Cuando Judas había salido, dijo Jesús: —Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él.
13:31 Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él. — Ahora lo que Judas haría no sería para destruir y derrotar a Jesús, sino para glorificarlo. Judas tomaría el primer paso en el proceso que llevaría a Jesús al Calvario. De hecho, en estos momentos Jesús está prácticamente al pie de la cruz. La institución de la cena del Señor les señalaba la cruz. En estos últimos momentos tendría que preparar a este grupo de apóstoles para el desengaño que les esperaba, porque la cruz todavía no se incluía en sus planes. Jesús iba a morir ahora, durante la Pascua. Los fariseos querían esperar. Querían que la tormenta sucediera después de la Pascua (Mat 26:1-5), pero no los fariseos sino Dios se encargó de los eventos de esos momentos y días.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Ahora es glorificado el Hijo del hombre. Jua 7:39; Jua 11:4; Jua 12:23; Jua 16:14; Luc 12:50; Hch 2:36; Hch 3:13; Col 2:14, Col 2:15; Heb 5:5-9.
y Dios es glorificado en él. Jua 12:28; Jua 14:13; Jua 17:1-6; Isa 49:3-6; Luc 2:10-14; Rom 15:6-9; 2Co 3:18; 2Co 4:4-6; Efe 1:5-8, Efe 1:12; Efe 2:7; Efe 3:10; Flp 2:11; 1Pe 1:21; 1Pe 4:11; Apo 5:9-14.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Ahora es glorificado el Hijo del Hombre: Jesús sería revelado como el Hijo divino de Dios y salvador del mundo por su muerte y resurrección, y por el don del Espíritu Santo. Dios sería glorificado en él en que el amor, la verdad y justicia de Dios se revelarían en lo que Jesús estaba haciendo.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
glorificado. En ausencia de Judas, los acontecimientos finales comenzaron su marcha irreversible. En lugar de fijarse en la agonía de la cruz, Jesús vio más allá de la cruz y anticipó la gloria que tendría con el Padre una vez todo terminara (vea Jua 17:4-5; Heb 12:2).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
13:31 Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él. — Ahora lo que Judas haría no sería para destruir y derrotar a Jesús, sino para glorificarlo. Judas tomaría el primer paso en el proceso que llevaría a Jesús al Calvario. De hecho, en estos momentos Jesús está prácticamente al pie de la cruz. La institución de la cena del Señor les señalaba la cruz. En estos últimos momentos tendría que preparar a este grupo de apóstoles para el desengaño que les esperaba, porque la cruz todavía no se incluía en sus planes.
Jesús iba a morir ahora, durante la Pascua. Los fariseos querían esperar. Querían que la tormenta sucediera después de la Pascua (Mat 26:1-5), pero no los fariseos sino Dios se encargó de los eventos de esos momentos y días.
Jua 13:31-38; Jua 14:1-31; Jua 15:1-27; Jua 16:1-33; Jua 17:1-26 registra las palabras finales pronunciadas por Jesús a sus apóstoles antes de morir. Son sus palabras de despedida. Compárense Mat 24:1-51 y 25 y textos paralelos en Marcos y Lucas. Aquí empieza uno de los más notables discursos de Jesús.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA GLORIA CUÁDRUPLE
Juan 13:31-32
Después que salió Judas, dijo Jesús:
Ahora ha sido glorificado el Hijo del Hombre, y Dios ha sido glorificado en Él; y ahora, Dios se va a glorificar en Él, y Le glorificará en seguida.
Este pasaje nos habla de las cuatro dimensiones de la gloria. (i) La gloria de Jesús había llegado, y era la Cruz. La tensión había desaparecido; las dudas que podía haber habido se habían resulto definitivamente. Judas había salido y la Cruz era inminente.
Aquí nos encontramos con algo que es de la misma contextura de la vida. La mayor gloria que da la vida se obtiene en el sacrificio. En las guerras, la gloria suprema corresponde, no a los que sobreviven, sino a los que pierden la vida.
En medicina, no es a los médicos que hacen una fortuna a los que se recuerda, sino a los que dedican -dan- sus vidas para que otros reciban la sanidad. Es la más elemental lección de la Historia que son los que han hecho los mayores sacrificios los que han recibido la mayor gloria.
(ii) En Jesucristo, Dios ha sido glorificado. Fue la obediencia de Jesús lo que dio gloria a Dios. Sólo hay una manera de demostrar que se ama y admira a un líder, y es obedeciéndole -si es necesario, hasta las últimas consecuencias. La única manera que tiene un niño de honrar a sus padres es obedeciéndolos. Jesús nos dejó el ejemplo supremo de lo que es dar a Dios el supremo honor y la suprema gloria, cuando obedeció a Dios hasta la muerte, y muerte de cruz.
(iii) En Jesús, Dios se glorificó a Sí mismo. Parecerá extraño que la suprema gloria de Dios dependa de la Encarnación y de la Cruz. No hay gloria como la de ser amado. Si Dios hubiera permanecido aislado y mayestático, sereno e inconmovible, inasequible a la angustia e invulnerable al dolor, habría habido personas que Le habrían temido, y aun admirado; pero no Le habrían amado. La ley del sacrificio no es sólo una ley de la Tierra, sino del Cielo y de la Tierra. Es en la Encarnación y en la Cruz donde se despliega la suprema gloria de Dios.
(iv) Dios glorificará a Jesús. Aquí está la otra cara de la realidad. En aquel momento, la Cruz era la gloria de Jesús; pero habrían de seguirla la Resurrección, la Ascensión y el triunfo final de Cristo, que es a lo que se refiere el Nuevo Testamento cuando habla de la Segunda Venida. Jesús halló en la Cruz Su propia gloria. Pero llegó el día, y el día llegará, cuando esa gloria se le mostrará a todo el mundo y a todo el universo. La vindicación de Cristo debe seguir a Su humillación; Su entronización debe seguir a Su crucifixión; a la corona de espinas debe seguir la corona de gloria. Es la campaña de la Cruz; pero el Rey aún ha de entrar en un triunfo que todo el universo contemplará.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
4. El nuevo mandamiento (Jua 13:31-35)
Análisis de discurso
Para algunos comentaristas esta sección es una transición de los discursos de despedida (caps. Jua 14:1-31; Jua 15:1-27; Jua 16:1-33; Jua 17:1-26), en tanto que para otros es una introducción al último de estos discursos. Este párrafo se puede organizar en tres segmentos: vv. Jua 13:31-32 trata de la glorificación de Jesús, v. Jua 13:33 de su partida y vv. Jua 13:34-35 de su mandamiento de amor.
De hecho, al estudiar la organización de los temas en este mosaico de materiales discursivos, conocido como “discursos de despedida”, se ve que hay varios temas que se repiten cíclicamente, lo cual permite estructurarlos en forma quiásmica o circular, donde el vértice se centraliza en la expresión “ámense unos a otros”. Primero se enfatiza la unión de los discípulos con Jesús, luego las diferencias entre los discípulos y el mundo y, finalmente, se expresa la promesa y presencia del Espíritu Santo:
A. Jua 13:31-38 El Padre dará honor majestuoso al Hijo. Todo mundo lo sabrá si se aman unos a otros.
B. Jua 14:1-31 La tristeza de los discípulos se cambiará en gozo.
C. Jua 15:1-16 El mundo odiará a los discípulos como odió a Jesús.
D. Jua 15:17 Ámense unos a otros.
C’. Jua 15:18-27; Jua 16:1-4 El mundo odiará a los discípulos como odió a Jesús.
B’. Jua 16:4-33 La tristeza de los discípulos se cambiará en gozo.
A’. Jua 17:1-26 El Padre dará honor majestuoso al Hijo. Todo el mundo lo sabrá si se aman unos a otros.
TÍTULO: A pesar de que todas las versiones titulan este pasaje El nuevo mandamiento, opinamos que es aún mejor agregar el contenido del mandamiento: Un nuevo mandamiento: amarse unos a otros.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
a. Jesús recibe todo honor y majestad (vv. Jua 13:31-32)
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
La oración temporal con que comienza el versículo no tiene el nombre de Judas sino el pronombre “él”, por lo que la mayoría de las versiones lo substituyen: «Después de que Judas salió» (TLA, DHH, BI). Este versículo expresa “ahora”, al mismo tiempo que habla de la gloria del “Hijo del hombre” como que ya se ha revelado, pero el v. Jua 13:32 expresa que la gloria se “revelará” en el futuro. La razón para esta complejidad de la secuencia de tiempo es la perspectiva de Juan, quien no escribe desde la perspectiva del historiador, sino como teólogo y desde el tiempo mismo de su escrito hacia fines del siglo I.
Ahora es glorificado el Hijo del hombre, «Ahora la gente podrá ver lo grande y poderoso que soy yo, el Hijo del hombre» (TLA), “En este momento el Hijo del hombre ha recibido toda majestad maravillosa”. Si bien es cierto que Juan anticipa lo que será la crucifixión y la resurrección de Jesús y que el verbo más que referirse a un acto pasado alude a una acción profética, la idea es que ya Jesús recibe la gloria en forma anticipada, lo que es un gran contraste con lo narrado en los versículos anteriores, especialmente con la “noche” de Judas.
Se presentan por los menos dos problemas a la hora de traducir este versículo: (1) El primero tiene que ver con el tiempo de los verbos: algunas veces el evangelista escribe desde el punto de vista del tiempo de Jesús y otras desde la perspectiva del tiempo de sus lectores. La mayoría de las versiones prefieren conservar el tiempo presente. (2) El segundo problema tiene que ver con el sentido de la frase verbal “ha sido glorificado”, la que en muchas culturas no tiene sentido. La equivalencia para “glorificado” puede ser “honrado”, “su fama ha sido extendida”, “su reputación divina ha sido declarada”, “ha recibido honra majestuosa” o “majestad maravillosa”. Favorece mucho esta interpretación el segundo uso del verbo en el mismo versículo: “y en él Dios mismo es honrado”. Traducir “en este momento el Hijo del hombre es honrado” asume la situación del tiempo en que el evangelio es escrito, cuando la comunidad cristiana honraba al Hijo por su muerte sacrificial. Ayudará en algunas culturas el traducir que la fama maravillosa del Hijo “se extiende” o que “la gente verá cómo se extiende la fama portentosa del Hijo del hombre”.
“Gloria” tiene equivalencias como “honor”, “fama” o “maravilla”. Otra forma de traducir sería: “En este mismo instante la gente verá por medio de Jesús cuán inmensamente maravilloso es Dios” o, aceptando que Jesús es la causa de esa maravillosa fama de Dios, se entenderá también así: “En este instante Jesús mismo hará que la gente vea que la reputación maravillosa de Dios ha sido declarada”, «Ahora la gente podrá ver lo grande y poderoso que soy yo, el Hijo del hombre. Gracias a mí también podrán ver lo poderoso y grande que es Dios» (TLA).
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Mat 8:20.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
NOTAS
(1) O: “por medio de él”.
REFERENCIAS CRUZADAS
k 799 Jua 12:23; Jua 14:13
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Ahora es glorificado. La salida repentina de Judas desata una cadena de eventos que llevaría a Jesús al calvario y así a la redención de la humanidad. Aun en la oscuridad del momento (vers. 30), Jesús puede ver que el resultado final será para la gloria de Dios.
Fuente: La Biblia de las Américas
31 super (1) Véase la nota 23 super (1) del cap. 12.
31 super (2) Véase la nota 28 super (1) del cap. 12.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
En Su muerte. Cristo y el Padre van a ser glorificados (v. Jua 13:31). En la resurrección y exaltación, el Padre va a glorificar a Cristo y a respaldar todas Sus demandas (v. Jua 13:32).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Al fin nuestro Señor quedó solo con sus once discípulos. El traidor, Judas Iscariote, había salido del cuarto y se había ido á perpetrar el negro crimen. Libre ya de su desagradable compañía, nuestro Señor abrió su corazón ante su pequeño rebaño de una manera más completa de lo que antes lo había hecho. Siendo esa la postrera vez que les hablaba antes de que empezase su pasión, les dirigió un discurso que, en cuanto á lo conmovedor, no tiene igual en la Biblia.
En estos versículos se nos manifiesta cuánta gloria atrajo la escena de la crucifixión á Dios Padre y á Dios Hijo. No se puede menos que colegir que fue á esa escena que aludió Jesús cuando dijo: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre y Dios es glorificado en él.» Sus palabras equivalen á las siguientes: «La hora de la crucifixión está próxima; mi misión acá en la tierra ha terminado; mañana va á tener lugar un acontecimiento, que por dolor que cause á vosotros los que me amáis, es para mi Padre y para mí un gran motivo de gloria..
Estas palabras eran recónditas y misteriosas, y no es de asombrarnos que los once discípulos no las comprendieran. En la agonía de la muerte en la cruz, en la ignominia y humillación que vieron en perspectiva, en el hecho de estar Jesús clavado á un leño en desnudez y en medio de dos ladrones–en todo esto no parecía que hubiese gloria alguna. Bien al contrario, era ese un acontecimiento que llenaría á los apóstoles de pena, desaliento y tristeza. Y sin embargo, las palabras de nuestro Señor fueron ciertas.
La escena de la crucifixión atrajo gloria al Padre, haciendo resplandecer su sabiduría, su fidelidad, su santidad y su amor. Probó su sabiduría en cuanto que designó un medio por el cual podía ser justo y sin embargo justificador de los pecadores. Probó su fidelidad en cuanto guardó su promesa de que la simiente de la mujer quebrantaría la cabeza de la serpiente. Probó su santidad en cuanto exigió que nuestro gran Sustituto cumpliese en nuestro lugar con los requisitos de una ley quebrantada. Probó su amor en proveer como Mediador, «Redentor y Protector nuestro á su co-eterno Hijo.
La escena de la crucifixión atrajo gloria al Hijo, haciendo resplandecer su compasión, su paciencia y su poder. Nos hizo conocer su compasión en cuanto sufrió en nuestro lugar y compró nuestra redención al precio de su propia sangre, Nos dio á conocer su paciencia en cuanto no murió de muerte natural sino se sometió voluntariamente á tantos padecimientos y agonías como la mente humana no alcanza á concebir, y eso cuando con una palabra pudo haber llamado al Padre y á los ángeles para salir de ese terrible trance. Nos dio á conocer su poder en cuanto sobrellevó el peso de todas las trasgresiones del mundo, y venciendo á Satanás, le arrebató su víctima.
En estos versículos se nos da á conocer, en segundo lugar, citan grande importancia dio Jesús á la virtud del amor fraternal. Casi tan pronto como el falso apóstol se hubo separado do sus fieles compañeros, pronunció él este precepto: «Amaos los unos á los otros.» Inmediatamente después de haber hecho el triste anuncio de que pronto partiría de su lado dijo: » Amaos los unos á los otros.» Lo llamó un nuevo mandamiento, no porque no lo hubiera dado antes, sino porque iba á ser más dignamente acabado, iba á ocupar un lugar más prominente y á ser confirmado con un ejemplo más noble que antes. Aun más, iba á ser la enseña y divisa del cristiano en todo el mundo. «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos hacia los otros..
Cuidemos de que esta virtud cristiana tan bien conocida no exista solo como una mera teoría en nuestra mente, más practiquémosla en nuestras vidas. De todos los preceptos dados por el Salvador no ha quizá uno que se repita tanto y se practique tan poco como el de que nos ocupamos. Empero, si nuestras protestas de amor y caridad para con todos los hombres son sinceras, debiéramos manifestarlo así en nuestra índole y nuestras palabras, en nuestro comportamiento y nuestra conducta, en casa y fuera de ella, y, en fin, en todas las situaciones de la vida. Especialmente, debiéramos manifestarlo así en nuestras relaciones con los demás cristianos, á quienes hemos de mirar como hermanos, procurando hacer todo aquello que pueda contribuir á su felicidad y evitando como horrible pecado la envidia, el odio y la malevolencia hacia ellos.
La causa de Cristo haría más rápidos progresos sobre la tierra es esta sencilla ley fuera más generalmente acatada. No hay nada que el mundo reconozca con más facilidad y tenga en mayor estima que la caridad. Hombres que no pueden entender las doctrinas del Cristianismo ni la teología, pueden formar una apreciación debida de los actos de caridad. Si no existieran otras razones, por el bien solo de los que no pertenecen al gremio de la iglesia debiéramos practicar esa virtud.
En estos versículos se nos enseña, finalmente, cuan ignorante de sí mismo es á veces el creyente. Simón Pedro manifestó que estaba pronto á morir por su Maestro, pero el Señor le contestó que esa noche misma le negaría tres veces. Todos sabemos lo que sucedió después. El Maestro tenía razón: Pedro estaba equivocado.
Todos somos más débiles de lo que pensamos, y es difícil predecir cuan profundamente nos sumergiríamos en el mal si nos viéramos expuestos á fuertes tentaciones. Nos imaginamos á veces, como Pedro, que hay actos atroces que nos seria imposible ejecutar. Miramos con cierta desdeñosa compasión á los que se extravían, y nos lisonjeamos con la idea de que nosotros, á lo menos, no nos habríamos conducido así. Esa suposición es hija de la ignorancia. Aun después de que hemos sido trasformados por el Espíritu de Dios, todavía queda en nuestros corazones la semilla del pecado, y si nosotros nos descuidamos ó si Dios nos priva por algún tiempo de su gracia, esa semilla germina y la planta crece con asombrosa rapidez. Bien podemos imaginarnos como Pedro que podemos hacer maravillas por la cansa, de Cristo, pero á semejanza de él tendremos que convencernos, después de una dolorosa experiencia, que nos falta la fuerza de acción. «El que se piensa hallar firme, mire no caiga.» 1Co 10:12.
Fuente: Los Evangelios Explicados
O, fue
Fuente: La Biblia de las Américas
Lit. dice.
13.31 Lit. ha sido