Comentario de Lucas 12:22 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Dijo a sus discípulos: —Por tanto, os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir.
12:22 Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. —»Afanarse, (MERIMNA) probablemente relacionada con MERIZO, atraer en diferentes direcciones, distraer, y por ello significa aquello que causa esto, un afán, especialmente ansioso, Mat 13:22; Mar 4:19; Luc 8:14; Luc 21:3; 2Co 11:28, ‘preocupación’; 1Pe 5:7, ‘ansiedad’. Nota: El adjetivo AMERIMNOS (a, negación) significa libre de cuidado, Mat 28:14, ‘os pondremos a salvo’, RVR, haremos que estéis sin cuidado'» (WEV). 1Co 7:32, «sin congoja». La Biblia de las Américas dice, » no os preocupéis». Ideas afines son: angustiarse, acongojarse, ser agobiado, Luc 12:29, «estar en ansiosa inquietud», ser ansioso (tener ansiedad), tener cuidado. Es normal y aceptable que nos preocupemos por la familia, 1Co 7:33, “pero el casado tiene cuidado (se preocupa, LBLA) de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer”.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
No os afanéis de vuestra vida. Luc 12:29; Mat 6:25; 1Co 7:32; Flp 4:6; Heb 13:5.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
No os afanéis: Este es un llamado de fe para confiar en que Dios nos proveerá. Una de las razones por las cuales las personas desean tener posesiones es para asegurar el control sobre sus vidas, así como el tener comodidades y provisión. Jesús afirma que el Señor se encargará de tales necesidades.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
NO OS AFANÉIS POR VUESTRA VIDA. Véase Mat 6:25, nota.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
No os afanéis. Vea la nota sobre el v.Luc 12:11.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Vea las notas sobre Mat 6:26-33.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
12:22 Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. -«Afanarse, (MERIMNA) probablemente relacionada con MERIZO, atraer en diferentes direcciones, distraer, y por ello significa aquello que causa esto, un afán, especialmente ansioso, Mat 13:22; Mar 4:19; Luc 8:14; Luc 21:3; 2Co 11:28, ‘preocupación’; 1Pe 5:7, ‘ansiedad’. Nota: El adjetivo AMERIMNOS (a, negación) significa libre de cuidado, Mat 28:14, ‘os pondremos a salvo’, RVR, haremos que estéis sin cuidado'» (WEV). 1Co 7:32, «sin congoja». La Biblia de las Américas dice, » no os preocupéis». Ideas afines son: angustiarse, acongojarse, ser agobiado, Luc 12:29, «estar en ansiosa inquietud», ser ansioso (tener ansiedad), tener cuidado.
Es normal y aceptable que nos preocupemos por la familia, 1Co 7:33, “pero el casado tiene cuidado (se preocupa, LBLA) de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer”.
También debemos preocuparnos por el bienestar espiritual de los hermanos, 2Co 11:28.
Pero en este texto (Luc 12:22-31) Jesús se refiere a la falta de fe en sus discípulos (v. 28); es decir, el preocuparnos por lo que comeremos o lo que vestiremos indica falta de fe en la providencia de Dios.
En el texto paralelo (Mat 6:25-34) Jesús dice, “Por tanto os digo: No os afanéis”. Las palabras «por tanto» indican una conclusión de lo que había dicho en Mat 6:19-24, en los cuales nos da tres razones muy buenas por las cuales debemos poner plena confianza en Dios y no en cosas materiales (cosas de este mundo): (1) los tesoros de este mundo no son confiables porque son perecederos, no duran; (2) si el ojo es maligno (avariento), toda la vida está llena de oscuridad; y (3) es imposible servir tanto a Mamón (las riquezas) y al mismo tiempo servir a Dios (porque cada esclavo tiene solamente un amo).
Fuente: Notas Reeves-Partain
REFERENCIAS CRUZADAS
d 812 Mat 6:25; Rom 14:17; Flp 4:6
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
22 (1) Con respecto a los vs.22-31, véanse las notas de Mat_6:25-33 .
22 (2) Lit., alma; se refiere a la vida del alma (así también en el v.23).
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
En estos versículos hay una serie de argumentos notables contra el afán excesivo respecto de las cosas de este mundo. A primera vista pueden parecer a algunas personas demasiado sencillas y hasta insignificantes. Pero cuanto más los examinemos tanto más importantes nos parecerán. Muchas molestias se evitarían los cristianos si los grabasen en la memoria.
Cristo nos manda considerar a los cuervos, que «ni siembran, ni siegan; que ni tienen almacén ni alfolí; y Dios los alimenta». Ahora bien, si el supremo Hacedor provee a las necesidades del alimento todos los días, no debemos temer que deje morir de hambre a los que creen en él.
Cristo nos manda mirar los lirios: «No labran ni hilan; y os digo que ni Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos». Si Dios da a estas flores cada año nuevas hojas y pétalos, ciertamente no tenemos por que dudas que El pueda y quiera proveer a todos los creyentes de los vestidos que necesiten.
Cristo nos manda, además, tener presente que el cristiano no ha de afanarse tanto como un infiel. Que se afanen las «gentes del mundo por el alimento, el vestido y todas esas cosas. Están sumergidas en la ignorancia y no saben nada de la naturaleza y los atributos de Dios. Pero el que puede decir que Dios es su Padre y que Jesucristo es su Salvador, puede hacerse superior a todo cuidado, a todo afán. La fe clara y firme comunica alegría al corazón.
Cristo nos manda finalmente que pensemos en la sabiduría infinita de Dios. «Nuestro Padre sabe que hemos menester alimento y vestido» Ese solo pensamiento debiera hacernos sentir contentos. El Señor de cielos y tierra conoce todas nuestras necesidades y puede aliviarlas cuando tenga a bien, cuando convenga a nuestras almas.
Que los cuatro argumentos arriba citados se graben en nuestros corazones y produzcan un influjo benéfico en nuestra conducta. Nada es más común que la solicitud y la ansiedad y no hay nada que impida más al cristiano hacer bien a sus semejantes y nada que turbe más su tranquilidad de espíritu. Nada hay, por el contrario, que agrade más a Dios que la alegría en medio del infortunio. Y esa alegría ofrece una prueba de nuestra fe que el mismo incrédulo puede comprender. La fe, y solo la fe puede comunicarnos ese contento. El que puede decir sin temor que «Jehová e su pastor» es el que también puede agregar: «Nada me faltará». Salmo 23.1 En segundo lugar, en estos versículos se señala al cristiano una norma de conducta elevada. Exprésenla las siguientes palabras: Procurad el reino de Dios.
No hemos de pensar principalmente en las cosas de este mundo. No hemos de vivir como si solo tuviéramos cuerpo. Hemos de vivir como seres que tienen almas inmortales que salvar, que tienen que morir, que tienen que presentarse ante Dios, que tienen que aguardar el día del juicio, y que ven delante de si una eternidad de gloria o una eternidad de condenación.
¿Cuándo podemos decir que «buscamos el reino de Dios»? Cuando el asunto de que más nos ocupamos, o de que más nos cuidamos, es el de nuestra salvación de obtener el perdón de nuestros pecados, la renovación del corazón y ese cambio que nos ha de hacer dignos de habitar entre los ángeles.
Andamos solícitos acerca del reino de Dios, cuando nuestros pensamientos se dirigen principalmente hacia él, cuando trabajamos en aumentar el número de los siervos del Altísimo, cuando nos esforzamos en defender la causa de Dios y promover la gloria del Eterno.
El reino de Dios es el único que merece nuestra atención solícita. Todos los otros reinos tienen que decaer y desaparecer tarde o temprano. Son como casas construidas de naipes, o como los palacios de arena que los niños erigen a orillas del mar. Todo lo que constituye su grandeza está tan expuesto a derretirse como la nieve en la primavera. El reino de Dios es el único que es imperecedero. Felices los que forman parte de él, los que lo aman, los que se preparan para entrar en él, los que oran y trabajan por su progreso y prosperidad. Sus trabajos no serán en vano. ¡Empeñémonos en lograr que se nos de entrada en ese reino! Demos siempre a nuestros hijos, a nuestros parientes, a nuestros amigos, a nuestros criados, el siguiente consejo: «Buscad el reino de Dios.
En estos versículos, finalmente, se hace una importantísima promesa a los que busquen el reino de Dios. Nuestro Señor Jesucristo dice: «Y todas estas cosas os serán añadidas.
Cuidemos de no dar una inteligencia errada a este pasaje. No tenemos razón para esperar que, por ejemplo, el comerciante cristiano que descuide sus quehaceres, bajo pretexto de trabajar por el reino de Dios, tenga buen éxito en sus negocios. Un sentido tal dado a la promesa citada no puede emanar sino del fanatismo; y tiende a dar pábulo a la ociosidad y a ofrecer motivos para que los enemigos del Evangelio blasfemen.
A quien se ha hecho la promesa de que tratamos es al cristiano que da a los asuntos espirituales la atención y el lugar que les corresponden. El no descuida sus ocupaciones diarias, pero las considera de importancia infinitamente menor que la práctica de los preceptos de Dios. En toda su conducta procura dar a Dios y a las cosas espirituales el primer lugar, y al mundo y a las cosas corporales el segundo. He aquí el hombre a quien Jesús dice: «Todas esas cosas os serán añadidas.
Pero ¿Cómo se cumple dicha promesa? La respuesta es corta y sencilla. Al que busca primero el reino de Dios nunca le faltará aquello de que tenga verdadera necesidad. Acaso no goce de tan buena salud como otras personas; acaso no sea tan rico como ellas, ni tenga una mesa tan abundante; pero siempre tendrá lo suficiente: «A este se dará su pan, y sus aguas serán ciertas» Isa. 33.16. «Todas las cosas obran juntamente para bien de los que a Dios aman» Rom. 8.28. «No quitará el bien a los que andan en integridad» Salmo 84.11 «Mozo fui» dice David, «y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su simiente que busque pan» Salmo 37.25
Fuente: Los Evangelios Explicados
O, alma
Fuente: La Biblia de las Américas
Lit. comierais.
12.22 Lit. vistierais.