Comentario de Hechos 27:31 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Pablo dijo al centurión y a los soldados: —Si éstos no quedan en la nave, vosotros no podréis salvaros.
27:31 — Pero Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros. — ¿Por qué no habló con el piloto y el dueño del barco? Obviamente eran cómplices porque los marineros no podían echar el esquife al agua para largar las anclas de la proa sin autorización de los oficiales. Por eso, Pablo habló con el centurión y los soldado y les dijo, «Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros». Solamente los marineros podían conducir la nave de la manera que se observa en los siguientes versículos. Si hubieran abandonado a los otros, ¿qué esperanza habrían tenido de salvarse? Lucas no dice si Pablo tuvo ayuda de Dios para descubrir este mal, pero en realidad, como ya se comentó, Pablo era un hombre muy inteligente, y no tuvo que ser inspirado para detectar esa táctica diabólica.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Pablo dijo al centurión. Hch 27:11, Hch 27:21, Hch 27:42, Hch 27:43.
si éstos no permanecen. Hch 27:22-24; Sal 91:11, Sal 91:12; Jer 29:11-13; Eze 36:36, Eze 36:37; Luc 1:34, Luc 1:35; Luc 4:9-12; Jua 6:37; 2Ts 2:13, 2Ts 2:14.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
SI ÉSTOS NO PERMANECEN EN LA NAVE. La declaración de Pablo aquí parece inconsecuente con los vv. Hch 27:22; Hch 27:24. Si Dios le promete a Pablo que Él les perdonará la vida a todos los que navegan con él (v. Hch 27:24), y Pablo les relata esa promesa de forma incondicional diciéndoles: «No habrá ninguna pérdida de vida» (v. Hch 27:22), ¿cómo podría la deserción de los marineros ocasionar la muerte de alguien entre los pasajeros? La respuesta se halla en la verdad bíblica de que las promesas de Dios a su pueblo por lo general están condicionadas a la obediencia a su voluntad (véanse Gén 1:26-31 y Gén 6:5-7; Éxo 3:7-8 y Núm 14:28-34; 2Sa 7:12-16 y 1Re 11:11-13; 1Re 12:16).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
27:31 — Pero Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros. — ¿Por qué no habló con el piloto y el dueño del barco? Obviamente eran cómplices porque los marineros no podían echar el esquife al agua para largar las anclas de la proa sin autorización de los oficiales. Por eso, Pablo habló con el centurión y los soldado y les dijo, «Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros». Solamente los marineros podían conducir la nave de la manera que se observa en los siguientes versículos. Si hubieran abandonado a los otros, ¿qué esperanza habrían tenido de salvarse?
Lucas no dice si Pablo tuvo ayuda de Dios para descubrir este mal, pero en realidad, como ya se comentó, Pablo era un hombre muy inteligente, y no tuvo que ser inspirado para detectar esa táctica diabólica.
Pablo tenía plena confianza en la promesa de Dios de que él llegaría a Roma, pero siguió poniendo su parte. No fue pasivo en este plan de Dios, sino que en cada paso él actuó como si dependiera solamente de sí mismo. Hch 23:16-21 explica cómo Pablo puso su parte para que fallara el complot de los judíos. «La agencia divina y la instrumentalidad humana están en todos los eventos de la vida tanto como en este caso» (JFB).
Dios había prometido que todos serían salvos, pero fue una promesa condicional. Todos tuvieron que permanecer en la nave, como Noé y familia tuvieron que estar en el arca, y como nosotros tenemos que permanecer en Cristo (y, por lo tanto, en la iglesia), porque fuera de El no hay salvación. Desde luego, la promesa de la segunda venida de Cristo no depende de nosotros, pero la salvación nuestra sí depende de nosotros.
Fuente: Notas Reeves-Partain
REFERENCIAS CRUZADAS
r 1381 Hch 27:22
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Si éstos no permanecen en la nave. Pablo hace notar que si los marineros abandonan la nave, no habría quien pudiera dirigirla entre las olas, y si se llevaran el esquife (vers. 32) no habría transportación de la nave a la playa.
Fuente: La Biblia de las Américas
Pablo, el prisionero, ha ascendido al lugar de un jefe con mando en plaza.