Comentario de Lucas 18:35 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Aconteció, al acercarse Jesús a Jericó, que un ciego estaba sentado junto al camino, mendigando.
18:35 Aconteció que acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando; 36 y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. — Era ciego pero no sordo. Aprovechó la facultad que tenía. Recuérdese que la fe viene por el oír (Rom 10:17).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
acercándose él a Jericó. Mat 20:29, Mat 20:30; Mar 10:46, Mar 10:47.
un ciego … mendigando. Luc 16:20, Luc 16:21; 1Sa 2:8; Jua 9:8; Hch 3:2.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Jesús estaba cerca de Jerusalén: Jericó se encontraba aproximadamente a veintisiete kilómetros de la ciudad.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Jericó. Vea la nota sobre Mar 10:46. ciego. En realidad se trataba de dos hombres ciegos. Es probable que uno de ellos habló en representación de ambos. Vea la nota sobre Mat 20:30.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
18:35 Aconteció que acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando; 36 y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. – Era ciego pero no sordo. Aprovechó la facultad que tenía. Recuérdese que la fe viene por el oír (Rom 10:17).
Fuente: Notas Reeves-Partain
UNO QUE NO QUERÍA CALLAR
Lucas 18:35-43
Cuando Jesús se iba acercando a Jericó, sucedió que había un ciego que estaba pidiendo limosna sentado al borde del camino; y, cuando oyó que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía, y le dijeron que es que pasaba por allí Jesús el Nazareno. Entonces el ciego se puso a gritar:
-¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!
Los que estaban delante se metían con él para que se callara; pero él chillaba cada vez más:
-¡Hijo de David, ten compasión de mí!
Entonces Jesús se paró donde estaba, y dijo que le trajeran al ciego; y cuando le tuvo cerca, le preguntó:
-¿Qué es lo que quieres de Mí?
-¡Pues que pueda ver, Señor! -le contestó el ciego.
-¡Pues ve! ¡Tu fe te ha salvado! -le dijo Jesús.
E inmediatamente el ciego pudo ver, y seguía a Jesús dando gloria a Dios; y todo el pueblo que había presenciado el milagro también se puso a alabar a Dios.
Lo que más resalta en esta historia es la insistencia a toda prueba del ciego. Jesús iba de camino hacia Jerusalén para la Pascua, y en esa época del año había muchos peregrinos que hacían el viaje juntos. Una de las maneras más corrientes de enseñar que tenían los rabinos era mientras andaban, y eso era lo que Jesús estaba haciendo en aquel momento, mientras todos los otros peregrinos se agolpaban a su alrededor para no perder nada de lo que decía. Cuando pasaba por un pueblo un grupo tal de peregrinos, los del pueblo que no podían ir a la fiesta se ponían en fila al borde del camino para ver a los que pasaban y desearles buen viaje.
El ciego estaba sentado entre todos los que había al borde del camino; y, cuando oyó el murmullo del gentío que se acercaba, preguntó qué sucedía, y le dijeron que era que pasaba Jesús. Inmediatamente se puso a gritar pidiéndole a Jesús que se compadeciera de él. La gente hizo lo posible para que se callara. Los que estaban cerca de Jesús no podían escucharle en paz por culpa del ciego. Pero no se callaba por nada del mundo, sino que chillaba todavía más. La palabra que se usa en el versículo 39 para chillar es diferente de la del 38, que sólo indica dar voces para atraer la atención. La del 39 representa el grito instintivo que surge de una emoción incontrolable, casi un aullido animal. La palabra indica la total desesperación del ciego. Jesús se detuvo, y el ciego recibió la vista que tan apasionadamente deseaba.
Esta historia nos enseña dos cosas:
(i) Acerca del ciego, nos dice que estaba empeñado en encontrarse cara a cara con Jesús. Nada le hacía cejar. Se negaba a callarse y contenerse. El sentimiento de necesidad le impulsaba a la presencia de Jesús. Esa es la actitud que debe tener todo el que espera un milagro. No es suficiente tener un deseo sentimental para poner en acción el poder de Dios; hace falta un ansia intensa y apasionada que brota de lo más íntimo del corazón.
(ii) Acerca de Jesús, nos dice también algo. En aquel momento estaba hablando con la multitud como un rabino; pero se detuvo y lo dejó todo ante la llamada angustiosa del ciego. Había un alma necesitada, y eso era más importante que lo que estaba diciendo. Alguien ha dicho que muchos maestros no hacen más que lanzar consejos impertinentes a alguien que se está ahogando en un mar tempestuoso. Jesús no era así, sino que se tiraba al agua para salvar al que se estaba ahogando. Hay personas que no saben decir cosas bonitas, pero que siempre están dispuestos a ayudar al que está en necesidad. Admiramos al orador elocuente; pero amamos al de buen corazón que deja lo que sea para socorrer al necesitado.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
La curación de un ciego (ver Mat. 20:29-34; Mar. 10:46-52). Las dos historias finales de esta sección son sobre personas que respondieron al llamado de Dios dado por Jesús. Hijo de David era una forma de designar al Mesías (ver Isa. 11:1-10; Jer. 23:5, 6; Eze. 34:23, 24; Luc. 20:41-44). El ciego fue insistente (cf. 18:1) al pedir ayuda a pesar de los que trataban de silenciarlo y Jesús respondió a esa fe.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
s 1108 Mat 20:29; Mar 10:46
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Véanse coments. en Mt 20:29– 30.
Fuente: La Biblia de las Américas
35 (1) Esto quiere decir que el Salvador sanó al hombre ciego antes de entrar en Jericó. Pero según Mat_20:29 y Mar_10:46 , la sanidad ocurrió al salir de Jericó. La narrativa de Lucas tiene un significado espiritual. El hombre ciego recibió la vista y luego en 19:1-9 Zaqueo fue salvo. Esto indica que para recibir la salvación primero se requiere la vista para ver al Salvador. Estos dos casos, que ocurrieron en Jericó uno después del otro, deben ser considerados espiritualmente como un caso completo. Un pecador que está en tinieblas necesita recibir la vista para reconocer que necesita salvación ( Hch_26:18). Lo tratado en 18:35 19:10 muestra cómo puede uno cumplir las condiciones reveladas en los vs.9-30, para entrar en el reino de Dios. Es decir, primeramente recibir la vista de mano del Salvador (vs.35-43) y luego recibir al Salvador como salvación dinámica (19:1-10). De este modo, el hombre ciego pudo ser como el recaudador de impuestos arrepentido y el niño libre, para recibir al Salvador, y Zaqueo pudo renunciar a todas sus riquezas para seguirle. La manera de entrar en las cosas espirituales es recibir la vista de parte del Señor y recibir al Señor mismo.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
un ciego. Acerca de las diferencias en los relatos de los Evangelios, véase nota en Mat 20:29-34.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
El milagro referido en estos versículos es sobre manera instructivo: fue uno de los muchos hechos maravillosos que demostraron al mundo que Jesús había sido enviado por el Padre. Pero lo que es todavía, más, en él se revelan ciertas verdades espirituales que merecen atenta consideración.
Percibimos en este pasaje, en primer lugar, cuan importante es emplear diligentemente perseguir la consecución de un objeto con los medios que se hayan puesto á nuestro alcance. Se nos habla de cierto ciego que estaba sentado junto al camino mendigando. En vez de permanecer en su casa en la inacción, habla buscado el paraje donde su desdicha llamase más la atención pública; y la narración que tenemos á la vista demuestra que obró discretamente. Estando cerca del camino oyó decir qué Jesús pasaba, é inmediatamente imploró su misericordia en alta voz. No perdamos de vista esta verdad: que si ese desgraciado no se hubiera sentado entonces junto al camino, habría tal vez permanecido ciego hasta la hora de su muerte.
Quienquiera que desee obtener la salvación hará bien en traer á la memoria la conducta de este ciego, y emplear con empeño y constancia todos los medios de gracia. Bien hará en sentarse junto al camino, es decir, donde quiera que se lea la palabra y se predique el Evangelio y se congregue el pueblo de Dios. Esperar qué la gracia divina penetre en nuestros corazones, aunque todos los domingos permanezcamos en nuestras habitaciones sin hacer nada, y sin ir á los lugares en que se celebra el culto, es presunción y no fe, cierto es que Dios ha dicho: «Tendré misericordia del que tendré misericordia.» Más también es cierto que, por lo regular, Dios se apiada de los que emplean los medios ordinarios que ha establecido. Es cierto que algunas veces los que no buscan á Cristo le hallan; pero también es cierto que los que lo buscan de veras siempre le hallan. El que profana el domingo, descuida la lectura de la Biblia y rehúsa orar, está por tales actos desdeñando la misericordia y labrando la perdición de su alma. De tales personas no puede decirse con verdad, que se sientan junto al camino.
En este pasaje podemos ver, también, un ejemplo que pone en claro nuestro deber acerca de la oración. Se nos refiere que cuando el ciego supo que Jesús pasaba dio voces diciendo: » Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí.» También se nos refiere que cuando algunos lo reñían para que callase, él clamaba mucho más. Sintiendo como sentía el peso de su aflicción, no le faltaron palabras con que expresar sus deseos, y la censura de personas para quienes los sufrimientos de un ciego eran desconocidos, no fueron parte á hacerlo callar. Clamaba porque sufría, y su perseverancia fue premiada: ese mismo día recibió la vista.
Ahora bien, lo que el ciego hizo para obtener alivio de sus padecimientos corporales, es lo que nosotros debemos hacer para lograr la paz de nuestras almas. Nuestra necesidad es mucho más apremiante. El dominio del pecado es una desgracia más grande que la falta de la vista. Los labios que pueden expresar las necesidades del cuerpo pueden sin duda expresar las del alma. Empecemos á orar si jamás hemos orado. Oremos con más sinceridad y fervor si desde tiempo atrás hemos orado. Jesús, hijo de David, no está lejos de nosotros y puede todavía oír nuestra voz. Imploremos su misericordia y no dejemos que nada acalle nuestro clamor.
Este pasaje nos presenta, además, un ejemplo consolador de la bondad y compasión de Cristo. Se nos dice que cuando el ciego continuaba su ruego, nuestro Señor se detuvo y mandó que se lo trajesen. El iba á Jerusalén á morir; asuntos de grande importancia le ocupaban la mente; y, no obstante, se dignó detenerse para dirigir palabras de ternura á un desdichado. Le preguntó lo que quería, y él contestó ansiosamente: «Señor, que vea.» Jesús le dijo al punto: «Ve, tu fe te ha hecho salvo.» Acaso esa fe era pequeña y estaba mezclada con muchos errores; pero había impelido al hombre á dirigirse á Jesús y á seguir gritando á despecho de las amonestaciones que se le hacían. Y, como acudió con fe, nuestro Señor no lo rechazó.
Pasajes como este se encuentran en el Evangelio para consuelo de todos los que se sienten apesarados por sus pecados.
Acaso tales personas reconozcan al acercarse á Jesús que son muy culpables. Más ¿vienen á Cristo de todo corazón, cargados de sus pecados? ¿Piensan de veras en dejar de confiar en vanos remedios para encomendar sus almas en manos de Jesús? Si así fuere, no tienen por qué temer. Jesús ha dicho: «Al que á mí viene no le echo fuera..
Finalmente, en este pasaje se nos enseña por medio de un ejemplo, cómo debe comportarse el que ha recibido bendiciones de manos de Cristo. Cuando el ciego recibió la vista siguió á Jesús glorificando á Dios. Se sentía profundamente agradecido, y se propuso dar á conocer su gratitud haciéndose discípulo de nuestro Señor. Bien que los fariseos pensasen mal de nuestro Señor y los Saduceos hiciesen irrisión de su doctrina: nada de esto pudo detenerlo. Por experiencia sabía quien era Jesús, y podía decir con verdad: » Habiendo yo sido ciego, ahora veo..
El amor acompañado de gratitud es la fuente de donde mana la obediencia del cristiano. Para que un hombre tome la cruz, y confiese á Jesús ante el mundo y se consagre á su servicio, es necesario que reconozca que á él le debe el perdón, la paz y la esperanza de que goza.
Antes de dar fin á este pasaje escudriñemos nuestros corazones. Si deseamos saber si somos cristianos examinemos nuestra vida, ¿Cuáles son nuestras aspiraciones y nuestros propósitos? El hombre que realmente ha consagrado su corazón á Jesús se conoce por la tendencia dominante de su vida.
Fuente: Los Evangelios Explicados
acercarse… → §051.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R743 Tanto τυφλός como τὶς son adjetivos (aunque τυφλός se usa como un sustantivo: ciego).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
M i añaden Jesu250?s.