Biblia

Comentario de Juan 8:12 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Juan 8:12 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

8:12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo (1:4, 5, 9; 3:19-21; 9:5; 12:35, 36) ; — Este es otro de los textos «Yo soy»; otros Song of Solomon 6:35, «yo soy el pan de vida»; 10:9, «Yo soy la puerta»; 10:11, «Yo soy el buen pastor»; 11:25, «Yo soy la resurrección y la vida» (1Jn 5:20); 14:6, «Yo soy el camino, la verdad y la vida»; 15:5, «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos». Si algún hombre

— un mero hombre — hablara de esta manera, todos se darían cuenta de que estaba loco, pero repetidas veces Jesús demostró que verdaderamente El es la luz del mundo. «¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!» (7:46), y podemos agregar que jamás hombre alguno ha tenido la pureza moral, la profunda sabiduría y la influencia duradera de Cristo.

Cristo es la luz del mundo porque El es Dios. «Dios es luz» (1Jn 1:5), la fuente de toda luz, física y espiritual. Dios «habita en luz inaccesible» (1Ti 6:16), como se ve en Éxo 24:17, «Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, y a los ojos de los hijos de Israel». Ni siquiera podemos mirar al sol. «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende lo alto, del Padre de las luces (cuerpos celestes) , en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» (Stg 1:17).

«En el principio cuando Dios creó los cielos y la tierra, dijo, «Sea la luz; y fue la luz» (Gén 1:1-3). El cuartó día de la creación Dios dijo, «Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche» (Gén 1:14). Las características de la luz son belleza, resplandor y utilidad. «Suave ciertamente es la luz» (Ecl 11:7). El alma anhela la llegada de la luz: «Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana» (Sal 130:6). Recuérdese el naufragio de Hch 27:1-44. «Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, y habíamos perdido toda esperanza de salvarnos… Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciese de día» (Hch 27:20; Hch 27:29). Una de las plagas abrumadoras de Egipto fue la plaga de las tinieblas: «Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días» (Éxo 20:23). Durante la peregrinación de Israel en el desierto, «Jehová iba delante de ellos… de noche en una columna de fuego para alumbrarles» (Éxo 13:21); de esa manera Jesús guía en plena luz a los que le siguen.

La palabra tinieblas se refiere a toda maldad, ignorancia, superstición y los problemas y aflicciones que son el fruto de estas cosas. El profeta Isaías dijo que «tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria» (Isa 60:2). Al hablar del Siervo de Jehová (Isa 42:6) dice, «te pondré… por luz de las naciones»; 49:6, «también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra»; Mal 4:2 dice, «Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación, y saldréis y saltaréis como becerros de la manada». Cuando Jesús se transfiguró delante de Pedro, Jacobo y Juan, «resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz» (Mat 17:2).

Como el sol que El creó es la fuente de luz, fuerza y energía del mundo físico, así también Cristo es la fuente de toda luz, fuerza y energía espiritual (JBC). Jesús es nuestro Salvador y Mediador, nuestro ejemplo a seguir, el perfecto Maestro para alumbrar el camino para que no andemos en tinieblas (ignorancia, pecado). «Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo» (1:9). Alumbra a todo hombre, porque El es «el resplandor de» la gloria de Dios. Heb 1:3.

Dios es luz. Cristo es luz. Pero ¿cómo alumbra nuestro camino? «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino» (Sal 119:105). Con esta luz no tomaremos el camino equivocado, evitaremos las desviaciones y obstáculos en el camino. «La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los sencillos» (Sal 119:130). «Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen» (Pro 6:23).

Es necesario entender la palabra de Dios, pero también es necesario que esté «sobre tu corazón». Deu 6:6-7, «Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás (Flp 3:1; 2Pe 1:12) a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes»; es decir, todo el tiempo y en todo lugar debemos enseñar a los hijos las maravillosas obras de Dios. La palabra clave en este texto es «repetirás» (enseñar diligentemente, LBLA), porque de otro modo los niños no aprenden bien, se distraen, olvidan y fácilmente son llevados a caminos malos por sus amigos. El enemigo número uno de los niños es la televisión; los padres que no reconocen este peligro pueden perder a sus hijos. Los que no enseñan con toda diligencia a sus hijos descuidan algo más importante que el alimento, la ropa y la salud física. Los niños y jóvenes que no han sido enseñados diligentemente andarán en tinieblas. Los que andan en tinieblas sufren una vida de miseria, porque hacen malas decisiones, cometen muchos errores y, aun peor, pierden sus almas. Por ejemplo, los que no andan en luz tienen muchos problemas matrimoniales, se divorcian, se vuelven a casar, pelean sobre los hijos, y su vida es una miseria continua.

También, la iglesia fiel refleja esta luz (Mat 5:13-16). «En otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad» (Efe 5:8-9; 1Ts 5:1-8). Los siete candeleros de oro eran las siete iglesias de Asia (Apo 1:20). «Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1Pe 2:9).

El evangelio de Cristo y la vida fiel de los santos (Flp 2:15; 1Pe 3:1-4) son los medios que Dios usa para esparcir esta luz. La obra de la iglesia es, pues, alumbrar el camino de los hombres por medio de vidas ejemplares y la enseñanza de la palabra de Cristo. «Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandeza la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios» (2Co 4:3-4).

«Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado» (1Jn 1:5-7). «El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo» (1Jn 2:10).

También la luz nos protege. Rom 13:12, «La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz».

— el que me sigue, — Cristo no nos da luz solamente para que entendamos su voluntad, sino para que le sigamos. La palabra seguir se refiere a una manera de vivir; es decir, seguirle habitualmente, como soldados que siguen a sus capitanes o generales, como esclavos que obedecen a sus amos, etc.

— no andará (no vivirá) en tinieblas , sino que tendrá la luz de la vida. — Rom 6:4; Rom 8:1-5; 2Co 5:7; Gál 5:16; Gál 5:25; Efe 4:1; Efe 5:15. El cristiano tiene luz, no anda a tientas como un ciego.

¿Quién puede andar en tinieblas (ignorancia, decepción, pecado) sin tropezar? En la luz hay seguridad (Sal 119:105). Hay peligro en las tinieblas. Sin la luz son invisibles los hoyos, los obstáculos, las fieras, etc.

La luz quiere decir entendimiento. Sal 119:130, «la exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los sencillos». Pero no basta con aprender la verdad: «¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo» (Isa 5:20).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Yo soy la luz del mundo. Jua 1:4-9; Jua 3:19; Jua 9:5; Jua 12:35; Isa 9:2; Isa 42:6, Isa 42:7; Isa 49:6; Isa 60:1-3; Ose 6:3; Mal 4:2; Mat 4:14-16; Luc 1:78, Luc 1:79; Luc 2:32; Hch 13:47; Hch 26:23.

no andará en tinieblas. Jua 12:35, Jua 12:46; Sal 18:28; Sal 97:11; Isa 50:10; 2Pe 2:4, 2Pe 2:17; Jud 1:6, Jud 1:13.

mas tendrá la luz de la vida. Jua 7:17; Jua 14:6; Job 33:28; Sal 49:19; Apo 21:24.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Yo soy la luz del mundo: Así como el sol es la luz física del mundo, también Jesús es la luz espiritual del mundo. Como es así, Jesús expone los pecados (vv. Jua 8:1-11) y da visión (Jua 9:1-7).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

YO SOY LA LUZ DEL MUNDO. Jesús es la luz verdadera (Jua 1:9); como tal, Él quita la oscuridad y la mentira al alumbrar la senda recta hacia Dios y la salvación.

(1) Todos los que siguen a Jesucristo son liberados de la oscuridad del pecado, del mundo y de Satanás. Los que caminan en la oscuridad no lo siguen (cf. 1Jn 1:6-7).

(2) «El que me sigue» es un participio de presente que da la idea de acción continua: «el que continúa siguiéndome». Jesús reconoció sólo el discipulado que persevera (véase la nota que sigue).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Yo soy la luz del mundo. Esta es la segunda declaración de «Yo soy» (vea Jua 6:35). Juan ya empleó la metáfora de la luz para hablar de Jesús (Jua 1:4). La analogía de Jesús aquí se inspira en las alusiones del AT (Éxo 13:21-22; Éxo 14:19-25; Sal 27:1; Sal 119:105; Pro 6:23; Eze 1:4; Eze 1:13; Eze 1:26-28; Hab 3:3-4). La frase resalta la identidad de Jesús como Mesías e Hijo de Dios (Sal 27:1; Mal 4:2). El AT señala que en el tiempo de la venida del Mesías el Señor sería una luz para su pueblo (Isa 60:19-22; cp. Apo 21:23-24) y para toda la tierra (Isa 42:6; Isa 49:6). Zac 14:5 b – Zac 14:1-21: 8 señala a Dios como la luz del mundo que ofrece aguas vivas a su pueblo. Es probable que la lectura de este último pasaje hiciera parte de la liturgia en la fiesta de los tabernáculos. Para complementar la importancia de Jesús como la «luz», vea las notas sobre Jua 1:4-5; 1Jn 1:5. el que me sigue. La palabra «sigue» comunica la idea de alguien que se entrega por completo a la persona a quien sigue. Para Jesús no existen seguidores a medias (cp. Mat 8:18-22; Mat 10:38-39). Aquí también hay una referencia encubierta a los judíos que siguieron la columna de nube y de fuego como su guía durante el éxodo (Éxo 13:21).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Si se toma aparte de la historia de la mujer adúltera en Jua 7:53; Jua 8:11, este versículo encajaría bien con Jua 7:52. La expresión «otra vez» indica que Jesús habló de nuevo al pueblo en la misma fiesta de los tabernáculos (vea Jua 7:2; Jua 7:10). Mientras que Jesús se valió del rito del lavamiento con agua (Jua 7:37-39) como metáfora para ilustrar la verdad acerca de sí mismo como Mesías en el cumplimiento de cada aspecto de la fiesta, luego prosiguió con la ceremonia de antorchas, otro rito de la tradicional fiesta. Durante la fiesta de los tabernáculos se encendían cuatro grandes lámparas en el patio de las mujeres en el templo, y bajo la luz que producían durante toda la noche el pueblo celebraba con danza, cántico y alabanza mientras sostenían antorchas en sus manos. Los músicos levitas también participaban. Jesús aprovechó esta oportunidad en la que se encendían las antorchas para describir otra analogía espiritual al pueblo: «Yo soy la luz del mundo».

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

8:12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo (1:4, 5, 9; 3:19-21; 9:5; 12:35, 36) ; — Este es otro de los textos «Yo soy»; otros Song of Solomon 6:35, «yo soy el pan de vida»; 10:9, «Yo soy la puerta»; 10:11, «Yo soy el buen pastor»; 11:25, «Yo soy la resurrección y la vida» (1Jn 5:20); 14:6, «Yo soy el camino, la verdad y la vida»; 15:5, «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos». Si algún hombre — un mero hombre — hablara de esta manera, todos se darían cuenta de que estaba loco, pero repetidas veces Jesús demostró que verdaderamente El es la luz del mundo. «¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!» (7:46), y podemos agregar que jamás hombre alguno ha tenido la pureza moral, la profunda sabiduría y la influencia duradera de Cristo.
Cristo es la luz del mundo porque El es Dios. «Dios es luz» (1Jn 1:5), la fuente de toda luz, física y espiritual. Dios «habita en luz inaccesible» (1Ti 6:16), como se ve en Éxo 24:17, «Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, y a los ojos de los hijos de Israel». Ni siquiera podemos mirar al sol. «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende lo alto, del Padre de las luces (cuerpos celestes) , en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» (Stg 1:17).
«En el principio cuando Dios creó los cielos y la tierra, dijo, «Sea la luz; y fue la luz» (Gén 1:1-3). El cuartó día de la creación Dios dijo, «Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche» (Gén 1:14). Las características de la luz son belleza, resplandor y utilidad. «Suave ciertamente es la luz» (Ecl 11:7). El alma anhela la llegada de la luz: «Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana» (Sal 130:6). Recuérdese el naufragio de Hch 27:1-44. «Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, y habíamos perdido toda esperanza de salvarnos… Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciese de día» (Hch 27:20; Hch 27:29). Una de las plagas abrumadoras de Egipto fue la plaga de las tinieblas: «Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días» (Éxo 20:23). Durante la peregrinación de Israel en el desierto, «Jehová iba delante de ellos… de noche en una columna de fuego para alumbrarles» (Éxo 13:21); de esa manera Jesús guía en plena luz a los que le siguen.
La palabra tinieblas se refiere a toda maldad, ignorancia, superstición y los problemas y aflicciones que son el fruto de estas cosas. El profeta Isaías dijo que «tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria» (Isa 60:2). Al hablar del Siervo de Jehová (Isa 42:6) dice, «te pondré… por luz de las naciones»; 49:6, «también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra»; Mal 4:2 dice, «Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación, y saldréis y saltaréis como becerros de la manada». Cuando Jesús se transfiguró delante de Pedro, Jacobo y Juan, «resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz» (Mat 17:2).
Como el sol que El creó es la fuente de luz, fuerza y energía del mundo físico, así también Cristo es la fuente de toda luz, fuerza y energía espiritual (JBC). Jesús es nuestro Salvador y Mediador, nuestro ejemplo a seguir, el perfecto Maestro para alumbrar el camino para que no andemos en tinieblas (ignorancia, pecado). «Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo» (1:9). Alumbra a todo hombre, porque El es «el resplandor de» la gloria de Dios. Heb 1:3.
Dios es luz. Cristo es luz. Pero ¿cómo alumbra nuestro camino? «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino» (Sal 119:105). Con esta luz no tomaremos el camino equivocado, evitaremos las desviaciones y obstáculos en el camino. «La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los sencillos» (Sal 119:130). «Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen» (Pro 6:23).
Es necesario entender la palabra de Dios, pero también es necesario que esté «sobre tu corazón». Deu 6:6-7, «Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás (Flp 3:1; 2Pe 1:12) a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes»; es decir, todo el tiempo y en todo lugar debemos enseñar a los hijos las maravillosas obras de Dios. La palabra clave en este texto es «repetirás» (enseñar diligentemente, LBLA), porque de otro modo los niños no aprenden bien, se distraen, olvidan y fácilmente son llevados a caminos malos por sus amigos. El enemigo número uno de los niños es la televisión; los padres que no reconocen este peligro pueden perder a sus hijos. Los que no enseñan con toda diligencia a sus hijos descuidan algo más importante que el alimento, la ropa y la salud física. Los niños y jóvenes que no han sido enseñados diligentemente andarán en tinieblas. Los que andan en tinieblas sufren una vida de miseria, porque hacen malas decisiones, cometen muchos errores y, aun peor, pierden sus almas. Por ejemplo, los que no andan en luz tienen muchos problemas matrimoniales, se divorcian, se vuelven a casar, pelean sobre los hijos, y su vida es una miseria continua.
También, la iglesia fiel refleja esta luz (Mat 5:13-16). «En otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad» (Efe 5:8-9; 1Ts 5:1-8). Los siete candeleros de oro eran las siete iglesias de Asia (Apo 1:20). «Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1Pe 2:9).
El evangelio de Cristo y la vida fiel de los santos (Flp 2:15; 1Pe 3:1-4) son los medios que Dios usa para esparcir esta luz. La obra de la iglesia es, pues, alumbrar el camino de los hombres por medio de vidas ejemplares y la enseñanza de la palabra de Cristo. «Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandeza la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios» (2Co 4:3-4).
«Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado» (1Jn 1:5-7). «El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo» (1Jn 2:10).
También la luz nos protege. Rom 13:12, «La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz».
— el que me sigue, — Cristo no nos da luz solamente para que entendamos su voluntad, sino para que le sigamos. La palabra seguir se refiere a una manera de vivir; es decir, seguirle habitualmente, como soldados que siguen a sus capitanes o generales, como esclavos que obedecen a sus amos, etc.
— no andará (no vivirá) en tinieblas , sino que tendrá la luz de la vida. — Rom 6:4; Rom 8:1-5; 2Co 5:7; Gál 5:16; Gál 5:25; Efe 4:1; Efe 5:15. El cristiano tiene luz, no anda a tientas como un ciego.
¿Quién puede andar en tinieblas (ignorancia, decepción, pecado) sin tropezar? En la luz hay seguridad (Sal 119:105). Hay peligro en las tinieblas. Sin la luz son invisibles los hoyos, los obstáculos, las fieras, etc.
La luz quiere decir entendimiento. Sal 119:130, «la exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los sencillos». Pero no basta con aprender la verdad: «¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo» (Isa 5:20).

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA LUZ QUE NO RECONOCIERON

Juan 8:12-20

Entonces Jesús siguió diciéndoles:

-Yo soy la luz del mundo. El que me siga, no andará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.

Los fariseos le contestaron:

-Tu das testimonio acerca de ti mismo. Tu testimonio no es válido.
Aunque es verdad que doy testimonio de mí mismo -les contestó Jesús-, Mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y adónde voy. Vosotros sois los que no lo sabéis, y basáis vuestro juicio en criterios puramente humanos. Yo no juzgo a nadie. Pero, si emitiera un juicio, mi juicio sería verdadero, porque no estoy solo, sino que estamos unidos en el juicio Yo y el Padre que me envió; y está escrito en vuestra ley que el testimonio de dos personas es válido. Yo doy testimonio acerca de mí mismo, y el Padre que me envió también da testimonio acerca de mí.

-¿Dónde está tu Padre? -le preguntaron.

-No nos conocéis, ni a mí, ni a mi Padre -respondió Jesús-. Si me hubierais reconocido a mí habría sido señal de que también conocíais a mi Padre.
Estas cosas las dijo en el lugar de las ofrendas, cuando estaba enseñando en el recinto del templo; y nadie le puso las manos encima con violencia, porque aún no había llegado su hora.

El escenario de esta discusión con las autoridades judías fue el lugar en que se hacían las ofrendas del templo, que estaba en el atrio de las mujeres. El atrio más exterior era el de los Gentiles; el segundo, éste, el de las mujeres, que se llamaba así porque las mujeres no podían entrar más adentro, excepto cuando iban a ofrecer sacrificio en el altar que estaba en el atrio de los sacerdotes. Alrededor del atrio de las mujeres había un pórtico con columnas en el que había, colocados en el muro, trece cofres en los que los fieles echaban sus ofrendas. Los llamaban las trompetas, porque tenían esa forma, más estrecha por la parte de arriba y ensanchándose hacia abajo.

Cada uno de los trece cofres estaba destinado para una ofrenda determinada. En los dos primeros se echaban los medios siclos que tenían que pagar todos los judíos para el mantenimiento del templo. En el tercero y el cuarto se ponían las cantidades de la compra de dos pichones que tenían que ofrecer las mujeres para purificarse después de tener un hijo Lv 12:8 ). En el quinto se ponían las aportaciones para los gastos de la leña que se necesitaba para mantener el fuego del altar. En el sexto se echaban las contribuciones al gasto del incienso que se usaba en los cultos del templo. Al séptimo se echaban las contribuciones a los gastos de mantenimiento de los instrumentos y recipientes de oro que se usaban en los oficios. Algunas veces una familia apartaba una cantidad como ofrenda de acción de gracias o por algún pecado; en las otras seis trompetas los fieles echaban el dinero que les sobraba después de hacer las ofrendas prescritas, y cualquier extra que quisieran añadir.

En el lugar de las ofrendas siempre habría un constante fluir de gente entrando y saliendo. Sería el lugar ideal para conseguir una audiencia de gente piadosa para impartir enseñanza.

En este pasaje, Jesús se presenta diciendo: «Yo soy la luz del mundo.» Es probable que el trasfondo de esta escena hiciera sus palabras aún más actuales e impactantes. La fiesta en la que Juan coloca estas palabras de Jesús era la de los Tabernáculos Jn 7:2 ). Ya hemos visto Jn 7:37 ) que sus ceremonias ofrecían un perfecto escenario a la invitación de Jesús a los que tuvieran sed espiritual.

Pero había otra ceremonia conectada con esta fiesta. El primer día por la tarde había la ceremonia que se llamaba la Iluminación del Templo. Tenía lugar en el atrio de las mujeres, que estaba rodeado de unas galerías anchas, aptas para albergar gran número de espectadores. En el centro se colocaban cuatro candelabros inmensos. Cuando caía la tarde, los encendían, y se decía que lanzaban tal resplandor que iluminaba los patios de toda Jerusalén. Desde entonces hasta el canto del gallo la mañana siguiente, los más grandes y más sabios y más santos de Israel danzaban delante del Señor y cantaban Salmos de gozo y de alabanza mientras la multitud los miraba. Jesús está diciendo: » Habéis visto que el resplandor de la iluminación del templo rasga las tinieblas de la noche. Yo soy la luz del mundo y, para todos los que me sigan, habrá luz, no sólo una noche maravillosa, sino a lo largo de todo el camino de la vida. La luz del templo es muy brillante, pero al final parpadea y muere. Yo soy la Luz que dura para siempre.»

LA LUZ QUE NO RECONOCIERON

Juan 8:12-20 (continuación)

Jesús dijo: » El que me siga, no andará en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.» La luz de la vida quiere decir dos cosas. En griego puede querer decir, o la luz que irradia la fuente de la vida, o la luz que da la vida. En este pasaje quiere decir las dos cosas. Jesús es la misma Luz de Dios que ha venido al mundo; y es también la Luz que da la vida al mundo. Como no puede florecer una planta que no vea la luz del Sol, tampoco pueden florecer nuestras vidas con la gracia y la belleza que deben desplegar hasta que las irradia la Luz de la presencia de Jesús.

En este pasaje, Jesús habla de seguirle a Él. Es una expresión que usamos a menudo, y animamos a otros a seguir a Jesús. ¿Qué queremos decir? La palabra griega para seguir es akoluthein; y sus significados se combinan para lanzar un raudal de luz sobre lo que quiere decir seguir a Jesús. Akoluthein tiene cinco sentidos diferentes pero íntimamente relacionados.

(i) Se usa a menudo del soldado que sigue a su capitán. En las largas marchas, a las batallas o en las campañas en tierras extrañas, el soldado sigue a su capitán adonde le dirija. El cristiano es un soldado cuyo General es Jesús.
(ii) Se usa a menudo de un esclavo que acompaña a su amo. Dondequiera que vaya el amo, el eslavo está a su servicio, siempre dispuesto a salir al paso de cualquier necesidad o a cumplir cualquier tarea que le encomiende. Está totalmente a disposición de su amo. El cristiano es un esclavo cuya felicidad consiste en estar siempre al servicio de Cristo.
(iii) Se usa a menudo de aceptar el parecer de un sabio consejero. Cuando estamos indecisos, acudimos a un experto en la materia y, si somos sensatos, seguiremos el consejo que nos da. El cristiano encamina su vida y su conducta de acuerdo con el consejo de Cristo.
(iv) Se usa a menudo de prestar obediencia a las leyes del municipio o del estado. Si hemos de ser miembros útiles de una sociedad o ciudadanos de un estado, tendremos que estar de acuerdo con cumplir sus leyes. El cristiano, como ciudadano del Reino del Cielo, acepta la ley del Reino y de Cristo como la que gobierna su vida.
(v) Se usa a menudo de seguir el razonamiento de un maestro, o el argumento de una obra literaria o de lo que está diciendo alguien. Preguntamos a veces a los que nos están escuchando: » ¿Me sigues?» El cristiano atiende a las enseñanzas de Jesús, y las escucha con atención para no perderse nada. Recibe su mensaje en su mente, y lo entiende; recibe sus palabras en la memoria, y las guarda, y las conserva en el corazón y las vive.
Ser seguidores de Cristo es entregarnos en cuerpo, alma y espíritu a la obediencia del Maestro; y entrar en su seguimiento es empezar a caminar en la luz. Cuando caminamos solos, estamos expuestos a andar a tientas y a tropezar, porque muchos de los problemas de la vida están por encima de nuestra capacidad. Cuando caminamos solos corremos peligro de seguir una senda equivocada, porque no tenemos un mapa infalible de la vida. Necesitamos la sabiduría celestial para recorrer el camino terrenal. El que tiene un buen guía y un mapa exacto es el que puede llegar a salvo al final de su viaje. Jesucristo es ese guía, y es el único que posee el mapa de la vida. Seguirle es andar en la luz, a salvo a lo largo de la vida y seguros de entrar después en la gloria.

LA LUZ QUE NO RECONOCIERON

Juan 8:12-20 (conclusión)

Cuando Jesús se presentó como la luz del mundo, los escribas y fariseos reaccionaron con hostilidad. Aquel título les sonaría aún más sorprendente a ellos que a nosotros. A ellos les parecería, y lo era en realidad, que Jesús se presentaba como el Mesías; más aún: como el que iba a hacer lo que sólo Dios podía hacer. La palabra luz estaba especialmente asociada con Dios en el pensamiento y lenguaje judío. «El Señor es mi luz» (Sal 27:1 ). «El Señor te será por luz perpetua» (Isa 60:19 ). «A Cuya luz yo caminaba en la oscuridad» (Job 29:3 ). «Aunque more en tinieblas, el Señor será mi luz» (Mi 7:8 ). Los rabinos afirmaban que uno de los nombres del esperado Mesías era Luz. Cuando Jesús se presentó como la luz del mundo estaba diciendo de sí mismo lo más elevado que se podía decir.

El argumento de este pasaje es complicado y difícil, pero sigue tres líneas principales.
(i) Primero, los judíos insistieron en que una afirmación como la que había hecho Jesús no se podía aceptar como válida porque carecía de los testigos necesarios. Estaba respaldada, según su punto de vista, exclusivamente por su propia palabra; y según la ley judía, cualquier afirmación tenía que apoyarse en el testimonio de dos o tres testigos por lo menos para ser conforme a ley. «No se tomará en cuenta a un solo testigo contra ninguno en cualquier delito ni en cualquier pecado en relación con cualquier ofensa cometida. Sólo por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación» (Dt 19:15 ).

«Por dicho de dos o de tres testigos morirá el que hubiere de morir; no morirá por el dicho de un solo testigo» (Dt 17:6 ). «Un solo testigo no hará fe contra una persona para que muera» (Nm 35:30 ). La respuesta de Jesús era doble.

Primero, contestó que su propio testimonio era suficiente. Era tan consciente de su autoridad que no le hacía falta otro testigo. Esto no era orgullo ni autosuficiencia, sino simplemente el ejemplo supremo de la clase de cosa que sucede todos los días. Un gran cirujano confía en su propio diagnóstico, y no necesita a nadie que se lo confirme; su testimonio es su propia carrera. Un gran abogado o juez está seguro de su propia interpretación y aplicación de la ley. No es que estén orgullosos de sus conocimientos, sino simplemente que saben lo que saben. Jesús estaba tan seguro de su identificación con Dios que no necesitaba de ninguna autoridad que la respaldara.
Segundo, Jesús dijo que de hecho sí tenía un segundo testigo, y ese segundo Testigo era Dios. ¿Cómo da Dios testimonio de la suprema autoridad de Jesús? (a) El testimonio de Dios está en las palabras de Jesús. Nadie podría hablar con tal sabiduría a menos que Dios le hubiera dado conocimiento. (b) El testimonio de Dios está en las obras de Jesús. Nadie podría hacer tales cosas a menos que Dios estuviera obrando en Él. (c) El testimonio de Dios es el efecto que Jesús causa en las personas. Obra cambios en ellas que es indudable que están más allá de las posibilidades humanas. El mismo hecho de que Jesús puede hacer que las personas malas se vuelvan buenas es la prueba de un poder que no es simplemente humano, sino divino. (d) El testimonio de Dios está en la reacción de la gente a Jesús. Siempre y dondequiera que Jesús Se ha presentado plenamente, siempre y dondequiera que se ha predicado la Cruz en toda su grandeza y esplendor, ha habido una respuesta inmediata y arrolladora en los corazones. Esa respuesta es el Espíritu Santo de Dios obrando y testificando en los corazones de las personas. Es Dios en nuestros corazones Quien nos permite ver a Dios en Jesús.

Jesús contestó así a las objeciones de los escribas y fariseos de que Sus palabras no se podían aceptar por falta de testimonio. De hecho, tenían el respaldo de un doble testimonio: Su propia consciencia de autoridad, y la de Dios.
(ii) Segundo, Jesús confirma Su derecho a juzgar. Su venida al mundo no fue primariamente para juzgar, sino por amor. Al mismo tiempo, la reacción de cada persona a Jesús es en sí su juicio: si no ve nada extraordinario en Él, se condena a sí misma. Aquí traza Jesús un contraste entre dos clases de juicio.

(a) Hay un juicio que se basa en el conocimiento humano o en niveles humanos, y que nunca ve más allá de las apariencias. Ese era el de los escribas y fariseos; y, en último análisis, así son los juicios humanos, porque no podemos ver debajo de la superficie de las cosas.

(b) Hay un juicio que se basa en un conocimiento total de los Hechos y de las circunstancias, y ése pertenece sólo a Dios. Jesús afirmaba que los juicios que El hacía no eran meramente humanos, sino divinos, porque El era Uno con Dios. Ahí radican tanto un consuelo como una advertencia. Sólo Jesús conoce todos los Hechos. Eso Le hace más misericordioso que nadie; pero también Le permite ver los pecados que están ocultos a los ojos humanos. El juicio de Jesús es perfecto porque lo hace con un conocimiento que sólo tiene Dios.

(iii) Por último, Jesús les dijo abiertamente a los escribas y fariseos que no tenían verdadero conocimiento de Dios. El hecho de que no reconocieran lo que y Quién era Él era la prueba de que no conocían a Dios. La tragedia era que toda la Historia de Israel había sido diseñada para que los judíos reconocieran al Hijo de Dios cuando viniera; pero los escribas y fariseos estaban tan enredados en sus propias ideas, tan involucrados en sus propios proyectos, tan seguros de que su concepción de la religión era la única correcta, que se habían vuelto ciegos para Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

2. Primer diálogo: Jesús la luz del mundo (Jua 8:12-20)

Análisis de discurso

Casi todos los eruditos bíblicos están de acuerdo en aceptar que estos versículos siguen después del cap. Jua 7:1-53. Se nota también una relación estrecha entre los caps. Jua 7:1-53 y Jua 8:1-59 en el contexto de la fiesta de las enramadas o Tabernáculos, que también era conocida popularmente como “la fiesta de las luces”.

El evangelista no detalla el tiempo ni la ocasión de este diálogo. Se interesa más en indicar la incredulidad y la oposición violenta de los interlocutores de Jesús, oposición que se va ahondando a medida que transcurre la narración.

TÍTULO: Todas las versiones coinciden en titular de acuerdo a la afirmación central de este pasaje: Jesús, la luz del mundo (RV60, RV95, DHH, BA, BJ, NBE). Nosotros también consideramos adecuado este título.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Este versículo, literalmente traducido sería: “Por lo tanto Jesús habló a ellos de nuevo diciendo”. La nueva sección comienza con la partícula juanina “entonces” o “por tanto”. Luego viene el Otra vez Jesús les habló, diciendo, «Jesús les dirigió una vez más la palabra, diciendo» (LPD). El texto no indica a quién habla Jesús. La forma de hablar de Jesús aquí no tiene el sentido de una conversación sino el de una proclamación. Los verbos relacionados con el “hablar” usados en este capítulo son numerosos, unos 29. Algunas versiones hacen explícito a quiénes habla Jesús: «a la gente» (TLA, DHH), «a los fariseos» (TEV), según el v. Jua 8:13. El lugar y los interlocutores aquí no son definidos y hay que esperar hasta el v. Jua 8:20 para descubrir dónde se encuentra Jesús. La última ocasión cuando Jesús “habló” está referida en Jua 7:38. Posiblemente se está refiriendo aquí a la gente que ha venido a la fiesta. Sin embargo, la multitud o “gente” nunca se menciona en este capítulo. Es posible también que Jesús esté hablando a los fariseos que se mencionan por última vez en Jua 7:47 y Jua 8:13.

Yo soy la luz del mundo es uno de los famosos “yo soy” del evangelio. Es una expresión que muestra la autorrevelación de Jesús, como en Jua 7:37, sin que se continúe con un mayor desarrollo del tema. “Yo soy quien da luz a la gente en el mundo”, «Yo soy la luz que alumbra a todos los que viven en este mundo» (TLA). Esta declaración se incluye en el contexto de la fiesta de los Tabernáculos. Al final del primer día de la fiesta se encendían cuatro grandes candelabros llenos de aceite en el atrio de las mujeres. Eran encendidos por los sacerdotes entre danzas y canciones e iluminaban toda la explanada del templo hasta la mañana siguiente. Probablemente el dicho de Jesús tenga este trasfondo.

El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida se debe entender en el sentido de discipulado: “la persona que me siga como mi discípulo tendrá la luz que da vida y no andará en oscuridad”, “ y no caminará donde nadie no lo pueda ver”, «Síganme y no caminarán en la oscuridad, pues tendrán la luz que les da vida» (TLA). En algunas culturas sería mejor traducir la frase positiva primero y luego la negativa. En el texto aparece en sentido contrario, donde tendrá la luz de la vida aparece al final del versículo. La vida de los discípulos se da en tensión entre las tinieblas como muerte y la luz como vida. Aún el texto da pie para traducir “la luz que es vida”. “Quien es mi discípulo camina en la luz que es vida y no en sendas de muerte”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Jua 1:4; Jua 5:9; Jua 3:19-21; Jua 9:5; Jua 12:35-36; Jua 12:46; (ver 1Jn 1:5-7; 1Jn 2:8-10); Isa 49:6.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— yo soy: Ver nota a Jua 6:35.

— la luz del mundo: Esta autoproclamación de Jesús encaja perfectamente en el marco de la fiesta de las Chozas, uno de cuyos ritos consistía precisamente en encender varios candelabros de gran potencia en el área del Templo.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Desafíos al testimonio de Jesús. Esta sección es una continuación del cap. 7; por eso el v. 12 sigue directamente de 7:52 y la metáfora de la luz debe ser vista como derivada de las figuras de la fiesta de los Tabernáculos. Nótese que aquí la luz está relacionada con la vida como en el prólogo (cf. 1:4, 5, 9, 10). Este es uno de los bien conocidos dichos de “Yo soy” que señala el carácter personal de la verdadera luz. La oportunidad fue posiblemente el encenderse de los candelabros en el patio de las mujeres que simbolizaban la columna de fuego. El simbolismo se intensifica por la referencia a un sendero oscuro por el cual estaba andando el pueblo con la ayuda de una luz brillante. Cualquiera que se alejara de la luz se encontraría en tinieblas. Este uso figurado de estar andando es una característica particular de los escritos de Juan.

Los fariseos objetaron el tono de autoridad en las palabras de Jesús (13), pero él señaló que un testimonio propio no es necesariamente falso. Jesús había afirmado previamente la validez de su testimonio (cf. cap. 5) y ahora reiteraba el mismo tema. Todo testimonio se debe juzgar de acuerdo con su base, y aquí Jesús reclama un conocimiento de su misión que sus oyentes ignoraban (14). La implicación es que el juicio de ellos era superficial (15). Cuando Jesús dice: Yo no juzgo a nadie, esto puede significar que el propósito de su misión no era el de juzgar, o que no juzgaba al estilo de sus críticos. Este se adecua mejor al contexto como muestra el v. 16. El juicio de Jesús no es algo aislado, sino un proceso dentro del propósito total de su vida y por lo tanto es válido. La ley reconocía que dos testimonios tenían más fuerza que uno (17). Cuando Jesús se refiere a vuestra ley no se está distanciando a sí mismo de sus opositores judíos en cuanto a la ley. Más bien, estaba apelando a un principio que sus críticos debían aceptar. La apelación de Jesús al testimonio corroborante del Padre vuelve a mostrar la estrecha relación entre el que lo envió y el que había sido enviado. La pregunta del v. 19 introduce claramente un malentendido al confundir la referencia de Jesús a la paternidad divina con la paternidad natural. No tenían percepción de la misión divina de Jesús y por lo tanto no sorprende que no estuvieran convencidos de la pretensión de Jesús de que su testimonio era corroborado por el Padre. A sus ojos, un testigo ausente será inválido.

La forma de su pregunta es ¿dónde? más bien que ¿quién?, pero Jesús contestó la segunda cuestión. En esa respuesta, las palabras si a mí me hubierais conocido muestran que los críticos habían fallado totalmente en entender a Jesús. También les faltaba una verdadera comprensión de Dios mismo. Jesús no pudo usar un camino más claro para mostrar que él mismo era el medio para alcanzar un verdadero conocimiento de Dios.

El v. 20 explica el marco de esta parte del diálogo. El lugar de las ofrendas (el tesoro) estaba probablemente en el patio de las mujeres, un lugar de reunión pública. Pero el principal interés de Juan está en la razón teológica por la cual Jesús no fue arrestado, o sea que todavía no había llegado su hora. Muchas veces Juan señala que las fuerzas humanas fueron impedidas en sus intentos de interrumpir el ministerio de Jesús porque sus planes no se adaptaban al programa divino para él (cf. 7:44). Jesús ya había hablado de irse (7:34) y una vez más confundió a sus oyentes. Las palabras en vuestro pecado moriréis (21) puede parecer que tienen poca conexión con la afirmación previa, pero si damos peso pleno a pecado en singular, debe referirse al rechazo del Mesías. Debido a ello, no se beneficiarían de su obra redentora. Si esta es la interpretación correcta del pasaje, la búsqueda debe interpretarse en sentido espiritual, y de allí la afirmación de Jesús de que ellos no podían ir adonde iba él. Hay un dicho similar en 13:33, pero en este caso con un significado diferente porque fue dirigido a los discípulos. Aquí lo único en que los oyentes judíos podían pensar era el suicidio (22). El abismo entre ellos y Jesús se destaca en los vv. 23, 24. Era la diferencia entre una visión terrenal de las cosas y una celestial.

Las palabras a menos que creáis que yo soy muestran la importancia de la fe en la plena revelación de Jesús. El texto gr. dice simplemente “yo soy”, en forma similar a las grandes afirmaciones de “Yo soy” en el AT (cf. Exo. 3:14). Esto implica la existencia propia del Mesías y muestra el reclamo de Jesús por una visión amplia de su persona (llega a ser aun más clara en el v. 58). No sorprende que el dicho de “yo soy” estuviera más allá de la comprensión de sus oyentes, como se ve en la pregunta siguiente: ¿Quién eres? Una comprensión de la persona de Cristo es un componente crucial de la fe cristiana. La respuesta de Jesús a su pregunta es enigmática (25). La RVA traduce lo mismo que os vengo diciendo desde el principio. DHH dice “en primer lugar”, como otras traducciones; Besson aclara en una nota: “Principalmente; no es desde el principio.”

Jesús dejó sin contestar la pregunta para volver al tema del juicio (26). Les había recordado dos veces que ellos morirían en sus pecados, pero tenía aun más que decir. Volvió a afirmar la verdad de su testimonio sobre la base de que el que le había enviado era verdadero. Todo lo que él declarara al mundo era lo que había oído del Padre. El v. 27 vuelve a dar un ejemplo de patética incomprensión. La respuesta de Jesús a su perplejidad es sorprendente. Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre (28) pareciera referirse a la cruz, pero ¿cómo se relaciona esto con el contexto? Con toda probabilidad, Jesús tenía en mente la revelación del Padre que vendría por medio de la cruz, lo que en este Evangelio se ve como un proceso de glorificación (cf. 12:23). Como consecuencia, aquellos que tenían ojos para ver reconocerían que la misión de Jesús tenía el sello de la autoridad del Padre. El conocimiento de la persona de Jesús llega como resultado de la resurrección, que aunque no es mencionada aquí, debe ser sobreentendida. Una vez más Jesús planteó la estrecha relación entre el Padre y el Hijo. Esta declaración debe ser contrarrestada con el clamor por el abandono (Mat. 27:46; Mar. 15:34). No hay conflicto, porque aquí el énfasis está sobre una relación permanente, y en el otro caso en una experiencia temporaria. Al decir que él siempre agradó al Padre (29), Jesús mostraba nuevamente la medida de la unidad entre él mismo y el Padre. Al notar la fe de muchos en respuesta a la enseñanza de Jesús, Juan da una ilustración de lo que él espera que sea la consecuencia de su Evangelio (cf. 20:31).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

a 437 Isa 9:2; Isa 49:6; Mat 4:16; Jua 1:5; Jua 12:35

b 438 Miq 3:6; Jua 12:46; 1Pe 2:9; 1Jn 2:8

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Jesús…habló. Véase el vers. 20 para el lugar donde se produce este incidente.

Yo soy. Véanse coments. en el vers. 58 y 4:26.

la luz. Véase coment. en 1:4.

la luz de la vida. Esta frase la encontramos solamente aquí en el N.T., y se refiere a Jesús quien es el único que ilumina espiritualmente a los que le reciben (cp. 1:4– 5).

Fuente: La Biblia de las Américas

12 super (1) La luz de vida (1:4) brilla dentro del hombre por el sentir interior de vida para librarlo del pecado.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Yo soy la luz del mundo. Nuestro Señor hace aquí una analogía entre el sol como luz física del mundo, y Él mismo como la luz espiritual del mundo (cp. Jua 9:4-5; Jua 11:9-10). Este tema permea también el Cáp. Jua 9:1-41.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

La conversación que tuvo lugar entre nuestro Señor y los judíos y que empieza con los versículos que quedan transcritos, presenta muchas dificultades para su interpretación. Es difícil comprender el enlace que tienen las diferentes partes de que se compone y el significado que debe darse a varias expresiones que salieron de los labios de nuestro Señor. Al leer pasajes como éste la prudencia nos aconseja que reconozcamos cuan imperfecta es nuestra percepción espiritual, y que sintamos gratitud hacia Dios si podemos recoger aquí y allí algunas verdades.
Notemos, primeramente, lo que nuestro Señor dijo de Sí mismo. He aquí: “Yo soy la luz del mundo”.
Estas palabras implican que el mundo necesita de luz y que está sumido en las tinieblas. Este estado de cosas, esta obscuridad moral y espiritual, ha durado por cerca de seis mil años. Así sucedió con las naciones antiguas, como Egipto, Grecia y Roma y así sucede con las modernas como Francia y Alemania. La gran mayoría de los hombres son de un espíritu tan mundano que no alcanzan a percibir el valor inmenso de sus almas, ni a comprender la verdadera naturaleza de Dios, ni a formarse una idea de las realidades que existen más allá de la tumba. A pesar de todos los descubrimientos del arte y de la ciencia, “tinieblas cubren la tierra y obscuridad los pueblos.” Isa. 60.2
Nuestro Señor Jesucristo manifestó que él era el único que podría mejorar la situación. A semejanza del sol, ha aparecido para difundir la luz, la vida, la paz, la salvación en medio de un mundo tenebroso; e invita a todos los que necesiten iluminación y socorros espirituales para que se acojan a él y lo acepten como su adalid. él ha venido al mundo para ser respecto de los pecadores lo que el sol es respecto de todo el sistema solar: un centro de luz, de calor, de vida, de fertilidad.
Notemos, en seguida, lo que nuestro Señor dijo de los que le siguen. “El que me sigue no andará en tinieblas, más tendrá luz de vida.”
Seguir a Jesucristo es acogernos a él de una manera absoluta, aceptándolo como nuestro Adalid y nuestro Salvador y sometiéndonos a él en toda materia, ya sea de doctrina, ya de práctica. “Seguir,” en este caso, es solo otra voz para expresar el verbo “creer.” Es el mismo acto del espíritu, pero considerado bajo distinto aspecto. A la manera que el pueblo de Israel siguió en toda su peregrinación la columna de nube (poniéndose en marcha cuando ésta se movía, haciendo alto cuando se detenía, y todo sin pedir explicaciones, más usando de su fe), así debemos nosotros seguir a Cristo. Hemos de “seguir al Cordero por dondequiera que fuere.” Rev. 14.4
El que de esa manera sigue á Cristo no “andará en tinieblas,” ni quedará abandonado en la ignorancia, como muchos de sus semejantes. No tendrá que seguir la tortuosa senda de la duda y de la incertidumbre, mas verá despejado su horizonte y seguirá el camino que conduce al cielo. El reflejo del resplandor divino alumbrará sus pasos, y la conciencia y la inteligencia serán para él una luz brillante que nada podrá extinguir del todo. La luz con que los demás se alumbran se apagará al atravesar el valle de la muerte, y será más que inútil, perjudicial. Mas la luz que Jesús concede á todo el que le sigue, nunca dejará de alumbrar.
Notemos, por último, lo que nuestro Señor dijo á sus adversarios. Les dijo á los fariseos que, á pesar de su decantada sabiduría, no conocían á Dios.
Esa especie de ignorancia es demasiado común. Millares de personas hay que saben á fondo muchos ramos del saber humano, y pueden aun discutir materias religiosas, y que, sin embargo, no saben en realidad nada acerca de Dios. Convienen en que existe un Ser que se llama Dios; pero saben muy poco acerca de sus atributos, según han sido revelados en las Sagradas Escrituras, tales como su santidad, su pureza, su justicia, su sabiduría infinita, su inmutabilidad. Ese asunto, á la verdad, les infunde ciertos recelos y temores, y por eso no les gusta discutirlo ó examinarlo.
El mejor modo de conocer á Dios es acercándose á El mediante la intercesión del Hijo, pues así no hay nada que pueda atemorizarnos. Dios, sin Cristo, debe con razón llenarnos de alarma, pues, ¿cómo nos atreveremos á contemplar un Ser tan elevado y tan Santo? Más Dios en Cristo está lleno de misericordia, gracia y paz. Los requisitos de su ley han sido cumplidos: su santidad no puede ya infundirnos pavor. Jesucristo es, en una palabra, “la puerta “ por la cual podemos acercarnos al Padre. Si conocemos á Cristo conoceremos al Padre. El mismo lo ha dicho: “Nadie viene al Padre, sino por mí.”
Ahora bien, ¿en qué situación nos encontramos nosotros? Muchos hay que viven y mueren como envueltos por espesa bruma. ¿Á dónde nos encaminamos? No debemos permanecer en la incertidumbre en lo que concierne á la salvación eterna. Cristo, la luz del mundo, ha aparecido para nuestro bien así como para el bien de nuestros semejantes.

Fuente: Los Evangelios Explicados

la Luz…Mat 5:14; Jua 9:5.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

g Mat 5:14; Jua 9:5.

Fuente: La Biblia Textual III Edición