Comentario de Lucas 17:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Dijo a sus discípulos: —Es imposible que no vengan tropiezos; pero, ¡ay de aquel que los ocasione!
17:1 Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! — Recuérdese Luc 15:1-2. Los fariseos y los escribas hacían todo lo posible por impedir que los “publicanos y pecadores” escucharan a Cristo para ser salvos. Compárense Mat 18:5-7; Mar 14:21; Rom 14:13. El mundo está lleno de maldad (1Jn 5:19) y los hombres malvados hacen todo lo posible por obligar a todos a imitarlo. ¡Ay de aquel que enseñe error doctrinal (Mat 15:8-9; Mat 15:14)! Los padres que son miembros de iglesias humanas enseñan y guían a sus hijos en ese mismo camino. El ejemplo mundano de los padres es tropiezo para los hijos. La mayoría de los hijos siguen el mal ejemplo de sus padres. Si el padre toma, fuma y maldice, es probable que los hijos hagan lo mismo.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Imposible es que no vengan tropiezos. Mat 16:23; Mat 18:7; Rom 14:13, Rom 14:20, Rom 14:21; Rom 16:17; 1Co 8:13; 1Co 10:32; 1Co 11:19; 2Ts 2:10-12; Apo 2:14, Apo 2:20; Apo 13:14.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Jesús enseña a evitar ocasiones de ofensa, Luc 17:1, Luc 17:2;
y a perdonar a otros, Luc 17:3, Luc 17:4.
El poder de la fe, Luc 17:5.
Como nosotros estamos obligados a Dios, y no él a nosotros, Luc 17:6-10.
Jesús sana a diez leprosos, Luc 17:11-21.
Acerca del reino de Dios, y la venida del Hijo del Hombre, Luc 17:22-37.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
ay de aquel: Jesús advierte que el juicio está destinado para los que hacen tropezar a los demás. La severidad de esta advertencia sugiere que lo que se tiene en mente aquí es la falsa enseñanza o los que llevan a alguien a la apostasía. La piedra de molino era muy pesada.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Capitulo 17.
Le inserta aquí (v.1-10) una serie de consejos dados por Cristo a sus discípulos, que no tienen conexión lógica entre sí.
El escándalo, 17:1-3 (Mat 18:6-7; Mar 9:42). Cf. comentario a Mt y Mc.
1 Y dijo a sus discípulos: Es inevitable que haya escándalos; sin embargo, ¡ay de aquel por quien vengan! 2 Mejor le fuera que le atasen al cuello una rueda de molino y le arrojasen al mar antes que escandalizar a uno de estos pequeños. 3 Mirad por vosotros.
El mismo tema, en contextos divergentes, aparece en Mt-Mc. Habrá escándalos, dada la condición de la vida. Pero aquí mira a que no escandalicen a uno de estos “pequeños” (των μικρών τούτων ). Si se atiene al contexto de Mt, acaso se pueda referir a los niños, pues el pasaje (Mat 18:6) puede tener un valor de parátasis con lo anterior, en que también se habla de los “niños.” En Mc (Mat 9:36ss, comp. con v.42), probablemente los “pequeños” no son los “niños,” sino los humildes y sencillos, que “creen” (Mc) en El. La forma puede ser un superlativo arameo: los mínimos. En el fondo se apunta al fariseísmo, que impedía de mil modos el ingreso en el Reino. La gravedad de esto se ilustra con lo que dice de la “rueda de molino” movida por asnos (Mat 18:6; Mar 9:42). Lc valdría más esto que no escandalizar. No se toca el tema de que no haya perdón. Sólo se dice que es mejor la muerte previa a la gravedad de esta culpa. Y el tema seguramente está referido o supuesto, en su forma originaria, al “escándalo” para el ingreso en el Reino: los obstáculos que para ello ponían los fariseos. En la redacción actual tiene una mayor amplitud as cética.
El perdón del prójimo,Mar 17:3-4 (Mat 18:15 y 21 y 22). Cf. comentario a Mat 18:15, Mat 18:21-22.
Si peca tu hermano contra ti corrígele, y si se arrepiente, perdónale. 4 Si siete veces peca al día contra ti y siete veces se vuelve a ti diciéndote: “Me arrepiento,” le perdonarás.
La redacción de este pasaje en Mt y Lc hace suponer un origen de “fuentes” distintas. En Mt, el perdón, está redactado con un climatismo legal-edesial. En Lc, el que peca, primero ha de ser corregido, y “si se arrepiente, perdónale.” La diferencia es más redaccional que de concepto. Pero el perdón se exige en cristiano. Y no una sola vez, sino siempre; lo que se expresa con el número siete – “siete veces” – , número de universalidad. Es tema, sin duda, primitivo, pero encuadrado en este esquema “moral.”
El extremismo oriental por sus contrastes – el perdonar siempre – no considera las secuencias que pueda tener. Es forma “sapiencial.” Cabe, verbigracia, un perdón con restitución de lo robado.
Eficacia de la Fe,Mat 17:5-6 (Mat 17:19; Mat 21:21; Mar 11:22-23).
5 Dijeron los apóstoles al Señor: Acrecienta nuestra fe. 6 Dijo el Señor: Si tuvierais fe tanta como un grano de mostaza, diríais a este sicómoro: Desarraígate y trasplántate en el mar, y él os obedecería.
Este relato no tiene relación con lo anterior. Son sentencias reunidas artificialmente. Aparecen también en Mt y Mc en otro contexto. Una vez a propósito de no haber podido los apóstoles expulsar un demonio (Mt), y otra a propósito de la “maldición de la higuera” (Mt-Mc). El de Mt es el más lógico. La respuesta es a los apóstoles, que le ruegan, en un contexto absoluto, que les aumente la fe. Esta fe no es la “teológica,” sino la “confianza” en el poder y bondad de Dios para realizar algo. El poder de esta fe se lo expresa al comparar su potencia si aquélla fuese equivalente a un “grano de mostaza.” Comparación rabínica usual para indicar lo más pequeño. En Mt-Mc, la frase en lugar de “sicómoro,” que se “tire al mar,” pone “monte.” Este era término también usual para indicar con ello, metafóricamente, la realización de las obras que no podían hacerse de modo ordinario. La forma de Mt-Mc es más primitiva. Lc probablemente la modifica por sus lectores (cf. Comentario a Mat 17:20).
Parábola de lo que es el siervo,Mat 17:7-10.
1 ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo arando o apacentando el ganado, al volver él del campo le dice: Pasa en seguida y siéntate a la mesa, 8 y no le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete para servirme hasta que yo coma y beba, y luego comerás y beberás tú? 9 ¿Deberá gratitud al siervo porque hizo lo que se le había mandado? 10 Así también vosotros, cuando hiciereis estas cosas que os están mandadas, decid: Somos siervos inútiles; lo que teníamos que hacer, eso hicimos.
Sólo Lc trae esta perícopa. Es una parábola. Se refiere, manifiestamente, a los apóstoles, y se relaciona con el pasaje anterior, por razón de esta humildad que ha de tenerse, incluso si los discípulos de Cristo, por su fe, hacen milagros.
La imagen está tomada de la vida real palestinense. Un dueño tiene un “siervo,” un esclavo, a su servicio. Lo tiene trabajando primero en el campo; al terminar estas faenas, el siervo, que en aquella concepción de servidumbre o esclavitud no se le considera con derechos, sino con los deberes de servir y obedecer a su amo, deberá continuar prestando servicios: servirle a la mesa, ν no pensar que el dueño se va a poner a servirle a él l.
De esta vida de un mundo social duro saca Cristo la lección para sus apóstoles en el servicio de su misión. Que no piensen en ventajas ni provechos; que no se enorgullezcan, incluso si hacen milagros: sólo hicieron lo que tenían que hacer (Luc 10:20). La frase “somos siervos inútiles” no ha de apurársela demasiado. Es un modo vulgar de reconocer que, en este orden espiritual de apostolado, de suyo no se es nada: todo es don de Dios (1Co 3:4-6). En Lc puede tener una extensión eclesial.
Los diez leprosos,1Co 17:11-19.
11 Yendo hacia Jerusalén, atravesaba por entre Samaría y Galilea, 12 y, entrando en una aldea, le vinieron al encuentro diez leprosos, que a lo lejos se pararon, 13 y, levantando la voz, decían: Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros. 14 Viéndolos, les dijo: Id y mostraos a los sacerdotes. En el camino quedaron limpios. 1S Uno de ellos, viéndose curado, volvió glorificando a Dios a grandes voces, 16 y cayendo a sus pies, rostro en tierra, le daba las gracias. Era un samaritano. 17 Tomando Jesús la palabra, dijo: ¿No han sido diez los curados? Y los nueve, ¿dónde están? 18 ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero? 19 Y le dijo: Levántate y vete, tu fe te ha salvado.
Narración propia de Lc. Cristo, en su camino hacia Jerusalén, pasa entre Samaría y Galilea. Parece que va a tomar el camino del este, hacia el Jordán y la Perea; allí darán a conocer su presencia Mt-Mc. Este dato podría indicar que a Lc le interesa más un enfoque teológico que cuidadosamente geográfico. El motivo de no atravesar directamente la Samaría era el odio que éstos tenían contra los judíos, causándoles toda clase de vejaciones, máxime cuando iban a Jerusalén en las fiestas de “peregrinación.”
Al entrar en una aldea le salen al encuentro diez leprosos. Estos tenían que vivir alejados de las gentes, incluso en los poblados. La desgracia los hacía juntarse, aquí incluso judíos y samaritanos, para hacer más llevadera su suerte. También hasta ellos había llegado la fama de Cristo. “Desde lejos,” como tenían mandado hablar a las gentes (Lev 13:45; Num 5:2) le piden los cure. Cristo les manda ir a “mostrarse a los sacerdotes,” que eran los encargados de certificar oficialmente la curación. Así estaba preceptuado en la Ley. Se encaminaron a Jerusalén, el samaritano al Garizim, y “en el camino quedaron limpios,” término con el que se expresa la curación de la lepra. Era lógico que, al sentirse curados,” corriesen a cumplir el precepto, llenos de gozo de volver a los suyos y de quedar rehabilitados socialmente, ya que la lepra la consideraban castigo de Dios. Pero entre tanto gozo, igual que el de estos nueve judíos curados, estaba también el gozo de un samaritano. El odio del judío al samaritano era proverbial. Pero este samaritano volvió para dar gracias a Cristo por su curación. Al modo oriental, “postrado (de rodillas), rostro en tierra, le daba las gracias.” Y Cristo ratifica la curación de aquel hombre por su fe – y gratitud – en El. Pero, al mismo tiempo, hace notar que los otros nueve, judíos, no han vuelto para dar gloria a Dios, agradeciéndole a El el beneficio que acababa de hacerles.
La fe – confianza – se hace extensiva a todos. Cristo, Mesías, es el bienhechor de todos. Este pasaje habla bien claro de la misericordia universal de Cristo, complaciéndose especialmente en destacar el buen corazón del odiado y despreciado samaritano, como el de la parábola. Pero el tema no es tanto el milagro como la gratitud a Dios por sus obras y sus dones.
El cristianismo primitivo tenía en ello una lección para agradecer a Cristo la elección – “llamados de Jesucristo” (Rom 1:6b) – que de ellos, procedentes de las clases sociales más modestas (1Co 1:26-28), hizo Dios en Cristo, sacados de un mundo en tremenda corrupción moral (Rom 50:18ss), lo mismo que al judaísmo vinieron a ingresar, preferentemente, gentes humildes, v.gr., los mismos apóstoles, frente al fariseísmo, los “cultos” y los dirigentes de la nación.
Varios autores, siguiendo a Bultman, creen que este relato no es historia, sino una simple parábola lucana, basada su estructuración en Mc (Rom 1:40-45 = curación de un leproso) y en 2 Reyes (capítulo 5 = la curación del leproso Naamán, sirio, por el profeta Elíseo).
Realmente no se ve relación entre la curación por Elíseo y este relato, fuera del hecho de haberse curado aquí un leproso y en Lc diez. El relato de Mc tiene estas partes estructurales: 1) Viene a Cristo un leproso que “suplicante y de rodillas” pide que lo cure; 2) extendió la mano y lo curó; 3) ordena que no lo diga a nadie; 4) pero que vaya al sacerdote, conforme ordenó Moisés; 5) el leproso divulgó la noticia. 6) Se quiere ver una confirmación en que no hay “asombro” como en los relatos de milagros. Aunque de hecho por su divulgación vienen a él las gentes.
Pero estas razones tienen explicación:
1) La semejanza puede ser debida, aparte de la misma naturaleza del hecho, a la forma esquemática de ambos.
2) Lc ya relató este milagro de Mc en 5:12.16, con una narración igual. ¿La refundiría ahora en una parábola de “gratitud”?
3) Es sabido que Lc no repite milagros (Stuhlmueller).
4) Es posible que en la transmisión oral de un hecho histórico, elementos de una parábola pasen completamente – o de retoque – a un relato de milagros. Ni se olvide el posible artificio del “enmarque.”
5) La falta de “asombro” falta también en otros pasajes de Lc (Luc 4:38-39; Luc 4:40-41; Luc 5:12-15; Luc 7:1-10; 8:43-48:12-17; 14:1-6).
6) ¿Sería indicio parabólico el que Lc (10:30-37) usa de un samaritano en la parábola del “buen samaritano”? Sería muy aventurado afirmarlo.
La venida del reino de Dios, 17:20-21.
20 Preguntado por los fariseos acerca de cuándo llegaría el reino de Dios, respondiéndoles, dijo: No viene el reino de Dios ostensiblemente. 21 No podrá decirse: Helo aquí o allí, porque el reino de Dios está dentro de vosotros.
La respuesta de Cristo es debida a una pregunta de los fariseos. En el ambiente judío existía la creencia de que al establecimiento mesiánico precedería un juicio punitivo; por lo que se había hecho la frase de “los dolores (para el alumbramiento) del Mesías.” En el ambiente estaba también que sería inaugurado por algún prodigio extraordinario 2. La respuesta de Cristo deshace todas estas concepciones erróneas. El reino no vendrá “ostensiblemente,” como un fenómeno apocalíptico, ni se dirá de él que está aquí o allí (cf. Luc 19:11; Luc 21:7; Hec 1:6; cf. Luc 17:20-23). La razón es doble: una, porque será un hecho histórico-social; y, en segundo lugar, porque el reino de Dios “está dentro de vosotros” (¿ντδς υμών εστίν ); naturalmente no “dentro” del alma de los “fariseos,” que le plantean el tema, sino establecido ya “entre ellos,” es decir, en medio de Israel 2.
No parece lógico querer traducir el εστίν del v.21 como un presente profético, por razón del contexto siguiente (v.22ss), pues es un contexto de “escatología” distinta.
La venida del Hijo del hombre,Luc 17:22-37 (Mt c.24; Mc c.13; Luc 21:5ss).
22 Dijo a los discípulos: Llegará tiempo en que desearéis ver un solo día del Hijo del hombre, y no lo veréis. 23 Os dirán: Helo aquí o helo allí. No vayáis ni le sigáis. 24 Porque así como un rayo relampaguea y fulgura desde un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día. 25 Pero antes ha de padecer mucho y ser reprobado por esta generación. 26 Como sucedió en los días de Noé, así será en los días del Hijo del hombre. 27 Comían, bebían, tomaban mujer los hombres, y las mujeres marido, hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el diluvio y los hizo perecer a todos. 28 Lo mismo en los días de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, plantaban y edificaban; 29 pero, en cuanto Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, que los hizo perecer a todos. 30 Así será el día en que el Hijo del hombre se revele. 31 Aquel día, el que esté en el terrado y tenga en casa sus enseres, no baje a cogerlos; e igualmente el que esté en el campo, no vuelva atrás. 32 Acordaos de la mujer de Lot. 33 El que busque guardar su vida, la perderá, y el que la perdiere, la conservará. 34 Dígoos que en aquella noche estarán dos en una misma cama, uno será tomado y otro dejado. 3S Estarán dos moliendo juntas, una será tomada y otra será dejada. 36 Y tomando la palabra, le dijeron: ¿Dónde será, Señor? 37 Les dijo: Donde esté el cuerpo, allí se juntarán los buitres.
Por un contexto lógico con la “venida del reino,” Lc inserta aquí la venida del Hijo del hombre. Esta venida, ¿a qué se refiere? ¿Es la parusía? Lo mismo que en el “Apocalipsis sinóptico” que traen los tres sinópticos, y por las razones allí alegadas, parece que esta venida de Cristo es su “presencia” poderosa en la destrucción de Jerusalén el año 70 3. En el fondo de este relato late el “Apocalipsis sinóptico.”
Varios elementos de esta narración se encuentran en otros pasajes evangélicos. Se ve una agrupación especial de Lc o su fuente en orden a completar un tema.
De ahí el no ajuste exacto de algunas sentencias.
A los apóstoles les “llegará tiempo en que desearán ver un solo día del Hijo del hombre, y no lo verán.” Debe de aludir a los sufrimientos de los apóstoles después de la ascensión de Cristo, y a su ansia de poder ver uno de esos “días” en que con su triunfo El los confortase. Pero no lo verán entonces, cuando ellos quieran, sino en el momento en que El se revele (Hec 1:3). Para otros la solución no es desear ver “un solo día,” sino desear “mucho” ver “el día del Hijo del hombre,” en cierto paralelo con la expresión evocadora del “día de Yahvé” en su, forma triunfal, ante la calamidad que le preceda (Mar 13:19-20ss). Sería efecto de una mala traducción aramaica. Se habría tomado el adverbio lachda (mucho) como un numeral: “uno solo.”
Que no hagan caso a dichos sobre su manifestación (Mat 24:26; Mar 13:21-22), porque esa manifestación será esplendente y visible para todos, como la luz del rayo en el horizonte (Mat 24:27).
Esta venida será después de su muerte, pues antes “ha de sufrir mucho y ser reprobado por esta generación.”
Además, esta venida será inesperada, súbita. Para ilustrarlo trae los ejemplos de los días de Noé (Mat 24:38-39) y de Lot. Esto indica el descuido en que estarán los hombres hasta ese día, que puede ser una pequeña época. Entonces el que esté en el terrado de la casa, no baje a coger los enseres, sino que huya (Mt 24:Mat 16:17.18.40.41); y el que esté en el campo, no vuelva atrás (Luc 21:21). Todo esto se dice para exponer la presteza de esta venida y el poder, ante ella, ponerse a salvo. Esto no puede referirse a la parusía. Y se refuerza con una sentencia que se lee en Jn, y que aquí se la toma en un sentido distinto: el que crea estar seguro no huyendo perderá la vida, y viceversa (Jua 12:25).
A la hora de la parusía no habrá tiempo para “bajar” a coger – ¿por qué – los enseres de la casa, ni el que esté en el “campo” para ir a otro sitio. Se acabó el tiempo (cf. 1Te 4:15ss).
Y tan súbita – forma hiperbólica de expresión – será esta venida, que dos personas que estén juntas, una, en esa venida, experimentará los efectos penales, y otra no (Mat 24:40-41). Modo de expresar lo que será el castigo de la guerra en la intimidad de los hogares.
Y a la pregunta que le hacen: “¿Dónde sucederá esto?” no les responde. Deben estar todos alerta. Pero que sepan que “donde esté el cuerpo, allí se juntarán los buitres” (Mat 24:28). Es un proverbio que les hacer ver que esta venida será allí donde esté determinado por el plan de Dios.
Como se expone en el comentario al capítulo 24 de Mt, esta venida de Cristo no exige una presencia sensible suya, sino una presencia moral: su presencia en poder, al verse la destrucción de Jerusalén por El vaticinada. Con ello aparece Cristo “viniendo” en “poder.” Esto confortará a los discípulos cuando lo sepan, pues verán una vez más confirmada la palabra del Señor.
1 Vosté, Parabolae. II p.605-609; H. Holstein, Serviteurs inútiles (Lúe 17:10): Bibl. et Vie Chrét. (1962) 39-45.
2 Bonsirven, Lc judaisme palestinien. (1934) I p.386.
2 R. Sneed, The Kingdon of God is Within You (Luc 17:21): Cath. Ribl. Quart. (1962) 363-382; R. Rüstow,Entóshymonestin. Zur DeutungvonLkl7:20ss: Znw (1960) 197-224.
Fuente: Biblia Comentada
tropiezos. Lit. «trampas». Vea la nota sobre Mat 18:7.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
17:1 Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! – Recuérdese Luc 15:1-2. Los fariseos y los escribas hacían todo lo posible por impedir que los “publicanos y pecadores” escucharan a Cristo para ser salvos. Compárense Mat 18:5-7; Mar 14:21; Rom 14:13. El mundo está lleno de maldad (1Jn 5:19) y los hombres malvados hacen todo lo posible por obligar a todos a imitarlo. ¡Ay de aquel que enseñe error doctrinal (Mat 15:8-9; Mat 15:14)! Los padres que son miembros de iglesias humanas enseñan y guían a sus hijos en ese mismo camino. El ejemplo mundano de los padres es tropiezo para los hijos. La mayoría de los hijos siguen el mal ejemplo de sus padres. Si el padre toma, fuma y maldice, es probable que los hijos hagan lo mismo.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LAS LEYES DE LA VIDA CRISTIANA
Lucas 17:1-10
-Es inevitable que se produzcan tropiezos -dijo Jesús a sus discípulos-; pero ¡ay del que los provoque! Más le valiera que le ataran al cuello una piedra de molino y le tiraran al mar, antes que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos. Andaos con mucho cuidado. Si tu hermano te causa algún daño, échaselo en cara; si lo siente, perdónale. Aunque te lo haga siete veces al día, si lo reconoce y dice que lo siente, perdónale.
-Haz que tengamos más fe -le dijeron al Señor los apóstoles.
-Si tuvierais algo de fe, aunque fuera tan pequeña como una semillita de mostaza, le podríais decir a este sicomoro: » ¡Desarráigate y plántate en el mar!» Y os obedecería. -Y siguió diciendo-: «Si uno de vosotros tiene un siervo que vuelve a casa de arar o de apacentar el ganado, ¿a que no le dice que entre y se siente a la mesa? Lo que le dice es que primero le prepare a él la cena, y se ponga el delantal y le sirva a él primero hasta que acabe de cenar, y que ya comerá y beberá él después. Y a mí me parece que no le da las gracias al siervo por haber hecho lo que le ha mandado, ¿verdad? Pues esta debe ser vuestra actitud cuando acabéis de hacer todo lo que se os ha mandado. Debéis deciros: «Lo que se dice como siervos, no somos nada del otro mundo; porque no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber.»
Este pasaje se divide en cuatro secciones claramente definidas e independientes:
(i) Los versículos 1 y 2 condenan a la persona que enseña a otros a pecar. La palabra que se usa en griego es skándalon, de la que procede la castellana escándalo, que es la que se usa en casi todas las traducciones españolas. La Hispano-Americana (1916) puso tropiezo, que luego pasó a la Reina Valera (1960). La Versión Popular introduce una buena circunlocución: » cosas que hacen pecar a la gente.» La palabra original tiene dos significados:
(a) En un principio quería decir el cebo que se pone en una trampa o anzuelo.
(b) De ahí pasó a significar, en sentido figurado, la piedra de tropiezo que se pone en el camino para que la gente se caiga. Jesús quería decir que es imposible construir un mundo en el que no haya tentaciones; pero, ¡ay de aquel que enseña a otros a pecar, o les hace perder la inocencia!
Siempre tiene que haber una primera invitación a pecar, un primer empujón hacia el mal camino. Kennedy Williamson nos habla de un anciano que se estaba muriendo. Estaba claro que algo le preocupaba; y, por último, lo dijo: «Cuando era un muchacho solía jugar en el cruce de dos carreteras en el que había un indicador de direcciones. Y recuerdo que un día lo torcí, cambiando la orientación de las flechas. No sé a cuántos viajeros habré despistado de su ruta mandándolos adonde no querían ir.» Dios no dará por inocente al que, en el transcurso de la vida, introduce a un joven o a un hermano débil en el mal camino.
(ii) Los versículos 3 y 4 hablan de la necesidad de perdonar. Nos dicen que perdonemos siete veces al día. Los rabinos decían que si uno perdona tres veces, es un hombre perfecto. En Mt 18:21 s, Jesús le dice a Pedro, que le ha preguntado si debe perdonar hasta siete veces: «No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete» (cambiando de signo el himno de venganza de Lamec de Ge 4:24 .) Siete veces al día o setenta veces quiere decir, no que hay un límite, por amplio que sea, sino que no lo hay: que se debe perdonar sin llevar la cuenta.
(iii) Los versículos 5 y 6 nos dicen que la fe es la mayor fuerza del mundo. Recordemos que la manera oriental de hablar es de lo más gráfica. Aquí se nos quiere decir que hasta lo que parece imposible se hace posible para la fe. No tenemos más que pensar en las innumerables maravillas de la ciencia, de las operaciones quirúrgicas, los diversos récord que se han logrado en diversos terrenos y que hace cincuenta años se habrían considerado imposibles. Si nos enfrentamos con algo diciendo: «¡Es imposible!», ni lo intentaremos; pero si decimos: » ¡Puede hacerse!», por lo menos existe la posibilidad de que se haga. Debemos siempre tener presente que no estamos solos; que el Señor está con nosotros, y con El todo es posible.
(iv) Los versículos 7-10 nos dicen que Dios no está nunca en deuda con nosotros, que nunca nos podemos pasar en su servicio. Cuando lo hemos hecho todo lo mejor posible, no hemos hecho más que lo que estábamos obligados a hacer.
El mundo entero no será dádiva digna de ofrecer. Amor tan grande, sin igual, en cambio exige todo el ser.
ISAAC WATTS
Tal vez se puedan satisfacer las exigencias de la ley; pero todos los que aman saben que no se pueden abarcar los límites del amor.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 17
Lc/17/01-04
1 Luego dijo a sus discípulos: Es imposible que no haya escándalos. Pero ¡ay de aquel por quien vienen! 2 Más le convendría que le ataran alrededor del cuello una rueda de molino y lo arrojaran al mar, que escandalizar a uno solo de estos pequeñuelos. 3a ¡Tened, pues, cuidado de vosotros mismos!
En el Antiguo Testamento se sintió vivamente el problema de que al rico que no se cuida de la ley de Dios le va bien, mientras que el pobre que pone su esperanza en Dios lleva una existencia miserable. «Estaban ya deslizándose mis pies, casi me había resbalado. Porque miré con envidia a los impíos, viendo la prosperidad de los malos. Pues no hay para ellos dolores; su vientre está sano y pingüe… En vano, pues, he conservado limpio mi corazón y he lavado mis manos en la inocencia… Púseme a pensar para poder entender esto, pues era ciertamente cosa ardua a mis ojos; hasta que penetré en el secreto de Dios y puse atención a las postrimerías de éstos» (Sal 73). Tampoco en la antigua Iglesia fueron siempre tratados los pobres como los elegidos de Dios, como los alabados en la predicación del Evangelio (cf. Stg 2:5.12s). Pablo tuvo que escribir a la comunidad de Corinto: «Así pues, cuando os congregáis en común, eso no es comer la cena del Señor; pues cada cual se adelanta a comer su propia cena, y hay quien pasa hambre, y hay quien se embriaga… ¿Tenéis en tan poco las asambleas del Señor, que avergonzáis a los que no tienen?» (1Co 11:20-22). El rico sin piedad es un escándalo para los pobres. El discípulo de Jesús, el cristiano, debe ponerse en guardia para no dar escándalo.
El escándalo se siente como un poder personal, que pone obstáculos a la fe e induce a la apostasía. Los escándalos son hijos del demonio (Mat 13:38.41). El que se atiene firmemente a la fe en Cristo y cumple la voluntad de Dios proclamada por él, debe para ello resistir a los escándalos (Mat 7:23). Es imposible que no vengan los escándalos, pues forman parte del plan de Dios, por lo cual son necesarios (Mat 18:7). La predicación del Evangelio acarrea también escándalos. Sólo el tiempo de la consumación los desarraigará (Mat 13:41).
Los escándalos se sirven del hombre para lograr su fin. Vienen por él cuando él se les ofrece como instrumento. Sobre tal hombre se pronuncia el ¡ay! de conminaciones proféticas. Su fin es la perdición eterna. El delito de que se hace reo el que se constituye en instrumento del escándalo, es enormemente grande. Su gravedad se muestra en el castigo excogitado para el seductor: Debe ser arrojado al mar con una rueda de molino al cuello. La profundidad tenebrosa y sin fondo es una imagen del infierno. Hay que impedir que el escándalo se insinúe entre los hombres, hay que cortarle el camino.
Más conviene eliminar al escandaloso, que permitir que se escandalice a uno solo de los pequeñuelos. La salvación de estos pequeños está en peligro. Estos pequeños no son los niños, sino los pobres, los desheredados, los despreciados, tal como se los representa en la figura del pobre Lázaro. Precisamente a éstos ha elegido Dios y les ha preparado su reino (Mat 6:20 ss). Ante Dios, cada uno de estos pequeños en particular tiene un valor supremo, puesto que su voluntad es que no se pierda ninguno de estos pequeños (Mat 18:14).
3b Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente perdónalo. 4 Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces vuelve hacia ti para decirte: Me arrepiento, lo has de perdonar.
¿Cómo se ha de restablecer y mantener la paz? Los discípulos son una comunidad de hermanos. Si tu hermano peca… Hermanos se llamaban los compatriotas y correligionarios judíos; este título pasó a los cristianos. Deben proceder como hermanos que tienen solicitud por la santificación de los hermanos. La comunidad fraterna de los discípulos no es una comunidad de santos exenta de faltas. Cuando peca el hermano, cuando peca contra el hermano, éste no debe permanecer impasible; se trata, en efecto, de la salvación del hermano. Lo primero que hay que hacer es reprenderlo. El que lo deja obrar a su talante sin preocuparse de su pecado, se hace culpable: «No odies en tu corazón a tu hermano, pero repréndelo para no cargarte tú por él con un pecado» (Lev 19:17). La palabra de amonestación inducirá al hermano a corregirse. Si éste reconoce su culpa y se convierte, entonces debe el hermano perdonar al hermano.
La comunidad de los discípulos se santifica cuando un hermano perdona al otro, le perdona una y otra vez a pesar de las recaídas, siete veces al día, siempre que haga falta, sin límite alguno. Si el discípulo perdona a su hermano, también Dios le perdonará a él su propia culpa (Lev 11:4). Con la solicitud de todos por la salvación del hermano y con el perdón de todas las ofensas personales y de todos los agravios experimentados viene a ser el pueblo de Dios un pueblo santo. También aquí, como en el caso del perdón de Dios, el arrepentimiento y conversión es la base de todo.
d) Bienaventurado el pobre (/Lc/17/05-10)
5 Los apóstoles dijeron al Señor: Auméntanos la fe. 6 Respondió el Señor: Si tenéis una fe del tamaño de un granito de mostaza, podéis decir a este sicómoro: Desarráigate y plántate en el mar, y os obedecerá.
¿Quién puede cumplir las exigencias radicales de Jesús? ¿Su exposición y superación de la ley? ¿La decisión radical en favor de Dios contra el asalto del Mamón? Una vez que Jesús, en otra ocasión, expuso sus exigencias radicales, dijeron sus oyentes: «¿y quién podrá salvarse?» Pero él explicó que lo que es imposible al hombre es posible a Dios (Lev 18:26). Ahora hablan los apóstoles. Han comprendido que a su fe hay que añadirle fe si han de cumplir lo que exige Jesús. Aguardan de Jesús la fuerza de cumplir lo que él les pide. Jesús anuncia la salvación y también sus condiciones, y da la fuerza para cumplirlas. él es poderoso en obras y en palabras.
El don salvífico fundamental es la fe. Con la fe se domina lo más difícil; a la fe se ha prometido la salvación. El grano de mostaza es la más pequeña de todas las semillas (Mar 4:31). apenas tan grande como una cabeza de alfiler.
La fuerza de las raíces del sicómoro negro es tan grande que este árbol puede estar en pie en la tierra 600 años, pese a todas las inclemencias del tiempo. sin embargo, una sola palabra proferida con el mínimo de verdadera confianza en Dios podría hacer que tal árbol se arrancara y se transplantara al mar. Por mar se entiende aquí el lago de Genesaret. Dios da fuerza divina para cumplir los imperativos de Jesús, si el que sigue a Jesús cree que con él se ha inaugurado el tiempo de salvación y si pone toda su confianza en lo que él anuncia. Jesús anuncia el reino misericordioso de Dios.
Quien reconoce su propia pobreza e incapacidad mediante una confianza sin límites en la obra salvífica de Dios por Jesús, alcanza algo sobrehumano, la nueva vida. En él se glorifica Dios. Lázaro, el pobre mendigo que, con su nombre, anuncia la misericordia de Dios, descansa en el seno de Abraham. La fe da participación en la poderosa vida de Dios la cual no tiene límites. Si el discípulo ha de perdonar siete veces al días, esto es efecto de la infinita misericordia de su amor que perdona, representado por las parábolas relativas al amor de Dios, a los pecadores.
7 ¿Quién de vosotros que tenga un criado arando o guardando el ganado, le dirá al llegar éste del campo: Anda, ponte en seguida a la mesa, 8 y no le dirá más bien: Prepárame de cenar, y disponte a servirme hasta que yo coma y beba; que luego comerás y beberás tú? 9 ¿Acaso tiene que dar las gracias al criado, por haber hecho éste lo que se le mandó?
Al igual que este labrador procederían todos aquellos de los que habla Jesús. El criado trabaja en el campo, contratado por un año. Por ello tiene el labrador derecho a toda su capacidad de trabajo. El criado tiene que arar, cuidar del ganado y desempeñar en la casa todos los servicios, ocuparse de la cocina y de la mesa. Las exigencias del labrador, que por cierto es de los pequeños -sólo tiene un criado para todas las labores-, son irritantes. El criado ha trabajado en el campo, mientras el labrador se estaba en casa; el criado vuelve a casa fatigado, y el labrador está a la mesa y se deja servir por él; el criado tiene hambre tras una jornada de trabajo, pero tiene que aguardar hasta que haya comido su amo. El labrador no le da las gracias; hace sencillamente valer sus derechos. En efecto, el criado es eso, criado, y tiene que hacer lo que se le mande. Jesús no se pronuncia sobre esta situación social, irritante para nuestro modo de sentir; la toma sencillamente como imagen para una parábola.
10 Pues igualmente vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: Siervos inútiles somos; hemos hecho lo que teníamos que hacer.
La parábola no trata de ofrecer un retrato de Dios, sino únicamente hablar de la actitud del hombre ante Dios. El servicio de Dios es un servicio de criados. Dios da el encargo, el hombre tiene que cumplirlo. El deber pesa sobre el hombre como la responsabilidad civil sobre el deudor. Dios no le debe nada, él lo debe todo a Dios. él no tiene exigencias que formular a Dios; Dios no le debe la menor recompensa, ni siquiera gratitud. Incluso si el criado ha hecho todo lo que se le había encargado, no ha hecho sino cumplir su deber. El criado es, en efecto, eso, criado, pobre criado, que no sirve para otra cosa sino para ser su criado, simple criado y nada más. El discurso profético de Jesús sostiene sin miramientos los derechos de Dios, aunque se ve rebajado casi hasta la nada aquel a quien afectan estos derechos. Así, el hombre viene a ser precisamente libre, vaciándose y dilatándose, para que Dios le otorgue los bienes del reino. Bienaventurados los pobres, pues de ellos es el reino de Dios.
Los doctores de la ley entre los fariseos conciben la relación entre Dios y el hombre como una relación contractual: yo doy para que tú des, prestación por prestación. Si se cumple la ley, si se hace lo que Dios tiene encargado, entonces debe Dios recompensa. La parábola de Jesús descarta tal mentalidad. Dios no debe nada, ni siquiera las gracias. El hombre no es sino un simple criado. En Lucas va dirigida la parábola a los apóstoles. Lo han dejado todo y han seguido a Jesús (5,11), han cumplido con sus exigencias radicales. ¿Pueden hacer valer su prestación? ¿Pueden invocar derechos ante Dios? Según san Mateo, san Pedro dirige a Jesús la pregunta: «Mira: nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué habrá, pues, para nosotros?» (Mat 19:27). Pedro aguarda su recompensa. Este pensar en la recompensa se descarta mediante la parábola de los trabajadores de la viña (Mat 20:1-16). La recompensa de Dios no corresponde a la prestación del hombre. Lo que nosotros llamamos recompensa es don de la bondad divina. Lucas cierra su composición relativa a las exigencias radicales de Jesús con esta parábola del pobre criado. Los apóstoles que lo han dejado todo sólo pueden decir: Sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer. Son criados de Dios que erige su reino, otorga su misericordia proclamándola, hace visible por ellos su magnificencia. En este servicio no pasan ellos nunca de ser simples criados, que sólo hacen aquello a que están obligados. Pablo escribe: «Anunciar el Evangelio no es para mí motivo de gloria; es necesidad que pesa sobre mí. ¡Y ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1Co 9:16). El cristiano que cree haberlo hecho todo, no tiene derecho a formular exigencias a Dios. La actitud que pinta Jesús conserva la paz en la comunidad, pese a todas las diferencias entre las personas (Rom 15:1-2).
III. ULTIMAS ETAPAS DEL VlAJE (Rom 17:11-19, 27).
1. PERSPECTlVA DE LA GLORIFICACIÓN (Rom 17:11-18, 8).
a) El samaritano agradecido (Lc/17/11-19)
11 Y mientras él iba de camino a Jerusalén, atravesaba por Samaria y Galilea.
Jesús va de camino; una vez más vuelve a recordarse la marcha (Rom 9:51; Rom 13:22). La meta de la marcha es Jerusalén. El camino va por Samaría y Galilea. Jesús venía de Galilea, pasaba por Samaría y continuaba hacia Jerusalén. Sólo quien, como Lucas, mira hacia atrás al camino, puede escribir así: Por Samaría y Galilea. La marcha y la acción están tan dominadas por Jerusalén, que sólo desde aquí se puede ver el camino. Sólo en función de Jerusalén, donde aguarda la elevación de Jesús, puede comprenderse su camino, su marcha y su acción (*).
El relato había comenzado con un hecho acontecido en Samaría; otro hecho que trae a la memoria a Samaría inicia la última parte de la marcha. Samaría es el puente por el que la palabra de Dios va de Galilea a Jerusalén, y por el que va de Jerusalén a los gentiles. El encargo del Resucitado era de este tenor: «Seréis testigos míos en Jerusalén, y en toda Judea y Samaría, y hasta en los confines de la tierra» (Hec 1:8). En el camino de Jesús está diseñado el camino de su Iglesia; su camino es fruto de los caminos de Jesús.
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* Las palabras «por Samaria y Galilea» crean desde antiguo dificultades para su explicación, como lo muestran la tradición manuscrita y las tentativas de explicación. «Por Samaria y Galilea» se explica con frecuencia: «entre Samaria y Galilea», por la zona limítrofe de estas dos fajas de tierra (cf. Mar 10:1; Mat 19:1). Hay quien, haciendo historia, lo explica así: «Jesús, viniendo del oeste, caminaría algún tiempo siguiendo la línea divisoria entre Galilea y Samaría, para llegar al Jordán; río abajo iba el camino directo hacia Jerusalén» (F. ZEHRER).
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12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia, 13 y levantaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! 14 Cuando él los vio, les dijo: Id a presentaros a los sacerdotes. Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios.
También ahora va el camino de ciudad en ciudad y de aldea en aldea (Mat 13:22). La enfermedad y la miseria reúnen a los hombres y hacen olvidar los odios nacionales entre judíos y samaritanos (Mat 9:53; Jua 4:4-9). A los leprosos les estaba permitido entrar en aldeas, pero no en ciudades amuralladas, no digamos en la santa ciudad de Jerusalén. «El leproso, manchado de lepra, llevará rasgadas sus vestiduras, desnuda la cabeza, y cubrirá su barba, e irá clamando: ¡Inmundo, inmundo! Todo el tiempo que le dure la lepra será inmundo. Es inmundo y habitará solo; fuera del campamento tendrá su morada» (Lev 13:45 s).
Jesús es llamado Maestro. Hasta ahora sólo le habían hablado así los apóstoles, subyugados por su poder (Lev 5:5; Lev 9:49), llenos de asombro por su gloria (Lev 9:33), o cuando esperaban ayuda en su desamparo (Lev 8:24). A esta interpelación añaden los leprosos una invocación implorando misericordia.
Jesús es maestro de la ley, lleno de poder y de misericordia. En él ha amanecido el reino de Dios, que se revela en poder y misericordia a todos los hombres.
A los leprosos dirige Jesús la instrucción de cumplir la ley relativa a la purificación de la lepra, todavía antes de que hayan quedado limpios. «Esta será la ley del leproso para el día de su purificación» (Lev 14:2). En la obediencia a la ley, que les indica Jesús, hallarán salvación los leprosos. El que oye a Moisés y a los profetas, se salva (Lev 16:29). También el samaritano, que es un extraño para los judíos, halla la salvación por este camino. Por Jesús viene de los judíos al samaritano la salud (Jua 4:22).
15 Entonces uno de ellos, al verse curado, volvió atrás, glorificando a Dios a grandes voces, 16 y se postró ante los pies de Jesús, para darle las gracias. Precisamente éste era samaritano.
Probablemente se efectúa la curación mientras los leprosos estaban todavía en camino hacia el sacerdote. Uno de los curados regresa de inmediato. Glorifica a Dios alabándolo y dándole gracias. Dios actúa por Jesús. El curado pronuncia su alabanza de Dios delante de Jesús, postrándose a sus pies. Dios causa la salvación por Jesús. La gracia de Dios apareció en él. Esto se reconoce mediante la acción de gracias.
La proximidad de Dios causa profunda emoción. Quien experimenta la proximidad de Dios clama a grandes voces: los demonios (Jua 4:33; Jua 8:28), el pueblo a la entrada de Jesús en Jerusalén (Jua 19:37), Jesús mismo al morir (Jua 23:23; cf. Hec 7:60). Igualmente se postra de hinojos ante Jesús quien rinde homenaje a Dios presente en él: el padre de la hija moribunda (Hec 8:41); el leproso que implora su curación (Hec 5:12). En Jesús se hace visible el poder y la misericordia de Dios. Jesús es la epifanía de Dios. En él está presente el reino de Dios.
El curado que vuelve a Jesús es un samaritano. Como el samaritano compasivo estaba en el camino del Evangelio y del reino de Dios con sus buenos servicios llenos de compasión, así también lo está este samaritano por medio de su gratitud. La sencillez y los nobles sentimientos humanos son un camino hacia la salvación si van unidos a la fe en la palabra de Jesús, en la que se encierran la ley y los profetas. La palabra da fruto si se acoge en un «corazón noble y generoso» (Hec 8:15). En el samaritano se diseña el camino del Evangelio hacia los paganos.
17 Y Jesús replicó: ¿Pues no han quedado limpios los diez? ¿Dónde están los otros nueve? 18 ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino sólo este extranjero? 9 Luego le dijo: Levántate y vete; tu fe te ha salvado.
Jesús había esperado que volvieran todos y dieran gloria a Dios, por él. Por él vienen las gracias de Dios, por él se da gloria a Dios. «No hay salvación en otro hombre» (Hec 4:12). Sólo el extranjero regresa. El samaritano, que, como extranjero, no cuenta entre los hijos de Israel, no osa formular exigencias a Dios. Lo que recibe lo toma como presente de la gracia de Dios y da gracias. Los judíos no dan gracias porque son judíos y consideran como debidos los dones de Dios. Reciben del enviado de Dios lo que, según ellos, les corresponde. Les falta la actitud fundamental necesaria para recibir la salvación. En el extranjero se hallan actitudes que facilitan el acceso a ella: gratitud, alabanza, confesión de la propia pobreza delante de Dios. El camino de la salvación está abierto a todos, incluso a los extranjeros, a los pecadores, a los gentiles. Lo que salva es la fe, la decisión y entrega a la palabra de Jesús y a la acción salvífica de Dios a través de él.
b) La venida del reino de Dios y del Hijo del hombre (Lc/17/20-37)
Cuestiones relativas al tiempo final sirven de introducción a la segunda parte del relato del viaje (13,22 ss). También las hallamos al comienzo de la tercera parte. En el camino hacia la meta asedian el corazón las preguntas relativas al fin. A los fariseos se les habla de la venida del reino de Dios (17,20-21), a los discípulos, de la venida del Hijo del hombre. El reino de Dios está ya presente, el Hijo del hombre tiene todavía que venir. Este discurso combina una serie de frases de la tradición especial del tercer evangelio con otras que se hallan también en Mt 24s. El discurso tiene una estructura fácil de reconocer: Introducción (v. 22), la venida del Hijo del hombre como acontecimiento que no puede pasar inadvertido (v. 23s), necesidad de que antes padezca el Hijo del hombre (v. 25), la manifestación del Hijo del hombre, que sorprenderá a la generación sumida en los asuntos terrenos (v. 2S30), exhortación a estar preparados (v. 31-33), división de los hombres en el momento del retorno (v. 34 ss), conclusión (v. 37).
20 Preguntado por los fariseos cuándo había de llegar el reino de Dios, él contestó: El reino de Dios no ha de venir aparatosamente; 21 ni se dirá: Míralo aquí, o allí. Porque mirad: el reino de Dios ya está en medio de vosotros.
En el reino de Dios está reunido en una sola palabra todo lo que Israel aguarda para el futuro. Cuando Dios tome posesión de su reino, todo estará en regla. La pregunta de cuándo se verá satisfecha esta gran esperanza y expectación preocupaba a todos los ambientes: a los fariseos, a los apocalípticos y a los discípulos de Jesús (19,11; 21,7; Hec 1:6). Desde los tiempos del profeta Daniel se habían establecido cómputos para escudriñar este misterioso cuándo. Setenta años hubo de vivir Israel en la cautividad de Babilonia (Jer 25:11; Jer 29:10) antes de verse libre de ella, setenta semanas de años había ahora que aguardar la aparición del reino de Dios (Dan 9:2 ss). Insurrecciones, guerras, pestes, hambres, carestías, trastornos del orden moral, catástrofes de la naturaleza se consideraban como señales del tiempo mesiánico; en efecto, el tiempo de salvación irá precedido de grandes tribulaciones (Dan 12:1); el nuevo tiempo nacerá del antiguo bajo «dolores de parto» (Mar 13:8). Jesús anuncia el reino de Dios; tiene que responder a la pregunta de cuándo vendrá. Su respuesta les deja desconcertados. La aproximación del reino de Dios no puede observarse. Viene de tal forma que nadie puede decir: «Míralo aquí» o «Míralo allí». Los vaticinios y los cálculos salen fallidos. El reino de Dios ya está en medio de vosotros, ya esta presente (*).
Que el reino de Dios ha aparecido ya, se muestra en la acción de Jesús. Jesús expulsa los demonios con el dedo de Dios (Mar 11:20). Satán ha quedado sin fuerza (Mar 10:18), porque ya se ha inaugurado la soberanía de Dios. La ley y los profetas llegaban hasta Juan, desde entonces se anuncia el reino de Dios como buena nueva de victoria (Mar 16:16; Mar 4:21). Jesús satisface las esperanzas de Israel tocante al reino de Dios. Con Jesús se ha iniciado ya el tiempo de salvación prometido. ¿Qué se veía de él? ¿Cuáles de los grandes acontecimientos que se esperaban se han producido ya? ¿No son también éstas nuestras preguntas? Nosotros vivimos en el tiempo de salvación. El reino de Dios presente es «misterio» (Mar 4:11; Luc 8:10) que sólo se puede captar con la fe en la palabra de Jesús. Para el creyente está «visible» la presencia del reino de Dios en la acción del Espíritu Santo (Luc 24:49), al que Cristo exaltado envió a su Iglesia (Hec 1:4).
La palabra de Jesús habla sólo de la presencia del reino de Dios en medio de sus contemporáneos, pero no de que él mismo lo trae, de que está presente en él. Jesús desempeña la función de profeta de la salvación de los últimos tiempos, de pregonero de la misma, que conoce el misterio del reino de Dios. Sin embargo, él es más que esto. él expulsa los demonios con el dedo de Dios (Hec 11:20). Dios le ha dado su poder; por él reina Dios. Los fariseos debían quedarse pensativos al oír las palabras de Jesús.
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* De Luc 17:21 se dan principalmente dos traducciones y explicaciones: 1) El reino de Dios está en vosotros, en vuestro interior (en el corazón); 2) el reino de Dios está entre vosotros, en medio de vosotros. La mayoría de los autores modernos optan con razón por esta segunda explicación, por ser la única conciliable con las demás aserciones de Jesús relativas al reino de Dios. Esta traducción se interpreta de dos maneras: a) Cuando aparezca el reino de Dios, vendrá de repente (de golpe), sin que anteriormente se note nada de su venida; b) el reino de Dios está ahora ya entre vosotros. Esta interpretación parece preferible, pues no se habla de la venida repentina y de golpe; la respuesta de Jesús a las preguntas trata de mostrar que no tiene razón de ser observar el momento de la aparición del reino de Dios, o calcularlo, y buscar el lugar en que ha de aparecer.
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22 Luego dijo a los discípulos: Tiempo llegará en que desearéis ver siquiera uno de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis.
A los fariseos ha hablado Jesús del reino de Dios que ya está presente; a los discípulos les habla del Hijo del hombre, que ha de venir. Los discípulos son iniciados en el misterio que rodea al Hijo del hombre. Los días del Hijo del hombre se iniciarán cuando él aparezca en su esplendor regio (cf. 23,43), cuando se revele el poder divino que ha sido transmitido al Hijo del hombre (Dan 7:13), cuando se revele Cristo en su gloria como el elegido de Dios, cuando se acerque la redención (Dan 21:28). El Hijo del hombre es Jesús mismo (Dan 12:8 s). Con su acción se ha inaugurado el reino de Dios, pero todavía se aguardan los «días del Hijo del hombre».
Tiempo llegará… Así hablan los profetas que anuncian ruina (Jr 32; Dan 9:24; Dan 16:14; Dan 19:6; Dan 23:5.7; Amo 4:2 y passim). Jesús anuncia días de terror. La tribulación será tan grande que los discípulos mirarán con gran ansia hacia los días del Hijo del hombre y aguardarán ardientemente la venida del Mesías. Vivir uno solo de estos días les daría fuerza y consuelo; pero tienen que aguardar y perseverar con paciencia. El tiempo de la tribulación se extiende de la ascensión de Jesús a los cielos hasta su segunda manifestación. Los discípulos de Jesús andan desalentados con la cabeza baja (Amo 21:28); son perseguidos y duramente probados. Lo que en este tiempo de la Iglesia levanta los ánimos es la esperanza de la manifestación del Hijo del hombre.
La historia sagrada de Israel desemboca en el tiempo final. Este tiempo ha comenzado con Jesús; por él se ha cumplido el pasado, el fin ha comenzado ya a alborear. Sin embargo, todavía se aguarda la consumación definitiva. El reino de Dios ha llegado ya, pero al Hijo del hombre hay todavía que aguardarlo. El discípulo de Jesús vive en tensión entre lo que ya está presente y lo que todavía no se ha manifestado. Así pues, la vida de la Iglesia se desenvuelve entre realización y expectativa, entre posesión y esperanza, entre gozo y temor, «gozosos en la esperanza» (Rom 12:12).
23 Entonces os dirán: Míralo allí, míralo aquí; pero no vayáis ni corráis detrás. 24 Porque, como el relámpago fulgurante brilla de un extremo a otro del horizonte, así sucederá con el Hijo del hombre en su día.
En un tiempo tan atribulado es fácil prestar oído a todas las voces que anuncian redención. Surgen profetas e intérpretes de los signos. Anuncian que el Hijo del hombre y Salvador ya está aquí. Desde la Iglesia primitiva hasta nuestros tiempos no han faltado tales profetas, que anuncian ya como presente el final victorioso y beatificante que se acerca. Pero el discípulo de Jesús no debe dejarse engañar. Cuando venga el Hijo del hombre, el hecho no pasará inadvertido ni dejará lugar a duda. Este imponente acontecimiento es en sí mismo luz, que no podrá menos de verse. Cuando venga el Señor en su gloria, no hará falta que nadie se lo haga notar al otro. Todos verán y sabrán: Está aquí.
25 Sin embargo, primero es necesario que él padezca mucho y sea reprobado por esta generación.
Jesús camina hacia Jerusalén. Cuando llegue al término de su camino ¿establecerá poderosamente el reino de Dios y se revelará en gloria como el Hijo del hombre? Así habían creído los discípulos. «Cuando estaba ya cerca de Jerusalén, pensaban ellos que el reino de Dios iba a manifestarse inmediatamente» (Rom 19:11). Es designio y voluntad de Dios que Jesús llegue a la gloria pasando por la reprobación y la muerte. Tiene que sufrir mucho de parte de sus contemporáneos y ser condenado en juicio. El Hijo del hombre experimenta la suerte del siervo de Dios, que fue despreciado y abandonado por los hombres, varón de dolores y familiarizado con la enfermedad, como uno ante quien hay que cubrirse el rostro (Isa 53:3 ss). En el camino de Jesús se diseña también el camino de sus discípulos, el camino de la Iglesia. La Iglesia experimenta el sufrimiento y la tribulación, necesarios por designio divino, antes de alcanzar su gloria.
26 Y como ocurrió en los tiempos de Noé, así sucederá también en los días del Hijo del hombre: 27 comían y bebían, se casaban ellos y daban a ellas en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca, y llegó el diluvio, y acabó con todos. 28 Igualmente sucedió en los tiempos de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, plantaban y edificaban; 29 pero, el día en que salió Lot de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y acabó con todos. 30 Lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste.
Los días del Hijo del hombre comenzarán cuando el Hijo del hombre salga de su ocultamiento en el cielo (Col 3:3), se descubra y se manifieste (Cf. 1Co 1:7; 2Te 1:7; 1Pe 1:7.13). Entonces tendrá lugar la redención y la condenación, pues el Hijo del hombre es juez (*).
La venida del Hijo del hombre es una promesa confortante (1Pe 17:22) y una amenaza inquietante. Todavía no se ve y se hace esperar. Así pues, no se cuenta todavía con ella en la vida, no hay por qué preocuparse ni molestarse. La vida sigue su curso normal, se satisfacen las necesidades suscitadas por el hambre, la sed y el instinto sexual, se practica lo que asegura la existencia: negocios, trabajo, construcción de viviendas. No se concibe lo serio de la situación que supone la repentina venida del Hijo del hombre; no se toma en consideración que viene a juzgar; que la vida futura depende de su decisión es cosa que no entra en los cálculos.
Dos acontecimientos de la historia sagrada descubren lo grave de esta situación: lo que sucedió a los contemporáneos de Noé y de Lot (Gen 6:11-13; Gen 18:20 ss). La generación del diluvio y los habitantes de Sodoma quedaron excluidos del mundo futuro (Deu 32:32; Isa 1:10; Jer 23:14; Eze 16:45-59; 2Pe 2:6 s; Jud 1:7: tipos de los pecadores). No se dejaron mover a creer en el juicio venidero y a convertirse, por el testimonio de Noé, «predicador de justicia» (2Pe 2:7), y por «el justo Lot, que vivía entre ellos y día tras día se afligía en su alma justa por las malas obras que veía y oía». La sentencia cayó repentinamente sobre ellos. Un estribillo preñado de amenazas cierra la exhortación bíblica: «Y acabó con todos.» La catástrofe sobreviene por medio de fuego y agua. Estos dos elementos enseñan al hombre cuán poca consistencia tiene todo aquello en que se apoyan, cuán repentinamente se disipa lo que poseen. En ambos elementos se representa el juicio de Dios. «Al afirmar esto se les escapa que en otro tiempo hubo cielos y hubo tierra, salida del agua, que en medio del agua tomó consistencia por la palabra de Dios. Por ella, el mundo de entonces pereció en el diluvio. Pero los cielos y la tierra de ahora están guardados por la misma palabra, reservados para el fuego en el día del juicio y de la destrucción de los impíos» 2Pe 3:5-7).
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* Mat 25:31-46. «La verdadera función escatológica del Hijo del hombre en su segunda venida es, como en los textos judíos tardíos, sobre todo en el Henoc etiópico, la de juzgar… La función de juez, que en el Nuevo Testamento se atribuye también con frecuencia a Dios, está directamente relacionada con la representación del Hijo del hombre» (O. CULLMANN).
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31 En aquel día, el que esté en la terraza y tenga en la casa sus cosas, no baje a recogerlas; e igualmente, el que esté en el campo, no vuelva hacia atrás. 32 Acordaos de la mujer de Lot. 33 El que pretenda conservar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará.
¿Qué tendrá consistencia y valor aquel día, el día en que el Hijo del hombre aparezca en la gloria de su reino, en el que se ejecute el juicio sobre los hombres? Aun las cosas más imprescindibles habrán de abandonarse: los utensilios de la casa, los aperos e instrumentos para el cultivo del campo. Lo único importante y decisivo será en aquel día la venida del Señor. Todo se desvaloriza cuando se hace visible el verdadero valor, que consiste en poder salir airoso del juicio del Señor (Mat 21:36). Tal actitud escatológica debe marcar la vida entera del discípulo de Cristo. Sólo así se puede alcanzar la vida propiamente dicha, la vida en el reino de Dios, la salvación. Aquel cuyo corazón esté tan apegado a lo terreno, que no logre desprenderse resueltamente de ello, incurrirá en la perdición.
La mujer de Lot puede servir de escarmiento. Cierto que salió de la ciudad de Sodoma cuando sobrevino el castigo de Dios, pero, como seguía aficionada a lo que dejaba detrás, miró atrás y quedó petrificada, convertida en estatua de sal, como monumento «de un alma incrédula» (Sab 10:7). Sólo logra la verdadera vida quien está pronto a perder la vida terrena y el disfrute de esta vida cuando no hay otro medio de cumplir la palabra de Dios. La muerte engendra la vida. El Hijo del hombre tiene que padecer y ser reprobado antes de entrar en su gloria.
Aquel para quien la venida del Hijo del hombre haya de ser para su bien, para su salvación, debe estar animado de los mismos sentimientos que el discípulo que quiere seguir a Jesús. De éste se dice: «El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, cargue cada día con su cruz y sígame. Pues quien quiera poner a salvo su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, la pondrá a salvo» (Sab 9:23 s). Y luego: «Ninguno que ha echado la mano al arado y mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.» Seguir a Jesús en el tiempo de la Iglesia es tener puesta la mira en el Hijo del hombre que ha de venir. Esta manera de mirar al Hijo del hombre y de aguardarlo se inspira en el modo cómo los discípulos siguieron al Jesús histórico.
34 Yo os lo digo: en aquella noche, dos estarán a la misma mesa, el uno será tomado y el otro dejado; 35 dos mujeres estarán moliendo juntas: la una será tomada y la otra dejada.
Según la creencia judía, el Mesías vendrá en la noche pascual. Esta noche en que ha de venir aportará el juicio. Este comenzará con la separación de los justos y de los injustos (Mat 25:32). Los justos serán conducidos al Señor (1Te 4:16 s), los otros serán entregados a la perdición (Mat 13:48). La sentencia se pronuncia sobre todos, sobre hombres y mujeres; los sorprende en medio de su trabajo cotidiano. Dos hombres estarán sentados a la misma mesa, dos mujeres estarán moliendo juntas. La sentencia será muy diferente para ambos. ¿Qué es lo que determinará la sentencia? La vida del uno se pasa en comidas y cenas, la del otro en la espera de la venida del Hijo del hombre. Los unos están dormidos en su interior, los otros están en vela aguardando la gran promesa. Para unos la vida no va más allá del tiempo presente, otros tienen puesta la mira en una vida que comienza con la venida de Cristo. La decisión versa sobre la confesión de Jesús, sobre la obediencia a su palabra (Mat 13:26 ss).
37 Entonces le preguntan: ¿Dónde, Señor? El les contestó: Donde esté el cadáver, allí también se reunirán los buitres.
La pregunta por el cuándo abre el discurso sobre el tiempo final, la pregunta por el dónde, lo cierra. Preguntas curiosas, superficiales, distraen de lo esencial. El reino de Dios está presente. Viene el Hijo del hombre. La promesa está ya cumplida, pero todavía no en forma acabada. ¿Qué se desprende de esto?
Los cadáveres atraen a los buitres. Esto lo saben todos. Como los buitres son atraídos por los cadáveres, así será atraído por los hombres pecadores el juicio que condena. Lo importante no es la pregunta por el lugar del juicio, sino la cuestión de la liberación del pecado, la cuestión de la conversión. Cuando Jesús anuncia el tiempo final, exhorta a la conversión y a la penitencia. Proclama el reino de Dios de la misericordia, a fin de que la venida del Hijo del hombre no redunde en perdición.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
— quienes instiguen al pecado… caiga en pecado: De esta manera parece oportuno traducir los vocablos griegos que con frecuencia han sido transcritos lit. por: escándalo… escandalizar. En realidad, el término griego “skándalon” significa “trampa”, “tropiezo”, de donde pasó a significar figuradamente “ocasión de pecado”.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Piedras de tropiezo (cf. Mat 18:6, 7, 15, 21, 22; Mar. 9:42). El primero de una serie de dichos para los discípulos en esta sección es sobre aquellas cosas que provocan que las personas caigan en pecado, que son “piedras de tropiezo”, como dicen algunas versiones antiguas. Aunque sean inevitables en el mundo actual, sin embargo, Jesús advierte seriamente a sus discípulos sobre la posibilidad de llegar a ser la causa de que otros pequen, p. ej. tentándolos o siendo un mal ejemplo. Sería mejor que tales personas fueran ahogadas antes de poder hacer su mala acción más bien que sufrir el destino reservado para los tentadores. Por lo contrario, los discípulos debían ayudar a cualquier miembro de su grupo que cayera en pecado mostrándoles su error y estando dispuestos a perdonar, con la frecuencia que fuere necesario.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
17.1-3 Quizás Jesús hizo esta advertencia a los líderes religiosos que enseñaban a sus prosélitos con hipocresía (véase Mat 23:15). Perpetuaban un sistema maligno. Una persona que enseña a otras tiene una responsabilidad muy seria (Jam 3:1). Como los médicos, un maestro debe tener en mente este antiguo refrán: «Primero, no perjudiques».17.3, 4 Reprender no significa destacar cada pecado que vemos, sino mostrarle a la persona su pecado para que esta le preste atención, a fin de restaurarla en su relación con Dios y los demás seres humanos. Cuando le parezca que debe reprender a otro cristiano por un pecado, revise sus actitudes antes de abrir la boca. ¿Ama a esa persona? ¿Está dispuesto a perdonar? A menos que la reprensión no esté unida al perdón, no ayudará al pecador.17.5, 6 La petición de los discípulos fue genuina; querían la fe necesaria para tal perdón radical. Pero Jesús no se refirió de forma directa a su inquietud, porque la cantidad de fe no es tan importante como su propósito y autenticidad. ¿Qué es la fe? Es una dependencia total en Dios y una disposición para hacer su voluntad. No es algo que nos ponemos para mostrar a otros. Es obediencia total y humilde a la voluntad de Dios, disposición para hacer lo que nos mande. La cantidad de fe no es lo más importante, sino la clase de fe en nuestro Dios todopoderoso.17.6 El grano de mostaza es muy pequeño, pero está vivo y crece. Como esta semillita, una pequeña cantidad de fe genuina en Dios se enraizará y crecerá. Apenas visible al principio, empezará a esparcirse, primero bajo tierra y luego de manera visible. Sin embargo, cada cambio será gradual e imperceptible, pronto esta fe producirá mayores resultados que sacarán de raíz y destruirán lealtades que compiten entre sí. No necesitamos más fe; una pequeña semilla es suficiente si está viva y en crecimiento.17.7-10 Si obedecemos a Dios, solo cumplimos con nuestra obligación y debemos considerarlo un privilegio. ¿Sintió alguna vez que merece un crédito extra por servir a Dios? La obediencia es nuestro deber, no un acto de caridad. Jesús no considera nuestro servicio sin sentido ni inútil, ni nos deja sin recompensa. Ataca la injustificable autoestima y el orgullo espiritual.17.11-14 A estos leprosos se les demandó que se mantuvieran alejados de otras personas y que anunciaran su presencia si alguien se les acercaba. Algunas veces los leprosos entraban en remisión. Si un leproso pensaba que ya no tenía lepra, se suponía que debía presentarse a un sacerdote que podría declararlo limpio (Levítico 14). Antes que sanaran, Jesús envió a los diez leprosos al sacerdote, ¡y sanaron! Respondieron con fe y Jesús los sanó en el camino. ¿Es su confianza en Dios tan grande que cree lo que El dice aun antes de suceder?17.16 Jesús sanó a los diez leprosos, pero solo uno regresó para darle las gracias. Es posible recibir grandes regalos de Dios con un espíritu ingrato, nueve de los diez leprosos actuaron así. Sin embargo, el leproso agradecido aprendió que su fe jugó un papel importante en su curación. Así pues, los cristianos agradecidos crecerán en el conocimiento de la gracia de Dios. Dios no demanda que le demos gracias, pero se complace cuando lo hacemos y usa nuestro espíritu de agradecimiento para enseñarnos más acerca de El.17.16 Este hombre además de leproso era samaritano, raza despreciada por los judíos por su idolatría y por ser medio judíos (véase la nota a 10.33). Una vez más Lucas señala que la gracia de Dios es para todos.17.20, 21Los fariseos preguntaron cuándo vendría el Reino de Dios sin darse cuenta de que ya había llegado. El Reino de Dios no es como uno terrenal con límites geográficos. Más bien consiste en la obra del Espíritu de Dios en las personas y sus relaciones. Hoy en día debemos resistirnos a ver las instituciones o programas como evidencias del progreso del Reino de Dios. En su lugar, debemos atender a lo que Dios hace y puede hacer en el corazón de las personas.17.23, 24 Muchos dirán ser el Mesías y otros que Jesús volvió, y bastante les creerán. Jesús nos advierte para que nunca tomemos en serio tales informes, sin importar cuán convincentes resulten. Cuando Jesús vuelva, su poder y presencia será evidente para todos. Nadie necesitará difundir el mensaje porque todos lo verán.17.23-36 La vida andará por su rumbo el día que Cristo vuelva. No habrá advertencia previa. La gente cumplirá sus tareas cotidianas, indiferente a las demandas de Dios. Se sorprenderá con la venida de Cristo, como las personas en el día de Noé cuando vino el diluvio (Gen 6:8) o la gente en los días de Lot durante la destrucción de Sodoma (Génesis 19). No sabemos el día ni la hora del regreso de Cristo, pero sabemos que vendrá. Quizás sea hoy o mañana o en siglos futuros. De cualquier modo debemos estar listos. Viva como si Jesús viniera hoy.17.26-35 Jesús advirtió en contra de una falsa seguridad. Debemos abandonar los valores y preocupaciones de este mundo a fin de estar listos para la venida de Cristo. Esto ocurrirá de repente, cuando El venga no habrá una segunda oportunidad. Se llevarán algunos para estar con El y el resto se quedará atrás.17.37 Para responder la pregunta de los discípulos, Jesús se refirió a un proverbio familiar. Un águila revoloteando sobre nuestra cabeza no significa mucho, pero la unión de muchas águilas significa un cuerpo muerto en descomposición. Asimismo, quizás «una señal del fin» no signifique mucho, pero cuando las señales se multiplican con rapidez, su Segunda Venida está cerca.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 1022 1Co 11:19
b 1023 Mat 26:24; Jud 1:11; Rev 2:14
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Véanse coments. en Mt 18:6, 7.
Fuente: La Biblia de las Américas
152 (g) LA RENOVACIÓN INTERIOR DE LOS DISCÍPULOS (17,1-10). La mayor parte de esta segunda fase del relato lucano del viaje (13,22-17,10) se ha relacionado con la oposición a Jesús y a sus discípulos. En su conclusión, Lucas regresa al tema iniciado en 13,22-30: la renovación. El material de los vv. 1 -6 procede en su mayor parte de Q; los vv. 7-10 son propios de Lucas. 1-2. Severa advertencia a los discípulos para que no provoquen que sus hermanos y hermanas abandonen el camino cristiano. 1. tentaciones: En su caminar con Jesús, los discípulos, como cualquier persona, pueden caer en el mal ejemplo, en el comportamiento nada edificante y en el escándalo. 2. piedra de molino: Posible alusión a la piedra de basalto, bastante común en Palestina, que pesaba cientos de kilos. Ponerse una piedra de molino como traje de baño provocaría rápidamente que el nombre del tentador fuese eliminado de la lista de los vivientes, uno de estos pequeños: Los discípulos pueden ser tan débiles como los niños ante la poderosa fuerza de la persona que les hace caer en la apostasía. ¿Son los dirigentes de la Iglesia la causa del escándalo? Cf. vv. 7-10; → 136 supra. 3-4.perdona: Los discípulos no sólo deben rezar el Padrenuestro, sino que deben hacerlo vida perdonándose sin límites (→ 128 supra). 5-6. Lo que los discípulos necesitan, por encima de cualquier otra cosa, para el camino, es una fe más profunda en el Dios de Jesucristo, que puede, efectivamente, liberarlos de toda oposición y fuerza destructiva. 6. morera: Un árbol grande con un amplio sistema de raíces. No sólo sería difícil arrancarlo de raíz, sino también hacerlo crecer en el agua. La fe auténtica puede producir cosas extraordinarias. 7-9. siervo: Ésta es la otra cara de la moneda de 12,35-37, que subrayaba la gratuita misericordia de Dios hacia los discípulos (→ 136 supra). El acento recae aquí en el ministerio responsable de los dirigentes eclesiásticos que cultivan el campo de la Iglesia y pastorean su rebaño. 10. indigno: No se trata de que los discípulos no sean dignos en sí mismos o en su compromiso por el Señor. El hecho de que los discípulos hayan cumplido con su deber no les da derecho a reivindicar ante Dios que son dignos de su misericordia. La misericordia es siempre un don.
153 (C) Parte tercera de la instrucción sobre el sentido del camino cristiano (17,11-19,27). En las últimas etapas de su viaje hacia Dios, concluye Jesús sus instrucciones sobre el significado de su seguimiento.
(a) Gratitud y fe del leproso samaritano (17,11-19). Este milagro es exclusivo de Lucas, y es el cuarto en su relato del viaje (cf. 11,14; 13,10-17; 14,1-6). «En cada uno de ellos, lo fundamental no es el hecho milagroso, sino la enseñanza que surge de él» (Ellis, Luke 209). En este caso, la enseñanza tiene un sentido cristológico, soteriológico, escatológico y parenético. 11. entre Samaría y Galilea: No deberíamos exigir al texto una precisión geográfica. Para Lucas son importantes dos cosas: Jesús está en camino hacia Jerusalén y hacia su cita con la voluntad de Dios; y puesto que está cerca de Samaría, puede encontrarse con un leproso samaritano. 12. diez leprosos: → 73-74 supra. Altas y sólidas barreras separaban a estos hombres de sus hermanos y hermanas. 14. Cf. Lv 13,49. 15. viéndose: «Sólo el samaritano ve y comprende totalmente lo que ha ocurrido en realidad. Su visión le permite comprender no sólo que ha sido curado, sino que ha encontrado la salvación de Dios. Su retorno a Jesús equivale a su conversión» (H. D. Betz, JBL 90 [1971] 318). alabando a Dios: Favorita respuesta lucana a la manifestación del poder y misericordia de Dios (cf. 2,20; 5,25;.26; 7,16; 13,13; 18,43; 23,47; Hch 4,21; 21,20). Tanto aquí como en el v. 18, la cristología está en primer plano: el leproso samaritano alaba a Dios por lo que Jesús, agente de Dios, ha realizado. También resulta relevante el cumplimiento escatológico. Lo que había sido prometido en 2 Re 5,8-19a, y repetido en Lc 4,27 y 7,22, ha llegado a su cumplimiento con Jesús: La salvación de Dios es para todos los pueblos. Cf. W. Bruners, Die Reinigung der zehn Aussátzigen und die Heilung des Samariters Lk 17,11-19 (FB 23, Stuttgart 1977). 16. dándole las gracias: Lucas opone gratitud a ingratitud, convirtíéndola al mismo tiempo en parénesis, un samaritano: Esta palabra está en el texto en posición enfática. Sobre los samaritanos, cf. 9,51-55; 10,25-37; Hch 8,4-25. Es de fuera del pueblo elegido de donde Lucas saca a su héroe. 19. tu fe te ha salvado: Suena el mensaje soteriológico de Lucas. Jesús es el que salva de la enfermedad e integra en la comunidad humana. En él encuentran los discípulos la realización de la plenitud humana.
154 (b) FIDELIDAD EN LA ESPERA DE LA LLEGADA DEL HIJO DEL HOMBRE (17,20-18,8). Lucas convierte un material de carácter escatológico en exhortaciones que Jesús dirige a los discípulos durante el viaje, mezclando material exclusivo con otro procedente en su mayor parte de Q (17,20-37). El retraso de la llegada de Jesús, el Hijo del hombre, apenas causa problemas a los discípulos cuando todo marcha bien. Los problemas se multiplican cuando surgen las persecuciones (17,25.33) y el Dios de Jesús se retrasa en la vindicación del elegido (18,1-8). 20-21 .fariseos: →76-77 supra. Estos cristianos, estrechos de mente, son incapaces de ver y comprender la presencia del reino de Dios en acontecimientos como la curación por Jesús de los leprosos impuros y la fe agradecida de un samaritano (17,11-19), acontecimientos que prefiguran la misión de la Iglesia a los gentiles. 22-23. En 21,5-36, presentará Lucas un discurso escatológico suplementario. Mientras que aquél acentúa los acontecimientos que conducen a la venida del Hijo del hombre, éste pone el énfasis en el carácter imprevisible de la venida de Jesús (vv. 22-25) y en la falta de preparación de la gente (vv. 26-37). Cf. Flender, Luke (→28 supra) 13-15. 25. es preciso que sufra mucho: Este versículo procede de Lucas y da una orientación cristológica al material escatológico tradicional. Tras la humillación de la cruz, Jesús, el Hijo del hombre, ha sido glorificado (cf. 9,22). Én su camino hacia la gloria, los discípulos no podrán esquivar el sufrimiento a causa de su nombre (cf. Hch 5,41; 14,22). 26. El foco se traslada desde el carácter imprevisible de la venida de Jesús a la necesidad de preparación de los discípulos durante el Camino. 27-30. comían, bebían…: Los discípulos deben tener cuidado de que las preocupaciones cotidianas no sustituyan la espera activa y personal del regreso de Jesús. 31-32. Los discípulos están preparados para el regreso de Jesús cuando renuncian a su apego a las posesiones. 33. quien pierda su vida: cf. 9,24-25, en el contexto de la predicción de Jesús de su rechazo y vindicación (9,22). En cuanto al sufrimiento que experimentarán por su fidelidad a Jesús, se aconseja a los discípulos que ponderen una vez más cuál es realmente el sentido de la vida. 34-35. tomado… dejado: El contexto de Noé y Lot indica que estos discípulos serán liberados de la destrucción mientras que otros serán abandonados a ella. De nuevo, Lucas utiliza ejemplos tanto de hombres como de mujeres. «La máxima intimidad en esta vida no es garantía de igualdad de condiciones ante la venida del Hijo del hombre» (Plummer, Luke, 409). 36. Este versículo no aparece en los manuscritos más fiables. 37. águilas: La venida del Hijo del hombre es tan segura como cierto es el hecho de que hay cadáver cuando vemos sobrevolar aves de presa.
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
Los versículos que quedan citados nos enseñan, primeramente, que el que es ocasión de escándalo ó de tropiezo á sus semejantes, comete un gran pecado.
Nuestro Señor Jesucristo dice:»¡Ay de aquel por quien vienen escándalos! Mejor le seria si una piedra de molino de asno le fuera puesta al cuello, y fuese echado en la mar, que escandalizar á uno de estos pequeñitos..
¿Cuándo es que los hombres escandalizan? ¿Cuándo sirven de tropiezo? Sin duda, cuando persiguen á los creyentes, ó cuando procuran impedir á otros que sirvan á Cristo. Mas esto, por desgracia, no es todo: los que hemos profesado la fe cristiana también escandalizamos y servimos de tropiezo. Hacemos esto siempre que por nuestro mal humor, nuestras palabras ociosas ó nuestros hechos pecaminosos, deshonramos la religión que pretendemos venerar; siempre que hacemos esa religión antipática á los ojos del mundo por medio de una conducta que esté en pugna con las creencias que profesamos. Si bien es cierto que el mundo no entiende á veces las doctrinas y los principios de los creyentes, sí tiene un ojo muy perspicaz para notar su conducta.
El pecado contra el cual nos previene nuestro Señor fue cometido por David. Cuando él quebrantó el séptimo mandamiento y tomó como esposa la mujer de Urías, el profeta Natán le dijo:»Hiciste blasfemar á los enemigos de Jehová» 2Sa 12:14. Fue así mismo el pecado de que S. Pablo acusó á los Judíos cuando dijo:»El nombre de Jehová es blasfemado por causa vuestra entre los gentiles» Rom 2:24 Y por último, es el pecado del cual el mismo apóstol ha suplicado á los cristianos que se guarden:»Sed sin ofensa á Judíos, á Griegos y á la iglesia de Dios» 1Co 10:32.
Preguntémonos á menudo si estamos haciendo bienes ó males en el mundo. No podemos ser verdaderos cristianos y desentendernos del bien de los demás.
Muchos de nuestros semejantes espían nuestra conducta, á fin de juzgar de nosotros más bien por lo que ven que por lo que oyen. Y si llegan á percibir que contradecimos con nuestras acciones lo que hemos profesado con los labios, natural y justo es que se escandalicen. Procuremos que nuestra religión resplandezca á los ojos de los hombres, y ornamentemos la doctrina de Cristo con buenos hechos. Huyendo de toda tentación y de los pecados que más nos dominen, esforcémonos cada día por vivir de tal suerte que nuestros semejantes no hallen en nosotros falta alguna.
En estos versículos se nos enseña, además, que debemos ser indulgentes con los demás. Nuestro Señor Jesucristo dice:»Si pecare contra ti tu hermano, repréndele, y si se arrepintiere perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día se volviere á ti diciendo: Pésame: perdónale.
El deber cristiano de perdonar las injurias es uno de los que se recomiendan en el Nuevo Testamento con más ahínco. En la oración dominical ocupa un lugar prominente: lo único que en esa oración profesamos hacer es «perdonar á nuestros deudores» También nos sirve para determinar si hemos sido perdonados. Si uno no puede perdonar á su prójimo las pocas faltas que contra él haya cometido, es bien seguro que no sabe por experiencia propia lo que es el eterno perdón que Cristo otorga á los que creen en El. Mat 17:35; Eph 4:32.
El cumplimiento de dicho deber nos ayuda así mismo á conocer si El Espíritu Santo mora en nosotros ó no. El Espíritu Santo se manifiesta en el corazón del hombre por medio de los frutos que produce en su vida. El hombre que no ha aprendido á sobrellevar las flaquezas de sus semejantes, y á disimular y tolerar mucho, no » ha nacido del Espíritu.» 1Jo 3:14; Mat 5:44.
La doctrina que nuestro Señor sienta en este pasaje tiene por objeto promover la humildad y la mansedumbre entre los hombres, y demuestra claramente cuan opuestas al espíritu del Evangelio son las prácticas del mundo. ¿Quién hay que ignore que muchos de los que han sido bautizados en la iglesia cristiana se hacen notar por implacables? Millares de personas que comulgan y profesan creer en el Evangelio, se enojan muy pronto por la más pequeña manifestación de lo que ellos llaman conducta ofensiva, y está prontas á querellarse por las cosas más insignificantes. La misma observación es aplicable á todas las personas de ese jaez, á saber que de esa manera se hacen la vida amarga y manifiestan que no son dignas del reino de Dios. La intolerancia y el ánimo irritable son señales seguras de que no ha habido arrepentimiento. ¿Qué dice la Escritura sobre este asunto? «Porque mientras que hay entre vosotros celos, y contiendas, y disensiones, ¿no sois carnales y andáis como hombres?.
Pocos pasajes hay que deban hacer que el cristiano se sienta más humillado y que advierta con tanta presteza la necesidad de la sangre expiatoria de Cristo, como los versículos de que hemos estado tratando, ¡Cuántas veces no hemos sido para otros ocasión de escándalo! ¡Cuan á menudo no hemos abrigado sentimientos de rencor, de odio, ó de venganza! No debiera ser así. Cuanto más practiquemos preceptos como los que contiene este pasaje, tanto más atractiva haremos nuestra religión, y tanto mayor serán nuestra calma y serenidad espirituales.
Fuente: Los Evangelios Explicados
Dijo… M↓ añaden Jesús.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R721 Διʼ οὗ equivale a τούτῳ διʼ οὗ, que significa: de aquel por quien.
R1040 Τοῦ con el infinitivo se usa como el sujeto del verbo: imposible es que no vengan tropiezos (comp. M129; el genitivo es sugerido aparentemente por la idea de tropezar, o de evitar, que hay en el adjetivo ἀνένδεκτον -B405).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, escándalos
Fuente: La Biblia de las Américas
M i añaden Jesu250?s.
17.1 Lit. venir.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
Del escándalo. De la corrección fraterna. De la eficacia de la fe. De la humildad. Sana el Señor a diez leprosos, y sólo uno, que era samaritano, vuelve a darle gracias. De la venida del Señor, que dice que cogerá a los hombres de sorpresa, como cogió el diluvio al mundo, y como vino a Sodoma su entera ruina y desolación.
2 a. MS. Molar.
4 b. Siete veces al día quiere decir muchas veces. En San Mateo (18,22), se dice que setenta veces siete.
5 c. Pidiendo los discípulos al Maestro el aumento de fe, reconocen abiertamente su divinidad y el poder que tenía sobre el corazón de los hombres.
10 d. Con esta semejanza pretende el Señor curar la vanidad de aquellos hombres, que, cuando han hecho alguna cosa buena, quieren luego entrar a cuentas con Dios. Un amo no tiene obligación de mostrarse agradecido a un siervo que le hace los servicios ordinarios a que está obligado. Pues, siendo Dios nuestro Criador y nuestro Señor, y nosotros sus criaturas, y los interesados en su servicio, ¿cómo no nos podremos tener por muy dichosos con que solamente se vuelva a mirar nuestras obras, sabiendo que si le han de ser agradables, sólo pueden serlo por un efecto de su gracia? ¿Y cómo no nos llamaremos siervos inútiles, cuando todo lo que hacemos le pertenece de justicia?
12 e. Porque la ley los obligaba a habitar fuera de poblado, y apartados del comercio de los otros (Núm 5,2).
13 f. MS. Castigador.
14 g. A quienes tocaba el conocimiento de la lepra (Lev 13; 14). Esto se lo ordenó el Señor para probar su fe.
16 h. Los otros nueve eran judíos.
19 i. De estas palabras parece inferirse, que además de la salud del cuerpo, le concedió el Señor la del alma, a diferencia de los otros nueve, que solamente quedaron sanos en el cuerpo.
20 j. El reino de Dios: quiere decir, el Mesías a reinar. Mas sabed que el reino de Dios y del Mesías prometido no vendrá con el aparato, pompa y magnificencia exterior que vosotros os imagináis.
21 k. El reino del Mesías es todo interior y espiritual, y no tiene su asiento en un lugar determinado, como los príncipes de la tierra ponen su trono en una de las ciudades que les están sujetas.
l. Quiero decir: El Mesías que esperáis ya ha venido; y está en medio de vosotros. Los fariseos, que estaban llenos de orgullo no formaban una parte de este reino, que es un reino de humildad y de dulzura; mas les enseñaba el Señor a buscarle, no en la pompa exterior de un poder temporal, semejante al de los príncipes del siglo, sino en el fondo mismo del corazón del hombre, en donde Dios debía establecer principalmente su reino por su espíritu y por su gracia.
22 m. Acordándoos del tiempo que gozásteis de su presencia y de su conversación, y comprando a cualquier precio el consuelo de verle y oirle, para tener esfuerzo con sus palabras y consejos en medio de las tribulaciones que habéis de padecer; mas no lo veréis, porque el Esposo os habrá sido ya quitado, y será aquel para vosotros un tiempo de luto y de tristeza (Mt 9,15; Mc 2,20).
24 n. Véase la nota a Mt 24,27.
25 o. MS. E seer afontado desle linnage.
31 p. Véase la nota a Lc 12,3.
q. Los tejados eran planos, y estaban balaustrados alrededor, para impedir que alguno cayese, y las escaleras para subir o bajar caían en lo exterior de la fábrica; de manera que se podía subir o bajar sin entrar en la casa. Y esto es lo que insinúa aquí el Señor, que bajasen luego, sin entrar adentro para tomar alguna cosa.
r. El Griego: eis tá opíso, a lo que deja atrás.
32 s. La pena que sentía la mujer de Lot dejando sus bienes, la hizo volver la cabeza para ver lo que pasaba, contra la expresa orden de Dios; y por eso quedó convertida en estatua de sal. La sal, dice San Agustín, es símbolo de la sabiduría; y cuando el Señor encarga a sus discípulos que se acuerden de esta mujer convertida en sal, les advierte, que sean sabios, y escarmienten en su cabeza, no mirando jamás hacia atrás, como si conservasen aun algún gusto de los bienes que han dejado.
33 t. Mt 10,39. La muerte temporal de nuestros apetitos nos produce la vida eterna.
34 u. Llama noche al día del juicio; porque lo será de calamidad y desolación.
36 v. Como si le dijeran: ¿Y en dónde se hará esta separación tan terrible? Y el Señor les responde con esta especie de proverbio, dándoles a entender, que así como un cuerpo muerto atrae las águilas, y toca las otras aves que se alimentan de carne; del mismo modo los escogidos, figurados por las águilas, se juntarán el día del juicio en un instante con Jesucristo en medio de los aires, por el poder de su espíritu, que tendrá la fuerza de reunirlos todos como los miembros a su divina cabeza.
Fuente: Notas Bíblicas
[2] Comportamiento en Israel.
[3] El asunto no es cuán inmensa es nuestra fe, sino cuán grande grande es nuestro YHWH, ya que aún una pequeña semilla de fe Lo conmueve.
[4] El remez, o alusivo es que nuestra fe en el mensaje del reino es comparado a los árboles de rectidud, o Israel, plantados en el mar de las naciones, y con nuestra fe los encontramos y plantamos en Torah, aún mientras que deambulan en las naciones.
[5] El norte, o tierra de Efrayím donde Samaria fue la capital.
[6] Diez hombres son las diez tribus de Israel no Judía. Ellos son leprosos, como la lepra está conectada a un estado continuo de no limpieza ritual, ya que Efrayím se convirtió en no limpio en las naciones como gentiles.
[7] “Lejos.” Una alusión, o eufemismo de la Escritura para las diez tribus que estaban lechos de Israel y Torah.
[8] La voz de Efrayím en su retorno a Israel.
[9] Yahshua, instruye las diez tribus, en su retorno a cumplir la Torah, que era lo que estaban haciendo cuando fueron limpiados.
[10] Mientras YHWH está llamando a todas las diez tribus a que retornen en arrepentimiento, sólo un remanente de Israel- Efrayím contestará esa llamada, mientras otros reciben las bendiciones de el Moshiach, pero no retornarán en obediencia total y dando gracias. También extranjeros sin sangre Israelita se convierten en Israel, cuando retornán a YHWH con una actitud de agradecimiento basada en la Torah.
[11] Solo un retorno completo a través de Yahshua lleva a salvación completa.
[12] Empieza con un anhelo interior. El anhelo interior lleva a entrar. Esto no quiere decir que el reino no se manifestara en la tierra.
[1] Juicio vino el mismo día que los justos fueron sellados y protegidos, y en esa manera será el regreso de el Moshiach. No habrá un intervalo entre el sellado y protección de los justos, y la venida del juicio, como la teología del arrebatamiento pretribulacionista enseña.
[2] Es claro de este versículo y la comparación a los días de Noaj, que los que son “tomados” nos son los salvados pero los perdidos. Si hubiera cualquier duda, este versículo lo aclara, cuando los discípulos preguntaron donde esos “tomados” irán, y cual será su fin. Yahshua, les responde diciéndoles que eso “tomados” irán a las aves de rapiña para comida y juicio. Como Israel, deberías orar en ser dejado atrás.
[14] Lev 13; Mat 8, 4
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat