Comentario de Juan 6:67 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces Jesús dijo a los doce: —¿Queréis acaso iros vosotros también?

6:67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? — «La partícula interrogativa me muestra que una respuesta negativa se espera» (MRV) , pero «¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?» (Luc 14:28). Probablemente el corazón de Judas estaba con los que volvieron atrás y ya no anduvieron con El, pero todavía no le convenía alejarse.

Esta pregunta nos recuerda del libre albedrío del hombre. Josué (24:15) explicó las alternativas del pueblo y les dijo, «Escogeos hoy… «.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

¿Queréis vosotros iros también? Jos 24:15-22; Rut 1:11-18; 2Sa 15:19, 2Sa 15:20; Luc 14:25-33.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Esta es la primera vez en el Evangelio de Juan que se llama a los apóstoles los doce (aunque quizás hay una alusión indirecta a los Doce en Jua 6:13).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

6:67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? — «La partícula interrogativa me muestra que una respuesta negativa se espera» (MRV) , pero «¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?» (Luc 14:28). Probablemente el corazón de Judas estaba con los que volvieron atrás y ya no anduvieron con El, pero todavía no le convenía alejarse.
Esta pregunta nos recuerda del libre albedrío del hombre. Josué (24:15) explicó las alternativas del pueblo y les dijo, «Escogeos hoy… «.

Fuente: Notas Reeves-Partain

c. La confesión de Simón Pedro (vv. Jua 6:67-71)

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Los doce hace referencia a “los doce discípulos” en contraste con los demás discípulos que lo abandonaron. Todos se han alejando (multitud, judíos y discípulos). De nuevo Jesús queda solo con un grupo reducido: los doce. Esta es la primera vez que son mencionados como “los doce” (cf. Jua 20:24). Parece que Juan no tiene interés en referirse a ellos como el grupo de apóstoles y prefiere acentuar la diferencia.

¿Queréis acaso iros también vosotros? es una pregunta que anticipa una respuesta negativa. El pronombre “vosotros” es enfático y el tono de ironía o reproche debe conservarse en la traducción: «¿También ustedes quieren irse?» (TLA, DHH), “Y en cuanto a ustedes ¿acaso desean también abandonarme?”, “y ustedes ¿acaso quieren irse de mi lado?”, “y en cuanto a ustedes ¿también quieren dejarme solo?”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

los doce. Juan mencionó a este grupo en el vers. 13, pero asume que los lectores conocerían la identidad de estos doce . También en Mateo 10:1 se presenta a los doce discípulos sin mencionarse previamente.

Fuente: La Biblia de las Américas

Estos versículos forman la melancólica conclusión del discurso contenido en el capítulo sexto. Ellos presentan una prueba harto dolorosa del endurecimiento y corrupción del corazón del hombre. Aun cuando el orador era el mismo Hijo de Dios, muchos parecen haberlo oído en vano.
Notemos cuan antiguo es el pecado de la reincidencia. Se nos refiere que cuando nuestro Señor explicó lo que quería decir con la expresión de comer su carne y beber su sangre, muchos de sus discípulos se volvieron atrás y no andaban más con él.
La verdadera gracia de Dios es sin duda un bien que se posee eternamente. Una vez que los hombres la hayan, recibido, jamás la pierden por completo. «El fundamento de Dios está firme.» «Mis ovejas para siempre no perecerán.» 2Ti 2:19; Joh 10:28. Pero en cualquiera parte de la iglesia que existe gracia verdadera se encuentra también gracia falsa; y ésta hay millares que la pierden. Como los oyentes á quienes se representa en la parábola por medio de la semilla que cayó en terreno pedregoso, muchos hay que no tienen raíz en sí mismos y caen en tiempo de tentación. No todo lo que relumbra es oro. No todas las flores llegan á convertirse en fruto, ni son de Israel todos los que son llamados de Israel. Un hombre puede experimentar emociones, deseos, convicciones, esperanza, gozo, tristeza en asuntos religiosos, y sin embargo no poseer jamás la gracia de Dios. Acaso siga bien en su camino por algún tiempo y dé esperanzas de llegar al cielo, mas luego flaquea y vuelve á caer en los lazos del mundo, á semejanza de Demás, Judas Iscariote y la mujer de Lot.
Notemos, en segundo lugar, en este pasaje, la noble profesión de fe que hizo el apóstol S. Pedro. Nuestro Señor había dicho á los doce, cuando vio que tantas personas se volvieron: » ¿Queréis vosotros iros también?» Al punto Pedro manifestó con ese celo y ese fervor que lo caracterizaban: » Señor, ¿á quién iremos? tú tienes las palabras de vida eterna. Y nosotros creemos y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente..
La confesión que estas palabras expresan es verdaderamente asombrosa. Nosotros no podemos en esta época remota formarnos una idea de su valor real. Que un humilde judío dijera respecto de un Maestro á quien los escribas, los fariseos y los saduceos rechazaban: » Tú tienes las palabras de vida eterna; tú eres el Cristo,» fue por cierto un grande acto de fe. Qué mucho que nuestro Señor dijera en otro lugar: » Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.» Mat 16:17.
Pero la pregunta con la cual empezó Pedro es tan notable como su confesión. «¿A quién iremos?» dijo el noble apóstol. «¿A quién seguiremos? ¿A qué maestro nos acogeremos? ¿En dónde encontraremos un guía que te iguale? ¿Qué aprovecharemos con abandonarte? ¿Qué escriba, qué fariseo, qué saduceo, qué sacerdote, qué rabí puede enseñarnos las palabras de vida eterna que tú nos enseñas?.
Todo cristiano debiera hacer esa pregunta, cuando siente la tentación de abandonar su religión y volver al mundo. Para los que odian el Cristianismo es fácil notar lunares en nuestra conducta, encontrar objeciones en nuestras doctrinas; y acaso sea á veces difícil contestarles con prontitud. Mas » ¿á quién iremos,» si abandonamos nuestra religión? ¿De qué manera y en dónde encontraremos esa paz que experimentamos en servir á Cristo, por mal que lo hagamos? ¿Podemos mejorar nuestra situación volviéndole la espalda al Redentor, y tornando á las mismas sendas que seguíamos antes? No podemos.
Perseveremos pues, y no abandonemos la senda de la verdad.
Notemos, finalmente, en este pasaje, cuan poco es de provecho que resulta á algunos hombres del goce de los privilegios religiosos. Nuestro Señor dijo: » ¿No os he yo escogido doce y uno de vosotros es diablo» Y se nos informa en seguida que hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón.
Pocos hombres han disfrutado de tantos privilegios y oportunidades como Judas Iscariote. Elegido como discípulo, siendo como era compañero constante de Jesucristo, y como tal testigo de sus milagros, oyente de su predicación y así como también predicador autorizado de su reino, colega y amigo de Pedro, Santiago y Juan– seria difícil imaginar un estado más ventajoso para el bien del alma. Y no obstante, de ninguno sabemos con más seguridad que de Judas, que hiciera naufragio en la fe y se precipitara en el infierno. Perverso, á la verdad, debe de haber sido el carácter del hombre de quien nuestro Señor dijo que era diablo.
Sin la gracia de Dios, aunque vivamos tan cerca de Cristo que seamos alumbrados de la aureola que rodea su rostro, seremos perdidos como lo fue Judas. No descansemos, pues, hasta que gracia esa penetre en nuestras almas; y solo podemos conseguir esto por medio de la oración. Sentado á la diestra de Dios hay un Ser que ha dicho: » Pedid y se os dará.» Mat 7:7. Nuestro Señor Jesucristo tiene más voluntad de conceder la gracia que los hombres tienen de pedirla. Si hay muchos que no la poseen es porque no la piden

Fuente: Los Evangelios Explicados