Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote;
18:15, 16 Y seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo (el apóstol John, 20:2, 3, 4, 8, 24) . — Los cuatro escritores dijeron que Pedro siguió a Jesús después de su arresto. Seguramente era muy duro para él el hecho de separarse de Jesús. Dice Mateo (26:58) que Pedro siguió a Jesús «de lejos», y tal vez esto tuviera mucho que ver con su caída. Por lo menos le siguió; esto indica su amor por Jesús como también su preocupación por El, pero siguió de lejos indicando su temor (y confusión). Hoy en día muchos miembros de la iglesia siguen a Jesús «de lejos». No quieren abandonar al Señor, pero aman al mundo y no quieren nada de crítica ni burla del mundo; por eso siguen a Cristo, pero desde muy lejos y se calientan al fuego del enemigo. Por esta causa tropiezan y caen en muchos lazos del diablo. Podemos medir nuestra piedad y fidelidad por nuestro deseo de estar cerca de Cristo. — Y este discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote; mas Pedro estaba fuera, a la puerta. Salió, pues, el discípulo que era conocido del sumo sacerdote, y habló a la portera, e hizo entrar a Pedro. — Cuando Pedro llegó a la casa, ya habían cerrado la puerta, pero Juan («el discípulo que era conocido del sumo sacerdote») habló con la portera para que Pedro también entrara.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
seguía a Jesús Simón Pedro. Mat 26:58; Mar 14:54; Luc 22:54.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
otro discípulo: Aunque nunca se identifica a este otro discípulo, el consenso es que era Juan, el autor de este Evangelio.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
LA NEGACIÓN DE PEDRO. Véanse notas en Mar 14:50; Mar 14:71; Luc 22:62.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
otro discípulo … este discípulo. Según la tradición se trata del «discípulo amado» (Jua 13:23-24), i. e. Juan el apóstol y autor de este Evangelio, pero nunca mencionó su propio nombre (vea la Introducción: Autor y fecha).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
18:15, 16 Y seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo (el apóstol John, 20:2, 3, 4, 8, 24) . — Los cuatro escritores dijeron que Pedro siguió a Jesús después de su arresto. Seguramente era muy duro para él el hecho de separarse de Jesús. Dice Mateo (26:58) que Pedro siguió a Jesús «de lejos», y tal vez esto tuviera mucho que ver con su caída. Por lo menos le siguió; esto indica su amor por Jesús como también su preocupación por El, pero siguió de lejos indicando su temor (y confusión). Hoy en día muchos miembros de la iglesia siguen a Jesús «de lejos». No quieren abandonar al Señor, pero aman al mundo y no quieren nada de crítica ni burla del mundo; por eso siguen a Cristo, pero desde muy lejos y se calientan al fuego del enemigo. Por esta causa tropiezan y caen en muchos lazos del diablo. Podemos medir nuestra piedad y fidelidad por nuestro deseo de estar cerca de Cristo.
— Y este discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote; mas Pedro estaba fuera, a la puerta. Salió, pues, el discípulo que era conocido del sumo sacerdote, y habló a la portera, e hizo entrar a Pedro. — Cuando Pedro llegó a la casa, ya habían cerrado la puerta, pero Juan («el discípulo que era conocido del sumo sacerdote») habló con la portera para que Pedro también entrara.
Pedro «entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin» (Mat 26:58). ¿Qué fin esperaba ver? Si hubiera recordado y creído las palabras de Jesús (Mat 16:21, etc.) no habría estado nada confuso acerca de lo que sería el fin de todo aquello. Jesús había dicho claramente lo que sería el fin, porque había explicado su muerte y resurrección, como también el establecimiento de su reino o iglesia, y la conversión tanto de gentiles como de judíos.
Fuente: Notas Reeves-Partain
HÉROE Y COBARDE
Juan 18:15-18, 25-27
Simón Pedro iba siguiendo a Jesús con otro discípulo. Ese otro era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús al patio de la casa, mientras que Pedro se quedó fuera, a la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del sumo sacerdote, salió a hablar con la portera, y metió a Pedro adentro.
La criada que estaba a la puerta le dijo a Pedro:
-Tú no eres uno de los discípulos de Ése, ¿verdad?
-¡Claro que no! -respondió Pedro.
Los criados y los agentes estaban alrededor de un brasero que habían encendido; porque hacía frío, y estaban calentándose. Y Pedro también se puso entre ellos para calentarse…
Simón Pedro estaba de pie, calentándose, cuando le dijeron:
-¡Tú no puedes negar que eres uno de Sus discípulos!
Pero él lo negó, y dijo:
-¡No lo soy!
Uno de los servidores del sumo sacerdote, pariente del otro al que Pedro le había cortado la oreja, dijo:
-¿Es que no te vi yo en el huerto con Él?
Y otra vez Pedro lo negó; y acto seguido cantó el gallo.
Cuando los otros discípulos abandonaron a Jesús y huyeron, Pedro se negó a hacerlo. Siguió a Jesús, aún después del arresto, porque no podía hacer otra cosa. Y así llegó a la casa del sumo sacerdote Caifás en compañía de otro discípulo que tenía acceso a la casa porque era conocido del sumo sacerdote.
Ha habido muchas especulaciones acerca de quién era el otro discípulo. Algunos han dicho que sería simplemente algún discípulo desconocido cuyo nombre no sabremos nunca. Otros le han identificado con Nicodemo o con José de Arimatea, que eran miembros del sanedrín y conocerían bien al sumo sacerdote. Una curiosa sugerencia es quesería Judas Iscariote, que habría estado yendo y viniendo bastante para preparar su traición y ya le conocerían la portera y el mismo sumo sacerdote. Pero lo único que parece descartar esta teoría es que, después de la escena del huerto, la participación de Judas en la traición habría quedado clara, y es increíble que Pedro tuviera el menor contacto con él. El punto de vista tradicional es que el discípulo innominado no era otro que el mismo Juan; y la tradición es tan unánime que es difícil descartarla. La cuestión es, en ese caso, cómo es que el galileo Juan era conocido, y al parecer bastante íntimamente, del sumo sacerdote.
Se han hecho dos sugerencias para explicarlo.
(a) Posteriormente, un cierto Polícrates escribió acerca del Cuarto Evangelio. No dudaba que había sido Juan el que lo había escrito, y que era el discípulo amado; pero dice una cosa muy curiosa acerca de él. Dice que Juan era sacerdote de nacimiento y que llevaba el pétalos, una estrecha banda dorada, o el ziz, con la inscripción «Santidad al Señor», que llevaban los sacerdotes en la frente. En ese caso podría ser que Juan fuera conocido del sumo sacerdote; pero es difícil creer que Juan fuera sacerdote, porque en los evangelios sinópticos se le presenta como pescador galileo.
(b) La segunda explicación es más verosímil. Está claro que el padre de Santiago y de Juan, Zebedeo, tenía un negocio de pesca lo bastante floreciente como para tener empleados Mr 1:20 ). Una de las industrias galileas era la del pescado salado. El pescado fresco era un gran lujo, porque no había manera de transportarlo con los medios de entonces. Por otra parte, el pescado salado era uno de los artículos de alimentación más corrientes. Se ha sugerido que el padre de Juan estaba bien introducido en el negocio del pescado salado, y que era uno de los proveedores de la casa del sumo sacerdote. En ese caso, Juan sería conocido porque a menudo vendría con provisiones. En la leyenda hay algo que confirma esta suposición. H. V. Morton cuenta que, visitando las calles traseras de Jerusalén, encontró un pequeño edificio que era entonces un café árabe. Había en él algunas piedras y arcos que en tiempos habían pertenecido a una iglesia cristiana muy antigua que había estado alojada en la casa de Zebedeo, el padre de Juan. La familia, dicen y creen los franciscanos, eran mercaderes de pescado galileos con una sucursal en Jerusalén que proveía de pescado salado a la casa del sumó sacerdote Caifás, y por eso Juan tenía entrada en aquella casa.
Sean como fueren estas cosas, Pedro fue introducido en el patio de la casa del sumo sacerdote, donde negó por tres veces a su Señor.
Hay aquí un detalle muy interesante. Jesús había dicho que Pedro Le negaría tres veces antes del canto del gallo. Esto es difícil de comprender. Según la ley ritual judía, no estaba permitido tener aves de corral en la santa ciudad, aunque no podemos estar seguros de que se cumpliera esa ley. Pero los Romanos tenían una cierta práctica militar: la noche se dividía en cuatro vigilias –de 6 a 9, de 9 a 12, de 12 a 3 y de 3 a 6. Después de la tercera vigilia, el cambio de la guardia se anunciaba con un toque de trompeta a las 3 que se llamaba en latín gallicinium y en griego alektorofónia, que quieren decir las dos el canto del gallo. Puede que lo que le dijo Jesús a Pedro fuera: «Antes que suene el toque de trompeta del canto del gallo Me habrás negado tres veces.» Todos los residentes de Jerusalén conocerían ese toque de trompeta de las 3 de la madrugada. Cuando sonó por toda la ciudad, Pedro se acordó.
EL HÉROE Y EL COBARDE
Juan 18:15-18, 25-27 (conclusión)
Así es que Pedro, en el patio de la casa del sumo sacerdote, negó a su Señor. No ha habido nadie que haya sido tan cruelmente tratado como Pedro por comentaristas y predicadores. En lo que siempre se hace hincapié es en su fracaso y vergüenza. Pero hay otras cosas que debemos recordar.
(i) Debemos recordar que todos los demás discípulos excepto Juan, si era él el discípulo anónimo, abandonaron a Jesús y huyeron. Pero pensad en lo que hizo Pedro: sólo él desenvainó la espada en notoria desventaja en el huerto, y sólo él siguió a Jesús, aunque fuera sin ser reconocido, a ver lo que sucedía. Lo primero que debemos recordar de Pedro no es su fracaso, sino el valor que le mantuvo lo más cerca posible de Jesús cuando los demás habían huido. Su fracaso sólo le podía ocurrir a una persona de valor superlativo. Cierto que falló; pero en una situación que ninguno de los otros discípulos se atrevió a arrostrar ni de lejos. Falló, no por ser un cobarde, sino por ser un valiente.
(ii) Debemos recordar lo mucho que Pedro amaba a Jesús. Los otros habían abandonado a Jesús; sólo Pedro se mantuvo lo más cerca posible. Amaba tanto a Jesús que no podía separarse de Él. Cierto que falló; pero falló en circunstancias que sólo uno que amara entrañablemente tendría que arrostrar.
(iii) Debemos recordar hasta qué punto Pedro se redimió a sí mismo. Las cosas no le podían haber resultado fáciles. La historia de su negación correría maliciosamente de boca en boca. Puede que la gente, como cuenta la leyenda, imitaran a su paso el canto del gallo. Pero Pedro tenía la constancia y el coraje necesarios para redimirse, para empezar desde el fracaso y llegar hasta la victoria.
La clave del asunto es que fue el auténtico Pedro el que hizo protestas de lealtad en el aposento alto; fue el auténtico Pedro el que desenvainó su solitaria espada en el huerto a la luz de la luna; fue el auténtico Pedro el que siguió a Jesús, porque no podía dejar que se Le llevaran solo; no fue el auténtico Pedro el que se quebró ante la tensión y negó a su Señor. Y eso era lo que sólo Jesús podía ver. Lo tremendo de Jesús es que, por debajo de todos nuestros fallos, Él ve a la persona auténtica. Él comprende. Él nos ama, no por lo que somos, sino por lo que tenemos posibilidad de llegar a ser. El amor perdonador de Jesús es tan grande que ve nuestra personalidad auténtica, no en nuestros fracasos, sino en nuestra lealtad; no en nuestras caídas, sino en nuestro esfuerzo por alcanzar la bondad, aun cuando seamos vencidos.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
b. Pedro niega por primera vez que ha conocido a Jesús (vv. Jua 18:15-18)
Esta sección narra la primera declaración de Pedro de su desconocimiento de Jesús. Como en algunos ambientes no se puede captar en toda su profundidad el sentido de negar conocer a alguien, se puede ayudar a entender el sentido desde el encabezamiento de la sección, explicando el sentido de “la negación”, como por ejemplo: “Pedro dice a la gente que no conoce a Jesús”, “Pedro niega que ha conocido a Jesús” o “Pedro niega quién es Jesús”.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
El texto no tiene explícito el nombre de Jesús y dice literalmente “y lo seguían Simón Pedro y otro discípulo”, por lo que se puede agregar el nombre de Jesús para aclarar la escena: Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Se entiende que después del arresto estos dos discípulos seguían a la distancia a Jesús y a los que le habían arrestado. Aunque el texto no lo menciona, es muy probable que este otro discípulo sea “el amado”.
Este discípulo era conocido del Sumo sacerdote, y entró con Jesús al patio del Sumo sacerdote, “Este otro discípulo era bien conocido del jefe de los sacerdotes, y por eso pudo entrar con Jesús hasta el patio de la casa del jefe de los sacerdotes”. Aunque el texto no lo menciona, es muy probable que este otro discípulo sea “el amado”.
“El patio de la casa del jefe de los sacerdotes” se refiere al patio central del palacio donde residía el Sumo Sacerdote en Jerusalén.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Jua 20:3; Jua 20:8; Jua 21:7.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
ñ 1001 Mat 26:58; Mar 14:54; Luc 22:54
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
otro discípulo. Este discípulo probablemente era Juan el apóstol, el escritor de este evangelio.
Fuente: La Biblia de las Américas
otro discípulo. Juan.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Lit. seguía.