Comentario de Juan 13:34 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. Como os he amado, amaos también vosotros los unos a los otros.

13:34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis (agapao) unos a otros; como yo os he amado, que también os améis (agapao) unos a otros. — En parte la presencia física de Jesús sería remplazada por el amor no fingido de los apóstoles los unos por los otros. Era un mandamiento nuevo, porque nunca había existido tal amor, el amor explicado y mostrado por El mismo. Ese amor no solamente incluía todo el amor que les mostró durante su ministerio, sino también el amor que muy pronto mostraría en su muerte.

El amor de los apóstoles (y el de todos los discípulos de Cristo) los unos a los otros debería ser de la misma naturaleza que el amor que Cristo mostraba hacia ellos.

Jesús no amaba a sus apóstoles para su propia felicidad. No los amaba pensando en un amor recíproco. ¿Nos amamos los unos a los otros pensando en qué recibiremos por nuestro amor? ¿si nos traerá felicidad a nosotros? ¿nos amamos los unos a los otros con un amor egoísta? El amor egoísta ama solamente a la persona que le devuelve su amor (Mat 5:46-47).

El amor que Jesús tenía por sus apóstoles le costó trabajo y dolor. Su amor por ellos y por todos los perdidos le llevó al Calvario. De esa misma manera nuestro amor los unos por los otros nos cuesta trabajo y dolor, porque requiere la abnegación de sí. El amor verdadero busca el bienestar (físico y espiritual) de otros.

Jesús amaba a sus discípulos aunque los conocía a fondo, conocía no solamente su fuerza, sino también su debilidad, pero a pesar de ello «los amó hasta el fin» (13:1). Hay personas que se bautizan y quieren ser miembros de una congregación, pero se escandalizan porque no conocen a los hermanos. Al bautizarse creen que amarán a sus hermanos pero, en realidad, su amor es condicional. Por eso, al venir desacuerdos y disgustos entre ellos ya no quieren ser miembros.

Los cristianos deben amarse los unos a los otros incondicionalmente. Desde luego, el amor requiere la enseñanza, la exhortación, la reprensión y hasta la disciplina, pero en todo caso «permaneza el amor fraternal» (Heb 13:1). Tantos miembros se disgustan con otros hermanos, se escandalizan y se retiran de la iglesia. El amor de los tales no es como el modelo, no es como el amor mostrado por Jesús, quien tenía muchas razones para impacientarse con los apóstoles, pero no lo hizo, sino que «los amó hasta el fin».

Así pues, el tener amor verdadero los unos por los otros requiere que se imite el ejemplo de Jesús quien amaba a sus apóstoles aunque los conocía a fondo. Aunque sabía que Judas lo entregaría, que Pedro lo negaría y que todos lo desampararían, «los amó hasta el fin».

Los esposos deben amarse el uno al otro como Cristo amaba a sus apóstoles (hasta el fin). ¿Por qué hay tanto divorcio? ¿Cómo es posible que tantas personas que hayan hecho votos de amor y de fidelidad, diciendo que su matrimonio durará «hasta que la muerte nos separe», tarde o temprano se divorcian? Seguramente pensaban que se amaban, pero ¿qué pasó? No se conocían. Prometieron ser fieles el uno al otro para «lo mejor o para lo peor», pero no se imaginaban «lo peor» (lo pésimo) que sería. Esto significa que sus votos se hicieron sin conocerse el uno al otro; es decir, en muchos casos si en realidad se hubieran conocido el verdadero carácter el uno del otro, no se habrían casado. El «amor» de tales personas no es incondicional sino condicional. Después de la luna de miel, la vida matrimonial empieza. Ahora comienzan a conocer la realidad de las cosas, y en muchísimos casos, lo dulce se convierte en amargura.

Surge, pues, una pregunta: ¿Cómo puede una persona conocer a fondo a su novio (a) para estar seguro que después de casarse se llevarán bien. No se puede. Es imposible conocer a fondo a otro sin vivir con él (ella). Desde luego, esto es imposible antes del matrimonio. Los novios deben visitarse el uno al otro en sus respectivos hogares, para que cada quien conozca la familia de su futuro cónyuge y, sobre todo, observar cómo es su futuro (a) esposo (a) con su propia familia. ¿Cómo trata a su mamá, a su papá, y a sus hermanos? Porque de esa misma manera tratará a su cónyuge después de la luna de miel.

Pero, en fin de cuentas, repítase, es imposible conocer a fondo a otro sin vivir con él (ella); por eso, el amor debería ser incondicional. Muchas personas erróneamente ponen un «hasta aquí» y se divorcian, pero ¿qué dijo Jesús acerca del divorcio y nuevas nupcias? (Mat 5:32; Mat 19:9).

Otro aspecto del amor de Jesús era que El estaba dispuesto a perdonar a estos discípulos débiles y errantes. Ese es el amor modelo que tenemos que imitar: «Como yo os he amado, que también os améis unos a otros».

¡Este es, pues, el nuevo mandamiento!

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Un mandamiento nuevo os doy. Gál 6:2; 1Jn 2:8-10; 1Jn 3:14-18, 1Jn 3:23; 2Jn 1:5.

Que os améis unos a otros. Jua 15:12, Jua 15:13, Jua 15:17; Jua 17:21; Lev 19:18, Lev 19:34; Sal 16:3; Sal 119:63; Rom 12:10; 1Co 12:26, 1Co 12:27; 1Co 13:4-7; Gál 5:6, Gál 5:13, Gál 5:14, Gál 5:22; Gál 6:10; Efe 5:2; Flp 2:1-5; Col 1:4; Col 3:12, Col 3:13; 1Ts 3:12; 1Ts 4:9, 1Ts 4:10; 2Ts 1:3; Heb 13:1; Stg 2:8; 1Pe 1:22; 1Pe 3:8, 1Pe 3:9; 2Pe 1:7; 1Jn 4:7-11, 1Jn 4:21; 1Jn 5:1.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El mandato de améis era nuevo porque Jesús lo estaba dando a un nivel nuevo. Moisés dijo: «amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lev 19:18), pero Jesús dijo que el nivel nuevo era como yo os he amado. Jesús dio a sus discípulos el ejemplo de amor que ellos iban a seguir (vv. Jua 13:1-17).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

QUE OS AMÉIS UNOS A OTROS. Al creyente se le ordena que ame de modo especial a los demás creyentes, sean o no miembros de su propia iglesia o de su convicción teológica particular.

(1) Los creyentes deben distinguir a los verdaderos seguidores de Cristo de los que profesan falsamente su fe, por el criterio de su obediencia, su amor por Cristo y su lealtad a las Sagradas Escrituras (Jua 5:24; Jua 8:31; Jua 10:27; Mat 7:21; Gál 1:9, nota).

(2) Cualquier persona que posea una fe viva en Jesucristo y permanezca leal a la Palabra infalible e inspirada de Dios así como sinceramente la entienda, y se mantenga firme contra el espíritu popular actual, es un hermano en Cristo y merece amor y apoyo especiales.

(3) El amor a todos los creyentes verdaderos, incluso a los que son de otra iglesia, no implica acomodarse a sus creencias bíblicas particulares ni a las diferencias doctrinales, ni que se busque la unidad entre diferentes organizaciones.

(4) El creyente nunca debe poner en juego la santidad de Dios. El amor a Dios y el hacer su voluntad, como se revela en su Palabra, deben controlar y dirigir su amor a los demás. El amor a Dios siempre tiene prioridad (véanse la nota que sigue y Mat 22:37; Mat 22:39, notas).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Un mandamiento nuevo … como yo os he amado. El mandamiento del amor no era nuevo. En Deu 6:5 se ordena amar a Dios y Lev 19:18 mandó amar al prójimo como a uno mismo (cp. Mat 22:34-40; Rom 13:8-10; Gál 5:14; Stg 2:8). Sin embargo, el mandato de Jesús con respecto al amor introdujo un parámetro distinto y novedoso por dos razones: 1) era un amor sacrificado conforme al patrón de amor establecido por Él mismo («como yo os he amado»; cp. Jua 15:13), y 2) es producido a través del nuevo pacto mediante el poder transformador del Espíritu Santo (cp. Jer 31:29-34; Eze 36:24-26; Gál 5:22).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Tras haber anunciado su partida e insistido en que sus discípulos no podían venir con Él, Jesús comenzó a exponer lo que esperaba de ellos después de partir al cielo. Él estableció que el amor debía ser la característica distintiva del discípulo verdadero (v. Jua 13:35; cp. 1Jn 2:7-11; 1Jn 3:10-12; 1Jn 4:7-10; 1Jn 4:20-21).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

13:34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis (agapao) unos a otros; como yo os he amado, que también os améis (agapao) unos a otros. — En parte la presencia física de Jesús sería remplazada por el amor no fingido de los apóstoles los unos por los otros. Era un mandamiento nuevo, porque nunca había existido tal amor, el amor explicado y mostrado por El mismo. Ese amor no solamente incluía todo el amor que les mostró durante su ministerio, sino también el amor que muy pronto mostraría en su muerte.
El amor de los apóstoles (y el de todos los discípulos de Cristo) los unos a los otros debería ser de la misma naturaleza que el amor que Cristo mostraba hacia ellos.
Jesús no amaba a sus apóstoles para su propia felicidad. No los amaba pensando en un amor recíproco. ¿Nos amamos los unos a los otros pensando en qué recibiremos por nuestro amor? ¿si nos traerá felicidad a nosotros? ¿nos amamos los unos a los otros con un amor egoísta? El amor egoísta ama solamente a la persona que le devuelve su amor (Mat 5:46-47).
El amor que Jesús tenía por sus apóstoles le costó trabajo y dolor. Su amor por ellos y por todos los perdidos le llevó al Calvario. De esa misma manera nuestro amor los unos por los otros nos cuesta trabajo y dolor, porque requiere la abnegación de sí. El amor verdadero busca el bienestar (físico y espiritual) de otros.
Jesús amaba a sus discípulos aunque los conocía a fondo, conocía no solamente su fuerza, sino también su debilidad, pero a pesar de ello «los amó hasta el fin» (13:1). Hay personas que se bautizan y quieren ser miembros de una congregación, pero se escandalizan porque no conocen a los hermanos. Al bautizarse creen que amarán a sus hermanos pero, en realidad, su amor es condicional. Por eso, al venir desacuerdos y disgustos entre ellos ya no quieren ser miembros.
Los cristianos deben amarse los unos a los otros incondicionalmente. Desde luego, el amor requiere la enseñanza, la exhortación, la reprensión y hasta la disciplina, pero en todo caso «permaneza el amor fraternal» (Heb 13:1). Tantos miembros se disgustan con otros hermanos, se escandalizan y se retiran de la iglesia. El amor de los tales no es como el modelo, no es como el amor mostrado por Jesús, quien tenía muchas razones para impacientarse con los apóstoles, pero no lo hizo, sino que «los amó hasta el fin».
Así pues, el tener amor verdadero los unos por los otros requiere que se imite el ejemplo de Jesús quien amaba a sus apóstoles aunque los conocía a fondo. Aunque sabía que Judas lo entregaría, que Pedro lo negaría y que todos lo desampararían, «los amó hasta el fin».
Los esposos deben amarse el uno al otro como Cristo amaba a sus apóstoles (hasta el fin). ¿Por qué hay tanto divorcio? ¿Cómo es posible que tantas personas que hayan hecho votos de amor y de fidelidad, diciendo que su matrimonio durará «hasta que la muerte nos separe», tarde o temprano se divorcian? Seguramente pensaban que se amaban, pero ¿qué pasó? No se conocían. Prometieron ser fieles el uno al otro para «lo mejor o para lo peor», pero no se imaginaban «lo peor» (lo pésimo) que sería. Esto significa que sus votos se hicieron sin conocerse el uno al otro; es decir, en muchos casos si en realidad se hubieran conocido el verdadero carácter el uno del otro, no se habrían casado. El «amor» de tales personas no es incondicional sino condicional. Después de la luna de miel, la vida matrimonial empieza. Ahora comienzan a conocer la realidad de las cosas, y en muchísimos casos, lo dulce se convierte en amargura.
Surge, pues, una pregunta: ¿Cómo puede una persona conocer a fondo a su novio (a) para estar seguro que después de casarse se llevarán bien. No se puede. Es imposible conocer a fondo a otro sin vivir con él (ella). Desde luego, esto es imposible antes del matrimonio. Los novios deben visitarse el uno al otro en sus respectivos hogares, para que cada quien conozca la familia de su futuro cónyuge y, sobre todo, observar cómo es su futuro (a) esposo (a) con su propia familia. ¿Cómo trata a su mamá, a su papá, y a sus hermanos? Porque de esa misma manera tratará a su cónyuge después de la luna de miel.
Pero, en fin de cuentas, repítase, es imposible conocer a fondo a otro sin vivir con él (ella); por eso, el amor debería ser incondicional. Muchas personas erróneamente ponen un «hasta aquí» y se divorcian, pero ¿qué dijo Jesús acerca del divorcio y nuevas nupcias? (Mat 5:32; Mat 19:9).
Otro aspecto del amor de Jesús era que El estaba dispuesto a perdonar a estos discípulos débiles y errantes. Ese es el amor modelo que tenemos que imitar: «Como yo os he amado, que también os améis unos a otros».
¡Este es, pues, el nuevo mandamiento!

Fuente: Notas Reeves-Partain

c. El mandamiento nuevo (vv. Jua 13:34-35)

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

«Les doy un mandamiento nuevo» (TLA). El término “mandamiento” es común en Juan, pero con “nuevo” aparece sólo aquí y en Jua 19:41. Otra manera de expresar esta oración sería: “Les estoy ordenando algo nuevo” o “les dejo esta exigencia de vida”.

«Que se amen lo unos a los otros» (DHH) debe entenderse sencillamente como amor recíproco: “Algo novedoso les voy a exigir: que se amen mutuamente”. Este sentido se confirma en la segunda parte del versículo. La oración imperativa “ámense unos a otros” es enfática y este énfasis adquiere mayor fuerza al repetirse al final del versículo. La NEB traduce poniendo el amor de Jesús como modelo: «como yo les he amado, que así se amen unos a otros». También tiene sentido traducir estas oraciones como: “De la misma manera que yo les he amado, así también ustedes tienen que amarse mutuamente”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Jua 15:12; Jua 15:17; 1Jn 2:8; 1Jn 3:11; 1Jn 3:14; 1Jn 3:23; 2Jn 1:5.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

ñ 803 Jua 15:9; Efe 5:2

o 804 Lev 19:18; Jua 15:12; 1Ts 4:9; Stg 2:8; 1Pe 1:22; 1Jn 3:14

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Un mandamiento nuevo. Aunque hay un precedente de este mandamiento en el A.T. (Lv 19:18), es nuevo: 1) en que toma como modelo la entrega de sí mismo por Jesús (cp. 1 Jn 4:10); 2) porque los que lo obedecen lo hacen motivados por la presencia espiritual de Jesús (cp. 14:18); y 3) en que la medida del amor es la mi sma con que Cristo amó.

os améis los unos a los otros. El mandamiento se refiere a una actitud continua de preocupación y ocupación por los mejores intereses de otros. El ejemplo del amor es el ejemplo que Jesús dejó: como yo os he amado .

Fuente: La Biblia de las Américas

34 (1) La palabra griega que aquí se traduce mandamiento es la misma palabra que aparece en Mat_5:19 y Rom_7:8 , Rom_7:9 , Rom_7:10 , Rom_7:11 , Rom_7:12 , Rom_7:13. Sin embargo, en Mt 5 y Ro 7, se refiere a los mandamientos antiguos de la ley del Antiguo Testamento; aquí se refiere al nuevo mandamiento que nos dio el Señor en el Nuevo Testamento. También en 14:15,21; 15:10,12; 1Jn_2:3 , 1Jn_2:4 , 1Jn_2:7 , 1Jn_2:8 1Jn_3:22 , 1Jn_3:23 , 1Jn_3:24 1Jn_4:21 1Jn_5:2 , 1Jn_5:3 ; 2Jn_1:4 , 2Jn_1:5 , 2Jn_1:6 , se refiere al nuevo mandamiento que nos fue dado en el Nuevo Testamento; ya sea por el Señor Jesús o por Dios. Este nuevo mandamiento es diferente de los viejos mandamientos del Antiguo Testamento.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

mandamiento nuevo…Jua 15:12; Jua 15:17; 1Jn 3:23; 2Jn 1:5.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

T225 El adjetivo καινήν tiene un sentido adverbial, y significa: yo lo doy de nuevo.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

g Jua 15:12 ,Jua 15:17; 1Jn 3:23; 2Jn 1:5.

Fuente: La Biblia Textual III Edición