Escuchando estas cosas, se enfurecían en sus corazones y crujían los dientes contra él.
7:54 — oyendo estas cosas se enfurecían en sus corazones, — ahora hubo una explosión de furia, daban rienda suelta a su pasión carnal.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
se enfurecían en sus corazones. Hch 5:33; Hch 22:22, Hch 22:23.
y crujían los dientes. Job 16:9; Sal 35:16; Sal 112:10; Lam 2:16; Mat 8:12; Mat 13:42, Mat 13:50; Mat 22:13; Mat 24:51; Mat 25:30; Luc 13:28.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
se enfurecían en sus corazones: Así se traduce aquí una expresión que se usa con frecuencia para expresar compunción o enojo (Hch 2:37). El Espíritu Santo obra aún de esta manera en la actualidad.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
crujían los dientes. En su enojo y frustración (cp. Sal 35:16; Sal 37:12; Mat 8:11-12; Mat 13:41-42; Mat 13:50; Mat 22:13; Mat 24:51; Mat 25:30; Luc 13:28).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
7:54 — oyendo estas cosas se enfurecían en sus corazones, — ahora hubo una explosión de furia, daban rienda suelta a su pasión carnal.
— y crujían los dientes contra él. — Como lobos hambrientos. Job 16:9.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL PRIMERO DE LOS MÁRTIRES
Hechos 7:54-8:1
Al escuchar el discurso de Esteban se fueron enfureciendo contra él de tal manera los miembros del Sanedrín que hasta les rechinaban los dientes. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, levantó la vista al Cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios. Y dijo:
-¡Veo cómo se abren los cielos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios!
A eso se pusieron a chillar para no oír lo que decía Esteban, y se lanzaron contra él todos a una. Inmediatamente le sacaron de la ciudad a empellones, y le apedrearon. Los que hacían de testigos del caso dejaron la ropa a cargo de un joven que se llamaba Saulo. Esteban, mientras le estaban apedreando, oraba:
-¡Señor Jesús, recibe mi espíritu!
Entonces se arrodilló, y dijo en voz alta, que todos pudieron oír:
-¡Señor, no les tengas en cuenta este pecado!
Y, cuando dijo aquello, durmió el sueño de la muerte.
A todo esto, Saulo estaba completamente de acuerdo con la ejecución de Esteban.
La defensa de Esteban no podía conducir más que a un final. Desafió a la muerte, y la muerte vino. Pero él no vio los rostros contorsionados por el odio. Su mirada había trascendido el espacio y el tiempo, y contemplaba a Jesús a la diestra de Dios. Cuando dijo lo que estaba viendo, se lo tomaron como la peor blasfemia; y el castigo del blasfemo era morir apedreado (Dt 13:6 ss). Tenemos que darnos cuenta de que aquello no fue un juicio. Y la ejecución, si acaso, fue un linchamiento; porque el Sanedrín no podía dictar sentencia de muerte.
Para apedrear a un criminal, se le llevaba a un promontorio, desde el que se le despeñaba. Esto era algo que tenían que hacer los testigos. Si moría como resultado de la caída, con eso bastaba; si no, le arrojaban grandes pedruscos hasta que moría.
En esta escena encontramos varias cosas notables acerca de Esteban: (i) Vemos el secreto de su valor. Al otro lado de todo lo que le pudieran hacer los hombres vio que le estaba esperando la bienvenida de su Señor. (ii) Vemos a Esteban seguir el ejemplo de su Señor. Como Jesús había pedido a Dios que perdonara a sus verdugos (Lc 23:34 ), lo mismo hizo Esteban. Cuando ejecutaron al reformador escocés George Wishart -el maestro de John Knox-, como vacilara el verdugo, Wishart se le acercó, le besó y le dijo: » Acepta esto como prueba de que te perdono.» Los que siguen a Cristo siempre encontrarán la fuerza para hacer lo que es humanamente imposible. (iii) Aquel tumulto terminó en una completa paz. Para Esteban llegó la paz que recibe el que ha actuado conforme a su conciencia, aunque por ello reciba aquí la muerte.
La primera parte del versículo 1 del capítulo 8 pertenece a esta sección. Saulo ha entrado en escena. El que había de ser el Apóstol de los Gentiles estaba totalmente de acuerdo con la ejecución de Esteban. Pero, como comenta Agustín: «La Iglesia le debe Pablo a la oración de Esteban.» Por mucho que lo intentara, Saulo no pudo olvidar cómo había muerto Esteban. La sangre de los mártires ya empezaba, desde aquella hora tan temprana, a ser semilla de la Iglesia.
LA IGLESIA SE EXTIENDE
El capítulo 8 es muy importante en la historia de la Iglesia. La Iglesia había empezado a existir como una institución exclusivamente judía. En el capítulo 6 vimos que empezaron a producirse las primeras murmuraciones acerca de lo que habría de ser el gran debate sobre la aceptación de los gentiles. Esteban tenía una visión que trascendía con mucho las limitaciones nacionales. El capítulo 8 nos presenta la expansión de la Igle- sia. La persecución diseminó a la Iglesia más allá de las fronteras de Palestina, y los cristianos llevaron el Evangelio dondequiera que fueron. En primer lugar, Felipe -que era uno de los Siete, como Esteban, y que no debe confundirse con el apóstol Felipe, que era uno de los Doce- anunció el Evangelio a los samaritanos, que formaban como un puente natural entre los judíos y los gentiles, porque eran una mezcla de ambas razas. Luego nos encontramos con el incidente de la conversión del eunuco etíope, con quien el Evangelio penetra en un círculo aún más amplio. Todavía la Iglesia no había asumido su misión universal; pero, cuando leemos este capítulo a la luz de lo que sabemos que ocurrió después, vemos a la Iglesia inconsciente pero irresistiblemente extendiéndose para cumplir su vocación de llevar el Evangelio hasta lo último de la Tierra.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Hch 5:33; (ver Sal 35:16; Sal 37:12; Sal 112:10; Job 16:9).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
NOTAS
(1) O: “rechinar; apretar”.
REFERENCIAS CRUZADAS
u 408 Hch 5:33
v 409 Sal 35:16; Sal 112:10
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
54 super (1) Véase la nota 33 super (1) del cap.5.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
M89 Parece que διαπρίω significa: aserraban en dos (comp. Hch 5:33).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit., aserrados en sus corazones