Ahora está turbada mi alma. ¿Qué diré: “Padre, sálvame de esta hora”? ¡Al contrario, para esto he llegado a esta hora!
12:27 Ahora está turbada mi alma (Mat 26:38; Mar 14:34; ahora casi está en la sombra de la cruz. Aquí se ve la verdadera humanidad de Cristo) ; ¿y qué diré? — ¿Qué oración ofreceré al Padre? (JWM).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Ahora está turbada mi alma. Jua 11:33-35; Jua 13:21; Sal 69:1-3; Sal 88:3; Isa 53:3; Mat 26:38, Mat 26:39, Mat 26:42; Mar 14:33-36; Luc 22:44, Luc 22:53; Heb 5:7.
¿y qué diré? Isa 38:15; Luc 12:49, Luc 12:50.
Padre, sálvame de esta hora. Jua 11:41; Mat 26:53, Mat 26:54.
Mas para esto he venido en esta hora. Jua 18:37; Luc 22:53; 1Ti 1:15; Heb 2:14; Heb 10:5-9.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
está turbada mi alma: La agonía de Jesús sobre su muerte venidera no se limitó a Getsemaní, donde oró: «Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa» (Mat 26:39). Sintió la agonía y la expresó casi una semana antes en Getsemaní.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
está turbada mi alma. La expresión utilizada aquí tiene una fuerte connotación y significa horror, ansiedad y agitación. El hecho de vislumbrar la ira de Dios derramada sobre Él por los pecados del mundo producía una profunda aversión en el Salvador, quien jamás había cometido pecado (cp. 2Co 5:21).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
12:27 Ahora está turbada mi alma (Mat 26:38; Mar 14:34; ahora casi está en la sombra de la cruz. Aquí se ve la verdadera humanidad de Cristo) ; ¿y qué diré? — ¿Qué oración ofreceré al Padre? (JWM).
— ¿Padre, sálvame de esta hora? — Desde luego, este texto (12:27, 28) está en perfecta armonía con Mat 26:39-42; Mar 14:33-36; y Luc 22:41-44. Mateo (26:39) dice que Jesús oró, «Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú» (así también Mar 14:36; Luc 22:42). Según Mat 26:42, Jesús agrega, «si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad». Desde el principio del ministerio de Jesús Satanás le tentó a evitar la cruz (Mat 4:8-10).
— Mas para esto (12:24, 25) he llegado a esta hora (12:23) . — «Esta hora» era la hora de la traición de Judas, de los «juicios» falsos y de la crucifixión (Mat 26:45; Mar 14:41). La expresión, «Mas para esto he llegado a esta hora» corresponde a «no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Luc 22:42). Jesús estaba resuelto a cumplir la voluntad del Padre (4:34; 5:30; Heb 10:7; Heb 10:9).
Fuente: Notas Reeves-Partain
DE LA TENSIÓN A LA CERTEZA
Juan 12:27-34
Jesús continuó diciendo:
Ahora tengo el alma en angustia. ¿Y qué voy a decirle al Padre? ¿Que Me libre de esta hora? ¡Pero si para esto he llegado a esta hora! ¡Padre: glorifica Tu nombre!
Entonces se oyó una voz en el cielo que decía:
-¡Ya lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez!
A eso la multitud que estaba por allí, y que oyeron aquello, dijeron que había sido un trueno.
-¡Ha sido un ángel que le ha hablado! dijeron otros.
-No ha sido por mi causa por lo que ha venido esa voz -les dijo Jesús-, sino por causa de vosotros. Ahora va a tener lugar el juicio de este mundo, y su príncipe va a ser expulsado. En cuanto a mí, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a mí a toda la humanidad.
Eso lo dijo dando a entender de qué muerte iba a morir. La multitud le objetó:
-Hemos oído que la ley dice que el Ungido de Dios permanece para siempre; y Tú dices que el Hijo del Hombre ha de ser levantado. ¿Quién es ese Hijo del Hombre?
Juan nos muestra en este pasaje la tensión de Jesús y su triunfo; y también nos descubre qué fue lo que cambió aquella tensión en el triunfo final.
(i) Juan no nos refiere la agonía de Getsemaní. Es aquí donde nos muestra a Jesús peleando la batalla con su anhelo humano de evitar la Cruz. Nadie quiere morir a los treinta y tres años, y nadie quiere morir en una cruz. No habría tenido ningún mérito la obediencia de Jesús a su Padre si le hubiera resultado fácil y no le hubiera costado nada. El verdadero valor no quiere decir que no se tenga miedo: puede querer decir que, aunque se tenga un miedo terrible, se hace lo que se debe hacer. Ese era el valor de Jesús. Como lo expresó Bengel: » Aquí se encontraron el horror de la muerte y el ardor de la obediencia.» La voluntad de Dios quería decir la Cruz, y Jesús tenía que vencerse a sí mismo para aceptarla.
(ii) Pero al final de la lucha ya no queda tensión, sino victoria y seguridad. Jesús estaba seguro de que, si seguía adelante, algo sucedería que acabaría con el poder del mal de una vez para siempre. Si era obediente hasta la Cruz, estaba seguro de que el golpe mortal le sería asestado al príncipe de este mundo, Satanás. Iba a ser la última batalla que quebrantaría para siempre el poder del mal. Además, estaba seguro de que, si iba a la Cruz, la visión de su figura elevada y crucificada atraería hacia Él a toda la humanidad. Jesús también anhelaba la victoria; Él también quería vencer al enemigo; Él también quería que todo se le sometiera; pero sabía que la única forma de conquistar los corazones humanos para siempre era mostrárseles en la Cruz. Empezó con tensión; acabó con triunfo.
(iii) ¿Qué hubo entre la tensión y el triunfo para obrar aquel cambio? La voz de Dios. Detrás de la llegada de la voz de Dios subyace algo grande y profundo.
Hubo un tiempo en que los judíos creían que Dios hablaba directamente a las personas. Fue así como Dios habló al niño Samuel (1S 3:1-14 ). Dios habló directamente a Elías cuando iba huyendo de la vengativa Jezabel (1R 19:1-18 ). Fue directamente como Elifaz Temanita pretendía haber oído la voz de Dios (Job 4:16 ). Pero en el tiempo de Jesús se había dejado de creer que Dios hablara directamente. Los grandes días habían pasado; Dios estaba ya demasiado lejos; la voz que había hablado a los profetas estaba callada. Entonces creían en lo que llamaban bat qól, expresión hebrea que quiere decir hija de la voz o voz hija. Cuando la bat qól hablaba, lo más frecuente era que citara la Escritura. No era realmente la voz directa de Dios, sino lo que llamaríamos un eco de su voz, un distante suave murmullo en vez de una comunicación viva y directa
Pero no fue el eco de una voz lo que Jesús oyó; fue la misma voz de Dios mismo. Lo que viene a la humanidad con Jesús no es el eco de algún susurro distante de los lugares celestiales, sino el acento inconfundible de la voz de Dios.
Hay que fijarse en que la voz de Dios le llegó a Jesús en todos los grandes momentos de su vida. Le llegó en su bautismo, cuando tomó la salida para hacer la obra que Dios le había encargado (Mr 1:11 ). Le llegó en el monte de la Transfiguración, cuando Jesús hizo la decisión de seguir el camino que le llevaría a Jerusalén y a la Cruz (Mr 9:7 ). Y le llegó en este momento, cuando su humanidad necesitaba la ayuda divina para el suplicio de la Cruz.
Lo que Dios hizo por Jesús lo hace por cualquier persona. Cuando nos pone en camino, no nos envía sin instrucciones ni dirección clara. Cuando nos asigna una tarea, no nos abandona para que la hagamos en la debilidad solitaria de nuestras propias fuerzas. Dios no es mudo; y una y otra vez, cuando la tensión de la vida es demasiado para nosotros, y el esfuerzo que requiere su camino está por encima de nuestros recursos humanos, si escuchamos le oiremos hablar, y su fuerza inundará nuestra persona. Nuestro problema no es que Dios no nos hable, sino que no le queremos escuchar.
DE LA TENSIÓN A LA CERTEZA
Juan 12:27-34 (conclusión)
Jesús anunció que, cuando fuera levantado de la tierra, atraería a sí a toda la humanidad. Algunos ven aquí una referencia a la Ascensión; y creen que quiere decir que, cuando Jesús fuera exaltado en el poder de la resurrección, atraería hacia Él a toda la humanidad. Pero eso está lejos de ser cierto. Jesús se refería a la Cruz -y sus oyentes lo entendieron así.
Y una vez más -inevitablemente- reaccionaron con sorpresa incrédula. ¿Cómo se podía relacionar al Hijo del Hombre con una cruz? ¿No era el Hijo del Hombre el General invencible de los ejércitos del Cielo? ¿No iba a durar su reino para siempre? » Su dominio es dominio eterno, que nunca pasará; y su Reino, uno que no será destruido» (Dn 7:14 ). ¿No se decía del Príncipe de la edad de oro: » Mi siervo David será príncipe de ellos para siempre»? (Ez 37:25 ). ¿No había dicho Isaías del Emperador del nuevo mundo: «Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límites… desde ahora y para siempre»? (Isa 9:7 ). ¿No cantaron los salmistas su reino sin .fin? «Para siempre confirmaré tu descendencia, y edificaré tu trono por todas las generaciones» (Sal 89:4 ). Los judíos relacionaban al Hijo del Hombre con el Reino eterno; y aquí estaba Jesús, que pretendía ser el Hijo del Hombre, diciendo que sería levantado en una cruz. ¿Quién era ese Hijo del Hombre cuyo Reino iba a terminar antes de empezar?
La Historia nos demuestra que Jesús tenía razón. Fue en el imán de la Cruz donde concentró todas sus esperanzas. Y tenía razón, porque el amor vivirá para siempre después que se haya muerto el poder. Los imperios basados en la fuerza de sus ejércitos se han desvanecido y se desvanecerán, dejando una memoria que también se desvanece en un breve tiempo. Pero el Imperio de Cristo, basado en el amor que se manifestó en la Cruz, extiende más y más sus fronteras de día en día.
En el drama de George Bernard Shaw, cuando Juana de Arco sabe que la han traicionado los líderes de su propio pueblo, se vuelve hacia ellos y les dice: «Ahora saldré a la gente corriente, y dejaré que el amor en su mirada me haga olvidar el odio en la vuestra. Vosotros os alegraréis de que yo acabe en la hoguera; pero a través del fuego llegaré a sus corazones, y seguiré en ellos desde ahora y para siempre.» Esa es una parábola de lo que pasó con Jesús. El Mesías conquistador judío es el sueño nacionalista de un pueblo; pero el Príncipe del Amor en la Cruz es el Rey que llega a todos los corazones humanos para reinar en ellos para siempre. El único fundamento estable del Reino es el amor que se manifiesta en una obediencia hasta la muerte, y muerte de Cruz.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
b. Jesús predice su muerte (vv. Jua 12:27-36)
Análisis de discurso
Esta sección tiene algo de paralelo con “la agonía en Getsemaní” de los otros evangelios, sin ser idéntica.
TÍTULO: Las versiones enfatizan la muerte de Jesús al titular este pasaje: Jesús anuncia su muerte (RV60, RV95, DHH), Jesús habla de su muerte (LPD, BI, BA) o Acepta la muerte(NBE). Pero se es más fiel al lenguaje y teología de Juan con Jesús anuncia la llegada de la hora de su glorificación.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Ahora está turbada mi alma, «En este momento estoy sufriendo mucho y me encuentro confundido» (TLA), “Ahora mi propio ser está agobiado”. De nuevo se usa “mi propio ser” o “mi propia vida” usado en el v. Jua 12:25, recibiendo aquí también diferentes traducciones: «espíritu» (BP), «mi alma» (NEB), «mi corazón» (TEV), «todo mi ser» (NVI). Como el término se refiere a toda la vida se puede traducir “yo mismo estoy muy apesadumbrado” o “todo mi ser por dentro está agitado”: «¡Siento en este momento una angustia terrible!» (DHH), «Me encuentro ahora profundamente turbado» (BI).
¿Y qué decir? se puede entender como un complemento de la oración anterior, a manera de una reflexión y no en forma de pregunta, como: “Ahora me siento muy agobiado, y no sé qué pensar”, “Quizás pueda decir: ¿Padre, sálvame de esta hora? o ¿que mi Padre me rescate de esta hora?”. Esta idea se puede formular también como pregunta o simplemente como una declaración: “¡Que mi Padre no permita que este momento de sufrimiento me llegue!”. En estas dos formas se dividen las versiones modernas.
“Pero para esto he llegado a este momento” literalmente es “para esta hora he llegado”. “Pero” hace el gran contraste entre esta declaración y la anterior, haciendo un cambio enfático. Además, es difícil en algunas culturas comunicar el concepto de “la hora llegando”. Habrá que comunicar el sentido de “la hora” dando más información de lo que el término significa, más allá del carácter temporal: “Pero fue para este momento de sufrimiento que he venido al mundo”. El fuerte contraste se puede expresar de forma negativa, como hace la BP: «No; que para eso he llegado a este trance», o también de forma positiva: “Sí, pues precisamente para esta prueba estoy aquí” o «Pero, precisamente llegué a esta hora para encontrar lo que esta hora me reserva» (BL), en otras palabras, que “ha llegado el tiempo de los sufrimientos”.
Para evitar que se entienda que Jesús ha llegado ahora a Jerusalén sólo para sufrir, se puede ampliar el sentido en una traducción como: “pues para este momento de sufrimiento he venido a la tierra” o “estoy aquí en el mundo”.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
— profundamente turbado: Este pasaje evoca y anticipa la escena de Getsemaní en la noche de la pasión que se describe en los sinópticos (Mat 26:36-46 y par.) pero no en el evangelio de Juan.
— este trance: Lit. esta hora.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Afirmación y retiro
En este punto Juan registra la comprensión de Jesús de que la hora a la cual lo llevaba su misión estaba llegando. Hay una clara conexión entre el alma turbada de Jesús (27) y la agonía en el jardín de Getsemaní tal como se registra en los Sinópticos (Mat. 26:38; Mar. 14:34). En respuesta a la pregunta ¿qué diré … ? se han sugerido dos posibilidades: una oración de ser salvado de esa hora, lo que es natural pero impensable a la luz de la misión total de Jesús, o una oración de que el nombre del Padre sea glorificado. El énfasis en lo último está plenamente en línea con el uso juanino del tema de la glorificación para describir el resultado triunfal de la misión de Jesús en la cruz. Esto era tan crucial que fue ratificado por una voz celestial. El contenido del mensaje divino es tanto en pasado como en presente, pues la glorificación se plantea como la esencia del programa divino para Jesús (28). Hubo tres reacciones a la voz celestial. Algunos simplemente oyeron un ruido como un trueno (29). Estos no estaban en condiciones de recibir cualquier tipo de revelación. Otros distinguieron cierto tipo de comunicación sobrenatural, pero no llegaron más allá de una voz angelical. Fue Jesús únicamente quien reconoció que la voz era para beneficio de los demás. Pero como no habían oído el mensaje, Jesús explicó el significado para beneficio de ellos (31, 32).
El ahora del v. 31 señala más precisamente el comienzo de la “hora”. Está identificada inmediatamente con un tiempo de juicio de este mundo. Pareciera que el juicio que tenía en mente era la condenación general del actual orden mundial por medio de la cruz. Para aquellos que lleguen a la fe por medio de la cruz, el juicio ya ha tenido lugar allí pues por ella alcanzarían la liberación. El doble resultado se ve claramente en la expulsión del príncipe de este mundo y en el poder magnético de Jesús para atraer a la gente hacia sí mismo. El instrumento escogido por Satanás para derrotar a Jesús se convirtió en el medio para hacer caer su propio poder. Nótese que la palabra “pero” (que figura en algunas traducciones como DHH, v. 32) tiende a diferenciar el levantamiento de la expulsión, aunque los dos resultados surgen de la misma acción. Debemos preguntarnos en qué sentido se hace referencia aquí a ser atraído. La misma palabra aparece en 6:44 refiriéndose al Padre que atrae a la gente hacia Cristo. Pero aquí es el Cristo que será crucificado quien sirve como polo magnético. La afirmación deja abierto el resultado de esa atracción. Cierta implicación de ser atraído a juicio puede haber estado en la mente, pero el hecho predominante es una atracción a Cristo mismo en el más íntimo sentido de la fe.
La reacción de la multitud (34) mostró que lo que entendieron por el hecho de ser levantado era incompatible con el carácter eterno del Mesías. La pregunta ¿quién es este Hijo del Hombre? puso en acción no sólo la mente de los que oían a Jesús sino también de los lectores del tiempo de Juan y ha sido materia de debate desde entonces. En respuesta, Jesús usó la misma metáfora que se había usado para él en el prólogo, que él era la luz (35, 36). Una vez más tenemos el contraste característico entre la luz y las tinieblas. Estas representan al mundo sin Dios. Caminar en la luz significa seguirla. Jesús habló de sus seguidores como llegando a ser hijos de luz, pero esto llega sólo por medio de la fe. Tal confianza será necesaria después de la cruz así como antes. El hecho de que Jesús al apartarse se escondió de ellos (36) sugiere que era luz no tanto en su presencia como en su enseñanza.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
o 728 Sal 6:3; Mat 26:38; Mar 14:34
p 729 Luc 12:50; Luc 22:42; Heb 5:7
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
mi alma se ha angustiado. Jesús anticipa la agonía del Getsemaní narrada en los evangelios sinópticos.
sálvame. Aquí Jesús hace una pregunta retórica, a la cual El inmediatamente da la respuesta: Pero para esto… Las palabras expresan una aversión natural al sacrificio en la cruz, pero esta aversión es vencida por su sumisión total a la voluntad del Padre.
esta hora. Jesús ya anticipaba la crucifixión, no sólo la tortura brutal y sufrimiento físico, sino también el cargar con los pecados del mundo en sustitución por los pecadores (Ro 8:3; 2 Co 5:21; Gá 3:13; He 2:9).
Fuente: La Biblia de las Américas
27 super (1) Como hombre, el Señor estaba turbado en Su alma debido a la muerte que estaba a punto de sufrir. Por lo tanto, oró: «Padre, sálvame de esta hora». Sin embargo, con seguridad se dio cuenta en Su espíritu de que El había llegado hasta esa hora para glorificar al Padre.
27 super (2) Esto se refiere a la glorificación del nombre del Padre en el versículo siguiente.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Estos versículos nos dejan comprender qué fue lo que quiso dar á entender San Pedro cuando dijo: «Hay algunas cosas» (en las Escrituras) » difíciles de entender.» Hay en ellos profundidades para medir las cuales ninguna sonda alcanza. Esto no debe causarnos sorpresa ni hacernos perder nuestra fe. La Biblia no seria un libro dado por inspiración de Dios si en sus páginas no se encontraran depositadas muchas verdades que están fuera del alcance del entendimiento finito. Por otra parte, á la par con esas verdades contiene millares de pasajes que el más iliterato puede comprender fácilmente. Aun en el que tenemos á la vista, si lo examinamos con cuidado, no dejaremos de aprender verdades de no pequeña importancia.
En estos versículos se nos presenta, primeramente, una prueba indirecta de una gran doctrina. Esa doctrina es la de la imputación hecha á Cristo del pecado del hombre.
El Salvador del mundo, el Hijo eterno de Dios estaba turbado. El que podía sanar las enfermedades al contacto de sus manos y arrojar los demonios con una palabra, el que podía mandar á las olas y á los vientos que le obedecieran, se hallaba lleno de angustia y de agonía. ¿Cómo se explica esto? Decir, como lo hacen algunos, que la única causa de la turbación de nuestro Señor era la perspectiva de la dolorosa muerte que iba á sufrir, es una explicación que satisface muy poco. Si esa hubiera sido la causa, podría decirse con justicia que muchos mártires han manifestado más calma y más valor que el Hijo de Dios, lo cual seria una aserción que repugnaría á todo espíritu devoto.
Lo único que puede dar razón de la angustia de nuestro Señor, tanto en el caso de que nos ocupamos como en él de Getsemaní, es la antigua explicación, á saber: que en tales momentos El sentía sobre sus hombros el peso del pecado del hombre. Aceptemos y acojamos para siempre esa doctrina, no solo porque ella desata el nudo de la dificultad en este pasaje, sino porque es la única que ofrece al cristiano verdadero consuelo. Que nuestro divino Sustituto ha cargado realmente con nuestros pecados, y que su justicia nos ha sido realmente imputada–he aquí la única garantía de paz espiritual que tiene el cristiano. Y si alguno nos preguntare como sabemos que Jesucristo ha tomado sobre sí nuestros pecados, le suplicamos que lea el pasaje que tenemos a la vista y otros del mismo linaje, y los explique de otra manera si puede.
En este pasaje también se nos revela un gran misterio. Ese misterio es la posibilidad de que un hombre sin pecado padezca luchas interiores.
Al leer los versículos de que nos ocupamos no puede menos que notarse que nuestro Señor tuvo una grande agonía mental. De lo profundo e intenso de esa agonía no podemos quizá formarnos sino una idea muy pequeña. Pero el grito gemebundo, «Ahora es turbada mi alma;» la solemne pregunta, «¿Qué diré?;» la oración llena de dolor, «Padre, sálvame de esta hora;» la humilde confesión, «Por esto he venido a esta hora;» La petición del Espíritu resignado, «Padre, glorifica tu nombre» -¿Qué significa todo esto? Qué, sino que dentro del pecho del Salvador tenía lugar una lucha, una lucha producida por la agitación de los sentimientos que naturalmente abrigaba como perfecto hombre, una lucha que también como perfecto hombre lo hacía sufrir intensamente. Y sin embargo el que así sufría era el Santo Hijo de Dios, Aquel en quien no hay pecado. De este pensamiento dimana para todo cristiano verdadero un manantial perenne de consuelo. Nuestro Señor nos enseñó con su ejemplo que la agonía del espíritu no es de suyo un acto pecaminoso. Es de temerse que muchos, a consecuencia de no entender bien este punto, atraviesan el valle de la vida llenos de temores y zozobras. Se imaginan que no poseen la gracia divina, porque en su corazón se agitan encontrados sentimientos; y rehúsan los consuelos del Evangelio, porque hallan que la carne y el espíritu están en pugna. Que estudien con cuidado la vida de su Maestro y su Señor, y han a un lado todo temor. Que estudien las vidas de sus discípulos de todos los siglos, desde Pablo para abajo, para que comprendan que así como Jesucristo sufrió conflictos internos, los cristianos tienen también que pasar por la misma prueba. El que se deja arrastrar de las dudas y de la incredulidad hace, sin duda, mal, y está en riesgo de perder su sosiego. Hay un desaliento sin fe que es culpable y que debe por lo tanto evitarse hasta donde fuere posible. El que se dejare vencer de ese desaliento debe arrepentirse como de todo otro pecado, pidiendo a Dios le perdone su debilidad. Más el mero hecho de sufrir combates mentales no es de suyo pecaminoso. El creyente puede ser conocido por su turbación así como por su serenidad.
En estos versículos se nos refiere, en seguida, un gran milagro. El milagro consistió en una Voz celestial que se oyó con tanta claridad que el pueblo creyó que había sido un trueno. Esta Voz decía: «Ya he glorificado mi nombre, y lo glorificaré otra vez..
Esa Voz maravillosa se dejó oír tres veces durante la vida de nuestro Señor. La primera vez que se dejó oír fue durante su bautismo, cuando los cielos se abrieron y el Espíritu Santo descendió sobre él. La segunda fue en su transfiguración, cuando Moisés y Elías aparecieron ante él en presencia de Pedro, Santiago y Juan. La tercera fue en Jerusalén en medio de una muchedumbre heterogénea de discípulos y de judíos incrédulos más no sabemos por qué razón la Voz se oyera solo esas tres veces. Es ese un misterio que no nos es dado penetrar.
Bástenos saber que con ese milagro se tuvo en mira el dar á conocer la unión íntima y no interrumpida de Dios Padre y Dios Hijo durante la vida de Jesús en la tierra; y la aprobación que el Padre prestaba á todos los retos del Hijo como Mesías, como Redentor, y como Salvador del hombre.
En estos versículos, finalmente, se nos trasmite una importante profecía. Nuestro Señor afirmó: «Y yo, si fuere levantado de la tierra, á todos atraeré á mí mismo..
Con relación al significado de estas palabras no puede haber entre hombres ingenuos sino una sola opinión. No significan, como á menudo se supone, que si la doctrina de Cristo crucificado fuere ensalzada por los ministros y maestros, ejercerá un influjo atrayente en los ánimos de los oyentes. Esto es sin duda cierto, pero no es la verdad que el texto enseña. Lo que simplemente significa es que la muerte de Cristo en la cruz ejercería un influjo benéfico é irresistible en toda la humanidad. Su muerte como Sustituto nuestro, y como ofrenda por nuestros pecados, atraería de todas las naciones muchedumbres que declararían su fe en El y la recibirían como su Salvador. Era por medio de su pasión y crucifixión, y no por medio de su ascensión á un trono temporal, que establecería su reino y reuniría sus súbditos.
Hasta qué punto se ha estado cumpliendo esta profecía durante diez y ocho siglos, la historia eclesiástica puede decírnoslo. En donde quiera que se ha predicado á Cristo crucificado y se ha referido con fidelidad la historia de la cruz, las almas se han convertido y se han sentido atraídas hacia el Redentor á la manera que los menudos pedazos de hierro son atraídos hacia la piedra magnética. No hay verdad que se adapte tanto á las necesidades de todos los hijos de Adán, cualquiera que sea su idioma, su raza ó el país donde vivan, como la gran verdad del Evangelio.
Y esa profecía tendrá todavía un cumplimiento más perfecto. Se llegará el día en que toda rodilla se hinque ante el Cordero que fue inmolado, y en que todo labio confiese, para gloria del Padre, que él es el Señor. Aquel que fue levantado en la cruz se sentará en el trono de la gloria, y ante él se congregarán todas las naciones. Amigos y enemigos, cada clase á su turno, tendrán que salir de sus sepulcros y aparecer ante el tribunal de Jesucristo. ¡Esforcémonos para que en ese día nos encontremos á su diestra!
Fuente: Los Evangelios Explicados
R895 El verbo perfecto τετάρακται se refiere a un estado presente (es perfecto intensivo, comp. Jua 6:38): ahora mi alma está turbada.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit. dijera.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
* Literalmente, “esta hora”.