Biblia

Comentario de Éxodo 20:17 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Éxodo 20:17 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

“No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo.”

la casa de tu prójimo. Gén 3:6; Gén 14:23; Gén 34:23; Jos 7:21; 1Sa 15:19; Sal 10:3; Sal 119:36; Ecl 4:8; Ecl 5:10, Ecl 5:11; Isa 33:15; Isa 57:17; Jer 22:17; Eze 33:31; Amó 2:6, Amó 2:7; Miq 2:2; Hab 2:9; Luc 12:15; Luc 16:14; Hch 20:33; Rom 7:7; 1Co 6:10; Flp 3:19; Col 3:5; 1Ti 6:6-10; Heb 13:5.

no codiciarás la mujer. 2Sa 11:2-4; Job 31:1, Job 31:9; Pro 4:23; Pro 6:24, Pro 6:25; Jer 5:8; Mat 5:28.

ni cosa alguna de tu prójimo. Mat 20:15; Hch 5:4.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

codiciar (Heb. hamad) literalmente significa «tener un fuerte deseo por algo». La codicia no es una simple apreciación de algo desde la distancia, sino que es un deseo egoísta, incontrolado e inmoderado. Este décimo mandamiento regula una cuestión interior: el pecado de codiciar ocurre en nuestra mente. Esto nos muestra que Dios piensa no sólo en evitarles a los israelitas actos perversos preconcebidos, sino que también aleja los malos pensamientos que anteceden estos actos.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

NO CODICIARÁS.

(1) Este mandamiento va más allá del pecado externo de palabra o de acción para condenar los malvados motivos y deseos. La codicia incluye el deseo o anhelo de todo lo que es censurable o que pertenece a otra persona. Pablo afirma que ese mandamiento revela lo grave del carácter pecaminoso de los seres humanos (Rom 7:7-13).

(2) Esta ley, así como las otras, pone al descubierto la depravación de hombres y mujeres y los llama a que busquen la gracia y la fuerza moral de Dios (cf. Luc 12:15-21; Rom 7:24-25; Efe 5:3). Sólo mediante el poder regenerador del Espíritu Santo se puede llevar una vida que agrada a Dios (véase Rom 8:2, nota).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

codiciarás. Los pensamientos y deseos del corazón no escapan a la atención. Un intenso anhelo por tener lo que pertenece a otro es malo. Este décimo mandamiento sugiere que ninguno de los anteriores nueve mandamientos son solamente acciones externas sin relación con los pensamientos internos (cp. Mat 15:19; Rom 7:7; Rom 13:9).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

La mujer de tu prójimo: Esta frase no tiene problemas de traducción, pero es necesario notar que esta ley está dirigida a los varones. No se dice a las mujeres: “No codiciarás al esposo de tu vecina”. En nuestra cultura se sobreentiende que incluye también este otro sentido, pero el traductor debe indagar cómo se comprende esta frase en la cultura receptora de su traducción. A nuestro criterio, no hay que modificar el texto hebreo, pero se puede colocar una nota al pie de página, si es necesario, para señalar la pertinencia de esta ley para ambos sexos.

Tu prójimo: Los diez mandamientos comienzan con Yo soy Jehová, tu Dios (v. Éxo 20:2) y finalizan con tu prójimo, que es la última palabra hebrea del versículo Éxo 20:17. Es sabida la importancia que tiene la estructura inclusiva en la literatura hebrea, y en este caso es importante preservar el juego de sentido. Entre las versiones que venimos consultando, solo RV95 y BJ reproducen este efecto, mientras que las demás no atienden a este detalle. El traductor debería hacer el esfuerzo de reproducir estas palabras en la lengua receptora.

Aspectos históricos y literarios

Los Diez Mandamientos

Con esta expresión tradicional se denomina el conjunto de leyes presente en Éxo 20:2-17, que tiene un texto paralelo en Deu 5:6-21, respecto al cual casi no hay diferencias, a excepción de la justificación del descanso sabático (ver Deu 5:15 en contraste con Éxo 20:11). El texto hebreo lo llama “las diez palabras” (de ahí la forma griega decálogo), pero esta expresión no aparece en el texto mismo del Decálogo, sino en otros lugares como Éxo 34:28 y Deu 4:13; Deu 10:4. Esta forma de nombrar la colección sugiere que, originalmente, la misma sería más comprimida, seguiría el modelo de los mandamientos breves (“no matarás”, “no robarás”, etc.) y constaría de diez leyes expresadas en pocas palabras cada una. De esa manera, sería de fácil memorización y podría ser recitada en liturgias o en la devoción personal.

La división del texto en diez leyes es también problemática. Hay acuerdo en que el versículo Éxo 20:1-26.2 es un preámbulo a toda la colección, aunque se lo asimila al primer mandamiento. A partir de ahí, una tradición cristiana considera como primer mandamiento los versículos Éxo 20:2-3, mientras que el segundo mandamiento estaría formado por los versículos Éxo 20:4-6. Otra tradición cristiana considera los versículos Éxo 20:2-6 como el primer mandamiento, y luego, para llegar al total de diez leyes, divide el versículo Éxo 20:17 en dos mandamientos (v. Éxo 20:17, no codiciarás la casa de tu prójimo, y v. Éxo 20:17, No codiciarás la mujer ). Así, ambas tradiciones tienen diez leyes, pero cada una divide el texto de manera distinta. Estas dos alternativas provienen de los primeros siglos de la iglesia y hay en ellas elementos teológicos en juego. Si los versículos Éxo 20:2-6 representan un solo mandamiento, entonces la prohibición de las imágenes (vv. Éxo 20:4 ss.) es una ampliación del versículo Éxo 20:3 y se aplica, preferentemente, a las imágenes que pudieran hacerse de los “otros dioses” (v. Éxo 20:3). En cambio, si se considera que el primer mandamiento finaliza en el versículo Éxo 20:3, la prohibición de las imágenes en el versículo Éxo 20:4 sería una ley en sí misma y no una ampliación del versículo anterior, de modo que se debería aplicar también a las imágenes que pudieran hacerse del propio Dios. Para evitar esta discusión, no es aconsejable dar un número a cada mandamiento en la traducción.

Se ha observado que en el Antiguo Testamento hay varios ejemplos de grupos de leyes que se parecen por su estructura a los diez mandamientos. Sin embargo, son colecciones temáticas y no abarcan la totalidad de la vida como hacen estos diez, razón por la cual se los ha destacado y se les ha otorgado un lugar central en la legislación israelita. Por ejemplo, la lista de Lev 18:6-13 sobre los límites de las relaciones sexuales tiene una estructura parecida. También Sal 15:1-5 ―con forma poética― es una lista de las condiciones (leyes) que, en caso de cumplirse, permiten a la persona entrar al templo dignamente. En ambos casos estos grupos de leyes o condiciones se limitan a su campo específico. En Deu 27:15-25 encontramos una colección de doce maldiciones que abarca varios temas ―algunos de ellos también presentes en el decálogo― y que está redactada para uso litúrgico. Dicha colección tiene forma legal y muy posiblemente era utilizada para recitar en los servicios del templo.

Lo que caracteriza a los Diez Mandamientos ―y los distingue de otras listas― es su carácter general y abarcador de la totalidad de la vida personal y social, a la vez que su particular estructura literaria. De acuerdo con criterios relativos a las formas literarias y el contenido temático, se pueden distinguir dos grupos, como muestra el siguiente cuadro:

Versículos Éxo 20:2-13

Versículos Éxo 20:13-17

Regulan la relación con Dios

Regulan las relaciones humanas

Incluyen la frase “El Señor tu Dios”

No mencionan a Dios

Presentan obligaciones propias de Israel

Presentan obligaciones universales

Utilizan fórmulas negativas y positivas

Utilizan fórmulas negativas

Como surge del cuadro, estas leyes combinan normas universales con otras propias de Israel. El orden indica que, en primer lugar, se debe establecer una relación sana con Dios, para luego pasar a las obligaciones con las demás personas. El hecho, ya señalado, de que el primer mandamiento comienza con Yo soy Jehová, tu Dios y el último finaliza con tu prójimo no es una casualidad, sino que indica una dirección que es coherente con el mensaje general del Antiguo Testamento. Se busca a Dios, pero éste dirige nuestra vista hacia el prójimo. Se trata de un Dios invisible que se hace visible en el rostro de quienes nos rodean.

Las dos leyes presentadas en positivo ―acuérdate del sábado (v. Éxo 20:8), y honra a tu padre y a tu madre (v. Éxo 20:12)― suponen una actitud activa por parte de la persona. En estos casos, no se trata de no hacer tal o cual cosa, sino de responsabilizarse de manera concreta para que tales mandamientos sean cumplidos. Es para resaltar que ambos casos se refieren a actos requeridos para preservar la correcta relación con Dios, pero que tienen consecuencias directas sobre el prójimo, ya sean los padres o los habitantes de la casa, incluyendo los animales.

Las leyes de los versículos Éxo 20:13-17 fueron compartidas con los regímenes legales de otros pueblos de la antigüedad. El Código de Hammurabi (siglo 18 a.C.) incluye leyes de este tenor, sin duda compartidas por otras naciones de la época. Sin embargo, los mandamientos bíblicos no son presentados como leyes producto de la cultura y sabiduría humanas, sino como leyes dadas por Dios para ser cumplidas de acuerdo con su voluntad. Su violación ha de afectar la relación con la divinidad misma. Así, se otorga a la regulación de la vida cotidiana un valor sagrado diferente al que tenían en otros pueblos. De acuerdo con numerosos textos (Éxo 24:12; Éxo 31:18; Éxo 32:15, etc.), las leyes fueron escritas en dos tablas de piedra. No se sabe por qué se menciona dos tablas ni cuál se entendía que era el contenido de cada una. La idea que parece natural de que en cada tabla habría cinco leyes choca contra la evidencia: en caso de ser así, la primera tabla tendría 146 palabras hebreas, y la segunda, sólo 26. A la vez, es necesario recordar que en Éxo 32:15 se nos dice que dichas tablas estaban escritas de ambos lados. Este hecho no fue reproducido ni en el arte judío ni en el cristiano, que por siglos representaron las tablas omitiendo este detalle. Ciertas especulaciones de la época medieval sugerían que cada tabla llevaba impresa una de las versiones del decálogo que hoy poseemos (la de Éxo 20:1-26 y la de Deu 5:1-33), pero esta explicación no resulta convincente, dado que en la antigüedad no hubo dos decálogos, sino uno, y que la narración que incluye la mención de las dos tablas nunca sugiere tal distribución. Es más provechoso considerar un hecho conocido de la antigüedad. En efecto, cuando en esta época se hacía un pacto entre reyes, se lo solía redactar en dos piedras o placas de metal iguales. Luego, se depositaba cada una de dichas placas en los templos respectivos de ambos monarcas, a fin de certificar la seriedad y la solemnidad del acuerdo logrado. Esta costumbre quizá influyó en la redacción de la historia bíblica y nos legó el detalle de las dos tablas, aunque en este caso las mismas fueron depositadas en el lugar donde se entendía moraba el Dios de Israel.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— ni su mujer: En el decálogo de Éxodo la mujer es un objeto más de la casa; en el de Deuteronomio, a la mujer ya no se la considera un objeto de la casa y se la diferencia del resto de las posesiones del hogar.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El décimo mandamiento. El último mandamiento prohíbe que un individuo codicie lo que pertenece a otro. A diferencia de todos los otros mandamientos, éste se dirige a los sentimientos y pensamientos tales como la envidia o la avaricia. Si los israelitas iban de disfrutar de una armoniosa relación de pacto con Dios, todo aspecto de sus vidas debía conformarse a su voluntad. La adherencia externa es insuficiente; el ser interno debe ser modelado de conformidad a los principios divinos para la moralidad encontrados en los Diez Mandamientos. Como Jesús nos recuerda, el interpretar los mandamientos en el sentido de exigir sólo obediencia externa sería interpretar mal sus propósitos (Mat. 5:17-48).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

NOTAS

(1) “No debes desear.” Heb.: lo’ thaj·módh. Véase Deu 5:21, n.

(2) Esta división de los Diez Mandamientos, Éxo 20:2-17, es la división natural. Concuerda con lo que señala Josefo, historiador judío del primer siglo (Antigüedades judías, Libro III, capítulo 5, párr. 5), y con lo que indica Filón, filósofo judío del primer siglo, quienes los dividen así: hacen de Éxo 20:3 el primer mandamiento, de Éxo 20:4-6, el segundo mandamiento, y de Éxo 20:17, que prohíbe toda codicia, el décimo mandamiento. Otros, entre ellos Agustín, consideran Éxo 20:3-6 como un solo mandamiento, pero dividen Éxo 20:17 en dos mandamientos: el noveno, en contra de codiciar la casa del semejante, y el décimo, en contra de codiciar sus posesiones vivientes. Agustín apoyó su división en la declaración paralela posterior de los Diez Mandamientos que se da en Deu 5:6-21, donde se emplean dos verbos heb. diferentes en Éxo 20:21 al prohibir el deseo codicioso de lo que pertenece a un semejante, mientras que en Éxo 20:17 se usa el mismo verbo heb. en ambas ocasiones. La división de Agustín ha sido adoptada por el sistema religioso católico romano.

REFERENCIAS CRUZADAS

x 880 Mat 5:28

y 881 Jos 7:21; Miq 2:2; Luc 12:15; Rom 7:7

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

No codiciarás. La codicia conduce a la maldad. Por tanto, aunque no haya manera de castigar la codicia ante un tribunal, está prohibida en las Escrituras como un crimen del corazón. Si no hubiera codicia, pocos de los actos antisociales de los primeros nueve mandamientos se llevarían a cabo.

Fuente: La Biblia de las Américas

Los otros mandamientos básicamente se refieren a acciones; este tiene que ver con pensamientos. El pecado generalmente se origina en los deseos malignos (cp. Stg 1:13-15).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

No codiciarás…Rom 7:7; Rom 13:9.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

g Rom 7:7; Rom 13:9.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[=] *Is 5:8 *Miq 2:2

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana