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Comentario de Juan 7:37 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Juan 7:37 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pero en el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso de pie y alzó la voz diciendo: —Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

7:37 En el último y gran día de la fiesta, — Compárese Zac 14:16-19, el gozo del pueblo de Dios bajo el reinado del Mesías.

— Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, — Entre los deseos más fuertes del ser humano están la sed (Apo 22:17), el hambre (Mat 5:6) y el descanso (Mat 11:28-30). Verdaderamente Jesús suple todas nuestras necesidades: 4:14; 6:33-35; 53-56; 11:25; 14:6, etc.

— venga a mí y beba. — 4:14, «el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna»; Isa 55:1, «A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche»

«El carácter gozoso en general de esta fiesta prorrumpía el último día en regocijos ruidosos, particularmente en el momento solemne, cuando el sacerdote, como era hecho todos los días de la fiesta, traía en vaso de oro agua del manantial de Siloé, que brotaba bajo la montaña del templo, y solemnemente la vertía sobre el altar. Entonces eran cantadas las palabras de Isa 12:3: Sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salud, y así la referencia simbólica de este acto, intimada en el v. 39, fue expresada» (JFB).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

último y gran día de la fiesta. Lev 23:36, Lev 23:39; Núm 29:35; 1Re 8:65, 1Re 8:66.

y alzó la voz. Jua 7:28; Jua 1:23; Pro 1:20; Pro 8:1, Pro 8:3; Pro 9:3; Isa 40:2, Isa 40:6; Isa 55:1; Isa 58:1; Jer 2:2; Miq 6:9; Mat 3:3.

Si alguno tiene sed. Jua 4:10; Jua 6:35; Sal 36:8, Sal 36:9; Sal 42:2; Sal 63:1; Sal 143:6; Isa 12:3; Isa 41:17, Isa 41:18; Isa 44:3; Isa 55:1; Amó 8:11-13; Apo 21:6; Apo 22:1, Apo 22:17.

venga a mí. Jua 5:40; Jua 6:37; Jua 14:6; Isa 55:3; Jer 16:19; Mat 11:28.

y beba. Jua 6:55; Cnt 5:1; Zac 9:15; 1Co 10:4, 1Co 10:21; 1Co 11:25; 1Co 12:13; Efe 5:18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El llamado de Jesús en Jua 7:37 fue mucho más espectacular de lo que se dan cuenta los lectores modernos. Eligió un tiempo en que Jerusalén estaba repleta de visitantes y un momento crucial en las festividades en que podía atraer la mayor atención. Sería como si alguien interrumpiera un programa radial de un llamado presidencial para anunciar: «Interrumpimos este programa para presentarles un informe especial».

La Fiesta anual de los Tabernáculos llenaba Jerusalén con un exceso de multitudes festivas. Cada familia judía que viviera a unos treinta km de la ciudad tenía que salir de su hogar y vivir en una tienda como recordatorio de la vez que Israel había vagado por el desierto. Muchos elegían estar dentro de la ciudad por una semana. Las reuniones y fiestas se alternaban con procesiones solemnes del Templo hacia el estanque de Siloé (Jua 9:7). Abriéndose camino a empujones por las calles repletas, la multitud cantaba los Sal 113:1-9; Sal 114:1-8; Sal 115:1-18; Sal 116:1-19; Sal 117:1-2; Sal 118:1-29 en anticipación del justo reinado de Dios sobre Jerusalén.

Jesús trató de pasar inadvertido en la fiesta de ese año (Jua 7:2-10). Enseñó en el Templo (Jua 7:14), pero esperó el momento justo para anunciarse públicamente. Lo hizo el último día de la fiesta (Jua 7:37), probablemente al punto culminante de la procesión diaria.

Como en los seis días previos, el sumo sacerdote llenó una copa de agua del estanque de Siloé y la llevó de vuelta al Templo, donde la derramó a vista de todo el pueblo. Cada día en ese punto, las muchedumbres cantaban: «Alabad a Jehová» (Sal 118:1) y «Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego; te ruego, oh Jehová, que nos hagas prosperar ahora» (Sal 118:25), y de nuevo: «Alabad a Jehová». Después agitaban ramas de mirto, sauce y palmera hacia el altar, como si recordaran a Dios sus promesas. Más tarde, después de una pausa, se ofrecían los sacrificios.

Sin embargo, el último día, justo después que las muchedumbres no sólo habían ondeado sus ramas, sino también, como era costumbre, literalmente las sacudieron hasta romperlas en un frenesí de entusiasmo, de pronto se oyó una voz: «Si alguno tiene sed, venga a  y beba» (Jua 7:37; énfasis añadido). El tiempo de Jesús no pudo ser más perfecto o su llamado más explícito. Estaba anunciando que no era otro que el Mesías esperado por tanto tiempo que derramaría el Espíritu Santo, como lo reconocieron muchos de la muchedumbre inmediatamente (Jua 7:39-43).

÷Jua 7:37

actúa como un punto central para este relato de muchas maneras. Desde ese punto en adelante, aumentó la hostilidad de los enemigos de Jesús hasta que finalmente lo arrestaron (Jua 18:12) con vanas esperanzas de cortar «el agua viva».

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

En cada día de la fiesta, el pueblo venía con ramas de palmeras y marchaban alrededor del gran altar. Un sacerdote tomaba un jarro de oro lleno de agua del estanque de Siloé, lo llevaba al Templo y derramaba el agua sobre el altar como una ofrenda a Dios. Esta sensacional ceremonia era un recordatorio del agua que fluyó de la roca cuando los israelitas viajaron a través del desierto. En el último día de la fiesta, el pueblo marchaba siete veces alrededor del altar en memoria de las siete vueltas alrededor de los muros de Jericó. Quizás en el mismo momento en que el sacerdote estaba derramando el agua sobre el altar, se oyó la voz de Jesús: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

En el último y gran día. Esto sugiere que el suceso tuvo lugar en un día diferente al de la controversia en los vv. Jua 7:11-36. Si alguno tiene sed. Desde unos cuantos siglos antes de Cristo se había desarrollado la tradición de que en los siete días de la fiesta de los tabernáculos, un recipiente de oro que se llenaba con agua del estanque de Siloé era llevado de regreso al templo por el sumo sacerdote en una procesión festiva. Tan pronto llegaba la procesión a la puerta del agua en el lado S del atrio interior del templo, se oían tres toques de trompeta para marcar el gozo de la ocasión y el pueblo recitaba Isa 12:3: «Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación». En el templo, mientras la multitud de espectadores observaba, los sacerdotes marchaban alrededor del altar con el recipiente de agua mientras el coro del templo entonaba el Aleluya (Sal 113:1-9; Sal 114:1-8; Sal 115:1-18; Sal 116:1-19; Sal 117:1-2; Sal 118:1-29). El agua era derramada como sacrificio especial a Dios a la hora del sacrificio matutino. Se utilizaba agua porque era un símbolo de la bendición divina de la lluvia en abundancia para las cosechas. Jesús utilizó este acontecimiento como una lección gráfica y una oportunidad para hacer una invitación muy pública en el último día de la fiesta para que el pueblo le aceptara como su fuente de agua viva. Sus palabras evocan Isa 55:1. tiene sed … venga … beba. Estas tres palabras resumen la invitación del evangelio. Si uno reconoce su necesidad, siente el deseo de acercarse a la fuente de provisión y estará dispuesto a recibir lo que necesita. El alma sedienta y necesitada siente con apetencia el impulso de acercarse al Salvador y beberá sin reservas, es decir, recibirá la salvación que Él ofrece.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta sección cataloga las diferentes reacciones de las personas a las afirmaciones de Jesús. Estas respuestas se han convertido en patrones universales de la manera como se ha reaccionado a Él en todo el transcurso de la historia. Esta sección puede dividirse entre la afirmación de Cristo (vv. Jua 7:37-39) y las reacciones a Cristo (vv. Jua 7:40-52). A su vez, las reacciones pueden subdividirse en cinco secciones: 1) la reacción de los convencidos (vv. Jua 7:40-41 a), 2) la reacción de los contrarios (vv. Jua 7:41 b – Jua 7:42), 3) la reacción de los hostiles (vv. Jua 7:43-44), 4) el rechazo de los confundidos (vv. Jua 7:45-46) y 5) la reacción de las autoridades religiosas (vv. Jua 7:47-52).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

7:37 En el último y gran día de la fiesta, — Compárese Zac 14:16-19, el gozo del pueblo de Dios bajo el reinado del Mesías.
— Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, — Entre los deseos más fuertes del ser humano están la sed (Apo 22:17), el hambre (Mat 5:6) y el descanso (Mat 11:28-30). Verdaderamente Jesús suple todas nuestras necesidades: 4:14; 6:33-35; 53-56; 11:25; 14:6, etc.
— venga a mí y beba. — 4:14, «el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna»; Isa 55:1, «A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche»
«El carácter gozoso en general de esta fiesta prorrumpía el último día en regocijos ruidosos, particularmente en el momento solemne, cuando el sacerdote, como era hecho todos los días de la fiesta, traía en vaso de oro agua del manantial de Siloé, que brotaba bajo la montaña del templo, y solemnemente la vertía sobre el altar. Entonces eran cantadas las palabras de Isa 12:3: Sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salud, y así la referencia simbólica de este acto, intimada en el v. 39, fue expresada» (JFB).

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA FUENTE DE AGUA VIVA

Juan 7:37-44

El último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y llamó en alta voz:
-¡El que tenga sed, que venga a Mí a beber! Como dice la Escritura: «El que crea en Mí, ríos de agua viva correrán por sus entrañas.»
Aquello lo dijo refiriéndose al Espíritu Que habían de recibir los que creyeran en Él; porque aún no había Espíritu, porque Jesús todavía no había sido glorificado.
Cuando Le oyeron decir aquello, algunos de la multitud dijeron:

-¡Éste es, sin duda, el Profeta prometido!

-¡Éste es el Ungido de Dios! -decían otros.

-¿Es que puede venir de Galilea el Ungido de Dios? -objetaban otros-. ¿Es que no dice la Escritura que el Ungido de Dios es descendiente de David, y que será de Belén, el pueblo de donde era David?
Así es que había división de opiniones entre la multitud acerca de Jesús. Algunos habrían querido arrestarle, pero nadie Le puso la mano encima.

Todos los acontecimientos de este capítulo tuvieron lugar durante la fiesta de los Tabernáculos; y, para entenderlos adecuadamente debemos conocer el significado y un poco del ritual de aquella fiesta.
La fiesta de los Tabernáculos -o de las cabañuelas, DRAE- era la tercera de las tres grandes fiestas judías de guardar a las que estaban obligados a asistir todos los varones que vivieran a menos de veinticinco kilómetros de Jerusalén: la Pascua, Pentecostés y Tabernáculos. Caía corrientemente a finales de septiembre, el 15 del séptimo mes hebreo. Como todas las grandes fiestas judías, tenía un doble significado.

En primer lugar, tenía un significado histórico. Recibió su nombre del hecho de que, mientras duraba, las familias salían de sus casas y vivían en chozas. Durante la fiesta, surgían chozas por todas partes: en las azoteas de las casas, en las calles, en las plazas públicas, en los jardines y en los parques y hasta en los mismos atrios el templo. La ley establecía que las chozas no podían tener una estructura permanente, sino ser hechas sólo para la ocasión. Las paredes eran de ramas o frondas, capaces de proteger del tiempo pero dejando pasar el sol. La cubierta era de paja o cañas, pero trenzadas de tal manera que se pudieran ver las estrellas desde dentro. El significado histórico de todo esto era recordarle al pueblo de una manera inolvidable que en su pasado habían sido peregrinos por el desierto sin techo sobre sus cabezas (Lv 23:40-43 ). El propósito era «que vuestras generaciones sepan que Yo hice habitar en chozas al pueblo de Israel cuando lo saqué de la tierra de Egipto.» En su origen duraba siete días, pero en tiempos de Jesús ya se le había añadido el octavo.

En segundo lugar, tenía una significación agrícola. Era sobre. todo una fiesta de acción de gracias por la cosecha. Algunas veces se la llamaba la fiesta de la cosecha Ex 23:16; Ex 34:22 ); y era la más popular de todas. Por esa razón, a veces se la llamaba simplemente la fiesta 1R 8:2 ), y a veces la fiesta del Señor Lv 23:39 ). Las sobrepasaba a todas. La gente y la liturgia hebrea la llamaban «la fiesta de nuestra alegría», porque marcaba el final de todas las cosechas, ya que para esa fecha ya se habían segado la cebada y el trigo y vendimiado las uvas. Como establecía la ley, tenía que celebrarse «cuando hayas recogido los frutos de tus labores del campo» Ex 23:16 ); había que guardarla «cuando hayas hecho la cosecha de tu era y de tu lagar» Dt 16:13; Dt 16:16 ): No se daban las gracias sólo por una cosecha, sino por todas las cosas buenas de la naturaleza que hacían la vida posible y feliz. En el sueño del nuevo mundo de Zacarías sería ésta la fiesta que se celebraría en todas partes Zac 14:16-18 ). Josefo la llamaba «la fiesta más santa y grande entre los judíos» (Antigüedades de los judíos, 3:10:4). No era una fiesta sólo para los ricos, sino que se establecía que el siervo, el extranjero, la viuda y el pobre habían de participar de la alegría general.

Había una ceremonia que se incluía especialmente en esta fiesta. Se les decía a los fieles que tomaran «ramas con fruto de árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos y de sauces de los arroyos» Lv 23:40 ). Los saduceos decían que esta era una descripción de los materiales de los que había que hacer las chozas; y los fariseos, que los participantes en- la fiesta tenían que traer estas cosas cuando venían al templo. Naturalmente, el pueblo seguía la interpretación de los fariseos, porque les daba oportunidad de participar personalmente en la fiesta de la alegría.

Una ceremonia especial está íntimamente relacionada con este pasaje y con las palabras de Jesús. Seguramente la tendría en mente cuando habló, y es posible que hasta sirvió de escenario natural a Sus palabras. Todos los días de la fiesta venía al templo la gente con sus ramas de palmera y de sauce, y formaba con ellas una especie de pasillo que daba la vuelta al altar mayor. Al mismo tiempo, un sacerdote llevaba una vasija de oro de tres logs de capacidad (litro y medio) al estanque de Siloé y la llenaba de agua. Luego volvía y entraba por la puerta del Agua mientras la gente recitaba Isa 12:3 : «¡Sacad con gozo aguas de las fuentes de la salvación!» El agua se subía al altar del templo y se derramaba como una libación al Señor. Mientras tanto, el coro de los levitas con acompañamiento de flautas cantaba el hallel, es decir, los Salmos 113-118: Cuando llegaban a las palabras «Alabad al Señor porque Él es bueno» Sal 118:1 ), y también a las palabras «Oh Señor, sálvanos ahora» Sal 118:25 ), y por último a las palabras finales «Alabad al Señor porque El es bueno» Sal 118:29 ), los que participaban en el culto gritaban y mecían las ramas hacia el altar. Toda aquella ceremonia dramática era una acción de gracias por el don de Dios del agua, y una oración por la lluvia, y un recuerdo de cuando salió agua de la roca cuando el pueblo estaba en el desierto. El último día de la fiesta, esta ceremonia era especialmente impresionante, porque daban siete vueltas al altar en memoria de la marcha de siete vueltas alrededor de las murallas de Jericó, que cayeron e Israel conquistó la ciudad.

En ese contexto, y tal vez en ese mismo momento, resonó la voz de Jesús: «¡El que tenga sed; que venga a Mí a beber!» Es como si Jesús dijera: «Estáis dando gracias y gloria a Dios por el agua que calma la sed de vuestro cuerpo. Venid a Mí, y satisfaré la sed de vuestra alma.» Estaba usando aquel momento dramático para trasladar el pensamiento de la gente a la sed de Dios y de las cosas eternas.

LA FUENTE DE AGUA VIVA

Juan 7:37-44 (conclusión)

Después de haber reconstruido el trasfondo vivo de este pasaje, debemos ahora considerarlo más en detalle.
La promesa de Jesús nos presenta un poco de problema. Dijo: » El que crea en Mí, ríos dé agua viva correrán por sus entrañas.» E introduce esta proclama diciendo: «Como dice la Escritura.» No se ha conseguido identificar esta cita de manera satisfactoria; y la cuestión es: ¿Qué quiere decir? Hay dos posibilidades diferentes.

(i) Puede que se refiera a la persona que viene a Jesús y Le acepta: tentará en su interior un río de agua refrescante. Sería otra manera de decir lo que le dijo Jesús a la Samaritana: «El agua que Yo les daré se convertirá en un manantial de agua en su interior saltando a borbollones para darles la vida eterna» (Jn 4:14 ). Sería otra manera de expresar el hermoso dicho de Isaías: «El Señor te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas cuyas aguas nunca faltan» (Isa 58:11 ). El sentido sería que Jesús podía dar a las personas el caudal vivificador del Espíritu Santo.

Los judíos localizaban los pensamientos y las emociones en diferentes partes del cuerpo. El corazón era la sede de la inteligencia; los riñones y el vientre, de las emociones íntimas. Como dice. el autor de Proverbios: «El espíritu humano es la lámpara del Señor, la cual escudriña todas sus entrañas» (Pr 20:27 ). E§to querría decir que Jesús prometía la corriente purificadora, refrescante y vivificadora del Espíritu Santo, que limpia y revitaliza nuestros pensamientos y sentimientos. Es como si Jesús dijera: «Venid a Mí y aceptadme; y pondré en vosotros, por Mi Espíritu, una nueva vida que os dará pureza y satisfacción, la clase de vida que habéis deseado siempre y que nunca habéis tenido.» Sea cual sea la interpretación que tomemos, es absolutamente seguro que lo que representa ésta es verdad.

(ii) La otra interpretación es que » los ríos de agua viva correrán por sus entrañas» se refiere al mismo Jesús (y a Su Cuerpo, que es la Iglesia). Puede que sea una descripción del Mesías que Jesús cita de alguna escritura que no podemos localizar. Los cristianos siempre han identificado a Jesús con la roca que dio agua a los israelitas en el desierto (Ex 17:6 ). Pablo también aplicó esa figura a Cristo (1Co 10:4 ). Juan nos dice que, cuando un soldado abrió el costado de Jesús en la Cruz con su lanza, salió agua con sangre (Jn 19:34 ). El agua representa la purificación que recibimos en el Bautismo, y la sangre el sacrificio expiatorio de la Cruz representado en la Santa Cena. Este símbolo del agua vivificadora que viene de Dios se encuentra a menudo en el Antiguo Testamento (Sal 105:41 ; Ez 47:1; Ez 47:12 ). Joel nos presenta un cuadro maravilloso: «Y saldrá una fuente de la casa del Señor» (Jl 3:18 ). Bien puede ser que Juan esté pensando en Jesús como la fuente de la que fluye la corriente purificadora. El agua es aquello sin lo cual no puede existir la vida; y Cristo es el único sin el Cual la humanidad no puede vivir ni enfrentarse con la muerte. De nuevo, sea cual sea la interpretación que tomemos, esto también es verdad.

Ya sea que tomemos esta figura como refiriéndose a Cristo o a los cristianos, quiere decir que de Cristo fluye la fuerza y el poder y la purificación que nos dan la vida en el sentido más auténtico de la palabra.
En este pasaje hay algo sorprendente. La versión Reina Valera y casi todas las demás lo suavizan, pero el mejor texto original dice sorprendentemente en el versículo 39: «Porque aún no había Espíritu.» ¿Qué quiere decir eso? Vamos a considerarlo de la siguiente manera: un gran poder puede existir mucho antes de que se descubra, como ha sucedido con la electricidad o la fuerza atómica; no somos los seres humanos los que lo hemos inventado, sino sólo descubierto. El Espíritu Santo ha existido siempre; pero no llegó a ser una realidad en la Iglesia hasta el día de Pentecostés. Como se ha dicho acertadamente: «No podía haber Pentecostés sin Calvario.» Es necesario conocer a Jesús antes de experimentar el Espíritu. Antes, el Espíritu había sido un Poder; pero ahora. es una Persona, porque ha llegado a ser para nosotros nada menos que la presencia del Señor Resucitado, siempre con nosotros. En esta frase aparentemente alucinante, Juan no quiere decir que el Espíritu no existiera,
sino que fue necesaria la vida y la muerte de Jesucristo para abrir las compuertas del Espíritu para que llegara a ser real y vivificador para todo el mundo.

Debemos fijarnos en cómo termina este pasaje. Algunos tomaron a Jesús por el Profeta que había prometido Moisés (Dt 18:15 ). Otros creyeron que era el Ungido de Dios. Y se produjo una discusión sobre si el Mesías tenía que venir de Belén o no. Esa es la tragedia: la gran experiencia espiritual acabó en la aridez de una discusión teológica.

Eso es lo que tenemos que evitar a toda costa. Jesús no es un tema que hay que discutir, sino Alguien a Quien hay que conocer y aMarcos Si tenemos una opinión acerca de Él y otro tiene otra, eso no importa con tal de que ambos Le conozcamos como nuestro Salvador y Le aceptemos como nuestro Señor. Aunque expliquemos nuestra experiencia espiritual de diferente manera, eso no debe dividirnos; porque lo importante es la experiencia, y no la explicación que le demos.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

3. Jesús en el último día de la fiesta (Jua 7:37-53)

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

a. El agua viviente del Espíritu (vv. Jua 7:37-39)

Análisis de discurso

Luego de haber mencionado su origen (Jua 7:25-29) y seguidamente su inevitable partida (Jua 7:33-36), Jesús pasa a anunciar el don de su Espíritu en el último día de la fiesta con voz profética, posiblemente en el octavo día, el más alegre y solemne de todos.

Durante el tiempo del Nuevo Testamento la fiesta de las enramadas, al ser una festividad agrícola, había incluido oraciones por la lluvia, las que se simbolizaban de forma dramática en cada uno de los siete días de la celebración. Una procesión salía del templo a la fuente de Siloé para traer agua. Allí los sacerdotes llenaban las jarras de oro con agua mientras el coro repetía las palabras de Isa 12:3. Luego la procesión ascendía al templo entrando por “la puerta del agua”. Cuando los peregrinos llegaban cantando hacia el altar frente al templo, agitaban sus ramos de la mano derecha (lulab ) y los de la izquierda (ethrog ) y cada varón repetía el texto del Sal 118:25. Al mismo tiempo el jefe de los sacerdotes chorreaba el agua mezclada con vino en el altar, y ésta salía por un tubo de plata fuera del templo hacia el torrente de Cedrón. Esta ceremonia no era sólo un ritual de agua sino que señalaba la renovación espiritual anunciada en Eze 47:1-12.

TÍTULO: La mayoría de las versiones titulan esta sección Ríos de agua viva (RV60, RV95, DHH, TLA, BA). Una alternativa interesante es La promesa del agua viva (BJ). Consideramos que debe incluirse el elemento aludido: El Espíritu como ríos de agua viva.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

En el último y gran día de la fiesta. El último día es el día más importante de la fiesta. Los eruditos no coinciden en la identificación de este día, si fue el séptimo o el octavo día que se añadió a la fiesta para los peregrinos de la diáspora. El traductor no tiene que resolver este asunto, sino sólo señalar que era el más importante: “En el día más solemne de la fiesta que era el último”, “el día más importante de toda la fiesta” o “en el último día de la fiesta, cuando se hacían las más lindas ceremonias”.

Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo o “Jesús se puso de pie y exclamó a voz en cuello como un profeta”. Aquí se utiliza el mismo verbo del v. Jua 7:28. En el inicio del discurso de Jesús se dice literalmente si alguien tiene sed, “si alguna persona tiene sed”. En algunos idiomas se traduce “todas las personas” en lugar de “alguien”. El contexto ayuda a pensar que se va a Jesús y en cualquier traducción se añadiría el complemento del verbo: “venga a mí y beba”. En algunas culturas habrá que aclarar qué es lo que se bebe: “venga a mí y yo le daré algo de beber”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Jua 4:10; Jua 4:14; Lev 23:26.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La promesa del Espíritu. En los últimos días de la fiesta de los Tabernáculos había un ritual del agua y esto formó parte claramente del trasfondo del dicho de Jesús sobre el Espíritu. El ritual está relacionado con la necesidad de agua el año siguiente. Cuando Jesús dijo: Si alguno tiene sed (37), puede haber estado pensado en Isa. 55:1, pero lo más probable es que estuviera dando una mejor alternativa al ritual del agua. La idea de la sed tiene aquí un sentido espiritual, como es frecuente en su enseñanza. El v. 38 deja en claro que esta agua espiritual está disponible sólo para los creyentes. Hay un problema en la referencia a las Escrituras aquí, dado que ningún pasaje específico se adecua al texto, aunque puede ser una referencia general a pasajes como Isa. 58:11; Eze. 47:1; Zac. 14:8.

Las palabras de su interior lit. dicen “de su vientre” y surge la pregunta de si son una referencia a Cristo o al creyente. Como el agua viva se identifica con el Espíritu, ¿en qué sentido puede decirse que el creyente comunica el Espíritu? Es difícil que éste sea el sentido y es mejor entender que es Cristo quien comunica el Espíritu, idea que se enfatiza por la última parte del v. 39. Puede encontrarse un paralelo a la idea del agua que fluye de una persona en la roca metafórica (o sea Cristo) en 1 Cor. 10:4. El v. 39 vincula la venida del Espíritu con el periodo siguiente a la muerte, resurrección y ascensión de Jesús, que Juan describe como la glorificación. Sea lo que fuere que el sacrificio de agua pueda ha-ber significado para la mente investigadora, no había forma de que los oyentes conocieran el significado de las palabras de Jesús hasta que el Espíritu aportara su propia iluminación.

El resultado inmediato de estos dichos de Jesús fue una nueva discusión sobre su identidad. Había tres criterios: un profeta, el Cristo y que no era el Cristo. El último punto de vista se pretendía que estaba apoyado por la Escritura, pero pareciera que los judíos ignoraban el nacimiento de Jesús en Belén (cf. Miq. 5:2). Por tercera vez, en este capítulo aparece un deseo de arrestar a Jesús, que terminó en fracaso.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

t 418 Lev 23:36

u 419 Isa 55:1; Jua 4:14; Jua 6:35; Rev 22:17

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

exclamó en alta voz. La proclamación de Jesús, dada en el gran día de la fiesta, alcanzaría una gran audiencia.

que venga a mí y beba. La celebración de la fiesta incluía oraciones por la lluvia, una procesión hasta el estanque del Siloé, y el obtener del agua, la cual era llevada al templo como ofrenda a Dios. Jesús ahora se asocia a sí mismo con el cumplimiento de estos ritos.

Fuente: La Biblia de las Américas

37 super (1) El último día indica que todo el disfrute de cualquier éxito que se tenga en la vida humana, terminará. Hay un «último día» para todo lo relacionado con la vida física.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Aunque no se mención a en el AT; los judíos tenían la ceremonia de acarrear agua desde la piscina de Siloé y derramarla en una palangana de plata junto al altar de los holocaustos cada uno de los primeros siete días de la fiesta de los tabernáculos. En el octavo día, esto no se hacía; fue entonces cuando Cristo hizo la oferta de agua de vida eterna que procede de Él, con lo que dicha oferta resultaba aún más sorprendente.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Alguien ha dicho que hay pasajes en la Biblia que merecen ser impresos con letras de oro. De esa clase son los versículos que tenemos á la vista. Ellos contienen una de esas completas y universales excitaciones hechas á la humanidad, que hacen que el Evangelio sea, por excelencia, “la buena nueva de Dios.” Analicemos dicha excitación.
1°. Se hace una suposición. Nuestro Señor dijo: “Si alguno tiene sed.” Estas palabras fueron, sin duda, enunciadas en un sentido místico. La sed de que tratan es meramente sed espiritual, y quiere decir ansiedad del alma, convicción del pecado, deseo de obtener perdón, anhelo por la paz de conciencia. Los judíos que oyeron á Pedro predicar el día de Pentecostés y fueron compungidos de corazón, y el carcelero de Filipo que les preguntaba ansioso á Pablo y á Silas que qué debía hacer para ser salvo, son ejemplos que explican el significado de la expresión. Ambos tenían sed.
Por desgracia pocos hay que experimenten esta sed. Todos debieran sentirla, y todos la sentirían si obraran con prudencia. Criaturas pecadoras, mortales y moribundas como somos todos nosotros, con almas que algún día han de ser juzgadas y que han de pasar toda la eternidad ó bien en el cielo, ó bien en el infierno, no hay hombre alguno sobre la tierra que no debiera tener sed de ser salvo. Y sin embargo, la mayor parte de los hombres anhelan todo menos la salvación. El dinero, los placeres, los honores, el rango, los excesos de todo género -he aquí lo que desean.
Dichosos los que por experiencia saben lo que es sed espiritual. Los primeros pasos dados en el campo de la religión cristiana consisten en descubrir que somos pecadores culpables, desamparados y necesitados. El primer paso dado hacia el cielo consiste en estar plenamente convencidos de que merecemos el infierno. Esa convicción del pecado que alarma al hombre y le hace creer que no tiene esperanza, es buena señal. Es á la verdad un síntoma de vida espiritual. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia; porque ellos serán hartos.” Mat 5:6.
2°. Se propone un remedio. Nuestro Señor dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.” De ese modo afirmó ser la verdadera fuente de la vida, el que provee á todas las necesidades espirituales y alivia á los afligidos; é invitó á todos los que se sintiesen agobiados por el peso del pecado á acudir á él para obtener socorro y protección.
Las palabras “ venga á mí” son breves y sencillas; pero resuelven un gran problema que los filósofos griegos y romanos, con toda su sabiduría, jamás pudieron resolver: el de la paz entre Dios y el hombre. Según lo que ellas expresan podemos obtener paz confiando en Jesucristo como nuestro mediador y sustituto, que es lo que se llama creer. Acaso el remedio parezca muy sencillo, demasiado sencillo para ser eficaz; mas no hay otro mejor; y todos los sabios del mundo reunidos no podrían encontrarle defecto alguno ó concebir otro más adecuado.-
3”. Se hace una promesa. Nuestro Señor dijo: “El que cree en mí, de su vientre correrán ríos de agua viva.” Estas palabras tienen doble aplicación. Por una parte enseñan que los que, por medio de la fe, se acercaren á Cristo, verán satisfechas abundantemente todas sus necesidades espirituales; y por otra, que los creyentes no solo gozarán ese bien, sino que vendrán á ser para sus semejantes fuentes de bendición.
Del cumplimiento de lo primero podrían testificar millares de cristianos al día de hoy. Si pudieran ser examinados, ellos certificarían que cuando por la fe se acercaron á Cristo encontraron en él más bendiciones de las que esperaban. Desde la primera vez que creyeron experimentaron una paz, una esperanza, un sosiego, que, a pesar de todas sus dudas y temores no cambiarían por cosa alguna en el mundo. Gracia han encontrado de acuerdo con sus necesidades, y fuerzas de acuerdo con los días de su vida. En sí mismos y en su propio corazón no han encontrado las prendas que esperaban encontrar; mas Cristo jamás ha dejado burladas sus esperanzas.
El cumplimiento de la otra parte de la promesa no será reconocido plenamente sino hasta el día del juicio. Solo en ese día se revelará la suma de bienes que se han hecho á la humanidad por medio de cada creyente, desde el momento mismo de su conversión. Algunos hacen bienes durante su vida por medio de la palabra, como los apóstoles y primeros nuncios del Evangelio. Otros hacen bienes cuando se hallan agonizantes, como Esteban, el ladrón penitente, y los mártires reformadores que perecieron en las llamas. Otros producen bienes largo tiempo después de muertos, por medio de sus escritos, como Baxter y Bunyan. Mas, ya de un modo, ya de otro, resultará que casi todos los creyentes han sido fuentes abundantes de bendiciones. De palabra ó por medio del ejemplo, directa ó indirectamente, siempre están ejerciendo influjo en el ánimo de los demás.
Al terminar este pasaje debiéramos preguntarnos si sabemos por experiencia lo que es “venir á Cristo.” Aquella alma se encuentra en un estado más triste y peligroso, que no siente cuidado ó ansiedad acerca de la eternidad, ó en el lenguaje bíblico, que no tiene sed. Y el mayor de los errores es procurar obtener calma y sosiego de otra manera que no sea acudiendo al Salvador. Una cosa es concurrir á la iglesia de Cristo, acudir á sus ministros y cumplir con sus ritos, y otra es acudir al mismo Jesucristo. ¡Feliz el que no solo sabe estas cosas, sino que obra de acuerdo con ellas!

Fuente: Los Evangelios Explicados

venga a Mí y beba… → §079.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

I.e., que siga viniendo a mí y que siga bebiendo

Fuente: La Biblia de las Américas

g §079.

Fuente: La Biblia Textual III Edición