Entonces le dijeron: —¿Qué haremos para realizar las obras de Dios?
6:28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica (ergazometha, lit., trabajar, Interlineal Lacueva; obrar, VM) las obras de Dios? — Esta pregunta es semejante a la del joven rico (Mat 19:16). Los escribas y fariseos requerían purificaciones, etc. (Mat 15:2); «atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres» (Mat 23:4). Otras obras requeridas por los hombres son peregrinajes, penitencias, votos, ayunos, duro trato del cuerpo (Col 2:23), etc. Estos son medios inventados por los hombres para poner en práctica las obras de Dios, pero «en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres» (Mat 15:9). Al oponerse a tales obras humanas, muchos religiosos rechazan también las obras que el Señor requiere de su pueblo. La definición de la palabra ergazometha es «trabajar, obrar, poner en práctica»; algunas versiones escogen poner en práctica porque no les gusta la palabra obrar o trabajar con respecto a la salvación del hombre, pero es la misma palabra usada por Pablo en 1Ts 4:11, «trabajar con vuestras manos».Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
¿Qué debemos hacer? Deu 5:27; Jer 42:3-6, Jer 42:20; Miq 6:7, Miq 6:8; Mat 19:16; Luc 10:25; Hch 2:37; Hch 9:6; Hch 16:30.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Esta es la obra (Gr. ergon) de Dios, más que la obra del hombre para Dios, la cual el pueblo quería hacer (v. Jua 6:28). La salvación se obtiene totalmente por el favor inmerecido de Dios.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
las obras de Dios. Ellos pensaron que Jesús sugería la exigencia por parte de Dios de hacer obras para ganar la vida eterna, para las cuales ellos se sentían calificados.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
6:28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica (ergazometha, lit., trabajar, Interlineal Lacueva; obrar, VM) las obras de Dios? — Esta pregunta es semejante a la del joven rico (Mat 19:16). Los escribas y fariseos requerían purificaciones, etc. (Mat 15:2); «atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres» (Mat 23:4). Otras obras requeridas por los hombres son peregrinajes, penitencias, votos, ayunos, duro trato del cuerpo (Col 2:23), etc. Estos son medios inventados por los hombres para poner en práctica las obras de Dios, pero «en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres» (Mat 15:9). Al oponerse a tales obras humanas, muchos religiosos rechazan también las obras que el Señor requiere de su pueblo.
La definición de la palabra ergazometha es «trabajar, obrar, poner en práctica»; algunas versiones escogen poner en práctica porque no les gusta la palabra obrar o trabajar con respecto a la salvación del hombre, pero es la misma palabra usada por Pablo en 1Ts 4:11, «trabajar con vuestras manos».
¿Qué debemos hacer para obrar las obras de Dios? Esto es precisamente lo que preguntaron. Si Jesús hubiera sido un calvinista, les habría reprendido por hablar de obrar las obras de Dios. Los comentarios calvinistas denuncian esta pregunta como la manifestación carnal de gente que quería ganar o merecer la salvación y justificarse a sí mismos, para que la justificación no fuera de gracia sino de deuda (Rom 4:4). Considérese la cita siguiente de un calvinista: «La mente carnal… no es capaz de aceptar el pensamiento de un don. Más bien, el corazón carnal no está dispuesto a humillarse al nivel de un mendigante o un pobre y recibir todo por nada. El pecador quiere hacer algo para merecerlo… Así fue con el joven rico: ‘Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?’ (Luc 18:8) Así fue con los judíos afligidos el día de Pentecostés: ‘Varones hermanos, ¿qué haremos?’ (Hch 2:37). Así fue con el carcelero de Filipos: ‘Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?’ (Hch 16:30). Así fue con el hijo pródigo: ‘hazme como a uno de tus jornaleros’ (Luc 15:19) » (AWP). Este comentario bien ilustra cómo los calvinistas desprecian el hacer o el obrar de parte del hombre con respecto a la salvación.
Por eso, si Jesús hubiera sido calvinista, les habría dicho, «Ustedes no saben nada; tienen mente carnal y no son capaces de aceptar el pensamiento de un don. Su corazón no está dispuesto a humillarse al nivel de un mendigante o un pobre para recibir todo por nada. Más bien, ustedes quieren hacer algo para merecer la salvación. Ustedes no pueden obrar las obras de Dios; olvídense de tales pensamientos. No hablen así». Pero Jesús no les reprochó de esa manera. ¿Por qué preguntaron acerca de qué pudieran hacer para obrar las obras de Dios? Porque Jesús acabó de decirles, » Trabajad… por la comida que a vida eterna permanece».
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA UNICA OBRA VERDADERA
Juan 6:28-29
-¿Qué tenemos que hacer para llevar a cabo la obra de Dios? -le preguntaron a Jesús; y Él respondió:
-Esto es lo que Dios quiere que hagáis: que creáis en el Que Él ha enviado.
Cuando Jesús hablaba de las obras de Dios, los judíos pensaban en términos de «buenas obras». Estaban convencidos de que se podía ganar el favor de Dios haciendo buenas obras. Para ellos, la humanidad se dividía en tres clases: los buenos, los malos y los de en medio; éstos últimos, si hacían una buena obra, pasaban a la categoría de buenos, y si mala, a la de malos. Así que, cuando los judíos Le preguntaron a Jesús sobre las obras de Dios, esperaban que estableciera una lista de cosas. Pero no es eso lo que dice Jesús.
La respuesta de Jesús es sumamente breve y compendiada, y tenemos que desarrollarla para entender lo que contiene. Dijo que lo que Dios espera de nosotros es que creamos en el Que Él ha enviado. Pablo habría dicho que la única obra que Dios espera del hombre es la fe. ¿Qué quiere decir la fe? Quiere decir estar en una relación con Dios tal que somos Sus amigos. Ya no nos inspira terror, sino que Le conocemos como a nuestro Padre y Amigo, y Le damos la confianza, la sumisión y la obediencia que surgen naturalmente de esta nueva relación de amor.
¿Qué relación tiene con esto el creer en Jesús? La vieja distancia y enemistad desaparecen y la. nueva relación con Dios es posible sólo gracias a Jesús. Él es Quien vino a decirnos que Dios es nuestro Padre y nos ama y quiere perdonarnos por encima de todo.
Pero esa nueva relación con Dios desemboca en una cierta clase de vida. Ahora que sabemos cómo es Dios, nuestra vida tiene que reflejar ese conocimiento. Ese reflejo se proyectará en tres direcciones, cada-una de las cuales corresponde a lo que Jesús nos ha dicho de Dios.
(i) Dios es amor. Por tanto, en nuestras vidas debe haber el amor y servicio a los demás que correspondan al amor y servicio de Dios, y debemos perdonar a otros como Dios nos ha perdonado en Cristo.
(ii) Dios es santidad. Por tanto, en nuestras vidas debe haber una pureza que corresponda a la santidad de Dios.(iii) Dios es sabiduría. Por tanto, en -nuestras vidas debe haber la completa sumisión y confianza que corresponden a la sabiduría de Dios.
La esencia de la vida cristiana es una nueva relación con Dios, una relación que Él nos ofrece, y que hace posible la Revelación que Jesús nos ha traído de Dios; una relación que conduce al servicio, pureza y confianza que son un reflejo de Dios en nuestras vidas. Esta es la obra que Dios quiere que hagamos, y para la cual nos capacita.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
b) Desarrollo del diálogo (vv. Jua 6:28-34)
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
El “le dijeron” es mejor traducir como le preguntaron. El gentío plantea la pregunta con las obras, en plural, y Jesús responde con obra, en singular. ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?, «¿Qué es lo que Dios quiere que hagamos?» (TLA).
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
¿Qué debemos hacer. La vida eterna es algo que el Hijo del Hombre ofrece gratuitamente(vers. 27). Pero aquí, ellos desean saber qué pueden hacer por sí mismos para alcanzarla.
Fuente: La Biblia de las Américas
28 (1) El concepto del hombre caído con respecto a Dios siempre ha sido que debe hacer algo para Dios y debe trabajar para EL. Este es el principio del árbol del conocimiento del bien y del mal de Gn 2.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Es de observarse en estos versículos cuan grandes son la ignorancia espiritual y la incredulidad del hombre en su estado natural. Dos veces fue esto manifestado y ejemplificado. Cuando nuestro Señor mandó á sus oyentes que trabajasen por la comida que en la vida eterna permanece, ellos empezaron á pensar en las buenas obras que habrían de hacer y en el bien que de ellos había de emanar. «Qué haremos,» dijeron, «para que obremos las obras de Dios.» A obrar se reducía su método de obtener el cielo. Además, cuando nuestro Señor habló de sí mismo como enviado de Dios y manifestó que era necesario que creyesen en él sin tardanza, le dirigieron ansiosos esa pregunta: » ¿Qué señal haces? ¿Qué obras tú?» Reciente como había sido el maravilloso milagro de los panes y los pescados, se podría suponer que habían tenido un signo suficiente para convencerlos; y enseñados como fueron por nuestro Señor Jesucristo en persona, debería esperarse que creyeran con prontitud. Pero, ¡ah! la torpeza, la preocupación y la incredulidad del hombre en materias espirituales no tienen límites. Es digno de notarse que la única cosa de que se dice que nuestro Señor se maravilló es la incredulidad. Mar 6:6.
Cuando trabajemos, pues, en la viña del Señor, acordémonos de esto y no desmayemos porque no se dé crédito á nuestras palabras y porque nuestros esfuerzos parezcan vanos. Si aun nuestro Señor, que era un Maestro tan perfecto, no fue creído, ¿qué derecho tenemos para maravillarnos de que los hombres no nos crean? Observemos, además, en estos versículos, la alta importancia en que Cristo tenía la fe en sí mismo. Los Judíos le habían preguntado qué harían para obrar lo que Dios mandaba, y El les replicó: » Esta es la obra de. Dios, que creáis en el que él envió.» Sorprendente expresión, á la verdad. No hay dos cosas en el Nuevo Testamento que se presenten en un contraste tan marcado como la fe y las obras. «No obrando sino creyendo,» «no por las obras sino por la fe,» son expresiones bien conocidas de todos los que con cuidado leen la Biblia. Y sin embargo, la Cabeza de la iglesia declaró que el creer en. él es la más elevada y la más grande de las obras: que es «La obra de Dios..
Indudablemente que nuestro Señor no quiso decir que creer sea una obra meritoria. La fe de los hombres, aun de los más santos, es débil y deficiente. Considerada como «obra» no está á prueba de la severidad del juicio de Dios, ni puede acarrear el perdón ó lograr el cielo. Pero nuestro Señor sí quiso decir, que la fe en él, como único Salvador, es el primer acto del alma que Dios exige del pecador; que la fe en El es el acto del alma que, en especial, agrada á Dios. Cuando el Padre ve que un pecador no se apoya en sus propios méritos, mas confía simplemente en su amado Hijo, siéntese complacido. Sin una fe de esa especie es imposible agradar á Dios. Mas, ante todo, nuestro Señor quiso decir que la fe en sí misma es el acto más difícil que el hombre tiene que ejecutar en su estado natural. ¿Querían los Judíos hacer algo en materias religiosas? Necesario era que supieran que la obra mayor que tenían que llevar á efecto era hacer á un lado su orgullo, confesar su culpabilidad, y creer con humildad.
¡Bienaventurados los que creen! Es esa una dote que no han alcanzado muchos de los sabios de la tierra. Acaso tengamos conciencia de ser pecadores frágiles y débiles; mas, ¿creemos? Acaso faltemos á muchos deberes y cometamos muchos deslices; más, ¿creemos? Quien ha aprendido á reconocer sus pecados, y á confiar en Cristo como en un Salvador ha aprendido las dos lecciones más difíciles y más importantes del Cristianismo; ha pasado por la mejor de las escuelas; ha sido enseñado por el Espíritu Santo.
Observaremos, por último, en estos versículos, cuánto más grandes eran los privilegios de que disfrutaban los oyentes de Jesucristo en comparación de los que disfrutaban los que vivieron en tiempo de Moisés. Admirable y milagroso como era el maná que cayó del cielo, no era nada comparado con el verdadero pan que Jesucristo tenia para dar á sus discípulos. El mismo era el pan de Dios, que había venido del cielo para dar vida al mundo. El pan que cayó en los días de Moisés solo podía alimentar y satisfacer el cuerpo: el Hijo del hombre vino á alimentar el alma. El pan que cayó en los días de Moisés fue solo para provecho exclusivo de Israel: el Hijo del hombre había venido á ofrecer vida eterna al mundo. Los que comieron el maná murieron y fueron sepultados, y muchos de ellos se perdieron para siempre: los que coman el pan que suministró el Hijo del hombre se salvarán eternamente.
Ahora bien, velemos por nuestro bien, y cuidemos de ser contados en el número de los que comen el pan de Dios y viven.
No nos contentemos con aguardar perezosamente; mas comamos el pan de la vida, y creamos para obtener la salvación de nuestras almas. Los Judíos pidieron que se lea diera siempre ese pan; mas es de temerse que no pasaron de ese punto. No estemos tranquilos hasta que por medio de la fe hayamos comido de ese pan y podamos decir: » Jesucristo es mío. Sé por experiencia que soy suyo..
Fuente: Los Evangelios Explicados
Lit., ¿Qué haremos