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Comentario de Lucas 19:11 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 19:11 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén y porque ellos pensaban que inmediatamente habría de ser manifestado el reino de Dios.

19:11 Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. — Es decir, visiblemente 17:20, 21. Creían que al llegar el reino de Cristo, los romanos serían expulsados y que los judíos serían grandemente bendecidos. Jesús habla esta parábola para refutar tales esperanzas vanas. El establecimiento del reino de Cristo no sería un gran triunfo para los judíos como nación o raza.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

pensaban que luego había de ser manifestado el reino de Dios. Luc 17:20; Hch 1:6; 2Ts 2:1-3.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

el reino de Dios se manifestaría inmediatamente: Jesús corrige el pensamiento de los discípulos de que cuando llegue a Jerusalén, vendrá la consumación (juicio y gobierno) del Reino. Todavía hacen la misma pregunta en Hch 1:6. La respuesta de Jesús es muy apropiada para los muchos que hasta hoy continúan poniéndole fecha a la Segunda Venida de Cristo.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

pensaban. Los discípulos mantenían su suposición errónea de que Cristo establecería en ese momento su reino terrenal en Jerusalén (vea la nota sobre Luc 17:20).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

19:11 Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. – Es decir, visiblemente 17:20, 21. Creían que al llegar el reino de Cristo, los romanos serían expulsados y que los judíos serían grandemente bendecidos. Jesús habla esta parábola para refutar tales esperanzas vanas. El establecimiento del reino de Cristo no sería un gran triunfo para los judíos como nación o raza.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL REY CONFÍA EN SUS SIERVOS

Lucas 19:11-27

Cuando le estaban escuchando estas cosas, Jesús siguió hablando y les contó una parábola, porque se iban acercando a Jerusalén y ellos creían que el Reino de Dios se haría realidad de manera inmediata: «Una vez hubo un hombre de la nobleza que se iba a marchar a un país lejano para que le reconocieran como rey y luego volver; y antes de nada llamó a diez siervos suyos, y les confió diez minas, diciéndoles: -Haced negocios hasta mi vuelta.
Pero los de su país le aborrecían, y enviaron tras él a unos emisarios que dijeran que no querían tenerle como rey. El caso es que él consiguió que le reconocieran su derecho al trono y volvió a su tierra; y al poco tiempo mandó llamar a los siervos a los que les había confiado el dinero, para que le presentaran las cuentas de su gestión. El primero llegó diciendo:

-Señor, tu mina se ha convertido en diez minas.

-¡Bien hecho, buen siervo! -le contestó el rey-. Has sido fiel en una empresa pequeña, y ahora vas a tener diez ciudades a tu cargo.
-Señor, tu mina ha producido cinco minas -dijo otro.
-¡Bien hecho, buen siervo! Tú vas a gobernar cinco ciudades -le dijo el rey. Y entonces llegó otro diciendo:
-Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido envuelta en un paño; porque tenía miedo de ti, que eres tan duro que recoges lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado.
-¡Conque sí, mal siervo! Por tus propias palabras te juzgo. Si sabías que soy tan duro que me apropio lo que no he trabajado y siego lo que no he sembrado, ¿por qué no dejaste mi dinero en un banco para que yo sacara siquiera los intereses a mi vuelta? -Y dijo a los que estaban presentes-: ¡Quitadle la mina y dádsela al que tiene diez minas!

-Señor -le contestaron-, ese ya tiene diez minas.

-¡Pues yo os digo que al que tiene se le dará más, y al que no tiene se le quitará lo poco que tenga! Y en cuanto a mis enemigos que no querían que yo fuera su rey, ¡traedlos a mi presencia y decapitádmelos aquí delante de mí!»

. Esta es la única parábola de Jesús, por lo que nosotros sabemos, que está basada en un hecho histórico. Cuando murió Herodes el Grande el 4 a C., dejó su reino dividido entre Herodes Antipas, Herodes Felipe y Arquelao. Aquel reparto tenía que ser ratificado por los Romanos antes de ser efectivo. Arquelao, al que le había correspondido Judasa, fue a Roma a tratar de convencer a Augusto para que le reconociera su derecho; pero los judíos mandaron una embajada de cincuenta hombres para decirle a Augusto que no querían a Arquelao. De hecho, Augusto le confirmó en su herencia, aunque sin título de rey. Así es que, cualquiera que oyera esta parábola en Judasa se acordaría del hecho histórico.
Pero lo importante es que ilustra grandes verdades de la vida cristiana:
(i) Nos habla de la confianza de un Rey, que dio dinero a sus siervos cuando se marchó, y les dejó usarlo como mejor les pareciera, sin imponerles ninguna condición. Se lo dejó a su criterio. Así es como se porta Dios con nosotros. Alguien ha dicho: » Lo más bonito es que Dios se fía de que vamos a hacer muchas cosas por nuestra cuenta.»

(ii) Nos habla de la prueba del Rey. Como siempre, la confianza era una prueba para ver si sus hombres eran de fiar en las cosas pequeñas. A veces se justifica el descuido o la ineficacia en los asuntos ordinarios pretendiendo que «se está por encima de esas fruslerías.» Pero Dios no, y es precisamente en esos deberes rutinarios en los que está probando a los hombres. Jesús es en esto, como en todo, el ejemplo supremo. De sus treinta y tres años de vida pasó treinta en Nazaret. Si no hubiera cumplido con absoluta fidelidad las obligaciones del taller de carpintería y del mantenimiento de su familia, no habría estado preparado para ser el Salvador del mundo.

(iii) Nos habla de la recompensa del Rey. La que recibieron los siervos fieles no fue que se les dejara sentarse tranquilos para no hacer nada. Uno se encontró a cargo de diez ciudades, y otro de cinco. La recompensa por un trabajo bien hecho es más trabajo. El mayor cumplido que se le puede hacer a una persona es darle mayores responsabilidades. La gran recompensa de Dios al que ha satisfecho la prueba es más confianza. El mismo Cielo no se nos presenta como una jubilación; porque se nos dice que «sus siervos le servirán» (Ap 22:3 ).

(iv) La parábola concluye con una de las leyes inexorables de la vida: «Al que tiene se le dará más, y al que no tiene se le quitará lo poco que tenga.» Si practicamos algún deporte, y seguimos entrenándonos, iremos dominándolo cada vez más; pero, si dejamos de practicarlo, perderemos las habilidades que tuviéramos. Si disciplinamos y entrenamos nuestros cuerpos, los tendremos más capaces y fuertes; si hacemos lo contrario, perderemos la agilidad y la fuerza que tuviéramos. Si se nos da bien una asignatura o un arte y nos aplicamos a su estudio, se nos abrirán sus secretos y cada vez disfrutaremos y podremos utilizar más de sus riquezas; pero, si no nos aplicamos, perderemos hasta la habilidad que teníamos al principio.
No hay tal cosa como plantarse en la vida cristiana: o avanzamos, o vamos para atrás; o recibimos más, o perdemos lo que teníamos.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Parábola de las diez minas

Como el ministerio de Jesús llegaba a lo que los discípulos esperaban que sería un clímax en Jerusalén, creían que algún tipo exitoso de revolución habría de ocurrir y llevar al establecimiento de un nuevo orden (22:24-30; Mar. 10:35-45). Esta parábola estaba dirigida a corregir esa actitud advirtiendo que el Mesías sería rechazado y que habría un período durante el cual él estaría “ausente”, y sus seguidores debían ocuparse en un fiel servicio hasta su regreso.

Como relato “terrenal” la parábola suena como las historias sobre varios miembros de la familia herodiana que fueron a Roma a hacer peticiones o a buscar confirmación de su posición real sobre sus dominios. Arquelao, el hijo de Herodes el Grande, fue a Roma en 4 a. de J.C., para que se le confirmara el legado de su padre, que le designaba como sucesor. Pero una embajada de judíos fue pisándole los talones con una protesta al emperador: “No queremos a éste como rey”; como consecuencia, Augusto limitó seriamente sus poderes. Probablemente Jesús usaba este episodio como base para la parábola. El destino de los súbditos desobedientes simplemente reflejaba las antiguas formas de actuar despóticamente. No hay registro de que el mismo Arquelao realmente haya actuado de ese modo, y no hay ninguna indicación de que Jesús mismo aprobara tal crueldad.

El centro de interés de esta parábola, sin embargo, no son los súbditos rebeldes, sino los diez siervos (probablemente un número redondo) que recibió cada uno una mina con la cual comerciar y sacar ganancia. Los dos primeros siervos, al manejar bien el dinero, recibieron el privilegio de un puesto alto. Pero un tercero, no la había manejado bien, al extremo de ni siquiera prestarla para obte ner un interés. Llegó a criticar a su amo por ser un hombre duro que injustamente tomaba las ganancias de otros. Quizá tenía miedo de perder el dinero y encontrarse en problemas (cf. las opiniones de los agentes de bolsa: “su inversión puede aumentar pero también bajar”). La perspectiva de una recompensa y una pérdida quedaba así planteada a los discípulos.

Notas. Esta parábola tiene similitudes con la de los talentos en Mat. 25:14-30. También contiene algunos puntos curiosos. En el v. 20, otro es realmente “el otro siervo”, como si originalmente hubiera habido sólo tres como en Mat. Es curioso que da una mina extra como recompensa adicional a la persona que ya ha recibido diez ciudades, lo que provoca una protesta. Finalmente, la parte de la historia sobre el gobernante y los súbditos rebeldes no figura en la parábola de los talentos y quizá es algo extraña en un relato sobre negocios y comercio. Muchos eruditos piensan que hubo dos historias separadas contadas por Jesús y que han sido reunidas en una, cambiando algunos de los detalles ligeramente al contarlas. Algo similar puede haber ocurrido en el relato de Mat. 22:1-14 que también parece la combinación de dos parábolas (pero ver la nota allí). Naturalmente, estos puntos no afectan las verdades básicas enseñadas en los relatos. 13 Ofrecer equivalencias modernas para monedas antiguas, especialmente en períodos de inflación, es casi imposible. La nota de la RVA indica que una mina equivalía a cien denarios (un denario era el salario de un día), o sea unos tres meses de sueldo. Esto nos da una idea de su valor adquisitivo. 21 La descripción del señor como severo y el relato de su conducta en el v. 27 no tienen la intención de ser tomados como un cuadro de cómo es Dios, aunque ciertamente el hecho del juicio divino es algo que debe tomarse seriamente.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

h 1125 Mat 24:33; Luc 17:20; Hch 1:6; 2Ts 2:2

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

el reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro. Los discípulos esperaban que Jesús restaurara el reino de Israel en ese momento (cp. Hch 1:6). En esta parábola Jesús corrige esta expectación popular e ilustra cómo se debe vivir durante el tiempo en espera de la venida del reino.

Fuente: La Biblia de las Américas

Esta parábola enseña que el reinado del Señor no se establecerá sino hasta su segunda venida, cuando los que le rechazaron (en este caso, judíos) serán juzgados (vers. 14, 27).

Fuente: La Biblia de las Américas

11 super (1) Desde el punto de vista espiritual; esta parábola adicional es una continuación del caso anterior de salvación. Describe cómo los salvos deben servir al Señor para heredar el reino venidero.

11 super (2) O, sería traído a la luz, se manifestaría.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

pensaban. Los discípulos no podían todavía comprender por qué no habían de esperar el triunfo político del reino mesiánico inmediatamente (y sin la cruz).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Es bien claro cuál fue el objeto que se propuso nuestro Señor al pronunciar la parábola que acabamos de transcribir. Fue el de poner un dique á las infundadas esperanzas que los apóstoles se habían formado respecto á su reino. El bosquejo que en ella hizo del presente y del futuro ofrece asunto para serias meditaciones.
En estos versículos se nos enseña, primeramente, en qué lugar mora actualmente Jesucristo. La parábola lo describe como un noble que partió á una tierra remota con el fin de tomar para sí un reino, y volver después.
Cuando Jesús partió de este mundo, ascendió al cielo, coronado con la victoria y «llevando cautiva la cautividad;» y al presente está allí sentado, á la diestra de Dios, haciendo las veces de sumo sacerdote de su pueblo, é intercediendo por éste constantemente. Empero, no permanecerá siempre en ese lugar, mas saldrá de él, del santo de los santos, para bendecir á su pueblo, y revestido de poder y gloria poner á sus enemigos debajo de sus plantas y establecer su reino universal.
Este pasaje nos da á conocer, en seguida, que lugar ocupan los que hayan profesado la fe cristiana. Nuestro Señor los compara con unos siervos á quienes había sido encomendada una cantidad de dinero con órdenes estrictas de emplearla bien: «Negociad entre tanto que vengo..
Los privilegios de que gozan los cristianos en comparación con los paganos, son otras tantas minas que Cristo les ha dado, y de las cuales algún día tendrán que dar cuenta. En el último día no se pesarán nuestras acciones en la misma balanza que las del Cafre ó del chino que jamás vieron la Biblia ni oyeron hablar de la trinidad y de la crucifixión. Por lo común nos olvidamos que sobre nosotros pesa una inmensa responsabilidad. Á quien mucho se le ha dado mucho le será exigido.
También se nos enseña con esta parábola, que todos los cristianos tendrán indefectiblemente que dar cuenta de sus acciones. Cuando el noble regresó, «mandó llamar á sí aquellos siervos á quienes había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.
Vendrá un día en que nuestro Señor Jesucristo juzgará á su pueblo y en que recompensará á cada individuo de acuerdo con sus obras. El mundo no seguirá siempre el mismo curso que sigue ahora. El desorden, la confusión, la hipocresía, el pecado impune no permanecerán perdurablemente sobre la faz de la tierra. El gran trono blanco será erigido, y el Juez universal se sentará sobre él; los muertos serán resucitados; todos los vivientes comparecerán ante el tribunal; los libros serán abiertos; y, nobles y plebeyos, ricos y pobres, sabios é ignorantes, todos, todos tendrán que dar cuenta á Dios, y todos recibirán una sentencia cuyos efectos serán eternos.
Con esta parábola se nos da á entender, además, cuál será el galardón de los verdaderos cristianos. Nuestro Señor dijo que los que resultaren ser siervos fieles recibirán honra y provecho. El premio de cada uno será proporcionado á su consagración á los deberes que le hayan tocado en suerte. A uno se le dará autoridad sobre diez ciudades, y á otro sobre Lucas cinco.
En la apariencia los hijos de Dios reciben pocas recompensas en la vida presente. Muchas veces se les llena de baldón, y para entrar en el reino de Dios tienen que pasar muchos trabajos. Es que los goces que acarrea la piedad no consisten en bienes terrenales sino en la paz interior, la esperanza y el placer de creer. Además, algún día serán abundantemente recompensados; y se llenarán de asombro al ver que su maestro les da un premio inapreciable por todo lo que han tenido que sufrir por amor suyo. «Lo que en este tiempo se padece, no es digno de compararse con la gloria venidera .que en nosotros ha de ser manifestada.» Rom 8:18.
Estos versículos nos enseñan, por último, cuan inevitable será en el día postrero la condenación de los hombres irreligiosos. En ellos se nos refiere que uno de los siervos no había hecho cosa alguna de utilidad con el dinero de su señor, sino que lo colocó en un pañezuelo. También se nos dice cómo fueron vanas las palabras que pronunció en defensa propia, y como fue castigado por no haber hecho buen uso de lo que se le había confiado. Ni es difícil determinar de qué clase de personas es tipo ese hombre: lo es de todos los impíos, y el castigo que recibió simboliza el castigo á que estos serán condenados en el último día.
No olvidemos qué fin es el que espera á los impíos. No hay medio alguno de evadir la terrible majestad del día del juicio.
Las falsas protestas de fe, y la mera formalidad en el cumplimiento de los ritos exteriores, no serán parte á obtenernos del eterno Juez una sentencia favorable. Las disculpas con que tantas personas tranquilizan ahora su conciencia serán vanas ante el tribunal de Cristo. Los que han poseído privilegios y talentos especiales, y no han hecho uso de ellos, tendrán que lamentar su negligencia.
Estos son pensamientos solemnes. ¿Quién se atreverá á levantar la cerviz en el gran día en que el Señor de cielos y tierra pida cuenta de sus minas? No es importuno terminar la consideración de esta parábola con las siguientes palabras de S.
Pedro: «Estando en esperanza de estas cosas, procurad con diligencia que seáis de él hallados sin mácula y sin reprensión, en paz.» 2Pe 3:14.

Fuente: Los Evangelios Explicados

T227 No hay seguridad en cuanto a si προσθεὶς εἶπεν παραβολήν significa: El dijo otra parábola, o El también dijo una parábola (προσθεὶς εἶπεν significa: El continuó y dijo una parábola [es decir; algo que él no había hecho antes] -BD435[b]; puede significar: volver a decir, o decir además -M177; este participio equivale a πάλιν -H445). [Editor. Aparentemente, esta construcción debe traducirse: El procedió a decir una parábola; ya que una porción substancial del discurso ha ocurrido entre esta parábola y la precedente que se narra en Luc 18:9-14.]

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

M i añaden Jesu250?s.

19.11 Lit. estar.

19.11 Lit. pensar.

19.11 Lit. va

Fuente: La Biblia Textual III Edición