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Comentario de Lucas 22:24 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Lucas 22:24 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Hubo entre ellos una disputa acerca de quién de ellos parecía ser el más importante.

2:24 Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor. — Véase 9:46-48, notas. Sin duda los apóstoles pensaban que en el reino mesiánico habría oficiales mayores y otros menores, y querían los puestos más altos (compárese Mat 20:21). Jesús les había dicho (9:23) que “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”, pero ellos no están pensando en negarse sino en exaltarse. ¿Cuántos discípulos siguen su ejemplo? Esta disputa continuaba hasta la misma noche cuando Jesús fue entregado-

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Luc 9:46; Mat 20:20-24; Mar 9:34; Mar 10:37-41; Rom 12:10; 1Co 13:4; Flp 2:3-5; Stg 4:5, Stg 4:6; 1Pe 5:5, 1Pe 5:6.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

el mayor: Fíjese en la triste ironía de este versículo. Mientras que Jesús enfrenta la realidad de la muerte y la traición, sus discípulos discutían cuál de ellos era el mayor.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

EL MAYOR. El ser de veras importante es cuestión del espíritu y del corazón. Se ve en la persona que expresa su fe y amor a Cristo con humildad sincera (Flp 2:3), deseo de servir a Dios y al hombre, y buena voluntad de que la consideren la menos importante en el reino de Dios.

(1) Debe entenderse que el ser el mayor no es cuestión de posición, oficio, liderazgo, poder, influencia, títulos universitarios, fama, capacidad, grandes realizaciones ni éxito. No es tanto lo que uno hace para Dios como lo que uno es en espíritu delante de Dios (vv. Luc 22:25-27; Mat 18:3-4; Mat 20:25-28).

(2) El que de veras es mayor le da importancia a lo que cuenta: la fe, el carácter piadoso, la sabiduría, el dominio propio, la paciencia y el amor (Gál 5:22-23). Para él es importante amar la justicia y odiar la maldad (Heb 1:9), como lo hizo Cristo.

(3) Para llegar a ser el mayor se precisa de amor sincero, consagración y fidelidad a Dios en el lugar que Él escoja ponerlo a uno. Por eso, delante de Dios, el mayor en su reino es el que le da la más importancia al amor a Él y a la dedicación a su Palabra revelada (Luc 21:3; Rom 12:1-2).

(4) La consagración mejorará los resultados del que trabaja en la obra de Dios, pero sólo donde Dios lo ha puesto y conforme a los dones que le haya dado (Rom 12:3-8; 1Co 12:1-31).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

una disputa. Cp. Luc 9:46; Mat 20:20-24. Esta disputa pudo haber impulsado el episodio en el cual Cristo lavó sus pies (Jua 13:1-20). También revela cuánto inquietaba esto a los discípulos y cuán lejos estaban de comprender lo que Él les había enseñado.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

2:24 Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor. – Véase 9:46-48, notas. Sin duda los apóstoles pensaban que en el reino mesiánico habría oficiales mayores y otros menores, y querían los puestos más altos (compárese Mat 20:21). Jesús les había dicho (9:23) que “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”, pero ellos no están pensando en negarse sino en exaltarse. ¿Cuántos discípulos siguen su ejemplo? Esta disputa continuaba hasta la misma noche cuando Jesús fue entregado-

Fuente: Notas Reeves-Partain

RIVALIDAD ENTRE LOS DISCÍPULOS DE CRISTO

Lucas 22:24-30

Entonces los discípulos se pusieron a discutir cuál de ellos había que considerar como el más importante. Pero Jesús les dijo:
-Los reyes de los países se comportan realmente como si fueran dueños y señores, y los máximos dignatarios se dan el título de «bienhechores»; pero entre vosotros no tiene que pasar eso, sino que el más importante se tiene que comportar como el menos importante, y el líder, como el último servidor. Porque, ¿quién es más, el que se sienta a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que es el que se sienta a la mesa? Pues fijaos: Yo estoy entre vosotros como el que sirve. Vosotros sois los que siempre habéis estado de mi parte cuando me atacaban. Mi Padre es el que me ha concedido la dignidad de Rey, y Yo os concedo el privilegio de comer y beber a mi mesa en mi Reino, y que os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

Es una de las cosas más amargamente trágicas del relato evangélico el que los discípulos se pusieran a discutir sus prerrogativas a la sombra de la Cruz. Los sitios a la mesa en una fiesta judía estaban muy definidos. La mesa estaba dispuesta en forma de cuadrado, con uno de los lados abierto. A la cabecera se sentaba el anfitrión; a su derecha, el huésped más honorable; a su izquierda, el siguiente en cuanto a honor; luego, siempre por orden jerárquico, el segundo de la derecha, el segundo de la izquierda, y así hasta el final de la mesa. Los discípulos habían estado peleándose por los puestos, porque todavía no se habían desembarazado de la idea de un reino terrenal. Jesús les dijo tajantemente que las dignidades de su Reino no eran como las de este mundo. En la Tierra, un rey vale tanto como el poder que ostenta. Uno de los títulos más corrientes para un rey oriental era, en griego, Euerguetes, que quiere decir Bienhechor. Jesús dijo: » En mi Reino, el que obtiene ese título no es el rey, sino el servidor.»

(i) Lo que necesita el mundo es servicio. Lo curioso es que el mundo de los negocios lo sabe. Bruce Barton señala que el título que más se encuentra en la carretera es el de Estación de Servicio. Era la pretensión de cierta empresa que «Nosotros nos metemos debajo de su coche con más facilidad y nos ponemos más guarros que la competencia.» Lo raro es que hay más peleas sobre las dignidades y más preocupación acerca del puesto que le corresponde a cada uno en la iglesia que en ningún otro sitio. El mundo necesita y reconoce el servicio.

(ii) Es el que está dispuesto a servir más que nadie el que realmente sube. El empleado se va a casa a su hora, y se olvida del trabajo hasta la mañana siguiente, mientras que la luz sigue encendida en la oficina del encargado o del ejecutivo hasta las tantas. Muchas veces se veía la luz de la oficina de John D. Rockefeller todavía encendida cuando ya estaban apagadas las demás del edificio. El servicio produce grandeza; y cuanto más alto llega una persona, mejor servicio podrá prestar.
(iii) Podemos fundar la vida, o en dar, o en recibir; pero si la fundamos en el recibir nos perderemos la amistad de los hombres y la recompensa de Dios, porque a nadie le cae bien el que no piensa más que en lo que pueda sacar.
(iv) Jesús acabó sus advertencias prometiendo a sus discípulos que los que habían estado con Él en la lucha estarían con Él en el Reino. Dios no queda en deuda con nadie. Los que compartan la Cruz de Cristo compartirán un día su corona.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— el más importante: Todo este pasaje sobre el servicio dentro de la comunidad cristiana se encuentra también en Mt y Mc, pero en un contexto totalmente diferente, como se indica en los respectivos lugares paralelos.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Luc 9:46 y par.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Dichos de Jesús en la mesa (cf. Mat. 26:31-35; Mar. 14:27-31; Juan 13:36-38). Lucas nos da una serie de dichos de Jesús, pronunciados después de la cena, más amplia que lo que tenemos en Mat. o Mar.

24-27 Primero, las discusiones sobre rango no deberían surgir en el reino de Dios, pase lo que pasare en el mundo. En la sociedad humana, la persona que es servida en la mesa es reconocida como la principal, pero el ejemplo de Jesús, que servía a sus discípulos (cf. Juan 13), muestra que no es así en el reino (cf. Mar. 10:35-45, lo que Lucas omite).

28-30 El segundo dicho de Jesús no da lugar a algún honor para los doce. Estaban apoyando a Jesús en sus pruebas y, por lo tanto, compartirían la fiesta mesiánica y actuarían como jueces sobre las tri bus de Israel en el reino de Jesús. Es curioso que este dicho no tenga en cuenta el hecho de que Judas se había alejado por sí mismo del lugar entre los doce, que no diga nada sobre los gentiles y que asigne lugares de honor después que Jesús había reprendido el buscar el primer lugar (cf. Mar. 10:28-31). Lo que es probablemente otra versión del mismo dicho aparece en Mat. 19:28 y ése pue de haber sido el contexto original. Probablemente es una manera de expresar que los discípulos compartirían en el reinado de Jesús mientras que los incrédulos de Israel serían excluidos de él.

31-34 En la tercera sección, Jesús explica cómo Satanás ha tratado de apoderarse de los discípulos (el plural os en el v. 31) a fin de zarandearlos (cf. Job 1-2; Dan. 10:13) y llevarlos a apartarse de Jesús. El había permitido que eso ocurriera, pero también había orado por Pedro para que no fallara en su fe y así pudiera fortalecer a los demás. Aunque Pedro mismo negara a su Señor, sin embargo, él no caería completamente.

35-38 Finalmente, Jesús habló de la nueva situación. El v. 36 es fuertemente irónico. Jesús sabía que de allí en adelante él y sus seguidores enfrentarían oposición y aun la muerte. Los discípulos lo malentendieron y mostraron armas. Basta, dijo Jesús, para terminar una conversación que ellos no habían logrado entender. Como debieron haber sabido, la forma de actuar de Jesús no era la de la espada sino la del amor.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

e 1321 Mar 9:34; Luc 9:46

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

24 super (1) En el versículo anterior los discípulos habían tenido una discusión; aquí también debatían.

24 super (2) La palabra significa afición a la rivalidad, ansia por contender.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Observemos, primeramente, con cuánta tenacidad el orgullo y el deseo de ocupar puestos sobresalientes se apoderan hasta de los buenos. Se nos dice que hubo una contienda entre los discípulos sobre quién de ellos era ó parecía ser el mayor.
Nuestro Señor había desaprobado en otra ocasión una contienda semejante; á más de eso, el sacramento que los discípulos habían recibido y las circunstancias bajo las cuales se habían congregado, aumentaban la gravedad de la falta. Y no obstante, á esa hora, la última que pasarían en sosiego con su Maestro antes de la crucifixión, los miembros de ese rebaño empezaron á disputar sobre ¡quién seria el mayor! Tal es el corazón del hombre: siempre débil, siempre engañoso, siempre inclinado, aun en los momentos más supremos, á tornarse á lo que es malo.
El pecado de que venimos tratando es muy antiguo. La ambición, la vanidad, la presunción están profundamente arraigadas en los corazones de los hombres, y muchas veces en aquellos en que menos se les sospecha. Pocos hay, á la verdad, que se regocijen cuando sus semejantes reciben puestos más elevados que los que ellos ocupan. La envidia que hay en el mundo es una prueba concluyente de la prevalecía alarmante del orgullo. Nadie envidiaría á los que ocupan altos puestos si no creyese que sus propios méritos sean mayores que los de estos.
Si profesamos servir á Jesucristo, precavámonos de semejante pecado. Los males que ha causado á la iglesia son incalculables. Tengamos presente constantemente la regla dada á los Filipenses «En humildad de espíritu, estimándoos inferiores los unos á loa otros.» Juan Bautista nos ha ofrecido un ejemplo que debiéramos imitar, cuando dijo respecto de nuestro Señor: «A el conviene crecer; mas á mí decrecer.» Phi 2:3; Joh 3:30.
Notemos, en segundo lugar, lo que el Señor dijo acerca de la verdadera grandeza cristiana. El manifestó á sus discípulos que lo que el mundo llamaba grandeza era el señorío y la potestad. «Mas vosotros,» dijo, «no así: antes el que es mayor entre vosotros, sea como el más mozo; y el que precede, como el que sirve.» Y con firmó este principio de una manera enérgica con su propio ejemplo. «Yo soy entre vosotros como el que sirve..
Prestar algún servicio en la iglesia de Dios; estar listo para hacer con humildad cualquiera cosa y ayudar en cualquiera obra buena; tener voluntad para cumplir cualquiera deber, por bajo que sea, y llenar cualquier destino, aun el más desagradable, si de este modo se puede promover la felicidad y pureza de los hombres–he aquí lo que constituye la grandeza cristiana. En la falange de Cristo el héroe no es el hombre de alto rango, el que posee títulos, dignidades y carruajes, y sale seguido do un magnífico séquito. Lo es el que se afana por el bien ajeno más que por el suyo propio; el que es bondadoso, afable y atento con todos; el que siempre está pronto á socorrer á los demás, y á alegrarse cuando ellos se alegran, y llorar cuando ellos lloran; el que se esfuerza y se desvela por disminuir el vicio y la desdicha humana, por consolar á los afligidos, por proteger á los desamparados, instruir á los que no saben y auxiliar á los necesitados. He ahí el hombre que es verdaderamente grande á los ojos de Dios. Bien puede el mundo hacer burla de sus esfuerzos, y dudar de la sinceridad de sus motivos; mas mientras el mundo ríe, Dios aprueba.
Aspiremos á la grandeza de esta especie si deseamos ser siervos de Cristo. Cuidemos de atender á las necesidades de un mundo pecador. Loado sea Dios que la grandeza que Jesucristo nos ha recomendado está al alcance de todo el mundo. No todos los hombres poseen erudición, talentos o dinero; mas todos pueden prestar su contingente, ya de un modo, ya de otro, para aliviar las necesidades de los demás.
Notemos, en tercer lugar, el encomio que nuestro Señor hizo de sus discípulos. El les dijo á estos: » Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis tentaciones.» Hay algo muy notable en estas palabras. No ignoramos las debilidades y flaquezas de que fueron frecuentemente culpables los discípulos. Jesús los había amonestado muchas veces por su ignorancia y falta de f é; y en la época á que nos referimos El sabía bien que dentro de pocas horas lo iban á abandonar.
Sin embargo, el misericordioso Salvador se detuvo á tomar en consideración uno de sus buenos rasgos de conducta, y llamó hacia él la atención de toda la iglesia. Los discípulos, á despecho de todas sus faltas, habían sido fieles á su Maestro. Aunque habían incurrido en errores, su lealtad había permanecido firme.
Si somos verdaderos creyentes estemos seguros de que Cristo considera más bien nuestras buenas cualidades que nuestras faltas, que se compadece de nosotros por nuestras debilidades, y que no nos juzgará como merezcan nuestros pecados. No podemos amarlo con demasiado ardor. Puede suceder que cometamos muchos errores; que nos falten conocimientos, valor y fe; que caigamos muchas veces en tentación; empero hay una acción laudable que no está jamás fuera de nuestro alcance, es á saber: amar á nuestro Señor Jesucristo de todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas. Feliz el que puede decir como Pedro: «Señor, tú sabes que te amo..
Notemos, por último, la gloriosa promesa que Cristo hace á sus discípulos. El les dice: «Yo pues ordeno un reino como mi Padre me lo ordenó á mí; para que comáis y bebáis en mi mesa en mi reino; y os sentéis sobre tronos juzgando á las doce tribus de Israel..
Estas que fueron las palabras de despedida que nuestro Señor pronunció ante su pequeño rebaño, contienen valiosas promesas. El sabía bien que después de trascurridas algunas horas, la misión que había venido á cumplir sobre la tierra llegaría á su término. Tal vez nosotros no comprendamos de un todo el significado de esas promesas; bástanos saber que nuestro Señor prometió á los once fieles discípulos honor, gloria y recompensas que serian en gran manera superiores á todo lo que ellos habían hecho por él meditemos sobre esta última y consoladora idea al terminar la consideración de este pasaje.

Fuente: Los Evangelios Explicados

mayor…Luc 9:46; Mat 18:1; Mar 9:34.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

M75 Ἐν αὐτοῖς evidentemente significa: entre ellos.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit. parece.

22.24 g Mat 18:1; Mar 9:34; Luc 9:46.

Fuente: La Biblia Textual III Edición