á su lado, dejando que el mundo diga y haga lo que quiera. Al principio nos será difícil; pero, con el tiempo, obtendremos la recompensa. Sin tomar una resolución firme no hay felicidad posible en religión. Cuanto más decididamente sigamos a Jesús, tanto menores serán los tropiezos que encontremos. Sin, una resolución firme en materias religiosas no podemos ser útiles á nuestros semejantes. El que es cristiano á medias no atrae á nadie por la bondad de su conducta, ni se granjea la estimación del mundo.
Notemos, finalmente, cuan arriesgado es contentarse con cualquiera cambio religioso que no alcance á ser una conversión completa. Esta es una verdad que nuestro Señor nos enseña haciéndonos la pintura de un hombre de quien un espíritu inmundo había sido echado; pero en cuyo corazón no había penetrado el Espíritu Santo. El dice que el espíritu buscó descanso, pero no lo pudo hallar; y agrega también como se propuso volver al corazón que había habitado; cómo llevó á efecto su designio; cómo encontró el corazón destituido de todo bien y como casa barrida y adornada; y cómo entró otra vez, con siete espíritus peores que él y fijó allí su habitación; y termina toda la descripción con estas palabras: » Y son las postrimerías de tal hombre peores que las primeras..
No podemos menos de percibir, al leer estas terribles palabras, que Jesús estaba hablando de cosas que nosotros no comprendemos sino muy débilmente. Es que en esos momentos levantaba una punta del velo que cubre el mundo invisible. Sus palabras, sin duda, daban á conocer el estado en que se encontraban las cosas en la nación judaica en aquel entonces. Pero también dan á conocer algo que nos concierne á nosotros, es á saber el peligro en que se encuentran nuestras propias almas. En ellas se nos previene de una manera solemne que no nos satisfagamos con la reforma religiosa que no va acompañada de la conversión del corazón.
Solo en ser verdaderos y sinceros cristianos puede encontrarse completa seguridad. Abandonar nuestros pecados escandalosos, de nada sirve si la gracia no reina en nuestros corazones. Dejar de obrar mal es poca cosa si al mismo tiempo no aprendemos a hacer el bien No es suficiente que la casa haya sido barrida y blanqueada: es necesario que otro habitante la ocupe para que el antiguo no vuelva á presentarse. No basta que la vida exterior se adorne con las colgaduras de las formas religiosas: es necesario que en el interior se experimente el influjo de una religión vital. No basta que es eche fuera al demonio: preciso es que el Espíritu Santo tome su lugar. Cristo ha de morar en nuestros corazones por medio de la fe. No solo debemos estar moralizados, sino también espiritualizados. No solo debemos reformarnos: preciso es que experimentemos aquel renacimiento de que hablan las Escrituras.
Meditemos bien sobre estas verdades. Es de temerse que muchos que se llaman cristianos se están engañando á sí mismo.
No son lo que antes eran, y por lo tanto se imaginan que son lo que debieran ser. No profanan el domingo ni cometen otros pecados escandalosos, y por esto se imaginan que son cristianos. No perciben que no han hecho otra cosa que cambiar un mal por otro. Están poseídos de un espíritu farisaico decente en apariencia, en vez de un espíritu inmundo, violento y audaz. Pero ese morador es siempre el diablo, y sus «postrimerías serán peores que sus primeras.» ¡Plegué al cielo librarnos de cambio semejante! Que nuestras creencias religiosas, cualesquiera que fueren, sean decididas. No seamos como casas barridas y adornadas donde no mora el Espíritu. No seamos como sepulcros blanqueados. Que nuestra oración diaria sea: «Examíname, Oh Dios y ve si hay en mí camino de perversidad; y guíame en el camino del mundo.» Psa 139:24
Fuente: Los Evangelios Explicados
Lit., el
Lit., en paz