Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, y estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos se reunían por miedo a los judíos, Jesús entró, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡Paz a vosotros!”
20:19 Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz (14:27) a vosotros. — No era necesario quitar la piedra del sepulcro para que Jesús saliera; más bien, se quitó la piedra para que los discípulos pudieran ver el sepulcro vacío. Jesús podía manifestarse cuándo y dónde El quisiera. Tampoco tuvo que entrar en una casa por una puerta abierta. Podía aparecer o desaparecer según su voluntad. Por causa de este fenómeno se discute mucho sobre cómo era el cuerpo de Jesús después de su resurrección. Dicen algunos que su cuerpo ya estaba en el proceso de cambiarse en el cuerpo glorioso, etc., pero ¿con qué propósito se habla así? Antes de morir ¿no andaba sobre el agua? (6:19). ¿Se requería un cuerpo especial para hacer eso?Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Y como fue tarde aquel día. Mar 16:14; Luc 24:36-49; 1Co 15:5.
y estando las puertas cerradas. Jua 20:26; Neh 6:10, Neh 6:11.
vino Jesús, y se puso en medio. Jua 14:19-23; Jua 16:22; Mat 18:20.
Paz a vosotros. Jua 20:21; Jua 14:27; Jua 16:33; Sal 85:8-10; Isa 57:18, Isa 57:19; Mat 10:13; Luc 24:36; Rom 15:33; Efe 2:14; Efe 6:23; Flp 1:2; 2Ts 3:16; Heb 7:2; Apo 1:4.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
vino Jesús, y puesto en medio: La aparición de Cristo fue milagrosa, porque las puertas estaban cerradas. Jesús, como Dios, realizó una variedad de milagros sin necesitar un cambio en su humanidad. Aquí el cuerpo de Cristo era físico, el mismo en el que murió y fue enterrado. La diferencia es que su carne había cambiado para lograr inmortalidad e incorruptibilidad (1Co 15:53).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
aquel mismo día. Vea la nota sobre el v.Jua 20:1. las puertas cerradas. La palabra en el griego indica que las puertas habían sido aseguradas por temor a los judíos. Puesto que las autoridades habían ejecutado a su líder, ellos pensaban que podían sufrir su mismo destino. Paz a vosotros. Vea las notas sobre Jua 14:27; Jua 16:33. El saludo de Jesús completaba su declaración «consumado es», pues su obra en la cruz logró la paz entre Dios y su pueblo (Rom 5:1; Efe 2:14-17).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
20:19 Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz (14:27) a vosotros. — No era necesario quitar la piedra del sepulcro para que Jesús saliera; más bien, se quitó la piedra para que los discípulos pudieran ver el sepulcro vacío. Jesús podía manifestarse cuándo y dónde El quisiera. Tampoco tuvo que entrar en una casa por una puerta abierta. Podía aparecer o desaparecer según su voluntad.
Por causa de este fenómeno se discute mucho sobre cómo era el cuerpo de Jesús después de su resurrección. Dicen algunos que su cuerpo ya estaba en el proceso de cambiarse en el cuerpo glorioso, etc., pero ¿con qué propósito se habla así? Antes de morir ¿no andaba sobre el agua? (6:19). ¿Se requería un cuerpo especial para hacer eso?
Cuando Jesús entró y dijo, «Paz a vosotros», «Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu» (Luc 24:37). En lugar de sentir paz en su alma sólo sentían espanto y temor y esto fue causado por su falta de fe en la resurrección («Porque aún no habían entendido la Escritura», 20:9).
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA COMISIÓN DE CRISTO
Juan 20:19-23
Cuando se hizo de noche aquel primer día de la semanc; y los discípulos estaba todos juntos en un mismo lugar con las puertas atrancadas por miedo a los judíos, vino Jesús, se puso en medio de ellos y los saludó diciendo:
-¡Que la paz sea con vosotros!
Y acto seguido les enseñó Sus manos y Su costado; y los discípulos se llenaron de júbilo al ver al Señor. Jesús les dijo otra vez:
-¡Que la paz sea con vosotros! Como el Padre Me envió a Mí, os envío Yo a vosotros.
E inmediatamente les infundió Su aliento y les dijo:
-Recibid el Espíritu Santo. Si le remitís a alguien los pecados, le quedan remitidos; y si se los retenéis, les quedan retenidos.
Es muy probable que los discípulos siguieran juntos en el aposento alto donde habían celebrado la Pascua con Jesús; pero lo que los mantenía unidos era el miedo. Conocían la actitud envenenada de los judíos que habían tramado la muerte de Jesús, y temían que a ellos también les llegara el turno; así es que estaban juntos, pero atemorizados, escuchando los pasos en la escalera y las llamadas a la puerta, no fuera que fueran los emisarios del sanedrín que llegaban a arrestarlos a ellos.
Cuando estaban allí, Jesús apareció de pronto en medio de ellos. Les dirigió el saludo más corriente en el Oriente: «¡Que la paz sea con vosotros!» Quería decir más que «Que os veáis libres de problemas.» Más bien: «¡Que Dios os colme de todo bien!» Y entonces Jesús les transmitió a Sus discípulos la comisión que la Iglesia no debe olvidar.
(i)Les dijo que, como Dios Le había enviado a Él, así ahora Él los enviaba a ellos. Aquí tenemos lo que llamaba Westcott «La Constitución de la Iglesia.» Quiere decir tres cosas.
(a) Quiere decir que Jesucristo cuenta con la Iglesia, que es exactamente lo que Pablo quería decir cuando llamaba a la Iglesia «El Cuerpo de Cristo» (Ef 1:23 ; 1Co 12:12 ). Jesús había traído un mensaje para toda la humanidad, y ahora Se volvía con Su Padre. Su mensaje no podría alcanzar a toda la humanidad a menos que la Iglesia se encargara de transmitirlo. La Iglesia tenía que ser una boca que hablara de Jesús, unos pies que fueran a cumplir Sus recados y unas manos para hacer Su obra. Por tanto, lo primero que quiere decir esto es que Jesús depende de Su Iglesia.
(b) Quiere decir que la Iglesia necesita a Jesús. El que ha de ser enviado necesita a alguien que le envíe; necesita un mensaje que llevar; necesita un poder y una autoridad que respalden ese mensaje; necesita alguien a quien poder dirigirse cuando tenga dudas o dificultades. Sin Jesús, la Iglesia no tiene mensaje; sin Él, no tiene poder; sin Él, no tiene a nadie a quien apelar cuando se encuentra en dificultades; sin Él no tiene a nadie que le ilumine el entendimiento, ni que le fortalezca los brazos, ni que le anime el corazón. Esto quiere decir que la Iglesia depende de Jesús.
(c) Y aún queda otra cosa. Jesús envía a la Iglesia de una manera paralela a como Dios envió a Jesús. Pero no podemos leer la historia del Cuarto Evangelio sin darnos cuenta de que la relación entre Jesús y Dios dependía continuamente de la perfecta obediencia y el perfecto amor de Jesús. Jesús podía ser el perfecto Mensajero de Dios porque ofrecía a Dios la obediencia perfecta y el perfecto amor. De ahí se sigue que la Iglesia es apta como mensajera e instrumento de Cristo sólo cuando Le ama y obedece de una manera perfecta. La Iglesia no se dirige al mundo para propagar su propio mensaje, sino el mensaje de Cristo. No sigue políticas hechas por hombres, sino la voluntad de Cristo. La Iglesia fracasa cuando trata de resolver algún problema dependiendo de su propia sabiduría y fuerza, prescindiendo de la voluntad y dirección de Cristo.
(ii) Jesús exhaló en Sus discípulos y les dio el Espíritu Santo. No cabe duda que, cuando Juan se expresaba así, estaba recordando la antigua historia de la creación de Adán. Allí leíamos: «Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en una persona viva» (Ge 2:7 ). Es la misma alegoría que vio Ezequiel en el valle de los huesos secos y muertos, cuando oyó a Dios decirle al viento-espíritu: «¡Espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos para que vivan!» (Ez 37:9 ). La venida del Espíritu Santo es como el despertar de la vida donde reinaba la muerte. Cuando viene sobre la Iglesia, la re-crea para su tarea.
(iii) Jesús les dijo a Sus discípulos: «Si le remitís a alguien los pecados, le quedan remitidos; y si se los retenéis, le quedan retenidos.» Este es un dicho cuyo sentido verdadero debemos procurar comprender. Una cosa es segura: que ninguna persona puede perdonar los pecados por otra. Pero es igualmente cierto que la Iglesia tiene el gran privilegio de comunicar el mensaje del perdón de Dios a la humanidad. Supongamos que alguien nos trae el mensaje de otra persona; el valor que le demos a ese mensaje dependerá de lo bien que el portador conozca al que lo envía. Si alguien se nos ofrece a interpretarnos el pensamiento de otra persona, el valor de su interpretación dependerá de lo bien que la conozca.
Los apóstoles estaban en las mejores condiciones para llevar el mensaje de Jesús a otras personas, porque Le conocían muy bien. Si sabían que alguien estaba verdaderamente arrepentido podían proclamarle con absoluta seguridad el perdón de Cristo. Pero, igualmente, si sabían que no había arrepentimiento en su corazón, o que estaba comerciando con el amor y la misericordia de Dios, podían decirle que hasta que su corazón no cambiara no había perdón para él. Esto no quiere decir que se confiara el poder para perdonar pecados a ninguna persona o personas; pero sí el poder de proclamar ese perdón, lo mismo que el de advertir que ese perdón no es para el que no esté arrepentido. Aquí se establece el deber de la Iglesia de comunicar el perdón al corazón arrepentido, y de advertir al impenitente que está cerrándose a la misericordia de Dios.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
2. En la noche de la Pascua (Jua 20:19-31)
Análisis de discurso
En esta sección Jesús permite que sus seguidores le vean, lo que es parte fundante de la tradición y la fe cristianas.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
a. Jesús aparece a los discípulos siendo Tomás ausente (vv. Jua 20:19-23)
TÍTULO: Nuevamente aquí las versiones sólo hacen una referencia muy escueta y poco comunicativa: Jesús se aparece a los discípulos (RV95, DHH, TLA), Apariciones de Jesús a los discípulos (LPD), Apariciones a los discípulos (BJ). Consideramos como mejor Jesús resucitado da su paz y el Espíritu Santo a los discípulos.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
En el texto original este versículo no tiene ningún punto, lo que dificulta algo su traducción. Para mejor comprensión en otros idiomas será mejor dividirlo en varias oraciones con punto y seguido y comas.
“Siendo de noche ese día, el primero de la semana” se refiere al crepúsculo o atardecer, el tiempo cuando el día cede ante la noche: Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, «Aquel mismo domingo, por la tarde» (BA), «En la noche de ese mismo domingo» (TLA) o “Aquel día, que era el primero de la semana, cuando ya había caído la tarde”. Estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo a los judíos tal vez se entienda mejor como “el lugar donde estaban reunidos los discípulos tenía las puertas bien cerradas. Ellos estaban encerrados por miedo a las autoridades judías”. Se debe expresar la causa del miedo, por ejemplo: “por miedo a lo que las autoridades judías pudieran hacerles”. También es teológicamente importante la aclaración de las puertas cerradas, lo cual prepara lo milagroso de la aparición de Jesús en el interior de la casa, donde están los discípulos.
Llegó Jesús y, puesto en medio, les dijo: ¡Paz a vosotros!, “Y estando ellos así Jesús vino y se paró en medio y les saludó: ‘¡Paz entre ustedes!’”. Sin torcer el texto se debe encontrar una equivalencia para traducir el concepto bíblico de “paz”, que es muy rico y profundo. Esa “paz” es más don de Dios que un simple saludo o deseo: “¡La paz de Dios entre ustedes!”.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Jua 7:13; Jua 20:26.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— primer día de la semana: Ver nota a Jua 20:1.
— los judíos: Ver nota a Jua 1:19.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Jesús aparece a los discípulos. En esta sección hay un rápido vuelco de la emoción temerosa (19) al gozo (20). La razón fue la declaración de paz del Señor resucitado. Las palabras ¡paz a vosotros! tienen la forma de un saludo común, pero en los labios de Jesús implicaban el otorgamiento de su propia paz a los discípulos como había prometido previamente (14:27; 16:33). Es significativo que haya mostrado las manos y el costado a los discípulos porque así ellos no podrían tener dudas sobre la identidad de Jesús. Aun su cuerpo levantado llevaba tales pruebas. La repetición del don de la paz aumenta el énfasis de su importancia, especialmente como ella se ligaba con una comisión específica (21). La implicación de estas palabras es que el enviar tenía el propósito de cumplir nada menos que la comisión que Jesús había recibido del Padre.
¿Cuál es la relación entre el v. 22 y el descenso del Espíritu en Pentecostés? Algunos ven dos venidas distintas del Espíritu, pero tal cosa no es probable. Es mejor considerar esta declaración como un anticipo de Pentecostés, aunque una entrega preliminar se implica en el contexto (el verbo empleado es el que se usa para “respirar” o “exhalar”). Claramente los discípulos en este momento no recibieron la plena dotación, porque todavía les faltaba el poder que vino en Pentecostés. La venida del Espíritu aquí se vinculaba con el perdón de pecados (23). La promesa fue dada a todo el grupo de los discípulos (el verbo está en plural). Aunque per donar pecados no es parte del poder humano, la predicación del evangelio proclama tal perdón. Los verbos están en voz pasiva lo que sugiere que Dios es el que actúa. Quienes no respondan a la predicación del evangelio son dejados en sus pecados (les han sido retenidos, RVA; “les quedarán sin perdonar”, DHH). Sobre esta promesa, cf. Mat. 16:18, 19; 18:18, 19.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
r 1094 Luc 24:1
s 1095 Jua 9:22
t 1096 1Co 15:5
u 1097 Mat 10:12; Luc 10:5; Luc 24:36
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
estando cerradas las puertas. El cuerpo resucitado de Jesús tenía el poder de aparecer en habitaciones cerradas (cp. vers. 26).
los discípulos. Todos excepto Tomás (vers. 24).
Paz. En lugar de reprocharles por su falta de confianza o llamarle la atención a Pedro por su negación, Jesús les extiende su saludo y bendición. El repite el saludo poco después (vers. 21) tal vez porque los discípulos estaban asombrados y en realidad no le oyer on.
Fuente: La Biblia de las Américas
19 (1) Esta reunión de los discípulos puede considerarse la primera reunión de la iglesia antes de Pentecostés. Esta reunión se llevó a cabo para cumplir Sal_22:22 , según Heb_2:10-12 , para que el Hijo pudiera declarar el nombre del Padre a Sus hermanos y alabar al Padre en la iglesia, la cual está compuesta de Sus hermanos.
19 (2) Aunque las puertas estaban cerradas, el Señor entró con Su cuerpo resucitado ( Luc_24:37-40 ; 1Co_15:44) en el lugar donde estaban los discípulos. ¿De qué manera pudo haber entrado, puesto que tenía carne y huesos? Nuestra mente limitada no puede entenderlo, pero es un hecho. Debemos aceptarlo conforme a la revelación divina. Así se cumplió la promesa que El hizo en 16:16, 19,22.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
los judíos. I.e., las autoridades judías.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Solo en el Evangelio de San Juan se nos describe la entrevista que nuestro Señor tuvo, después de su resurrección, con María Magdalena, entrevista que, en cuanto a lo conmovedora tal vez no tuvo igual. El que pueda leer este pasaje sin sentir un profundo interés, ha de tener por fuerza un corazón muy duro y frío.
Se advierte, en primer lugar, que los que aman a Jesucristo con mayor vehemencia y constancia son aquellos que reciben mayores privilegios de su divina mano. Es un hecho que conmueve y que merece particular atención, que María Magdalena no quiso separarse del sepulcro, en tanto que Pedro y Juan se encaminaron a su casa. El amor hacia su Maestro la tenía atada al lugar en donde había yacido muerto. No sabía en donde estaba o que se había hecho. Pero un afecto profundo la detenía allí junto a la fría y vacía tumba y la movió a contemplarla con veneración. Y ese afecto fue abundantemente recompensado. Vio unos ángeles que Juan y Pedro no habían visto; los oyó hablar y dirigirle palabras tranquilizadoras. Fue la primera que vio a nuestro Señor después de resucitado; la primera que oyó su voz y que tuvo una conversación con él. En donde quiera que se predique el Evangelio este pequeño suceso servirá de prueba, que los que tributaren gloria a Jesucristo serán a su turno bendecidos por él.
Se advierte, en seguida, que los temores y pesares de los cristianos son muchas veces infundados. Se nos dice que María Magdalena permaneció derramando lágrimas junto al sepulcro y eso de tal manera como si nada fuese parte a consolarla. Lloraba cuando los ángeles le hablaron, puesto que le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» También estaba llorando cuando nuestro Señor se dirigió a ella: «Mujer,» le dijo él también, ¿por qué loras? Y siempre hizo en respuesta la misma queja: «Porque han llevado a mi Señor, y no se donde lo han puesto.» Y sin embargo, su maestro había estado junto a ella, revestido otra vez del cuerpo humano. Sus lágrimas eran innecesarias, su ansiedad superflua. Como Agar en el desierto, tenía a su lado un pozo de agua cristalina, más no lo había percibido.
Ningún cristiano reflexivo dejará de notar que ese es solo un ejemplo de lo que acontece a muchos de los creyentes. Cuantas veces no nos afanamos sin justo motivo para ello. Cuantas veces no nos lamentamos de la falta de algo que realmente está a nuestro alcance. Dos terceras partes de las cosas que tememos en esta vida jamás acontecen y muchas de las lágrimas que derramamos son vertidas en vano. Pidamos a Dios nos conceda más fe y más paciencia para aguardar sin zozobra que se cumplan sus designios; y estemos convencidos que muchos acontecimientos que nos parecen tristes y azarosos vendrán a fin a redundar en nuestro provecho. El anciano Jacob dijo una vez que sobre él eran todas las cosas que habían sucedido (Gen. 42.36); y sin embargo vivió lo suficiente para alcanzar a ver a José otra vez, lleno de riqueza y prosperidad y a dar gracias a Dios por todo lo que había acaecido. Si María hubiera encontrado sellada la tumba y hubiera sabido que ahí yacía el cadáver yerto de nuestro Señor entonces habría tenido razón para llorar. El hecho mismo de que el cadáver había desaparecido era un indicio favorable, un indicio que debía causar júbilo a ella y a toda la humanidad.
Es de advertirse, además, que ideas tan mezquinas y tan materiales pueden apoderarse, acerca de Jesucristo, de la mente de un creyente. No creemos que enseñen otra cosa las siguientes palabras que nuestro Señor dirigió a la Magdalena: «No me toques; porque aún no he subido a mi Padre.» Aunque este lenguaje es de suyo misterioso, hay alguna razón para suponer que la sorpresa y la súbita transición de pasar al gozo pusieron a María como fuera de sí, pues a pesar de ser una verdadera cristiana, era mujer como cualquier otra. Es muy probable que en el primer transporte de júbilo, se arrojara a los pies de nuestro Señor e hizo manifestaciones que eran impropias. Quizá dejo ver que en su concepto todo iba bien si nuestro Señor estaba presente corporalmente y mal si sucedía lo contrario, y se condujo como si hubiera olvidado que él era Dios además de hombre. Por esa razón nuestro Señor le dijo que no lo tocara, y le dio a entender lo siguiente: «No hay necesidad de esta expresión excesiva de afecto. Mi ascensión al trono del Padre no tendrá lugar sino hasta de aquí a cuarenta días; tu deber al presente no es permanecer a mis plantas, sino ir y decir a los hermanos que he resucitado. Pensado en los demás, así como en ti misma.
Empero, menester es confesar que muchos otros creyentes ha incurrido en la misma falta de esta buena mujer. Ha habido en todos los siglos una tendencia a dar una importancia indebida y exagerada a la presencia corporal de Jesucristo. La terquedad con que los romanistas se adhieren a la doctrina de la presencia corporal en la Cena del Señor no es otra cosa que una manifestación de esa tendencia. Pidamos a Dios nos ayude a juzgar con acierto sobre este asunto así como también sobre todo lo que concierna al Salvador. Lo que necesitamos no es su carne material, sino su Espíritu. Por esto está escrito: «El Espíritu es el que da vida: la carne de nada aprovecha.» «Y si aún a Cristo conocimos según la carne, ahora empero ya no le conocemos más.» Juan 6.63; 2 Cor. 5.16.
Se advierte, por último, en estos versículos con cuenta bondad y benignidad nuestro Señor habló acerca de sus discípulos. A María Magdalena le mandó que llevara un mensaje a sus hermanos, y que les dijera que el Padre de él era su Padre, y el Dios de él su Dios. Apenas hacia tres días que todos ellos lo habían abandonado vergonzosamente y habían huido; sin embargo él se expresó como si ya hubiera perdonado y olvidado todo. Su primer pensamiento fue recobrar a los que así se habían extraviado; y volverles la calma a la conciencia, infundirles nuevo ánimo y restaurarlos en un todo a su anterior situación. Ese fue la verdad un amor grande: el hombre no alcanza a comprenderlo. Las siguientes palabras de David son muy ciertas: «Como el Padre tiene misericordia de los hijos, tiene misericordia Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra hechura, se acuerda que somos de polvo.» Psa 103:13-14
Fuente: Los Evangelios Explicados
día uno… → Mat 28:1 nota.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
M68 En los vv. 19 y 26, εἰς tiene un sentido local: El vino y se puso en pie en medio de ellos (comp. BD205).
T187 Μιᾷ se usa con el significado: primero (comp. Jua 20:1).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
uno g Mat 28:1 nota.