Biblia

Comentario de Juan 15:22 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Juan 15:22 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Si yo no hubiera venido ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado.

15:22 Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado (no en sentido absoluto, sino que no tendrían el pecado de haberlo rechazado) ; pero ahora no tienen excusa por su pecado (Stg 4:17) . — Las palabras y obras de Jesús los dejó sin excusa. Si Cristo los hubiera dejado solos, sin venir al mundo para predicarles, sin molestarles en sus pecados, sin exponer su hipocresía, sin traer la luz verdadera a los que estaban en tinieblas, entonces no habrían sido culpables de pecar contra la luz que no habían visto, pero ahora la ceguera de ellos era voluntaria. Los judíos tuvieron muchas oportunidades para creer en Cristo, por las cuales tendrían que dar cuenta (Mat 11:21-24; Mat 12:41-42; Luc 12:42-48). No tenían excusa alguna. Tuvieron el privilegio de andar en la luz y rehusaron hacerlo. Por lo tanto, eran culpables no solamente de no aceptar la luz, sino también de rechazarla.

Satanás no quiere ser estorbado; («¿qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno?» Mar 1:24). Así dicen los mundanos ahora; así dicen los que están en el error religioso. ¡Déjenos en paz! ¡No nos moleste!

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

no tendrían pecado. Jua 3:18-21; Jua 9:41; Jua 12:48; Jua 19:11; Eze 2:5; Eze 33:31-33; Luc 12:46; Hch 17:30; 2Co 2:14-16; Heb 6:4-8; Stg 4:17.

ahora no tienen excusa de su pecado. Rom 1:20; Rom 2:1; 1Pe 2:16.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

no tendrían pecado … no tienen excusa: El que el mundo odiara a Jesús fue un pecado contra Dios, porque el primero reveló el Padre a las personas.

también a mi Padre: Como Cristo y el Padre son uno, los que odian a Cristo también odian al Padre. El testimonio de las palabras de Jesús (v. Jua 15:22) y sus obras (v. Jua 15:24) hicieron que los que lo rechazaron fueran culpables de su pecado. En el versículo Jua 15:25, Jesús cita de Sal 69:4 para mostrar lo malvado e irracional que es rechazar el amor y la bondad de Cristo.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

no tendrían pecado. No quiso dar a entender que si no hubiera venido todos habrían quedado libres de pecado. Más bien, su venida incitó en ellos la clase de pecado más violenta y letal, la cual consiste en rechazar a Dios y rebelarse contra Él y su verdad. Él hablaba del pecado del rechazo decidido, la elección deliberada y fatal de las tinieblas sobre la luz y de la muerte sobre la vida. Él había hecho muchos milagros y hablado palabras innumerables para probar que era el Mesías y el Hijo de Dios, pero ellos fueron beligerantes en su amor al pecado y su rechazo al Salvador. Vea Heb 4:2-5; Heb 6:4-6; Heb 10:29-31.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

15:22 Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado (no en sentido absoluto, sino que no tendrían el pecado de haberlo rechazado) ; pero ahora no tienen excusa por su pecado (Stg 4:17) . — Las palabras y obras de Jesús los dejó sin excusa. Si Cristo los hubiera dejado solos, sin venir al mundo para predicarles, sin molestarles en sus pecados, sin exponer su hipocresía, sin traer la luz verdadera a los que estaban en tinieblas, entonces no habrían sido culpables de pecar contra la luz que no habían visto, pero ahora la ceguera de ellos era voluntaria. Los judíos tuvieron muchas oportunidades para creer en Cristo, por las cuales tendrían que dar cuenta (Mat 11:21-24; Mat 12:41-42; Luc 12:42-48). No tenían excusa alguna. Tuvieron el privilegio de andar en la luz y rehusaron hacerlo. Por lo tanto, eran culpables no solamente de no aceptar la luz, sino también de rechazarla.
Satanás no quiere ser estorbado; («¿qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno?» Mar 1:24). Así dicen los mundanos ahora; así dicen los que están en el error religioso. ¡Déjenos en paz! ¡No nos moleste!

Fuente: Notas Reeves-Partain

CONOCIMIENTO Y RESPONSABILIDAD

Juan 15:22-25

-Si Yo no hubiera venido a hablarles, no serían culpables de pecado; pero, tal como son las cosas, no tienen excusa. La persona que Me odia, odia también a Mi Padre. Si no hubiera hecho entre ellos lo que no ha hecho nadie nunca, no serían culpables de pecado; pero, tal como son las cosas, Nos han visto y oído tanto a Mí como a Mi Padre. Pero todo ha sucedido para que se cumpliera lo que está escrito en la ley que ellos tienen: «Me han aborrecido sin motivo.»

Aquí vuelve Jesús al pensamiento que, según el Cuarto Evangelio, nunca está lejos de Su mente: la convicción de que el conocimiento y el privilegio conllevan responsabilidad. Hasta la venida de Jesús, la humanidad nunca había tenido posibilidad de conocer realmente a Dios; nunca había oído claramente Su voz, ni se le había presentado la clase de vida que Él quiere que vivamos. Apenas se podía culpar a nadie por ser como era. Hay cosas que se le permiten a un niño que no se le tolerarían a un adulto, y es porque el niño no tiene conocimiento. Hay cosas que se le pueden consentir a alguien que no ha recibido una buena educación, pero no a uno que haya tenido todos los beneficios de un hogar cristiano. No se espera la misma clase de conducta de un salvaje que de un civilizado. Cuantos más conocimientos se tienen y más privilegios se han disfrutado, es natural que se exija una mayor responsabilidad.

Jesús hacía dos cosas. Primero, exponía el pecado. Decía lo que ofende a Dios y cómo quiere Dios que nos conduzcamos. Presentaba el verdadero camino. Y segundo, proveía el remedio para el pecado; y esto en un doble sentido: abrió el camino para el perdón de los pecados pasados, y proveyó el poder que capacita para vencer al pecado y vivir una vida nueva. Estos fueron algunos de los privilegios y el conocimiento que Jesús trajo a la humanidad.

Supongamos que una persona está enferma; que consulta a un médico, y este diagnostica la enfermedad y prescribe la cura. Si esa persona no hace caso del diagnóstico y se niega a aplicarse la prescripción, no le puede echar la culpa a nadie más que a sí misma si se muere o queda en una situación que hace de la vida un sufrimiento continuo. Eso era lo que los judíos habían hecho. Como dice Juan, no hicieron más que lo que se había predicho en las Escrituras que harían. Dos veces había dicho el salmista: «Me han aborrecido sin motivo» Sal 35:19, y 69:4).

Todavía nos es posible hacer lo mismo. No hay muchas personas que sean declaradamente hostiles a Cristo, pero sí hay muchas que viven como si Cristo no hubiera venido, y simplemente pasan de Él. Pero nadie podrá experimentar la auténtica vida en este mundo o en el venidero si prescinde del Señor de la Vida.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

b. La rebeldía de la gente en el mundo (vv. Jua 15:22-25)

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Comienza con una condición negativa contraria al hecho, como en el v. Jua 15:18, que literalmente dice: “Si yo no hubiera venido y les hubiera hablado no tendrían pecado”. Se podría invertir el orden de la cláusula como hace la TEV: «Ellos no fueran culpables de pecado si yo no hubiera venido y les hubiera hablado». Otras versiones cambian la oración “no tendrían pecado” por una equivalencia que acentúe la culpabilidad: “ellos no serían culpables de pecado”. En algunos idiomas será difícil expresar el concepto de culpabilidad o “ser culpable de pecado”, por lo que podría usarse mejor un lenguaje figurado como: “estar marcado por el pecado”, “desviarse del camino por el pecado” o “llevar sobre los hombros la carga del pecado”.

La condición contraria al hecho expresa enfáticamente que Jesús sí vino y le habló a la gente. Se puede traducir: “Ellos sí son culpables por cuanto yo vine a ellos y les he hablado a ellos, y de hecho, no tienen ninguna excusa por su pecado”, «Pero ahora no tienen disculpa por su pecado» (DHH). La frase pero ahora no tiene un sentido temporal sino que da énfasis a lo que sigue, siendo equivalente a “en efecto” o “en realidad”. La palabra que se traduce por “excusa” se usa sólo aquí en Juan y tiene también la idea de “razón”, “motivo” o “pretexto”. “Ahora de todas maneras no tienen pretexto para decir que no son culpables” o “en realidad ellos no pueden poner esa cara de inocentes ante su pecado”. También se puede traducir esta oración como discurso directo, poniendo el énfasis en la gente del mundo: “Ellos no pueden decir: Nosotros no sabíamos que lo que hacíamos era tan malo”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

REFERENCIAS CRUZADAS

d 885 Jua 9:41

e 886 Mat 11:21; Rom 1:20; Stg 4:17

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

no tendrían pecado…no tienen excusa. Los judíos no serían culpables de rechazarle si no hubieran escuchado su mensaje y no le hubieran conocido. El mensaje fue presentado con claridad a ellos, por tanto, no tienen excusa .

su pecado. Es decir, el rechazar la persona y el mensaje de Jesús (16:9).

Fuente: La Biblia de las Américas

En estos versículos nuestro Señor Jesucristo aclara tres asuntos de grande importancia, que son difíciles de suyo, y acerca de los cuales podemos incurrir en muchos errores.
Es de observarse lo que nuestro Señor dijo respecto de la desatención de los privilegios religiosos. Manifestó á los discípulos que si él no hubiera dicho y hecho en presencia de los judíos cosas que nadie había dicho ó hecho antes, no habrían tenido ellos pecado, es decir, no habrían pecado tan gravemente como lo habían hecho, puesto que no tenían como excusar su incredulidad habiendo visto sus obras y oído sus preceptos. ¿Qué otros medios se podrían haber empleado para convencerlos? Ningunos, absolutamente ningunos. Pecaron voluntariamente, á despecho de la luz que resplandecía en torno suyo, y por lo tanto vinieron á ser los mas culpables de los hombres.
En cierto sentido los privilegios religiosos son peligrosos. Si no nos encaminan hacia el cielo, nos sumen más profundamente en el oscuro abismo, pues aumentan en mucho nuestra responsabilidad. «A cualquiera que fue dado mucho, mucho será vuelto á demandar de él.» Luk 12:48. El que, viviendo en un país lo donde circula la Biblia en el idioma patrio y se predica el Evangelio en su pureza, cree que en el día del juicio final se le juzgará del mismo modo que á los habitantes de la China ó de Patagonia, se engaña gravemente. El mero hecho de haber poseído conocimientos y no haberlos aprovechado, será uno de los mayores pecados de que se le acusará. «El siervo que entendió la voluntad de su señor y no se apercibió, será azotado mucho.» Luk 12:47.
Es de notarse, en seguida, en que términos se refiere nuestro Señor al Espíritu Santo.
En primer lugar, da claramente á entender que es Persona, pues dice que es el Consolador que ha de venir, y que es un ser que procede del Padre y que da testimonio. Ahora bien, tales términos no pueden aplicarse, como pretenden algunos, á un mero influjo ó afección interna del hombre. Interpretarlos así seria obrar en contradicción con el sentido común, y torcer el sentido de voces de clara significación. La razón y la justicia nos obligan á reconocer que nuestro Señor aludió á ese ser á quien se nos ha enseñado á adorar como la tercera persona de la Trinidad.
En segundo lugar, nuestro Señor dice que el Espíritu Santo es un ser á quien el Padre ha de enviar, y que procede del Padre. Estas son, evidentemente, palabras muy profundas, tan profundas que no alcanzamos á sondearlas. El mero hecho de que por algunos siglos la iglesia oriental y la occidental de la cristiandad han diferido en cuanto á su significado, debiera hacernos disertar sobre ellas con modestia á la par que con reverencia. Esto, á lo menos, es claro: que existe una relación íntima entre el Espíritu, el Padre y el Hijo. No podemos explicar por qué se nos diga que el Espíritu procede del Padre y ha de ser enviado por el Hijo; mas sí podemos tranquilizar nuestra mente con las siguientes palabras de un credo antiguo: «En esta Trinidad ninguna de las Personas fue antes ó después que otra, y ninguna es inferior ó superior á otra.» «Tal como es el Padre así es el Hijo y así el Espíritu Santo.» Y sobre todo podemos tranquilizarnos con la verdad de que, en todo lo que concierne á la salvación de nuestras almas, todas las tres personas de la Trinidad cooperan igualmente. El Dios trino fue quien dijo, «Criemos,» y el Dios trino es quien dice «Salvemos..
Es digno de observarse, finalmente, en que términos habla i nuestro Señor de las funciones especiales de los apóstoles. He aquí cómo se expresa: «Vosotros también daréis testimonio..
Estas palabras quieren decir mucho y son muy instructivas.
Por ellas los once supieron qué era lo que debían esperar durante su vida. Tendrían que dar testimonio de hechos que muchos rehusarían creer y de verdades que repugnarían á los hombres no convertidos. Muchas veces se verían solos, como pequeño rebaño, en medio de una gran multitud. Ni deberían extrañar cuando se vieran perseguidos, aborrecidos y atacados, ó cuando se dudase de la verdad de sus enseñanzas. Su deber seria dar testimonio, ya les creyesen los hombres ó no. Haciéndolo así sus nombres serian registrados en lo alto, en el libro de los recuerdos de Dios; y el Juez universal les daría una corona inmarcesible de gloria.
Antes de terminar este pasaje será bueno observar que todo cristiano tiene, en cierto sentido, que cumplir el mismo deber que Jesús encomendó á los apóstoles. Todos tenemos obligación moral de dar testimonio acerca del Redentor. Jamás debemos avergonzarnos de defender su causa y de declarar nuestra fe en las verdades del Evangelio. En donde quiera que estemos, ya sea en la ciudad ó en el campo, en público ó en privado, en nuestra patria ó en el extranjero–en todas partes y en toda oportunidad debemos dar á conocer quién es nuestro Maestro, y cuál es nuestro credo.

Fuente: Los Evangelios Explicados

tendrían… Lit. tenían.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

I.e., culpa

Fuente: La Biblia de las Américas

Lit. tenían.

Fuente: La Biblia Textual III Edición