Biblia

Comentario de Lucas 11:45 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 11:45 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Respondió uno de los maestros de la ley y le dijo: —Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros.

11:45 Respondiendo uno de los intérpretes de la ley (probablemente uno de los escribas) , le dijo: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas (insultas) a nosotros. — ¿Está implicando este escriba que tal vez Jesús hubiera sido un poco precipitado en lo que dijo? ¿Qué debería tener más cuidado en lo que decía y que tal vez debería corregir lo que decía? Si este escriba tuviera tales pensamientos, ahora se sentiría aun más “insultado” porque lo que Jesús les dice en seguida es aun más fuerte. Lo que Jesús dice a estos fariseos y expertos de la ley no fue dicho con el propósito de insultarles y ofenderles, sino que con todo amor les habló de esta manera con el propósito de salvar sus almas.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

también nos afrentas a nosotros. 1Re 22:8; Jer 6:10; Jer 20:8; Amó 7:10-13; Jua 7:7, Jua 7:48; Jua 9:40.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

también nos afrentas a nosotros: Un intérprete trata de defender a los fariseos al notar la estrecha relación con los escribas. Si se censura a un grupo, lo mismo ocurre con el otro.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

intérpretes de la ley. Es decir, escribas. Vea la nota sobre Luc 10:25.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

11:45 Respondiendo uno de los intérpretes de la ley (probablemente uno de los escribas) , le dijo: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas (insultas) a nosotros. – ¿Está implicando este escriba que tal vez Jesús hubiera sido un poco precipitado en lo que dijo? ¿Qué debería tener más cuidado en lo que decía y que tal vez debería corregir lo que decía? Si este escriba tuviera tales pensamientos, ahora se sentiría aun más “insultado” porque lo que Jesús les dice en seguida es aun más fuerte. Lo que Jesús dice a estos fariseos y expertos de la ley no fue dicho con el propósito de insultarles y ofenderles, sino que con todo amor les habló de esta manera con el propósito de salvar sus almas.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LOS PECADOS DE LOS LEGALISTAS

Lucas 11:45-54

Uno de los intérpretes de la ley le interpeló:

-¡Maestro, que cuando hablas así nos ofendes a nosotros también!
-¡Pobres de vosotros también, intérpretes de la ley! -le respondió Jesús-. A los demás les imponéis cargas insoportables, pero vosotros no les echáis una mano… ¡ni siquiera un dedo! ¡Pobres de vosotros, que erigís monumentos funerarios a la memoria de los profetas a los que asesinaron vuestros antecesores! Bien se ve que sois sus dignos sucesores: porque ellos los mataron, y vosotros les erigís el memorial. Por eso dijo Dios en su sabiduría: «Les enviaré profetas y apóstoles; pero ellos matarán a algunos, y a otros los perseguirán,» hasta que se les pida cuenta a los de este tiempo de la sangre de todos los profetas que se ha derramado desde el principio de la Historia, es decir, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, al que mataron entre el altar y el templo; sí, os lo aseguro: de toda esa sangre se le pedirá cuenta a la actual generación. ¡Pobres de vosotros, intérpretes de la ley, que habéis escondido la llave del conocimiento espiritual! No habéis entrado en él vosotros, y a los que querían entrar se lo habéis impedido.
A partir de entonces, los escribas y los fariseos le iban estrechando más y más el cerco, y le provocaban para que diera su opinión de muchas cosas, acechándole para cogerle alguna palabra por la que pudieran acusarle de herejía o blasfemia.

Aquí se exponen tres cargos contra los escribas.
(i) Eran expertos en la ley; les imponían a los demás mil y una cargas de la ley ceremonial, pero ellos no las cumplían, porque eran expertos en la exención. Veamos algunas de sus exenciones.
Lo máximo que se permitía recorrer el sábado eran 2.000 codos, algo menos de un kilómetro, desde su lugar de residencia. Pero si se ataba la cuerda al final de la calle, ése se consideraba su residencia, y podía alejarse de allí un kilómetro; si el viernes por la tarde dejaba en algún sitio alimentos suficientes para dos comidas, ese sitio se consideraba técnicamente como su residencia, y podía recorrer otro kilómetro a partir de allí. ¡Y así sucesivamente!
Uno de los trabajos prohibidos en sábado era hacer nudos, ya fueran de marino, o de camellero, o nudos en sogas. Pero una mujer se podía atar un nudo en el cinturón. ¡Así que, si había que atar el cubo para sacar agua del pozo, se ataba con el cinturón de una mujer, y en paz!
Estaba prohibido llevar cargas; pero estaba escrito en las leyes codificadas que » el que lleva algo, ya sea en la mano derecha o en la izquierda, o en el seno, o al hombro, es culpable; pero el que lleva algo en el reverso de la mano, o con el pie, o en la boca, o al codo, o en la oreja, o en el pelo, o en la bolsa del dinero puesta al revés, o entre la bolsa del dinero y la camisa, o en el forro de la camisa, o en el zapato o la .sandalia, no es culpable, porque no lo lleva como se lleva corrientemente.»
Es increíble que pudieran pensar que Dios había hecho leyes semejantes, y que el tener en cuenta esos detalles era un deber religioso, y el cumplirlos era una cuestión de vida o muerte; pero ésa era la religión de los escribas. No nos sorprende que Jesús se metiera con los escribas, y que ellos le consideraran hereje e impío.
(ii) La actitud de los escribas con los profetas era paradójica. Les profesaban una profunda admiración a los de tiempos pasados; pero, si se encontraran con uno, tratarían de matarlo. Honraban a los profetas muertos con monumentos memoriales, pero deshonraban a los profetas vivos con persecución y muerte.

«Aborrezco en el alma -dice Isaías= vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes» (1:14). » Dios te ha enseñado, oh hombre -dice Miqueas -, dónde está el bien; ¿qué espera Dios de ti sino que obres la justicia, y que ames la misericordia, y que te conduzcas humildemente con tu Dios?» (6:8). Esa era la esencia del mensaje profético, y era la antítesis de la enseñanza de los escribas. No nos sorprende que los escribas, tan dados a los detalles externos, odiaran a los profetas -y Jesús estaba en la línea de los profetas. El asesinato de Zacarías se nos describe en 2Ch 24:20-21 .

(iii) Los escribas bloqueaban el acceso a la Sagrada Escritura. Sus interpretaciones eran tan fantásticas que a la gente corriente le era imposible entenderlas. En manos de los escribas la Escritura se había convertido en un libro de enigmas. En su errado virtuosismo rehusaban ver el mensaje de las Escrituras para ellos mismos, y no se lo dejaban ver a nadie más. Ellos las habían convertido en algo exclusivo de los expertos y en un misterio tenebroso para todos los demás.
No pensemos que esto son sólo cosas del pasado. Sigue habiendo quienes les imponen a los demás unas obligaciones que ellos mismos no se sienten obligados a cumplir. Todavía existen personas para quienes religión no es más que legalismo. Y también hay supuestos eruditos que hacen la Palabra de Dios tan difícil que desconciertan a las personas corrientes, que ya no saben lo que deben creer ni cómo agradar a Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

REFERENCIAS CRUZADAS

c 767 Luc 10:25

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

45 super (1) O, ultrajas.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

EL pasaje que tenemos á la vista ofrece un ejemplo de la fidelidad con que nuestro Señor trabajaba en bien de las almas de los hombres. Lo vemos intrépida y duramente reprender por sus pecados á los Judíos que explicaban la ley de Dios.
Esa caridad mal entendida que apellida malévolo al que dice á otro que está equivocado, no fue recomendada por nuestro Señor. Llama cada cosa por su nombre y sabía que enfermedades graves necesitan remedios heroicos. El quiso darnos á entender que nuestro mejor amigo no es el hombre que siempre está diciendo palabras cariñosas y dando asenso á todo lo que decimos, sino el que nos dice la verdad con mayor claridad.
Las palabras de nuestro Señor arriba trascritas nos enseñan, en primer lugar, cuan grande es el pecado de pretender enseñar á otros lo que nosotros mismos no practicamos. El dijo á los doctores de la ley: «Vosotros cargáis á los hombres con cargas que no pueden llevar; mas vosotros ni aun con un dedo tocáis la carga. «Ellos exigían que otros se sometiesen á cansadas ceremonias religiosas descuidaban. Tenían el descaro de imponer á las conciencias de los hombres yugos que ellos mismos se eximían de palabra, tenían una regla de conducta para sus creyentes y otra distinta para sí.
La severa amonestación que pronunció nuestro Señor tiene aplicación especial á determinadas clases de las personas que forman el gremio de la iglesia. Va dirigida á todos los que tengan á a su cargo la instrucción de la juventud; á todos los amos de casa; a todos los padres y las madres de familia, y sobre todo, á todos los clérigos y ministros del Evangelio. Que todos ellos noten bien las palabras de Jesús. Que se guarden de decir á otros que se empeñan en adoptar una línea de conducta que ellos mismos no siguen. Tal de proceder es, á lo menos, una inconsecuencia, No hay duda que en este mundo no podemos llegar á ser perfectos. Si nadie hubiera de prescribir reglas, ó enseñar, ó predicar en tanto que tuviese falta alguna, todo el edificio de la sociedad se tornaría confusión y ruinas. Pero sí tenemos derecho de exigir que haya alguna armonía ó correspondencia entre las palabras del individuo y sus obras; entre sus doctrinas y sus hechos; entre su predicación y sus acciones.
Enséñanos, asimismo, este pasaje, cuánto más fácil es venerar a los que han muerto que a los que viven. Jesús dijo á los doctores de la ley: » Vosotros edificáis los sepulcros de los profetas, y aron vuestros padres.» Pretendían honrar la memoria de los profetas al mismo tiempo que hacían lo que los profetas habían reprobado. Desacataban abiertamente sus consejos y su enseñaza, y sin embargo, pretendían venerar sus sepulcros. No han faltado más tarde quienes imiten esta práctica en el espíritu si no en la letra. En todos los siglos de la historia de la millares de hombres malos han intentado engañarse á sí mismos y engañar á otros, haciendo ruidosas protestas de respeto hacia los justos después de su fallecimiento. De este modo han procurado tranquilizar al mundo y a su conciencia y alucinar al mundo. Sus esfuerzos se han dirigido á hacer que los demás digan para sí: «Si estos hombros reverencian tanto la memoria de los buenos, sin duda deben ser de su mismo modo de pensar. «Se han olvidado que aun un niño sabe que los muertos no pueden hablar, y que venerar á un hombre cuando no puede amonestarnos, ni darnos a conocer por medio de su conducta cuan lejos estamos de parecernos á él, es ciertamente cosa muy fácil.
¿Queremos saber cuáles son realmente las convicciones religiosas de un hombre? Preguntémosle que opina de los verdaderos cristianos que viven todavía. ¿Los ama, es adicto á ellos y los venera como hombres buenos? ¿O les huye, los aborrece, y los considera como fanáticos, exaltados, santurrones y demasiado escrupulosos? Las contestaciones que se den á esta pregunta son buena prueba del verdadero carácter de un hombre. Cuando un hombre no puede ver nada bueno en los cristianos que viven, pero sí mucho en los que han muerto, es señal de que su alma so encuentra en muy mal estado. Nuestro Señor Jesucristo expresó ya su reprobación de tal conducta. El hombre que la sigue es un hipócrita ante los ojos de Dios.
También nos hace saber nuestro Señor en este pasaje que indefectiblemente llegará el día en que los perseguidores tendrán que dar cuenta de su conducta. Dice que la sangre de los profetas será demandada.
Hay algo singularmente solemne en estas palabras. El número de los que, en todos los siglos, han sido muertos por la fe, es muy grande. Millares de hombres y mujeres han preferido dar su vida á negar á su Salvador, y han derramado su sangre en aras de la verdad. Á la hora de su muerte no parecía haber quienes los socorriesen. A semejanza de Zacarías, y Santiago, y Esteban, y Juan Bautista, é Ignacio, y Huss, y Hooper, y Latimer, murieron sin resistirse. Pronto fueron enterrados y olvidados, y sus enemigos creyeron haber obtenido un completo triunfo; pero Dios no se ha olvidado de su muerte ni de la sangre que derramaron. Las persecuciones de Herodes, Nerón, Diocleciano, María la sanguinaria, y Carlos XI no han sido relegadas al olvido. Algún día habrá un gran juicio, y entonces el mundo verá que «preciosa es á los ojos de Jehová la muerte de sus santos.» Psa 116:15.
Pensemos con frecuencia en el día del juicio. Muchas cosas acontecen en el mundo que ponen á prueba nuestra fe. Los repetidos triunfos de los perversos nos llenan de confusión. Los descalabros de los buenos presentan un problema de difícil solución.
Pero alguna vez llegará el día en que todo se aclare. En el gran trono blanco y en los libros de Dios todo ocupará el lugar que le corresponde. Los intricados designios de la Providencia serán revelados. Cada lágrima que los malos hayan hecho verter á los justos será tomada en cuenta. Cada gota de sangre cristiana que haya sido derramada, será al fin demandada.
Por último, nuestro Señor nos enseña en el pasaje citado cuan grabe falta es estorbar que otros adquieran conocimientos en materias religiosas. El dijo a los doctores de la ley: » Os alzasteis con la llave de la ciencia: vosotros no entrasteis, y á los que entraban impedisteis.» El pecado á que se refieren estas palabras es demasiado común. Lo cometen muchas más clases de personas de lo que generalmente se cree. Lo comete el sacerdote romanista que prohíbe al pobre leer la Biblia. Lo cometen algunos clérigos protestantes que previenen á sus oyentes contra «las ideas exaltadas» y hacen burla de la conversión. Lo comete el hombre irreligioso y calavera á quien le disgusta que su esposa piense en cosas serias.
Lo comete la madre irreverente que no puede sufrir que su hija piense en las cosas espirituales y se deje de teatros y de bailes, Todas estas personas, advertida ó inadvertidamente se hacen acreedoras al » ¡Ay!» que con tanta solemnidad pronunció nuestro j Señor. Están impidiendo que otros entren en el cielo! Oremos á Dios que nos libre de este pecado.
Cualesquiera que sean nuestras creencias religiosas, guardémonos de desanimar á; otros cuando empiecen á pensar seriamente en la salvación de sus almas. Nunca sirvamos de rémora á nadie en sus prácticas religiosas, y especialmente en la lectura dé la Biblia, la asistencia á la iglesia y la oración privada. Bien al contrario, animémoslos, alentémoslos, ayudémosles, y demos gracias á Dios si son mejores que nosotros. «Libértame de homicidios, oh Dios,» fue una de las oraciones de David. Es de temerse que, en el último día, muchos tendrán que dar cuenta de la sangre de sus parientes; porque habiéndolos visto prontos á entrar en el reino del cielo, se lo estorbaron.

Fuente: Los Evangelios Explicados

I.e., expertos en la ley de Moisés

Fuente: La Biblia de las Américas