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Comentario de Lucas 13:31 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 13:31 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

En la misma hora llegaron ciertos fariseos y le dijeron: —Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.

13:31 Aquel mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole: Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. — Como mató a Juan (9:9). En muchas ocasiones se ve que los fariseos eran enemigos de Jesús, pero en esta ocasión fingen la amistad. Lucas es el único que relata esto y él no explica los motivos de Herodes y los fariseos.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Sal, y vete de aquí. Neh 6:9-11; Sal 11:1, Sal 11:2; Amó 7:12, Amó 7:13.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Herodes te quiere matar: Esta advertencia era un esfuerzo de los fariseos para sacar a Jesús de la región y de sus propias cabezas. Es difícil saber si tal advertencia era verdadera.

zorra: Esta es una referencia a la perversidad de Herodes. La respuesta hace pensar que Jesús tomó la advertencia de los fariseos en serio.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

vete de aquí. Herodes Antipas gobernó sobre Galilea y Perea (vea la nota sobre Mat 2:22). Es probable que Cristo se aproximara a Perea o que ya se encontrara ejerciendo el ministerio allí (vea la nota sobre el v.Luc 13:22). Los fariseos que tampoco eran amigos de Herodes pudieron haber hecho esta advertencia a Cristo porque esperaban que la amenaza de violencia de Herodes pudiera silenciarlo o llevarlo de regreso a Judea, donde el sanedrín tendría jurisdicción sobre Él.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

13:31 Aquel mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole: Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. – Como mató a Juan (9:9). En muchas ocasiones se ve que los fariseos eran enemigos de Jesús, pero en esta ocasión fingen la amistad. Lucas es el único que relata esto y él no explica los motivos de Herodes y los fariseos.

Fuente: Notas Reeves-Partain

VALOR Y TERNURA

Lucas 13:31-35

Aquel mismo día vinieron unos fariseos a decirle: -¡Sal huyendo de aquí, que Herodes te quiere matar!

-Id a decirle a ese zorro de mi parte -les respondió Jesús-: Toma nota de que estoy echando a los demonios y curando a los enfermos hoy y mañana, hasta que acabe mi labor pasado mañana. Así es que hoy y mañana y pasado tengo que seguir adelante, porque un profeta no puede morir fuera de Jerusalén. ¡Ay, Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los enviados de Dios! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como reúne la gallina a sus polluelos debajo de las alas, pero tú no me dejaste! Daos cuenta de que vuestra morada se va a quedar desierta. Os aseguro que ya no me veréis más hasta que llegue el momento en que digáis: «¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»

Este es uno de los pasajes más interesantes del evangelio de Lucas por lo que nos permite saber del trasfondo de la vida de Jesús.

(i) A primera vista parece que nos da información sorprendente acerca de algunos fariseos que no eran hostiles a Jesús. Aquí aparecen unos que le advierten del peligro y le aconsejan que se ponga a salvo. Es verdad que los evangelios nos dan una imagen unilateral de los fariseos. Los mismos judíos sabían que había buenos y malos fariseos. Los dividían en siete categorías:

(a) Los fariseos del hombro. Llevaban sus buenas obras al hombro y las hacían para que los vieran.

(b) Los fariseos de espera-un-poco. Siempre podían encontrar una razón para dejar una buena acción para mañana.

(c) Los fariseos con cardenales. Ningún rabino judío debía dejarse ver hablando con una mujer en la calle, aunque fuera su mujer, o su madre, o su hermana. Pero algunos fariseos llegaban más lejos: ni siquiera miraban a una mujer en la calle, y hasta andaban con los ojos cerrados para no verlas. Así es que se iban dando trompazos con las esquinas, y luego exhibían los cardenales como señales de piedad extraordinaria.

(d) Los fariseos de la joroba. Andaban doblados con una falsa y rastrera humildad.

(e) Los fariseos de la contabilidad. Siempre estaban apuntando sus buenas obras, como llevando la cuenta de Debe y Haber con Dios.

(f) Los fariseos tímidos y temerosos. Siempre estaban obsesionados con la ira de Dios. Su religión los perseguía más que los ayudaba.

(g) Los fariseos que amaban a Dios. Seguían el ejemplo de Abraham y vivían la fe y el amor.

Tal vez había seis fariseos malos por cada uno bueno; pero este pasaje nos hace ver que también había fariseos que admiraban y respetaban a Jesús.
(ii) Este pasaje nos muestra a Jesús hablando del rey de Galilea Herodes Antipas, que quería poner fin a su carrera. Para los judíos, el zorro representaba tres cosas: se le consideraba el más astuto de los animales; el más destructivo; el símbolo de la bajeza y de la insignificancia.

Hacía falta valor para llamar zorro al Rey. El reformador inglés Latimer estaba predicando una vez en la Abadía de Westminster, y Enrique VIII estaba presente. En el púlpito, se decía: «¡Latimer, Latimer, Latimer: Cuidado con lo que dices! ¡El Rey de Inglaterra está aquí!» Pero inmediatamente se dijo: «¡Latimer, Latimer, Latimer: Cuidado con lo que dices! ¡El Rey de Reyes está aquí!» Por su fidelidad al Rey de Reyes murió en la hoguera en el reinado de María Estuardo.
Jesús recibía órdenes de Dios, y no estaba dispuesto a abreviar su misión un día para agradar a ningún rey humano.
(iii) El llanto por Jerusalén es de suma importancia, porque es otro de los pasajes que nos hacen ver lo poco que sabemos de la vida de Jesús. Está claro que no habría hablado así si no hubiera ofrecido su amor a Jerusalén más de una vez; pero los primeros tres evangelios no nos hablan de tales visitas. Una vez más comprobamos que los evangelios no nos dan más que un boceto de la vida de Jesús.
Nada duele tanto como ir a alguien para ofrecerle amor y que le reciba a uno con burla y desprecio. No hay mayor tragedia en la vida que darle a alguien el corazón sólo para que se lo destroce a uno. Eso es lo que le sucedió a Jesús con Jerusalén; pero Él sigue viniendo a los hombres, y le siguen rechazando. ¿Qué se puede esperar si se rechaza el amor de Dios, si se desprecia una Salvación tan grande y tan costosa?

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— Herodes: Se trata de Herodes Antipas. Ver tercera nota a Luc 3:1.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Lamento sobre Jerusalén (ver Mat. 23:37-39). Algunos fariseos le advirtieron a Jesús que huyera de los dominios de Herodes (Galilea y Perea). Si eran amigos que le advertían de un posible peligro, o enemigos que actuaban de acuerdo con Herodes para asustar a Jesús y callarlo, no es claro. En todo caso, Jesús sólo demostró desprecio para con el asesino de Juan el Bautista y sus amenazas. El zorro tipificaba la astucia o posible insignificancia. Herodes no podía dañar a Jesús, porque el camino divinamente señalado para él conducía hacia Jerusalén y en el tiempo señalado por Dios él sufriría. Por el momento continuaría su ministerio y entonces terminaría su misión como profeta en Jerusalén. El pensamiento lo hizo estallar en lágrimas sobre la ciudad que había rechazado tan persistentemente a los mensajeros de Dios y que al fin se encontraría fuera del reino. Aun frente al amor y la compasión de Jesús, Jerusalén seguía firme en su rechazo. Por lo tanto, su templo estaría vacío de la presencia de Dios y no vería a Jesús sino hasta que estuviera dispuesta a recibirlo con una bienvenida como el Mesías, o que fuera visitada por él como juez.

Notas. 32 La expresión hoy y mañana debe entenderse como en Exo. 19:10, 11 o en Ose. 6:3 donde “dos días” representa un corto tiempo antes de una crisis (el tercer día). Jesús expresa su decisión de llevar adelante su ministerio hasta que estuviera completo o llegara el tiempo de su martirio (cf. 2 Tim. 4:7). 33 El punto central se repite, pero aquí se usa una expresión idiomática diferente sobre el tiempo. 34 Cuántas veces implica que Jesús había visitado a Jerusalén en más de una ocasión. 35 Bendito se reitera en 19:38, pero aquí la referencia es a la segunda venida.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

NOTAS

(1) Es decir, Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande. Véase Luc 3:1.

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Herodes. Herodes Antipas (v. coment. en 3:1). Es posible que Jesús había causado una conmoción tan grande entre el pueblo que Herodes pensaba matarlo. Los fariseos usaban esta amenaza para que Jesús abandonara el lugar.

Fuente: La Biblia de las Américas

31 super (1) Esto era una; amenaza de los opositores.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Estos versículos nos enseñan que estamos completamente bajo poder de Dios. Nuestro Señor Jesucristo nos inculca esta lección por medio de la respuesta que dio a los que le suplicaron que partiera porque Herodes lo quería matar. él dijo: «He aquí echo fuera demonios y acabo sanidades hoy y mañana.» Todavía no ha llegado la hora en que había de partir del mundo. Aún no había consumado su obra. En tanto que no llegase esa hora, Herodes no podía causarle daño alguno. En tanto que esa obra no fuese consumada, de nada serviría a sus enemigos forjar armas contra él.
Hay algo en las palabras de nuestro Señor que llama la atención de todo cristiano verdadero. En ellas se trasluce un modo de ser que haríamos bien en imitar.
Nuestro Señor habló, sin duda, con labios proféticos de lo que había de suceder después. él sabía cuando tendría lugar su muerte, y no ignoraba tampoco que todavía no era tiempo. El conocimiento de las cosas futuras no ha sido concedido a los creyentes en nuestra época; más, sin embargo no debemos pasar por alto lo que las palabras citadas nos enseñan. Debemos, hasta cierto punto, aspirar a estar animados del mismo espíritu que animaba a Jesús. Debemos esforzarnos por tener una confianza firme y serena en los acontecimientos futuros y por poseer un corazón que no tema «la mala fama,» sino que sea impasible, incontrastable y confiado en el Señor. Salmo 112.7 El asunto es delicado; pero merece consideración por estar íntimamente ligado con nuestra felicidad. No hemos de ser, como los mahometanos, fatalistas y amantes de la inacción; ni, como los estoicos, estatus sin animación, sin sensaciones. No hemos de dejar de hacer uso de los medios que estén a nuestro alcance, no de prepararnos para ese mundo invisible que se llama el provenir. Sin embargo, cuando hayamos hecho todo lo que nos sea posible, debemos tener en cuenta que, si bien nosotros tenemos deberes que cumplir, es Dios quien dirige los acontecimientos, nos toca, pues, encomendárselo todo a la divina providencia y no aferrarnos demasiado por el estado de nuestra salud, o la prosperidad de nuestra familia, o nuestra condición pecuniaria, o el buen éxito de tales o cuales planes. Haciéndolo así obtendremos tranquilidad de espíritu. Cuántas veces no nos asustamos por cosas que jamás suceden. Feliz el hombre que sigue las huellas de nuestro Señor y dice: «Yo obtendré todo lo que sea para mi bien. Viviré en la tierra hasta que mi misión en ella sea consumada, y no un minuto más. Partiré de este mundo cuando esté preparado para entrar en el cielo, y no antes de que eso se verifique. Ni aún todos los poderes del mundo reunidos pueden arrebatarme la vida sin el permiso de Dios; ni todos los médicos pueden conservármela cuando Dios quiera que yo deje de existir..
¿Hay algo en esta conducta que esté fuera del alcance del hombre? ¡Indudablemente que no! Los creyentes están bajo una alianza cuyos efectos, ordenados de antemano, son infalibles. Hasta los cabellos de sus cabezas han sido contados. Sus pasos han sido dirigidos por el Señor. Todo lo que le sucede contribuye a su bienestar. Cuando les acaece alguna desgracia es para su bien. Cuando les sobreviene alguna enfermedad es con algún sabio designio. Las Escrituras dicen que todas las cosas son suyas: la vida, la muerte, el presente, el porvenir. 2 Sam 23.5; Mateo 10.30; Salmo 37.23; Rom. 8.28; Heb. 12.10; Juan 11.4; 1Cor. 3.22. En la vida del creyente nada ocurre por casualidad, acaso o accidente. El cristiano solo necesita una cosa para gozar de calma o tranquilidad: una fe activa. Pidamos a Dios diariamente que nos conceda esa fe. Hay pocos en verdad que la hayan experimentado. La fe de la mayor parte de los creyentes es intermitente. Es por falta de fe constante y no interrumpida que hay tan pocos que puedan decir como Cristo: «Caminará hoy y mañana, y no moriré hasta que mi obra no sea consumada..
En estos versículos se deja ver, por otra parte, cuan grande es la compasión de Cristo para con los pecadores. Examínense si no las palabras que pronunció acerca de Jerusalén. él sabía bien cuan perversa era esa ciudad. él sabía que crímenes habían sido cometidos allí anteriormente. él sabía los padecimientos que le esperaban. Y, sin embargo, aún a esa Jerusalén dice: «Cuántas veces quise juntar tus hijos como la gallina recoge su nidada debajo de sus alas; y no quisiste..
Mucho dolor causa al Señor el hecho de que los pecadores continúen en su maldad: «Vivo yo, dijo él, que no quiero la muerte del impío.» Que los que todavía no se hayan convertido tengan presente esta verdad. No solo causan pesar a sus padres, vecinos y amigos. Hay un Ser superior a todos estos a quien causan profundo dolor con su conducta: ese Ser es Cristo.
Nuestro Señor tiene voluntad de salvar a los pecadores. «No desea que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.» 2Pedro 3.9. «El quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.» 1 Tim 2.4. Este es un gran principio evangélico, aunque confunde a los teólogos superficiales y de espíritu menguado. Pero ¿qué dice la Escritura? Las palabras que tenemos delante de nosotros, así como el texto que acabamos de citar, son claras y terminantes. «Quise juntar tus hijos, dice Jesús, y no quisiste.» La obstinación del desdichado infiel y no la voluntad de Cristo, es la causa de que aquel se pierda para siempre. Cristo quiere salvarlo; pero él no quiere ser salvo.
Atesoremos esta verdad en nuestro corazón para que produzca fruto a su tiempo. Estemos convencidos que si fuéramos arrojados al lugar del eterno tormento, la culpa es nuestra. No podemos atribuir nuestra desgracia a Dios Padre, ni a Jesucristo, el Redentor, ni al Espíritu Santo, el Consolador. Las promesas que el Evangelio contiene son amplias y universales en su aplicación. La buena voluntad que Cristo tiene de salvar a los pecadores ha sido expresada de una manera inequívoca. Sus palabras serán una acusación contra nosotros: «Y no queréis venir a mi para que tengáis vida..
Teniendo presente el pasaje transcrito al principio de este capítulo cuidemos de no pretender saber más de lo que enseña la Escritura, pues cosa peligrosa es «saber más de lo que está escrito.» Nuestra salvación dimana exclusivamente de Dios. Solo los elegidos serán finalmente salvos. «Ninguno puede venir a Cristo si el Padre no lo trajere.» Juan 6.44. pero nuestra perdición, si fuéramos condenados, depende solo de nosotros. Lo que nos acaezca será el resultado de nuestra propia elección. Ligada con estos dos principios hay una verdad que jamás debemos abandonar. Sin duda hay algo que también es en extremo misterioso. Nuestro entendimiento es demasiado limitado ahora para abarcarlo todo. Pero en la otra vida lo comprenderemos. Algún día veremos la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre en completa consonancia. Entre tanto, cualesquiera que sean nuestras dudas, no dudamos de la buena voluntad que de salvarnos tiene Cristo.

Fuente: Los Evangelios Explicados

T194 Αὐτῇ tiene el sentido de un pronombre demostrativo (comp. Luc 12:12 y Luc 13:1): en aquella hora.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego