Comentario de Juan 14:27 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
La paz os dejo, mi paz os doy. No como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
14:27 La paz os dejo, mi paz os doy; — 16:33. Bajo el Antiguo Testamento el dar paz era la prerrogativa exclusiva de «el Dios de paz» (Rom 15:33): «El da en tu territorio la paz» (Sal 147:14); «Jehová, tú nos darás paz» (Isa 26:12); «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado» (Isa 26:3); «produciré fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová» (Isa 57:19); los sacerdotes habían de bendecir al pueblo diciendo, «Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová hagan resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz» (Núm 6:22-27). En esto vemos otra vez que Cristo es Dios, pues El da paz: «Se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz» (Isa 9:6); «Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca» (Efe 2:17); «Y se repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales alabando a Dios, y diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes El se complace» (Luc 2:13-14, LBLA).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
La paz os dejo, mi paz os doy. Jua 16:33; Jua 20:19, Jua 20:21, Jua 20:26; Núm 6:26; Sal 29:11; Sal 72:2, Sal 72:7; Sal 85:10; Isa 9:6; Isa 32:15-17; Isa 54:7-10, Isa 54:13; Isa 55:12; Isa 57:19; Zac 6:13; Luc 1:79; Luc 2:14; Luc 10:5; Hch 10:36; Rom 1:7; Rom 5:1, Rom 5:10; Rom 8:6; Rom 15:13; 1Co 1:3; 2Co 5:18-21; Gál 1:3; Gál 5:22; Gál 6:16; Efe 2:14-17; Flp 4:7; Col 1:2, Col 1:20; Col 3:15; 2Ts 1:2; 2Ts 3:16; Heb 7:2; Heb 13:20; Apo 1:4.
no como el mundo la da. Job 34:29; Sal 28:3; Lam 3:17; Dan 4:1; Dan 6:25.
No se turbe vuestro corazón. Jua 14:1.
ni tenga miedo. Sal 11:1; Sal 27:1; Sal 56:3, Sal 56:11; Sal 91:5; Sal 112:7; Pro 3:25; Isa 12:2; Isa 41:10, Isa 41:14; Jer 1:8; Eze 2:6; Mat 10:26; Luc 12:4; Hch 18:9; 2Ti 1:7; Apo 2:10; Apo 21:8.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
paz: La despedida acostumbrada entre los judíos era decir shalom, que significa «paz». El Señor estaba a punto de partir, así que añadió a su despedida diciendo mi paz. La palabra mi es enfática. No es un deseo convencional; esta es la concesión especial y personal de Jesús de paz. La paz que Cristo da expulsa el temor y el horror de los corazones, ya que Jesús controla todas las circunstancias.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
paz os dejo … no … como el mundo la da. La palabra «paz» viene del hebreo shalom, que se convirtió en un saludo para los discípulos después de la resurrección de Jesús (Jua 20:19-26). En el ámbito particular esta paz, que desconocen quienes aún no son salvos, asegura la calma en tiempos de dificultad (cp. el v. Jua 14:1), silencia el temor (Flp 4:7), y reina en los corazones del pueblo de Dios para conservar la armonía (Col 3:15). El cumplimiento cabal de esta paz se verá en el reino mesiánico (Núm 6:26; Sal 29:11; Isa 9:6-7; Isa 52:7; Isa 54:13; Isa 57:19; Eze 37:26; Hag 2:9; cp. Hch 10:36; Rom 1:7; Rom 5:1; Rom 14:17).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
14:27 La paz os dejo, mi paz os doy; — 16:33. Bajo el Antiguo Testamento el dar paz era la prerrogativa exclusiva de «el Dios de paz» (Rom 15:33): «El da en tu territorio la paz» (Sal 147:14); «Jehová, tú nos darás paz» (Isa 26:12); «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado» (Isa 26:3); «produciré fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová» (Isa 57:19); los sacerdotes habían de bendecir al pueblo diciendo, «Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová hagan resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz» (Núm 6:22-27).
En esto vemos otra vez que Cristo es Dios, pues El da paz: «Se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz» (Isa 9:6); «Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca» (Efe 2:17); «Y se repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales alabando a Dios, y diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes El se complace» (Luc 2:13-14, LBLA).
La palabra paz (eiréne) que Cristo promete son «las relaciones armónicas entre Dios y el hombre, conseguidas mediante el Evangelio, Hch 10:36; Efe 2:17» (WEV); «el evangelio de la paz» (Efe 6:15); «anuncian la paz» (Rom 10:15). El dar paz significa, pues, dar las bendiciones de Dios a aquellos que sostienen una relación aceptable (comunión) con El. «Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado» (Col 1:21; Efe 2:1-12); «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo», (Rom 5:1; Efe 2:14-17).
Es imposible tener la paz de Cristo sin recibir la enseñanza de Cristo: «Las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron», 17:8; tenían paz con Dios al aceptar la enseñanza de Jesús. Al rechazar a Cristo y su enseñanza los judíos rechazaron lo que era para su paz («Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en esto tu día, lo que es para tu paz!», Luc 19:42. Como dice el Sal 119:165, «Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo»; «Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones… La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros» (Col 3:15-16); «Mas el fruto del Espíritu es… paz» (Gál 5:22, el Espíritu la produce por medio de la palabra). Por eso, Jesús dice, » Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido» (15:11).
Muchos de los que profesan tener paz con Dios y paz en su alma no son «solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz» (Efe 4:3-6, «un cuerpo, y un Espíritu… una misma esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre»).
Muchos dicen «paz, paz» cuando no hay paz, porque escuchan a los falsos maestros y persisten en su desobediencia a la palabra de Dios. «Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz, y no hay paz» (Jer 6:14); «que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán» (1Ts 5:3).
El resto de la definición de la palabra paz tiene que ver con «la paz interna, la tranquilidad en el alma, que es el fruto de la paz objetiva. Cristo nos da paz por medio de su sacrificio en la cruz… y la conciencia de reposo y contentamiento que surge de ello» (WEV). «Estas cosas os he hablado para que en mi tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (16:33). El cristiano tiene paz en su corazón en un mundo de aflicción y tribulación. «El ocuparse del Espíritu es vida y paz» (Rom 8:6); «Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer» (Rom 15:13).
Con toda confianza (denuedo) Pedro y Juan comparecieron ante el Sanedrín (Hch 4:1-37; Hch 5:1-42). «Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él (Esteban), vieron su rostro como el rostro de un ángel» (Hch 6:15). Pedro estaba «durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas» (Hch 12:6). Después de ser azotados y echados al «calabozo de más adentro», con los pies asegurados en el cepo, «a media noche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios» (Hch 16:23-25).
Los que gozan de la paz de Cristo lo demuestran en su vida y en su relación unos con otros (Rom 12:18; Rom 14:19; 2Co 13:11; Gál 5:22; Efe 4:31-32; 1Ts 5:13; 2Ti 2:22; Heb 12:14; Stg 3:17; 1Pe 3:10-11; 2Pe 3:14). Estos textos enseñan que los cristianos han tenido cambio de carácter (cambio de actitud, cambio de disposición, cambio de genio). Ya no son iracundos, contenciosos, o amargados. Ya no murmuran unos de otros, quejándose unos contra otros, porque ya son nuevas criaturas (2Co 5:17).
En toda la carta a los filipenses (4:4-7) Pablo nos explica cómo tener esta paz: p. ej., ser participantes de la gracia de Dios (1:7); participar en la evangelización (1:5); combatir unánimes por la fe del evangelio (1:27); ser humildes y estar unidos (2:1-4); ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor (2:12); ser luminares en el mundo (2:14-16); dejar y olvidar lo pasado y proseguir a la meta (3:12-14); regocijarse en el Señor (4:1, 4); mostrar gentileza hacia otros (4:5); por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones al Señor con acción de gracias (4:6); » y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (4:7).
Desde luego, al prometer esta paz Jesús no promete que ya no habrá problemas. Por el contrario, les dice claramente que habría muchos problemas (Mat 10:34-38). ¿Quiénes son los pacificadores? (Mat 5:9). ¿Cómo efectúan la paz? Por medio de la enseñanza de Cristo. Muchos no quieren esta clase de paz (3:19-21; 15:18-25), porque aborrecen la verdad y la luz que son representadas por los cristianos. «No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada… » (Mat 10:34-39).
— La paz os dejo — Jesús dejó a su madre en el cuidado de Juan; dejó su ropa a los soldados; encomendó su espíritu al Padre; dejó su cuerpo a José de Arimatea; y el legado muy importante que dejó a todos sus discípulos era y es su paz (MH).
— yo no os la doy como el mundo la da — 1Ts 5:3. El mundo no puede dar la paz verdadera. La paz que el mundo ofrece es la tranquilidad que ofrece la confianza en el hombre, en el dinero y en la sabiduría humana. También el mundo busca «paz» y «tranquilidad» en el alcohol y otras drogas. Quieren escapar de sus problemas por medio de meterse en problemas aun más serios (p. ej., el hombre disgustado con su esposa busca a otra mujer). La «paz» del mundo es «una paz escapista, una paz que surge de evitar problemas, de negarse a enfrentar las cosas. La paz que ofrece Jesús es la paz de la conquista. Aquella paz que ninguna experiencia de nuestra vida nos puede quitar. Una paz que ningún dolor, peligro o sufrimiento puede disminuir. Es una paz independiente de las circunstancias exteriores» (WB).
La paz religiosa que el mundo ofrece es por medio del movimiento ecuménico en el cual la verdad del evangelio se sacrifica para que haya una «unidad» falsa. ¿Tenía paz Jesús con el sumo sacerdote, con los fariseos, con los escribas, o con los saduceos? Tampoco podemos tener paz con los falsos maestros de nuestro tiempo.
La paz mundana existe en las iglesias de Cristo que no practican la disciplina. ¿Tenía Pablo paz con la iglesia de Corinto? ¿Tenía paz Jesús con la iglesia de Laodicea? Apo 2:17. Después de mandar que los tesalonicenses se apartaran de hermanos desordenados Pablo concluye diciéndoles, «Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera» (2Ts 3:16); el Señor les daría paz después de apartarse de los que andaban desordenadamente.
Habrá «paz» con los hombres mundanos si no exponemos su pecado, y habrá paz con religiones humanas si no exponemos su error, pero será la paz del cementerio.
— No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo (14:1) . — En lo que Jesús les dijo deberían encontrar mucho gozo y consuelo. Les dijo que ellos tendrían un lugar seguro con El en la casa de su Padre; que a través de El podrían llegar a ese destino bendito; que al ver y conocer al Hijo ya habían visto y conocido al Padre; que ahora podrían continuar la obra de Cristo porque les enviaría al Espíritu Santo; que de esa manera Cristo mismo estaría con ellos para siempre; y que también el Padre estaría con ellos. ¿No sería suficiente todo esto para dar paz a su alma?
En este discurso seguirá explicando (16:7) que era necesario que El volviera al Padre, para que viniera el Espíritu Santo para llevar a cabo la obra de Cristo.
Fuente: Notas Reeves-Partain
El sustantivo “paz” se usa en Jua 16:33 en un contexto similar, y también como saludo en Jua 20:19, Jua 20:21, Jua 20:26. El término alude a la expresión hebrea shalom que en el Antiguo Testamento tiene un sentido muy amplio, que posiblemente sea lo que se intenta expresar en este versículo. En Sal 29:11 se lee: «El Señor bendice a su pueblo con la paz», en tanto en Isa 57:19 : «paz a los que están lejos, y paz a los que están cerca». En estos casos la “paz” es un regalo del Señor, mientras en el evangelio de Juan Jesús la entrega como un don de despedida para los discípulos: “Queden en paz”, “quédense tranquilos, que les deseo paz”, «Paz es mi regalo de despedida» (NEB). En este evangelio “paz” se puede comprender como un equivalente de los términos “luz”, “vida”, “gozo” y “verdad”, figuras literarias que describen varios aspectos de la salvación que Dios da a las personas por medio de Jesucristo. No es un término negativo que se refiere a la ausencia de guerra o tensiones emocionales, más bien es un estado que incluye los beneficios de una salvación integral, en el sentido de la apropiación de la plena bendición de Dios en todas las áreas de la vida (cf. Rom 1:7; Rom 5:1; Rom 14:17). El término incluye todos los dones que se iban a realizar en la era mesiánica.
En diversas culturas es difícil comunicar la idea “dejar la paz con una persona”, aunque se use muy a menudo “dejar en paz” con el sentido de “no molestar más a alguien” o “salir de la presencia de alguien”. También se conoce “descansar en paz” que en muchas regiones es un eufemismo para expresar que alguien murió. Una equivalencia próxima a lo que Jesús dice a sus discípulos puede ser: “Estén tranquilos en sus corazones” o “Haré que no les falte alegría en sus vidas”.
La segunda oración es más difícil porque la “paz” de Jesús se compara con lo que “el mundo da”: yo no os la doy como el mundo la da, «Pero no una paz como la que se desea en el mundo» (TLA), «pero no se la doy como la da los que son del mundo» (DHH). Se puede intentar una equivalencia como: “La tranquilidad que les doy al despedirme no se compara con la que vive la gente en el mundo” o “haré que vivan con corazones tranquilos, no como el mundo pretende hacer”.
El final del versículo es comparable a Jua 14:1, sólo que se añade la expresión “no tengan miedo”. El verbo literalmente significa “ser un cobarde”, por lo que las BJ, BP y NVI traducen «acobardarse». Será importante especificar porqué se tiene “angustia” y “miedo”, así que habrá que traducir algo como: “No se desesperen ni se acobarden por lo que venga”, “No se angustien ni se mueran de miedo porque ya no estaré con ustedes”, «No se preocupen ni tengan miedo por lo que va a pasar pronto» (TLA). La expresión literal “no se angustien en su corazón” se puede recoger en traducciones como: “No se desesperen dentro de su ser ni se acobarden”, “No vivan afligidos, ni el miedo los paralice porque me voy”, «¡No se inquieten ni teman!» (BA).
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Jua 14:1; Jua 16:33; Jua 20:19; Jua 20:21; Isa 9:6; Zac 9:10.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— la paz: La paz -en hebreo shalom- era y es el saludo judío corriente, a menudo convencional, de llegada o despedida. Incluye todo tipo de bendiciones y buenos augurios que, en el caso de Jesús, tienen plena garantía de realidad y eficacia.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
n 849 Jua 16:33; Efe 2:14; Flp 4:7; Col 3:15; 2Ts 3:16
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
paz. Esta palabra es usada como saludo en 20:19, 21, 26. Aquí y en 16:33 es usada como tranquilidad e íntima seguridad. Esto es como resultado del poder que el conocimiento de Jesús como Señor imparte, aun en medio de las circunstancias más difíciles. Es la herencia de Cristo, lograda por su obra redentora en el Calvario (cp. Ro 5:1– 11).
No se turbe. Véase coment. en el vers. 1.
Fuente: La Biblia de las Américas
Antes de seguir adelante en nuestro examen del Evangelio de San Juan, debemos notar una particularidad en el final del capítulo de que hemos venido ocupándonos, es á saber: la frecuencia con que nuestro Señor usó la expresión, «mi Padre» ó «el Padre.» Encontrárnosla cuatro veces en los últimos cinco versículos, y nada menos que veintidós veces en todo el capítulo.
Qué razón motivara ese uso es una cuestión muy profunda. Quizá cuanto menos cavilemos acerca de ella es mejor. Nuestro Señor jamás habló por hablar, y no hay duda que fue con algún alto designio que empleó la expresión citada. ¿No podemos con reverencia hacer la suposición de que quisiera imprimir fuertemente en la mente de sus discípulos la idea de la unidad del Hijo con el Padre? Raras veces, á la verdad, se adscribió nuestro Señor a sí mismo tanto poder para consolar á su iglesia, como hizo en último discurso. ¿No había, por lo tanto, cierta conveniencia en que recordase continuamente á sus discípulos que siempre que otorgaba bendiciones era uno con el Padre, y que sin el Padre no hacía nada? Notemos en este pasaje cuál fue el último legado que Cristo dio á su pueblo. He aquí sus palabras: «La paz os dejo: mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy..
La paz: he aquí el don particular que Jesucristo concede: no es la riqueza, ni la opulencia, ni la prosperidad temporal, pues estas son de dudoso provecho, y muchas veces acarrean más males que bienes, sirviendo de rémora á nuestro progreso espiritual. La paz de conciencia que el hombre experimenta cuando siente interiormente que sus pecados han sido perdonados y que ha sido reconciliado con Dios, es una bendición mucho mayor. Y esa paz pertenece á todos los creyentes, ya sean ricos ó pobres, nobles ó plebeyos.
Jesucristo la llama «mi paz.» Es á él á quien toca darla, porque la compró con su sangre, y el Padre lo ha señalado para que la conceda á un mundo que agoniza en el pecado. Así como se comisionó á José para que repartiera trigo á los hambrientos egipcios, el Hijo de Dios fue comisionado en los consejos eternos de la Trinidad para que diese paz á la humanidad.
Jesucristo no da la paz como el mundo la da. El concede una paz que al mundo no le es dado proporcionar, y eso no de mal grado, con parsimonia, ni por corto tiempo, pues tiene más voluntad de dar que el mundo tiene de recibir. Lo que concede es para toda la eternidad, y en mayor abundancia de lo que podemos pensar ó pedir.
Debemos observar también cuan perfecta es la santidad de Jesucristo. Dijo él: «Viene el príncipe de este mundo, mas no tiene nada en mí..
De estas palabras no puede hacerse sino una sola interpretación. Nuestro Señor, quería dar á entender á sus discípulos quo Satanás, el príncipe de este mundo, estaba para hacerle el último y más violento ataque. Sí, ese espíritu maligno estaba concentrando todas sus fuerzas para un asalto más terrible. Iba á presentarse con toda su malicia á tentar al segundo Adán en el Jardín de Getsemaní, y en la cruz del Calvario. Mas nuestro Señor mismo manifestó que no encontraría mal en él; que no tenía ningún lado vulnerable que le pudiera herir; que había cumplido la voluntad de su Padre y que había acabado la obra que se le había encomendado.
Notemos en qué se diferencia Jesús de los demás seres humanos: El ha sido el único en quien Satanás no ha podido encontrar mal ninguno. Tentó este adversario á Adán y á Eva, y los encontró débiles. Tentó á Noé, á Abran, á Moisés, á David y á todos los santos, y los encontró llenos de faltas. Tentó á Cristo, pero no pudo vencerlo, porque El era un Cordero sin culpa y sin mancha, quo iba á ser ofrecido por todo un mundo pecador.
Rindamos gracias á Dios por habernos enviado un Salvador tan perfecto, un Salvador cuya justicia es sin tacha, cuya vida es sin mancha. En cuanto á nosotros, nuestro ser y nuestras acciones son imperfectas, y si todas nuestras esperanzas estuvieran fincadas en nuestra propia rectitud, razón tendríamos para desesperar del porvenir. Más nuestro Sustituto es perfecto y sin pecado. Por lo tanto podemos decir como el victorioso apóstol: » ¡Quién Acusará á los escogidos de Dios!» Jesucristo ha muerto por nosotros, y sufrido en nuestro lugar. El Padre nos ve unidos á él, Indignos como somos, y por amor suyo se complace.
Fuente: Los Evangelios Explicados
R777 En εἰρήνην τὴν ἐμήν el sustantivo es indefinido y general, mientras que el atributo hace una aplicación particular (comp. BD270[3]): paz, que es mi paz.