Comentario de Juan 4:50 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Jesús le dijo: —Vé, tu hijo vive. El hombre creyó la palabra que Jesús le dijo y se puso en camino.
4:50 Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. — «La curación, más rápida que un relámpago desde Caná hasta Capernaúm, fue sentida por el joven moribundo» (JFB). En ese instante concedió el deseo del padre. La expresión «tu hijo vive» significa «no morirá». Ahora la fe del oficial era probada aun más. Había creído el testimonio acerca de Jesús; ¿creerá ahora la misma palabra de Jesús? ¿Qué pensará y qué hará? ¿Esperará por algún tiempo preguntándose qué hacer? ¿Creerá lo que Jesús le acaba de decir? En su gran angustia sin duda este hombre habrá tenido sus propios pensamientos, su propia idea de lo que él quería. Rogó que Jesús descendiese y sanase a su hijo, y si Jesús hubiera ido en persona a su casa para sanarlo, el padre podría haber visto en ese instante con sus propios ojos que su hijo estaba bueno y sano, pero Jesús requería una fe muy grande. No descendió con él, y solamente le dice, «Ve, tu hijo vive». Este padre, tan afligido, tan angustiado, en ese momento no podía ver a su hijo para saber si todavía estaba a punto de morir o si había sanado. La única cosa que él podía hacer sería creer a Jesús y regresar confiadamente a su hijo, porque, de otro modo, habría tenido que volver a su casa completamente abrumado y desesperado. Si hubiera rehusado creer a Jesús cuando le dijo, «Ve, tu hijo vive», ¿en base a qué le habría seguido rogando que descendiese y sanase a su hijo? Tenía solamente dos opciones: creer a Cristo y volver a su casa con la confianza de que su hijo había sanado o, de otro modo, volver desesperado a su casa para esperar la muerte de su hijo. Pero la bendición que recibiría era mayor que la que pedía, porque en lugar de esperar hasta llegar a su casa, en ese instante, al creer en Jesús, tendría la plena seguridad de que su hijo estaba fuera de peligro. Así es la preciosa recompensa de la fe.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Ve, tu hijo vive. Jua 11:40; 1Re 17:13-15; Mat 8:13; Mar 7:29, Mar 7:30; Mar 9:23, Mar 9:24; Luc 17:14; Hch 14:9, Hch 14:10; Rom 4:20, Rom 4:21; Heb 11:19.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Se dice que el noble creyó dos veces, una en el (v. Jua 4:50) y después en el (v. Jua 4:53). En el versículo Jua 4:50 este hombre creyó en la promesa de Jesús que su hijo no moriría. Pero creer que Jesús puede y sanará no es suficiente para la salvación. ¿En qué creyó entonces el noble en el versículo Jua 4:53? La explicación se encuentra en el versículo Jua 4:54. El milagro que Jesús realizó fue su segunda señal (Jua 2:11). Estas señales se realizaron para que las personas creyeran que Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios y que, por creer, podían tener vida (Jua 20:31). Cuando el noble judío se dio cuenta que su hijo había sido sanado, supo que Jesús era más que un simple mortal. El noble y su casa pusieron fe en Jesús y nacieron de nuevo (Jua 3:3). Frecuentemente, en el NT. familias enteras expresaban fe en Cristo (cf. con Hch 10:44-48; Hch 16:31-34).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
tu hijo vive. Jesús satisfizo las demandas de la incredulidad de los galileos al sanar el hijo del noble. Con esto reveló no solo su simpatía, sino su maravillosa gracia, a pesar de tratarse de una petición de milagros desprovista de fe.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
4:50 Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. — «La curación, más rápida que un relámpago desde Caná hasta Capernaúm, fue sentida por el joven moribundo» (JFB). En ese instante concedió el deseo del padre. La expresión «tu hijo vive» significa «no morirá». Ahora la fe del oficial era probada aun más. Había creído el testimonio acerca de Jesús; ¿creerá ahora la misma palabra de Jesús? ¿Qué pensará y qué hará? ¿Esperará por algún tiempo preguntándose qué hacer? ¿Creerá lo que Jesús le acaba de decir? En su gran angustia sin duda este hombre habrá tenido sus propios pensamientos, su propia idea de lo que él quería. Rogó que Jesús descendiese y sanase a su hijo, y si Jesús hubiera ido en persona a su casa para sanarlo, el padre podría haber visto en ese instante con sus propios ojos que su hijo estaba bueno y sano, pero Jesús requería una fe muy grande. No descendió con él, y solamente le dice, «Ve, tu hijo vive». Este padre, tan afligido, tan angustiado, en ese momento no podía ver a su hijo para saber si todavía estaba a punto de morir o si había sanado. La única cosa que él podía hacer sería creer a Jesús y regresar confiadamente a su hijo, porque, de otro modo, habría tenido que volver a su casa completamente abrumado y desesperado. Si hubiera rehusado creer a Jesús cuando le dijo, «Ve, tu hijo vive», ¿en base a qué le habría seguido rogando que descendiese y sanase a su hijo? Tenía solamente dos opciones: creer a Cristo y volver a su casa con la confianza de que su hijo había sanado o, de otro modo, volver desesperado a su casa para esperar la muerte de su hijo.
Pero la bendición que recibiría era mayor que la que pedía, porque en lugar de esperar hasta llegar a su casa, en ese instante, al creer en Jesús, tendría la plena seguridad de que su hijo estaba fuera de peligro. Así es la preciosa recompensa de la fe.
Compárese el caso de Naamán el leproso. Cuando el profeta «Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio… Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra» (2Re 5:10-11).
Los «sanadores» modernos insisten en que la fe sea una condición establecida para que sanen. En algunos casos de sanidad el Señor sí nombró la fe como requisito (Mat 9:28), pero ¿tenían fe los muertos que fueron resucitados por Jesús? (Luc 7:11-17; Jua 11:43).
— Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. — La fe verdadera actúa: se fue. No se detuvo insistiendo en que Jesús le acompañara a su casa. No se detuvo para disputar con Jesús. Estaba sumamente preocupado por su hijo y quería tener plena seguridad de que sanara y ahora ¿cuál es su consuelo? Una sola cosa: la palabra de Jesús. Como Abraham creyó a Dios, este hombre creyó a Cristo. Dejó de pedir y se fue.
Fuente: Notas Reeves-Partain
El verbo “vivir” está en tiempo presente. Literalmente “vive”, “está viviendo”, y se repite en los vv. Jua 4:51 y Jua 4:53. El sentido del verbo se enfoca en el hecho de que el niño continuará viviendo, con la idea de “recuperarse”, o con la idea semita de “ganar uno de nuevo la salud”. La traducción puede reflejar esta idea veterotestamentaria expresando: “se pondrá bien de nuevo”, “se recuperará del todo”, «tu hijo está ya bien» (BI). Traducir literalmente “vive” daría la idea de que el niño continuaría viviendo pero en el mismo estado enfermizo.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
REFERENCIAS CRUZADAS
y 230 Mat 8:13; Mar 7:29
z 231 1Re 17:23
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
tu hijo vive. La palabra de Jesús sana. El no tiene que acercarse físicamente al niño para realizar el milagro. El oficial solamente debe creer en la palabra del Señor.
Fuente: La Biblia de las Américas
50 super (1) La palabra de vida que sale de la boca del Señor, da vida a los que están a punto de morir.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
creyó a la Palabra… → Mat 15:28; Luc 7:7; Sal 107:20.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
g Mat 15:28; Luc 7:7. g Sal 107:20.