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Comentario de Romanos 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Romanos 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol; apartado para el evangelio de Dios,

RESUMEN: En este capítulo Pablo saluda a los santos y les explica por qué no les había visitado y por qué tenía deseos de visitarles (1:15). Luego presenta el tema principal de su epístola, que es el evangelio, el poder de Dios para salvar (16,17). La grande necesidad del evangelio es vista cuando se considera el estado perdido de la humanidad en el pecado. Primero Pablo trata el caso de los gentiles perdidos en el pecado (18-32).

1:1 — “llamado a ser apóstol.” Ignorando las itálicas (que aparecen en la Versión Valera, 1909) tenemos “llamado apóstol,” o más bien, un apóstol llamado. Dios le llamó (Gál 1:15) y por eso era apóstol legítimo, ¡todos los enemigos judaizantes al contrario!

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Pablo. Hch 13:9; Hch 21:40; Hch 22:7, Hch 22:13; Hch 26:1, Hch 26:14.

siervo de Jesucristo. Rom 1:9; Rom 15:16; Rom 16:18; Jua 12:26; Jua 13:14-16; Jua 15:15, Jua 15:20; Hch 27:23; 2Co 4:5; Gál 1:10; Flp 1:1; Flp 2:11; Flp 3:6, Flp 3:7; Tit 1:1; Stg 1:1; 2Pe 1:1; Jud 1:1; Apo 1:1; Apo 22:6, Apo 22:9.

llamado a ser apóstol. Rom 1:5; Rom 11:13; Hch 9:15; Hch 22:14, Hch 22:15, Hch 22:21; Hch 26:16-18; 1Co 1:1; 1Co 9:1, 1Co 9:16-18; 1Co 15:8-10; 2Co 1:1; 2Co 11:5; 2Co 12:11; Gál 1:1, Gál 1:11-17; Efe 1:1; Efe 3:5-7; Efe 4:11; Col 1:1, Col 1:25; 1Ti 1:1, 1Ti 1:11, 1Ti 1:12; 1Ti 2:7; 2Ti 1:11; Tit 1:1; Heb 5:4.

apartado. Lev 20:24-26; Núm 16:9, Núm 16:10; Deu 10:8; 1Cr 23:13; Isa 49:1; Jer 1:5; Hch 13:2-4; Gén 1:15; 1Ti 1:15, 1Ti 1:16; Heb 7:26.

para el evangelio de Dios. Rom 1:9, Rom 1:16; Rom 15:16, Rom 15:29; Rom 16:25; Mar 16:15, Mar 16:16; Luc 2:10, Luc 2:11; Hch 20:24; Efe 1:13; 1Ts 2:2; 2Ts 2:13, 2Ts 2:14; 1Ti 1:11.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

RESUMEN DE ROMANOS

La Epístola a los Romanos es «una escritura», dice el Dr. Macknight, «que, por sublimidad y verdad del sentimiento, por brevedad y fuerza de expresión, por regularidad en su estructura, pero, sobre todo, por la indescriptible importancia de los descubrimientos que contiene, no tiene rival en ninguna mera composición humana, y excede las producciones más célebres de los sabios griegos y romanos, ya que el brillo del sol excede el centelleo de las estrellas.»

«El plan es muy extenso; y es sorprendente ver qué amplio campo de conocimiento se comprende, y cuántos diseños, argumentos, explicaciones, instrucciones y exhortaciones se ejecutan en una brújula tan pequeña… Toda la Epístola debe tomarse en relación, o considerado como un discurso continuo; y el sentido de cada parte debe tomarse de la deriva del todo. Cada oración, o verso, no debe considerarse como una proposición matemática distinta, o un teorema, o como una oración en el libro de Proverbios, cuyo sentido es absoluto e independiente de lo que sucede antes o después: pero debemos recordar, que cada oración, especialmente en la parte argumentativa, tiene relación con, y es dependiente de, todo el discurso, y no puede ser entendida correctamente a menos que comprendamos el alcance y la deriva del todo; y por lo tanto, toda la Epístola, o al menos los once primeros capítulos de ella, deben ser leídos de inmediato, sin detenerse. En cuanto al uso y la excelencia de esta Epístola, la dejaré para hablar por sí misma, cuando el lector haya estudiado y digerido bien su contenido… Esta Epístola no será difícil de entender, si nuestras mentes no tienen prejuicios, y en libertad de atiende el tema y al sentido corriente de las palabras usadas. Se tiene gran cuidado para proteger y explicar cada parte del tema; ninguna parte queda sin explicación o sin protección. A veces, las notas se escriben sobre una oración, susceptibles de excepción y de querer una explicación, como Rom 2:12-16. Aquí los versículos Rom 2:13 y Rom 2:15 son un comentario sobre la parte anterior de la misma. A veces se encuentran comentarios sobre una sola palabra; como Rom 10:11-13. Los versos Rom 10:12 y Rom 10:13 son un comentario sobre πας, cada uno, en el undécimo. Esta epístola muestra una brevedad perspicaz, como Rom 5:13-14. Porque hasta que la ley del pecado estuvo en el mundo, etc. Seguramente nunca hubo una gran variedad de sentimientos útiles agrupados en una brújula más pequeña; y sin embargo tan hábilmente, esa una parte explica muy claramente otra…. Es por la influencia del Espíritu Santo, que el apóstol ha traído una variedad de argumentos, instrucciones y sentimientos, todo dicho, probado, y suficientemente resguardado, explicado, y defendido, dentro de los límites de una carta; que lo ha convertido en una revista del conocimiento más real, extenso, útil, provechoso y divino. Los judíos son tratados con gran cautela y ternura… Las transiciones y avances hacia un sujeto ingrato son muy interesantes; como Rom 2:1-17, Rom 8:17. Aquí se encuentra el diseño complicado, y al enseñar una cosa, nos da la oportunidad de aprender uno o dos más. Entonces Rom 13:1-8, se les enseña el deber de los súbditos, y al mismo tiempo, los magistrados reciben instrucciones sobre su deber y los fundamentos de su autoridad. El escritor inspirado nunca pierde de vista su tema, y escribe bajo un sentido profundo y vivo de la verdad y la importancia del Evangelio, como un hombre que lo entendió claramente. y en cuyo corazón y afectos reinaba muy superior a todas las consideraciones temporales».

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Pablo describe su llamado a los cristianos en Roma, Rom 1:1-8;

y su deseo de visitarlos, Rom 1:9-15.

Qué es el evangelio, Rom 1:16, Rom 1:17.

Dios está airado contra el pecado, Rom 1:18-20.

El descenso de los pecados de los gentiles, Rom 1:21-32.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

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ROMANOS ES EL BUQUE INSIGNIA DE LA FLOTA DE LAS EPÍSTOLAS paulinas en el Nuevo Testamento. Esta carta se eleva imponente en la historia del cristianismo. Incontables hombres y mujeres de fe señalaron a Romanos como el arma que Dios usó en su gracia para producir su rendición a Cristo. Agustín, Martín Lutero, Juan Wesley y otros, recibieron inesperados impactos espirituales que quebrantaron sus defensas y pusieron fin a su rebelión contra Dios.

Romanos combina amplitud, lógica y una comprensión madura de las Escrituras del AT. para formar un poderoso arsenal. Hacia el tiempo que se escribió, el Espíritu Santo había convertido al Apóstol Pablo en un hábil comunicador de la fe. El resultado es su carta a los romanos, un tratado teológico que encuadra perfectamente dentro de la descripción de Pablo de toda la Escritura como: «útil para enseñar, para corregir, para instruir en justicia» (2Ti 3:16). La carta representa una expresión completa de la teología apostólica. Los argumentos de Pablo desafían la mente secular, pagana, y sin embargo, también quebrantan la confianza espiritual superficial de muchos no paganos. Romanos es un poderoso nivelador, porque declara que «todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» (Rom 3:23). Puesto que todos son pecadores, llega como una deliciosa descarga el hecho de que: «Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Rom 5:8). Estas son las buenas nuevas que Pablo tan elocuente y sistemáticamente defiende en este tratado teológico dirigido a los romanos.

Todas las demás cartas de Pablo surgen de una ocasión particular y tienen un propósito definido. Romanos es diferente; por el contenido parece tener un propósito didáctico mucho más general. Dicho esto, es posible ver por lo menos tres propósitos de Pablo al escribir el libro.

Su primer propósito era preparar a los romanos para el viaje que planeaba hacer a Roma y luego a España. Su itinerario inmediato incluía un viaje a Jerusalén, pero su visión estaba dirigida hacia el occidente. Claramente sugiere que necesita ayuda de ellos en su empresa de llevar el evangelio a España (Rom 15:24). Pero si ese hubiera sido su único propósito, una breve nota hubiera bastado. Obviamente tenía algo más en sus pensamientos.

Un segundo propósito de Pablo incluía su entendimiento de que los creyentes necesitaban ser «confirmados» (Rom 1:11). Pablo quería darles una fe bien instruida. Su carta es una especie de texto de la enseñanza apostólica. Romanos es una presentación maestra del plan de salvación de Dios para judíos y gentiles.

El tercer propósito de la carta era pastoral. Quería exhortar a judíos y gentiles para que vivieran en armonía. Como en la mayoría de las primeras iglesias, el evangelio reunió diversos grupos que de otro modo hubieran permanecido separados, ya fuese por razones de nacionalidad, estatus o cultura. Una vez que se reunían bajo un mismo techo el desafío era preservar su unidad en Cristo. Así, a lo largo de la carta trata los problemas que surgen de las diferencias entre judíos y gentiles. Enfatiza lo que tienen en común. Puesto que hay un sólo Dios, es el Dios de judíos y gentiles. Ambos grupos están bajo pecado (Rom 3:9), y ambos son salvos por medio de la fe (Rom 3:30). El tema de judíos y gentiles que viven en unión aflora más claramente en los capítulos Rom 14:1-23 y Rom 15:1-33, donde Pablo trata los aspectos prácticos del hecho de permanecer unidos en un sólo cuerpo. Pablo recalca su tema central de que el Dios justo justifica y finalmente glorifica por gracia por medio de la fe a judíos y gentiles.

Romanos incluye la presentación más sistemática de la teología de todas las Escrituras. Explica el significado de la cruz para la vida del creyente. Mientras expone por qué Jesús murió por toda la humanidad, Pablo aclara los conceptos medulares de la fe cristiana: el pecado y la justicia, la fe y las obras, la justificación y la elección. La epístola contiene:

(1) Una detallada descripción de la pecaminosidad del hombre (Rom 1:18-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-20);

(2) una completa exposición de la justificación por la fe (Rom 3:21-31; Rom 4:1-25; Rom 5:1-11), que incluye una clara interpretación de la muerte de Cristo (Rom 3:24-26);

(3) una elaborada explicación de la santificación (Rom 5:12-21; Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39);

(4) una enérgica sección sobre la doctrina de la elección (Rom 9:1-29);

(5) una desarrollada exposición de lo que ocurrió a la nación de Israel y del destino del pueblo de Dios (Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36);

(6) una extensa sección dedicada a los dones espirituales (Rom 12:1-8); y

(7) instrucciones sobre la relación del creyente con el estado (Rom 13:1-14). Indudablemente, Romanos es el libro más doctrinal de la Biblia.

Puesto que nos da un bosquejo sistemático de la esencia de la fe cristiana, es tan útil para el creyente maduro como lo es para alguien que necesita una breve introducción a la fe cristiana.

El autor se presenta en los primeros versículos de Romanos por nombre (Pablo), por identidad (siervo), por vocación (apóstol) y por propósito (apartado para el evangelio de Dios). A lo largo de la historia de la Iglesia se reconoce a Romanos como una epístola de Pablo. El carácter y el mensaje de Pablo, del que leemos tanto en Hechos, aparece en Romanos como la firma de su carta.

La epístola fue dirigida a una vibrante iglesia en la ciudad de Roma. Aunque se desconocen las circunstancias que originaron la iglesia, pudo establecerla algún grupo de creyentes provenientes de Jerusalén después de la resurrección y del derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés. Cuando Pablo escribe la carta, no había visitado personalmente Roma, aunque desde hacía algún tiempo deseaba hacerlo.

La epístola a los romanos incluye pocos indicios acerca de los creyentes de Roma. Pablo admiraba la fe de ellos y oraba regularmente por ellos. Es evidente que la iglesia estaba formada por judíos y gentiles. A primera vista no parece que algún problema en la iglesia de Roma fuera la ocasión para la epístola. Sin embargo, hay señales de la necesidad de los creyentes en Roma de una exhortación a vivir en armonía (Rom 14:1-23; Rom 15:1-13). Evidencias en 1 y 2 Corintios, en Romanos y en Hechos indican que Pablo escribió a la iglesia de los romanos desde Corinto en su tercer viaje misionero. Cuando Pablo escribe las epístolas a los corintios, se refiere a una colecta en favor de los pobres en Jerusalén que provenían de diversas iglesias del Mediterráneo (1Co 16:1-32Co 8:1-24; 2Co 9:1). Al momento de escribir Romanos había concluido esa tarea y Pablo estaba por viajar a Jerusalén para entregar los fondos que reunió (Rom 15:22-29).

Esto implica que Pablo tenía planes de navegar directamente de Corinto a Judea. También Febe, una creyente, estaba por viajar de Corinto a Roma. Se presume que ella fue la portadora de la carta a los romanos. Puesto que después del 11 de noviembre cesaba toda navegación en el mar Mediterráneo, y no se reanudaba hasta el 10 de marzo, es probable que Romanos se haya escrito durante el otoño del año 57 d.C.

Sin embargo, una conspiración de los judíos cambió los planes de viaje de Pablo. En vez de embarcarse en Corinto caminó hasta Macedonia (Hch 20:3) y finalmente se embarcó hacia Jerusalén en Filipos en la primavera siguiente (Hch 20:6). Pablo no imaginaba que finalmente su llegada a Roma sería en cautividad (Hch 28:17-31).

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Bosquejo

I. Salutación Rom 1:1-7

II. Acciones de gracias y oración Rom 1:8-17

III. Necesidad de la justicia Rom 1:18-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-20

A. Todos bajo condenación Rom 1:18-32

B. Condenación de los judíos Rom 2:1-29; Rom 3:1-8

C. Conclusión: todos bajo condenación Rom 3:9-20

IV. Imputación de la justicia Rom 3:21-31; Rom 4:1-25; Rom 5:1-21

A. Explicación de la justificación por la fe Rom 3:21-31

B. Ilustración de la justificación por la fe Rom 4:1-25

C. Gozar de la justificación por la fe Rom 5:1-11

D. Conclusión: todos pueden ser declarados y hechos justos Rom 5:12-21

V. Consumación de la justificación Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39

A. Primera pregunta: ¿Perseveraremos en pecado para que la gracia abunde? Rom 6:15-23; Rom 7:1-6

B. Segunda pregunta: ¿Pecaremos porque no estamos bajo la Ley? Rom 6:15-23; Rom 7:1-6

C. Tercera pregunta: La Ley, ¿es pecado? Rom 7:7-25

D. El camino de la santificación Rom 8:1-39

VI. Vindicación de la justicia Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36

A. El pasado de Israel: la elección Rom 9:1-29

B. El presente de Israel: el rechazo Rom 9:30-33; Rom 10:1-21

C. El futuro de Israel: la salvación Rom 11:1-36

VII. Práctica de la justicia Rom 12:1-21; Rom 13:1-14; Rom 14:1-23; Rom 15:1-13

A. En la iglesia Rom 12:1-8

B. En la sociedad Rom 12:9-21

C. Hacia el gobierno Rom 13:1-14

D. Hacia otros creyentes Rom 14:1-23; Rom 15:1-13

VIII. Planes de Pablo Rom 15:14-33

IX. Saludos personales, amonestaciones y bendición Rom 16:1-27

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

En los tiempos del NT. la sección inicial de una carta indicaba el remitente y los destinatarios. Pablo (v. Rom 1:1) escribió esta carta a todos los que estáis en Roma (v. Rom 1:7). Además de sus saludos, Pablo incluye un breve resumen del evangelio de Dios del que va a tratar la epístola. Dicho evangelio había sido prometido en el AT. (v. Rom 1:2), era acerca de Jesucristo (vv. Rom 1:3Rom 1:4), y era la base del apostolado y misión de Pablo (vv. Rom 1:5Rom 1:6).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

siervo significa «esclavo». Pablo habla de una esclavitud que se asume voluntariamente por amor (Éxo 21:1-6), a diferencia de la esclavitud forzosa bien conocida por todos en el imperio. Pablo enfatiza su sujeción personal a Cristo. Al llamarse apóstol, Pablo se pone en el mismo plano de los doce apóstoles y reclama la autoridad de Dios para su obra.

apartado para el evangelio de Dios: Pablo fue apartado para el evangelio muchos antes de la experiencia del camino de Damasco (Gál 1:15). Con sus antecedentes (Flp 3:5, Flp 3:6), sería un excelente ministro para su pueblo, los judíos. Pero en su providencia, Dios lo apartó para el evangelio de Dios como apóstol a los gentiles (Hch 9:15). De esta manera, por medio del ministerio único de Pablo, se evitó un desastroso cisma entre las facciones judía y gentil de la iglesia primitiva.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Introducción a Romanos

Bosquejo

Introducción (Rom 1:1-17)

I. La gran necesidad de justicia de la humanidad (Rom 1:18-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-20)

A. La necesidad de los gentiles (Rom 1:18-32)

B. La necesidad de los judíos (Rom 2:1-29; Rom 3:1-8)

C. La necesidad universal (Rom 3:9-20)

II. La provisión gloriosa de justicia de parte de Dios (Rom 3:21-31; Rom 4:1-25; Rom 5:1-21)

A. Resumen de la justificación por la fe (Rom 3:21-31)

B. Abraham como ejemplo de la justificación por la fe (Rom 4:1-25)

C. Las bendiciones y la seguridad que acompañan a la justificación (Rom 5:1-11)

D. Contraste entre Adán y Cristo (Rom 5:12-21)

1. Adán: Pecado, condenación y muerte

2. Cristo: Gracia, justificación y vida

III. Lo que produce la justicia mediante la fe (Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39)

A. Libertad de la esclavitud al pecado (Rom 6:1-23)

1. Morir con Cristo al pecado (Rom 6:1-14)

2. Vivir con Cristo como siervos de justicia (Rom 6:15-23)

B. Libertad del conflicto bajo la ley (Rom 7:1-25)

C. Libertad mediante la ley del Espíritu de vida (Rom 8:1-39)

IV Justicia mediante la fe con relación a Israel (Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36)

A. El problema del rechazo de Israel (Rom 9:1-33; Rom 10:1-21)

B. El triunfo del plan de Dios (Rom 11:1-36)

V. Aplicaciones prácticas de la justicia mediante la fe (Rom 12:1-21; Rom 13:1-14; Rom 14:1-23; Rom 15:1-13)

A. El creyente y la consagración (Rom 12:1-2)

B. El creyente y la comunidad (Rom 12:3-21)

C. El creyente y el gobierno (Rom 13:1-7)

D. El creyente y la ley del amor (Rom 13:8-14; Rom 14:1-23; Rom 15:1-13)

Conclusión (Rom 15:14-33; Rom 16:1-27)

Autor : Pablo

Tema : La revelación de la justicia de Dios

Fecha : ca. 57 d.C.

Trasfondo

Romanos es la epístola de Pablo más extensa, teológica e influyente. Tal vez por esas razones esté colocada en primer lugar entre sus trece libros del NT. Pablo escribió Romanos en conexión con su misión apostólica al mundo gentil. Contrario a lo que sostienen ciertas tradiciones eclesiales, la iglesia de Roma no fue fundada por Pedro ni por ningún otro apóstol. Es posible que la iglesia de Roma fuera establecida por alguno de los convertidos de Pablo de Macedonia y Asia, o por judíos y prosélitos convertidos el día de Pentecostés (Hch 2:10). Pablo no consideraba a Roma como el territorio de otro apóstol (Rom 15:20).

En el libro de Romanos Pablo asegura a los creyentes de Roma que él con frecuencia ha pensado predicarles el evangelio, pero hasta ahora ha sido estorbado para ir (Rom 1:13-15; Rom 15:22). Afirma su deseo vehemente de ir a verlos, y les comunica sus planes de visitarlos pronto (Rom 15:23-32).

En el momento de escribir, hacia el final de su tercer viaje misionero (cf. Rom 15:25-26; Hch 20:2-3; 1Co 16:5-6), Pablo estaba en Corinto como huésped de Gayo (Rom 16:23; 1Co 1:14). Cuando escribió la Epístola a los Romanos con la ayuda de Tercio (Rom 16:22), pensaba regresar a Jerusalén para el día de Pentecostés (Hch 20:16; es probable que fue en la primavera del 57 o en la del 58 d.C.) y entregar en persona una ofrenda de ayuda de las iglesias no judías para los santos empobrecidos de Jerusalén (Rom 15:25-27). Pablo esperaba ir después a España con el evangelio, visitar de paso la iglesia de Roma y recibir ayuda de ellos al seguir hacia el oeste (Rom 15:24; Rom 15:28).

Propósito

Pablo escribió esta epístola con el fin de preparar el camino para el ministerio que esperaba tener en Roma y para la misión en España. Su propósito era doble:

(1) (no parecía que los romanos habían recibido rumores tergiversados acerca del mensaje y de la teología de Pablo (e.g., Rom 3:8; Rom 6:1-2; Rom 6:15), consideró necesario poner por escrito el evangelio que había predicado por veinticinco años.

(2) Procuró corregir ciertos problemas en la iglesia que ocurrían a causa de actitudes equivocadas de los judíos hacia los gentiles (e.g., Rom 2:1-29; Rom 3:1; Rom 3:9) y de éstos hacia aquéllos (e.g., Rom 11:11-36).

Visión panorámica

El tema de Romanos se presenta en Rom 1:16-17 : en el Señor Jesucristo la justicia de Dios se revela como la respuesta a su ira contra el pecado. A partir de allí Pablo expone las verdades fundamentales del evangelio. En primer lugar, recalca que son universales el problema del pecado y de la necesidad humana de justicia (Rom 1:18-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-20). Ya que judíos y gentiles están en pecado y, por consiguiente, bajo la ira de Dios, nadie se puede justificar ante Dios aparte del don de justicia mediante la fe en Jesucristo (Rom 3:21-31; Rom 4:1-25).

Después de recibir la generosa justificación por la gracia mediante la fe, y la seguridad de la salvación (cap. Rom 5:1-21), el don de justicia de Dios se demuestra en la muerte con Cristo al pecado (cap. Rom 6:1-23), la liberación de la lucha con la justicia de la ley (cap. Rom 7:1-25), la adopción como hijos de Dios y la nueva vida «en el Espíritu» que lleva a la glorificación (cap. Rom 8:1-39). Dios realiza su plan de redención a pesar de la incredulidad de Israel (caps. Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36).

Por último, Pablo declara que los que han sido transformados por Cristo llevan a la práctica la justicia y el amor en todos los aspectos de la conducta social, civil y moral (caps. Rom 12:1-21; Rom 13:1-14; Rom 14:1-23). Pablo concluye Romanos con una explicación de sus planes (cap. Rom 15:1-33) y una larga lista de saludos, con la última exhortación y una doxología (cap. Rom 16:1-27).

Características especiales

Siete énfasis principales caracterizan a Romanos.

(1) Es la epístola más sistemática de Pablo, la epístola teológica por excelencia del NT.

(2) Pablo escribe con un estilo de preguntas y respuestas o de debate (e.g., Rom 3:1; Rom 3:4-6; Rom 3:9; Rom 3:31).

(3) Pablo usa el AT extensamente como autoridad para su presentación de la naturaleza verdadera del evangelio.

(4) Pablo presenta ‘ la justicia de Dios» como la revelación central del evangelio (Rom 1:16-17): Dios restaura el orden de las cosas en Jesucristo y por medio de Él.

(5) Pablo enfoca la doble naturaleza del pecado, junto con la provisión de Dios en Cristo para cada aspecto:

(a) el pecado como transgresión personal (Rom 1:1-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-31; Rom 4:1-25; Rom 5:1-11), y

(b) el principio de «pecado» (gr. je jamartía), es decir, la tendencia natural inherente a pecar que hay en el corazón de cada persona desde la caída de Adán (Rom 5:12-21; Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39).

(6) Rom 8:1-39 es el capítulo más extenso de la Biblia sobre la función del Espíritu Santo en la vida del creyente.

(7) Romanos contiene el más penetrante análisis de la Biblia acerca del rechazo de Cristo por los judíos (con la excepción de un remanente), y del plan de Dios para una redención que abarca a todos, volviendo al final a Israel (caps. Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36).

Tablas

LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO
LOS DONES DE MINISTERIO DE LA IGLESIA
DON/DEFINICION REFFRENCIAS EJEMPLOS
Apóstoles (en particular)

Los comisionados, en particular, por el Señor resucitado para establecer la iglesia y el mensaje original del evangelio

Hch 4:33-37; Hch 5:12; Hch 5:18-42; Hch 6:6; Hch 8:14; Hch 8:18; Hch 9:27; Hch 11:1; Hch 15:1-6; Hch 15:22-23; Hch 16:4; 1Co 9:5; 1Co 12:28-29; Gál 1:17; Efe 2:20; Efe 4:11; Jud 1:17 Doce apóstoles: Mat 10:2; Mar 3:14; Luc 6:13; Hch 1:15-26; Apo 21:14

Pablo: Rom 1:1; Rom 11:13; 1Co 1:1; 1Co 9:1-2;1Co 15:9-10; 2Co 1:1; Gál 1:1; 1Ti 2:7

Pedro: 1Pe 1:1; 2Pe 1:1

Apóstol (en general)

Cualquier mensajero comisionado como misionero o para otras responsabilidades especiales

Hch 13:1-3; 1Co 12:28-29; Efe 4:11 Bernabé: Hch 14:4; Hch 14:14

Andronico y Junias: Rom 16:7

Tito y otros: 2Co 8:23

Epafrodito: Flp 2:25

Jacobo (Santiago), hermano de Jesús: Gál 1:19

Profetas

Los que hablaban inspirados por el Espíritu Santo para dar un mensaje de Dios a la iglesia, y que tenían como interés y motivación principales la vida espiritual y la pureza de la iglesia

Rom 12:6; 1Co 12:10; 1Co 14:1-33;

Efe 4:11; 1Ts 5:20-21; 1Ti 1:18;

1Pe 4:11; 1Pe 1:1-25 Jua 4:1-3

Pedro: Hch 2:14-40; Hch 3:12-26; Hch 4:8-12; Hch 10:34-44

Pablo: Hch 13:1; Hch 13:16-41

Bernabé: Hch 13:1

Simón: Hch 13:1

Lucio: Hch 13:1

Manaen: Hch 13:1

Agabo: Hch 11:27-28; Hch 21:10

Judas y Silas: Hch 15:32

Juan: Apo 1:1; Apo 1:3; Apo 10:8-11; Apo 11:18

Evangelistas

Los que predican el evangelio a los que todavía no son salvos

Efe 4:11 Felipe: Hch 8:5-8; Hch 8:26-40; Hch 21:8

Pablo: Hch 26:16-18

Pastores (ancianos u obispos)

Los escogidos y dotados para supervisar la iglesia y cuidar de sus necesidades espirituales

Hch 14:23; Hch 15:1-6; Hch 15:22-23; Hch 16:4; Hch 20:17-38; Rom 12:8; Efe 4:11-12; Flp 1:1; 1Ti 3:1-7; 1Ti 5:17-20; Tit 1:5-9; Heb 13:17; 1Pe 5:1-5 Timoteo: 1Ti 1:1-4; 1Ti 4:12-16; 2Ti 1:1-6; 2Ti 4:2; 2Ti 4:5;

Tito: Tit 1:4-5

Pedro: 1Pe 5:1

Juan: 1Jn 2:1; 1Jn 2:12-14

Gayo: 3Jn 1:1-7

Maestros

Los dotados para explicar la Palabra de Dios a fin de edificar la iglesia

Rom 12:7; Efe 4:11-12; Col 3:16;

1Ti 3:2; 1Ti 5:17; 2Ti 2:2; 2Ti 2:24

Pablo: Hch 15:35; Hch 20:20; Hch 28:31; Rom 12:19-21; Rom 13:8-10; 1Co 4:17; 1Ti 1:5; 1Ti 4:16; 2Ti 1:11

Bernabé: Hch 15:35

Apolos: Hch 18:25-28

Timoteo: 1Co 4:17; 1Ti 1:3-5; 1Ti 4:11-13; 1Ti 6:2; 2Ti 4:2

Tito: Tit 2:1-3; Tit 2:9-10

Diáconos

Los escogidos y dotados para prestar ayuda a los creyentes

Hch 6:1-6; Rom 12:7; Flp 1:1;

1Ti 3:8-13; 1Pe 4:11

Los siete diáconos: Hch 6:5

Febe: Rom 16:1-2

Ayudantes

Los dotados para diversas obras de auxilio

1Co 12:28 Pablo: Hch 20:35

Lidia: Hch 16:14-15

Gayo: 3Jn 1:5-8

Administradores

Los que dirigen y supervisan las diversas actividades de la iglesia

1Co 12:7; Efe 4:11-12; 1Ti 3:1-7; Heb 13:7-17; Heb 13:24 Pedro: Hch 6:3-4; Hch 11:1-18

Pablo: Hch 20:17-35; 1Co 11:23-24; 1Co 14:1-40; 1Co 16:1-9

Exhortadores

Los que motivan a otros creyentes a la fe y dedicación más profundas a Cristo, a la manifestación más evidente del fruto del Espíritu Santo y a una mayor separación del mundo

Rom 12:8; 1Co 14:3; 1Ts 5:11; 1Ts 5:14-22; Heb 10:24-25 Bernabé: Hch 11:23-24; Hch 14:22

Pablo: Hch 14:22; Hch 16:40; Hch 20:1; Rom 8:26-39; Rom 12:1-2; 2Co 6:14-18; 2Co 7:1; Gál 5:16-26

Judas y Silas: Hch 15:32; Hch 16:40

Timoteo: 1Ts 3:2; 2Ti 4:2

Tito: Tit 2:6; Tit 2:13

Pedro: 1Pe 5:1-2

Juan: 1Jn 2:15-17; 1Jn 3:1-3

Dadores

Los que dan con generosidad de sus recursos para las necesidades del pueblo de Dios

Hch 2:44-45; Hch 4:34-35; Hch 11:29-30; 1Co 16:1-4; 2Co 8:1-24; 2Co 9:1-15; Efe 4:28 1Ti 6:17-19; Heb 13:16; Heb 1:1-14 Jua 3:16-18 Bernabé: Hch 4:36-37

Los creyentes macedonios:

Rom 15:26-27; 2Co 8:1-5

Los creyentes acayos:

Rom 15:26-27; 2Co 9:2

Consoladores

Los que dan consuelo mediante actos de misericordia con los afligidos

Rom 12:8; 2Co 1:3-7 Pablo: 2Co 1:4

Los creyentes hebreos: Heb 10:34

Otros creyentes: Col 4:10-11

Dorcas: Hch 9:36-39

MANIFESTACIONES DEL ESPIRITU SANTO POR MEDIO DE LOS CREYENTES
DON/DEFINICION REFFRENCIAS EJEMPLOS
Mensaje de sabiduría

Declaración del Espíritu Santo que aplica la Palabra o la sabiduría de Dios a cierta situación

Hch 6:3; 1Co 12:8; 1Co 13:2; 1Co 13:9; 1Co 13:12 Esteban: Hch 6:10

Jacobo (Santiago): Hch 15:13-21

Mensaje de conocimiento

Declaración del Espíritu Santo que imparte conocimiento acerca de personas, de circunstancias o de una verdad bíblica

Hch 10:47-48; Hch 13:2; Hch 15:7-11; 1Co 12:8; 1Co 13:2; 1Co 13:9; 1Co 13:12; 1Co 14:25 Pedro: Hch 5:9-10
Fe

Fe sobrenatural que imparte el Espíritu Santo al creyente para que pueda creer que Dios hará un milagro

Mat 21:21-22; Mar 9:23-24; Mar 11:22-24; Luc 17:6; Hch 3:1-8; Hch 6:5-8; 1Co 12:9; 1Co 13:2; Stg 5:14-15 El centurión: Mat 8:5-10

La enferma: Mat 9:20-22

Los dos ciegos: Mat 9:27-29

La cananea: Mat 15:22-28

La pecadora: Luc 9:36-50

El leproso: Luc 17:11-19

Sanidad

Restauración de la salud de alguien por medios sobrenaturales y divinos

Mat 4:23-24; Mat 8:16; Mat 9:35; Mat 10:1; Mat 10:8; Mar 1:32-34; Mar 6:13; Mar 16:18; Luc 4:40-41; Luc 9:1-2; Jua 6:2; Jua 14:12; Hch 4:30;

Hch 5:15-16; Hch 19:11-12; 1Co 12:9; 1Co 12:28; 1Co 12:30

Jesús: Véase el diagrama MILAGROS DE JESUS, p. 1498 Apóstoles: Véase el diagrama MILAGROS DE LOS APOSTOLES, p. 1500
Poderes milagrosos

Poder sobrenatural y divino para alterar el curso de la naturaleza, incluso la expulsión de demonios

Mat 4:23-24; Mat 8:16; Mat 10:1; Mat 10:8; Mat 13:54; Mar 1:32-33; Mar 1:39; Mar 3:15; Mar 6:13; Mar 16:17; Luc 4:40-41; Luc 9:1; Luc 10:17; Jua 7:3; Jua 10:25; Jua 10:32; Jua 14:11; Jua 15:24; Hch 2:22; Hch 2:43; Hch 4:30; Hch 5:15-16; Hch 6:8; Hch 8:6-7; Hch 14:3; Hch 15:12; Hch 19:11-12; Rom 15:19; 1Co 12:10; 1Co 12:29; 2Co 12:12; Gál 3:5 Jesús: Véase el diagrama MILAGROS DE JESUS, p. 1498 Apóstoles: Véase el diagrama MILAGROS DE LOS APOSTOLES, p. 1500
Profecía

La facultad temporal especial para dar un mensaje, advertencia, exhortación o revelación de Dios bajo el impulso del Espíritu Santo

Luc 12:12; Hch 2:17-18; 1Co 12:10; 1Co 13:9; 1Co 14:1-33; Efe 4:11; 1Ts 5:20-21; 2Pe 1:20-21; 1Jn 4:1-3 Elisabet: Luc 1:40-45

María: Luc 1:46-55

Zacarías: Luc 1:67-79

Pedro: Hch 2:14-40; Hch 4:8-12

Los doce de Éfeso: Hch 19:6

Las cuatro hijas de Felipe: Hch 21:9

Agabo: Hch 21:10-11

Discernimiento de espíritus

Facultad especial para juzgar si las profecías y declaraciones son del Espíritu Santo o no lo son

1Co 12:10; 1Co 14:29 Pedro: Hch 8:18-24

Pablo: Hch 13:8-12; Hch 16:16-18

Hablar en lenguas

Expresarse en su propio espíritu bajo la influencia directa del Espíritu Santo en un idioma no aprendido ni conocido

1Co 12:10; 1Co 12:28; 1Co 12:30; 1Co 13:1; 1Co 14:1-40 Los discípulos: Hch 2:4-11

Cornelio y su familia: Hch 10:44-45; Hch 11:17

Los creyentes efesios: Hch 19:2-7

Pablo: 1Co 14:6; 1Co 14:15; 1Co 14:18

Interpretación de lenguas

Facultad especial para interpretar lo que se dice en lenguas

1Co 12:10; 1Co 12:30; 1Co 14:5; 1Co 14:13; 1Co 14:26-28

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Introducción, 1:1-17.

Saludo epistolar, 1:1-7.
1 Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado al apostolado, elegido para predicar el Evangelio de Dios, 2 que por sus profetas había prometido en las Santas Escrituras, 3 acerca de su Hijo, nacido de la descendencia de David según la carne, 4 constituido Hijo de Dios en poder según el Espíritu de santidad a partir de la resurrección de entre los muertos, Jesucristo nuestro Señor, 5 por el cual hemos recibido la gracia y el apostolado para promover la obediencia de la fe, para gloria de su nombre, en todas las naciones, 6 entre las cuales os contáis también vosotros, los llamados de Jesucristo; 7 a todos los amados de Dios, llamados santos, que están en Roma, la gracia y la paz con vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Comienza San Pablo, a modo de presentación ante la iglesia de Roma, indicando sus títulos para el apostolado (v.1). Abiertamente se proclama “siervo (δούλος) de Cristo Jesús,” expresión muy parecida a “siervo de Yavé,” de tan frecuente uso en el Antiguo Testamento, no ya sólo para designar al Mesías (cf. Isa 42:155), sino también para designar a aquellos israelitas cuya vida estaba dedicada de modo especial al servicio de Dios, particularmente si eran profetas (cf. Jos 14:7; 1Re 8:53; 2Re 9:7; 2Re 10:23; Esd 9:11; Neh 1:10; Jer 33:21; Dan 9:6; Sal 18:1; Sal 105:6). Pablo, pues, al proclamarse “siervo de Cristo Jesús,” no aludiría sólo a su condición de cristiano, sino a algo más particular, como luego concretará en los dos títulos siguientes: “llamado al apostolado,” con la misión de “predicar el evangelio de Dios.” Sobre la llamada de Pablo al “apostolado,” y su condición de “apóstol” al igual que los doce, ya hablamos al comentar Hec 9:3-19 y 13:1-3.
A continuación de su nombre y títulos esperaríamos encontrar la mención de los destinatarios de la carta, con la acostumbrada fórmula de saludo. Pero no es así, y hemos de aguardar hasta el v.7. Y es que San Pablo, sin preocuparse gran cosa del estilo, se deja llevar por las ideas conforme van afluyendo a su mente, añadiendo incisos sobre incisos, formando un período muy rico en doctrina, pero bastante embrollado gramaticalmente. Esto es corriente en el estilo de Pablo, como ya hicimos notar en la introducción general a sus cartas, y uno de los ejemplos clásicos son precisamente estos primeros versículos de la carta a los Romanos. La idea de “evangelio de Dios” (v.1) le trae a la memoria la de la vinculación del “evangelio” con el Antiguo Testamento, que ya habló de Cristo (v.2-3), y ésta a su vez le mueve a hablar de la grandeza de Cristo “constituido Hijo de Dios” (v.4) y por medio del cual él ha recibido la gracia que le ha convertido en Apóstol de los gentiles (v.5-6). Incluso podemos ver en estas ideas de los versículos preliminares, de modo parecido a como sucede también en otras cartas (cf. Gal 1:1-4), un como anticipo de los temas fundamentales que pretende desarrollar. De hecho, todas esas ideas, a las que podemos añadir la de la gratuidad de la elección divina (v. 1.5-6), reaparecerán continuamente a lo largo de la carta.
No cabe duda que la idea principal, base de referencia que está sosteniendo todo el período, está centrada en la figura excelsa de Jesucristo: “acerca de su Hijo.. Constituido Hijo de Dios.., por el cual hemos recibido..” (v.3-5). Tampoco cabe duda que son dos las afirmaciones fundamentales de San Pablo acerca de Jesucristo: que es hijo de David (v.3), y que es hijo de Dios (v.4). Pero, eso supuesto, al tratar de concretar más, la cosa ya no es tan fácil. Ninguna dificultad ofrece lo de que Jesucristo sea hijo de David “según la carne” (cf. Mat 1:1-21; Mat 9:27; Mat 12:23; Mat 21:9; Mat 22:42); mas ¿qué quiere significar San Pablo con las expresiones “constituido Hijo de Dios (. του όρισ3έντος υίοΰ Θεού), en poder (εν δυνάμει), según el Espíritu de santidad (κατά πνεύμα άγιωσύνης)? Las interpretaciones que a estas palabras han dado y siguen dando los exegetas son muy variadas 84. Desde luego, debe excluirse cualquier interpretación que lleve consigo la negación de la preexistencia divina de Jesucristo, cosa que estaría en contradicción con lo que claramente enseña San Pablo en otros lugares (cf. Gal 4:4; 1Co 8:6; Col 1:15-17). Tampoco es de este lugar, atendido el significado del verbo ορίζω (cf. Hec 10:42; Hec 17:31), referir esas expresiones a la “predestinación” de Jesucristo según su naturaleza humana, conforme han hecho muchos teólogos, apoyados en la traducción de la Vulgata: “qui praedestinatus est Filius Dei.” Creo que para la interpretación de este texto puede darnos mucha luz otro parecido del mismo San Pablo en Flp 2:6-11 : “existiendo en la forma de Dios. , se anonadó tomando la forma de siervo. , hecho obediente hasta la muerte. ; por lo cual Dios lo exaltó y le otorgó un nombre sobre todo nombre, para que.. toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre.” Exactamente las dos mismas ideas, de humillación y exaltación, que en este pasaje de la carta a los Romanos, con la diferencia de que en la carta a los Filipenses esas dos ideas están más desarrolladas y las expresiones son mucho más claras. Parece evidente que ese “constituido Hijo de Dios. , según el Espíritu de santidad. , Señor nuestro,” de la carta a los Romanos, equivale en sustancia a la “exaltación. , nombre sobre todo nombre. , Señor para gloria de Dios Padre,” de la carta a los Filipenses. Si ello es así, la expresión “constituido Hijo de Dios” (v.4), más que aludir directamente a la filiación natural divina de Jesucristo en sentido ontológico, aludiría a su entronización como rey mesiánico y Señor universal de las naciones, conforme explicamos al comentar Hec 2:36 y 9:20. Es a partir de la resurrección cuando comienza a ser realidad la obra vivificadora de Cristo en los seres humanos (cf. 1Co 15:45), obra que tendrá su culminación al fin de los tiempos con la resurrección general (cf. 1Co 15:20-28). La expresión “en poder” podría referirse bien a Jesucristo, “constituido Hijo de Dios en poder” (cf. 1Co 15:43), bien a Dios mismo, que muestra su gran poder en esa exaltación de Jesucristo a partir de la resurrección. Quizá sea preferible esta segunda interpretación, en conformidad con el modo de hablar de San Pablo en otros lugares (cf. 1Co 6:14; 2Co 13:4; Efe 3:20; Col 2:12). Por lo que hace a la misteriosa frase “según el Espíritu de santidad,” téngase en cuenta que en la predicación cristiana primitiva, la efusión del Espíritu Santo sobre el mundo por Cristo formaba parte, como elemento esencial, de la exaltación de éste (cf. Hec 2:32-36). El mismo San Pablo, dentro de la carta a los Romanos, atribuye al Espíritu Santo el ser principio de esa nueva vida traída por Cristo que ha de desembocar en la resurrección de los así vivificados (cf. 4”25; Hec 5:5; Hec 8:11; Hec 15:16). Es obvio, pues, suponer que, al aludir al principio de su carta a la persona de Jesucristo, lo haga fijándose sobre todo en su poder de santificador, según el Espíritu, poder que comenzó a ejercer de modo ostensible a partir de la resurrección (cf. Hec 1:4-8).
Lo que a continuación dice San Pablo (v.5-7) es ya más fácil de entender. Señalemos únicamente la expresión “para promover la obediencia de la fe” (εΐς υπακοήν ττίστεως), expresión un tanto ambigua, que no todos interpretan de la misma manera. Creen muchos que la palabra “fe” está tomada aquí en sentido objetivo, como conjunto de verdades evangélicas a las que es necesario someterse; otros, en cambio, más en consonancia con el tema central de la carta, mantienen el sentido obvio de la palabra “fe,” e interpretan la frase como refiriéndose a la obediencia a Dios por la fe. El que San Pablo llame “santos” a los fieles de Roma (v.7) no quiere decir que todos lo fuesen en el sentido que hoy damos a esta palabra; era éste un término entonces corriente con que se designaban entre sí los cristianos, como ya explicamos al comentar Hec 9:13, significando su elección por parte de Dios, que los había como “separado” del mundo para consagrarlos a su servicio. Además, en este caso, la expresión paulina (κλητοΐς áyíois) significa más bien “santos por vocación” o “llamados a ser santos.”
Por fin, San Pablo llega al final del saludo, deseando a los destinatarios “la gracia y la paz” de parte de Dios Padre y de Jesucristo (v.7). Sobre esta fórmula usual en sus cartas y, a lo que parece, formada por él, ya hablamos en la introducción general, al comparar sus cartas con el resto de la epistolografía antigua.

Elogio de los fieles de Roma en forma de acción de gracias a Dios,Hec 1:8-15,
8 Ante todo doy gracias a mi Dios por Jesucristo, por todos vosotros, de que vuestra fe es conocida en todo el mundo. 9 Testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu, mediante la predicación del Evangelio de su Hijo, que sin cesar hago memoria de vosotros, 10 suplicándole siempre en mis oraciones que por fin algún día, por voluntad de Dios, se me allane el camino para ir a veros. 11 Porque, a la verdad, deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, para confirmaros, 12 o mejor, para consolarme con vosotros por la mutua comunicación de nuestra común fe. 13 No quiero que ignoréis, hermanos, que muchas veces me he propuesto ir – pero he sido impedido hasta el presente -, para recoger algún fruto también entre vosotros, como en las demás gentes. 14 Me debo tanto a los griegos como a los bárbaros, tanto a los sabios como a los ignorantes. 15 Así que en cuanto en mí está, pronto estoy a evangelizaros también a vosotros los de Roma.

Hay aquí, a continuación del saludo inicial, una especie de “captatio benevolentiae,” ponderando el interés que se siente por aquellos a quienes se escribe, conforme era corriente en la epistolografía de entonces. El mismo proceder hallamos en las demás cartas, a excepción de Calatas, Tito y primera a Timoteo. Ello no quiere decir que los sentimientos manifestados no sean totalmente verídicos.
Lo que San Pablo manifiesta a los Romanos es la buena reputación de su fe (v.8), el continuo recuerdo de ellos en sus oraciones (v.9), y la esperanza de visitarlos pronto, cumpliendo así un antiguo deseo (v. 10-15). Funda sobre todo esos deseos en que es Apóstol de los “gentiles” (v.13-15; cf. Gal 2:7-9; Hec 9:15) y, no obstante su principio de no meterse en campo trabajado por otros (cf. 15:20), quiere hacerles partícipes también a ellos de los frutos de su predicación (v.11) o, como dice luego con exquisita delicadeza, “consolarme con vosotros por la mutua comunicación de nuestra común fe” (v.12). La expresión “tanto a los griegos como a los bárbaros” (v.14) indica la totalidad del mundo gentil. Tómase aquí el término “griegos” como equivalente a hombres de cultura grecorromana, en contraposición a los de otros pueblos, a quienes se tenía por “bárbaros” o incultos (cf. Hec 28:2; 1Co 14:11). Era una terminología, que correspondía al punto de vista grecorromano. En otros lugares, sin embargo, el término “griego” incluye a todos los gentiles, en contraposición a los judíos (cf. 1:16; 2:9-10; 3:9; 10:12; Hec 11:20). Era el punto de vista de los judíos.

Tema de la carta,Hec 1:16-17.
16 Pues no me avergüenzo del Evangelio, que es poder de Dios para la salud de todo el que cree, del judío primero, pero también del griego, 17 porque en él se revela la justicia de Dios, de fe en fe, según está escrito: “El justo por la fe vivirá.”

En ninguna otra de sus cartas señala San Pablo tan manifiestamente, por anticipado, el tema que va a desarrollar. La ilación de ideas con lo anterior es clara. Ha dicho a los Romanos que “está pronto a evangelizarlos” (v.1s), ahora da la razón de ese su modo de pensar: no obstante que los sabios de este mundo tengan el Evangelio por una locura (cf. 1Co 1:23; Hec 17:32), él no se avergüenza de predicarlo incluso en la misma Roma, sabiendo que es “poder de Dios para la salud de todo el que cree, del judío primero, pero también del griego” (v.16). ¡Magnífica definición del Evangelio! En el v.17 ya no hará sino explicar el por qué de su afirmación (v.17a), y cómo ese modo de “salud” por la fe estaba ya anunciado en la Escritura (v.17b). Dicho de otra manera, lo que Pablo afirma son sobre todo estas tres verdades: 1) El Evangelio es un instrumento potente y eficaz del que Dios ha determinado servirse en orden a proporcionar la “salud” (σωτηρία) a los hombres. 2) Esta “salud,” obra de la “justicia de Dios,” es ofrecida a todos los seres humanos, sin distinción de razas ni culturas, con cierta primacía de orden histórico por parte de los judíos, dado que a ellos fueron confiadas las promesas de “salud” (cf. 3:2; 9:1-6) y a ellos también fue predicado primeramente el Evangelio. 3) Para obtener esa “salud” es exigida de nuestra parte la “fe,” cuestion que no es ninguna innovación, pues estaba ya anunciado en la Escritura.
Realmente, a lo largo de la carta, Pablo no hará sino profundizar en estas verdades, sacando las oportunas consecuencias. Las palabras “salud,” “fe,” “justicia de Dios.”., usadas en estos versículos, están cargadas de sentido, y son palabras clave en la teología paulina. A ellas nos referimos ya en la introducción a esta carta, tratando de presentarlas en visión de conjunto. Nos remitimos a lo dicho allí.
Cuando San Pablo habla de que “el Evangelio es poder (δύναμις) de Dios..,” no lo considera simplemente como un cuerpo de puntos doctrinales que hay que aceptar, cosa que supone ya han hecho los destinatarios de su carta (cf. 1:8), sino que se fija en su vitalidad, en su eficacia, como instrumento de Dios en orden a la “salud.” La palabra “evangelio” es para él, no un cuerpo inerte de doctrinas, sino una realidad viviente, creada por Dios, que nos pone en comunicación con Cristo muerto y resucitado, haciendo llegar hasta nosotros la vida divina; viene a ser, pues, como la expresión sintética que condensa toda la economía divina de salvación (cf. 2Ti 1:8-12). Es Dios actuando en la historia, y llamando a los seres humanos a la comunicación con El. A esta invitación el ser humano debe responder libremente bajo el influjo de la gracia.
Por lo que se refiere al término “fe,” sabido es que es éste uno de los términos más frecuentemente usados por San Pablo, cuya interpretación ha dado lugar a acaloradas controversias entre católicos y protestantes. De ello tratamos ya en la introducción a la carta. En este mismo pasaje que comentamos alude a ella tres veces: .”. para la salud de todo el que cree. ; la justicia de Dios de fe en fe. ; el justo por la fe vivirá.” Podrá discutirse el sentido exacto de estas dos últimas expresiones, pero de lo que no cabe dudar es de que San Pablo recalca con ellas la importancia capital de la “fe” para todo el que trata de conseguir la “salud” ofrecida por Dios en el Evangelio 85.
Queda, por fin, el término “justicia de Dios.” San Pablo dice que en el Evangelio “se revela la justicia de Dios” (2Ti 1:17). Lo mismo vuelve a repetir en 3:21-22, texto evidentemente paralelo a este Deu 1:17. Como ya explicamos ampliamente en la introducción a la carta, esa “justicia” no es la justicia vindicativa, conforme se ha tomado a veces este término, sino la justicia salvifica divina, tantas veces anunciada en los textos profetices en relación con la bendicion mesiánica, manifestada ahora en el Evangelio.

I. Justificación Por Medio de Jesucristo,Deu 1:18. -Deu 11:36.

Culpabilidad de los gentiles,Deu 1:18-23.
18 En efecto, la ira de Dios se manifiesta desde el cielo sobre toda impiedad e injusticia de los hombres, que aprisionan la verdad con la injusticia. 19 Pues lo cognoscible de Dios es manifiesto entre ellos, ya que Dios se lo manifestó; 20 porque desde la creación del mundo los atributos invisibles de Dios, tanto su eterno poder como su divinidad, se dejan ver a la inteligencia a través de las criaturas. De manera que son inexcusables, 21 por cuanto, conociendo a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se entontecieron en sus razonamientos, viniendo a oscurecerse su insensato corazón; 22 y alardeando de sabios, se hicieron necios, 23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por la semejanza de la imagen del humano corruptible, y de aves, cuadrúpedos y reptiles.

Antes de abordar directamente el tema de la “justicia de Dios” revelada en el Evangelio (v.17; cf. 3:21), San Pablo comienza por hacernos ver la necesidad de esa “justicia de Dios,” presentándonos en visión de conjunto el estado ruinoso de la humanidad, tanto entre los gentiles (1:18-32) como entre los judíos (2:1-3:8), concluyendo que todos, judíos y gentiles, “se hallaban bajo el pecado” (3:9-20). Sobre ellos se revela la “ira de Dios” (v.18), en contraste con la “justicia” salvífica revelada en el Evangelio, Esta “ira” es la justicia vengadora con que Dios castiga el pecado, que tendrá su revelación solemne en el juicio final (cf. 2:5; 5:9; 1Te 1:10; 1Te 5:9), pero que ya obra en el curso de la historia castigando de varios modos a los pecadores, y, en este caso concreto, “oscureciendo” los ojos de su espíritu (v.21-23) y “entregándolos” a los vicios más infames (v.24-32; cf. 2:3-9).
Comienza San Pablo por los gentiles, y distingue claramente dos etapas: una primera en que señala el origen del mal (v. 18-23), Y otra segunda en que pinta el espantoso cuadro de degradación moral a que los gentiles habían llegado (v.24-32). De momento nos interesa la primera de las dos etapas, pues es ésa la perícopa que comentamos. En sustancia, lo que San Pablo viene a decir es que los gentiles, aunque carentes de la revelación positiva de Dios concedida a los judíos, han conocido de hecho a Dios a través de las criaturas (. 19-20), pero, en la práctica, no han acomodado su vida a ese conocimiento que tienen de Dios, trocando “la gloria del Dios incorruptible por la semejanza del hombre corruptible, y de aves, cuadrúpedos y reptiles,” es decir, han negado a Dios el culto que le es debido, incensando a las criaturas con el humo y aroma que son propios suyos (v.21-23). Es lo mismo que ha dicho antes en frase apretada de sentido: “aprisionan la verdad con la injusticia” (v.18). Esa “verdad” que aprisiona es el conocimiento que, a través de las criaturas, tienen de Dios, y al que, contra todo derecho, mantienen como esclavo sin permitirle producir sus frutos naturales. Este pecado de idolatría y politeísmo es el gran pecado que viciaba en su raíz la vida toda religiosa de la gentilidad (cf. Sab 14:27).
San Pablo afirma en esta perícopa (v. 19-20) no sólo la posibilidad del conocimiento de Dios a través de las criaturas, sino también el hecho, concretando incluso el aspecto de la esencia divina que es término de la operación mental del hombre: “su eterno poder y su divinidad” (v.20). Y es que no todos los atributos de Dios se revelan igualmente en las obras de la creación; los que sobre todo se presentan al contemplar las maravillas de este mundo visible, que está pidiendo una causa, son su omnipotencia creadora, por encima de las contingencias del tiempo, y su divinidad o soberanía trascendente, por encima de cualquier otro ser. De esta capacidad del hombre para llegar al conocimiento de Dios por la creación, que aquí deja entender Pablo, ya hablamos antes en la introducción a la carta.

El castigo divino,Sab 1:24-32.
24 Por esto los entregó Dios a los deseos de su corazón, a la impureza, conque deshonran sus propios cuerpos, 25 pues cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Criador, que es bendito por los siglos, amén. 26 Por lo cual los entregó Dios a las pasiones vergonzosas, pues las mujeres mudaron el uso natural en uso contra naturaleza; 27 e igualmente los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrasaron en la concupiscencia de unos por otros, los varones de los varones, cometiendo torpezas y recibiendo en sí mismos el pago debido a su extravío. 28 Y como no procuraron conocer a Dios, Dios los entregó a su reprobo sentir, que los lleva a cometer torpezas 29 y a llenarse de toda injusticia, malicia, avaricia, maldad; llenos de envidia, dados al homicidio, a contiendas, a engaños, a malignidad; chismosos, 30 calumniadores, aborrecidos de Dios, ultrajadores, orgullosos, fanfarrones, inventores de maldades, rebeldes a los padres, 31 insensatos, desleales, desamorados, despiadados; 32 los cuales, conociendo la sentencia de Dios que quienes tales cosas hacen son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que aplauden a quienes las hacen.

Es impresionante el cuadro pintado aquí por San Pablo sobre la degradación moral del mundo gentil. Ni creamos que se trata de expresiones retóricas. Incluso hombres tan ponderados como Sócrates y Plutarco hacen elogios de esas acciones contra naturaleza entre varones a que alude San Pablo (v.27), considerándolas como nota distintiva de guerreros y literatos, que saben sobreponerse a los halagos de las mujeres. No que en nuestra sociedad actual no haya esos vicios, pero se trata más bien de pecados aislados de individuos, no de la sociedad misma, que aplaudía esas acciones y a veces hasta les daba carácter religioso (cf. v.32).
Los pecados enumerados aquí por San Pablo caen todos dentro de la segunda parte del Decálogo, en que se regulan las relaciones con nuestros semejantes (a partir del cuarto mandamiento), y parece como si el Apóstol tratara de distinguir tres grupos: pecados de impureza en general (v.24-25), pecados contra naturaleza (v.26-27), perversión total del sentido moral (v.28-32). Y es de notar que estos pecados son considerados no sólo como acciones pecaminosas, sino también y sobre todo como castigo por el pecado de idolatría (cf. v.24.20.28), la cual a su vez es considerada como castigo de otro pecado, el de no haber querido los seres humanos glorificar a Dios cual lo pedía el conocimiento que a través de las criaturas tenían de El (cf. v.21-23). No parece que haya orden alguno sistemático en la larga enumeración de pecados de los v.28-32. Probablemente San Pablo los fue poniendo conforme acudían a su mente 87, y hasta es posible que ya circularan en la literatura judía listas de pecados más o menos hechas (cf. 2:1-3; Rev 21:8; Rev 22:15). En otras varias ocasiones hace San Pablo enumeraciones parecidas (cf. 1Co 6:9-10; 2Co 12:20-21; Gal 5:19-21; Efe 5:3-6; Col 3:5-8; 1Ti 1:9-10; 2Ti 3:2-5)·
Referente a la frase “por esto Dios los entregó” (v.24.26.28), no ha de interpretarse como si positivamente Dios empujara a los hombres al pecado, cosa incompatible con su santidad. Lo que San Pablo quiere hacer resaltar es que esa bochornosa degradación moral en que los hombres han caído es resultado de una ordenación divina que tiene algo de ley del talión: por no querer los hombres glorificar a Dios, cual era su deber, éste, en castigo, retiró sus gracias, de modo que cada vez fueran cayendo más abajo, a merced de sus instintos bestiales. Es lo que sucede: “el primer pecado es causa del segundo, y el segundo es castigo del primero.” En otros lugares, dentro de un contexto muy semejante, San Pablo se fijará más en la parte del hombre (cf. Hec 14:16; Efe 4:19); aquí, por el contrario, quiere hacer resaltar la parte de Dios. Y es que en la actuación moral del hombre hay una misteriosa conjunción de gracia divina y libre albedrío humano, dos verdades fundamentales que es necesario salvar, aunque la conciliación no sea ya tan fácil de entender.

Fuente: Biblia Comentada

La Epístola de Pablo a los Romanos

Título

El nombre de esta epístola viene de sus destinatarios originales: los miembros de la iglesia en Roma, la capital del Imperio Romano (Rom 1:7).

Autor y fecha

Nadie disputa que el apóstol Pablo escribió Romanos. Al igual que el primer rey de Israel (Saúl era el nombre hebreo de Pablo; Pablo su nombre griego), Pablo era de la tribu de Benjamín (Flp 3:5). Él también era un ciudadano romano (Hch 16:37; Hch 22:25). Pablo nació alrededor del tiempo del nacimiento de Cristo, en Tarso (Hch 9:11), una ciudad importante (Hch 21:39) en la provincia romana de Cilicia, localizada en Asia Menor (Turquía moderna). Él pasó gran parte de los primeros años de su vida en Jerusalén como un alumno del celebrado rabino Gamaliel (Hch 22:3). Al igual que su padre antes que él, Pablo era un fariseo (Hch 23:6), un miembro de la secta judía más estricta (cp. Flp 3:5).

Milagrosamente convertido mientras iba camino a Damasco (ca. 33 34 d.C.) para arrestar a cristianos en esa ciudad, Pablo inmediatamente comenzó a proclamar el mensaje del evangelio (Hch 9:20). Después de haber escapado con mucha dificultad de que le quitaran la vida en Damasco (Hch 9:23-25; 2Co 11:32-33), Pablo pasó tres años en Arabia Nabatea, al sureste del Mar Muerto (Gál 1:17-18). Durante ese tiempo, recibió gran parte de su doctrina como revelación directa del Señor (Gál 1:11-12).

Más que cualquier otro individuo, Pablo fue responsable por el esparcimiento del cristianismo a lo largo del Imperio Romano. Él hizo tres viajes misioneros por gran parte del mundo mediterráneo, predicando incansablemente el evangelio que él en un tiempo buscó destruir (Hch 26:9). Después de que regresó a Jerusalén llevando una ofrenda para los necesitados en la iglesia ahí, fue falsamente acusado por algunos judíos (Hch 21:27-29), salvajemente golpeado por una multitud enfurecida (Hch 21:30-31), y arrestado por los romanos. Aunque los gobernadores romanos, Félix y Festo, como también Herodes Agripa, no lo encontraron culpable de ningún crimen, la presión de los líderes judíos mantuvo a Pablo bajo la custodia romana. Después de dos años, el apóstol usó su derecho como ciudadano romano y apeló su caso a César. Después de un turbulento viaje (Hch 27:1-44; Hch 28:1-31), incluyendo una tormenta violenta de dos semanas en el mar, que culminó en un naufragio, Pablo llegó a Roma. Eventualmente soltado por un breve período de ministerio, fue arrestado una vez más y murió como un mártir en Roma alrededor del 65 67 d.C. (cp. 2Ti 4:6).

Aunque físicamente no era impresionante (cp. 2Co 10:10; Gál 4:14), Pablo poseyó una fortaleza interna que le fue otorgada a él a través del poder del Espíritu Santo (Flp 4:13). La gracia de Dios probó ser suficiente en proveer para toda necesidad que tuvo (2Co 12:9-10), capacitando a este noble siervo de Cristo para terminar exitosamente su carrera espiritual (2Ti 4:7).

Pablo escribió Romanos desde Corinto, como las referencias a Febe (Rom 16:1, Cencrea era el Puerto de Corinto), Gayo (Rom 16:23), y Erasto (Rom 16:23), quienes estaban asociados con Corinto, indican. El apóstol escribió la carta hacia el cierre de su tercer viaje misionero (lo más probable es que fue en el 56 d.C.), conforme se preparaba para partir a Palestina con una ofrenda para los creyentes pobres en la iglesia en Jerusalén (Rom 15:25). A Febe se le dio gran responsabilidad de entregar esta carta a los creyentes romanos (Rom 16:1-2).

Contexto histórico

Roma era la capital y la ciudad más importante del Imperio Romano. Fue fundada en el 753 a.C. pero no es mencionada en las Escrituras, sino hasta los tiempos del NT. Roma está localizada a lo largo de las cuencas del río Tíber, alrededor de veinticuatro km del Mar Mediterráneo. Hasta que un puerto artificial fue construido cerca de Ostia, el principal puerto de Roma era Puteoli, a unos doscientos cuarenta km de distancia (vea la nota sobre Hch 28:13). En el día de Pablo, la ciudad tenía una población de más de un millón de personas, muchas de las cuales eran esclavas. Roma se jactaba de tener edificios colosales, tales como el Palacio del Emperador, el Circo Máximo, y el Foro, pero su belleza era manchada por los barrios en los que tantos vivían. De acuerdo a la tradición, Pablo fue martirizado afuera de Roma en la Vía Ostiana durante el reinado de Nerón (54 68 d.C.).

Algunos de aquellos que se convirtieron en el día de Pentecostés probablemente fundaron la iglesia en Roma (cp. Hch 2:10). Pablo había buscado por mucho tiempo visitar la iglesia romana, pero se le había hecho imposible hacer eso (Rom 1:13). En la providencia de Dios, la incapacidad de Pablo de visitar Roma le dio al mundo esta obra maestra inspirada de doctrina del evangelio.

El propósito primordial de Pablo al escribir Romanos fue enseñar las grandes verdades del evangelio de la gracia a creyentes que nunca habían recibido instrucción apostólica. La carta también lo introdujo a una iglesia en donde él era personalmente desconocido, pero esperaba visitar pronto por varias razones importantes: edificar a los creyentes (Rom 1:11); predicar el evangelio (Rom 1:15); y conocer a los cristianos romanos, para que pudieran alentarlo a él (Rom 1:12; Rom 15:32), orar mejor por él (Rom 15:30), y ayudarlo con su ministerio planificado en España (Rom 15:28).

A diferencia de algunas de las otras epístolas de Pablo (p. ej. 1, 2 Co., Gál.), su propósito al escribir no era corregir teología aberrante o reprender vida impía. La iglesia romana era doctrinalmente sana, pero, como todas las iglesias, estaba en necesidad de la instrucción doctrinal rica y práctica que esta carta provee.

Temas históricos y teológicos

Debido a que Romanos es primordialmente una obra de doctrina, contiene poco material histórico. Pablo usa figuras conocidas del AT tales como Abraham (cap. Rom 4:1-25), David (Rom 4:6-8), Adán (Rom 5:12-21), Sara (Rom 9:9), Rebeca (Rom 9:10), Jacob y Esaú (Rom 9:1-13), y Faraón (Rom 9:17) como ilustraciones. Él también relata algo de la historia de Israel (caps. Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36). El capítulo Rom 16:1-27 provee vistazos interesantes de la naturaleza e identidad de la iglesia del primer siglo y de sus miembros.

El tema principal de Romanos es la justicia que viene de Dios: la gloriosa verdad que Dios justifica por gracia a pecadores culpables, condenados, únicamente a través de la fe en Cristo solamente. Los caps. Rom 1:1-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-31; Rom 4:1-25; Rom 5:1-21; Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39; Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36 presentan las verdades teológicas de esa doctrina, mientras que los caps. Rom 12:1-21; Rom 13:1-14; Rom 14:1-23; Rom 15:1-33; Rom 16:1-27 detallan su manifestación práctica en la vida de los creyentes individuales y la vida de la iglesia entera. Algunos temas específicos teológicos incluyen principios de liderazgo espiritual (Rom 1:8-15); la ira de Dios en contra de la humanidad pecadora (Rom 1:18-32); principios de juicio divino (Rom 2:1-16); la universalidad del pecado (Rom 3:9-20); una exposición y defensa de la justificación por la fe solamente (Rom 3:21-31; Rom 4:1-25); la seguridad de la salvación (Rom 5:1-11); la transferencia del pecado de Adán (Rom 5:12-21); santificación (caps. Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39); elección soberana (cap. Rom 9:1-33); el plan de Dios para Israel (cap. Rom 11:1-36); dones espirituales y piedad práctica (cap. Rom 12:1-21); la responsabilidad del creyente para con el gobierno humano (cap. Rom 13:1-14); y principios de libertad cristiana (Rom 14:1-23; Rom 15:1-12).

Retos de interpretación

Como la obra doctrinal preeminente en el NT, Romanos naturalmente contiene varios pasajes difíciles. La discusión de Pablo de la perpetuación del pecado de Adán (Rom 5:12-21) es uno de los pasajes teológicos más profundos en toda las Escrituras. La naturaleza de la unión de la humanidad con Adán, y como su pecado fue transferido a la raza humana siempre ha sido el tema de debate intenso. Estudiantes de la Biblia también están en desacuerdo en que el Rom 7:7-25 describe la experiencia de Pablo como un creyente o incrédulo, o es una herramienta literaria sin intención alguna de ser autobiográfica. Las doctrinas cercanamente relacionadas con la elección (Rom 8:28-30) y la soberanía de Dios (Rom 9:6-29) han confundido a muchos creyentes. Otros cuestionan si los caps. Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36 enseñan o no que Dios tiene un plan futuro para la nación de Israel. Algunos han ignorado la enseñanza de Pablo de la obediencia del creyente al gobierno humano (Rom 13:1-7) en el nombre de activismo cristiano, mientras que otros la han usado para defender la obediencia de esclavo a gobiernos totalitarios.

Todos estos y más retos de interpretación son explicados en las notas de los pasajes respectivos.

Bosquejo

I) Saludos e introducción (Rom 1:1-15)

II) Tema (Rom 1:16-17)

III) Condenación: La necesidad de la justicia de Dios (Rom 1:18-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-20)

A) Gentiles injustos (Rom 1:18-32)

B) Judíos injustos (Rom 2:1-29; Rom 3:1-8)

C) Humanidad injusta (Rom 3:9-20)

IV) Justificación: La provisión de la justicia de Dios (Rom 3:21-31; Rom 4:1-25; Rom 5:1-21)

A) La fuente de la justicia (Rom 3:21-31)

B) El ejemplo de la justicia (Rom 4:1-25)

C) Las bendiciones de la justicia (Rom 5:1-11)

D) La imputación de la justicia (Rom 5:12-21)

V) Santificación: La demostración de la justicia de Dios (Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39)

VI) Restauración: La recepción de Israel de la justicia de Dios (Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36)

VII) Aplicación: La conducta de la justicia de Dios (Rom 12:1-21; Rom 13:1-14; Rom 14:1-23; Rom 15:1-13)

VIII) Conclusión, saludos y bendición (Rom 15:14-33; Rom 16:1-27)

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Pablo. Vea la Introducción: Autor y fecha. siervo. Doulos, la palabra común en el NT para aludir a siervo o esclavo. Aunque en la cultura griega se refería con más frecuencia al servicio involuntario y permanente de un esclavo, Pablo elevó este término al emplearlo en su sentido hebreo para describir a un siervo que se compromete de manera voluntaria a servir a un maestro a quien ama y respeta (Éxo 21:5-6; Gál 1:10; Tit 1:1; cp. Gén 26:24; Núm 12:7; 2Sa 7:5; Isa 53:11). apóstol. La palabra griega significa «uno que es enviado». En el NT se refiere en principio a los doce hombres que Cristo escogió para que lo acompañaran (Mar 3:13-19) y a Matías, quien fue elegido por los otros apóstoles para reemplazar a Judas (Hch 1:15-26). Cristo les dio poder para confirmar su apostolado con milagros (Mat 10:1; 2Co 12:12), y autoridad para hablar como sus representantes legales. Cada libro del NT fue escrito por un apóstol o en sumisión a su auspicio directo (cp. Jua 14:26). Su enseñanza es el fundamento de la iglesia (Efe 2:20). Cristo mismo seleccionó a Pablo para esta posición (Hch 9:15; Hch 22:14; Hch 26:16; cp. Gál 1:1) y lo adiestró para cumplir este ministerio (Gál 1:12; Gál 1:16). el evangelio de Dios. Empleado como verbo y sustantivo unas sesenta veces en esta epístola, la palabra griega traducida con esta frase significa «buenas noticias» (vea Mar 1:1). Roma la incorporaba en el culto al emperador. El heraldo municipal empleaba la palabra para comenzar los anuncios importantes y favorables acerca del emperador, como el nacimiento de un hijo. La buena noticia que Pablo trae no es del emperador, sino «de Dios». Esa noticia se originó en Él y su mensaje de que Dios perdonará los pecados, librará del poder del pecado y dará esperanza eterna (Rom 1:16; cp. 1Co 15:1-4) no solo se presenta como una oferta gratuita y generosa, sino que también es un mandato que debe obedecerse (Rom 10:16). Pablo se había consagrado por completo a la divulgación de este mensaje (1Co 9:23).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

RESUMEN: En este capítulo Pablo saluda a los santos y les explica por qué no les había visitado y por qué tenía deseos de visitarles (1:15). Luego presenta el tema principal de su epístola, que es el evangelio, el poder de Dios para salvar (16,17). La grande necesidad del evangelio es vista cuando se considera el estado perdido de la humanidad en el pecado. Primero Pablo trata el caso de los gentiles perdidos en el pecado (18-32).

1:1 — “llamado a ser apóstol.” Ignorando las itálicas (que aparecen en la Versión Valera, 1909) tenemos “llamado apóstol,” o más bien, un apóstol llamado. Dios le llamó (Gál 1:15) y por eso era apóstol legítimo, ¡todos los enemigos judaizantes al contrario!

Fuente: Notas Reeves-Partain

VOCACIÓN, EVANGELIO Y MISIÓN

Romanos 1:1-7

Os manda esta carta Pablo, esclavo de Jesucristo, llamado para ser apóstol, apartado para servir al Evangelio de Dios. Este Evangelio es la Buena Noticia que Dios prometió hace mucho por medio de sus profetas en las Sagradas Escrituras, el Evangelio acerca de su Hijo, Quien, en cuanto a su naturaleza humana, nació del linaje de David; Quien, como resultado de Su Resurrección de los muertos, el Espíritu Santo ha demostrado que es el todopoderoso Hijo de Dios. Estoy hablando de Jesucristo nuestro Señor, a través de Quien yo he recibido la gracia y el apostolado para despertar una fiel obediencia por Su causa entre todos los gentiles. Entre ellos estáis también vosotros, que también habéis sido llamados para pertenecer a Jesucristo. Dirijo esta carta a todos los queridos hermanos de Roma que pertenecéis a Dios, que habéis recibido el llamamiento para consagraron a Él: ¡Que la Gracia y la Paz de Dios nuestro Padre y de nuestro Señor Jesucristo sean con vosotros!

Cuando Pablo escribió la Carta a los Romanos se estaba dirigiendo a una iglesia que no había visitado nunca ni conocía personalmente. Estaba escribiendo a una iglesia que estaba en la ciudad más grande del imperio más grande del mundo. Por eso escogió las palabras y las ideas con el máximo cuidado.

Empezó presentando sus credenciales:

(i) Se llama a sí mismo esclavo (dulos) de Jesucristo. Esta palabra tiene dos trasfondos de pensamiento:

(a) El título que a Pablo le gustaba más aplicar a Jesús es Señor (Kyrios). En griego, la palabra kyrios designa a alguien que está en posesión indiscutible de una persona o cosa. Quiere decir dueño o propietario en el sentido más absoluto. Lo contrario de Señor (Kyrios) es esclavo (dulos). Pablo se consideraba esclavo de Jesucristo, su Dueño y Señor. Jesús le había amado y se había entregado por él, y por consiguiente Pablo estaba seguro de que ya no se pertenecía a sí mismo, sino exclusivamente a Jesús. Por otra parte, esclavo implica la absoluta obligación del amor.

(b) Pero esclavo (dulos) tiene otra vertiente. En el Antiguo Testamento es el término general para designar a un gran hombre de Dios. Moisés era el dulos del Señor (Jos 1:2 ). Josué era el dulos de Dios (Jos 24:29 ). El más alto título de los profetas, el que los distinguía de los demás hombres, era esclavos de Dios (Am 3:7 ; Jeremías 7.-25). Cuando Pablo se llama esclavo de Jesucristo, se está colocando en la línea de los profetas. La grandeza y la gloria de éstos dependía del hecho de ser esclavos de Dios, y lo mismo sucedía con Pablo.

Así que el título esclavo de Jesucristo incluye al mismo tiempo la obligación de un gran amor y el honor de una gran misión.

(ii) Pablo se describe a sí mismo como llamado a ser apóstol. Las grandes figuras del Antiguo Testamento fueron personas que oyeron y respondieron al llamamiento de Dios. Abraham oyó el llamamiento de Dios (Ge 12:1-3 ). Moisés respondió al llamamiento de Dios (Ex 3:10 ). Jeremías e Isaías fueron profetas porque, sin buscarlo ellos, oyeron y respondieron al llamamiento de Dios (Jer 1:4 s; Isa 6:8 s). Pablo no se consideró nunca como uno que había aspirado a un gran honor, sino como uno al que se había asignado una misión. Jesús les dijo a sus hombres: «No fuisteis vosotros los que me elegisteis a Mí, sino que fui Yo el que os elegí a vosotros» (Jn 15:16 ). Pablo no pensaba en la vida en términos de lo que él quería hacer, sino en términos de lo que Dios quería que hiciera.

. (iii) Pablo se describe a sí mismo como apartado para el servicio del Evangelio, la Buena Noticia de Dios. Era consciente de ser un hombre que había sido apartado. Dos veces se le aplica la misma palabra (aforizein):

(a) Fue apartado por Dios. Creía que Dios le había separado desde antes de nacer para una misión (Gal 1:15 ). Dios tiene un plan para cada persona; no hay vida que no tenga sentido: Dios la ha puesto en el mundo para algo determinado.

(b) Fue apartado por hombres, cuando el Espíritu Santo les dijo a los responsables de la Iglesia de Antioquía que Le apartaran a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los tenía destinados (Hch 13:2 ). Pablo era consciente de que le habían asignado una tarea Dios y la Iglesia de Antioquía. Hay personas que se consideran llamadas por Dios aunque la iglesia no las reconoce, y viceversa; pero el verdadero llamamiento viene de Dios y es confirmado por el Pueblo de Dios.

(iv) Había recibido la gracia. Gracia siempre describe algún regalo inmerecido y gratuito. Antes de ser cristiano, Pablo había tratado de ganar gloria a los ojos de los hombres y mérito a los ojos de Dios cumpliendo meticulosamente la Ley; pero no había encontrado la paz por ese camino. Ahora ya sabía que lo importante no es lo que nosotros podamos hacer, sino lo que Dios ha hecho por medio de Jesucristo. Para decirlo con pocas palabras: «La Ley establece lo que el hombre tiene que hacer; el Evangelio ofrece lo que Dios ha hecho.» Ahora veía Pablo que la Salvación no depende de lo que el esfuerzo humano pueda hacer, sino de lo que ya ha hecho el amor de Dios. Todo es por gracia, inmerecido y gratuito.

(b) Había recibido una tarea. Había sido apartado para ser el Apóstol de los Gentiles. Pablo sabía que había sido escogido, no para un honor, sino para una responsabilidad. Sabía que Dios le había apartado, no para una gloria, sino para un trabajo. Puede que nos encontremos aquí con un juego de palabras: Saulo había sido fariseo (Fil 3:5 ). Fariseo quiere decir separado, y tenían ese nombre porque se separaban deliberadamente de la gente ordinaria hasta el punto de no permitir que su ropa tocara la de una persona ordinaria. Se habrían estremecido ante la sola sugerencia de que Dios invitara a los gentiles, que para ellos eran «leña para los fuegos del infierno». Así había sido Saulo: se había sentido separado de tal manera que no sentía nada más que desprecio hacia las personas ordinarias. Ahora se sabía separado de tal manera que su vida estaba dedicada totalmente a llevar la Buena Noticia del amor de Dios a todos los de todas las razas. El Evangelio nos separa siempre; pero no para el privilegio, la gloria personal y el orgullo, sino para el servicio, la humildad y el amor a todo el mundo.

Además de presentar sus credenciales en este pasaje, Pablo expone en sus líneas más esenciales el Evangelio que predicaba, que estaba centrado en Jesucristo (versículos 2 y 3). Especialmente era la Buena Noticia de dos cosas:

(a) Era el Evangelio de la Encarnación. Hablaba de un Jesús que era real y verdaderamente un hombre. Uno de los primeros grandes pensadores de la Iglesia Cristiana lo resumió cuando dijo de Jesús: «Se hizo lo que somos nosotros para hacernos lo que es Él.» Pablo no predicaba a alguien que no fuera más que una figura legendaria de alguna historia imaginaria, o un semidiós mitad dios y mitad hombre. Predicaba a Uno que se había hecho uno con los hombres a los que vino a salvar.

(b) Era el Evangelio de la Resurrección. Si Jesús hubiera vivido una vida maravillosa y hubiera tenido una muerte heroica y eso hubiera sido todo, se le podría incluir entre los grandes hombres y los héroes, pero habría sido sencillamente uno entre muchos. Su unicidad fue garantizada para siempre por el hecho de la Resurrección. Todos «los demás» murieron y desaparecieron, aunque se los recuerda. Jesús vive y nos otorga su presencia siempre henchida de poder.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 1

INTRODUCCIÓN

EL EVANGELIO DE PABLO

1. OBJETIVO DE LA CARTA

La carta del apóstol Pablo a los Romanos se distingue de las otras cartas paulinas por el hecho mismo de haber sido dirigida a una Iglesia que no había sido fundada por Pablo y a la que ni siquiera conocía personalmente y de forma directa. Espera, sin embargo, conocer pronto a esa comunidad, «en la voluntad de Dios» (cf. 1,10), pues estoy anhelando vivamente veros, para comunicaros algún don espiritual con el que quedéis fortalecidos» (1,11). Pablo se había ya preparado a menudo para ir a Roma, «pero hasta ahora me ha sido imposible» (1,13). Su propósito, no obstante, sigue siendo el de siempre: «proclamar el Evangelio también entre vosotros, los de Roma» (1,15), pues se sabe llamado a tal empresa. Quiere proclamar el Evangelio en Roma como lo ha hecho entre las demás naciones; o, para decirlo con las propias palabras del Apóstol, «para recoger también entre vosotros algún fruto, al igual que entre los demás gentiles» (1,13).

De acuerdo con estas observaciones preliminares de la carta podría sacarse la impresión de que a Pablo lo único que le interesa es anunciar su próxima visita. Por ello resulta sorprendente el giro que toma hacia temas esenciales. Ese giro se inicia ya en 1,16 y conduce a un amplio desarrollo de lo que constituye la predicación de la fe paulina y que se prolonga (incluidas las exhortaciones de los capítulos 12-15) hasta el final de la carta; es decir, a lo largo de quince capítulos. Sólo ya a punto de concluir, 15,22-32, vuelve el Apóstol a hablar de sus planes de viaje. Por ello es justo preguntarse qué propósito ulterior se esconde tras las amplias reflexiones del Apóstol. Pues, si sólo pretendía familiarizar de antemano a la comunidad cristiana de Roma con su Evangelio, ello bastaría ciertamente para explicar el carácter profundo de la carta; pero no su amplitud y prolijidad. ¿Cómo llega Pablo, por ejemplo, en una carta escrita a la comunidad cristiana de Roma a tratar el destino de Israel con tanto detenimiento como lo hace en los capítulos 9-11? Sorprende también a lo largo de toda la carta la evidente orientación hacia la prueba escriturística y hacia importantes condicionamientos mentales del judaísmo, como la ley, la tradición, la postura frente a los gentiles. Es evidente que Pablo cuenta con que una parte notable de la comunidad cristiana de Roma está constituida por judíos. Habla «con quienes conocen en la ley» (7,1), teniendo por lo mismo ante sus ojos la imagen de una Iglesia formada por cristianos procedentes del judaísmo y de la gentilidad. De ahí que se plantee el problema de la convivencia de ambos grupos, tal como ya lo conocía por la experiencia de otros lugares1.

La parte admonitoria o parenética de la carta (12,1-15,13) afronta este problema todavía con mayor claridad. En virtud de la «gracia que me ha sido otorgada» (12,3), exhorta a todos a que se preocupen de la unidad (12,4-8. 16; 14,19s; 15,7) y del amor (12,9s; 13,8-10; 14,15). El motivo concreto de estas exhortaciones son las relaciones que deben mediar entre los «fuertes» y los «débiles» (14,1-15, 13). Ambos grupos vienen descritos de acuerdo con determinadas cuestiones de conducta, como la permisión de comer ciertos alimentos (14,2s.21), la observancia del calendario (14,5s) y la distinción entre lo que es puro e impuro (14,14). En todos estos problemas desempeña un papel indiscutible la vinculación a las tradiciones judías. Es sobre todo a los cristianos que proceden de la gentilidad y a los cristianos que no se sienten ligados por la normativa judía (cf. 15,1), y con los que Pablo se solidariza («Nosotros, los que somos fuertes…»), a quienes va dirigida de modo particular la amonestación de que nadie se levante más alto de lo que conviene (12,3 y 16), ni juzgue o desprecie al hermano (14,3s.10.13). Son ellos precisamente quienes no deberían olvidar que han sido llamados por la «misericordia» de Dios (15,9-12).

Si con ello se comprende mejor un punto concreto de la carta a los Romanos, para nosotros no deja de resultar sorprendente que Pablo se dirija a una comunidad que él no ha fundado para exponer los rasgos fundamentales de su predicación. ¿Qué pretende Pablo con ello? ¿Es que en Roma se reconocía ya su autoridad apostólica hasta el punto de que pudiera él arriesgarse a decir una palabra definitiva sin por ello aparecer como un intruso desagradable? ¿O es que la comunidad cristiana de Roma estaba todavía en los comienzos de su constitución, por lo que Pablo podía contar que sería bien acogido como un misionero que puede ayudar? Pero frente a eso habla el hecho de que el estilo de la carta, con pretensiones teológicas, supone en los fieles una experiencia cristiana en contacto con la Escritura y una cierta familiaridad con la fe en Jesucristo.

Según 1,8 incluso se habla «en todo el mundo» de la fe de la Iglesia romana. Además, Pablo se habría opuesto a su principio fundamental misionando en la comunidad de Roma. Pues, concretamente en 15,20, el Apóstol asegura de forma explícita que ha tenido a gala «anunciar el Evangelio, pero no allí donde el nombre de Cristo ya había sido invocado, para no edificar sobre cimiento ajeno». Cosa a la que, en opinión del Apóstol, no contradice intentando ahondar más un determinado aspecto de la fe de la Iglesia. Así, al final de la carta (15,15) dice: «Os he escrito… como para avivar vuestros recuerdos.» No quiere edificar sobre cimientos echados por otro, pero sí quiere «recoger… algún fruto» (1.13) entre los cristianos de Roma.

Por lo demás, Pablo es consciente de que su misiva a los cristianos de la capital del imperio representa una cierta audacia. «Os he escrito con cierto atrevimiento» (15,15). Pero, en el fondo, para él no se trata de ninguna cuestión de competencia, sino de una consecuencia emanada del encargo que, como Apóstol, ha recibido del Señor (cf. 15,15s). «Yo me debo tanto a griegos como a bárbaros, a sabios como a ignorantes» (1.14). Como predicador itinerante quiere también llegar hasta Roma, y como tal puede esperar que será bien acogido. Dado que en el marco del Mediterráneo oriental ya no tiene campo de trabajo, ahora se siente empujado hacia Occidente. De camino hacia España querría también visitar Roma y allí espera encontrar para sus ulteriores viajes misioneros una cabeza de puente desde la que poder evangelizar cada vez más (cf. 15,22-24).

Es desde el punto de vista misional de Pablo desde donde en definitiva hay que entender la larga carta a los Romanos. No sólo le interesa predicar su Evangelio también en Roma, sino sobre todo familiarizar oportunamente a la Iglesia romana con su programa y su predicación misionera. Aun cuando las explicaciones de la carta a los Romanos puedan presentar cierto carácter sistemático y aunque Pablo haya podido tener ante los ojos, de modo muy particular, el problema de la Iglesia y la sinagoga, lo cierto es que el tono fundamental de su carta es la predicación misionera.

De ahí que la importancia de la carta a los Romanos pueda descubrirse en el hecho de que pone de manifiesto la unidad intrínseca entre vocación y predicación misionera. Pablo se sabe acreditado por el Señor como Apóstol ante la Iglesia de Roma, en cuanto que expone su Evangelio que piensa seguir predicando también en Occidente. Con ello vuelve a hacer exactamente lo que ya había hecho, según Gal 2:2, ante la comunidad de Jerusalén: les expone el Evangelio que predica entre los gentiles. Por ahí debería conocer la comunidad de Roma la misión que, según Gal 2:7-9, se le había confiado entre los «incircuncisos» 3.

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1. Recuérdese especialmente el incidente de Antioquía y su exposición en Gal 2:11-14. Puesto que Pablo sabe que la comunidad cristiana de Roma es una comunidad constituida por cristianos procedentes del judaísmo y de la gentilidad, aunque sin conocerla con detalle, es evidente que el Apóstol ha debido sentirse inclinado a suponer en ella problemas y dificultades parecidos a los que se daban en otras Iglesias mixtas del Próximo Oriente (Antioquía. Galacia, Filipos). Así se explica que exponga también aquí, solo que en forma más equilibrada y profunda, el mensaje de las exigencias exclusivas de la gracia y de la libertad, que ya había expuesto por primera vez, y con ocasión de una polémica, en la carta a los Gálatas.

3. Según Gal 2:10, entre los acuerdos de Jerusalén relativos a la misión entre los gentiles, se le recordó tam- bién a Pablo que no olvidase a los pobres de aquella Iglesia. Encargo que Pablo siempre consideró como un símbolo de la unión entre las Iglesias. Es significativo en este sentido que también en Rom 15:25-28, y en conexión con sus planes misionales, aluda Pablo a la colecta «en favor de los pobres que hay entre los santos de Jerusalén». O ¿acaso es otro el propósito especial de Pablo en ese pasaje?

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2. EL TEMA DE LA CARTA

Siguiendo las huellas de muchos comentaristas se podría compendiar el tema de la carta a los Romanos con la expresión «justicia de Dios». En realidad tiene este concepto una importancia decisiva en la carta a los Romanos. Nos percatamos de ello con una primera mirada a 1,17 y 3,21s, dos frases que ocupan un lugar destacado en el esquema de toda la carta y que presentan el mensaje del Apóstol a modo de tesis. No obstante, tal exposición temática parece demasiado teórica y abstracta, pues que Pablo no se preocupa sólo de exponer unos conceptos teológicos abstractos.

La teología reformada del siglo XVI y de sus seguidores ha visto en la carta a los Romanos la manifestación fundamental y decisiva de la doctrina de la justificación, de aquella doctrina que dentro del protestantismo se convirtió en el articulus stantis et cadentis ecclesiae ( = artículo de fe con el que la Iglesia se mantiene o cae). No tenemos por qué exponer aquí con detalle la formación y trayectoria de la teología reformada de la justificación. Mas, para la valoración atinada de la carta a los Romanos, conviene distinguir entre el propósito inmediato de Pablo y el interés sistemático de la teología posterior sobre la famosa carta. En otras palabras, es preciso distinguir entre el mensaje de la justificación de Pablo y la doctrina de la justificación de los reformadores -en contraposición a la reforma- del concilio de Trento. No cabe duda de que con su descubrimiento de la «justicia de Dios» en la carta a los Romanos, Lutero ha visto algo que es cierto, y que a través de ese concepto ha penetrado en el meollo del Evangelio paulino. Mas, por haber transformado los reformadores el kerygma paulino en una doctrina sistemática, amenazaba el peligro de una interpretación unilateral e interesada de las afirmaciones neotestamentarias.

En la carta a los Romanos nos encontramos, pues, con el mensaje de la justificación de Pablo. Lo cual significa quo es preciso descubrir en los pasajes, en los que aparece el concepto justicia de Dios, las relaciones de dicho concepto con el Evangelio; es decir, con la predicación misionera de Pablo. En el paso de 1,16 a 1,17 esto se evidencia con toda claridad. En el v. 15 proclama Pablo su propósito de «proclamar el Evangelio también entre vosotros, los de Roma», y con ello en todo el mundo occidental. La expresión «proclamar el Evangelio» proporciona la clave para lo que sigue, pues el v. 16 reza así: «Porque no me avergüenzo del Evangelio, ya que es poder de Dios para salvar a todo el que cree: tanto al judío, primeramente, como también al griego. Efectivamente, en el Evangelio se revela la justicia de Dios partiendo de fe hasta consumarse en fe, según está escrito: El justo por fe vivirá (Hab 2:4).» Aquí es patente la conexión entre «justicia de Dios» y «Evangelio». A Pablo le interesa la predicación del evangelio para salvación de todos los hombres. Pues, así dice él: 1) es una virtud de Dios para salvar a todos, judíos y gentiles, 2) y es una fuerza de Dios para la salvación porque en él se revela la justicia de Dios.

Así, pues, la «justicia de Dios» constituye el núcleo del Evangelio. Pero no está patente de antemano; tiene primero que ser descubierta. Y esto es lo que ocurre con la predicación como ayuda para el descubrimiento de la justicia de Dios. Así se evidencia la traza general de la carta a los Romanos.

ENCABEZAMIENT0 Rm/01/01-07

El comienzo de la carta se presenta según un esquema corriente en la antigüedad. El remitente… a los destinatarios…: deseos de prosperidad. Sólo que en nuestra introducción epistolar este esquema queda totalmente rebasado mediante una serie de incisos y conceptos importantes que se insertan entro el nombre del remitente y la mención de los destinatarios. Es digno de notarse el que estas abundantes amplificaciones acompañen la mención del remitente. Evidentemente deben contribuir de forma muy particular a la presentación que hace de sí mismo el Apóstol. Es, desde luego esta notable amplificación la que merece atención especial, porque contiene en una forma muy concentrada la teología de su vocación y los rasgos fundamentales de su Evangelio.

1. REMITENTE: PABLO (1,1-6).

a) Su vocación (1,1)

1 Pablo, esclavo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, elegido para el Evangelio de Dios, …

Pablo se presenta: es un «esclavo de Jesucristo», «llamado a ser apóstol» y, de cara a esa misión, «elegido para el evangelio de Dios». Estos tres datos no sólo se yuxtaponen, sino que además se relacionan e interpretan entre sí.

Como esclavo de Jesucristo se designa Pablo, no sólo por un sentimiento de humildad, aunque desde luego no en un sentido esclavista -lo que estaría en contradicción con su conciencia de libertad-, si no de conformidad con la idea que tiene de su apostolado: está al servicio de Jesucristo. Este giro lo ha creado Pablo siguiendo un modelo del Antiguo Testamento. En los Salmos el orante habla de sí mismo como esclavo de Yahveh, indicando así su dependencia de criatura. La expresión adquiere un valor de título en boca de famosos hombres de Dios veterotestamentarios. Esto no quiere decir que para comprender la designación paulina haya que eliminar sin más la imagen de la esclavitud antigua; pero resulta más natural pensar en la conexión interna de Pablo con las ideas del Antiguo Testamento y del judaísmo. Con valor de título utiliza Pablo la designación de «esclavo» también en Gal 1:10 y en Flp 1:1. Tal designación está en el mismo plano que servidor (diakonos)4 y apóstol (apostolos). Este último es el calificativo con que suele designarse Pablo5.

Pablo es llamado a ser apóstol, Dios lo «llamó por su gracia» (Gal 1:15). Como apóstol, Pablo se sabe al llamamiento que Dios le ha dirigido. En todo caso esa vinculación no la experimenta como una limitación de su libertad personal, y menos aún como la pérdida de esa libertad. Lo que Pablo ha experimentado en la llamada de Dios es ante todo la posibilidad nueva que Cristo le ha abierto para realizar su vida como un servicio, y con ello la posibilidad de realizar su propia vida. La nueva vida que se le otorga en Cristo, la pone, como apóstol, al servicio de los hombres. Ese es el contenido de su vocación. La vocación orientada hacia el servicio la pone de relieve de modo especial el tercer inciso con que Pablo se designa: «elegido para el Evangelio», es decir, para un servicio de predicación. La elección responde al proceso de separación y santificación de Israel como pueblo de Dios y como órgano destinado al servicio en general, proceso que está atestiguado en el Antiguo Testamento. Pero en nuestro pasaje el acento no recae en la segregación como tal, sino en la función para la que ha sido destinado. El designio de Dios por lo que hace al apóstol es el anuncio de su Evangelio.

Llamamiento y elección designan, pues, el origen y fundamento del ministerio apostólico de Pablo. Una y otra están de antemano referidas al Evangelio. Dios le ha destinado de modo especial para el Evangelio, hasta el punto de que el Evangelio que Pablo anuncia puede designarse tanto «Evangelio de Dios» como «mi Evangelio» (2,16).

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4. Cf. 1Co 3:5; 2Co 3:6; 2Co 6:4; 2Co 11:15.23; Col 1:7.23.25; Col 4:7.

5. Cf. Rom 11:13; Gal 1:1; 1Co 1:1; 1Co 9:1 s; 1Co 15:9; 2Co 1:1.

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b) Su Evangelio (2Co 1:2-4)

2… Evangelio preanunciado por medio de sus profetas en las Escrituras santas 3 acerca de su Hijo -nacido del linaje de David según la carne; 4 constituido Hijo de Dios con poder, según el espíritu santificador, a partir de su resurrección de entre los muertos-, Jesucristo nuestro Señor; …

Con unas breves pinceladas describe Pablo el Evangelio a cuya proclamación ha sido llamado. Y concretamente el v. 2 empieza por aclarar con mayor precisión la pertenencia del Evangelio a Dios. Con ello el Evangelio de Pablo se demuestra como el «Evangelio de Dios», puesto que había sido preanunciado en el sentido de que lo vaticinado en tiempos precedentes lo proclama ahora Pablo. La referencia a los profetas «en las santas Escrituras» no hay que entenderla de una forma tan literal que debamos preguntarnos cuáles son los profetas y cuáles los escritos del Antiguo Testamento en los que Pablo piensa. El Antiguo Testamento no aparece todavía aquí como contrapuesto al Nuevo; se trata más bien del vaticinio profético hecho por Dios y que precede al acontecimiento de Cristo. Es evidente que ambas cosas son hechos de revelación. Pero no constituyen más que un hecho revelador; porque el que Dios haya hecho vaticinios en las Escrituras por medio de los profetas, sólo puede afirmarse según Pablo desde la experiencia creyente de la hora actual, y justamente desde el acontecimiento de Cristo. Así pues, el preanuncio del Evangelio no se refiere tanto a determinados vaticinios del Antiguo Testamento cuanto al origen y principio del Evangelio en Dios, con anterioridad a todo el curso de la historia. En cuanto a su contenido el Evangelio se define por Jesucristo. Los versículos 3 y 4 describen este nexo con ayuda de una confesión de fe del cristianismo primitivo 6. En ambos incisos -«nacido… constituido…»- se reconoce con toda claridad una construcción paralela En ellos se habla de Cristo desde dos aspectos: nació como hijo de David, y ahora está constituido Hijo de Dios en poder, y ciertamente que «a partir de su resurrección de entre los muertos». Esto último no significa una limitación de su dignidad de Hijo de Dios, sino que el dato «a partir de su resurrección» se refiere más bien al ejercicio pujante de su dignidad. La doble afirmación de que Jesús es hijo de David e Hijo de Dios no es una afirmación desligada, sino que el segundo miembro supone el primero, como lo evidencia la misma oposición entre «carne» y «Espíritu». Estas dos palabras describen la existencia terrena y pasada de Jesús y su existencia celestial y escatológica. Es digno de notarse que Pablo mejora y completa por su parte los títulos cristológicos contenidos en esta doble afirmación tradicional: «Jesucristo nuestro Señor.» Además a la doble afirmación hace preceder la designación «su Hijo».

Mas esta sobrecarga del período no debe llamar a engaño, porque a Pablo no le interesa una descripción lo más detallada y amplia posible de la dignidad de Jesús, sino que trata, ante todo, del acontecimiento cristiano escatológico. El verdadero contenido de toda la revelación cristiana lo constituye el hecho de que el Jesús de nuestra profesión de fe es el Cristo, en quien el mundo alcanza su salvación y que ya ahora ejerce su soberanía en medio de su comunidad creyente.

¿Cómo llega Pablo a hacer estas afirmaciones concentradas y densas ya en las primeras lineas de su carta, cuando no deberían ser otra cosa que un saludo a los destinatarios? Es evidente que aun en una palabra de saludo Pablo no puede dirigirse a sus lectores más que desde Cristo. Cristo es la única fuerza que le empuja, y no puede dejar de hablar de él. Pero también cuenta esto para descubrir la conexión. Pablo no habla simplemente del Evangelio, sino de su vocación al Evangelio. Al presentar el Evangelio, el Apóstol se está presentando a sí mismo. La causa de Jesús es su causa. Por eso no hay que ver en los versículos 3 y 4 un mero anticipo del contenido de su Evangelio, que después desarrollará en su carta, sino un primer encuentro, aunque muy intenso, con su Evangelio, que ha preparado con interés y que aquí presenta de acuerdo con la profesión de fe cristiana general. De este modo Pablo se adelanta a defender su Evangelio contra cualquier sospecha de esoterismo y arbitrariedad.

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6. En numerosos pasajes de la carta a los Romanos hemos de suponer tradiciones del cristianismo primitivo anteriores a Pablo, sin que éste lo haga notar expresamente; así sobre todo, en 3,24-26; 4,24s; 10,9s.

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c) Su ministerio entre los gentiles (1,5-6)

5 …por quien hemos recibido la gracia del apostolado, para conseguir, a gloria de su nombre, la obediencia a la fe entre todos los gentiles, 6 entre los cuales estáis también vosotros, llamados por Jesucristo, …

Como en el v. 1, también aquí se trata de la función del apóstol. Pablo entiende su ministerio apostólico como una «gracia». Es una gracia que se le ha otorgado en vistas al servicio apostólico. Por razón de su fundamento no es otra que la gracia de la justificación y del ser cristiano, concedida al creyente, la nueva relación vivificante del fiel con Jesucristo. En Pablo desde luego esa gracia opera de modo particular en favor de su misión al servicio del Evangelio.

La «gracia del apostolado», concedida al Apóstol, fructifica de tal forma quo conduce a «la obediencia a la fe entre todos los gentiles». El anuncio del Evangelio apunta a la «obediencia» que consiste en la fe en Jesús, y en la cual se expresa la exigencia de Jesús a una entrega amorosa.

Pablo es por antonomasia el misionero de los pueblos de la gentilidad. Pero la idea no hay que entenderla en un sentido tan restringido que no incluya a los judíos que viven entre los gentiles. Esto vale fundamentalmente para la práctica misionera paulina; pero, sobre todo, hay que tener en cuenta aquí la indicación de «entre todos…» Pablo se interesa por la validez universal del Evangelio y, en consecuencia, por el vasto alcance de su apostolado. Mientras conduce a los gentiles a la obediencia de la fe, contribuye a la gloria del «nombre» de Jesucristo, no sólo en el sentido de un reconocimiento y veneración externos de Jesucristo -su «nombre» equivale aquí a su persona-, sino en el sentido del objeto mismo de la predicación. Esta predicación sólo adquiere validez y fuerza precisamente cuando se escucha a Jesús; es decir, cuando se acoge su muerte como acontecimiento salvador y se responde a su exigencia presente como Señor resucitado y glorificado. A esto ha de colaborar Pablo como apóstol.

Si Pablo ha sido destinado, de modo especial, a la predicación del Evangelio entre los paganos, tiene también algo que decir a los que están en Roma (v. 7), puesto que también ellos se cuentan entre las naciones paganas que han sido llamadas a la obediencia de la fe. Así como personalmente se presenta cual «llamado a ser apóstol», así se dirige a los cristianos de Roma como «llamados por Jesucristo».

2. DESTINATARIOS: Los ROMANOS (1 ,7a)

7a a todos los amados de Dios que estáis en Roma, llamados a ser santos.

Ya desde el v. 6 aparecen en primer plano los destinatarios de la carta. Sólo ahora, y siguiendo el estilo habitual, se les habla de forma expresa. El Apóstol los llama «amados de Dios» y «llamados a ser santos», designaciones que son corrientes en las introducciones epistolares del Apóstol refiriéndose a los cristianos. Tales epítetos representan ciertamente más que un simple adorno edificante de la dirección de la carta. «Amados de Dios» son los cristianos como tales, que por Jesucristo se han aproximado a Dios. Tampoco la expresión «llamados a ser santos» representa algo original. En un sentido fundamental los cristianos deben su ser de cristianos a la llamada que se les ha hecho. Por medio de la palabra clave «llamados», que se repite tres veces en los versículos 1-7, el Apóstol y sus destinatarios aparecen vinculados desde el comienzo.

3. BENDICIÓN (1 ,7b)

7b Gracia y paz a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Pablo se acomoda a la forma judía del saludo epistolar7; pero lo transforma según su modo característico. La primera palabra del saludo subraya el acontecimiento de la gracia por el que Dios se vuelve al hombre. A través de este acontecimiento fundamental de la gracia, que tiene lugar en la muerte y resurrección de Jesús, se comunica la paz, precisamente como don simultáneo «de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo». La bendición cristiana, expresada así por Pablo, es la transmisión de los bienes escatológicos de la salvación bajo la forma de un deseo. No se trata de un simple deseo que a nada compromete, sino que por su origen proclama una realidad.

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7. La fórmula del saludo judío se encuentra, por ejemplo, en el Apocalipsis siríaco de Bar 78:2. En el NT se ha conservado sin contaminaciones en Jud 1:2. Y todavía se deja sentir en Gal 6:16, en que el Apóstol invoca «paz y misericordia» sobre la Iglesia, sobre «el Israel de Dios». Véase también 1Ti 1:2; 2Ti 1:2; 2Jn 1:3.

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INTRODUCCIÓN 1,8-17

El saludo formal ha terminado. Y Pablo se dirige ahora de modo directo y en la forma más apremiante posible a los destinatarios. Debe crear todavía un lazo, y empieza por establecerlo en la forma convencional con que alaba a la comunidad cristiana de Roma: Vuestra fe es conocida en todo el mundo. Este es el fundamento de la acción de gracias a Dios; a la acción de gracias sigue la plegaria y petición. Pablo ha orado siempre porque le fuese posible ir a Roma. Los versículos 11-15 expresan desde diversos ángulos el propósito que Pablo persigue. En el v. 14 señala como verdadero fundamento la obligación misionera que le incumbe. De toda la sección que forman los v. 8-15 se saca la impresión de que Pablo busca un contacto que hasta entonces no existía.

a) Acción de gracias (Rm/01/08-10)

8 Primeramente doy gracias a mi Dios por mediación de Jesucristo respecto a todos vosotros, porque vuestra fe se publica en todo el mundo. 9 Porque Dios, a quien doy culto en mi espíritu anunciando el Evangelio de su Hijo, me es testigo de cuán incesantemente hago mención de vosotros, 10 siempre, en mis oraciones, a ver cómo, por fin, se me allana alguna vez el camino para llegar hasta vosotros en la voluntad de Dios.

El hecho de que al saludo introductorio siga una acción de gracias responde al estilo epistolar antiguo. El autor de una carta asegura al destinatario que da gracias y ruega por él a los dioses. La acción de gracias de Pablo en el v. 8 tiene casi un carácter litúrgico. Puede compararse, por ejemplo, con la forma fundamental de nuestra plegaria eucarística: acción de gracias a Dios por Jesucristo indicando la razón o motivo. Pablo habla aquí de mi Dios, enlazando así con el estilo orante de los Salmos. En cualquier caso la expresión no significa ningún exclusivismo en las relaciones religiosas con Dios, sino que de modo parecido a los que ocurre con el giro «mi Evangelio», se pone de manifiesto la conciencia singular que el Apóstol tiene de su misión. Es precisamente el Dios que le ha llamado, con quien le liga una relación especial y en la que puede introducir sin más a sus destinatarios (cf. 1,7 «Dios nuestro Padre»).

La acción de gracias de Pablo se refiere a la comunidad cristiana de Roma: «todos vosotros.» Aunque personalmente no la conoce, o sólo en una parte mínima, conoce su fe, pues ésta es ya conocida «en todo el mundo». La palabra que Pablo emplea aquí da a entender que esa fama y conocimiento es un acontecimiento anunciador. La fe a la que la Iglesia de Roma ha llegado es una fe salvadora, no sólo porque con ella alcanzan los creyentes la salvación, sino también porque la fe de los creyentes apunta a Jesús como origen de la salvación. Esa fe viene proclamada por los creyentes, o mejor, a través de su vida determinada por la fe.

Al comienzo del v. 9 hay una protesta solemne con la que Pablo expresa una vez más sus peculiares relaciones con Dios. Invoca a Dios como testigo de que en sus oraciones piensa constantemente en la comunidad romana. Dios conoce sin duda sus esfuerzos por anunciar el Evangelio. A los ojos de Pablo su ministerio de heraldo es una forma de culto en toda regla. En 12,1 utiliza este concepto para hablar de la nueva forma de culto de los cristianos en la vida cotidiana (cf. también Flp 3:3). Pablo cumple su servicio de pregonero, a través del cual la palabra de Dios quiere llegar a los gentiles, siempre como un acto de culto delante de Dios. La indicación de «en mi espíritu» o «con mi espíritu» no significa por de pronto una interiorización o espiritualización de este culto. El sentido de la expresión resultaría mucho más claro traduciendo «a través de mi persona». El ministerio que el Apóstol desempeña, lo realiza aportando toda su contribución personal.

En sus oraciones Pablo piensa «incesantemente» en la comunidad. Este pensamiento, en el que se expresa la responsabilidad y preocupación del Apóstol por «todas las Iglesias» (2Co 11:28), se orienta ahora principalmente a lograr su deseo de visitar la comunidad de Roma. Por lo demás, Pablo sabe que esto no depende sólo0 ni en primer término de sus planes y propósitos, sino de «la voluntad de Dios». Este giro no debería entenderse de forma demasiado precipitada en un sentido edificante. Lo que aquí piensa Pablo es de naturaleza mucho más honda: si en sus viajes misioneros llega a Roma, con ello no hace más que cumplir la voluntad salvífica de Dios; pues Dios quiere que su Apóstol proclame sin cesar y por todas partes el mensaje de salvación.

b) Propósito y tema de la carta (Rm/01/11-17)

11 Pues estoy anhelando vivamente veros, para comunicaros algún don espiritual con el que quedéis fortalecidos, 12 o mejor, para que, en vuestra compañía, mutuamente recibamos aliento, por medio de la fe que nos es común tanto a vosotros como a mí. 13 No quiero que ignoréis, hermanos, que muchas veces me propuse llegar hasta vosotros, para recoger también entre vosotros algún fruto, al igual que entre los demás gentiles; pero hasta ahora me ha sido imposible. 14 Yo me debo tanto a griegos como a bárbaros, a sabios como a ignorantes; 15 así que, por lo que a mí toca, deseo vivamente proclamar el Evangelio también entre vosotros, los de Roma.

Su deseo de llegarse hasta Roma lo funda Pablo en que podría comunicar a los fieles de allí algún «don espiritual». Qué entiende en concreto por tal don, no lo dice aquí. Pero en el v. 15 habla claramente de que desearía anunciar también el Evangelio en Roma. De todos modos es en esta dirección en la que hay que buscar la imagen más precisa que el Apóstol tiene del don que quiere comunicar. Es siempre un don otorgado por el Espíritu para edificación de la Iglesia de los creyentes. A lo cual contribuye Pablo con su predicación. Mas semejante colaboración no es unilateral. Como predicador desea también su propia edificación personal a través de la fe de la comunidad. Tal propósito no debería entenderse sólo como una manifestación táctica de Pablo a fin de no aparecer demasiado importuno a una comunidad que todavía no le es familiar. En su predicación misionera Pablo se ve más bien como un recipiendario. Entre el Apóstol y la Iglesia median unas relaciones de comunicación.

El verdadero propósito de Pablo, es sin duda, el de «recoger algún fruto» en Roma al igual que entre los demás gentiles (v. 13). Con ello expone Pablo sus ulteriores propósitos misioneros. Lo que ahora le arrastra hacia Roma responde a su tarea apostólica. Pablo se debe a todos (v. 14), cualquiera que sea su procedencia, su grado de formación y la apertura a la predicación de Pablo. No depende, pues, de su capricho el ir o no ir a Roma. Está bajo la exigencia ineludible del Evangelio, a cuya disposición se pone por completo. Por lo mismo, Pablo no anuncia una visita privada, sino su futuro plan misionero que, sin duda alguna, no se limita a Roma sino que se extiende a todo el occidente del imperio (cf. 15,24). Por este camino quiere también anunciar el Evangelio en la Iglesia de Roma, no como entre gente que todavía no crea, sino a fin de ganar apoyo para su causa entre los cristianos de Roma, y desde esa comunidad avanzar hacia el mundo desconocido de los pueblos gentiles.

16 Porque no me avergüenzo del Evangelio, ya que es poder de Dios para salvar a todo el que cree: tanto al judío, primeramente, como también al griego.17 Pues, en el Evangelio, se revela la justicia de Dios partiendo de fe hasta consumarse en fe, según está escrito. «El justo vivirá de la fe» (Hab 2:4).

Pablo acaba de hablar de su propósito de anunciar el Evangelio también en Roma, y en seguida empieza con el anuncio en el v. 16; pues, así se debe entender el breve desarrollo temático de su Evangelio en estos dos versos. También la trama posterior de la carta permite conocer que Pablo quiere exponer ya ahora su Evangelio sin esperar a encontrarse en Roma. Sus fórmulas son muy concisas y de un énfasis evidente. Las distintas afirmaciones parciales del v. 16s se conjuntan en el tema «Evangelio». Lo que Pablo entiende por «Evangelio» lo desarrolla en frases sueltas: «Es poder de Dios… en el Evangelio se revela la justicia de Dios…» Este desarrollo preliminar del Evangelio paulino define el tema principal de toda la carta.

¿Por qué declara Pablo abiertamente que no se avergüenza del Evangelio? ¿Qué razón podía tener para avergonzarse del Evangelio? ¿O es que había en la Iglesia romana quienes se avergonzaban del Evangelio? Si Pablo destaca en seguida el «poder» oculto y representado en el Evangelio, es evidente que el mismo Evangelio ofrece el motivo de su desconocimiento y hasta para avergonzarse de él. Aquí hay que recordar 1Co 1:18, en que define el Evangelio como «la palabra de la cruz»: para quienes se pierden es una necedad, mas para quienes son salvados es poder de Dios. Con ello se expresa la crisis que provoca el Evangelio. Ni por su contenido -que es la palabra de la cruz-, ni por su proclamación, ni por sus pregoneros, es la imponente y reveladora fuerza de Dios que arrastra al hombre a su aceptación más que a rechazarlo. Precisamente a los «griegos» y a los «sabios» (v. 14) el Apóstol debió decirles que no había que escandalizarse por un Evangelio que no es sino el mensaje de un redentor crucificado. A los ojos del hombre el Evangelio es algo débil e inerme, pero desde el punto de vista de Dios es poder y fuerza para salvar. Pablo se ha consagrado a una empresa desesperada -humanamente desesperada-, cual es que la causa de Dios se imponga realmente entre los hombres. Lo hace, sin embargo, pasando por ello como un insensato a los ojos del mundo: «Nosotros, insensatos por Cristo, vosotros, sensatos en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros estimados, nosotros despreciados» (/1Co/04/10). Pablo presenta su Evangelio como una causa de Dios, no como una sabiduría humana. Para escucharlo se precisa siempre la misma buena disposición que para creEr. Y se lo ofrece ahora a los romanos porque quiere anunciarles ahora el mensaje de la acción de Dios.

Al suscitar la fe en el hombre, el Evangelio se muestra como un acontecimiento salvador, y justamente como la acción poderosa de Dios para redimir a la humanidad prisionera de su pecado. Mientras el Evangelio proclama esa acción redentora de Dios, esa acción divina se realiza históricamente en el hombre para su salvación. En la fe experimenta éste la salvación como una relación nueva con Dios. Pablo entiende la fe no tanto como una condición que el hombre ha de llenar para obtener la salvación, sino como la forma con que el hombre participa al presente en la obra salvífica y escatológica de Dios. De acuerdo con esto el Apóstol sabe que todos los hombres están llamados a salvarse. El universalismo de la salvación es una consecuencia esencial de su Evangelio. Pese a una cierta ventaja de los judíos en la historia de la salvación («al judío primeramente»), ahora la llamada del Evangelio se dirige a todos por igual, judíos y gentiles. Pues, por Jesucristo, cualquier antiguo derecho a la salvación se revela como transitorio, al tiempo que queda sin vigor. Y es que la salvación se otorga a todos sólo a modo de don gratuito, sólo por la fe.

El acontecimiento de Cristo se expresa en el v. 17 y de una forma que sorprende a primera vista. No hay duda de que, para Pablo, la muerte y resurrección de Jesucristo constituyen el núcleo de la realidad del Evangelio; pero el nombre de Jesús, que en los versículos 1-8 aparece hasta cinco veces, no se menciona para nada en este contexto. No obstante lo cual, en el v. 17 habla de Jesucristo cuando hace una última referencia fundamental al Evangelio, pues la justicia de Dios se revela en él.

En la tradición veterotestamentaria y judía la justicia se entiende como el ser y el obrar adecuados del hombre delante de Dios. De importancia decisiva es la reinterpretación del concepto que ahora hace Pablo. Según ella, el hombre no puede en modo alguno exhibir ante Dios su derecho como una exigencia. Si se habla de un ser y de un obrar justos del hombre ante Dios, esa justicia y derecho no pueden ser otros que el derecho de Dios. Así pues, y para decirlo brevemente, la justicia de Dios no es más que la acción justa de Dios frente al hombre por la que crea en éste la justicia. Lo cual sucede en el acontecimiento cristiano, cuya expresión histórica ponen de manifiesto la muerte y resurrección de Jesús. Pablo desarrolla su mensaje desde la revelación de la justicia de Dios en el cuerpo de la carta, especialmente en Rom 3:21-26. Aquí, en 1,17, se trata de momento de una primera indicación sucinta del tema.

La «justicia de Dios» quiere decir, por tanto, que en el acontecimiento salvífico proclamado por Pablo, Dios es el actor y agente por antonomasia. Esto es lo que confirma ahora directamente con una cita de la Escritura. Pues, si a la fe en Jesucristo hay que atribuirle ese alcance salvador decisivo, esa fe sólo puede provenir de Dios. Por ello se remite Pablo a la promesa divina que se encuentra en Hab 2:4b: «El justo vivirá de la fe» Pablo argumenta con la historia de la promesa a fin de revelar el verdadero y supremo fundamento del acontecimiento cristiano: Dios. Es Dios quien se afirma plenamente en el mensaje del tiempo actual y, con ello, en la fe de los creyentes.

Parte primera

EN EL EVANGELIO ACONTECE LA REVELACION DE LA JUSTICIA DE DIOS 1,18-4,25

En 1,15-17 hemos visto cómo el tema central que preocupa a Pablo es la proclamación del Evangelio y el consiguiente acontecimiento de la salvación. Y esto es lo que expone la carta, a renglón seguido, en un doble aspecto:

I. Con el Evangelio se descubre a los hombres su verdadera situación: como humanidad pecadora han incurrido en la ira de Dios (1,18-3,20).

II. Mas con el Evangelio se les anuncia también y se ofrece a todos los hombres la salvación, como salvación que Dios hace posible y otorga (3,21-4,25).

Estos dos órdenes de ideas se relacionan entre sí y constituyen una afirmación unitaria. Para nosotros es muy importante saber que los conceptos de «pecado», «impiedad» e «ira de Dios» hay que entenderlos en un sentido universal y estrictamente teológico. Según Pablo son los rasgos que caracterizan la situación de la humanidad en general antes de la revelación de la gracia de Dios en Jesucristo. Si decimos: «antes de la revelación», no debe entenderse sólo respecto del tiempo, sino también de la realidad objetiva; ello quiere decir que con ello nos referimos a todos aquellos casos en que el Evangelio no ha llegado ni ha sido aceptado de hecho. Del mismo modo las expresiones «impío», «impiedad», harto frecuentes en lo que sigue, no deberán entenderse como un juicio moral, sino como evocando un estado de cosas anterior a la revelación cristiana Más erróneo aún sería confundir estas expresiones con lo que hoy entendemos por ateísmo en sus diversas formas. Esto hay que tenerlo muy en cuenta para las perícopas que siguen si se quiere entender bien a san Pablo.

I. LA IRA DE DIOS SE REVELA SOBRE TODO PECADO (1,18-3,20)

1. PERSONALIDAD DE LOS HOMBRES (Rm/01/18-32)

18 Porque se revela la ira de Dios desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de unos hombres que injustamente retienen cautiva la verdad.

En este versículo no se puede pasar por alto el paralelismo formal que presenta con el versículo anterior. A dicha analogía con el v. 17 responde el emparejamiento de las dos «revelaciones», la de la justicia de Dios y la de la ira de Dios en el juicio. Por aquí puede ya reconocerse que tratará de esta ira como reverso de la justicia divina. Si la ira de Dios sobre el pecado de los hombres representa el tema de esta sección, en el v. 17 se le ha antepuesto de forma inequívoca el verdadero tema del Evangelio, en el que «se revela la justicia de Dios». A partir del Evangelio se detiene Pablo primeramente en el pasado de la humanidad para mostrarle el espejo en que puede reconocerse con su historia funesta. Así, la predicación de la ira de Dios no es más que un aspecto de la vasta revelación de Dios en el Evangelio, y que además sólo se comprende desde el Evangelio. Al igual que la proclamación del Evangelio, también el juicio airado de Dios acontece en el tiempo presente de los oyentes. Lo que aquí hace el Apóstol pertenece a su labor de pregonero del Evangelio: descubrir a la humanidad su verdadera situación y ponerla bajo el juicio de Dios.

La ira de Dios se ejerce sobre todas las perversidades de los hombres. A la luz de la revelación de Dios en el Evangelio, aparece el pecado del hombre en su auténtica «verdad», como la «impiedad» y la «injusticia» humanas. Que el hombre es «impío» no se echa de ver porque no reconozca expresamente a Dios. La impiedad del hombre, a la que Pablo se refiere, es más profunda. Que el hombre esté sin Dios significa que está sin el Dios viviente. La existencia del hombre «impío» es una existencia que termina en la muerte. Su hundimiento en la muerte se refleja en su conducta y, ante todo y sobre todo, en su alejamiento de Dios. Su impiedad es al mismo tiempo su injusticia, en cuanto que al separarse de Dios trastorna también el derecho. Y aquí cabría preguntar: ¿Qué derecho? ¿el de Dios o el del hombre? ¡Uno y otro! porque el derecho de Dios es también el derecho del hombre. Cuando el hombre obra lo que es justo, también Dios le da lo suyo. En Dios tiene el derecho del hombre su fundamento más profundo. El estado de cosas por lo que a la perversión del derecho se refiere, lo pone singularmente de relieve nuestro versículo: los hombres oprimen la «verdad», es decir, la verdad del ser humano, en la que se incluye también la coexistencia humana. Esa verdad, contra la que se alzan los hombres, no es en definitiva otra que la verdad personal del mismo Dios viviente. Y como el Dios viviente se muestra precisamente ahora en el Evangelio, pues su verdad aparece en éste como una instancia crítica, a la que el hombre ya no puede escapar.

19 Puesto que lo que puede conocerse de Dios está manifiesto entre ellos, ya que Dios se lo manifestó. 20 En efecto, desde la creación del mundo, lo invisible de Dios, tanto su eterno poder como su divinidad, se hacen claramente visibles, entendidas a través de sus obras; de suerte que ellos no tienen excusa.

Pablo intenta ahora dar un motivo al hecho de la ira antes indicado. Para ello se remonta un poco más. Recuerda lo conocido y evidente, es decir el conocimiento general de Dios. Se supone la revelación del Creador en sus criaturas. Lo «invisible» de Dios se reconoce en su creación, concretamente su «eterno poder como su divinidad». Sin duda que en este pasaje Pablo está especialmente influido por la espiritualidad helenística de su tiempo, tanto en la selección de las palabras como en sus imágenes. Esto lo demuestra ya la misma alusión a las propiedades de Dios, su «eterno poder» y su esencia divina8. Mas no por ello puede afirmarse sin más que Pablo dependa de una doctrina griega de Dios. La idea de creación apunta más bien y simultáneamente al trasfondo veterotestamentario y judío de su predicación9.

Sin embargo, Pablo no da en nuestro pasaje una exposición temática del problema del conocimiento natural de Dios. Piénsese sobre todo que lo que aquí hay que demostrar es la inexcusabilidad de los hombres. De ahí la importancia de que Dios se manifiesta de hecho, en cuanto como Creador se ha revelado en su creación, la importancia de que este manifestarse de Dios no haya llevado a los hombres al reconocimiento de la verdad; es decir, de sus verdaderas relaciones con el Creador. De este modo la manifestación de Dios se convierte para los hombres en deuda culpable.

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8. La palabra griega correspondiente a «eterno» aparece en el NT sólo una vez más en Jud 1:6. En cuanto a su significado, la pal abra griega aplicada a Dios quiere decir que Dios no tiene principio ni fin. Tampoco en Israel faltan huellas en favor de una existencia «eterna» de Dios; pero el concepto pone sobre todo de relieve la fidelidad y constancia de su Dios que actúa en la historia del pueblo de la alianza.

9. Hay que referirse concretamente a textos como Sab 13:1-9; ApocBar (siríaco) 54.17-19 y Oráculos Sibilinos 3,6-10. Estos escritos, aun cuando hablan de la cognoscibilidad del Creador por parte de su creación, permiten a su vez descubrir la influencia que en ellos ha ejercido el helenismo contemporáneo. Por lo mismo, será necesario entender a Pablo sobre el trasfondo de una tradición doctrinal judía apocalíptica con influencias helenísticas.

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21 Pues habiendo conocido a Dios, no le dieron gloria como a tal Dios ni le mostraron gratitud; antes se extraviaron en sus varios razonamientos, y su insensato corazón quedó en tinieblas. 22 Alardeando de ser sabios, cayeron en la necedad, 23 pues cambiaron la gloria del Dios incorruptible por la representación de una figura de hombre corruptible, de aves, cuadrúpedos y reptiles.

Todos los hombres son inexcusables ante Dios. En pro de esta tesis aduce ahora Pablo una segunda razón más concreta: de hecho han conocido a Dios, pero no le han dado la gloria, sino que pervirtieron el culto divino en un culto a los ídolos.

Del conocimiento de Dios debía seguirse el verdadero culto. Glorificar a Dios y darle gracias es la forma natural con que el hombre realiza su humanidad delante de Dios, puesto que se debe a Dios. Mas no es éste precisamente el caso. Con su conducta los hombres se manifiestan más bien desagradecidos. Si, pese a todo, aún pueden seguir pareciendo «sabios», tal sabiduría no puede engañar a los hombres acerca de su verdadera situación. Están obcecados, sus corazones se han hundido en las tinieblas y se han hecho necios. Y esto lo evidencian con su culto a los ídolos. Pablo tiene aquí sin duda ante los ojos ciertas formas de la religiosidad pagana. Mas no la considera desde los puntos de vista de la historia de la cultura y de la religión, sino que la enfoca como una perversión culpable de la verdad. En la idolatría no ocurre sino la divinización de la criatura. Las religiones paganas no se explican, pues, como estadios preliminares del verdadero culto, ni como formas perdidas y ocultas de una relación auténtica del hombre con Dios, sino como perversión de ellas. Que se reconozca la «gloria del Dios incorruptible» y que se trueque (v. 25) es una prueba de la necedad de los «sabios». En la «gloria», el Dios creador se vuelve a su criatura. Es la gloria de Dios que otorga vida y porvenir. Los hombres ocupan su lugar, de forma caprichosa, con la representación plástica de su corrupción: hombres, aves, cuadrúpedos, reptiles.

24 Por eso los entregó Dios a la impureza, a causa de los deseos de su corazón, hasta tal punto que ellos mismos deshonraron sus propios cuerpos, 25 ya que habían trocado la verdad de Dios por la mentira, y habían reverenciado y dado culto a la criatura en lugar del Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Que los hombres en su obcecación y necedad hayan abandonado al verdadero Dios y se hayan entregado a las vanidades, no es una «necedad» perdonable, sino una culpa grave. Así viene sobre ellos el juicio severo de Dios, y ya en su misma acción pecaminosa, Dios los ha abandonado; lo cual no es desde luego un signo de la resignación de Dios frente al capricho del hombre, sino expresión de su acción justiciera. El Dios al que niegan su obediencia de criaturas, al que desconocieron y rechazaron, ese mismo Dios los entrega a su propio desvarío, de tal manera que su demencia empezó a desfogarse en ellos mismos.

De hecho cabía esperar que la «impureza» y la «deshonra de los cuerpos» apareciesen en el capítulo del deber junto con el culto de los ídolos antes mencionados. Y, en efecto, según la idea corriente en el judaísmo, una y otra, la idolatría y la perversión del orden moral, principalmente el desorden sexual, aparecen unidas. Al culto de los ídolos sigue como consecuencia natural la perversión moral 10. Este estado de cosas, típicamente pagano según la concepción judía, lo denostaba el judaísmo principalmente por motivos apologéticos. Por ello se destacaban con singular énfasis la fe veterotestamentaria y judía en Dios y el comportamiento moral del «justo».

Pablo no afronta directamente esta conexión, sino que empieza por demostrar la culpa de la humanidad, y de modo concreto por la perversión de la «verdad de Dios». De ahí proceden todas las deficiencias morales. De la negativa de los hombres frente a Dios se siguen todas las otras culpas, y este continuar pecando pone cada vez más de relieve que los hombres se encuentran bajo el juicio de la ira de Dios.

El pecado radical de los hombres consiste, pues, en haber rechazado la «verdad de Dios». Los hombres debían haber encontrado la verdad en el reconocimiento de su verdadero Creador y en no desplazarle caprichosamente dando su puesto a la criatura.

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10. En este contexto hay que referirse una vez más al libro de la Sabiduría. En /Sb/14/22-31 se expone cómo los hombres han llegado al desenfreno moral a través de la idolatría.

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26 Por eso, los entregó Dios a pasiones que envilecen: así, hasta sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza: 27 igualmente los hombres también, dejando el uso natural de la mujer, se abrasaron en su lascivia los unos hacia los otros, cometiendo torpezas varones con varones, y recibiendo en sí mismos la debida retribución a su extravío.

Pablo empieza por repetir aquí el comienzo del v. 24 Con ello adquiere un renovado énfasis la manifestación del juicio en el hecho mismo de que los hombres hayan pervertido la creación. De una forma más detallada y categórica que antes describe ahora esa perversión como un capricho sexual de los hombres.

No es ciertamente casual que el Apóstol demuestre la perversión moral de los hombres con el ejemplo del desenfreno sexual. Sin duda que ha debido encontrar abundante material de prueba en las costumbres de su tiempo. Y Pablo intenta explotarlo para sus propósitos de predicador. Su juicio sobre los desórdenes señalados hay que entenderlo desde el trasfondo de las concepciones de su tiempo y de su ambiente. Los coetáneos del Apóstol, de formación helenística, conocían perfectamente los postulados éticos, para los que se encontraba un fundamento en una ley obligatoria, análoga a la ley natural. Pero, junto a la exigencia de vivir conforme a la naturaleza, aparecía siempre, como perfectamente compaginable, un afán individualista por alcanzar una experiencia de felicidad, y por lo mismo el placer sexual más o menos sublimado. Sin duda que en tiempos del Apóstol existía también una crítica contra los excesos de la sociedad. Pero esa crítica permanecía fundamentalmente vinculada a la idea de naturaleza. El juicio de Pablo, por el contrario, está determinado por la idea de creación. Si externamente puede decirse que sigue la crítica de la apologética judía a las manifestaciones paganas, la verdad es que no las afronta de un modo puramente ético. Pablo ve en esas manifestaciones el fundamento de toda la perversión humana: el hombre ha olvidado que Creador y criatura no pueden intercambiar sus papeles. De ahí que ahora, frente a los hombres que se han olvidado de Dios, el Creador se revele entregándolos a sus pasiones, y recibiendo éstos en sus deseos brutales la «merecida retribución». En consecuencia, Pablo ve ya operando en la historia de la humanidad la «ira de Dios» (v. 18). En el presente, y en concreto con la predicación del Evangelio, se revela la «ira de Dios» con su trascendencia escatológica.

28 Y como no se dignaron retener el cabal conocimiento de Dios, Dios los entregó a una mentalidad reprobada, a realizar lo que no deben: 29 están repletos de toda suerte de injusticia, de malicia, de codicia y de maldad; llenos de envidia, de homicidios, de riñas, falsía y mala entraña; son difamadores, 30 calumniadores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, fanfarrones, maquinadores de maldades, rebeldes a sus padres, 31 insensatos, desleales, sin afecto, sin compasión.

Una vez más recuerda Pablo los fallos fundamentales de los hombres en los que desembocan sus relaciones inadecuadas con Dios. Han reconocido ciertamente a Dios (v. 21), pero le han negado la gloria que le corresponde como a Creador, perdiendo de vista la relación esencial de su vida (eso es lo que significa el reconocimiento de Dios).

La acción judicial de Dios sobre los hombres penetra ahora toda la conducta de éstos. Y a esa luz la humanidad entera tiene que aparecer necesariamente como una generación perversa. Tal es el sentido del catálogo de vicios que Pablo aduce aquí 11. Mientras unas líneas antes detallaba las manifestaciones antinaturales de la sexualidad, ahora teje una lista de actitudes y conducta erradas. En ellas se cumple con necesidad irremediable el juicio de Dios. Eso es lo que Pablo quiere probar; de ahí que no se pregunte si el hombre solamente obra mal o si sigue habiendo siempre algo bueno en su acción. Como aquí no le interesa investigar teóricamente y resolver en ese terreno la cuestión moral como tal, como ni tampoco la posibilidad de llevar una vida moralmente buena, no encontraremos una respuesta satisfactoria a tales problemas. Esa respuesta no se da ciertamente en Pablo ni en su visión supuestamente incompleta, sino que interesa más bien a quien plantea la cuestión en un sentido que no encaja con el del kerygma paulino. Pues, lo que aquí mueve a Pablo es la «verdad de Dios», y ésta apunta expresamente a la posición de la humanidad entera: delante de Dios todos son pecadores. Esto es lo que deben decirse todos los hombres. Por eso no tiene ya sentido preguntarse si alguien es más o menos pecador. Con esta interpretación no es necesario ya precisar y explicar con detalle cada uno de los veintiún conceptos que forman la lista de las deficiencias humanas. Como quiera que sea, Pablo no se preocupa aquí de dar un cuadro completo histórico, cultural y ético de su tiempo.

……………

11. Catálogos de vicios parecidos se encuentran en Rm 13.13; 1Co 5:10 s; 1Co 6:9 s; 2Co 12:20 s; Gal 5:19-21 (al que en 5,22-23 se contrapone un catálogo de virtudes); Efe 4:31; Col 3:5.8; 1Ti 1:9-10; 2Ti 3:2-5; Tit 3:3. Catálogos de este tipo se dan también, fuera del Nuevo Testamento, en los clásicos de la ética antigua, los estoicos. Mas Pablo no depende directamente de ellos sino mas bien de posiciones judías en las que se deja sentir la influencia estoica, como podemos reconocer especialmente en Sab 14:22-26; 4M 1-3 (sobre todo 1,27; 2.15) y en Filón. ……………

32 Los cuales, aun conociendo bien el veredicto de Dios, a saber, que son dignos de muerte los que practican tales cosas, no sólo las hacen ellos mismos, sino que hasta aplauden a quienes las practican.

Para terminar su acusatoria intenta el Apóstol darle una última condensación: todos éstos que conocen las exigencias de los derechos de Dios -lo que quiere decir, que pecan a sabiendas de que hay de por medio una sentencia capital- obran así a pesar de todo; pero no sólo actúan así personalmente, sino que además asienten y aprueban a quienes tal hacen. En esta forma de conspiración secreta o abierta contra su Creador se manifiesta finalmente la culpa de toda la humanidad. Pablo no excusa ni defiende nada de cuanto antes ha expuesto, sino que lo pone todo en el capítulo del debe.

Aquí se evidencia que el anuncio del juicio que proclama el Apóstol no es un informe desapasionado sobre el estado general de la humanidad delante de Dios. En su predicación Pablo se convierte en el abogado de Dios. Pero al propio tiempo con la proclamación de su Evangelio llega ya el juicio. Dios es juntamente acusador y juez. El Apóstol da entrada ya ahora en su Evangelio a esta doble función.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

LA ETAPA DE LAS EPÍSTOLAS

INTRODUCCIÓN A LA ETAPA DE LAS EPÍSTOLAS

(Romanos – Apocalipsis)

En ningún otro período de toda la historia del mundo se ha escrito tanta literatura inapreciable como durante los años del 45 al 100 de la era cristiana. Estos cincuenta y cinco extraordinarios años estuvieron literalmente llenos de joyas literarias preciosas que nos vinieron del mismo Dios.

Tomaron la forma de veintidós cartas, conocidas comúnmente como las epístolas del Nuevo Testamento. Santiago, Judas, Juan, Pedro y Pablo fueron los hombres escogidos por Dios para completar su maravilloso manuscrito, conocido como la Biblia, que él había empezado como quince siglos antes por medio de Moisés en el desierto de Moab. El apóstol Juan, el último instrumento humano usado por Dios, lleva a su clímax con el Apocalipsis la gran revelación divina que empezó con el Génesis.

La Biblia es un libro que tiene a Cristo como centro. El Antiguo Testamento es la preparación de su vida, los evangelios son la manifestación de esa vida, el libro de los Hechos es la propagación de su vida, y las epístolas son la explicación de su vida. El tema central de las epístolas es Cristo y su Iglesia. La mayoría de estos libros están dirigidos a congregaciones locales (Gálatas, Romanos y 1-2Tesalonicenses, y 1-2Corintios, Efesios, Filipenses, Colosenses). Otras están dirigidas a pastores de iglesias locales (1y2Timoteo, Tito), mientras que otras están dirigidas a miembros individuales de las congregaciones locales (Filemón, y 2-3 Juan).

Al menos una de las epístolas es una amada carta familiar (1 Juan), mientras que otra es tremendamente práctica (Santiago). Dos fueron escritas teniendo en mente a los creyentes que sufren (1y2Pedro), otra advierte acerca de la apostasía que se acerca (Judas), y una sin firma (Hebreos) nos describe lo que Cristo está haciendo por su Iglesia en el cielo. La última epístola lo resume todo, concluyendo con el matrimonio del Esposo celestial con su esposa la Iglesia (Apocalipsis).

ROMANOS

INTRODUCCIÓN

La carta a los Romanos contiene 16 capítulos, 433 versículos y más de 9.500 palabras en las versiones en castellano. Si intentáramos determinar el valor de este libro por su doctrina, historia, profecía, y por los millones de santos y teólogos que sus páginas han producido durante los últimos veinte siglos, tendríamos que calcularlo en miles de millones de dólares. El autor de este Auxiliar bíblico Portavoz ha dedicado cientos (literalmente) de horas felices al estudio, y posterior resumen, de esta magnífica epístola.

Ningún otro estudio bíblico ha estimulado y conmovido mi alma más que este. Mi oración ferviente es que le plazca a Dios usar las siguientes páginas (con todo lo insuficientes que puedan ser) para, de igual manera que a mí, informar, iluminar e inspirar a muchos otros creyentes acerca de esta gran epístola, que es como la Constitución y la Declaración de Derechos de la fe cristiana.

El libro de Romanos puede asemejarse a cuatro edificios:

I. El tribunal de justicia divina: la ira de Dios (la condenación y la justificación)

(Rom 1:1-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-31; Rom 4:1-25; Rom 5:1-21).

A. El secretario (Rom 1:1-17)

B. Las actas del tribunal (Rom 1:18-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-31; Rom 4:1-25).

C. La revisión (Rom 5:1-21)

II. La central de energía de la gracia: el método de Dios (la santificación y la preservación) (Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39).

A. El plan: primer piso, la santificación (Rom 6:1-23).

B. El dolor: segundo piso, la frustración (Rom 7:1-25).

C. El precio: tercer piso, la preservación (Rom 8:1-39).

III. La sinagoga de Israel: La sabiduría de Dios (explicación y vindicación) (Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36).

A. La soberanía de Dios y la elección de Israel (Rom 9:1-33).

B. La justicia de Dios y el rechazo de Israel al presente (Rom 10:1-21).

C. La sabiduría de Dios y la restauración de Israel en el futuro (Rom 11:1-36).

IV. El templo de Dios: la voluntad de Dios (transformación y exhortación) (Rom 12:1-21; Rom 13:1-14; Rom 14:1-23; Rom 15:1-33; Rom 16:1-27).

A. Las responsabilidades públicas de todos los redimidos (Rom 12:1-21; Rom 13:1-14; Rom 14:1-23; Rom 15:1-6).

B. Comentarios personales para los creyentes romanos (Rom 15:14-33; Rom 16:1-27).

I. El tribunal de justicia divina: la ira de Dios (la condenación y la justificación) (Rom 1:1-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-31; Rom 4:1-25; Rom 5:1-21). En los primeros capítulos de Romanos, Pablo nos describe un caso legal que podríamos titular: «El Supremo Creador acusa a sus pecaminosas criaturas.»

A. El secretario del tribunal (Rom 1:1-17).

1. La elección de Pablo para el evangelio (Rom 1:1).

a. Era un siervo (esclavo) de Jesucristo.

b. Llamado a ser apóstol. Dos requisitos eran necesarios para el apostolado:

(1) Haber visto al Señor Jesús (1Co 9:1; 1Co 15:8-9).

(2) Su llamamiento debía proceder de Dios mismo (Jua 6:70; Hch 9:15). Ningún hombre debería entrar en el ministerio a menos que sea llamado por Dios. (Véanse Jua 15:16; Mat 9:38; Heb 5:14; Jer 23:21; Eze 13:4-6; Eze 13:10.)

c. Era un santo apartado. Hay tres separaciones específicas que se dieron en la vida de Pablo.

(1) En su nacimiento (Gál 1:15).

(2) En el camino a Damasco (Hch 9:15-16): su conversión a Cristo.

(3) En Antioquia (Hch 13:1-2): su llamamiento al ministerio. Pablo fue separado por y para Dios como lo fue Jeremías (Jer 1:5) y Juan el Bautista (Lev 1:15).

2. La explicación del evangelio por Pablo (Rom 1:2-5).

a. No es nuevo. Pablo decía que los profetas del Antiguo Testamento hablaron de ello. Él cita el Antiguo Testamento en Romanos no menos de sesenta y una veces de catorce libros. Esto refuta completamente las pretensiones de las sectas de declarar verdades nuevas y exóticas acerca del evangelio. Se ha dicho correctamente que «si algo es nuevo, probablemente no es verdad, y si es verdad no es nuevo».

b. Trata acerca de Jesús. Cristo es el autor y consumador del evangelio.

c. Fue manifestado mediante la encamación. Pablo habla del nacimiento virginal y de la humanidad de Cristo en Rom 1:3. Cristo es del linaje de David.

d. Fue proclamado por medio de la resurrección. La palabra griega para «declarado» de Rom 1:4 es horizo (de donde procede nuestra palabra «horizonte»), que significa «marcado por señales ciertas». Lo que quiere decir que Cristo, el Hijo de Dios, es el linde claro entre la tierra y el cielo.

(1) Se habla de su humanidad, como se puede ver:

(a) Creció (Luc 2:40; Luc 2:52).

(b) Tenía apariencia humana (Jua 4:9; Jua 20:15).

(c) Tuvo hambre (Mat 4:2).

(d) Tuvo sed (Jua 19:28).

(e) Se fatigó (Mar 4:38; Jua 4:6).

(f) Lloró (Jua 11:35; Luc 19:41).

(g) Sufrió, se desangró y murió (1Pe 2:21; Jua 19:34; Mat 27:50).

(2) Se habla de su deidad, como podemos ver:

(a) Lo llaman Dios (Tit 2:13).

(b) Es eterno (Apo 1:8; Apo 1:18).

(c) Es inmutable (Heb 13:8).

(d) Es omnipotente (Heb 1:3).

(e) Es omnisciente (Col 2:3).

(f) Es omnipresente (Mat 18:20).

Se habla de ambas naturalezas en Isa 9:6; Gál 4:4; y 1Ti 3:16. Nota: la frase «por la resurrección de entre los muertos» (Rom 1:4) está correctamente expresada en plural en castellano, pues abarca a todos los creyentes (véanse Rom 6:4; Jua 5:21; 1Co 15:22).

e. Concede a la vez tanto la salvación como oportunidad de servicio. Notemos el testimonio de Pablo aquí: «Por quien recibimos la gracia y el apostolado» (Rom 1:5). Observemos que la gracia precede al apostolado, pues necesitamos la conversión antes de poder servir. En 2Co 11:13-15 se habla de ministros inconversos. Jesús tiene que decir «Ven y sígueme», antes de poder declarar: «Id por todo el mundo.» John Wesley fue un buen ejemplo de ello.

f. Se recibe por fe (véanse Rom 5:1; Efe 2:8-9).

3. La gratitud de Pablo por el evangelio (Rom 1:6-15).

a. Pablo escribe a todos los creyentes romanos: «… amados de Dios, … santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.» (Rom 1:7). Notemos que les llama «santos», pues todos los creyentes lo somos ante los ojos de Dios.

Veamos también que la gracia precede a la paz. No puede haber paz aparte de la gracia. (Véanse Isa 57:21; Jer 6:14; Luc 7:50; Luc 8:48; Rom 5:1; 1Ts 5:3.)

Pablo comienza cada una de sus trece epístolas con estas mismas palabras: «Gracia y paz». Pedro (1Pe 1:2; 2Pe 1:2) y Juan (3Jn 1:3) hacen lo mismo. Gracia es «el favor inmerecido» y aparece por primera vez en Gén 6:8. Es quizá la segunda gran característica de Dios (después de la santidad) y podría ser definida como «la justicia de Dios a expensas de Cristo». (Véanse Rom 5:20; Efe 2:8-9; 1Pe 3:18; 1Co 15:10.)

b. El apóstol los elogia por su fe que es conocida en todo el mundo (Rom 1:8). Sabemos que el emperador Claudio había forzado a los judíos a salir de Roma a causa de un tal Cresto, que se piensa es un mal deletreo de «Cristo». (Véase también 1Ts 1:6-8.)

c. Les asegura que ora constantemente por ellos y también por sí mismo para que «tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros». Dios contestó más tarde su oración, pero no en la forma que él podía haber supuesto (Hch 27:1-44; Hch 28:1-31). En Rom 16:1-27 Pablo cita por nombre a 26 santos de la iglesia en Roma.

d. Desea ir para serles de bendición y también para recibir él bendición (Rom 1:12). Anteriormente se había propuesto ir, pero sus planes habían sido estorbados, una vez por Satanás (1Ts 2:18) y otra vez por Dios (Hch 16:6-7). Esto quiere decir que los planes de Pablo no estaban más inspirados que los de los cristianos de hoy (véase Rom 15:22-23). El don espiritual mencionado en Rom 1:11 era probablemente el de doctrina (1Pe 2:2).

e. Sentía que tenía una gran deuda de llevar el evangelio a todo pecador (Rom 1:14; véase también 2Re 7:9). A causa de esto, Pablo podía decir: «Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma» (Rom 1:15). Predicó en Jerusalén (el centro religioso del mundo) y se le opusieron ferozmente (Hch 21:31; Hch 22:22-23). Predicó en Atenas (el centro intelectual) y se burlaron de él (Hch 17:32). Predicaría más tarde en Roma (el centro político) y allí sufrió el martirio (2Ti 4:6).

4. La confianza de Pablo en el evangelio (Rom 1:16-17).

a. Pablo menciona aquí los tres elementos básicos que componen su filosofía concerniente al evangelio:

(1) Soy deudor (Rom 1:14) de predicarlo.

(2) Estoy presto (Rom 1:15) para predicarlo.

(3) No me avergüenzo (Rom 1:16) de predicarlo. Lo que aquí quiere decir es que el evangelio no le va a dejar mal, nunca le va a dejar avergonzado.

b. El evangelio es poder de Dios (Rom 1:16). Hay dos reglas mediante las que se miden el poder de Dios en la Biblia. En el Antiguo Testamento era de conformidad con aquel poder que sacó a Israel de Egipto (véanse Éxo 14:1-31; Éxo 15:1-27; Sal 78:1-72). En el Nuevo Testamento la unidad de medida es la resurrección de Jesús (Efe 1:20). El término griego para «poder» es dunamis, de donde proceden dos palabras:

(1) dinamita: poder destructivo, y

(2) dinamo: poder constructivo. El evangelio de Cristo es ambas cosas (véase 2Co 2:16).

c. El evangelio produce justicia (Rom 1:17). Esta palabra significa, en su definición más simple, «vestidura correcta». La Biblia nos enseña que todos los pecadores nos encontramos desnudos delante de Dios (Gén 3:10; Heb 4:13; Apo 3:17). Algunos pecadores se dan cuenta de ello y tratan de vestirse creando sus propias vestiduras espirituales, pero Dios las ve como trapos de inmundicia (Isa 64:6). Sin embargo, el evangelio provee de vestiduras nuevas a todos los pecadores arrepentidos. (Véanse 2Co 6:7; Efe 6:14; Apo 19:7-8.) Bien podemos usar esta palabra para resumir el libro de Romanos en forma triple:

(1) Dios es justo.

(2) Dios demanda que seamos justos.

(3) Dios provee de justicia.

d. El evangelio dice: «Mas el justo por la fe vivirá» (Rom 1:17). Estas siete palabras dieron origen a la reforma protestante cuando Martín Lutero las experimentó personalmente. Las encontramos en Hab 2:4 y aparecen tres veces citadas en el Nuevo Testamento.

(1) Aquí en Rom 1:17, donde el énfasis está en «el justo».

(2) En Gál 3:11, donde el énfasis aparece en «vivirá».

(3) En Heb 10:38, donde el énfasis lo tenemos en «por la fe». El obispo Lightfoot ha señalado lo siguiente en relación con estas siete palabras:

(4) La ley de Moisés contenía 613 preceptos.

(5) David los redujo a once en el Sal 15:1-5.

(6) Isaías los deja en seis.

(7) Miqueas lo limita a tres.

(8) Isaías los reduce a dos en otro pasaje.

(9) Pero Habacuc y Pablo resumen el plan de Dios a una sola declaración. La fe ha sido definida como «la mano del corazón».

B. Las actas del tribunal (Rom 1:18-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-31; Rom 4:1-25).

1. Los acusados:

a. Un idólatra (el hombre pagano) (Rom 1:18-32).

b. Un hipócrita (el hombre moral) (Rom 2:1-16).

c. Un hebreo (el hombre religioso) (Rom 2:17-29; Rom 3:1-8).

2. La acusación: alta traición contra el Rey del universo (Rom 3:23).

3. El Juez que preside: el Señor Jesucristo (Jua 5:22; Hch 17:31).

4. La acusación detallada: la ira de Dios se revela contra toda impiedad (los pecados contra su persona) e injusticia (pecados contra su voluntad). La primera categoría es vertical, mientras que la segunda es de naturaleza horizontal.

a. Esta ira se manifiesta de tres maneras:

(1) En el relato bíblico mismo (Jua 3:36).

(2) En la cruz del Calvario (Mat 27:46; 1Pe 3:18).

(3) En el mundo natural (por medio de terremotos, tornados, hambre, etc.)

b. La acusación de Dios contra el hombre abarca diez aspectos:

(1) Detienen con injusticia la verdad (Rom 1:18; véanse también Luc 4:42; 2Ts 2:6-7).

(2) Conocen a Dios, pero no le glorifican como a Dios (Rom 1:21).

(3) No le dieron gracias (Rom 1:21). (Cp. Rom 1:8; 1Ts 5:18).

(4) Empezaron con necias especulaciones: «se envanecieron en sus razonamientos» (Rom 1:21)

(5) Permitieron que sus mentes se entenebrecieran (Rom 1:21).

(6) Pensaban que eran sabios, pero se hicieron necios (Rom 1:22). El término griego que se emplea aquí para «necios» es moraino, de la forma verbal moros, que también se puede traducir por retrasado mental o subnormal.

Este fue el principio de la filosofía humana, un término mal empleado, porque significa «amante de la sabiduría». (Véanse Hch 17:18-21; 1Co 1:18-21; 1Ti 6:3-5; 1Ti 6:20; 2Ti 3:7; 2Ti 4:4.)

(7) Prefirieron a los ídolos antes que al Dios vivo, y cambiaron la gloria del Dios eterno por:

(a) La del hombre: los griegos adoraban el cuerpo humano, como lo hace Hollywood hoy.

(b) La de las aves: los asirios se inclinaban ante las aves.

(c) La de los cuadrúpedos: los egipcios ponían sus ojos en vacas y cocodrilos.

(d) La de los reptiles: los paganos adoraban a las serpientes.

Notamos aquí en Rom 1:23 la clara y vivida tendencia decadente del hombre. La Biblia no habla de evolución sino de involución.

(8) Entregaron sus cuerpos a las perversiones sexuales (Rom 1:26-27). El pecado de la homosexualidad es generalmente la etapa última en las civilizaciones que se apartan de Dios. Dios castigó a Sodoma por causa de este pecado borrándola del mapa del Medio Oriente (Gén 19:1-38), y posteriormente ordenó la destrucción de Jericó junto con otras ciudades del Antiguo Testamento (1Re 14:24). En los años recientes ha aumentado considerablemente el número de los homosexuales en la civilización occidental.

(9) Estaban atestados de toda injusticia (Rom 1:29-32).

(a) Fornicación: pecados sexuales en general.

(b) Perversidad (Mar 7:22).

(c) Avaricia (Col 3:5).

(d) Maldad (saña ciega y cruel)

(e) Envidia (descontento con las posesiones y ventajas de los demás).

(f) Homicidios (Mat 5:21-22).

(g) Contiendas: disputas con la intención deliberada de extraviar.

(h) Engaños: acosar o poner trampas.

(i) Malignidad: mala voluntad, formas crueles.

(j) Murmuradores: calumniar secretamente.

(k) Detractores: calumnia declarada.

(l) Aborrecedores de Dios.

(m) Injuriosos: insolentes y ofensivos.

(n) Soberbios: arrogantes, fanfarrones

(o) Altivos.

(p) Inventores de males.

(q) Desobedientes a los padres.

(r) Necios: sin entendimiento (véase Efe 4:17-19).

(s) Desleales.

(t) Sin afecto natural.

(u) Implacables.

(v) Sin misericordia.

(10) Ellos eran conscientes de la maldad de sus acciones, pero continuaban haciéndolo y animaban a otros a imitarlos (Mar 14:10-11; Apo 11:10). Por causa de estas tendencias y actitudes Dios los entregó a una mente reprobada (los dejó con sus perversos pensamientos, con una mente incapaz del juicio racional) (Pro 1:24-31; Rom 1:24, Rom 1:26, Rom 1:28).

5. El jurado:

a. La ley de Dios (Rom 2:12).

b. Los hechos del hombre (Rom 2:6).

6. La defensa:

a. El pagano (Rom 1:18-32).

(1) Su excusa: «Debo ser disculpado por razón de ignorancia.»

(2) La excusa es rechazada: «Todos los hombres tienen tanto el testimonio de la conciencia (Rom 1:19) como el de la naturaleza» (Rom 1:20). (Véanse Isa 40:26; Sal 8:3; Sal 19:1-3; Hch 14:17; Hch 17:29). En otras palabras, Dios no cosecha ira donde no ha sembrado conocimiento.

Estos dos testimonios son inequívocos y universales. En consecuencia, todos los hombres están expuestos a ellos y acusados por ellos.

b. El hipócrita (Rom 2:1-16).

(1) Su excusa: «Debo ser disculpado en base de la comparación, porque yo no soy tan malo como el pagano salvaje.

(2) La excusa es rechazada: «Tú has estado haciendo básicamente lo mismo, pero d una manera más refinada.» Un ejemplo clásico del hombre que condena a otro por lo mismo que él ha hecho es cuando David condenó al hombre rico porque le había quitado la cordera al pobre (2Sa 11:1-27; 2Sa 12:1-31).

Comentarios adicionales sobre el hombre moral:

(3) Estas personas que se creen justas cometen uno de estos dos errores capitales:

(a) No entienden la altura de la ley de Dios.

(b) Subestiman la profundidad de su propia conducta moral.

(4) Desean el fruto del cristianismo pero sin las raíces.

(5) Subestiman el temible conocimiento de Dios (Rom 2:1). Pero Dios conoce todos los hechos.

(a) Conoce el número de las estrellas (Sal 147:4).

(b) Conoce los pensamientos y las palabras del hombre (Sal 139:1-2, Sal 139:4, Sal 139:23, Sal 139:24).

(c) Conoce el número de los cabellos de la cabeza del hombre (Mat 10:30).

(d) Conoce el pasado, el presente y el futuro (Hch 15:18).

(e) Conoce incluso lo que podía haber sucedido (Mat 11:23).

(6) Menosprecian su bondad y paciencia (Rom 2:4). Menospreciar es dar poca importancia o tener a menos (Gén 25:34; Heb 12:2, Heb 12:5). Lo que el hombre moral menosprecia es:

(a) La paciencia de Dios, esto es, la acción de retener su ira y su condena.

(b) La bondad de Dios, esto es, la acción de ofrecer su gracia. El hombre moral toma muy a la ligera la mano extendida de Dios y también su puño cerrado.

(7) Asumen que su moralidad les va a librar del juicio (Rom 2:3). Se ha dicho que hay cuatro posibles maneras en que un hombre puede escapar del castigo humano:

(a) Puede cometer una falta que nunca se descubra y quedar como un malhechor sin descubrir.

(b) Puede escapar a un lugar donde no le alcance la ley.

(c) Puede comprar a un abogado muy astuto y burlarse de la ley.

(d) Puede escaparse de la cárcel donde le metieron. Pero de Dios no puede escapar (Heb 2:3). La única esperanza del hombre es arreglarse con Dios antes del juicio.

Sin esta reconciliación todos los hombres serán juzgados por sus pensamientos (Rom 2:16), palabras (Mat 12:36), y hechos (Apo 20:12). Esto sucederá así «porque no hay acepción de personas para con Dios» (Rom 2:11). (Véanse también Deu 10:17; Hch 10:34; Stg 2:1, Stg 2:9; Efe 6:9; Col 3:25.)

(8) El hombre moral que se considera a sí mismo justo, a semejanza del pagano, será juzgado por el doble testimonio de la naturaleza y de la conciencia (Rom 1:19-20; Rom 2:12-15).

La Biblia habla de varias clases de conciencia.

(a) Una buena conciencia (1Ti 1:5; 1Ti 1:19).

(b) Una conciencia débil (1Co 8:12).

(c) Una conciencia acusadora (Jua 8:9).

(d) Una conciencia corrompida (Tit 1:15).

(e) Una conciencia endurecida (1Ti 4:2).

Debemos hacer notar que la conciencia no funciona legislativamente sino sólo judicialmente. Es como un árbitro que sigue las reglas pero no crea él las reglas. La conciencia es, pues, un aguijón, pero no una guía. Pablo resume esta sección diciendo: «Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados: (Rom 2:12; véase también Luc 12:47-48).

c. El hebreo (Rom 2:17-29; Rom 3:1-8).

(1) La excusa: «Debo ser disculpado sobre la base de que conozco la ley y doy clases de religión.»

(2) El rechazo de la excusa: «Tú sencillamente no practicas lo que predicas.» Otros comentarios acerca del hombre religioso:

(3) Su ley no podía salvarle (Rom 2:17-24) El judío había corrompido esta ley y su conocimiento de Dios, y se había convertido en un horrible testimonio para los gentiles (Rom 2:24; véanse también Gén 34:30; Eze 36:17, Eze 36:20). Era el cumplimiento de la ley de Dios y no su posesión lo que les libraba del juicio. Israel no había cumplido la ley (Mat 21:13; Mat 23:4-36; Hch 15:10).

(4) Su circuncisión no pudo salvarle (Rom 2:25-27). Los judíos creían que Abraham (el primero en ser circuncidado, véase Gén 17:11) estaba a la puerta del infierno para asegurarse de que ningún judío circuncidado entraría allí. Aunque la circuncisión era ciertamente el sello de la promesa de Dios, solamente la fe interna era la fuente. (Véanse Deu 10:12, Deu 10:16; Deu 30:6.) El rito de la circuncisión ya había sido dejado a un lado según Hch 15:1-41.

(5) Su nacimiento no podía salvarle (Rom 2:28-29). La salvación no nos viene por medio de un lugar, cara o raza, sino por gracia. (Véase Jua 8:39, Jua 8:44.)

Pablo resume ahora rápidamente el caso contra Israel (Rom 3:1-8).

(6) Aunque los judíos tenían una ventaja nacional sobre los gentiles («les ha sido confiada la palabra de Dios», Rom 3:2), no poseían bajo ningún concepto ninguna ventaja espiritual.

(7) Aunque Israel había rechazado a Cristo, la promesa de Dios no fallaría (Rom 3:3-4; véase también 2Ti 2:13).

(8) Aunque la injusticia de Israel «hace resaltar la justicia de Dios» (es decir, se ve más claramente), Él todavía los juzgará junto con los gentiles incircuncisos. Porque el fin nunca justifica los medios.

7. El veredicto (Rom 3:9-20): «… ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado» (Rom 3:9). Los versículos que describen el veredicto están tomados de varios pasajes del Antiguo Testamento: los versículos Rom 3:10-12 proceden de Ecl 7:20; Sal 14:2-3; Sal 53:2-3. Los versículos Rom 3:13-18 proceden de los Sal 5:9; Sal 10:7; Sal 36:1; Sal 140:3; Isa 59:7-8.

a. Encuentran al hombre depravado en su carácter (Rom 3:10-12), una referencia a lo que él es.

(1) «No hay justo ni aun uno.» Incluso María necesitó un Salvador (véase Luc 1:46-47).

(2) «No hay quien busque a Dios.» La Biblia no es el registro de la búsqueda de Dios por el hombre, sino de la búsqueda del hombre por Dios (véanse Gén 3:9; Isa 1:18; Isa 55:1).

(3) «Todos se desviaron» (Isa 53:6).

(4) «A una se hicieron inútiles.» Esta es una referencia a algo que fue originalmente bueno pero que se ha puesto malo, como leche descompuesta, la carne podrida, el pan enmohecido (Isa 1:6). Es decir, que los hombres estamos en la condición de ser injustos, irracionales, impenitentes y sordos al llamamiento de Dios.

b. Encuentran al hombre depravado en su conversación (Rom 3:13-14), esta es una referencia a lo que dice. Las palabras del hombre son como el colmillo de una serpiente y el hedor de un sepulcro.

c. Encuentran al hombre depravado en su conducta (Rom 3:15-18), una referencia a lo que hace.

(1) Mata a su hermano.

(2) Se burla de su Dios.

Pablo ha probado su caso «para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios» (Rom 3:19). Ha dejado expuesta la perversión religiosa del pagano, la fingida religiosidad del hipócrita, y la religión impotente del hebreo.

8. La sentencia: la muerte espiritual. Quedar separado para siempre de Dios para sufrir por toda la eternidad en el lago de fuego (Rom 6:23; Apo 20:11-15). El más grande de los delitos sólo puede ser castigado mediante el mayor de los castigos, a fin de que prevalezca la justicia.

9. El milagro (Rom 3:21-31): hasta este momento el pleito de Dios contra el hombre ha seguido bastante de cerca el procedimiento de la jurisprudencia humana. Pero de pronto sucede algo completamente diferente e inesperado que causaría sin duda que se le cortara la respiración a cualquier secretario judicial terrenal por la tremenda sorpresa. Después que el juez ha escuchado cuidadosamente todas las pruebas presentadas y ha prestado paciente atención a todas las excusas expuestas, no tiene otra opción que dictar la suprema sentencia, no sea que la verdadera justicia quede burlada. Pero antes de que la terrible sentencia sea llevada a cabo, este mismo juez cierra los libros, deja a un lado su mazo celestial, se levanta, se despoja de sus vestimentas judiciales, y desciende a morir por estos tres reos convictos. Esto y solamente esto es justificación.

Este pecador desnudo, corrompido y sentenciado puede quedar ahora limpio, liberado y revestido de la misma justicia de Cristo. Observemos los hechos relacionados con esta justicia.

a. La demostración de su justicia: el Calvario. «A quien Dios puso como propiciación» (Rom 3:25).

b. Los testigos de esta justicia: «la ley y los profetas» (Rom 3:21). La ley mosaica requería dos testigos para certificar cualquier hecho (Deu 19:15). Esta justicia fue frecuentemente anticipada por la ley mediante el sacerdocio y las ofrendas en el templo.

También fue predicha por los profetas por medio de sus escritos (Isa 53:1-12; Luc 24:25-27; Jua 5:46; 1Pe 1:10-11).

c. El costo de esta justicia: adquirida a gran costo, pero dada gratuitamente. Esto excluye toda presunción (Rom 3:24, Rom 3:27).

d. Los resultados de esta justicia: «a fin de que él [Dios] sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús» (Rom 3:26).

Al cerrarse el Antiguo Testamento, queda un gran problema sin resolver, que está centrado alrededor de dos hechos: la remisión de pecados y la paciencia (Rom 3:25).

La remisión de pecados se refiere al hecho de pasar algo por alto, en este caso los pecados de los santos del Antiguo Testamento.

La paciencia nos habla del acto de retener algo, en este caso la ira de Dios contra aquellos pecados (Sal 50:16-23; Hch 17:30).

¿Cómo podía Dios en realidad reconciliar su santidad y justicia con misericordia y gracia? Fue resuelto satisfactoriamente por Cristo…

«A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados» (Rom 3:25; véase también Sal 85:10).

La palabra «propiciación» significa «satisfacción», y es una referencia al propiciatorio del templo en el Antiguo Testamento. Sobre este propiciatorio de oro derramaba el sacerdote la sangre de un cordero a fin de separar la ira de Dios del pecado humano. (Véanse 1Jn 2:2; 1Jn 4:10; Heb 10:11-12.) ¿Por qué murió Cristo? Entre otras cosas, para preservar y vindicar la justicia de Dios

e. Los resultados de esta justicia: «La redención que es en Cristo Jesús» (Rom 3:24). La palabra redención quiere decir comprar de nuevo a alguien en el mercado de esclavos y darle la libertad. (Véanse Gál 3:13; Gál 4:5; Efe 5:16; Col 4:5; Lev 24:21; Tit 2:14; 1Pe 1:18.)

f. El alcance de esta justicia: «Para todos» (Rom 3:22). Es ilimitado.

g. Los receptores de esta justicia: «Para todos los que creen en él» (Rom 3:22). Está limitada en su otorgamiento.

h. La necesidad de esta justicia: «Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Rom 3:23).

i. El requerimiento de esta justicia: «Concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley» (Rom 3:28).

«Porque Dios es uno, y él justificará por la fe» (Rom 3:30).

10. Los dos amigos del tribunal (Rom 4:1-25). El Juez presenta a dos bien conocidos expertos de la fe que dan testimonio de que ellos anticiparon y experimentaron el milagro de la justificación por la fe siglos atrás.

a. El testimonio jurado de Abraham, el padre humano de Israel (Rom 4:1, Rom 4:5, Rom 4:9-25).

(1) Abraham y su justicia (Rom 4:1-4, Rom 4:9-12).

(a) ¿Cómo fue salvado Abraham? «Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia» (Rom 4:3). (Véase Gén 15:6.) La palabra «contado» puede ser también traducida por «imputado». Imputar es añadir algo a la cuenta de alguien.

En la Biblia aparecen tres imputaciones principales.

Primera, la imputación del pecado de Adán a toda la raza humana (Rom 3:23; Rom 5:12; 1Co 15:22).

Segunda, la imputación del pecado de la humanidad sobre Cristo (Isa 53:5; Heb 2:9; 1Pe 2:24; 2Co 5:14).

Tercera, la imputación de la justicia de Dios a todos los creyentes (Flp 3:9).

(b) ¿Cuándo fue salvado Abraham? ¿Fue salvado antes o después de la circuncisión? Se nos dice en Gén 15:6 que Abraham fue justificado. Él tenía en este momento ochenta y cinco años (Gén 16:16). En Gén 17:24 se nos habla de su circuncisión, a la edad de noventa y nueve años. Es decir, que fue justificado y hecho un hijo de Dios casi catorce años antes de que se circuncidara.

(c) ¿Por qué fue salvado Abraham? «…para que fuese padre de todos los creyentes» (Rom 4:11). Esto incluye tanto a los incircuncisos (creyentes gentiles) como a los circuncidados (creyentes judíos). Pablo vuelve a señalar aquí que la circuncisión era simplemente el sello de la fe de Abraham, mientras que la justificación era la fuente.

El doctor Allen Johnson escribe al respecto:

«Tenemos una buena ilustración de esto en las antiguas monedas de oro de veinte dólares. El sello de los Estados Unidos aparecía grabado en la moneda como señal de que era dinero legal, pero el valor de la moneda era el mismo incluso si se la fundía y el sello desaparecía. El mismo sello podía aparecer impreso en un lingote de hierro, pero la presencia del sello no alteraba el escaso valor intrínseco del lingote.» (The Freedom Letter, p. 76.)

(2) Abraham y su herencia (Rom 4:13-15).

(a) ¿Qué se le prometió a Abraham? «… que sería heredero del mundo» (Rom 4:13). Esta es una referencia al pacto abrahámico, que garantizaba que él sería padre de una gran nación y que sus descendientes poseerían un día Palestina para siempre. (Véanse Gén 12:2-3, Gén 12:7; Gén 13:14-17; Gén 15:5, Gén 15:18; Gén 17:8.)

(b) ¿Cómo le fue dada la promesa? «Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe» (Rom 4:13).

En realidad, la promesa fue dada 430 años antes que la ley.

(3) Abraham y su posteridad (Rom 4:16-25).

(a) ¿Quiénes fueron los descendientes de Abraham (Rom 4:16)? Él tuvo una triple descendencia:

Su simiente humana es Isaac (Gén 21:3; Rom 9:7).

Su simiente espiritual somos todos los creyentes (Gál 3:7).

Y Cristo es su simiente singular (Gál 3:16).

(b) ¿Cómo recibió Abraham su simiente terrenal? «Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido» (Rom 4:20-21).

(c) ¿Cuán firme es la simiente espiritual de Abraham? «Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia» (Rom 4:16).

Es por fe porque esta es la manera mejor de que un pecador ser salve. (Véanse Núm 21:1-35; Jua 3:1-36. Es por gracia porque esta es la mejor forma en que Dios es glorificado. (Véanse Efe 2:1-22; Apo 4:1-11; Apo 5:1-14.)

(d) ¿Cómo logró la simiente singular de Abraham llevar todo esto a cabo? «El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación» (Rom 4:25).

b. El testimonio jurado de David, el padre regio de Israel (Rom 4:6-8).

(1) ¿Qué grandes pecados se le perdonaron a David? Los de adulterio y homicidio (2Sa 11:1-27; 2Sa 12:1-31).

(2) ¿Cómo fue David perdonado? Mediante la imputación de «justicia sin obras» (Rom 4:6). David escribió dos salmos que tratan de estos horribles pecados.

(a) El Sal 32:1-11 habla del sufrimiento que experimentó a causa de la dilación (quizá un año) en confesar su pecado. Pablo cita el Sal 32:1-2 en Rom 4:6-8.

(b) El Sal 51:1-19 es la oración que elevó a Dios cuando confesó sus pecados. Notemos que dice:

«Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» (Sal 51:16-17).

David no hace ningún esfuerzo por ofrecer un sacrificio. La razón era porque no había ofrenda en el sistema levítico que cubriera los pecados de adulterio y homicidio.

David, con toda justicia, debería haber sido apedreado hasta morir.

David, por tanto, evita la ley y se entrega completamente a la gracia de Dios.

C. La revisión.

1. Un resumen de la justificación (Rom 5:1-11).

a. Paz con Dios (Rom 5:1). El juicio ante el tribunal ha terminado. Se han firmado las condiciones del armisticio.

b. Acceso a Dios (Rom 5:2) El creyente puede ahora acercarse a Dios debido a su nueva posición. Hay una distinción en la Biblia entre nuestra posición y nuestro estado.

Nuestra posición se refiere a nuestra relación con Dios y ésta nunca cambia (1Co 15:1; 2Co 5:17).

Nuestro estado se refiere a nuestra condición en la tierra y puede cambiar (para bien o para mal) a diario (Flp 2:19; Col 4:7).

Nuestra nueva posición nos da ahora el bendito privilegio de la entrada libre a Dios, nunca experimentado antes por el judío o el gentil en el Antiguo Testamento. Tenemos ahora acceso hasta el mismo trono de Dios. En el Antiguo Testamento vemos muy poco de esto. Consideremos:

(1) Un gentil no podía cruzar las puertas del templo.

(2) La mujer hebrea se quedaba en el atrio de las mujeres.

(3) El hebreo que no fuera levita no podía pasar al lugar santo.

(4) Sólo el sumo sacerdote podía entrar en el lugar santísimo una vez al año. Pero en el Calvario, este velo que separaba al Dios de la gloria del hombre pecador fue rasgado en dos por Cristo. (Véanse Mat 27:51; Heb 10:19.)

c. Certeza de parte de Dios (Rom 5:3-4). «Sabiendo que la tribulación produce…»:

(1) Paciencia (véanse Heb 10:36; Stg 1:3). Y esto produce…

(2) Prueba (experiencia o carácter probado) (véanse Sal 94:12; 2Co 1:3-5; Gál 4:19; Efe 4:14-15). Y esto nos lleva a…

(3) La esperanza. Se tienen que dar tres requisitos para la esperanza humana:

(a) Tiene que tratarse del futuro.

(b) Tiene que tratarse de algo bueno en el futuro.

(c) Tiene que tratarse de algo posible en el futuro.

La esperanza cristiana cumple con estos tres requisitos (Efe 1:17-22; 1Pe 1:3-4; Tit 2:11). Existen dos clases de esperanza, expresadas por un verbo y un sustantivo.

(d) El verbo «esperar» dice: «Espero tener» (esperanza terrenal).

(e) El sustantivo «esperanza» dice: «Tengo la esperanza» (la confianza celestial).

Esta certeza de parte de Dios es lo que animó una vez a Andrew Murray a escribir:

«Primero, él me trajo aquí, es por su voluntad que estoy en este lugar angosto; me gozaré en ese hecho. Después, él me guardará aquí en su amor y me dará su gracia como su hijo. Entonces él hará de la prueba una bendición, enseñándome las lecciones que quiere que yo aprenda y haciendo que obre en mí la gracia que quiere darme. Por último, a su debido tiempo, él me sacará de aquí. El cómo y el cuándo sólo Él lo sabe. De forma que (1) estoy aquí por la voluntad de Dios, (2) bajo su cuidado, (3) en su entrenamiento, (4) y durante su tiempo.»

d. Dios mora en nosotros (Rom 5:5) «… porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.»

Hay tres palabras diferentes para amor en griego que se usan en el Nuevo Testamento.

Pablo usa las tres en Romanos.

(1) Storgos: una tendencia natural al amor, la preocupación instintiva por los propios hijos, que se encuentra tanto en el hombre como en los animales. En las Escrituras sólo aparece astorgos, la forma negativa (Rom 1:31).

(2) Philos’, el bello amor de la amistad. Pablo lo describe en Rom 12:10.

(3) Agapeo: el amor divino que encontramos sólo en Dios. Este amor no depende de la belleza del sujeto que se ama. La palabra la encontramos 320 veces en el Nuevo Testamento griego, pero raras veces en los escritos clásicos. Homero la usó diez veces y Eurípides tres.

Este amor nunca lo encontramos en el corazón humano antes de la ascensión de Cristo. En realidad, Jesús le preguntó a Pedro en tres ocasiones (Jua 21:15-19) si verdaderamente le amaba. En las dos primeras veces Jesús usó la tercera clase de amor preguntándole de la siguiente manera: «Pedro, ¿tú agapeo a mí?» En ambas ocasiones Pedro le respondió empleando la segunda palabra. Le dijo: «Señor, tú sabes que yo tephileo a ti.»

Finalmente, nuestro Señor (condescendiendo) usa también la segunda palabra. La razón de todo esto (como Pedro más tarde aprendería) lo explica Pablo en Rom 5:5 : «… el amor [agapeo] de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.» De manera que la razón por la que Pedro respondió como lo hizo fue porque el Espíritu Santo no había descendido todavía como lo hizo en pentecostés, y le era imposible amar a Cristo con este divino (agapeo) amor.

En Jua 11:1-57 tenemos un caso similar en el que se nos dice que Lázaro amó a Jesús con un amor phileo, pero que el Señor amó a Lázaro con amor agapeo (Jua 11:3, Jua 11:5).

Hay dos pasajes muy conocidos del Nuevo Testamento en los que vemos el amor agapeo en acción.

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Jua 3:16).

«Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella» (Efe 5:25).

e. Preservados en Dios (Rom 5:6-11).

(1) En base de la obra de Cristo en la cruz del Calvario.

(a) ¿Qué es lo que hizo? «A su tiempo murió por los impíos» (Rom 5:6).

(b) ¿Cuándo lo hizo? «Cuando aún éramos débiles… siendo aún pecadores… siendo enemigos» (Rom 5:6, Rom 5:8, Rom 5:10; véanse también Efe 2:1; Efe 2:11-12). Cristo buscó al pecador encontrándose con él a su mismo nivel.

(c) ¿Cómo lo hizo? «Justificados en su sangre» (Rom 5:9). La Biblia tiene muchas declaraciones bien claras acerca de la sangre de Cristo.

Era sangre inocente (Mat 27:4, Mat 27:19, Mat 27:24).

Este fue el testimonio de Judas, la mujer de Pilato y de Pilato mismo.

Era sangre derramada (Mat 26:28).

Era sangre preciosa (1Pe 1:18-19).

Era sangre que limpia (1Jn 1:9).

Era sangre que condena (Mat 27:25).

(d) ¿Por qué lo hizo? Para mostrar el amor de Dios (Rom 5:8).

Para librar a los hombres de la ira de Dios (Rom 5:9).

Esto incluye la ira de Dios de hoy (Jua 3:36; Rom 1:18); la ira de la tribulación (1Ts 1:10; 1Ts 5:9); y la ira eterna de Dios (Apo 20:15).

(2) A causa de la obra presente de Cristo a la diestra de la presencia de Dios. «… mucho más… seremos salvos por su vida» (Rom 5:10). Este pasaje ha sido llamado el capítulo de los «muchos más». (Véase Rom 5:9-10, Rom 5:15, Rom 5:17, Rom 5:20.)

Mi salvación fue comprada por el derramamiento de su sangre y es preservada mediante su intercesión. (Véanse Heb 1:3; Heb 6:18-20; Heb 7:25; Heb 9:24.)

2. Un resumen de la condenación (Rom 5:12-21).

a. La primera cabeza de la humanidad: Adán.

(1) Por medio de él entró el pecado en el mundo. Nos puede ser de ayuda que revisemos ahora tanto el origen como el significado del pecado.

(a) El origen del pecado: entró en el universo por medio de Satanás. (Véanse Eze 28:11-19; Isa 14:12-15; Luc 10:18; 1Jn 3:8; Apo 12:3-4.) Entró en la tierra por medio de Adán. (Véanse Gén 2:16-17; Rom 5:12; 1Co 15:22; 1Ti 2:14.)

(b) El significado del pecado: «Errar el blanco» (en griego es hamartia). Esta figura nos habla del pecado como cualquier actitud o acto del hombre que no da gloria a Dios (Rom 3:23). El uso secular de su forma verbal lo tenemos ilustrado en Jue 20:16. «Pasar la línea prohibida» (en griego es parabasis). (Véanse 1Jn 3:4; Hch 1:25; Stg 2:11.) Según esta expresión, el pecado abarca tanto la incapacidad humana de hacer lo bueno como la inclinación a hacer lo malo.

Hay varias teorías acerca del pecado de Adán y su relación con el hombre.

El punto de vista de Pelagio: decía que el pecado de Adán le afectó únicamente a él y resultó simplemente en un mal ejemplo moral.

La opinión del semipelagianismo: afirma que el pecado de Adán sólo debilitó mi voluntad para no pecar.

El punto de vista federal o agustiniano: debido a la unidad de la raza humana, el pecado de

Adán es imputado a toda su posteridad. La naturaleza corrupta engendra corrupción. Esta es la postura de Pablo tanto en Rom 5:1-21 y en Rom 3:23 : «Por cuanto todos pecaron [tiempo aoristo que indica que es un acto en la historia de una vez para siempre], y están destituidos [tiempo imperfecto que indica que constantemente se quedan cortos] de la gloria de

Dios.» De manera que la Biblia distingue entre el pecado (la raíz de mi problema, causado por

Adán) y los pecados (el fruto de mi problema, producido por mí mismo). Por tanto, no soy pecador porque peco, sino que peco porque soy pecador.

(2) Por medio de él entró la muerte en el mundo.

(a) Esto incluye la muerte física (Gén 3:19; Gén 5:5; Sal 90:10).

(b) Y también la muerte espiritual (Mat 7:23; Mat 25:41; Apo 2:11; Apo 20:6, Apo 20:14; Apo 21:8).

Así que mediante la desobediencia de Adán muchos fueron hechos pecadores y condenados.

b. La segunda cabeza de la humanidad: Cristo.

(1) El trajo justicia y vida al mundo.

(2) Nos trajo el don gratuito y abundante de la gracia. La palabra «abundancia» es una antigua palabra latina que habla de plenitud.

Ya hemos notado los «muchos más» de este capítulo. Véanse especialmente los versículos Rom 5:15, Rom 5:17 y Rom 5:20 : «Abundaron mucho más para los muchos la gracia» (Rom 5:15). «Mucho más… la abundancia de la gracia» (Rom 5:17). «Más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (Rom 5:20).

Todo esto quiere decir que el pecador arrepentido recibe mucho más en Cristo que lo que ha perdido en Adán.

II. La central de energía de la gracia: el método de Dios (la santificación y la preservación. Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39). Pablo no trata el tema de la santificación de los santos hasta el capítulo Rom 6:1-23, pero a partir de ese momento no vuelve a tocar el asunto de la justificación de los pecadores. Creo que nos será de ayuda contrastar ahora estas dos palabras.

La justificación es un acto, mientras que la santificación (que simplemente significa «ser apartado») es una obra.

La justificación es el medio, mientras que la santificación es el fin.

La primera quita la culpa y la pena del pecado, mientras que la segunda neutraliza el crecimiento y el poder del pecado.

La primera obra por nosotros, mientras que la segunda opera en nosotros.

Una nos declara justos, mientras que la otra nos hace justos.

La justificación nos provee de la vía que nos lleva al cielo, mientras que la santificación nos proporciona el tren.

Ya hemos señalado que santificación simplemente quiere decir «ser apartado». De forma que en la Biblia encontramos:

1. Se ordenaba que fueran santificados objetos físicos (Éxo 40:10-11; Éxo 19:23).

2. Las personas podían santificarse a sí mismas (Éxo 19:22).

3. Un hombre podía santificar a otro (Éxo 13:2).

4. Los malvados podían santificarse a sí mismos para practicar la iniquidad (Isa 66:17).

5. Dios santificó a Cristo (Jua 10:36).

6. Cristo se santificó a sí mismo (Jua 17:19).

7. Un creyente podía santificar a un incrédulo (1Co 7:14).

8. Se decía que los cristianos camales eran santificados (1Co 1:2; 1Co 3:1-2).

9. Se manda a los creyentes que santifiquen a Dios (1Pe 3:15). Los capítulos Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39 componen el segundo «edificio» en el libro de Romanos. Nos encontramos con tres pisos en esta central de energía de la gracia.

A. El plan. Primer piso: la santificación (Rom 6:1-23).

1. Sepan (Rom 6:1-10).

a. Que han sido «sepultados juntamente con él [Cristo] para muerte por el bautismo» (Rom 6:4). Pablo declara aquí que Cristo no solamente murió en mi lugar, sino como yo.

La palabra bautismo habla de «identificación». Esta identificación con Cristo en el Calvario es uno de los muchos «bautismos secos» de la Biblia. Otros son:

(1) El bautismo del pecado y sufrimiento sobre Cristo (Mat 20:22).

(2) El bautismo del Espíritu Santo sobre los creyentes en pentecostés (Hch 1:5).

(3) El bautismo de los creyentes en el cuerpo de Cristo (1Co 12:13).

(4) El bautismo «por los muertos» (1Co 15:29). Nota: Se piensa que esto se refiere al acto de los creyentes vivos de identificarse con los mártires cristianos recogiendo sus banderas caídas.

(5) El bautismo «en Moisés» (1Co 10:2).

(6) El bautismo del juicio durante la tribulación (Mat 3:11-12).

b. Que han sido «plantados juntamente con él en la semejanza de su resurrección» (Rom 6:5). El creyente ha sido «trasplantado» tres veces:

(1) En el huerto del Edén, donde pecó con Adán.

(2) En la cruz, donde murió con Cristo.

(3) En la tumba, donde resucitó con Cristo.

c. Debido a estos dos hechos, el creyente está:

(1) «Muerto al pecado» (Rom 6:2).

(2) «Justificado del pecado» (Rom 6:7).

La muerte cancela todas las obligaciones. El pecado aparece aquí personificado como un tirano que oprime a sus esclavos hasta lo inaguantable. La única manera de liberarse es muriendo, pues así queda inactivo (aunque no desaparece) el cuerpo del pecado y despojado de su poder (véanse Efe 4:22-24; Col 3:9-10).

2. Consideren (Rom 6:11-12). Esto quiere decir que tenemos que actuar por fe sobre estos hechos independientemente de nuestros sentimientos personales.

3. Reconozcan (Rom 6:13-15).

a. Que tenemos que parar de presentar (tiempo presente) nuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad.

b. De una vez y para siempre (tiempo aoristo) presentar nuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

4. Obedezcan (Rom 6:16-23).

a. ¿A quién tenemos que obedecer?

(1) El cristiano debe obedecer a su nuevo Maestro e ignorar al anterior (Rom 6:16). Sólo podemos servir a un señor a la vez (Mat 6:24).

(2) Debemos obedecer aquella forma de doctrina a la que hemos sido entregados. (La forma verbal por entregados en griego es la segunda persona de plural.) Hemos sido salvados para ser metidos ahora en el molde de la salvación. Tenemos ahora que obedecer los preceptos de este molde y permitir que ese molde forme nuestra nueva vida.

b. ¿Por qué tenemos que obedecer?

(1) Porque hemos «sido libertados del pecado» (Rom 6:22). Esta es la sexta vez que Pablo señala este hecho. (Véase Rom 6:2, Rom 6:6-7, Rom 6:14, Rom 6:18.) Hay tres expresiones teológicas latinas que nos pueden ayudar a clarificar esta valiosa doctrina, y son:

(a) Non posse non pecare’, incapaz de no pecar. Esto se refiere a la condición de los creyentes antes de su salvación.

(b) Posse non pecare’, capaz de no pecar. Esto los describe después de su salvación. Ahora tienen el poder de vivir vidas victoriosas.

(c) Non posse pecare’, incapaz de pecar. Esto habla de su existencia después del rapto.

(2) Porque Dios desea de los creyentes los frutos de la justificación, los cuales sólo se producen por medio de la obediencia (Rom 6:21-22).

B. El dolor. Segundo piso: la frustración (Rom 7:1-25).

Este capítulo ha sido el centro de mucha especulación. ¿Escribe Pablo aquí como un hombre salvo o como no salvo? Se ha sugerido que aparecen aquí descritas al menos tres condiciones espirituales relacionadas con la ley. Son:

1. El hombre espiritual y la ley (Rom 7:1-6).

a. Un hombre está sujeto a la ley como una mujer lo está a su marido.

b. Sólo la muerte podía liberar a la mujer infeliz de la sujeción a su marido, en este caso la muerte del esposo (Rom 7:3).

c. Sólo la muerte podía liberar al hombre infeliz sujeto a la ley, en este caso su propia muerte (Rom 7:4, Rom 7:6): «Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto.» El griego habla aquí de una muerte violenta, como la del Calvario. Podemos decir que en cierto sentido era necesaria la muerte tanto para Cristo como para el creyente a fin de unirse. Consideremos lo siguiente:

(1) En el Antiguo Testamento, Cristo estaba ligado con el Israel infiel (vea el libro de Oseas).

(2) En el Nuevo testamento, los pecadores están encadenados por el poder del pecado y las cadenas de la ley.

(3) Entonces Cristo muere, así se libera de la relación del Antiguo Testamento con el Israel pecador (durante esta dispensación de la Iglesia); y al mismo tiempo el creyente también muere, liberándose de la ley y del pecado.

(4) Esta bendita relación quedará completamente consumada en las bodas del Cordero (véase Apo 19:7-8).

d. El propósito de todo esto es que «llevemos fruto para Dios» (Rom 7:4). El hombre espiritual está, por tanto, liberado de la ley.

2. El hombre natural y la ley (Rom 7:7-13). Algunos creen que estos versículos describen la vida de Pablo antes de su conversión. Hay, sin embargo, algunos problemas relacionados con este punto de vista. (Véase Flp 3:6).

a. La ley fue usada por el pecado para matar a Pablo (Rom 7:9-11). Esta puede haber sido una referencia a su Bar Mitzvah (una ceremonia religiosa que observaban todos los jovencitos judíos a los trece años), en cuyo momento tomaba sobre sí las responsabilidades solemnes de la ley. Sus días de niñez inocente habían terminado; desde, ese momento era responsable ante Dios por sus acciones.

b. La ley fue usada por el pecado para producir en él «toda codicia (toda clase de malos deseos)» (Rom 7:8). En otras palabras, la ley revelaba y, según es usada por el pecado, reavivaba la naturaleza pecaminosa de Pablo. De manera que el pecado usaba la ley como su base de operaciones en su lucha contra Pablo.

c. La ley en sí misma no es mala, sino por el contrario es «santa, justa y buena» (Rom 7:12).

(1) Es santa porque procede de Dios (Rom 7:14).

(2) Es justa porque correctamente condena al pecador.

(3) Es buena porque prepara al pecador para Cristo (Gál 3:24).

d. La ley se mostró ineficaz debido únicamente a la debilidad de la carne (Rom 7:18).

Ese es el verdadero problema. El entrenador de fútbol más capaz y experimentado perdería todos los partidos si su equipo estuviera compuesto de jugadores ciegos y tullidos. El hombre natural está, pues, sentenciado por la ley.

3. El hombre carnal y la ley (Rom 7:14-25).

a. Pablo deseaba hacer lo bueno y evitar hacer lo malo: «Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios» (Rom 7:22; véanse también 2Co 4:16; Efe 3:16).

b. Descubre, sin embargo, (para su profunda frustración) que estaba haciendo lo malo y evitando hacer lo bueno. Pablo tenía muy buenos deseos pero fallaba en la determinación.

La voluntad estaba lista, pero no el camino. Encontró que «queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí» (Rom 7:21). Esta es la tercera de cinco «leyes» bíblicas que encontramos en Romanos:

(1) La ley de Moisés (Rom 3:19).

(2) La ley de la fe (Rom 3:2).

(3) La ley del pecado (Rom 7:21, Rom 7:23, Rom 7:25).

(4) Le ley de la mente (Rom 7:16).

(5) La ley del espíritu (Rom 8:2, Rom 8:4).

c. Con profunda desesperación grita: «¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?» (Rom 7:24). Esta puede haber sido una comparación espiritual con la costumbre romana de castigar al criminal atándole al cadáver de su víctima, usando así su propia descomposición y fetidez para ejecutar al homicida. Phillips escribe:

«Supongamos que un biólogo está planeando llevar a cabo un experimento de injertar, en un momento dado del proceso de desarrollo, a una mariposa en una araña y hacerlo de tal manera que ambas criaturas se fusionaran en una sola y así crecieran hasta la madurez. ¡Qué choque tan tremendo de instintos se produciría en una monstruosidad así! Una parte de la naturaleza de tal criatura anhelaría el espacio abierto del cielo, mientras que a la otra le apetecería una tela de araña en un rincón oscuro y una dieta de sangre. ¿Que se podría hacer con semejante criatura? Nada, excepto matarla. Hay un sentido en el que Satanás llevó a cabo, en el huerto del Edén, una cirugía así de diabólica en la raza humana.» (Exploring Romans, p, 120.)

Pablo se da entonces cuenta de que el ser humano no puede cambiar, ni limpiar, ni conquistar, ni mandar, ni corregir ni crucificar la carne.

d. El apóstol termina el capítulo Rom 6:1-23 con la declaración de que la vida eterna viene sólo por medio de Jesucristo (Rom 6:23). Concluye el capítulo Rom 7:1-25 afirmando que la vida victoriosa sólo se alcanza por medio de Cristo Jesús (Rom 7:25).

Nota: Antes de dejar el capítulo Rom 7:1-25 nos puede ser de ayuda el resumir brevemente el propósito y ministerio de la ley del Antiguo Testamento.

La ley consistía de tres secciones:

(1) Los Diez Mandamientos (Éxo 20:3-17; Deu 5:7-21).

(2) Las regulaciones sociales relacionadas con la gente (Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33).

(3) Las ordenanzas religiosas que tenían que ver con el tabernáculo (Éxo 24:1-18Éxo 40:1-38).

e. La ley fue dada casi cinco siglos después del pacto abrahámico y no abrogó en ningún sentido las promesas anteriores de Dios (Gén 12:1-3; Gál 3:17-18). Era un camino de vida, pero no un camino a la vida (véanse Gál 2:15-16; Gál 3:21; 2Co 3:7, 2Co 3:9).

f. ¿Por qué no vino Cristo durante el tiempo de Abraham? La fe ya estaba presente (véanse Gén 15:1-21; Rom 4:1-25). La respuesta es que el significado principal de la ley está en el desarrollo de una expectación por un Redentor mediante la revelación de la maldad humana.

g. La ley era, por tanto, una adición debido a que el pacto con Abraham carecía de suficiente énfasis en el pecado. Dios usó el ministerio de dos hombres para desarrollar plenamente el significado del arrepentimiento y de la fe que lleva a la salvación.

Veamos a estos dos hombres:

(1) Moisés nos dio a conocer la maldición (Gál 3:13).

(2) Abraham nos presentó la bendición (Gál 3:9, Gál 3:14).

(3) Moisés señaló al sistema de muerte (2Co 3:6; Rom 7:9-10).

(4) Abraham apuntó al sistema de vida (Rom 4:17-25; Heb 11:19).

(5) Moisés nos lleva a la crucifixión (Gál 2:19-20; Gál 3:13).

(6) Abraham nos dirige a la resurrección (Heb 11:19; Rom 4:17, Rom 4:19, Rom 4:23-25). «Es imposible separar los dos conceptos, porque el pecador necesita la redención y para ello ha de ser regenerado. El nuevo nacimiento presupone una verdadera conversión que se reviste de dos aspectos: el pecador vuelve las espaldas a sí mismo, pronunciando un “NO” rotundo frente a toda tendencia de justificación propia; al mismo tiempo vuelve su rostro a Dios, atreviéndose a decir “SÍ” a todas las promesas de la gracia de Dios. Expresado de otra forma, y en el lenguaje del Nuevo Testamento, la redención depende del arrepentimiento y de la fe. Provistos de esta llave podemos abrir las puertas de los misterios del Antiguo Testamento, averiguando su verdadero significado:

Por el pacto de Abraham (y por todo cuanto surge de él) Dios reiteraba la palabra FE en los oídos de su pueblo a través de un proceso de instrucción que duró dos mil años.

Por medio de la ley de Moisés Dios repetía la palabra ARREPENTIMIENTO, de modo que el régimen legal fue una escuela que enseñaba la contrición durante quince siglos.» (Erich Sauer, La aurora de la redención del mundo, pp. 173, 174.)

h. Entonces «Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio» (Mar 1:14-15).

De esta manera, con una sola declaración, Jesús une perfectamente los mensajes de Moisés y de Abraham (véase también Hch 20:21). Podemos, por tanto, concluir diciendo que la ley funcionó como:

(1) Una brida, mediante la cual Dios controlaba a Israel desde arriba.

(2) Una cerca, que separaba a Israel de las demás naciones del mundo.

(3) Un espejo, revelando la verdadera condición del hombre.

(4) Un estimulante, que saca a la superficie el pecado oculto del hombre.

(5) Un maestro, que nos prepara para Cristo y nos lleva a Él (Gál 3:19; Gál 3:24; Rom 3:20; Rom 7:7).

C. El premio: Tercer piso: la preservación. Pablo ha estado discutiendo hasta ahora:

1. ¿Por qué necesita el pecador ser salvado? Respuesta: a causa de la condenación.

2. ¿Cómo se salva el pecador? Respuesta: mediante la justificación.

3. ¿Qué sucede después que el pecador ha sido salvado? Respuesta: la santificación. Él ahora va a preguntar y a responder:

4. ¿Permanece el pecador salvado? Respuesta: esta es la preservación.

Se ha dicho que si la Biblia fuera un anillo precioso engastado de joyas, la epístola a los Romanos sería la joya más bella del anillo, y el capítulo Rom 8:1-39 la más hermosa de las facetas en dicha joya. Rom 8:1-39 es en esencia una amplificación de Jua 5:24 y de Apo 21:5.

«De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida» (Jua 5:24).

«Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas» (Apo 21:5).

¿Permanecerá salvo el pecador que ha creído?

Sí, en base de siete cosas nuevas:

a. En razón de su nueva posición. Él ahora está en Cristo Jesús (Rom 8:1-4).

(1) El creyente ha sido separado por medio de Cristo de la ley del pecado y de la muerte (Rom 8:2).

(2) El creyente puede ahora cumplir las demandas de la ley de Moisés por medio de Cristo (Rom 8:4).

Notemos que Pablo no dice que no hay faltas, o pecado, o imperfección, sino que no hay condenación. Observamos también el elemento tiempo: es ahora cuando no hay condenación.

b. Debido a su nuevo invitado. Ahora mora en él el Espíritu Santo (Rom 8:5-13).

c. En base de su nueva adopción. Ahora ha sido adoptado por el Padre (Rom 8:14-17).

(1) La teología de la adopción: Adoptar significa recibir como hijo al que no lo es. La adopción sigue lógicamente a la regeneración. La regeneración nos da la naturaleza de hijo de Dios, mientras que la adopción nos da la posición (Rom 8:15-23; Gál 4:4-6; Efe 1:5; 2Co 6:18).

Contraste: diferencias entre la adopción espiritual y la adopción civil.

(a) Nosotros nunca adoptamos a nuestros propios hijos, pero

Dios sólo adopta a los que son suyos.

(b) La adopción civil provee consuelo a los que no tienen hijos, pero Dios tenía a su amado Hijo (Mat 3:17; Mat 17:5) antes de adoptarnos a nosotros.

(c) Suele haber muchas características agradables en un hijo adoptado, pero no en los hijos de

Dios antes de la adopción (Rom 3:10-18).

(d) La adopción civil nunca le puede dar al hijo la misma naturaleza que tiene el padre, pero a los adoptados de Dios les es dada la misma mente de Cristo (1Co 2:16).

(e) En algunos casos la adopción civil puede ser anulada, pero los adoptados por Dios están completamente seguros.

Comparación entre la adopción espiritual y la adopción civil:

(f) El Padre debe iniciar la acción que lleva a la adopción (Isa 1:18; Jua 3:16).

(g) Ambas adopciones proveen de una herencia al que antes no tenía ninguna (Rom 8:17; 1Pe 1:1-9).

(h) Ambas adopciones proporcionan un nombre nuevo (Apo 2:17; Jua 1:42).

(2) La Trinidad en la adopción:

(a) Hay intimidad con el Padre. «Por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!» (Rom 8:15). Esta es una manera muy especial de llamar a nuestro Padre. Sólo Jesús había usado este nombre hasta ese momento. (Véanse Mar 14:36; Mat 26:42.)

(b) El Espíritu Santo nos ilumina. Él nos dirige (Rom 8:14) y nos da seguridad (Rom 8:16).

(c) Hay una herencia que compartimos con el Hijo. «Coherederos con Cristo» (Rom 8:17; véase también Heb 2:11).

d. En razón de su nueva expectativa (Rom 8:18-25).

(1) La naturaleza de esta esperanza: la completa y final redención de toda la creación. Esto incluye:

(a) Al cristiano: recibirá un cuerpo nuevo.

Será un cuerpo semejante al de Cristo (1Jn 3:2).

Será un cuerpo de carne y hueso (Luc 24:39). Nuestro Señor habló (Jua 20:17), y comió y bebió (Luc 24:30, Luc 24:41-43; Jua 21:13) con su cuerpo resucitado.

Será un cuerpo reconocible (1Co 13:12). Jesús fue reconocido por todos los creyentes después de su resurrección.

Será un cuerpo en el que predomine el Espíritu (1Co 15:44-49).

Será un cuerpo que no estará limitado al espacio ni al tiempo

(Jua 20:19).

(b) La creación misma. «Toda la creación fue sujetada a vanidad» (Rom 8:20) como resultado de la rebelión del hombre en el Edén (Gén 3:17-18; Isa 24:5-6). La palabra vanidad en griego es maraios, que significa «vano, vacío, sin propósito» (Ecl 1:5-8).

Pero un día «la creación misma será libertada de la esclavitud de la corrupción» (Rom 8:21).

e. En razón de su nuevo Ayudador en la oración (Rom 8:26-27). El Espíritu Santo que ya vive en nosotros (Rom 8:9, Rom 8:11), y da testimonio a nuestro espíritu (Rom 8:16), ahora ora por nosotros (Rom 8:26).

(1) La necesidad de esta nueva ayuda.

Pablo habla aquí de debilidad y tiene una sola debilidad en mente: nuestra ignorancia e incapacidad en la oración. «Pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos» (Rom 8:26).

No debemos pasar tampoco por alto la palabra «ayuda». Significa «auxiliar para completar la tarea». Es la misma palabra que se emplea en Luc 10:40. Esto quiere decir que el Espíritu espera que el creyente también cumpla con su parte en la oración.

(2) La intensidad de esta nueva ayuda. «El mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos indecibles» (Rom 8:26). Esta es la tercera vez que se menciona la palabra «gemido» en este capítulo.

(a) El «gemido» de la creación (Rom 8:22).

(b) El «gemido» del creyente (Rom 8:23).

(c) El «gemido» del Espíritu Santo (Rom 8:26).

f. Debido a su nuevo conocimiento (Rom 8:28).

«Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Rom 8:28).

Debemos notar aquí dos cosas que este versículo no dice:

(1) No está diciendo que todas las cosas sean buenas en sí mismas o por sí mismas, sino que ellas obran para bien nuestro. Un ejemplo clásico del Antiguo Testamento es el testimonio de José a sus hermanos. (Véanse Gén 45:5-8; Gén 50:20. Véase también Sal 76:10.) Jacob, el padre de José, no entendió siempre este principio, por esto saca la dolorosa conclusión que hallamos en Gén 42:36.

(2) No está diciendo que sea cierto para todas las personas, sino para aquellos que aman a Dios; pero para éstos es una declaración que lo incluye todo.

Abarca tanto lo bueno como lo malo, lo brillante como lo oscuro, lo dulce como lo amargo, lo fácil como lo difícil, lo feliz como lo triste. Podemos confiar en ello en la prosperidad y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, en la calma y en la tormenta, en la vida y en la muerte.

g. Debido a su nueva meta (Rom 8:29-39). Para ser «hechos conformes a la imagen de su Hijo» (Rom 8:29). Dios tiene un propósito supremo en la tierra hoy, y es conformar al mayor número de personas a la imagen de su Hijo amado en el menor tiempo posible.

(1) Los pasos que llevan a esa meta son:

(a) El «conoció» anticipadamente a los creyentes (Rom 8:29).

(b) «Predestino» a los creyentes (Rom 8:29).

(c) «Llamó» a los creyentes (Rom 8:30).

(d) «Justificó» a los creyentes (Rom 8:30).

(e) «Glorificó» a los creyentes (Rom 8:30).

Estas cinco palabras forman una cadena de oro de la gracia y la gloria de Dios, uniendo la eternidad pasada con la eternidad futura.

(2) La garantía absoluta de esta meta.

(a) ¿Quién se atreverá a calumniarnos ante el Padre? «¿Quién acusará a los escogidos? Dios es el que justifica» (Rom 8:33). Es decir, que el mismo Juez que una vez condenó al pecador (Rom 3:19) es el que ahora le justifica. ¿Quién se atreverá a oponerse?

«El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?» (Rom 8:32).

(b) ¿Quién se atreverá a intentar separarnos del Hijo? «¿Quién nos separará del amor de Cristo?» (Rom 8:35).

¿Tribulación (presión exterior)? ¡No!

¿Angustia (presión interior)? ¡No!

¿Persecución? ¡No!

¿Hambre? ¡No!

¿Desnudez? ¡No!

¿Peligro? ¡No!

¿Espada? ¡No!

Notemos que estas primeras siete cosas son como una breve biografía, histórica y profética, de la vida de Pablo.

¿La muerte (muerte física)? ¡No!

¿La vida (con sus tentaciones)? ¡No!

¿Los ángeles (ángeles buenos)? ¡No!

¿Principados (ángeles malos)? ¡No!

¿Potestades (poderes humanos)? ¡No!

¿Lo presente (sucesos de hoy)? ¡No!

¿Lo por venir (sucesos del mañana)? ¡No!

¿Lo alto? ¡No!

¿Lo profundo? ¡No!

¿Alguna otra criatura (alguna cosa concebible en el universo)? ¡No!

Cuando el fiel creyente Juan Crisóstomo fue llevado ante el emperador romano en el siglo v y le amenazaron con el destierro por causa de su fe, él contestó: «Vosotros no podéis desterrarme porque este mundo es la casa de mi Padre.» «Pero puedo matarte» —dijo el emperador. «Tampoco podéis hacerlo —dijo el noble campeón de la fe— porque mi vida está escondida con Cristo en Dios.» «Yo te quitaré esos tesoros.» «No, no podréis hacerlo, porque mis tesoros están en los cielos, aunque mi corazón está aquí.» «Te aislaré de todo hombre y no tendrás ningún amigo.» «Tampoco os será posible hacerlo, porque tengo un amigo en el cielo del cual no podéis separarme. Os desafío a que lo intentéis, porque nada que hagáis podrá dañarme.»

III. La sinagoga de Israel: la sabiduría de Dios (la explicación y la vindicación. Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36). Introducción: Antes de proseguir Pablo sintió la necesidad de parar aquí y considerar dos problemas. Uno era el rechazo de Cristo por Israel. De esto no cabía la menor duda. ¿Cómo se podían cumplir entonces los grandes pasajes mesiánicos del Antiguo Testamento concernientes al reino venidero? Pablo sabía que el judío incrédulo podría sacar, en primer lugar, la conclusión de que él (Pablo) estaba equivocado al identificar a Cristo como el Mesías de Israel. También se dio cuenta de que el judío creyente podía llegar a pensar que Dios había de alguna manera fallado en su Palabra.

En principio el problema no parecía ser tan serio. Más de 3.000 judíos habían sido salvos en pentecostés (Hch 2:41). Luego el número subió a 5.000, incluyendo a muchos sacerdotes en Jerusalén (Hch 4:4; Hch 6:7). Parecía que era sólo una cuestión de tiempo para que todo Israel llegara a ser salvo. El día del Señor estaba ciertamente cerca (Hch 2:16-21). Pero de repente comenzó la oposición. El diácono Esteban fue apedreado hasta morir (Hch 7:57-60). Aumentó la tragedia con la ejecución de Santiago el apóstol (Hch 12:2). Los líderes cristianos de Jerusalén habían sido encarcelados frecuentemente. Esta era la situación cuando Pablo escribió la carta a los Romanos.

A propósito, debemos notar aquí que Pablo creía que la Iglesia había llegado a ser el Israel de Dios, por lo que ya no existía el problema. El segundo problema tenía que ver con la «central de energía de la gracia», que el apóstol describió de forma tan excelente en Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39. ¿Qué ocurriría ahora? ¿Sería ahora Israel, «el pequeño taller de pruebas», demolido durante la «era de la gracia»? Pablo responde a estas preguntas de forma clara y concisa en los capítulos Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36.

A. La soberanía de Dios y la elección de Israel en el pasado (Rom 9:1-33).

1. La doble confesión de Pablo (Rom 9:1-3).

a. Tenía «gran tristeza y continuo dolor» en su corazón por Israel.

b. Decía que desea ser el mismo «anatema, separado de Cristo por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne». Pablo mostró tanto la compasión de Moisés (Éxo 32:31-32) como la de Cristo (Mat 23:37) por la condición pecaminosa de Israel (véase también Gál 1:8-9).

2. La múltiple ventaja de Israel (Rom 9:4-5).

a. Eran israelitas. Eran una nación especial (Deu 7:6), que tenía poder con Dios (Gén 32:28).

b. Gozaban de la adopción. Toda la nación había sido adoptada por Dios (Éxo 4:22; Deu 14:1; Jer 31:9).

c. Tenían la gloria. Esta es una referencia a la nube del Shekinah, aquella aparición visible y gloriosa de la presencia de Dios que:

(1) Los dirigió por el desierto (Éxo 13:21-22; Núm 9:17-22).

(2) Los protegió en el cruce del mar Rojo (Éxo 14:19-20, Éxo 14:24).

(3) Llenó el tabernáculo durante la dedicación de Moisés (Éxo 40:34-38).

(4) Llenó el templo durante la dedicación de Salomón (1Re 8:10-11; 2Cr 5:13-14).

(5) Fue retirada en el tiempo de Ezequiel (Eze 10:1-22).

d. Tenían los pactos.

(1) El pacto abrahámico: prometiendo que serían una gran nación (Gén 12:2-3, Gén 12:7; Gén 13:14-17; Gén 15:5, Gén 15:18; Gén 17:8).

(2) El pacto palestino: prometiéndoles la tierra (Deu 30:3).

(3) El pacto davídico: prometiendo un reino eterno (2Sa 7:12-16; 2Sa 23:5; 2Cr 13:5).

(4) El nuevo pacto: prometiéndoles un corazón nuevo (Jer 31:31-34).

e. Tenían la ley (Éxo 20:1-26; Deu 5:1-33).

f. Tenían el servicio a Dios. Era Israel el que ministraba tanto en el tabernáculo como en el templo.

g. Ellos tenían las promesas. Estas incluían el nacimiento de Cristo y su futuro reinado (Isa 9:6-7).

h. Tenían a los padres. Israel disfrutaba de un linaje regenerado, que incluía gigantes como Abraham, Moisés, David, etc.

i. Ellos produjeron la línea humana que facilitó la encamación de Cristo (Mat 1:1-16; Luc 3:23-38).

3. Los múltiples ejemplos de la historia (Rom 9:6-29).

Pablo demuestra ahora la soberanía de Dios y su gracia inmerecida mediante la propia historia de Israel.

a. El ejemplo de Ismael e Isaac (Rom 9:6-9). Podemos ver la soberanía de Dios en la elección de Isaac (el hijo más joven de Abraham) en lugar de Ismael (el hijo mayor). Sólo los descendientes de Isaac llegarían a ser ciudadanos de la nación escogida de Dios.

b. El ejemplo de Esaú y Jacob (Rom 9:10-13). Algunos se han sentido perturbados por la declaración de Pablo en el versículo Rom 9:13 : «Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.» Debe notarse que la declaración no se refiere para nada a los muchachos, sino a las naciones que ellos fundaron, es decir, Israel y Edom. Esta cita del Antiguo Testamento no la encontramos en Génesis sino en Malaquías Mal 1:2-5. El profeta Abdías nos explica claramente por qué aborreció Dios a Edom. En cada uno de estos casos (Rom 9:6-13), Dios rechazó a hombres que habían nacido en el seno de familias patriarcales. En ambos casos los padres desearon que los rechazados heredaran el problema. Abraham rogó por Ismael (Gén 17:18) e Isaac intentó pasar la bendición a Esaú (Gén 27:1, Gén 27:4, Gén 27:30, Gén 27:33).

c. El ejemplo de Faraón (Rom 9:14-23).

(1) Los hechos de los tratos de Dios con Israel y faraón.

(a) Dios decidió perdonar el pecado de Israel con gracia inmerecida. «Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca» (Rom 9:15).

(b) Dios decidió castigar el pecado de faraón con un juicio merecido. «Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra» (Rom 9:17).

(2) La rectitud de los tratos de Dios con Israel y faraón. Pablo responde aquí a dos objeciones:

(a) Que Dios no es justo. Algunos dirán que no fue muy correcto que endureciera el corazón de faraón. Debemos notar que se nos dice al menos siete veces en el libro de Éxodo que Dios endureció el corazón de faraón (Éxo 4:21; Éxo 7:3; Éxo 9:12; Éxo 10:1, Éxo 10:20, Éxo 10:27, Éxo 11:10). ¿Cómo debemos entender esto? Una respuesta parcial, y sólo parcial, la podemos encontrar en las siguientes observaciones:

La manera en que un objeto dado reacciona cuando es confrontado por un agente exterior depende exclusivamente de la naturaleza de tal objeto. Por ejemplo, imaginémonos una escena invernal. El río Yonder está helado. Ambas orillas son de arcilla amarilla. De pronto aparece el sol y calienta con fuerza tanto las aguas como las márgenes del río. ¿Qué ocurre después? La reacción es como sigue: el hielo se derrite y la arcilla se endurece. El mismo agente actúa sobre ambos elementos, pero en un caso la influencia celestial ablanda a uno y endurece al otro.

Además, debemos señalar también que se nos dice que en cuatro ocasiones faraón endureció su propio corazón (Éxo 7:22; (Éxo 8:15, Éxo 8:19; (Éxo 9:35). La palabra «endurecer» en Rom 9:18 (habed) se traduce por «pesado» en Éxo 17:12; Éxo 18:18; Sal 38:4; Isa 1:4. Es decir, Dios dejó su corazón pesado con iniquidades.

(b) El hombre no es responsable. «¿Por qué, pues, inculpa? Porque ¿quién ha resistido a su voluntad?» (Rom 9:19). Pablo dedica muy poco tiempo a esta objeción. Dice simplemente que el alfarero tiene potestad sobre el barro con el que trabaja para hacer el vaso que él ha decidido hacer. Debemos agregar aquí (Rom 9:21) que Pablo no está diciendo que Dios hizo al barro como era, sino que él trabajó con él (véanse Jer 18:1-6; Isa 45:9; Isa 64:6-8). Se está hablando aquí de dos clases de vasos: «los vasos de ira preparados para destrucción» (Rom 9:22). El sentido es que él se hizo a sí mismo para esa situación; «los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria» (Rom 9:23). Podemos decir en conclusión que el infierno (destrucción) es el destino merecido del hombre pecador, mientras que el cielo (gloria) es el destino inmerecido del hombre salvado.

d. El ejemplo de Oseas (Rom 9:24-26). Este profeta predijo que Dios llamaría «pueblo mío al que no era mi pueblo» (Rom 9:25; véanse también Ose 1:10; Ose 2:23). Aquí vemos la soberanía de Dios en relación con los gentiles salvos (1Pe 2:9-10).

e. El ejemplo de Isaías (Rom 9:27-29). Predijo: «Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo» (Rom 9:27; véase también Isa 1:9). La soberanía de Dios la vemos aquí en relación con el remanente israelita que sería salvo.

4. La doble conclusión de Pablo (Rom 9:30-33).

a. Los gentiles, sin haberlo buscado, han alcanzado la justicia que es mediante la fe.

b. Israel no ha alcanzado mediante la ley esta justicia a pesar de haberla estado buscando. Ellos esperaban a un león osado, pero Dios les envió un cordero que daba su sangre. Querían un trono, pero les fue ofrecida una cruz.

B. La justicia de Dios y el rechazo presente de Israel.

Introducción: Rom 9:1-33 y Rom 10:1-21 deberían leerse siempre juntos. El capítulo Rom 9:1-33 muestra por qué algunos judíos son salvos y el capítulo Rom 10:1-21 explica por qué la mayoría se pierde.

1. La fuente de la justicia (Rom 10:4-5). «Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree» (Rom 10:4). Podríamos expresar este versículo de otra manera diciendo que Cristo es el fin de la ley del Antiguo Testamento para el creyente después de la cruz como George Washington fue el fin de la ley británica para los americanos después de la guerra de la independencia. (Véanse 2Co 3:6-11; Heb 7:11-19; Gál 3:24; Efe 2:15; Col 2:14.)

2. La disponibilidad de la justicia (Rom 10:6-8). «Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón» (Rom 10:8). A causa de esto no debemos estar preocupados con:

a. La encamación. «¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo)» (Rom 10:6).

b. La resurrección. «¿Quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos)» (Rom 10:7).

3. El método de la justicia (Rom 10:9-10). Algunos han hecho de la confesión oral una condición para la salvación sobre la base del Rom 10:10 : «Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.» (Véase también Rom 10:9.)

La Biblia, por supuesto, no impone esta limitación. Pablo estaba evidentemente enfatizando la misma verdad que encontramos en Stg 2:20, es decir, la presencia genuina de Cristo en el corazón del creyente le llevará sin duda a confesarle verbal y públicamente. El fruto dará evidencias de la raíz. (Véanse Mat 10:32; Luc 12:8; Jua 12:42-43; Mat 12:34.) El método, pues, para alcanzar la justificación es la fe en Cristo.

4. El alcance de la justicia (Rom 10:11-13). «Todo aquel» (véase Rom 10:11, Rom 10:13). Pablo había antes demostrado que todos los hombres estaban perdidos. Ahora dice que todos pueden ser salvos. Comparar el «todo aquel» que tenemos aquí con lo que se dice en Apocalipsis Apo 20:15.

5. La presentación de la justicia (Rom 10:14-15). Estos versículos son un pequeño y bello discurso que demuestra la necesidad de llevar el evangelio que es para todos a todos. En otras palabras, la reconciliación mundial demanda la evangelización mundial. Puesto que la salvación por medio de Cristo es para todos, debe ser proclamada a todos. Pablo resume aquí el programa de Dios para la evangelización mundial, y lo hace en cinco pasos.

a. A fin de ser salvo, el pecador debe invocar al Señor.

b. Para poder invocarle debe creer en Él.

c. Para poder creer debe primero oír.

d. Para poder oír debe haber alguien que le predique. (Esto se refiere a cualquier forma de llevar el mensaje del evangelio, bien sea por medio de un agente humano, o programa radial, o un folleto, etc.)

e. A fin de que pueda ser predicado el predicador debe ser enviado. Quiere decir enviado por Dios mismo (véanse Isa 6:8; Jua 15:16; Jua 20:21). El apóstol cita aquí las palabras de Isaías Isa 52:7 : «¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!» La palabra griega que se usa aquí para «hermosos» significa «plenamente florecido, desarrollado, maduro». Lo que parece que Pablo está queriendo decir es que dar testimonio de Cristo da como resultado un cristiano completamente florecido, desarrollado y maduro.

6. El rechazo de la justicia (Rom 10:1-3; Rom 10:16-21).

a. Israel tenía celo de Dios pero sin conocimiento. Podemos, por supuesto, sufrir de lo opuesto: conocimiento sin celo. Lo primero lleva al fanatismo (Gál 1:14; Hch 22:3). Lo segundo lleva al frío formalismo.

b. La oración de Pablo es que Dios le diera a Israel ese conocimiento. El apóstol tendría muy poco en común con la teología moderna. Fue Reinhold Niebuhr quien dijo: «No tratéis de convertir a los judíos… ellos pueden encontrar más fácilmente a Dios en su propia fe que en el cristianismo.»

c. Pablo aplica aquí las palabras de David acerca de la creación (Rom 10:18; Sal 19:4) a la realidad de la salvación, para demostrar que la incredulidad de Israel no era debido a que nunca hubiera escuchado, porque su oportunidad había sido tan amplia como los mismos cielos.

d. Tanto Moisés (Deu 32:21) como Isaías (Isa 53:1; Isa 65:1) habían anticipado este lamentable rechazo (véase Rom 10:16, Rom 10:19-20).

e. Dios había sido muy paciente con su pueblo rebelde. «Todo el día [por más de quince siglos, todo el tiempo de la ley] extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor» (Rom 10:21; Isa 65:2; véase también Mat 23:37-39). Israel había sido culpable de:

(1) Desobediencia a la Palabra de Dios.

(2) Disgusto con el Dios de la Palabra.

C. La sabiduría de Dios y la restauración de Israel en el futuro. (Rom 11:1-36). Pablo acaba de hablar del rechazo de Israel en el capítulo Rom 10:1-21, y ahora va a mostrar que ese rechazo no era total (Rom 11:1-25), ni final (Rom 11:26-33).

1. El rechazo no era total (Rom 11:1-25).

a. Los grupos de Israel (Rom 11:1-10). La nación aparece ahora separada en dos diferentes categorías:

(1) El grupo minoritario: «Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia» (Rom 11:5). Pablo nos ofrece dos pruebas de que

Dios siempre ha tenido su remanente fiel.

(a) Como se puede ver por medio de su propia conversión (Rom 11:1).

(b) Como sucedió en el tiempo de Elías (Rom 11:2-4). El profeta llegó a creer que él era el único creyente que quedaba en su día, y liega al punto de que «invoca a Dios contra Israel» (Rom 11:2).

Pero Dios (que nunca responde a esta clase de oración sin importar quien la haga) le informa inmediatamente: «Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal» (Rom 11:4; véase también 1Re 19:10, 1Re 19:14, 1Re 19:18).

(2) El grupo mayoritario: «Y los demás fueron endurecidos» (Rom 11:7). El Israel de hoy sigue plagado con este endurecimiento o ceguera de tres maneras:

(a) El endurecimiento causado por la caída de Adán (Efe 4:18).

(b) La ceguera causada por Satanás (2Co 4:4).

(c) La ceguera causada por Dios (Rom 11:8).

Esta trágica ceguera espiritual fue predicha por Isaías (Isa 29:10; Rom 11:8) y David (Sal 69:22-23; Rom 11:9-10). La razón de esta ceguera fue también predicha por David, a saber, el trato que lo judíos dieron a Cristo. Notemos las palabras en el Salmo Sal 69:21, que precede a esta profecía de juicio por su ceguedad: «Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre.» (Véase su cumplimiento en Mat 27:34, Mat 27:48.)

b. La plenitud de los gentiles (Rom 11:11-25). Esta frase (que la encontramos en Rom 11:25) debe distinguirse de la de los tiempos de los gentiles mencionada por Cristo en Lucas Luc 21:24.

(1) Los «tiempos» de los gentiles es una frase de naturaleza política, y se refiere a aquel período desde la cautividad de Babilonia hasta el final de la tribulación. (Véanse Deu 28:28-68; 2Cr 36:1-21; Dan 9:24-27.)

(2) La plenitud de los gentiles es de naturaleza espiritual, y se refiere al período de tiempo necesario para completar el cuerpo de Cristo, compuesto de judíos y gentiles, que han sido salvos desde pentecostés hasta el rapto. (Véanse Hch 15:14; Efe 4:11-13; 1Co 12:12-13.)

Los detalles acerca de este período de la plenitud de los gentiles es como sigue:

(3) Los creyentes gentiles son integrados al presente en el árbol de la salvación de Dios.

(4) Son tomados de un olivo silvestre (Rom 11:17).

(5) Han sido injertados en un buen olivo (Rom 11:24). Este proceso, como Pablo correctamente indica, es «contra naturaleza» (Rom 11:24). Normalmente, cuando lo silvestre es injertado en el olivo bueno, lo bueno queda dominado por lo silvestre. Sin embargo, cuando lo bueno es injertado en el árbol silvestre sucede lo opuesto.

(6) Se les advierte a los gentiles que no se ensoberbezcan ni se hagan arrogantes por su nueva situación «porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará» (Rom 11:21).

Debemos, en este momento, considerar dos pensamientos:

(7) Pablo no está enseñando que la Iglesia ha tomado el lugar de Israel. Él ya ha preguntado y ha respondido esta cuestión en Rom 11:1 : «¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna mañera.»

(8) Tampoco está enseñando que un creyente gentil pueda ser cortado de este árbol y perder su salvación. Simplemente está diciendo que si Dios no perdonó a Israel por su apostasía, tampoco lo hará con una Iglesia apóstata. El cristianismo va hoy en la misma dirección que Israel fue en el pasado, y Dios lo rechazará y juzgará por ello. (Véanse 1Ti 4:1-3; 2Pe 2:1-22; Apo 3:14-22; Apo 17:3-18.)

Pablo nos da los siguientes detalles en relación con la plenitud de los gentiles:

«Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio» (Rom 11:25). Un misterio en la Biblia es una verdad que ha estado previamente oculta, sin revelar en el Antiguo Testamento, pero que ahora ha sido declarada, y a veces explicada, en el Nuevo Testamento.

(9) Hay doce de estos misterios. Que son los siguientes, sin más ampliación por ahora:

(a) El misterio del reino de los cielos (Mat 13:3-50; Mar 4:1-25; Luc 8:4-15).

(b) El misterio del rapto (1Co 15:51-52; 1Ts 4:16).

(c) El misterio de la Iglesia como cuerpo de Cristo (Efe 3:1-11; Efe 6:19; Col 4:3; Rom 16:25).

(d) El misterio de la Iglesia como la esposa de Cristo (Efe 5:28-32).

(e) El misterio de la morada de Cristo en el creyente (Gál 2:20; Col 1:26-27).

(f) El misterio de la encarnación de Cristo (Col 2:2, Col 2:9; 1Co 2:7).

(g) El misterio de la piedad (1Ti 3:16).

(h) El misterio de la iniquidad (2Ts 2:3-12; Mat 13:33).

(i) El misterio del presente endurecimiento o ceguedad de Israel (Rom 11:25).

(j) El misterio de las siete estrellas (Apo 1:20).

(k) El misterio de Babilonia la ramera (Apo 17:5, Apo 17:7).

(l) El misterio de Dios (Apo 10:7; Apo 11:15-19).

En Romanos Rom 11:25 el misterio es «que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles».

2. El rechazo no era permanente (Rom 11:26-36).

a. El Israel de Dios (Rom 11:26-32).

(1) Serán restaurados mediante la ratificación del pacto prometido. «Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados» (Rom 11:27; véanse también Isa 59:21; Isa 27:9; Jer 31:31-37; Heb 8:8; Heb 10:16; Zac 13:1).

(2) Serán restaurados por medio de su Cristo prometido. «Vendrá de Sión el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad» (Rom 11:26; véase Isa 59:20).

b. El Dios de Israel (Rom 11:33-36). «¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.» Esta es la primera de cinco bendiciones de Pablo que encontramos en Romanos. (Véanse también Rom 15:33; Rom 16:20; Rom 16:24; Rom 16:25-27.)

IV. El templo de Dios: la voluntad de Dios (la transformación y la exhortación) (Rom 12:1-21Rom 16:1-27).

A. Responsabilidades públicas de todos los redimidos (Rom 12:1Rom 15:13).

1. El creyente y el yo (Rom 12:1-3). En el capítulo Rom 6:1-23 Pablo da una explicación detallada de aquellos pasos que nos llevan a la santificación. Ahora extiende en este capítulo la invitación:

a. ¿Cómo se ofrece esta invitación? «Os ruego.» Pablo no da un mandamiento seco, sino una súplica. El servicio de amor no puede ser ordenado. Este es el lenguaje de la gracia y es el método del apóstol. (Véanse también 1Co 4:16; Efe 4:1; 1Ti 2:1. Cp. con Luc 12:20.)

b. ¿A qué se le invita al creyente? A presentar su cuerpo «en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios». Notemos que:

(1) Tiene que ser su cuerpo. Dios no está principalmente interesado en nuestro tiempo, talentos o dinero. La única ofrenda que satisface al Redentor-Creador es el cuerpo de sus criaturas redimidas. (Véanse 1Co 3:16; 1Co 6:19-20; 2Co 8:5.)

(2) Tiene que ser un cuerpo vivo. Algunas veces es más fácil morir por el Señor que vivir para Él.

(3) Tiene que ser un cuerpo vivo y santo.

c. ¿Por qué se le invita al creyente a hacer esto?

(1) Porque ya ha experimentado la misericordia de Dios. Otras confesiones religiosas hacen del sacrifico la raíz de la misericordia, pero el cristianismo lo convierte en la flor. (Cp. Esto con 1Re 18:26-29; 2Re 3:26-27.)

(2) Porque no es solamente el curso de acción apropiado y requerido, sino el camino práctico y razonable. Notemos que:

(a) Dios le dice al pecador: «Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana» (Isa 1:18). Lo más apropiado y práctico para el pecador es darle el corazón a Dios.

(b) Dios le dice al santo: «Presenta tu cuerpo en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es tu culto racional.» Lo apropiado y práctico para el santo es entregarle su cuerpo a Dios.

d. ¿Cuáles son los resultados de obedecer a la invitación?

(1) El creyente no será conformado (moldeado) desde fuera por el mundo.

(2) El creyente será transformado desde dentro por la renovación de su mente.

El término «transformado» proviene del griego metamorpheo, de donde sacamos nuestra palabra metamorfosis, que habla del cambio biológico que lleva a un gusano de seda a transformarse en mariposa. Se usa esta misma palabra para la transfiguración de Jesús en Mateo Mat 17:2. (Véase también 2Co 3:18.) Esta transformación se refiere a aquel acto del creyente mediante el cual arregla su posición exterior para que se ajuste a su condición interior. (Véanse 1Pe 1:14; 1Jn 2:15.) La renovación de la mente de la que se habla en Rom 12:2 es probablemente una referencia al estudio de la Biblia y a la oración constantes (Efe 4:23; Col 3:10). Esta renovación diaria es la única verdadera protección contra el fracaso (1Co 9:24-27).

(3) El creyente entonces estará en condiciones de discernir y llevar a cabo la perfecta voluntad de Dios para su vida.

(4) Se verá así mismo como Dios le ve a él y no tendrá de sí «más alto concepto que el que debe tener» (Rom 12:3).

2. El creyente y el servicio (Rom 12:4-21).

a. Las herramientas para el servicio (Rom 12:4-8).

El Espíritu Santo le ha provisto al creyente de varios dones sobrenaturales con los que puede servir a Cristo. Aquí se mencionan siete de estas herramientas de servicio:

(1) Profetizar.

(2) Servir.

(3) Enseñar.

(4) Exhortar.

(5) Repartir.

(6) Presidir.

(7) Hacer misericordia.

b. Las técnicas del servicio (Rom 12:9-21).

(1) Tenemos que amar sinceramente (sin fingimiento) a todos los santos (Rom 12:9-10).

«Morar en el cielo, en amor con todos los santos, será una experiencia gloriosa; pero hacerlo aquí con los santos que conocemos bien es otra cosa muy diferente.»

(2) Tenemos que «aborrecer lo malo» (Rom 12:9; véanse Sal 96:10; Heb 1:9).

(3) Debemos «seguir [aferramos] lo bueno» (Rom 12:9; véase Hch 8:29).

(4) Tenemos que crecer en el gozo, la paciencia y la oración (Rom 12:12).

(5) Tenemos que ser fervientes (hasta lo máximo) en nuestro deseo de agradar a Dios (Rom 12:11). El Señor aborrece la indiferencia (Apo 3:15-16).

(6) Tenemos que aportar con generosidad para las necesidades de los santos (Rom 12:13; véanse 2Co 9:1; Heb 13:16; 1Jn 3:17).

(7) Debemos hablar bien de aquellos que nos persiguen. La frase «no maldigáis» (Rom 12:14) no es un mandamiento prohibiendo usar un vocabulario profano contra nuestros enemigos, sino más bien contra el orar de manera impropia por ellos: «Señor, tú sabes lo que me ha hecho, espero que le des lo que se merece.» (Véanse 1Pe 2:23; 1Pe 3:9; 1Co 4:12.)

(8) Tenemos que «gozamos con los que se gozan; llorar con los que lloran» (Rom 12:15). Jesucristo lo hizo (Jua 2:1-25, Jua 11:1-57). (Las razones teológicas que lo apoyan aparecen en 1Co 12:26.)

(9) Tenemos que evitar ser «altivos, sino asociarnos con los humildes» (Rom 12:16). Diótrefes no se comportó así (véase 3Jn 1:9).

(10) Tenemos que destruir a nuestros enemigos. La manera de hacerlo es convirtiéndolos en nuestros amigos (Rom 12:18-21). Pablo dice: «Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.» Encontramos dos ejemplos clásicos de ello en el Antiguo Testamento: en el trato de David al rey Saúl (1Sa 24:1-22, 1Sa 26:1-25) y en la actitud de José hacia sus hermanos (Gén 45:1-28).

3. El creyente y la sociedad (Rom 13:1-14); lo que tiene que hacer (Rom 13:1-10).

a. Sus deberes para con los gobernantes (Rom 13:1-7).

(1) Debe sujetarse a las autoridades superiores, «porque no hay autoridad sino de parte de Dios» (Rom 13:1). La Biblia enseña que el hijo de Dios no debe amar los sistemas de este mundo, ni dejarse moldear por sus modelos, pero con todo debe obedecer sus leyes. Las Escrituras nos presentan tanto la separación del mundo como la sujeción al Estado por parte del cristiano (Tit 3:1; 1Pe 2:13).

Los judíos del tiempo del Imperio Romano fueron notoriamente malos ciudadanos. Rehusaron someterse a las leyes y usaron como base bíblica Deuteronomio Deu 17:14-15. Sin embargo,

Pablo enseñó la sujeción a las autoridades a pesar del vergonzoso y mal trato que a veces sufrió de parte de ellos (Hch 16:22-24, Hch 16:37-38; véanse Pro 8:15-16; Dan 2:21; Dan 4:17; Jua 19:10-11). De manera que el gobierno civil es una institución divina dada por Dios después del diluvio (Gén 9:1-29) para asegurar el orden y prevenir la anarquía (véase Jue 17:6).

(2) Debe saber que «quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste» (Rom 13:2). Deberíamos notar que Pablo nos está dando aquí principios generales para guiar la vida cristiana en una sociedad gobernada por leyes justas. No habla de las acciones en particular que el cristiano ha de tomar cuando estas leyes son injustas o inmorales. Esta cuestión se responde en otro pasaje (Hch 5:29).

(3) Debe pagar los impuestos correspondientes tanto locales como nacionales, y respetar y honrar a los funcionarios del estado (Rom 13:7). Una vez un hombre paró a D.L. Moody en una calle de Chicago y le preguntó a dónde iba. El gran evangelista le respondió: «A depositar mi voto.» Algo sorprendido, aquel hombre le amonestó a que no lo hiciera «porque él era un ciudadano del cielo y esta tierra no era su destino final». Moody sonrió y le dijo: «Eso es verdad, pero mientras tanto pago mis impuestos en el condado de Cook.»

b. Sus deberes para con el resto de los ciudadanos (Rom 13:8-10). «No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley» (Rom 13:8). Este pasaje no prohíbe al cristiano comprar bienes a plazos. Entendiéndolo en su contexto nos está diciendo sencillamente que paguemos nuestras deudas. Pablo ya había dicho que todos los creyentes debemos el evangelio a los que no lo conocen a fin de que puedan escucharlo (Rom 1:14).

Porqué debemos hacerlo (Rom 13:11-14). «Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantamos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.»

Pablo habla de la noche como si ya se hubiera acabado, mientras que Jesús dijo que estaba por venir (Jua 9:4). Ambos tienen razón. Para los santos el alba ya apunta, pero para los pecadores la noche viene. El mundo presente es el único infierno que los creyentes van a conocer y es también el único cielo que los incrédulos van a experimentar. La larga noche del pecado se ha extendido por miles de años, desde su comienzo con la rebelión de Adán; pero la Estrella de la Mañana ya ha aparecido (Luc 2:1-52). Pronto se levantará el Sol de justicia y en sus alas traerá salvación. Todos los escritores del Nuevo Testamento dan testimonio de esto. (Véanse 1Co 15:51; 1Ts 4:16, Pablo; Stg 5:8, 1Pe 4:7; 1Jn 2:18, 1Jn 2:28; Jud 1:18.) Debemos notar especialmente la frase de Pablo «se acerca el día» del versículo Rom 13:12. Este es el primero de al menos diez «días» importantes que aparecen en la Biblia, todos ellos futuros, que son:

(1) El día del rapto (Rom 13:12; Efe 4:30; Flp 1:6, Flp 1:10; Flp 2:16; Heb 10:37; 2Pe 1:19). (Podemos considerarlo como un día literal de veinticuatro horas.)

(2) El día del juicio ante Cristo (1Co 3:13; 1Co 5:5; 2Ti 1:18; 2Ti 4:8; 1Jn 4:17). (Podemos considerarlo como un día literal de veinticuatro horas y es sólo para cristianos.)

(3) El día del Señor (Joe 1:15; Joe 2:1-2, Joe 2:11, Joe 2:31; Hch 2:20; 2Ts 2:3; Apo 6:17). (Este «día» abarca toda la tribulación, es decir, un período de siete años.)

(4) El día de la Segunda Venida de Cristo (Mat 24:36; Mat 26:29; 1Ts 5:2-4; 2Ts 1:10). (Puede ser considerado como un día literal de veinticuatro horas.)

(5) El día del Armagedón (Apo 16:14).

(Podemos considerarlo también como un día literal de veinticuatro horas.)

(6) El día de la resurrección de los justos (Jua 6:39-40, Jua 6:44, Jua 6:54, Jua 11:24). (Podemos considerarlo como un día literal de veinticuatro horas e incluye a los santos del Antiguo Testamento y a los creyentes de la tribulación.)

(7) El día del juicio de los ángeles caídos (Jud 1:6). (También un día de veinticuatro horas literales.)

(8) El día de Cristo (1Co 1:8; 2Co 1:14; 2Ti 1:12). (Este «día» abarca todo el milenio, un período de mil años.)

(9) El día del juicio del gran trono blanco (Mat 7:22; Mat 11:22; Jua 12:48; Hch 17:31; Rom 2:5, Rom 2:16; 2Pe 2:9). (Podemos visualizarlo como un día de veinticuatro horas literales.)

(10) El día de la nueva creación (2Pe 3:7-13) (Parece que también será un día literal de veinticuatro horas.)

En consecuencia, Pablo exhorta a los creyentes: «Vistámonos las armas de la luz» (Rom 13:12; léase Efe 6:10-17 para ver las piezas específicas de la armadura).

4. El creyente y los santos débiles en la fe (Rom 14:1-23).

a. Ningún creyente debe juzgar a otro creyente aquí.

(1) No tenemos que criticarle por causa de su legalismo (en cuestiones de dietas y días). «Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el espíritu» (Rom 14:17).

(2) No debemos comprometer nuestra libertad.

«Sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. No sea, pues, vituperado vuestro bien. Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación» (Rom 14:13, Rom 14:16, Rom 14:19).

b. Todos los creyentes serán juzgados por el Maestro allá.

«Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios» (Rom 14:10-12).

Encontramos catorce categorías especiales de juicio en la Biblia. Pablo se refiere a cuatro de ellas en la carta a los Romanos:

(1) El juicio de Adán en el huerto del Edén (Rom 5:12).

(2) El juicio de Cristo en el Calvario (Rom 4:25).

(3) El juicio ante el tribunal de Cristo (Rom 14:10).

(4) El juicio de Satanás en la tribulación (Rom 16:20).

5. El creyente y el Salvador (Rom 15:1-13). El ministerio terrenal de Cristo es un modelo para el creyente (1Pe 2:21-25).

a. Fue un ministerio de sacrificio: «Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo» (Rom 15:3).

b. Fue un ministerio sufriente: «Antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban cayeron sobre mí» (Rom 15:3).

c. Fue un ministerio bíblico (Rom 15:4).

d. Fue un ministerio compartido: «Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios» (Rom 15:7).

e. Fue un ministerio cierto: «Para confirmar las promesas hechas a los padres» (Rom 15:8).

f. Fue un ministerio valiente: «Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, y cantaré a tu nombre. Y otra vez dice: Alegraos, gentiles, con su pueblo» (Rom 15:9-10; véanse también Sal 18:49; Sal 117:1; Deu 32:43; Isa 11:10).

B. Observaciones personales para los creyentes romanos (Rom 15:14-33; Rom 16:1-27).

1. Pablo presenta un repaso panorámico de su ministerio (Rom 15:14-21).

a. Menciona su ministerio especializado:

«Para ser ministro de Jesucristo a los gentiles» (Rom 15:16).

b. Menciona también sus milagros: «Con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios» (Rom 15:19). El libro de Hechos recoge muchos de los milagros de Pablo:

(1) El mago Elimas quedó ciego en Pafos (Chipre) (Hch 13:11-12).

(2) Varios milagros en Iconio (Hch 14:3-4).

(3) Curación de un cojo de nacimiento en Listra (Hch 14:8-18).

(4) Curación de una joven endemoniada en Filipos (Hch 16:16-18).

(5) Curación de muchos enfermos y endemoniados en Éfeso (Hch 19:11-12).

(6) Resucitación de Eutico en Troas (Hch 20:9-10).

(7) Restauración de la salud del padre de Publio, enfermo de fiebre y disentería, y curación de otros en la isla de Malta (Hch 28:8-9).

c. Habla de su campo misionero: «De manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo» (Rom 15:19).

d. Se refiere a su metodología: «Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno» (Rom 15:20).

e. Menciona su motivación: «Sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; y los que nunca han oído de él, entenderán» (Rom 15:21).

2. Les informa anticipadamente del ministerio que planea (Rom 15:22Rom 16:27).

a. Está decidido a visitarles en un futuro cercano, cuando vaya de camino para España (Rom 15:24, Rom 15:28). Las columnas de Hércules, la parte más occidental del continente europeo y del mundo civilizado de aquel día, atraían a Pablo. ¿Pudo al fin viajar a España?

Poco antes de su muerte escribió: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera» (2Ti 4:7). Suponemos que sí lo hizo en razón de que España era parte de su carrera.

b. Solicita sus oraciones para el proyecto misionero de pasar a visitarles (Rom 15:25-27, Rom 15:30-31) Ahora iba camino de Palestina para entregar la ofrenda para los pobres de Jerusalén que había recogido en todas las iglesias gentiles. Pablo no tenía duda de que en el tiempo anterior a su conversión había sido causante de la pobreza de muchos cristianos en Jerusalén (Rom 15:31).

Notemos ahora:

(1) Las recomendaciones del apóstol: «Os recomiendo además nuestra hermana Febe» (Rom 16:1). Febe llevó la valiosa carta a los Romanos desde Corinto.

(2) Los saludos: baja de las alturas de la doctrina a las calles de Roma. Había empezado la epístola diciendo: «Sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones» (Rom 1:9). Al final de la carta menciona a veintiocho de ellos por nombre:

Priscila y Aquila: «Saludad también a la iglesia de su casa» (Rom 16:5). Las iglesias locales se reunían en casas particulares al principio. (Véanse Hch 12:12; Col 4:15; 1Co 16:19; Flm 1:2, Flm 1:14-15.) Pablo conocía a esta pareja desde hacía varios años (Hch 18:2, Hch 18:18, Hch 18:26; 1Co 16:19).

Epeneto: el primer convertido de Pablo en Acaya (Rom 16:5).

María: «la cual ha trabajado mucho entre vosotros» (Rom 16:6).

Nota: Muchos de estos colaboradores fieles de Pablo eran mujeres.

Fueron las mujeres quienes ayudaron a Cristo en su hora de necesidad cuando los hombres lo dejaron solo.

Le ayudaron:

(a) En el camino a la cruz (Luc 2:27).

(b) En la cruz (Jua 19:25).

(c) En su enterramiento (Mat 27:61; Luc 23:55).

(d) Para embalsamar su cuerpo (Jua 20:11; Mar 16:1).

Andrónico y Junias: una pareja probablemente relacionada con Pablo (Rom 16:7).

Amplias: «amado mío en el Señor» (Rom 16:8).

Urbano: «nuestro colaborador en Cristo Jesús» (Rom 16:9).

Estaquis: «amado mío» (Rom 16:9).

Apeles: «aprobado en Cristo» (Rom 16:10). Este hombre aparentemente había pasado con éxito por una prueba.

Herodión: ¿nieto de Herodes el Grande? (Rom 16:11).

Los de la familia de Aristóbulo (Rom 16:10).

Los de la familia de Narciso (Rom 16:11).

Trifena y Trifosa: «las cuales trabajan en el Señor» (Rom 16:12).

Pérsida: «la cual ha trabajado mucho en el Señor» (Rom 16:12).

Rufo y su madre: «escogido en el Señor, y a su madre y mía» (Rom 16:13).

Nota: Simón de Cirene, que llevó la cruz de Cristo, era el padre de Rufo (Mar 15:21).

Asíncrito (Rom 16:14).

Flegonte (Rom 16:14).

Hermas (Rom 16:14).

Patrobas (Rom 16:14).

Hermes (Rom 16:14).

Filólogo (Rom 16:15).

Julia (Rom 16:15).

Nereo y su hermana (Rom 16:15).

Olimpas (Rom 16:15).

c. Detecta un posible futuro problema (Rom 16:17-18).

«Más os ruego, hermanos, que no os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.»

El Nuevo Testamento nos da tres razones para separar a un miembro de la comunión con la iglesia local.

(1) Por causar divisiones (Rom 16:17; 2Ts 3:6; Pro 6:19). Nota: cuando Pablo al fin llegó a Roma encontró a estos perturbadores en plena actividad. (Véanse Flp 1:14-18; Flp 3:18.)

(2) Por inmoralidad (1Co 5:1-13).

(3) Por herejía (Tit 3:10).

En 1Co 5:4 y Mat 18:15-17 se nos describe el procedimiento para separar a tales personas. (Véase también 2Ts 3:14-15.)

d. Anuncia la suerte de Satanás: «Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies» (Rom 16:20). Esta profecía se cumplirá de dos maneras:

(1) Cuando sea echado en el abismo por mil años durante el milenio (Apo 20:1-3).

(2) Cuando sea echado en el lago de fuego y azufre después del milenio (Apo 20:10).

Después de enviarles los saludos de parte de siete compañeros de ministerio que estaban con él en ese momento (Timoteo, Lucio, Jasón, Sosípater, Gayo, Erasto, Cuarto, y Tercio, quien sirvió de escribano y envía sus propios saludos), Pablo concluye su más importante epístola con una doxología preciosa:

«La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén. Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén» (Rom 16:24-27).

Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz

LA ETAPA DE LAS EPÍSTOLAS

INTRODUCCIÓN A LA ETAPA DE LAS EPÍSTOLAS

(Romanos – Apocalipsis)

En ningún otro período de toda la historia del mundo se ha escrito tanta literatura inapreciable como durante los años del 45 al 100 de la era cristiana. Estos cincuenta y cinco extraordinarios años estuvieron literalmente llenos de joyas literarias preciosas que nos vinieron del mismo Dios.

Tomaron la forma de veintidós cartas, conocidas comúnmente como las epístolas del Nuevo Testamento. Santiago, Judas, Juan, Pedro y Pablo fueron los hombres escogidos por Dios para completar su maravilloso manuscrito, conocido como la Biblia, que él había empezado como quince siglos antes por medio de Moisés en el desierto de Moab. El apóstol Juan, el último instrumento humano usado por Dios, lleva a su clímax con el Apocalipsis la gran revelación divina que empezó con el Génesis.

La Biblia es un libro que tiene a Cristo como centro. El Antiguo Testamento es la preparación de su vida, los evangelios son la manifestación de esa vida, el libro de los Hechos es la propagación de su vida, y las epístolas son la explicación de su vida. El tema central de las epístolas es Cristo y su Iglesia. La mayoría de estos libros están dirigidos a congregaciones locales (Gálatas, Romanos y 1-2Tesalonicenses, y 1-2Corintios, Efesios, Filipenses, Colosenses). Otras están dirigidas a pastores de iglesias locales (1y2Timoteo, Tito), mientras que otras están dirigidas a miembros individuales de las congregaciones locales (Filemón, y 2-3 Juan).

Al menos una de las epístolas es una amada carta familiar (1 Juan), mientras que otra es tremendamente práctica (Santiago). Dos fueron escritas teniendo en mente a los creyentes que sufren (1y2Pedro), otra advierte acerca de la apostasía que se acerca (Judas), y una sin firma (Hebreos) nos describe lo que Cristo está haciendo por su Iglesia en el cielo. La última epístola lo resume todo, concluyendo con el matrimonio del Esposo celestial con su esposa la Iglesia (Apocalipsis).

ROMANOS

INTRODUCCIÓN

La carta a los Romanos contiene 16 capítulos, 433 versículos y más de 9.500 palabras en las versiones en castellano. Si intentáramos determinar el valor de este libro por su doctrina, historia, profecía, y por los millones de santos y teólogos que sus páginas han producido durante los últimos veinte siglos, tendríamos que calcularlo en miles de millones de dólares. El autor de este Auxiliar bíblico Portavoz ha dedicado cientos (literalmente) de horas felices al estudio, y posterior resumen, de esta magnífica epístola.

Ningún otro estudio bíblico ha estimulado y conmovido mi alma más que este. Mi oración ferviente es que le plazca a Dios usar las siguientes páginas (con todo lo insuficientes que puedan ser) para, de igual manera que a mí, informar, iluminar e inspirar a muchos otros creyentes acerca de esta gran epístola, que es como la Constitución y la Declaración de Derechos de la fe cristiana.

El libro de Romanos puede asemejarse a cuatro edificios:

I. El tribunal de justicia divina: la ira de Dios (la condenación y la justificación)

(Rom 1:1-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-31; Rom 4:1-25; Rom 5:1-21).

A. El secretario (Rom 1:1-17)

B. Las actas del tribunal (Rom 1:18-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-31; Rom 4:1-25).

C. La revisión (Rom 5:1-21)

II. La central de energía de la gracia: el método de Dios (la santificación y la preservación) (Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39).

A. El plan: primer piso, la santificación (Rom 6:1-23).

B. El dolor: segundo piso, la frustración (Rom 7:1-25).

C. El precio: tercer piso, la preservación (Rom 8:1-39).

III. La sinagoga de Israel: La sabiduría de Dios (explicación y vindicación) (Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36).

A. La soberanía de Dios y la elección de Israel (Rom 9:1-33).

B. La justicia de Dios y el rechazo de Israel al presente (Rom 10:1-21).

C. La sabiduría de Dios y la restauración de Israel en el futuro (Rom 11:1-36).

IV. El templo de Dios: la voluntad de Dios (transformación y exhortación) (Rom 12:1-21; Rom 13:1-14; Rom 14:1-23; Rom 15:1-33; Rom 16:1-27).

A. Las responsabilidades públicas de todos los redimidos (Rom 12:1-21; Rom 13:1-14; Rom 14:1-23; Rom 15:1-6).

B. Comentarios personales para los creyentes romanos (Rom 15:14-33; Rom 16:1-27).

I. El tribunal de justicia divina: la ira de Dios (la condenación y la justificación) (Rom 1:1-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-31; Rom 4:1-25; Rom 5:1-21). En los primeros capítulos de Romanos, Pablo nos describe un caso legal que podríamos titular: «El Supremo Creador acusa a sus pecaminosas criaturas.»

A. El secretario del tribunal (Rom 1:1-17).

1. La elección de Pablo para el evangelio (Rom 1:1).

a. Era un siervo (esclavo) de Jesucristo.

b. Llamado a ser apóstol. Dos requisitos eran necesarios para el apostolado:

(1) Haber visto al Señor Jesús (1Co 9:1; 1Co 15:8-9).

(2) Su llamamiento debía proceder de Dios mismo (Jua 6:70; Hch 9:15). Ningún hombre debería entrar en el ministerio a menos que sea llamado por Dios. (Véanse Jua 15:16; Mat 9:38; Heb 5:14; Jer 23:21; Eze 13:4-6; Eze 13:10.)

c. Era un santo apartado. Hay tres separaciones específicas que se dieron en la vida de Pablo.

(1) En su nacimiento (Gál 1:15).

(2) En el camino a Damasco (Hch 9:15-16): su conversión a Cristo.

(3) En Antioquia (Hch 13:1-2): su llamamiento al ministerio. Pablo fue separado por y para Dios como lo fue Jeremías (Jer 1:5) y Juan el Bautista (Lev 1:15).

2. La explicación del evangelio por Pablo (Rom 1:2-5).

a. No es nuevo. Pablo decía que los profetas del Antiguo Testamento hablaron de ello. Él cita el Antiguo Testamento en Romanos no menos de sesenta y una veces de catorce libros. Esto refuta completamente las pretensiones de las sectas de declarar verdades nuevas y exóticas acerca del evangelio. Se ha dicho correctamente que «si algo es nuevo, probablemente no es verdad, y si es verdad no es nuevo».

b. Trata acerca de Jesús. Cristo es el autor y consumador del evangelio.

c. Fue manifestado mediante la encamación. Pablo habla del nacimiento virginal y de la humanidad de Cristo en Rom 1:3. Cristo es del linaje de David.

d. Fue proclamado por medio de la resurrección. La palabra griega para «declarado» de Rom 1:4 es horizo (de donde procede nuestra palabra «horizonte»), que significa «marcado por señales ciertas». Lo que quiere decir que Cristo, el Hijo de Dios, es el linde claro entre la tierra y el cielo.

(1) Se habla de su humanidad, como se puede ver:

(a) Creció (Luc 2:40; Luc 2:52).

(b) Tenía apariencia humana (Jua 4:9; Jua 20:15).

(c) Tuvo hambre (Mat 4:2).

(d) Tuvo sed (Jua 19:28).

(e) Se fatigó (Mar 4:38; Jua 4:6).

(f) Lloró (Jua 11:35; Luc 19:41).

(g) Sufrió, se desangró y murió (1Pe 2:21; Jua 19:34; Mat 27:50).

(2) Se habla de su deidad, como podemos ver:

(a) Lo llaman Dios (Tit 2:13).

(b) Es eterno (Apo 1:8; Apo 1:18).

(c) Es inmutable (Heb 13:8).

(d) Es omnipotente (Heb 1:3).

(e) Es omnisciente (Col 2:3).

(f) Es omnipresente (Mat 18:20).

Se habla de ambas naturalezas en Isa 9:6; Gál 4:4; y 1Ti 3:16. Nota: la frase «por la resurrección de entre los muertos» (Rom 1:4) está correctamente expresada en plural en castellano, pues abarca a todos los creyentes (véanse Rom 6:4; Jua 5:21; 1Co 15:22).

e. Concede a la vez tanto la salvación como oportunidad de servicio. Notemos el testimonio de Pablo aquí: «Por quien recibimos la gracia y el apostolado» (Rom 1:5). Observemos que la gracia precede al apostolado, pues necesitamos la conversión antes de poder servir. En 2Co 11:13-15 se habla de ministros inconversos. Jesús tiene que decir «Ven y sígueme», antes de poder declarar: «Id por todo el mundo.» John Wesley fue un buen ejemplo de ello.

f. Se recibe por fe (véanse Rom 5:1; Efe 2:8-9).

3. La gratitud de Pablo por el evangelio (Rom 1:6-15).

a. Pablo escribe a todos los creyentes romanos: «… amados de Dios, … santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.» (Rom 1:7). Notemos que les llama «santos», pues todos los creyentes lo somos ante los ojos de Dios.

Veamos también que la gracia precede a la paz. No puede haber paz aparte de la gracia. (Véanse Isa 57:21; Jer 6:14; Luc 7:50; Luc 8:48; Rom 5:1; 1Ts 5:3.)

Pablo comienza cada una de sus trece epístolas con estas mismas palabras: «Gracia y paz». Pedro (1Pe 1:2; 2Pe 1:2) y Juan (3Jn 1:3) hacen lo mismo. Gracia es «el favor inmerecido» y aparece por primera vez en Gén 6:8. Es quizá la segunda gran característica de Dios (después de la santidad) y podría ser definida como «la justicia de Dios a expensas de Cristo». (Véanse Rom 5:20; Efe 2:8-9; 1Pe 3:18; 1Co 15:10.)

b. El apóstol los elogia por su fe que es conocida en todo el mundo (Rom 1:8). Sabemos que el emperador Claudio había forzado a los judíos a salir de Roma a causa de un tal Cresto, que se piensa es un mal deletreo de «Cristo». (Véase también 1Ts 1:6-8.)

c. Les asegura que ora constantemente por ellos y también por sí mismo para que «tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros». Dios contestó más tarde su oración, pero no en la forma que él podía haber supuesto (Hch 27:1-44; Hch 28:1-31). En Rom 16:1-27 Pablo cita por nombre a 26 santos de la iglesia en Roma.

d. Desea ir para serles de bendición y también para recibir él bendición (Rom 1:12). Anteriormente se había propuesto ir, pero sus planes habían sido estorbados, una vez por Satanás (1Ts 2:18) y otra vez por Dios (Hch 16:6-7). Esto quiere decir que los planes de Pablo no estaban más inspirados que los de los cristianos de hoy (véase Rom 15:22-23). El don espiritual mencionado en Rom 1:11 era probablemente el de doctrina (1Pe 2:2).

e. Sentía que tenía una gran deuda de llevar el evangelio a todo pecador (Rom 1:14; véase también 2Re 7:9). A causa de esto, Pablo podía decir: «Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma» (Rom 1:15). Predicó en Jerusalén (el centro religioso del mundo) y se le opusieron ferozmente (Hch 21:31; Hch 22:22-23). Predicó en Atenas (el centro intelectual) y se burlaron de él (Hch 17:32). Predicaría más tarde en Roma (el centro político) y allí sufrió el martirio (2Ti 4:6).

4. La confianza de Pablo en el evangelio (Rom 1:16-17).

a. Pablo menciona aquí los tres elementos básicos que componen su filosofía concerniente al evangelio:

(1) Soy deudor (Rom 1:14) de predicarlo.

(2) Estoy presto (Rom 1:15) para predicarlo.

(3) No me avergüenzo (Rom 1:16) de predicarlo. Lo que aquí quiere decir es que el evangelio no le va a dejar mal, nunca le va a dejar avergonzado.

b. El evangelio es poder de Dios (Rom 1:16). Hay dos reglas mediante las que se miden el poder de Dios en la Biblia. En el Antiguo Testamento era de conformidad con aquel poder que sacó a Israel de Egipto (véanse Éxo 14:1-31; Éxo 15:1-27; Sal 78:1-72). En el Nuevo Testamento la unidad de medida es la resurrección de Jesús (Efe 1:20). El término griego para «poder» es dunamis, de donde proceden dos palabras:

(1) dinamita: poder destructivo, y

(2) dinamo: poder constructivo. El evangelio de Cristo es ambas cosas (véase 2Co 2:16).

c. El evangelio produce justicia (Rom 1:17). Esta palabra significa, en su definición más simple, «vestidura correcta». La Biblia nos enseña que todos los pecadores nos encontramos desnudos delante de Dios (Gén 3:10; Heb 4:13; Apo 3:17). Algunos pecadores se dan cuenta de ello y tratan de vestirse creando sus propias vestiduras espirituales, pero Dios las ve como trapos de inmundicia (Isa 64:6). Sin embargo, el evangelio provee de vestiduras nuevas a todos los pecadores arrepentidos. (Véanse 2Co 6:7; Efe 6:14; Apo 19:7-8.) Bien podemos usar esta palabra para resumir el libro de Romanos en forma triple:

(1) Dios es justo.

(2) Dios demanda que seamos justos.

(3) Dios provee de justicia.

d. El evangelio dice: «Mas el justo por la fe vivirá» (Rom 1:17). Estas siete palabras dieron origen a la reforma protestante cuando Martín Lutero las experimentó personalmente. Las encontramos en Hab 2:4 y aparecen tres veces citadas en el Nuevo Testamento.

(1) Aquí en Rom 1:17, donde el énfasis está en «el justo».

(2) En Gál 3:11, donde el énfasis aparece en «vivirá».

(3) En Heb 10:38, donde el énfasis lo tenemos en «por la fe». El obispo Lightfoot ha señalado lo siguiente en relación con estas siete palabras:

(4) La ley de Moisés contenía 613 preceptos.

(5) David los redujo a once en el Sal 15:1-5.

(6) Isaías los deja en seis.

(7) Miqueas lo limita a tres.

(8) Isaías los reduce a dos en otro pasaje.

(9) Pero Habacuc y Pablo resumen el plan de Dios a una sola declaración. La fe ha sido definida como «la mano del corazón».

B. Las actas del tribunal (Rom 1:18-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-31; Rom 4:1-25).

1. Los acusados:

a. Un idólatra (el hombre pagano) (Rom 1:18-32).

b. Un hipócrita (el hombre moral) (Rom 2:1-16).

c. Un hebreo (el hombre religioso) (Rom 2:17-29; Rom 3:1-8).

2. La acusación: alta traición contra el Rey del universo (Rom 3:23).

3. El Juez que preside: el Señor Jesucristo (Jua 5:22; Hch 17:31).

4. La acusación detallada: la ira de Dios se revela contra toda impiedad (los pecados contra su persona) e injusticia (pecados contra su voluntad). La primera categoría es vertical, mientras que la segunda es de naturaleza horizontal.

a. Esta ira se manifiesta de tres maneras:

(1) En el relato bíblico mismo (Jua 3:36).

(2) En la cruz del Calvario (Mat 27:46; 1Pe 3:18).

(3) En el mundo natural (por medio de terremotos, tornados, hambre, etc.)

b. La acusación de Dios contra el hombre abarca diez aspectos:

(1) Detienen con injusticia la verdad (Rom 1:18; véanse también Luc 4:42; 2Ts 2:6-7).

(2) Conocen a Dios, pero no le glorifican como a Dios (Rom 1:21).

(3) No le dieron gracias (Rom 1:21). (Cp. Rom 1:8; 1Ts 5:18).

(4) Empezaron con necias especulaciones: «se envanecieron en sus razonamientos» (Rom 1:21)

(5) Permitieron que sus mentes se entenebrecieran (Rom 1:21).

(6) Pensaban que eran sabios, pero se hicieron necios (Rom 1:22). El término griego que se emplea aquí para «necios» es moraino, de la forma verbal moros, que también se puede traducir por retrasado mental o subnormal.

Este fue el principio de la filosofía humana, un término mal empleado, porque significa «amante de la sabiduría». (Véanse Hch 17:18-21; 1Co 1:18-21; 1Ti 6:3-5; 1Ti 6:20; 2Ti 3:7; 2Ti 4:4.)

(7) Prefirieron a los ídolos antes que al Dios vivo, y cambiaron la gloria del Dios eterno por:

(a) La del hombre: los griegos adoraban el cuerpo humano, como lo hace Hollywood hoy.

(b) La de las aves: los asirios se inclinaban ante las aves.

(c) La de los cuadrúpedos: los egipcios ponían sus ojos en vacas y cocodrilos.

(d) La de los reptiles: los paganos adoraban a las serpientes.

Notamos aquí en Rom 1:23 la clara y vivida tendencia decadente del hombre. La Biblia no habla de evolución sino de involución.

(8) Entregaron sus cuerpos a las perversiones sexuales (Rom 1:26-27). El pecado de la homosexualidad es generalmente la etapa última en las civilizaciones que se apartan de Dios. Dios castigó a Sodoma por causa de este pecado borrándola del mapa del Medio Oriente (Gén 19:1-38), y posteriormente ordenó la destrucción de Jericó junto con otras ciudades del Antiguo Testamento (1Re 14:24). En los años recientes ha aumentado considerablemente el número de los homosexuales en la civilización occidental.

(9) Estaban atestados de toda injusticia (Rom 1:29-32).

(a) Fornicación: pecados sexuales en general.

(b) Perversidad (Mar 7:22).

(c) Avaricia (Col 3:5).

(d) Maldad (saña ciega y cruel)

(e) Envidia (descontento con las posesiones y ventajas de los demás).

(f) Homicidios (Mat 5:21-22).

(g) Contiendas: disputas con la intención deliberada de extraviar.

(h) Engaños: acosar o poner trampas.

(i) Malignidad: mala voluntad, formas crueles.

(j) Murmuradores: calumniar secretamente.

(k) Detractores: calumnia declarada.

(l) Aborrecedores de Dios.

(m) Injuriosos: insolentes y ofensivos.

(n) Soberbios: arrogantes, fanfarrones

(o) Altivos.

(p) Inventores de males.

(q) Desobedientes a los padres.

(r) Necios: sin entendimiento (véase Efe 4:17-19).

(s) Desleales.

(t) Sin afecto natural.

(u) Implacables.

(v) Sin misericordia.

(10) Ellos eran conscientes de la maldad de sus acciones, pero continuaban haciéndolo y animaban a otros a imitarlos (Mar 14:10-11; Apo 11:10). Por causa de estas tendencias y actitudes Dios los entregó a una mente reprobada (los dejó con sus perversos pensamientos, con una mente incapaz del juicio racional) (Pro 1:24-31; Rom 1:24, Rom 1:26, Rom 1:28).

5. El jurado:

a. La ley de Dios (Rom 2:12).

b. Los hechos del hombre (Rom 2:6).

6. La defensa:

a. El pagano (Rom 1:18-32).

(1) Su excusa: «Debo ser disculpado por razón de ignorancia.»

(2) La excusa es rechazada: «Todos los hombres tienen tanto el testimonio de la conciencia (Rom 1:19) como el de la naturaleza» (Rom 1:20). (Véanse Isa 40:26; Sal 8:3; Sal 19:1-3; Hch 14:17; Hch 17:29). En otras palabras, Dios no cosecha ira donde no ha sembrado conocimiento.

Estos dos testimonios son inequívocos y universales. En consecuencia, todos los hombres están expuestos a ellos y acusados por ellos.

b. El hipócrita (Rom 2:1-16).

(1) Su excusa: «Debo ser disculpado en base de la comparación, porque yo no soy tan malo como el pagano salvaje.

(2) La excusa es rechazada: «Tú has estado haciendo básicamente lo mismo, pero d una manera más refinada.» Un ejemplo clásico del hombre que condena a otro por lo mismo que él ha hecho es cuando David condenó al hombre rico porque le había quitado la cordera al pobre (2Sa 11:1-27; 2Sa 12:1-31).

Comentarios adicionales sobre el hombre moral:

(3) Estas personas que se creen justas cometen uno de estos dos errores capitales:

(a) No entienden la altura de la ley de Dios.

(b) Subestiman la profundidad de su propia conducta moral.

(4) Desean el fruto del cristianismo pero sin las raíces.

(5) Subestiman el temible conocimiento de Dios (Rom 2:1). Pero Dios conoce todos los hechos.

(a) Conoce el número de las estrellas (Sal 147:4).

(b) Conoce los pensamientos y las palabras del hombre (Sal 139:1-2, Sal 139:4, Sal 139:23, Sal 139:24).

(c) Conoce el número de los cabellos de la cabeza del hombre (Mat 10:30).

(d) Conoce el pasado, el presente y el futuro (Hch 15:18).

(e) Conoce incluso lo que podía haber sucedido (Mat 11:23).

(6) Menosprecian su bondad y paciencia (Rom 2:4). Menospreciar es dar poca importancia o tener a menos (Gén 25:34; Heb 12:2, Heb 12:5). Lo que el hombre moral menosprecia es:

(a) La paciencia de Dios, esto es, la acción de retener su ira y su condena.

(b) La bondad de Dios, esto es, la acción de ofrecer su gracia. El hombre moral toma muy a la ligera la mano extendida de Dios y también su puño cerrado.

(7) Asumen que su moralidad les va a librar del juicio (Rom 2:3). Se ha dicho que hay cuatro posibles maneras en que un hombre puede escapar del castigo humano:

(a) Puede cometer una falta que nunca se descubra y quedar como un malhechor sin descubrir.

(b) Puede escapar a un lugar donde no le alcance la ley.

(c) Puede comprar a un abogado muy astuto y burlarse de la ley.

(d) Puede escaparse de la cárcel donde le metieron. Pero de Dios no puede escapar (Heb 2:3). La única esperanza del hombre es arreglarse con Dios antes del juicio.

Sin esta reconciliación todos los hombres serán juzgados por sus pensamientos (Rom 2:16), palabras (Mat 12:36), y hechos (Apo 20:12). Esto sucederá así «porque no hay acepción de personas para con Dios» (Rom 2:11). (Véanse también Deu 10:17; Hch 10:34; Stg 2:1, Stg 2:9; Efe 6:9; Col 3:25.)

(8) El hombre moral que se considera a sí mismo justo, a semejanza del pagano, será juzgado por el doble testimonio de la naturaleza y de la conciencia (Rom 1:19-20; Rom 2:12-15).

La Biblia habla de varias clases de conciencia.

(a) Una buena conciencia (1Ti 1:5; 1Ti 1:19).

(b) Una conciencia débil (1Co 8:12).

(c) Una conciencia acusadora (Jua 8:9).

(d) Una conciencia corrompida (Tit 1:15).

(e) Una conciencia endurecida (1Ti 4:2).

Debemos hacer notar que la conciencia no funciona legislativamente sino sólo judicialmente. Es como un árbitro que sigue las reglas pero no crea él las reglas. La conciencia es, pues, un aguijón, pero no una guía. Pablo resume esta sección diciendo: «Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados: (Rom 2:12; véase también Luc 12:47-48).

c. El hebreo (Rom 2:17-29; Rom 3:1-8).

(1) La excusa: «Debo ser disculpado sobre la base de que conozco la ley y doy clases de religión.»

(2) El rechazo de la excusa: «Tú sencillamente no practicas lo que predicas.» Otros comentarios acerca del hombre religioso:

(3) Su ley no podía salvarle (Rom 2:17-24) El judío había corrompido esta ley y su conocimiento de Dios, y se había convertido en un horrible testimonio para los gentiles (Rom 2:24; véanse también Gén 34:30; Eze 36:17, Eze 36:20). Era el cumplimiento de la ley de Dios y no su posesión lo que les libraba del juicio. Israel no había cumplido la ley (Mat 21:13; Mat 23:4-36; Hch 15:10).

(4) Su circuncisión no pudo salvarle (Rom 2:25-27). Los judíos creían que Abraham (el primero en ser circuncidado, véase Gén 17:11) estaba a la puerta del infierno para asegurarse de que ningún judío circuncidado entraría allí. Aunque la circuncisión era ciertamente el sello de la promesa de Dios, solamente la fe interna era la fuente. (Véanse Deu 10:12, Deu 10:16; Deu 30:6.) El rito de la circuncisión ya había sido dejado a un lado según Hch 15:1-41.

(5) Su nacimiento no podía salvarle (Rom 2:28-29). La salvación no nos viene por medio de un lugar, cara o raza, sino por gracia. (Véase Jua 8:39, Jua 8:44.)

Pablo resume ahora rápidamente el caso contra Israel (Rom 3:1-8).

(6) Aunque los judíos tenían una ventaja nacional sobre los gentiles («les ha sido confiada la palabra de Dios», Rom 3:2), no poseían bajo ningún concepto ninguna ventaja espiritual.

(7) Aunque Israel había rechazado a Cristo, la promesa de Dios no fallaría (Rom 3:3-4; véase también 2Ti 2:13).

(8) Aunque la injusticia de Israel «hace resaltar la justicia de Dios» (es decir, se ve más claramente), Él todavía los juzgará junto con los gentiles incircuncisos. Porque el fin nunca justifica los medios.

7. El veredicto (Rom 3:9-20): «… ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado» (Rom 3:9). Los versículos que describen el veredicto están tomados de varios pasajes del Antiguo Testamento: los versículos Rom 3:10-12 proceden de Ecl 7:20; Sal 14:2-3; Sal 53:2-3. Los versículos Rom 3:13-18 proceden de los Sal 5:9; Sal 10:7; Sal 36:1; Sal 140:3; Isa 59:7-8.

a. Encuentran al hombre depravado en su carácter (Rom 3:10-12), una referencia a lo que él es.

(1) «No hay justo ni aun uno.» Incluso María necesitó un Salvador (véase Luc 1:46-47).

(2) «No hay quien busque a Dios.» La Biblia no es el registro de la búsqueda de Dios por el hombre, sino de la búsqueda del hombre por Dios (véanse Gén 3:9; Isa 1:18; Isa 55:1).

(3) «Todos se desviaron» (Isa 53:6).

(4) «A una se hicieron inútiles.» Esta es una referencia a algo que fue originalmente bueno pero que se ha puesto malo, como leche descompuesta, la carne podrida, el pan enmohecido (Isa 1:6). Es decir, que los hombres estamos en la condición de ser injustos, irracionales, impenitentes y sordos al llamamiento de Dios.

b. Encuentran al hombre depravado en su conversación (Rom 3:13-14), esta es una referencia a lo que dice. Las palabras del hombre son como el colmillo de una serpiente y el hedor de un sepulcro.

c. Encuentran al hombre depravado en su conducta (Rom 3:15-18), una referencia a lo que hace.

(1) Mata a su hermano.

(2) Se burla de su Dios.

Pablo ha probado su caso «para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios» (Rom 3:19). Ha dejado expuesta la perversión religiosa del pagano, la fingida religiosidad del hipócrita, y la religión impotente del hebreo.

8. La sentencia: la muerte espiritual. Quedar separado para siempre de Dios para sufrir por toda la eternidad en el lago de fuego (Rom 6:23; Apo 20:11-15). El más grande de los delitos sólo puede ser castigado mediante el mayor de los castigos, a fin de que prevalezca la justicia.

9. El milagro (Rom 3:21-31): hasta este momento el pleito de Dios contra el hombre ha seguido bastante de cerca el procedimiento de la jurisprudencia humana. Pero de pronto sucede algo completamente diferente e inesperado que causaría sin duda que se le cortara la respiración a cualquier secretario judicial terrenal por la tremenda sorpresa. Después que el juez ha escuchado cuidadosamente todas las pruebas presentadas y ha prestado paciente atención a todas las excusas expuestas, no tiene otra opción que dictar la suprema sentencia, no sea que la verdadera justicia quede burlada. Pero antes de que la terrible sentencia sea llevada a cabo, este mismo juez cierra los libros, deja a un lado su mazo celestial, se levanta, se despoja de sus vestimentas judiciales, y desciende a morir por estos tres reos convictos. Esto y solamente esto es justificación.

Este pecador desnudo, corrompido y sentenciado puede quedar ahora limpio, liberado y revestido de la misma justicia de Cristo. Observemos los hechos relacionados con esta justicia.

a. La demostración de su justicia: el Calvario. «A quien Dios puso como propiciación» (Rom 3:25).

b. Los testigos de esta justicia: «la ley y los profetas» (Rom 3:21). La ley mosaica requería dos testigos para certificar cualquier hecho (Deu 19:15). Esta justicia fue frecuentemente anticipada por la ley mediante el sacerdocio y las ofrendas en el templo.

También fue predicha por los profetas por medio de sus escritos (Isa 53:1-12; Luc 24:25-27; Jua 5:46; 1Pe 1:10-11).

c. El costo de esta justicia: adquirida a gran costo, pero dada gratuitamente. Esto excluye toda presunción (Rom 3:24, Rom 3:27).

d. Los resultados de esta justicia: «a fin de que él [Dios] sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús» (Rom 3:26).

Al cerrarse el Antiguo Testamento, queda un gran problema sin resolver, que está centrado alrededor de dos hechos: la remisión de pecados y la paciencia (Rom 3:25).

La remisión de pecados se refiere al hecho de pasar algo por alto, en este caso los pecados de los santos del Antiguo Testamento.

La paciencia nos habla del acto de retener algo, en este caso la ira de Dios contra aquellos pecados (Sal 50:16-23; Hch 17:30).

¿Cómo podía Dios en realidad reconciliar su santidad y justicia con misericordia y gracia? Fue resuelto satisfactoriamente por Cristo…

«A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados» (Rom 3:25; véase también Sal 85:10).

La palabra «propiciación» significa «satisfacción», y es una referencia al propiciatorio del templo en el Antiguo Testamento. Sobre este propiciatorio de oro derramaba el sacerdote la sangre de un cordero a fin de separar la ira de Dios del pecado humano. (Véanse 1Jn 2:2; 1Jn 4:10; Heb 10:11-12.) ¿Por qué murió Cristo? Entre otras cosas, para preservar y vindicar la justicia de Dios

e. Los resultados de esta justicia: «La redención que es en Cristo Jesús» (Rom 3:24). La palabra redención quiere decir comprar de nuevo a alguien en el mercado de esclavos y darle la libertad. (Véanse Gál 3:13; Gál 4:5; Efe 5:16; Col 4:5; Lev 24:21; Tit 2:14; 1Pe 1:18.)

f. El alcance de esta justicia: «Para todos» (Rom 3:22). Es ilimitado.

g. Los receptores de esta justicia: «Para todos los que creen en él» (Rom 3:22). Está limitada en su otorgamiento.

h. La necesidad de esta justicia: «Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Rom 3:23).

i. El requerimiento de esta justicia: «Concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley» (Rom 3:28).

«Porque Dios es uno, y él justificará por la fe» (Rom 3:30).

10. Los dos amigos del tribunal (Rom 4:1-25). El Juez presenta a dos bien conocidos expertos de la fe que dan testimonio de que ellos anticiparon y experimentaron el milagro de la justificación por la fe siglos atrás.

a. El testimonio jurado de Abraham, el padre humano de Israel (Rom 4:1, Rom 4:5, Rom 4:9-25).

(1) Abraham y su justicia (Rom 4:1-4, Rom 4:9-12).

(a) ¿Cómo fue salvado Abraham? «Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia» (Rom 4:3). (Véase Gén 15:6.) La palabra «contado» puede ser también traducida por «imputado». Imputar es añadir algo a la cuenta de alguien.

En la Biblia aparecen tres imputaciones principales.

Primera, la imputación del pecado de Adán a toda la raza humana (Rom 3:23; Rom 5:12; 1Co 15:22).

Segunda, la imputación del pecado de la humanidad sobre Cristo (Isa 53:5; Heb 2:9; 1Pe 2:24; 2Co 5:14).

Tercera, la imputación de la justicia de Dios a todos los creyentes (Flp 3:9).

(b) ¿Cuándo fue salvado Abraham? ¿Fue salvado antes o después de la circuncisión? Se nos dice en Gén 15:6 que Abraham fue justificado. Él tenía en este momento ochenta y cinco años (Gén 16:16). En Gén 17:24 se nos habla de su circuncisión, a la edad de noventa y nueve años. Es decir, que fue justificado y hecho un hijo de Dios casi catorce años antes de que se circuncidara.

(c) ¿Por qué fue salvado Abraham? «…para que fuese padre de todos los creyentes» (Rom 4:11). Esto incluye tanto a los incircuncisos (creyentes gentiles) como a los circuncidados (creyentes judíos). Pablo vuelve a señalar aquí que la circuncisión era simplemente el sello de la fe de Abraham, mientras que la justificación era la fuente.

El doctor Allen Johnson escribe al respecto:

«Tenemos una buena ilustración de esto en las antiguas monedas de oro de veinte dólares. El sello de los Estados Unidos aparecía grabado en la moneda como señal de que era dinero legal, pero el valor de la moneda era el mismo incluso si se la fundía y el sello desaparecía. El mismo sello podía aparecer impreso en un lingote de hierro, pero la presencia del sello no alteraba el escaso valor intrínseco del lingote.» (The Freedom Letter, p. 76.)

(2) Abraham y su herencia (Rom 4:13-15).

(a) ¿Qué se le prometió a Abraham? «… que sería heredero del mundo» (Rom 4:13). Esta es una referencia al pacto abrahámico, que garantizaba que él sería padre de una gran nación y que sus descendientes poseerían un día Palestina para siempre. (Véanse Gén 12:2-3, Gén 12:7; Gén 13:14-17; Gén 15:5, Gén 15:18; Gén 17:8.)

(b) ¿Cómo le fue dada la promesa? «Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe» (Rom 4:13).

En realidad, la promesa fue dada 430 años antes que la ley.

(3) Abraham y su posteridad (Rom 4:16-25).

(a) ¿Quiénes fueron los descendientes de Abraham (Rom 4:16)? Él tuvo una triple descendencia:

Su simiente humana es Isaac (Gén 21:3; Rom 9:7).

Su simiente espiritual somos todos los creyentes (Gál 3:7).

Y Cristo es su simiente singular (Gál 3:16).

(b) ¿Cómo recibió Abraham su simiente terrenal? «Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido» (Rom 4:20-21).

(c) ¿Cuán firme es la simiente espiritual de Abraham? «Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia» (Rom 4:16).

Es por fe porque esta es la manera mejor de que un pecador ser salve. (Véanse Núm 21:1-35; Jua 3:1-36. Es por gracia porque esta es la mejor forma en que Dios es glorificado. (Véanse Efe 2:1-22; Apo 4:1-11; Apo 5:1-14.)

(d) ¿Cómo logró la simiente singular de Abraham llevar todo esto a cabo? «El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación» (Rom 4:25).

b. El testimonio jurado de David, el padre regio de Israel (Rom 4:6-8).

(1) ¿Qué grandes pecados se le perdonaron a David? Los de adulterio y homicidio (2Sa 11:1-27; 2Sa 12:1-31).

(2) ¿Cómo fue David perdonado? Mediante la imputación de «justicia sin obras» (Rom 4:6). David escribió dos salmos que tratan de estos horribles pecados.

(a) El Sal 32:1-11 habla del sufrimiento que experimentó a causa de la dilación (quizá un año) en confesar su pecado. Pablo cita el Sal 32:1-2 en Rom 4:6-8.

(b) El Sal 51:1-19 es la oración que elevó a Dios cuando confesó sus pecados. Notemos que dice:

«Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» (Sal 51:16-17).

David no hace ningún esfuerzo por ofrecer un sacrificio. La razón era porque no había ofrenda en el sistema levítico que cubriera los pecados de adulterio y homicidio.

David, con toda justicia, debería haber sido apedreado hasta morir.

David, por tanto, evita la ley y se entrega completamente a la gracia de Dios.

C. La revisión.

1. Un resumen de la justificación (Rom 5:1-11).

a. Paz con Dios (Rom 5:1). El juicio ante el tribunal ha terminado. Se han firmado las condiciones del armisticio.

b. Acceso a Dios (Rom 5:2) El creyente puede ahora acercarse a Dios debido a su nueva posición. Hay una distinción en la Biblia entre nuestra posición y nuestro estado.

Nuestra posición se refiere a nuestra relación con Dios y ésta nunca cambia (1Co 15:1; 2Co 5:17).

Nuestro estado se refiere a nuestra condición en la tierra y puede cambiar (para bien o para mal) a diario (Flp 2:19; Col 4:7).

Nuestra nueva posición nos da ahora el bendito privilegio de la entrada libre a Dios, nunca experimentado antes por el judío o el gentil en el Antiguo Testamento. Tenemos ahora acceso hasta el mismo trono de Dios. En el Antiguo Testamento vemos muy poco de esto. Consideremos:

(1) Un gentil no podía cruzar las puertas del templo.

(2) La mujer hebrea se quedaba en el atrio de las mujeres.

(3) El hebreo que no fuera levita no podía pasar al lugar santo.

(4) Sólo el sumo sacerdote podía entrar en el lugar santísimo una vez al año. Pero en el Calvario, este velo que separaba al Dios de la gloria del hombre pecador fue rasgado en dos por Cristo. (Véanse Mat 27:51; Heb 10:19.)

c. Certeza de parte de Dios (Rom 5:3-4). «Sabiendo que la tribulación produce…»:

(1) Paciencia (véanse Heb 10:36; Stg 1:3). Y esto produce…

(2) Prueba (experiencia o carácter probado) (véanse Sal 94:12; 2Co 1:3-5; Gál 4:19; Efe 4:14-15). Y esto nos lleva a…

(3) La esperanza. Se tienen que dar tres requisitos para la esperanza humana:

(a) Tiene que tratarse del futuro.

(b) Tiene que tratarse de algo bueno en el futuro.

(c) Tiene que tratarse de algo posible en el futuro.

La esperanza cristiana cumple con estos tres requisitos (Efe 1:17-22; 1Pe 1:3-4; Tit 2:11). Existen dos clases de esperanza, expresadas por un verbo y un sustantivo.

(d) El verbo «esperar» dice: «Espero tener» (esperanza terrenal).

(e) El sustantivo «esperanza» dice: «Tengo la esperanza» (la confianza celestial).

Esta certeza de parte de Dios es lo que animó una vez a Andrew Murray a escribir:

«Primero, él me trajo aquí, es por su voluntad que estoy en este lugar angosto; me gozaré en ese hecho. Después, él me guardará aquí en su amor y me dará su gracia como su hijo. Entonces él hará de la prueba una bendición, enseñándome las lecciones que quiere que yo aprenda y haciendo que obre en mí la gracia que quiere darme. Por último, a su debido tiempo, él me sacará de aquí. El cómo y el cuándo sólo Él lo sabe. De forma que (1) estoy aquí por la voluntad de Dios, (2) bajo su cuidado, (3) en su entrenamiento, (4) y durante su tiempo.»

d. Dios mora en nosotros (Rom 5:5) «… porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.»

Hay tres palabras diferentes para amor en griego que se usan en el Nuevo Testamento.

Pablo usa las tres en Romanos.

(1) Storgos: una tendencia natural al amor, la preocupación instintiva por los propios hijos, que se encuentra tanto en el hombre como en los animales. En las Escrituras sólo aparece astorgos, la forma negativa (Rom 1:31).

(2) Philos’, el bello amor de la amistad. Pablo lo describe en Rom 12:10.

(3) Agapeo: el amor divino que encontramos sólo en Dios. Este amor no depende de la belleza del sujeto que se ama. La palabra la encontramos 320 veces en el Nuevo Testamento griego, pero raras veces en los escritos clásicos. Homero la usó diez veces y Eurípides tres.

Este amor nunca lo encontramos en el corazón humano antes de la ascensión de Cristo. En realidad, Jesús le preguntó a Pedro en tres ocasiones (Jua 21:15-19) si verdaderamente le amaba. En las dos primeras veces Jesús usó la tercera clase de amor preguntándole de la siguiente manera: «Pedro, ¿tú agapeo a mí?» En ambas ocasiones Pedro le respondió empleando la segunda palabra. Le dijo: «Señor, tú sabes que yo tephileo a ti.»

Finalmente, nuestro Señor (condescendiendo) usa también la segunda palabra. La razón de todo esto (como Pedro más tarde aprendería) lo explica Pablo en Rom 5:5 : «… el amor [agapeo] de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.» De manera que la razón por la que Pedro respondió como lo hizo fue porque el Espíritu Santo no había descendido todavía como lo hizo en pentecostés, y le era imposible amar a Cristo con este divino (agapeo) amor.

En Jua 11:1-57 tenemos un caso similar en el que se nos dice que Lázaro amó a Jesús con un amor phileo, pero que el Señor amó a Lázaro con amor agapeo (Jua 11:3, Jua 11:5).

Hay dos pasajes muy conocidos del Nuevo Testamento en los que vemos el amor agapeo en acción.

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Jua 3:16).

«Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella» (Efe 5:25).

e. Preservados en Dios (Rom 5:6-11).

(1) En base de la obra de Cristo en la cruz del Calvario.

(a) ¿Qué es lo que hizo? «A su tiempo murió por los impíos» (Rom 5:6).

(b) ¿Cuándo lo hizo? «Cuando aún éramos débiles… siendo aún pecadores… siendo enemigos» (Rom 5:6, Rom 5:8, Rom 5:10; véanse también Efe 2:1; Efe 2:11-12). Cristo buscó al pecador encontrándose con él a su mismo nivel.

(c) ¿Cómo lo hizo? «Justificados en su sangre» (Rom 5:9). La Biblia tiene muchas declaraciones bien claras acerca de la sangre de Cristo.

Era sangre inocente (Mat 27:4, Mat 27:19, Mat 27:24).

Este fue el testimonio de Judas, la mujer de Pilato y de Pilato mismo.

Era sangre derramada (Mat 26:28).

Era sangre preciosa (1Pe 1:18-19).

Era sangre que limpia (1Jn 1:9).

Era sangre que condena (Mat 27:25).

(d) ¿Por qué lo hizo? Para mostrar el amor de Dios (Rom 5:8).

Para librar a los hombres de la ira de Dios (Rom 5:9).

Esto incluye la ira de Dios de hoy (Jua 3:36; Rom 1:18); la ira de la tribulación (1Ts 1:10; 1Ts 5:9); y la ira eterna de Dios (Apo 20:15).

(2) A causa de la obra presente de Cristo a la diestra de la presencia de Dios. «… mucho más… seremos salvos por su vida» (Rom 5:10). Este pasaje ha sido llamado el capítulo de los «muchos más». (Véase Rom 5:9-10, Rom 5:15, Rom 5:17, Rom 5:20.)

Mi salvación fue comprada por el derramamiento de su sangre y es preservada mediante su intercesión. (Véanse Heb 1:3; Heb 6:18-20; Heb 7:25; Heb 9:24.)

2. Un resumen de la condenación (Rom 5:12-21).

a. La primera cabeza de la humanidad: Adán.

(1) Por medio de él entró el pecado en el mundo. Nos puede ser de ayuda que revisemos ahora tanto el origen como el significado del pecado.

(a) El origen del pecado: entró en el universo por medio de Satanás. (Véanse Eze 28:11-19; Isa 14:12-15; Luc 10:18; 1Jn 3:8; Apo 12:3-4.) Entró en la tierra por medio de Adán. (Véanse Gén 2:16-17; Rom 5:12; 1Co 15:22; 1Ti 2:14.)

(b) El significado del pecado: «Errar el blanco» (en griego es hamartia). Esta figura nos habla del pecado como cualquier actitud o acto del hombre que no da gloria a Dios (Rom 3:23). El uso secular de su forma verbal lo tenemos ilustrado en Jue 20:16. «Pasar la línea prohibida» (en griego es parabasis). (Véanse 1Jn 3:4; Hch 1:25; Stg 2:11.) Según esta expresión, el pecado abarca tanto la incapacidad humana de hacer lo bueno como la inclinación a hacer lo malo.

Hay varias teorías acerca del pecado de Adán y su relación con el hombre.

El punto de vista de Pelagio: decía que el pecado de Adán le afectó únicamente a él y resultó simplemente en un mal ejemplo moral.

La opinión del semipelagianismo: afirma que el pecado de Adán sólo debilitó mi voluntad para no pecar.

El punto de vista federal o agustiniano: debido a la unidad de la raza humana, el pecado de

Adán es imputado a toda su posteridad. La naturaleza corrupta engendra corrupción. Esta es la postura de Pablo tanto en Rom 5:1-21 y en Rom 3:23 : «Por cuanto todos pecaron [tiempo aoristo que indica que es un acto en la historia de una vez para siempre], y están destituidos [tiempo imperfecto que indica que constantemente se quedan cortos] de la gloria de

Dios.» De manera que la Biblia distingue entre el pecado (la raíz de mi problema, causado por

Adán) y los pecados (el fruto de mi problema, producido por mí mismo). Por tanto, no soy pecador porque peco, sino que peco porque soy pecador.

(2) Por medio de él entró la muerte en el mundo.

(a) Esto incluye la muerte física (Gén 3:19; Gén 5:5; Sal 90:10).

(b) Y también la muerte espiritual (Mat 7:23; Mat 25:41; Apo 2:11; Apo 20:6, Apo 20:14; Apo 21:8).

Así que mediante la desobediencia de Adán muchos fueron hechos pecadores y condenados.

b. La segunda cabeza de la humanidad: Cristo.

(1) El trajo justicia y vida al mundo.

(2) Nos trajo el don gratuito y abundante de la gracia. La palabra «abundancia» es una antigua palabra latina que habla de plenitud.

Ya hemos notado los «muchos más» de este capítulo. Véanse especialmente los versículos Rom 5:15, Rom 5:17 y Rom 5:20 : «Abundaron mucho más para los muchos la gracia» (Rom 5:15). «Mucho más… la abundancia de la gracia» (Rom 5:17). «Más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (Rom 5:20).

Todo esto quiere decir que el pecador arrepentido recibe mucho más en Cristo que lo que ha perdido en Adán.

II. La central de energía de la gracia: el método de Dios (la santificación y la preservación. Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39). Pablo no trata el tema de la santificación de los santos hasta el capítulo Rom 6:1-23, pero a partir de ese momento no vuelve a tocar el asunto de la justificación de los pecadores. Creo que nos será de ayuda contrastar ahora estas dos palabras.

La justificación es un acto, mientras que la santificación (que simplemente significa «ser apartado») es una obra.

La justificación es el medio, mientras que la santificación es el fin.

La primera quita la culpa y la pena del pecado, mientras que la segunda neutraliza el crecimiento y el poder del pecado.

La primera obra por nosotros, mientras que la segunda opera en nosotros.

Una nos declara justos, mientras que la otra nos hace justos.

La justificación nos provee de la vía que nos lleva al cielo, mientras que la santificación nos proporciona el tren.

Ya hemos señalado que santificación simplemente quiere decir «ser apartado». De forma que en la Biblia encontramos:

1. Se ordenaba que fueran santificados objetos físicos (Éxo 40:10-11; Éxo 19:23).

2. Las personas podían santificarse a sí mismas (Éxo 19:22).

3. Un hombre podía santificar a otro (Éxo 13:2).

4. Los malvados podían santificarse a sí mismos para practicar la iniquidad (Isa 66:17).

5. Dios santificó a Cristo (Jua 10:36).

6. Cristo se santificó a sí mismo (Jua 17:19).

7. Un creyente podía santificar a un incrédulo (1Co 7:14).

8. Se decía que los cristianos camales eran santificados (1Co 1:2; 1Co 3:1-2).

9. Se manda a los creyentes que santifiquen a Dios (1Pe 3:15). Los capítulos Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39 componen el segundo «edificio» en el libro de Romanos. Nos encontramos con tres pisos en esta central de energía de la gracia.

A. El plan. Primer piso: la santificación (Rom 6:1-23).

1. Sepan (Rom 6:1-10).

a. Que han sido «sepultados juntamente con él [Cristo] para muerte por el bautismo» (Rom 6:4). Pablo declara aquí que Cristo no solamente murió en mi lugar, sino como yo.

La palabra bautismo habla de «identificación». Esta identificación con Cristo en el Calvario es uno de los muchos «bautismos secos» de la Biblia. Otros son:

(1) El bautismo del pecado y sufrimiento sobre Cristo (Mat 20:22).

(2) El bautismo del Espíritu Santo sobre los creyentes en pentecostés (Hch 1:5).

(3) El bautismo de los creyentes en el cuerpo de Cristo (1Co 12:13).

(4) El bautismo «por los muertos» (1Co 15:29). Nota: Se piensa que esto se refiere al acto de los creyentes vivos de identificarse con los mártires cristianos recogiendo sus banderas caídas.

(5) El bautismo «en Moisés» (1Co 10:2).

(6) El bautismo del juicio durante la tribulación (Mat 3:11-12).

b. Que han sido «plantados juntamente con él en la semejanza de su resurrección» (Rom 6:5). El creyente ha sido «trasplantado» tres veces:

(1) En el huerto del Edén, donde pecó con Adán.

(2) En la cruz, donde murió con Cristo.

(3) En la tumba, donde resucitó con Cristo.

c. Debido a estos dos hechos, el creyente está:

(1) «Muerto al pecado» (Rom 6:2).

(2) «Justificado del pecado» (Rom 6:7).

La muerte cancela todas las obligaciones. El pecado aparece aquí personificado como un tirano que oprime a sus esclavos hasta lo inaguantable. La única manera de liberarse es muriendo, pues así queda inactivo (aunque no desaparece) el cuerpo del pecado y despojado de su poder (véanse Efe 4:22-24; Col 3:9-10).

2. Consideren (Rom 6:11-12). Esto quiere decir que tenemos que actuar por fe sobre estos hechos independientemente de nuestros sentimientos personales.

3. Reconozcan (Rom 6:13-15).

a. Que tenemos que parar de presentar (tiempo presente) nuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad.

b. De una vez y para siempre (tiempo aoristo) presentar nuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

4. Obedezcan (Rom 6:16-23).

a. ¿A quién tenemos que obedecer?

(1) El cristiano debe obedecer a su nuevo Maestro e ignorar al anterior (Rom 6:16). Sólo podemos servir a un señor a la vez (Mat 6:24).

(2) Debemos obedecer aquella forma de doctrina a la que hemos sido entregados. (La forma verbal por entregados en griego es la segunda persona de plural.) Hemos sido salvados para ser metidos ahora en el molde de la salvación. Tenemos ahora que obedecer los preceptos de este molde y permitir que ese molde forme nuestra nueva vida.

b. ¿Por qué tenemos que obedecer?

(1) Porque hemos «sido libertados del pecado» (Rom 6:22). Esta es la sexta vez que Pablo señala este hecho. (Véase Rom 6:2, Rom 6:6-7, Rom 6:14, Rom 6:18.) Hay tres expresiones teológicas latinas que nos pueden ayudar a clarificar esta valiosa doctrina, y son:

(a) Non posse non pecare’, incapaz de no pecar. Esto se refiere a la condición de los creyentes antes de su salvación.

(b) Posse non pecare’, capaz de no pecar. Esto los describe después de su salvación. Ahora tienen el poder de vivir vidas victoriosas.

(c) Non posse pecare’, incapaz de pecar. Esto habla de su existencia después del rapto.

(2) Porque Dios desea de los creyentes los frutos de la justificación, los cuales sólo se producen por medio de la obediencia (Rom 6:21-22).

B. El dolor. Segundo piso: la frustración (Rom 7:1-25).

Este capítulo ha sido el centro de mucha especulación. ¿Escribe Pablo aquí como un hombre salvo o como no salvo? Se ha sugerido que aparecen aquí descritas al menos tres condiciones espirituales relacionadas con la ley. Son:

1. El hombre espiritual y la ley (Rom 7:1-6).

a. Un hombre está sujeto a la ley como una mujer lo está a su marido.

b. Sólo la muerte podía liberar a la mujer infeliz de la sujeción a su marido, en este caso la muerte del esposo (Rom 7:3).

c. Sólo la muerte podía liberar al hombre infeliz sujeto a la ley, en este caso su propia muerte (Rom 7:4, Rom 7:6): «Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto.» El griego habla aquí de una muerte violenta, como la del Calvario. Podemos decir que en cierto sentido era necesaria la muerte tanto para Cristo como para el creyente a fin de unirse. Consideremos lo siguiente:

(1) En el Antiguo Testamento, Cristo estaba ligado con el Israel infiel (vea el libro de Oseas).

(2) En el Nuevo testamento, los pecadores están encadenados por el poder del pecado y las cadenas de la ley.

(3) Entonces Cristo muere, así se libera de la relación del Antiguo Testamento con el Israel pecador (durante esta dispensación de la Iglesia); y al mismo tiempo el creyente también muere, liberándose de la ley y del pecado.

(4) Esta bendita relación quedará completamente consumada en las bodas del Cordero (véase Apo 19:7-8).

d. El propósito de todo esto es que «llevemos fruto para Dios» (Rom 7:4). El hombre espiritual está, por tanto, liberado de la ley.

2. El hombre natural y la ley (Rom 7:7-13). Algunos creen que estos versículos describen la vida de Pablo antes de su conversión. Hay, sin embargo, algunos problemas relacionados con este punto de vista. (Véase Flp 3:6).

a. La ley fue usada por el pecado para matar a Pablo (Rom 7:9-11). Esta puede haber sido una referencia a su Bar Mitzvah (una ceremonia religiosa que observaban todos los jovencitos judíos a los trece años), en cuyo momento tomaba sobre sí las responsabilidades solemnes de la ley. Sus días de niñez inocente habían terminado; desde, ese momento era responsable ante Dios por sus acciones.

b. La ley fue usada por el pecado para producir en él «toda codicia (toda clase de malos deseos)» (Rom 7:8). En otras palabras, la ley revelaba y, según es usada por el pecado, reavivaba la naturaleza pecaminosa de Pablo. De manera que el pecado usaba la ley como su base de operaciones en su lucha contra Pablo.

c. La ley en sí misma no es mala, sino por el contrario es «santa, justa y buena» (Rom 7:12).

(1) Es santa porque procede de Dios (Rom 7:14).

(2) Es justa porque correctamente condena al pecador.

(3) Es buena porque prepara al pecador para Cristo (Gál 3:24).

d. La ley se mostró ineficaz debido únicamente a la debilidad de la carne (Rom 7:18).

Ese es el verdadero problema. El entrenador de fútbol más capaz y experimentado perdería todos los partidos si su equipo estuviera compuesto de jugadores ciegos y tullidos. El hombre natural está, pues, sentenciado por la ley.

3. El hombre carnal y la ley (Rom 7:14-25).

a. Pablo deseaba hacer lo bueno y evitar hacer lo malo: «Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios» (Rom 7:22; véanse también 2Co 4:16; Efe 3:16).

b. Descubre, sin embargo, (para su profunda frustración) que estaba haciendo lo malo y evitando hacer lo bueno. Pablo tenía muy buenos deseos pero fallaba en la determinación.

La voluntad estaba lista, pero no el camino. Encontró que «queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí» (Rom 7:21). Esta es la tercera de cinco «leyes» bíblicas que encontramos en Romanos:

(1) La ley de Moisés (Rom 3:19).

(2) La ley de la fe (Rom 3:2).

(3) La ley del pecado (Rom 7:21, Rom 7:23, Rom 7:25).

(4) Le ley de la mente (Rom 7:16).

(5) La ley del espíritu (Rom 8:2, Rom 8:4).

c. Con profunda desesperación grita: «¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?» (Rom 7:24). Esta puede haber sido una comparación espiritual con la costumbre romana de castigar al criminal atándole al cadáver de su víctima, usando así su propia descomposición y fetidez para ejecutar al homicida. Phillips escribe:

«Supongamos que un biólogo está planeando llevar a cabo un experimento de injertar, en un momento dado del proceso de desarrollo, a una mariposa en una araña y hacerlo de tal manera que ambas criaturas se fusionaran en una sola y así crecieran hasta la madurez. ¡Qué choque tan tremendo de instintos se produciría en una monstruosidad así! Una parte de la naturaleza de tal criatura anhelaría el espacio abierto del cielo, mientras que a la otra le apetecería una tela de araña en un rincón oscuro y una dieta de sangre. ¿Que se podría hacer con semejante criatura? Nada, excepto matarla. Hay un sentido en el que Satanás llevó a cabo, en el huerto del Edén, una cirugía así de diabólica en la raza humana.» (Exploring Romans, p, 120.)

Pablo se da entonces cuenta de que el ser humano no puede cambiar, ni limpiar, ni conquistar, ni mandar, ni corregir ni crucificar la carne.

d. El apóstol termina el capítulo Rom 6:1-23 con la declaración de que la vida eterna viene sólo por medio de Jesucristo (Rom 6:23). Concluye el capítulo Rom 7:1-25 afirmando que la vida victoriosa sólo se alcanza por medio de Cristo Jesús (Rom 7:25).

Nota: Antes de dejar el capítulo Rom 7:1-25 nos puede ser de ayuda el resumir brevemente el propósito y ministerio de la ley del Antiguo Testamento.

La ley consistía de tres secciones:

(1) Los Diez Mandamientos (Éxo 20:3-17; Deu 5:7-21).

(2) Las regulaciones sociales relacionadas con la gente (Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33).

(3) Las ordenanzas religiosas que tenían que ver con el tabernáculo (Éxo 24:1-18Éxo 40:1-38).

e. La ley fue dada casi cinco siglos después del pacto abrahámico y no abrogó en ningún sentido las promesas anteriores de Dios (Gén 12:1-3; Gál 3:17-18). Era un camino de vida, pero no un camino a la vida (véanse Gál 2:15-16; Gál 3:21; 2Co 3:7, 2Co 3:9).

f. ¿Por qué no vino Cristo durante el tiempo de Abraham? La fe ya estaba presente (véanse Gén 15:1-21; Rom 4:1-25). La respuesta es que el significado principal de la ley está en el desarrollo de una expectación por un Redentor mediante la revelación de la maldad humana.

g. La ley era, por tanto, una adición debido a que el pacto con Abraham carecía de suficiente énfasis en el pecado. Dios usó el ministerio de dos hombres para desarrollar plenamente el significado del arrepentimiento y de la fe que lleva a la salvación.

Veamos a estos dos hombres:

(1) Moisés nos dio a conocer la maldición (Gál 3:13).

(2) Abraham nos presentó la bendición (Gál 3:9, Gál 3:14).

(3) Moisés señaló al sistema de muerte (2Co 3:6; Rom 7:9-10).

(4) Abraham apuntó al sistema de vida (Rom 4:17-25; Heb 11:19).

(5) Moisés nos lleva a la crucifixión (Gál 2:19-20; Gál 3:13).

(6) Abraham nos dirige a la resurrección (Heb 11:19; Rom 4:17, Rom 4:19, Rom 4:23-25). «Es imposible separar los dos conceptos, porque el pecador necesita la redención y para ello ha de ser regenerado. El nuevo nacimiento presupone una verdadera conversión que se reviste de dos aspectos: el pecador vuelve las espaldas a sí mismo, pronunciando un “NO” rotundo frente a toda tendencia de justificación propia; al mismo tiempo vuelve su rostro a Dios, atreviéndose a decir “SÍ” a todas las promesas de la gracia de Dios. Expresado de otra forma, y en el lenguaje del Nuevo Testamento, la redención depende del arrepentimiento y de la fe. Provistos de esta llave podemos abrir las puertas de los misterios del Antiguo Testamento, averiguando su verdadero significado:

Por el pacto de Abraham (y por todo cuanto surge de él) Dios reiteraba la palabra FE en los oídos de su pueblo a través de un proceso de instrucción que duró dos mil años.

Por medio de la ley de Moisés Dios repetía la palabra ARREPENTIMIENTO, de modo que el régimen legal fue una escuela que enseñaba la contrición durante quince siglos.» (Erich Sauer, La aurora de la redención del mundo, pp. 173, 174.)

h. Entonces «Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio» (Mar 1:14-15).

De esta manera, con una sola declaración, Jesús une perfectamente los mensajes de Moisés y de Abraham (véase también Hch 20:21). Podemos, por tanto, concluir diciendo que la ley funcionó como:

(1) Una brida, mediante la cual Dios controlaba a Israel desde arriba.

(2) Una cerca, que separaba a Israel de las demás naciones del mundo.

(3) Un espejo, revelando la verdadera condición del hombre.

(4) Un estimulante, que saca a la superficie el pecado oculto del hombre.

(5) Un maestro, que nos prepara para Cristo y nos lleva a Él (Gál 3:19; Gál 3:24; Rom 3:20; Rom 7:7).

C. El premio: Tercer piso: la preservación. Pablo ha estado discutiendo hasta ahora:

1. ¿Por qué necesita el pecador ser salvado? Respuesta: a causa de la condenación.

2. ¿Cómo se salva el pecador? Respuesta: mediante la justificación.

3. ¿Qué sucede después que el pecador ha sido salvado? Respuesta: la santificación. Él ahora va a preguntar y a responder:

4. ¿Permanece el pecador salvado? Respuesta: esta es la preservación.

Se ha dicho que si la Biblia fuera un anillo precioso engastado de joyas, la epístola a los Romanos sería la joya más bella del anillo, y el capítulo Rom 8:1-39 la más hermosa de las facetas en dicha joya. Rom 8:1-39 es en esencia una amplificación de Jua 5:24 y de Apo 21:5.

«De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida» (Jua 5:24).

«Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas» (Apo 21:5).

¿Permanecerá salvo el pecador que ha creído?

Sí, en base de siete cosas nuevas:

a. En razón de su nueva posición. Él ahora está en Cristo Jesús (Rom 8:1-4).

(1) El creyente ha sido separado por medio de Cristo de la ley del pecado y de la muerte (Rom 8:2).

(2) El creyente puede ahora cumplir las demandas de la ley de Moisés por medio de Cristo (Rom 8:4).

Notemos que Pablo no dice que no hay faltas, o pecado, o imperfección, sino que no hay condenación. Observamos también el elemento tiempo: es ahora cuando no hay condenación.

b. Debido a su nuevo invitado. Ahora mora en él el Espíritu Santo (Rom 8:5-13).

c. En base de su nueva adopción. Ahora ha sido adoptado por el Padre (Rom 8:14-17).

(1) La teología de la adopción: Adoptar significa recibir como hijo al que no lo es. La adopción sigue lógicamente a la regeneración. La regeneración nos da la naturaleza de hijo de Dios, mientras que la adopción nos da la posición (Rom 8:15-23; Gál 4:4-6; Efe 1:5; 2Co 6:18).

Contraste: diferencias entre la adopción espiritual y la adopción civil.

(a) Nosotros nunca adoptamos a nuestros propios hijos, pero

Dios sólo adopta a los que son suyos.

(b) La adopción civil provee consuelo a los que no tienen hijos, pero Dios tenía a su amado Hijo (Mat 3:17; Mat 17:5) antes de adoptarnos a nosotros.

(c) Suele haber muchas características agradables en un hijo adoptado, pero no en los hijos de

Dios antes de la adopción (Rom 3:10-18).

(d) La adopción civil nunca le puede dar al hijo la misma naturaleza que tiene el padre, pero a los adoptados de Dios les es dada la misma mente de Cristo (1Co 2:16).

(e) En algunos casos la adopción civil puede ser anulada, pero los adoptados por Dios están completamente seguros.

Comparación entre la adopción espiritual y la adopción civil:

(f) El Padre debe iniciar la acción que lleva a la adopción (Isa 1:18; Jua 3:16).

(g) Ambas adopciones proveen de una herencia al que antes no tenía ninguna (Rom 8:17; 1Pe 1:1-9).

(h) Ambas adopciones proporcionan un nombre nuevo (Apo 2:17; Jua 1:42).

(2) La Trinidad en la adopción:

(a) Hay intimidad con el Padre. «Por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!» (Rom 8:15). Esta es una manera muy especial de llamar a nuestro Padre. Sólo Jesús había usado este nombre hasta ese momento. (Véanse Mar 14:36; Mat 26:42.)

(b) El Espíritu Santo nos ilumina. Él nos dirige (Rom 8:14) y nos da seguridad (Rom 8:16).

(c) Hay una herencia que compartimos con el Hijo. «Coherederos con Cristo» (Rom 8:17; véase también Heb 2:11).

d. En razón de su nueva expectativa (Rom 8:18-25).

(1) La naturaleza de esta esperanza: la completa y final redención de toda la creación. Esto incluye:

(a) Al cristiano: recibirá un cuerpo nuevo.

Será un cuerpo semejante al de Cristo (1Jn 3:2).

Será un cuerpo de carne y hueso (Luc 24:39). Nuestro Señor habló (Jua 20:17), y comió y bebió (Luc 24:30, Luc 24:41-43; Jua 21:13) con su cuerpo resucitado.

Será un cuerpo reconocible (1Co 13:12). Jesús fue reconocido por todos los creyentes después de su resurrección.

Será un cuerpo en el que predomine el Espíritu (1Co 15:44-49).

Será un cuerpo que no estará limitado al espacio ni al tiempo

(Jua 20:19).

(b) La creación misma. «Toda la creación fue sujetada a vanidad» (Rom 8:20) como resultado de la rebelión del hombre en el Edén (Gén 3:17-18; Isa 24:5-6). La palabra vanidad en griego es maraios, que significa «vano, vacío, sin propósito» (Ecl 1:5-8).

Pero un día «la creación misma será libertada de la esclavitud de la corrupción» (Rom 8:21).

e. En razón de su nuevo Ayudador en la oración (Rom 8:26-27). El Espíritu Santo que ya vive en nosotros (Rom 8:9, Rom 8:11), y da testimonio a nuestro espíritu (Rom 8:16), ahora ora por nosotros (Rom 8:26).

(1) La necesidad de esta nueva ayuda.

Pablo habla aquí de debilidad y tiene una sola debilidad en mente: nuestra ignorancia e incapacidad en la oración. «Pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos» (Rom 8:26).

No debemos pasar tampoco por alto la palabra «ayuda». Significa «auxiliar para completar la tarea». Es la misma palabra que se emplea en Luc 10:40. Esto quiere decir que el Espíritu espera que el creyente también cumpla con su parte en la oración.

(2) La intensidad de esta nueva ayuda. «El mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos indecibles» (Rom 8:26). Esta es la tercera vez que se menciona la palabra «gemido» en este capítulo.

(a) El «gemido» de la creación (Rom 8:22).

(b) El «gemido» del creyente (Rom 8:23).

(c) El «gemido» del Espíritu Santo (Rom 8:26).

f. Debido a su nuevo conocimiento (Rom 8:28).

«Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Rom 8:28).

Debemos notar aquí dos cosas que este versículo no dice:

(1) No está diciendo que todas las cosas sean buenas en sí mismas o por sí mismas, sino que ellas obran para bien nuestro. Un ejemplo clásico del Antiguo Testamento es el testimonio de José a sus hermanos. (Véanse Gén 45:5-8; Gén 50:20. Véase también Sal 76:10.) Jacob, el padre de José, no entendió siempre este principio, por esto saca la dolorosa conclusión que hallamos en Gén 42:36.

(2) No está diciendo que sea cierto para todas las personas, sino para aquellos que aman a Dios; pero para éstos es una declaración que lo incluye todo.

Abarca tanto lo bueno como lo malo, lo brillante como lo oscuro, lo dulce como lo amargo, lo fácil como lo difícil, lo feliz como lo triste. Podemos confiar en ello en la prosperidad y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, en la calma y en la tormenta, en la vida y en la muerte.

g. Debido a su nueva meta (Rom 8:29-39). Para ser «hechos conformes a la imagen de su Hijo» (Rom 8:29). Dios tiene un propósito supremo en la tierra hoy, y es conformar al mayor número de personas a la imagen de su Hijo amado en el menor tiempo posible.

(1) Los pasos que llevan a esa meta son:

(a) El «conoció» anticipadamente a los creyentes (Rom 8:29).

(b) «Predestino» a los creyentes (Rom 8:29).

(c) «Llamó» a los creyentes (Rom 8:30).

(d) «Justificó» a los creyentes (Rom 8:30).

(e) «Glorificó» a los creyentes (Rom 8:30).

Estas cinco palabras forman una cadena de oro de la gracia y la gloria de Dios, uniendo la eternidad pasada con la eternidad futura.

(2) La garantía absoluta de esta meta.

(a) ¿Quién se atreverá a calumniarnos ante el Padre? «¿Quién acusará a los escogidos? Dios es el que justifica» (Rom 8:33). Es decir, que el mismo Juez que una vez condenó al pecador (Rom 3:19) es el que ahora le justifica. ¿Quién se atreverá a oponerse?

«El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?» (Rom 8:32).

(b) ¿Quién se atreverá a intentar separarnos del Hijo? «¿Quién nos separará del amor de Cristo?» (Rom 8:35).

¿Tribulación (presión exterior)? ¡No!

¿Angustia (presión interior)? ¡No!

¿Persecución? ¡No!

¿Hambre? ¡No!

¿Desnudez? ¡No!

¿Peligro? ¡No!

¿Espada? ¡No!

Notemos que estas primeras siete cosas son como una breve biografía, histórica y profética, de la vida de Pablo.

¿La muerte (muerte física)? ¡No!

¿La vida (con sus tentaciones)? ¡No!

¿Los ángeles (ángeles buenos)? ¡No!

¿Principados (ángeles malos)? ¡No!

¿Potestades (poderes humanos)? ¡No!

¿Lo presente (sucesos de hoy)? ¡No!

¿Lo por venir (sucesos del mañana)? ¡No!

¿Lo alto? ¡No!

¿Lo profundo? ¡No!

¿Alguna otra criatura (alguna cosa concebible en el universo)? ¡No!

Cuando el fiel creyente Juan Crisóstomo fue llevado ante el emperador romano en el siglo v y le amenazaron con el destierro por causa de su fe, él contestó: «Vosotros no podéis desterrarme porque este mundo es la casa de mi Padre.» «Pero puedo matarte» —dijo el emperador. «Tampoco podéis hacerlo —dijo el noble campeón de la fe— porque mi vida está escondida con Cristo en Dios.» «Yo te quitaré esos tesoros.» «No, no podréis hacerlo, porque mis tesoros están en los cielos, aunque mi corazón está aquí.» «Te aislaré de todo hombre y no tendrás ningún amigo.» «Tampoco os será posible hacerlo, porque tengo un amigo en el cielo del cual no podéis separarme. Os desafío a que lo intentéis, porque nada que hagáis podrá dañarme.»

III. La sinagoga de Israel: la sabiduría de Dios (la explicación y la vindicación. Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36). Introducción: Antes de proseguir Pablo sintió la necesidad de parar aquí y considerar dos problemas. Uno era el rechazo de Cristo por Israel. De esto no cabía la menor duda. ¿Cómo se podían cumplir entonces los grandes pasajes mesiánicos del Antiguo Testamento concernientes al reino venidero? Pablo sabía que el judío incrédulo podría sacar, en primer lugar, la conclusión de que él (Pablo) estaba equivocado al identificar a Cristo como el Mesías de Israel. También se dio cuenta de que el judío creyente podía llegar a pensar que Dios había de alguna manera fallado en su Palabra.

En principio el problema no parecía ser tan serio. Más de 3.000 judíos habían sido salvos en pentecostés (Hch 2:41). Luego el número subió a 5.000, incluyendo a muchos sacerdotes en Jerusalén (Hch 4:4; Hch 6:7). Parecía que era sólo una cuestión de tiempo para que todo Israel llegara a ser salvo. El día del Señor estaba ciertamente cerca (Hch 2:16-21). Pero de repente comenzó la oposición. El diácono Esteban fue apedreado hasta morir (Hch 7:57-60). Aumentó la tragedia con la ejecución de Santiago el apóstol (Hch 12:2). Los líderes cristianos de Jerusalén habían sido encarcelados frecuentemente. Esta era la situación cuando Pablo escribió la carta a los Romanos.

A propósito, debemos notar aquí que Pablo creía que la Iglesia había llegado a ser el Israel de Dios, por lo que ya no existía el problema. El segundo problema tenía que ver con la «central de energía de la gracia», que el apóstol describió de forma tan excelente en Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39. ¿Qué ocurriría ahora? ¿Sería ahora Israel, «el pequeño taller de pruebas», demolido durante la «era de la gracia»? Pablo responde a estas preguntas de forma clara y concisa en los capítulos Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36.

A. La soberanía de Dios y la elección de Israel en el pasado (Rom 9:1-33).

1. La doble confesión de Pablo (Rom 9:1-3).

a. Tenía «gran tristeza y continuo dolor» en su corazón por Israel.

b. Decía que desea ser el mismo «anatema, separado de Cristo por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne». Pablo mostró tanto la compasión de Moisés (Éxo 32:31-32) como la de Cristo (Mat 23:37) por la condición pecaminosa de Israel (véase también Gál 1:8-9).

2. La múltiple ventaja de Israel (Rom 9:4-5).

a. Eran israelitas. Eran una nación especial (Deu 7:6), que tenía poder con Dios (Gén 32:28).

b. Gozaban de la adopción. Toda la nación había sido adoptada por Dios (Éxo 4:22; Deu 14:1; Jer 31:9).

c. Tenían la gloria. Esta es una referencia a la nube del Shekinah, aquella aparición visible y gloriosa de la presencia de Dios que:

(1) Los dirigió por el desierto (Éxo 13:21-22; Núm 9:17-22).

(2) Los protegió en el cruce del mar Rojo (Éxo 14:19-20, Éxo 14:24).

(3) Llenó el tabernáculo durante la dedicación de Moisés (Éxo 40:34-38).

(4) Llenó el templo durante la dedicación de Salomón (1Re 8:10-11; 2Cr 5:13-14).

(5) Fue retirada en el tiempo de Ezequiel (Eze 10:1-22).

d. Tenían los pactos.

(1) El pacto abrahámico: prometiendo que serían una gran nación (Gén 12:2-3, Gén 12:7; Gén 13:14-17; Gén 15:5, Gén 15:18; Gén 17:8).

(2) El pacto palestino: prometiéndoles la tierra (Deu 30:3).

(3) El pacto davídico: prometiendo un reino eterno (2Sa 7:12-16; 2Sa 23:5; 2Cr 13:5).

(4) El nuevo pacto: prometiéndoles un corazón nuevo (Jer 31:31-34).

e. Tenían la ley (Éxo 20:1-26; Deu 5:1-33).

f. Tenían el servicio a Dios. Era Israel el que ministraba tanto en el tabernáculo como en el templo.

g. Ellos tenían las promesas. Estas incluían el nacimiento de Cristo y su futuro reinado (Isa 9:6-7).

h. Tenían a los padres. Israel disfrutaba de un linaje regenerado, que incluía gigantes como Abraham, Moisés, David, etc.

i. Ellos produjeron la línea humana que facilitó la encamación de Cristo (Mat 1:1-16; Luc 3:23-38).

3. Los múltiples ejemplos de la historia (Rom 9:6-29).

Pablo demuestra ahora la soberanía de Dios y su gracia inmerecida mediante la propia historia de Israel.

a. El ejemplo de Ismael e Isaac (Rom 9:6-9). Podemos ver la soberanía de Dios en la elección de Isaac (el hijo más joven de Abraham) en lugar de Ismael (el hijo mayor). Sólo los descendientes de Isaac llegarían a ser ciudadanos de la nación escogida de Dios.

b. El ejemplo de Esaú y Jacob (Rom 9:10-13). Algunos se han sentido perturbados por la declaración de Pablo en el versículo Rom 9:13 : «Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.» Debe notarse que la declaración no se refiere para nada a los muchachos, sino a las naciones que ellos fundaron, es decir, Israel y Edom. Esta cita del Antiguo Testamento no la encontramos en Génesis sino en Malaquías Mal 1:2-5. El profeta Abdías nos explica claramente por qué aborreció Dios a Edom. En cada uno de estos casos (Rom 9:6-13), Dios rechazó a hombres que habían nacido en el seno de familias patriarcales. En ambos casos los padres desearon que los rechazados heredaran el problema. Abraham rogó por Ismael (Gén 17:18) e Isaac intentó pasar la bendición a Esaú (Gén 27:1, Gén 27:4, Gén 27:30, Gén 27:33).

c. El ejemplo de Faraón (Rom 9:14-23).

(1) Los hechos de los tratos de Dios con Israel y faraón.

(a) Dios decidió perdonar el pecado de Israel con gracia inmerecida. «Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca» (Rom 9:15).

(b) Dios decidió castigar el pecado de faraón con un juicio merecido. «Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra» (Rom 9:17).

(2) La rectitud de los tratos de Dios con Israel y faraón. Pablo responde aquí a dos objeciones:

(a) Que Dios no es justo. Algunos dirán que no fue muy correcto que endureciera el corazón de faraón. Debemos notar que se nos dice al menos siete veces en el libro de Éxodo que Dios endureció el corazón de faraón (Éxo 4:21; Éxo 7:3; Éxo 9:12; Éxo 10:1, Éxo 10:20, Éxo 10:27, Éxo 11:10). ¿Cómo debemos entender esto? Una respuesta parcial, y sólo parcial, la podemos encontrar en las siguientes observaciones:

La manera en que un objeto dado reacciona cuando es confrontado por un agente exterior depende exclusivamente de la naturaleza de tal objeto. Por ejemplo, imaginémonos una escena invernal. El río Yonder está helado. Ambas orillas son de arcilla amarilla. De pronto aparece el sol y calienta con fuerza tanto las aguas como las márgenes del río. ¿Qué ocurre después? La reacción es como sigue: el hielo se derrite y la arcilla se endurece. El mismo agente actúa sobre ambos elementos, pero en un caso la influencia celestial ablanda a uno y endurece al otro.

Además, debemos señalar también que se nos dice que en cuatro ocasiones faraón endureció su propio corazón (Éxo 7:22; (Éxo 8:15, Éxo 8:19; (Éxo 9:35). La palabra «endurecer» en Rom 9:18 (habed) se traduce por «pesado» en Éxo 17:12; Éxo 18:18; Sal 38:4; Isa 1:4. Es decir, Dios dejó su corazón pesado con iniquidades.

(b) El hombre no es responsable. «¿Por qué, pues, inculpa? Porque ¿quién ha resistido a su voluntad?» (Rom 9:19). Pablo dedica muy poco tiempo a esta objeción. Dice simplemente que el alfarero tiene potestad sobre el barro con el que trabaja para hacer el vaso que él ha decidido hacer. Debemos agregar aquí (Rom 9:21) que Pablo no está diciendo que Dios hizo al barro como era, sino que él trabajó con él (véanse Jer 18:1-6; Isa 45:9; Isa 64:6-8). Se está hablando aquí de dos clases de vasos: «los vasos de ira preparados para destrucción» (Rom 9:22). El sentido es que él se hizo a sí mismo para esa situación; «los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria» (Rom 9:23). Podemos decir en conclusión que el infierno (destrucción) es el destino merecido del hombre pecador, mientras que el cielo (gloria) es el destino inmerecido del hombre salvado.

d. El ejemplo de Oseas (Rom 9:24-26). Este profeta predijo que Dios llamaría «pueblo mío al que no era mi pueblo» (Rom 9:25; véanse también Ose 1:10; Ose 2:23). Aquí vemos la soberanía de Dios en relación con los gentiles salvos (1Pe 2:9-10).

e. El ejemplo de Isaías (Rom 9:27-29). Predijo: «Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo» (Rom 9:27; véase también Isa 1:9). La soberanía de Dios la vemos aquí en relación con el remanente israelita que sería salvo.

4. La doble conclusión de Pablo (Rom 9:30-33).

a. Los gentiles, sin haberlo buscado, han alcanzado la justicia que es mediante la fe.

b. Israel no ha alcanzado mediante la ley esta justicia a pesar de haberla estado buscando. Ellos esperaban a un león osado, pero Dios les envió un cordero que daba su sangre. Querían un trono, pero les fue ofrecida una cruz.

B. La justicia de Dios y el rechazo presente de Israel.

Introducción: Rom 9:1-33 y Rom 10:1-21 deberían leerse siempre juntos. El capítulo Rom 9:1-33 muestra por qué algunos judíos son salvos y el capítulo Rom 10:1-21 explica por qué la mayoría se pierde.

1. La fuente de la justicia (Rom 10:4-5). «Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree» (Rom 10:4). Podríamos expresar este versículo de otra manera diciendo que Cristo es el fin de la ley del Antiguo Testamento para el creyente después de la cruz como George Washington fue el fin de la ley británica para los americanos después de la guerra de la independencia. (Véanse 2Co 3:6-11; Heb 7:11-19; Gál 3:24; Efe 2:15; Col 2:14.)

2. La disponibilidad de la justicia (Rom 10:6-8). «Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón» (Rom 10:8). A causa de esto no debemos estar preocupados con:

a. La encamación. «¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo)» (Rom 10:6).

b. La resurrección. «¿Quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos)» (Rom 10:7).

3. El método de la justicia (Rom 10:9-10). Algunos han hecho de la confesión oral una condición para la salvación sobre la base del Rom 10:10 : «Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.» (Véase también Rom 10:9.)

La Biblia, por supuesto, no impone esta limitación. Pablo estaba evidentemente enfatizando la misma verdad que encontramos en Stg 2:20, es decir, la presencia genuina de Cristo en el corazón del creyente le llevará sin duda a confesarle verbal y públicamente. El fruto dará evidencias de la raíz. (Véanse Mat 10:32; Luc 12:8; Jua 12:42-43; Mat 12:34.) El método, pues, para alcanzar la justificación es la fe en Cristo.

4. El alcance de la justicia (Rom 10:11-13). «Todo aquel» (véase Rom 10:11, Rom 10:13). Pablo había antes demostrado que todos los hombres estaban perdidos. Ahora dice que todos pueden ser salvos. Comparar el «todo aquel» que tenemos aquí con lo que se dice en Apocalipsis Apo 20:15.

5. La presentación de la justicia (Rom 10:14-15). Estos versículos son un pequeño y bello discurso que demuestra la necesidad de llevar el evangelio que es para todos a todos. En otras palabras, la reconciliación mundial demanda la evangelización mundial. Puesto que la salvación por medio de Cristo es para todos, debe ser proclamada a todos. Pablo resume aquí el programa de Dios para la evangelización mundial, y lo hace en cinco pasos.

a. A fin de ser salvo, el pecador debe invocar al Señor.

b. Para poder invocarle debe creer en Él.

c. Para poder creer debe primero oír.

d. Para poder oír debe haber alguien que le predique. (Esto se refiere a cualquier forma de llevar el mensaje del evangelio, bien sea por medio de un agente humano, o programa radial, o un folleto, etc.)

e. A fin de que pueda ser predicado el predicador debe ser enviado. Quiere decir enviado por Dios mismo (véanse Isa 6:8; Jua 15:16; Jua 20:21). El apóstol cita aquí las palabras de Isaías Isa 52:7 : «¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!» La palabra griega que se usa aquí para «hermosos» significa «plenamente florecido, desarrollado, maduro». Lo que parece que Pablo está queriendo decir es que dar testimonio de Cristo da como resultado un cristiano completamente florecido, desarrollado y maduro.

6. El rechazo de la justicia (Rom 10:1-3; Rom 10:16-21).

a. Israel tenía celo de Dios pero sin conocimiento. Podemos, por supuesto, sufrir de lo opuesto: conocimiento sin celo. Lo primero lleva al fanatismo (Gál 1:14; Hch 22:3). Lo segundo lleva al frío formalismo.

b. La oración de Pablo es que Dios le diera a Israel ese conocimiento. El apóstol tendría muy poco en común con la teología moderna. Fue Reinhold Niebuhr quien dijo: «No tratéis de convertir a los judíos… ellos pueden encontrar más fácilmente a Dios en su propia fe que en el cristianismo.»

c. Pablo aplica aquí las palabras de David acerca de la creación (Rom 10:18; Sal 19:4) a la realidad de la salvación, para demostrar que la incredulidad de Israel no era debido a que nunca hubiera escuchado, porque su oportunidad había sido tan amplia como los mismos cielos.

d. Tanto Moisés (Deu 32:21) como Isaías (Isa 53:1; Isa 65:1) habían anticipado este lamentable rechazo (véase Rom 10:16, Rom 10:19-20).

e. Dios había sido muy paciente con su pueblo rebelde. «Todo el día [por más de quince siglos, todo el tiempo de la ley] extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor» (Rom 10:21; Isa 65:2; véase también Mat 23:37-39). Israel había sido culpable de:

(1) Desobediencia a la Palabra de Dios.

(2) Disgusto con el Dios de la Palabra.

C. La sabiduría de Dios y la restauración de Israel en el futuro. (Rom 11:1-36). Pablo acaba de hablar del rechazo de Israel en el capítulo Rom 10:1-21, y ahora va a mostrar que ese rechazo no era total (Rom 11:1-25), ni final (Rom 11:26-33).

1. El rechazo no era total (Rom 11:1-25).

a. Los grupos de Israel (Rom 11:1-10). La nación aparece ahora separada en dos diferentes categorías:

(1) El grupo minoritario: «Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia» (Rom 11:5). Pablo nos ofrece dos pruebas de que

Dios siempre ha tenido su remanente fiel.

(a) Como se puede ver por medio de su propia conversión (Rom 11:1).

(b) Como sucedió en el tiempo de Elías (Rom 11:2-4). El profeta llegó a creer que él era el único creyente que quedaba en su día, y liega al punto de que «invoca a Dios contra Israel» (Rom 11:2).

Pero Dios (que nunca responde a esta clase de oración sin importar quien la haga) le informa inmediatamente: «Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal» (Rom 11:4; véase también 1Re 19:10, 1Re 19:14, 1Re 19:18).

(2) El grupo mayoritario: «Y los demás fueron endurecidos» (Rom 11:7). El Israel de hoy sigue plagado con este endurecimiento o ceguera de tres maneras:

(a) El endurecimiento causado por la caída de Adán (Efe 4:18).

(b) La ceguera causada por Satanás (2Co 4:4).

(c) La ceguera causada por Dios (Rom 11:8).

Esta trágica ceguera espiritual fue predicha por Isaías (Isa 29:10; Rom 11:8) y David (Sal 69:22-23; Rom 11:9-10). La razón de esta ceguera fue también predicha por David, a saber, el trato que lo judíos dieron a Cristo. Notemos las palabras en el Salmo Sal 69:21, que precede a esta profecía de juicio por su ceguedad: «Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre.» (Véase su cumplimiento en Mat 27:34, Mat 27:48.)

b. La plenitud de los gentiles (Rom 11:11-25). Esta frase (que la encontramos en Rom 11:25) debe distinguirse de la de los tiempos de los gentiles mencionada por Cristo en Lucas Luc 21:24.

(1) Los «tiempos» de los gentiles es una frase de naturaleza política, y se refiere a aquel período desde la cautividad de Babilonia hasta el final de la tribulación. (Véanse Deu 28:28-68; 2Cr 36:1-21; Dan 9:24-27.)

(2) La plenitud de los gentiles es de naturaleza espiritual, y se refiere al período de tiempo necesario para completar el cuerpo de Cristo, compuesto de judíos y gentiles, que han sido salvos desde pentecostés hasta el rapto. (Véanse Hch 15:14; Efe 4:11-13; 1Co 12:12-13.)

Los detalles acerca de este período de la plenitud de los gentiles es como sigue:

(3) Los creyentes gentiles son integrados al presente en el árbol de la salvación de Dios.

(4) Son tomados de un olivo silvestre (Rom 11:17).

(5) Han sido injertados en un buen olivo (Rom 11:24). Este proceso, como Pablo correctamente indica, es «contra naturaleza» (Rom 11:24). Normalmente, cuando lo silvestre es injertado en el olivo bueno, lo bueno queda dominado por lo silvestre. Sin embargo, cuando lo bueno es injertado en el árbol silvestre sucede lo opuesto.

(6) Se les advierte a los gentiles que no se ensoberbezcan ni se hagan arrogantes por su nueva situación «porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará» (Rom 11:21).

Debemos, en este momento, considerar dos pensamientos:

(7) Pablo no está enseñando que la Iglesia ha tomado el lugar de Israel. Él ya ha preguntado y ha respondido esta cuestión en Rom 11:1 : «¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna mañera.»

(8) Tampoco está enseñando que un creyente gentil pueda ser cortado de este árbol y perder su salvación. Simplemente está diciendo que si Dios no perdonó a Israel por su apostasía, tampoco lo hará con una Iglesia apóstata. El cristianismo va hoy en la misma dirección que Israel fue en el pasado, y Dios lo rechazará y juzgará por ello. (Véanse 1Ti 4:1-3; 2Pe 2:1-22; Apo 3:14-22; Apo 17:3-18.)

Pablo nos da los siguientes detalles en relación con la plenitud de los gentiles:

«Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio» (Rom 11:25). Un misterio en la Biblia es una verdad que ha estado previamente oculta, sin revelar en el Antiguo Testamento, pero que ahora ha sido declarada, y a veces explicada, en el Nuevo Testamento.

(9) Hay doce de estos misterios. Que son los siguientes, sin más ampliación por ahora:

(a) El misterio del reino de los cielos (Mat 13:3-50; Mar 4:1-25; Luc 8:4-15).

(b) El misterio del rapto (1Co 15:51-52; 1Ts 4:16).

(c) El misterio de la Iglesia como cuerpo de Cristo (Efe 3:1-11; Efe 6:19; Col 4:3; Rom 16:25).

(d) El misterio de la Iglesia como la esposa de Cristo (Efe 5:28-32).

(e) El misterio de la morada de Cristo en el creyente (Gál 2:20; Col 1:26-27).

(f) El misterio de la encarnación de Cristo (Col 2:2, Col 2:9; 1Co 2:7).

(g) El misterio de la piedad (1Ti 3:16).

(h) El misterio de la iniquidad (2Ts 2:3-12; Mat 13:33).

(i) El misterio del presente endurecimiento o ceguedad de Israel (Rom 11:25).

(j) El misterio de las siete estrellas (Apo 1:20).

(k) El misterio de Babilonia la ramera (Apo 17:5, Apo 17:7).

(l) El misterio de Dios (Apo 10:7; Apo 11:15-19).

En Romanos Rom 11:25 el misterio es «que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles».

2. El rechazo no era permanente (Rom 11:26-36).

a. El Israel de Dios (Rom 11:26-32).

(1) Serán restaurados mediante la ratificación del pacto prometido. «Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados» (Rom 11:27; véanse también Isa 59:21; Isa 27:9; Jer 31:31-37; Heb 8:8; Heb 10:16; Zac 13:1).

(2) Serán restaurados por medio de su Cristo prometido. «Vendrá de Sión el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad» (Rom 11:26; véase Isa 59:20).

b. El Dios de Israel (Rom 11:33-36). «¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.» Esta es la primera de cinco bendiciones de Pablo que encontramos en Romanos. (Véanse también Rom 15:33; Rom 16:20; Rom 16:24; Rom 16:25-27.)

IV. El templo de Dios: la voluntad de Dios (la transformación y la exhortación) (Rom 12:1-21Rom 16:1-27).

A. Responsabilidades públicas de todos los redimidos (Rom 12:1Rom 15:13).

1. El creyente y el yo (Rom 12:1-3). En el capítulo Rom 6:1-23 Pablo da una explicación detallada de aquellos pasos que nos llevan a la santificación. Ahora extiende en este capítulo la invitación:

a. ¿Cómo se ofrece esta invitación? «Os ruego.» Pablo no da un mandamiento seco, sino una súplica. El servicio de amor no puede ser ordenado. Este es el lenguaje de la gracia y es el método del apóstol. (Véanse también 1Co 4:16; Efe 4:1; 1Ti 2:1. Cp. con Luc 12:20.)

b. ¿A qué se le invita al creyente? A presentar su cuerpo «en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios». Notemos que:

(1) Tiene que ser su cuerpo. Dios no está principalmente interesado en nuestro tiempo, talentos o dinero. La única ofrenda que satisface al Redentor-Creador es el cuerpo de sus criaturas redimidas. (Véanse 1Co 3:16; 1Co 6:19-20; 2Co 8:5.)

(2) Tiene que ser un cuerpo vivo. Algunas veces es más fácil morir por el Señor que vivir para Él.

(3) Tiene que ser un cuerpo vivo y santo.

c. ¿Por qué se le invita al creyente a hacer esto?

(1) Porque ya ha experimentado la misericordia de Dios. Otras confesiones religiosas hacen del sacrifico la raíz de la misericordia, pero el cristianismo lo convierte en la flor. (Cp. Esto con 1Re 18:26-29; 2Re 3:26-27.)

(2) Porque no es solamente el curso de acción apropiado y requerido, sino el camino práctico y razonable. Notemos que:

(a) Dios le dice al pecador: «Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana» (Isa 1:18). Lo más apropiado y práctico para el pecador es darle el corazón a Dios.

(b) Dios le dice al santo: «Presenta tu cuerpo en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es tu culto racional.» Lo apropiado y práctico para el santo es entregarle su cuerpo a Dios.

d. ¿Cuáles son los resultados de obedecer a la invitación?

(1) El creyente no será conformado (moldeado) desde fuera por el mundo.

(2) El creyente será transformado desde dentro por la renovación de su mente.

El término «transformado» proviene del griego metamorpheo, de donde sacamos nuestra palabra metamorfosis, que habla del cambio biológico que lleva a un gusano de seda a transformarse en mariposa. Se usa esta misma palabra para la transfiguración de Jesús en Mateo Mat 17:2. (Véase también 2Co 3:18.) Esta transformación se refiere a aquel acto del creyente mediante el cual arregla su posición exterior para que se ajuste a su condición interior. (Véanse 1Pe 1:14; 1Jn 2:15.) La renovación de la mente de la que se habla en Rom 12:2 es probablemente una referencia al estudio de la Biblia y a la oración constantes (Efe 4:23; Col 3:10). Esta renovación diaria es la única verdadera protección contra el fracaso (1Co 9:24-27).

(3) El creyente entonces estará en condiciones de discernir y llevar a cabo la perfecta voluntad de Dios para su vida.

(4) Se verá así mismo como Dios le ve a él y no tendrá de sí «más alto concepto que el que debe tener» (Rom 12:3).

2. El creyente y el servicio (Rom 12:4-21).

a. Las herramientas para el servicio (Rom 12:4-8).

El Espíritu Santo le ha provisto al creyente de varios dones sobrenaturales con los que puede servir a Cristo. Aquí se mencionan siete de estas herramientas de servicio:

(1) Profetizar.

(2) Servir.

(3) Enseñar.

(4) Exhortar.

(5) Repartir.

(6) Presidir.

(7) Hacer misericordia.

b. Las técnicas del servicio (Rom 12:9-21).

(1) Tenemos que amar sinceramente (sin fingimiento) a todos los santos (Rom 12:9-10).

«Morar en el cielo, en amor con todos los santos, será una experiencia gloriosa; pero hacerlo aquí con los santos que conocemos bien es otra cosa muy diferente.»

(2) Tenemos que «aborrecer lo malo» (Rom 12:9; véanse Sal 96:10; Heb 1:9).

(3) Debemos «seguir [aferramos] lo bueno» (Rom 12:9; véase Hch 8:29).

(4) Tenemos que crecer en el gozo, la paciencia y la oración (Rom 12:12).

(5) Tenemos que ser fervientes (hasta lo máximo) en nuestro deseo de agradar a Dios (Rom 12:11). El Señor aborrece la indiferencia (Apo 3:15-16).

(6) Tenemos que aportar con generosidad para las necesidades de los santos (Rom 12:13; véanse 2Co 9:1; Heb 13:16; 1Jn 3:17).

(7) Debemos hablar bien de aquellos que nos persiguen. La frase «no maldigáis» (Rom 12:14) no es un mandamiento prohibiendo usar un vocabulario profano contra nuestros enemigos, sino más bien contra el orar de manera impropia por ellos: «Señor, tú sabes lo que me ha hecho, espero que le des lo que se merece.» (Véanse 1Pe 2:23; 1Pe 3:9; 1Co 4:12.)

(8) Tenemos que «gozamos con los que se gozan; llorar con los que lloran» (Rom 12:15). Jesucristo lo hizo (Jua 2:1-25, Jua 11:1-57). (Las razones teológicas que lo apoyan aparecen en 1Co 12:26.)

(9) Tenemos que evitar ser «altivos, sino asociarnos con los humildes» (Rom 12:16). Diótrefes no se comportó así (véase 3Jn 1:9).

(10) Tenemos que destruir a nuestros enemigos. La manera de hacerlo es convirtiéndolos en nuestros amigos (Rom 12:18-21). Pablo dice: «Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.» Encontramos dos ejemplos clásicos de ello en el Antiguo Testamento: en el trato de David al rey Saúl (1Sa 24:1-22, 1Sa 26:1-25) y en la actitud de José hacia sus hermanos (Gén 45:1-28).

3. El creyente y la sociedad (Rom 13:1-14); lo que tiene que hacer (Rom 13:1-10).

a. Sus deberes para con los gobernantes (Rom 13:1-7).

(1) Debe sujetarse a las autoridades superiores, «porque no hay autoridad sino de parte de Dios» (Rom 13:1). La Biblia enseña que el hijo de Dios no debe amar los sistemas de este mundo, ni dejarse moldear por sus modelos, pero con todo debe obedecer sus leyes. Las Escrituras nos presentan tanto la separación del mundo como la sujeción al Estado por parte del cristiano (Tit 3:1; 1Pe 2:13).

Los judíos del tiempo del Imperio Romano fueron notoriamente malos ciudadanos. Rehusaron someterse a las leyes y usaron como base bíblica Deuteronomio Deu 17:14-15. Sin embargo,

Pablo enseñó la sujeción a las autoridades a pesar del vergonzoso y mal trato que a veces sufrió de parte de ellos (Hch 16:22-24, Hch 16:37-38; véanse Pro 8:15-16; Dan 2:21; Dan 4:17; Jua 19:10-11). De manera que el gobierno civil es una institución divina dada por Dios después del diluvio (Gén 9:1-29) para asegurar el orden y prevenir la anarquía (véase Jue 17:6).

(2) Debe saber que «quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste» (Rom 13:2). Deberíamos notar que Pablo nos está dando aquí principios generales para guiar la vida cristiana en una sociedad gobernada por leyes justas. No habla de las acciones en particular que el cristiano ha de tomar cuando estas leyes son injustas o inmorales. Esta cuestión se responde en otro pasaje (Hch 5:29).

(3) Debe pagar los impuestos correspondientes tanto locales como nacionales, y respetar y honrar a los funcionarios del estado (Rom 13:7). Una vez un hombre paró a D.L. Moody en una calle de Chicago y le preguntó a dónde iba. El gran evangelista le respondió: «A depositar mi voto.» Algo sorprendido, aquel hombre le amonestó a que no lo hiciera «porque él era un ciudadano del cielo y esta tierra no era su destino final». Moody sonrió y le dijo: «Eso es verdad, pero mientras tanto pago mis impuestos en el condado de Cook.»

b. Sus deberes para con el resto de los ciudadanos (Rom 13:8-10). «No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley» (Rom 13:8). Este pasaje no prohíbe al cristiano comprar bienes a plazos. Entendiéndolo en su contexto nos está diciendo sencillamente que paguemos nuestras deudas. Pablo ya había dicho que todos los creyentes debemos el evangelio a los que no lo conocen a fin de que puedan escucharlo (Rom 1:14).

Porqué debemos hacerlo (Rom 13:11-14). «Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantamos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.»

Pablo habla de la noche como si ya se hubiera acabado, mientras que Jesús dijo que estaba por venir (Jua 9:4). Ambos tienen razón. Para los santos el alba ya apunta, pero para los pecadores la noche viene. El mundo presente es el único infierno que los creyentes van a conocer y es también el único cielo que los incrédulos van a experimentar. La larga noche del pecado se ha extendido por miles de años, desde su comienzo con la rebelión de Adán; pero la Estrella de la Mañana ya ha aparecido (Luc 2:1-52). Pronto se levantará el Sol de justicia y en sus alas traerá salvación. Todos los escritores del Nuevo Testamento dan testimonio de esto. (Véanse 1Co 15:51; 1Ts 4:16, Pablo; Stg 5:8, 1Pe 4:7; 1Jn 2:18, 1Jn 2:28; Jud 1:18.) Debemos notar especialmente la frase de Pablo «se acerca el día» del versículo Rom 13:12. Este es el primero de al menos diez «días» importantes que aparecen en la Biblia, todos ellos futuros, que son:

(1) El día del rapto (Rom 13:12; Efe 4:30; Flp 1:6, Flp 1:10; Flp 2:16; Heb 10:37; 2Pe 1:19). (Podemos considerarlo como un día literal de veinticuatro horas.)

(2) El día del juicio ante Cristo (1Co 3:13; 1Co 5:5; 2Ti 1:18; 2Ti 4:8; 1Jn 4:17). (Podemos considerarlo como un día literal de veinticuatro horas y es sólo para cristianos.)

(3) El día del Señor (Joe 1:15; Joe 2:1-2, Joe 2:11, Joe 2:31; Hch 2:20; 2Ts 2:3; Apo 6:17). (Este «día» abarca toda la tribulación, es decir, un período de siete años.)

(4) El día de la Segunda Venida de Cristo (Mat 24:36; Mat 26:29; 1Ts 5:2-4; 2Ts 1:10). (Puede ser considerado como un día literal de veinticuatro horas.)

(5) El día del Armagedón (Apo 16:14).

(Podemos considerarlo también como un día literal de veinticuatro horas.)

(6) El día de la resurrección de los justos (Jua 6:39-40, Jua 6:44, Jua 6:54, Jua 11:24). (Podemos considerarlo como un día literal de veinticuatro horas e incluye a los santos del Antiguo Testamento y a los creyentes de la tribulación.)

(7) El día del juicio de los ángeles caídos (Jud 1:6). (También un día de veinticuatro horas literales.)

(8) El día de Cristo (1Co 1:8; 2Co 1:14; 2Ti 1:12). (Este «día» abarca todo el milenio, un período de mil años.)

(9) El día del juicio del gran trono blanco (Mat 7:22; Mat 11:22; Jua 12:48; Hch 17:31; Rom 2:5, Rom 2:16; 2Pe 2:9). (Podemos visualizarlo como un día de veinticuatro horas literales.)

(10) El día de la nueva creación (2Pe 3:7-13) (Parece que también será un día literal de veinticuatro horas.)

En consecuencia, Pablo exhorta a los creyentes: «Vistámonos las armas de la luz» (Rom 13:12; léase Efe 6:10-17 para ver las piezas específicas de la armadura).

4. El creyente y los santos débiles en la fe (Rom 14:1-23).

a. Ningún creyente debe juzgar a otro creyente aquí.

(1) No tenemos que criticarle por causa de su legalismo (en cuestiones de dietas y días). «Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el espíritu» (Rom 14:17).

(2) No debemos comprometer nuestra libertad.

«Sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. No sea, pues, vituperado vuestro bien. Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación» (Rom 14:13, Rom 14:16, Rom 14:19).

b. Todos los creyentes serán juzgados por el Maestro allá.

«Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios» (Rom 14:10-12).

Encontramos catorce categorías especiales de juicio en la Biblia. Pablo se refiere a cuatro de ellas en la carta a los Romanos:

(1) El juicio de Adán en el huerto del Edén (Rom 5:12).

(2) El juicio de Cristo en el Calvario (Rom 4:25).

(3) El juicio ante el tribunal de Cristo (Rom 14:10).

(4) El juicio de Satanás en la tribulación (Rom 16:20).

5. El creyente y el Salvador (Rom 15:1-13). El ministerio terrenal de Cristo es un modelo para el creyente (1Pe 2:21-25).

a. Fue un ministerio de sacrificio: «Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo» (Rom 15:3).

b. Fue un ministerio sufriente: «Antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban cayeron sobre mí» (Rom 15:3).

c. Fue un ministerio bíblico (Rom 15:4).

d. Fue un ministerio compartido: «Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios» (Rom 15:7).

e. Fue un ministerio cierto: «Para confirmar las promesas hechas a los padres» (Rom 15:8).

f. Fue un ministerio valiente: «Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, y cantaré a tu nombre. Y otra vez dice: Alegraos, gentiles, con su pueblo» (Rom 15:9-10; véanse también Sal 18:49; Sal 117:1; Deu 32:43; Isa 11:10).

B. Observaciones personales para los creyentes romanos (Rom 15:14-33; Rom 16:1-27).

1. Pablo presenta un repaso panorámico de su ministerio (Rom 15:14-21).

a. Menciona su ministerio especializado:

«Para ser ministro de Jesucristo a los gentiles» (Rom 15:16).

b. Menciona también sus milagros: «Con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios» (Rom 15:19). El libro de Hechos recoge muchos de los milagros de Pablo:

(1) El mago Elimas quedó ciego en Pafos (Chipre) (Hch 13:11-12).

(2) Varios milagros en Iconio (Hch 14:3-4).

(3) Curación de un cojo de nacimiento en Listra (Hch 14:8-18).

(4) Curación de una joven endemoniada en Filipos (Hch 16:16-18).

(5) Curación de muchos enfermos y endemoniados en Éfeso (Hch 19:11-12).

(6) Resucitación de Eutico en Troas (Hch 20:9-10).

(7) Restauración de la salud del padre de Publio, enfermo de fiebre y disentería, y curación de otros en la isla de Malta (Hch 28:8-9).

c. Habla de su campo misionero: «De manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo» (Rom 15:19).

d. Se refiere a su metodología: «Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno» (Rom 15:20).

e. Menciona su motivación: «Sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; y los que nunca han oído de él, entenderán» (Rom 15:21).

2. Les informa anticipadamente del ministerio que planea (Rom 15:22Rom 16:27).

a. Está decidido a visitarles en un futuro cercano, cuando vaya de camino para España (Rom 15:24, Rom 15:28). Las columnas de Hércules, la parte más occidental del continente europeo y del mundo civilizado de aquel día, atraían a Pablo. ¿Pudo al fin viajar a España?

Poco antes de su muerte escribió: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera» (2Ti 4:7). Suponemos que sí lo hizo en razón de que España era parte de su carrera.

b. Solicita sus oraciones para el proyecto misionero de pasar a visitarles (Rom 15:25-27, Rom 15:30-31) Ahora iba camino de Palestina para entregar la ofrenda para los pobres de Jerusalén que había recogido en todas las iglesias gentiles. Pablo no tenía duda de que en el tiempo anterior a su conversión había sido causante de la pobreza de muchos cristianos en Jerusalén (Rom 15:31).

Notemos ahora:

(1) Las recomendaciones del apóstol: «Os recomiendo además nuestra hermana Febe» (Rom 16:1). Febe llevó la valiosa carta a los Romanos desde Corinto.

(2) Los saludos: baja de las alturas de la doctrina a las calles de Roma. Había empezado la epístola diciendo: «Sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones» (Rom 1:9). Al final de la carta menciona a veintiocho de ellos por nombre:

Priscila y Aquila: «Saludad también a la iglesia de su casa» (Rom 16:5). Las iglesias locales se reunían en casas particulares al principio. (Véanse Hch 12:12; Col 4:15; 1Co 16:19; Flm 1:2, Flm 1:14-15.) Pablo conocía a esta pareja desde hacía varios años (Hch 18:2, Hch 18:18, Hch 18:26; 1Co 16:19).

Epeneto: el primer convertido de Pablo en Acaya (Rom 16:5).

María: «la cual ha trabajado mucho entre vosotros» (Rom 16:6).

Nota: Muchos de estos colaboradores fieles de Pablo eran mujeres.

Fueron las mujeres quienes ayudaron a Cristo en su hora de necesidad cuando los hombres lo dejaron solo.

Le ayudaron:

(a) En el camino a la cruz (Luc 2:27).

(b) En la cruz (Jua 19:25).

(c) En su enterramiento (Mat 27:61; Luc 23:55).

(d) Para embalsamar su cuerpo (Jua 20:11; Mar 16:1).

Andrónico y Junias: una pareja probablemente relacionada con Pablo (Rom 16:7).

Amplias: «amado mío en el Señor» (Rom 16:8).

Urbano: «nuestro colaborador en Cristo Jesús» (Rom 16:9).

Estaquis: «amado mío» (Rom 16:9).

Apeles: «aprobado en Cristo» (Rom 16:10). Este hombre aparentemente había pasado con éxito por una prueba.

Herodión: ¿nieto de Herodes el Grande? (Rom 16:11).

Los de la familia de Aristóbulo (Rom 16:10).

Los de la familia de Narciso (Rom 16:11).

Trifena y Trifosa: «las cuales trabajan en el Señor» (Rom 16:12).

Pérsida: «la cual ha trabajado mucho en el Señor» (Rom 16:12).

Rufo y su madre: «escogido en el Señor, y a su madre y mía» (Rom 16:13).

Nota: Simón de Cirene, que llevó la cruz de Cristo, era el padre de Rufo (Mar 15:21).

Asíncrito (Rom 16:14).

Flegonte (Rom 16:14).

Hermas (Rom 16:14).

Patrobas (Rom 16:14).

Hermes (Rom 16:14).

Filólogo (Rom 16:15).

Julia (Rom 16:15).

Nereo y su hermana (Rom 16:15).

Olimpas (Rom 16:15).

c. Detecta un posible futuro problema (Rom 16:17-18).

«Más os ruego, hermanos, que no os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.»

El Nuevo Testamento nos da tres razones para separar a un miembro de la comunión con la iglesia local.

(1) Por causar divisiones (Rom 16:17; 2Ts 3:6; Pro 6:19). Nota: cuando Pablo al fin llegó a Roma encontró a estos perturbadores en plena actividad. (Véanse Flp 1:14-18; Flp 3:18.)

(2) Por inmoralidad (1Co 5:1-13).

(3) Por herejía (Tit 3:10).

En 1Co 5:4 y Mat 18:15-17 se nos describe el procedimiento para separar a tales personas. (Véase también 2Ts 3:14-15.)

d. Anuncia la suerte de Satanás: «Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies» (Rom 16:20). Esta profecía se cumplirá de dos maneras:

(1) Cuando sea echado en el abismo por mil años durante el milenio (Apo 20:1-3).

(2) Cuando sea echado en el lago de fuego y azufre después del milenio (Apo 20:10).

Después de enviarles los saludos de parte de siete compañeros de ministerio que estaban con él en ese momento (Timoteo, Lucio, Jasón, Sosípater, Gayo, Erasto, Cuarto, y Tercio, quien sirvió de escribano y envía sus propios saludos), Pablo concluye su más importante epístola con una doxología preciosa:

«La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén. Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén» (Rom 16:24-27).

Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz

INTRODUCCIÓN

1. La carta y sus peculiaridades

La carta de Pablo a los Romanos es la más extensa de las que se le atribuyen y tanto en los manuscritos más antiguos como en las más recientes ediciones de la Biblia ocupa siempre el primer lugar dentro del epistolario paulino. Esto no significa que, cronológicamente, sea la primera carta de Pablo. Al contrario, según el parecer de numerosos biblistas modernos, sería la última de las cartas denominadas “protopaulinas”, es decir, de las escritas directa y personalmente por Pablo, bien de puño y letra, bien utilizando un amanuense.

Es, sin duda, la carta a los Romanos (en adelante utilizaremos preferentemente la abreviatura Rm) el escrito más profundo y ambicioso del Apóstol y en cierto modo puede considerarse como su testamento teológico. De hecho, Pablo escribió esta carta en uno de los momentos más críticos y significativos de su actividad misionera. Ha proclamado el evangelio por todo el Mediterráneo oriental (Rom 15:19). Está a punto de llevar a Jerusalén (donde no sabe cómo va a ser recibido) la colecta recogida entre los cristianos europeos en favor de las iglesias necesitadas de Palestina (Rom 15:25-27). A renglón seguido se propone dirigirse a España, en los confines de occidente, para anunciar también allí a Jesucristo (Rom 15:28). Magnífica ocasión para hacer escala en Roma, la capital del Imperio, y realizar un proyecto largamente acariciado: visitar la comunidad cristiana allí establecida y compartir con ella una misma vivencia de fe (Rom 1:10-13).

Con esta carta Pablo, siempre cortés, quiere anunciar a los hermanos de Roma su próxima visita, al tiempo que hace balance y resumen de lo que ha sido su actividad y su enseñanza cristiana hasta el momento. La escribe, con toda probabilidad, desde Corinto; pero es más difícil de precisar la fecha exacta de su composición, que está en función de la cronología general que se acepte como más probable para la vida y actividad literaria de Pablo; de ahí que unos autores sitúen la composición de Rm a finales del año 57 d. C. y otros la adelanten al año 55 d. C.

2. Los destinatarios de la carta

El cristianismo debió llegar a Roma muy pronto, incluso antes de que Pablo iniciara su actividad apostólica en Asia Menor y Grecia. Las excelentes comunicaciones entre Palestina y la capital del Imperio facilitaron el que judíos palestinenses convertidos al cristianismo viajasen a Roma y pusieran allí en marcha el movimiento cristiano en la década de los años cuarenta.

La colonia judía en Roma era muy numerosa — algún historiador la cifra en unos cincuenta mil miembros — y de ella debieron surgir los primeros cristianos que no tardaron en formar una comunidad relativamente numerosa. De hecho, cuando el emperador Claudio expulsa de Roma a todos los judíos en el año 49 d. C., lo hace probablemente debido a los conflictos surgidos entre judíos ortodoxos y judíos convertidos al cristianismo. A raíz del edicto de expulsión quedaron, pues, en Roma únicamente cristianos de origen pagano. Pero al cabo de unos cinco años, el decreto imperial dejó de aplicarse y muchos de los expulsados regresaron a Roma. Cuando Pablo escribe Rm, podemos pensar que la comunidad estaba relativamente equilibrada entre los cristianos procedentes del judaísmo y los procedentes del paganismo. ¿A quiénes en concreto se dirige preferentemente el Apóstol?

En primer lugar, Pablo es plenamente consciente de no ser el fundador de la iglesia de Roma y, por tanto, en modo alguno desea interferir en la labor apostólica de otros misioneros cristianos (Rom 15:20-21). Pero al mismo tiempo, no renuncia a cosechar también entre los romanos algún fruto… enteramente dispuesto a proclamar, también entre ellos, el mensaje de salvación (Rom 1:13-14). Los destinatarios de la carta parecen ser todos los cristianos sin distinción de origen, aunque tal vez Pablo tenga especialmente presentes a los cristianos procedentes del paganismo. ¿O más bien Pablo elabora sus reflexiones pensando no tanto en la iglesia de Roma, que le era bastante desconocida, cuanto en la experiencia y conocimientos que tenía de otras iglesias? No debe descartarse esta posibilidad. En efecto, es evidente, por ejemplo, la relación que existe entre Rm y la carta a los Gálatas. Y aunque no falta algún autor que quisiera hacer de Gálatas una especie de resumen de Rm, la opinión, con mucho mayoritaria, es que Rm ha sido escrita después de Gálatas a la que utiliza como claro punto de referencia.

3. Autenticidad y características literarias

Nadie ha puesto en duda que Pablo sea el autor de Rm. Lo que no impide que para su redacción material se haya servido de un ayudante llamado Tercio, que no se resigna a pasar inadvertido, por lo que en el capítulo de saludos se hace nominalmente presente (ver Rom 16:22). Precisamente este capítulo final de Rm presenta algún interrogante. ¿Formó desde el principio parte de la carta de Pablo a la iglesia de Roma? Así lo siguen sosteniendo numerosos autores. Muchos otros, sin embargo, piensan que Rom 16:1-23 es, en su origen, una carta independiente dirigida por Pablo, no a la iglesia de Roma, sino a la de Éfeso; sería una carta de recomendación en favor de Febe que era una mujer al servicio de la comunidad cristiana de Céncreas, uno de los puertos de Corinto (Rom 16:1). La cuestión está sin resolver.

En cuanto a la solemne doxología final (Rom 16:25-27), hay serias razones para pensar que no es originariamente paulina, sino que ha sido añadida posteriormente como conclusión de todas las cartas del Apóstol. Es significativo, al respecto, que, por una parte, los manuscritos colocan esta doxología en distintos lugares de la carta y, por otra, hay testigos — el Documento de Muratori, por ejemplo — de que antiguamente Rm estaba colocada al final del epistolario paulino.

En cuanto a la calidad literaria, Rm ofrece un estilo enérgico, vigoroso, rápido e incisivo. Es verdad que la belleza estilística de algunos de sus pasajes no es tanto la puramente literaria, cuanto la que brota de un espíritu totalmente entregado a su ideal religioso. Pero toda la carta está escrita en un tono digno y, aunque utiliza expresiones familiares, lo hace siempre con mucha sobriedad.

4. Contenido e importancia de la carta

Sin constituir una síntesis completa de la doctrina paulina, Rm es el escrito más denso y mejor elaborado de Pablo, con una incomparable riqueza teológica. En Rom 1:16-17 se enuncia el tema central de la carta: el mensaje de Jesús proclamado por Pablo tiene poder para salvar a todos, tanto judíos como no judíos, siempre que lo acojan con fe. Dios, pues, y sólo Dios, es quien restablece en su amistad al ser humano, y lo hace por medio de la fe en Jesucristo y no en virtud de las obras derivadas de un puntual cumplimiento de la ley de Moisés. Una vez enunciado el tema central, que había sido ya abordado de forma polémica en la carta a los Gálatas, Pablo lo desarrolla ahora de forma serena y sistemática en los once primeros capítulos de la carta.

Todos la humanidad ha caído bajo la esclavitud del pecado (Rom 1:18Rom 3:20); toda ella está necesitada de una salvación que solamente Dios puede ofrecer (Rom 3:21Rom 4:25); toda ella ha sido liberada por Cristo y llamada a participar de la nueva vida en el Espíritu (Rom 5:1Rom 8:39). Toda la humanidad, incluido el pueblo de Israel cuyo destino, al haber rechazado a Jesucristo, preocupa tan profundamente a Pablo que dedica al mismo tres intensos capítulos de la carta (Rom 9:1Rom 11:36).

Los capítulos finales de la carta (Rom 12:1Rom 15:13) están dedicados a reflexionar sobre la conducta cristiana. El que cree en Jesús, el Hijo de Dios, ha sido llamado a una vida nueva que ha de manifestarse claramente en la manera de actuar, de hablar y aun de pensar. Ha de manifestarse sobre todo en las relaciones con los demás, tanto si se trata de hermanos en la fe como de no creyentes, tanto si estas relaciones se producen en el ámbito de la iglesia cristiana como en el de la sociedad civil en medio de la cual vivían entonces los cristianos de Roma y han de vivir los cristianos de todos los tiempos.

Digamos, finalmente, que Rm ha ejercido una enorme influencia en la vida y en la historia del cristianismo. En ella sobre todo se inspiró Agustín de Hipona para hacer frente a las doctrinas pelagianas, y ella, junto con Gálatas, ha sido el centro máximo de atención en las discusiones teológicas interconfesionales. Afortunadamente hoy se la considera no como un texto que divida a las distintas confesiones — tal como sucedió en épocas pasadas — sino como la palabra capaz de unir a los creyentes en Cristo.

5. Estructura de la carta

— Introducción (Rom 1:1-17)

I. — SALVADOS POR DIOS MEDIANTE LA FE (Rom 1:18Rom 4:25)

II. — NUEVA VIDA EN CRISTO (Rom 5:1-21Rom 8:1-39)

III. — ISRAEL EN EL PLAN SALVADOR DE DIOS (Rom 9:1-33Rom 11:1-36)

IV. — LA CONDUCTA CRISTIANA (Rom 12:1Rom 15:13)

— Conclusión (Rom 5:14Rom 16:27)

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— buena noticia: Lit. evangelio, término utilizado en el NT para referirse a la vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret. Ver nota a Mar 1:1.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Rom 15:19; Rom 16:25; Hch 9:15; Hch 9:15; 1Co 1:1; Gál 1:15; Mar 1:1; Mar 1:14.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Presentación de Pablo

Las cartas antiguas generalmente comenzaban con una identificación del escritor y los destinatarios, y Pablo generalmente comenzaba sus cartas de la misma manera. La presentación de Rom. es, no obstante, notable por su extensión y por sus detalles teológicos. No contento simplemente con identificarse, Pablo describe quién es él en términos de su llamamiento divino a ser un apóstol (1), el evangelio que predica (2-4) y el ministerio especial que Dios le dio (5, 6). Unicamente entonces completa él su presentación nombrando a los destinatarios de la carta (7). Pablo da tantos detalles porque necesita presentar sus “credenciales” ante una iglesia a la que nunca había visitado.

La autoridad de estas credenciales descansa especialmente en su llamamiento divino. Pablo es un siervo de Cristo Jesús y, en este sentido, un siervo muy especial, porque él ha sido llamado a ser apóstol; apartado para el evangelio de Dios. Estas palabras hacen referencia a la experiencia en el camino a Damasco, cuando el Cristo resucitado se apareció a Saulo, perseguidor de los cristianos, y lo llamó a desempeñar un papel central en el plan de Dios para alcanzar a los gentiles con el evangelio. En el NT, se aplica el término “apóstol” a uno que ha visto a Cristo, y que ha sido especialmente comisionado por él para funcionar como parte del “fun damento de la iglesia” (Ef. 2:20; ver Hech. 1:12-26). Pablo no debía su autoridad como apóstol a designación o capacidad humana alguna, sino al llamamiento y los dones del Señor resucitado (ver Gál. 1:1). Lo mismo se aplica al mensaje que Pablo proclamaba: el evangelio (Gál. 1:11, 12). Pablo toma este término del AT, donde en algunas ocasiones señala las “buenas nuevas” de la victoria fi nal de Dios en la historia (ver Isa. 40:9; 52:7; 61:1; Joel 2:32). A Pablo le gustaba este término y lo utilizaba para referirse tanto a esos acontecimientos de la muerte y resurrección de Jesús que constituyen las buenas nuevas, como a la comunicación de esas buenas nuevas a otros (“la predicación”). Aquí, evangelio incluye ambas ideas.

Habiéndose presentado en el v. 1, Pablo ahora define brevemente este evangelio en los vv. 2-4. Primero, tiene sus raíces en el AT: prometido antes por medio de sus profetas en las Sagradas Escrituras. Pablo toca aquí un tema que se convertirá en el tema central de Rom.: la continuidad entre el plan de Dios en el AT y su culminación en el NT. Segundo, el evangelio tiene como centro una persona: el Hijo de Dios (3), Jesucristo nuestro Señor (4). En una declaración cuidadosamente equilibrada, que quizá sea el reflejo de la enseñanza general acerca de Jesús en los primeros tiempos del cristianismo, Pablo hace una comparación de sus condiciones terrenales y celestiales. El v. 3 señala a la existencia terrenal de Jesús como el Mesías prometido, descendiente de David (ver 2 Sam. 7:12-16; Isa. 11:1, 10; Eze 34:23, 24). La frase según la carne (gr. kata sarx) se entiende mejor parafraseándola “desde el punto de vista de una simple perspectiva humana”. Esta frase debe entonces contrastarse con según (gr. kata) el Espíritu de santidad en el v. 4. El contraste entre los vv. 3 y 4, entonces, no está dado entre la naturaleza humana y divina de Cristo, sino entre su condición terrenal y su condición celestial como el exaltado y resucitado. Lo que sucedió en la resurrección de Cristo fue, entonces, no simplemente una poderosa declaración de que Jesús es el Hijo de Dios, sino la designación de Jesús a una nueva condición de “Hijo de Dios en poder”. Preexistiendo desde la eternidad co mo el Hijo de Dios, Jesús, a través de su resurrección de entre los muertos, obtuvo nuevo poder y gloria, poder que ahora ejerce para “la salvación de todo aquel que cree” (1:16; ver también Fil. 2:9-11; Heb. 7:25).

Es por este poderoso Hijo de Dios, Jesucristo nuestro Señor (4), y a favor de su nombre, que Pablo recibió la gracia especial de ser un apóstol (5). El apostolado de Pablo, tal como el NT subraya repetidas veces, estaba dirigido especialmente a los gentiles (ver Hech. 9:15; 22:21; 26:17, 18; Gál. 1:16; 2:1-11; Ef. 3:1, 6, 8; 1 Tes. 2:16). Pablo señala aquí que su propósito específico era llamar a los gentiles a la obediencia de la fe. Puede interpretarse que Pablo está centrando su predicación en la necesidad de que los cristianos vivan vidas santas luego de su conversión inicial. Pero quizá debiéramos conceder tanto peso al término “fe” como al término “obediencia”, y entender que Pablo está definiendo su propósito amplio de llamar a los gentiles a la aceptación inicial del evangelio, a la vez que a una continuada obediencia a las demandas de ese evangelio (el gr. dice simplemente hupakoen pisteos, “obediencia de [la] fe”). Creer y obedecer son dos actividades diferentes, pero para Pablo eran siempre inseparables: una persona no puede verdaderamente obedecer a Dios sin antes doblar la rodilla en fe ante el Señor Jesús; y una per sona no puede verdaderamente creer en ese Señor Jesús sin obedecer todo lo que él nos ha mandado (Mat. 28:20).

Dado que la comisión de Pablo era ir especialmente a los gentiles, la iglesia de Roma, a la sazón una iglesia de mayoría gentil (ver la Introducción), estaba dentro del ámbito de la autoridad apostólica de Pablo (6). De aquí que Pablo se dirige a todos los cristianos en Roma, como amados de Dios, llamados a ser santos (7). Este lenguaje, que rescata terminología común del AT para describir a Israel, recuerda a los lectores que ellos son el pueblo de Dios. Pablo concluye con su acostumbrado saludo que es la adaptación de una fórmula griega popular, pero que ha recibido un nuevo contenido teológico: Gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

1.1 Pablo escribió esta carta a la iglesia en Roma. Todavía ningún líder de la iglesia (Jacobo, Pedro, Pablo) había estado allí; la iglesia se estableció con creyentes que visitaron Jerusalén durante Pentecostés (Act 2:10) y viajeros que oyeron las buenas nuevas en otros lugares y lo llevaron a Roma (por ejemplo, Priscila y Aquila; Act 18:2; Rom 16:3-5). Pablo escribió la carta a los Romanos durante su ministerio en Corinto (al final de su tercer viaje misionero, antes de volver a Jerusalén; Act 20:3; Rom 15:25) para animar a los creyentes y para expresarles su deseo de visitarlos algún día (en un lapso de tres años lo hizo). La iglesia romana no tenía el Nuevo Testamento, porque tal vez los Evangelios no habían circulado en su forma escrita final. Por lo tanto, esta carta puede muy bien ser la primera pieza de literatura cristiana que los romanos vieron. Escrita a judíos y gentiles cristianos, la carta a los Romanos es una presentación sistemática de la fe cristiana.1.1 Cuando Pablo, un judío devoto que antes era un perseguidor de cristianos, creyó, Dios lo usó para esparcir el evangelio a través de todo el mundo. A pesar de su prisión, Pablo finalmente predicó en Roma (Hechos 28) quizás hasta al mismo César. Si desea más información acerca de Pablo, véase Hechos 9.1.1 Pablo humildemente se autodenomina siervo (esclavo) de Jesucristo. Para un ciudadano romano (y Pablo lo era), optar por ser esclavo era inimaginable, pero Pablo escogió ser completamente dependiente y obediente a su Señor amado. ¿Cuál es su actitud hacia Cristo el Señor? Nuestra obediencia a El nos capacita para ser útiles y siervos y así realizar la labor que en verdad importa.1.2 Algunas de las profecías que predicen las buenas nuevas de Jesucristo son Gen 12:3; Psa 16:10; Psa 40:6-10; Psa 118:22; Isa 11:1ss; Zec 9:9-11; Zec 12:10; Mal 4:1-6.1.3, 4 Pablo creía que Jesús era el Hijo de Dios, el Mesías prometido, y el Señor resucitado. Pablo llamó a Jesús descendiente del rey David para enfatizar que en verdad en El se cumplían las profecías del Antiguo Testamento en el sentido de que el Mesías vendría del linaje de David. Con esta declaración de fe Pablo manifiesta estar de acuerdo con las enseñanzas de las Escrituras y de los apóstoles.1.3-5 Aquí Pablo resume las buenas nuevas de Jesucristo: (a) vino como humano, (2) era de linaje real judío, de la línea de David, (3) murió y resucitó, y (4) abrió la puerta para que la gracia y benignidad de Dios fueran nuestras. El libro de Romanos desarrolla estos temas.1.5, 6 Los cristianos tenemos grandes privilegios y responsabilidades. Pablo y los apóstoles recibieron perdón (la gracia de Dios) como un privilegio inmerecido. Pero también se les asignó la responsabilidad de anunciar el mensaje del perdón de Dios a otros. Dios perdona los pecados de quienes por fe creen en El como Señor. Al hacerlo nos comprometemos a vivir una vida nueva. La nueva vida de Pablo incluyó un llamado de Dios, una responsabilidad que El le dio para testificar ante el mundo como misionero. Dios puede también llamarnos a ser misioneros en el extranjero, pero El nos llama a todos los creyentes a testificar y a ser ejemplo del cambio de vida que Jesús obra en los creyentes.1.6, 7 Pablo dice que a quienes aceptan a Cristo, El los invita a: (1) ser parte de la familia de Dios, y (2) ser gente santa («llamados a ser santos», apartados, dedicados para su servicio). ¡Qué expresión tan maravillosa de lo que significa ser un cristiano! Por haber renacido en la familia de Dios, poseemos la más grande experiencia de amor y la mayor herencia. Por todo lo que Dios ha hecho por nosotros, debemos esforzarnos por ser un pueblo santo.1.6-12 Pablo mostró amor hacia la iglesia en Roma expresando el amor de Dios por ellos y su propia gratitud y apoyo en oración. Para hacer impacto en la vida de la gente, usted necesita amarla y creer en ella. La pasión de Pablo por enseñar a esta gente y tener compañerismo con ella empieza con el amor. Dé gracias a Dios por sus hermanos cristianos y dígales cuánto le importan.1.7 Roma era la capital del Imperio Romano que se extendía por gran parte de Europa, el norte de Africa y el Cercano Oriente. En los tiempos del Nuevo Testamento, Roma disfrutaba su edad de oro. La ciudad era rica en el arte y las letras. Era un centro cultural pero a su vez la moral era decadente. Los romanos rendían culto a muchos dioses paganos. Incluso adoraron a algunos de los emperadores. En contraste con los romanos, los seguidores de Cristo creían en un solo Dios y vivían moralmente.1.7 El cristianismo era muy diferente al poderío militar de los romanos. Muchos eran simplemente pragmáticos, creían que el fin justificaba los medios. Y para los romanos, nada era mejor que el vigor físico. Confiaban en su poderío militar para protegerse contra sus enemigos. Los cristianos de todas las edades deben recordar que Dios es la única fuente de permanente seguridad y salvación y, al mismo tiempo, ¡El es nuestro Padre!1.8 Pablo usa la frase «gracias a mi Dios mediante Jesucristo» para enfatizar que Cristo es el único mediador entre Dios y el hombre. A través de El, Dios nos envió su amor y perdón; en el nombre de Cristo expresamos nuestro agradecimiento a Dios (véase 1Ti 2:5).1.8 Como los cristianos romanos se hallaban en el centro del poderío político del mundo occidental, eran sumamente visibles. Por fortuna, su reputación era excelente; su fe sólida se daba a conocer en todo el mundo. ¿Qué dice la gente cuando habla acerca de su congregación o denominación? ¿Son ciertos sus comentarios? ¿Qué podría hacer usted para que noten otros aspectos? ¿Cuál es la mejor manera de que el público reconozca su fe?1.9, 10 Cuando ore por alguna preocupación, no se sorprenda por la forma en que Dios responda. Pablo oraba por su visita a Roma a fin de enseñar a los cristianos allí. Cuando al fin llegó a Roma, fue en calidad de prisionero (véase Act 28:16). Pablo oró por un viaje tranquilo y llegó sin novedad después que lo arrestaran, abofetearan, naufragara y, entre otras cosas, lo mordiera una víbora. A menudo, la manera en que Dios responde nuestras oraciones difiere mucho de lo que esperamos. Cuando ore, espere la respuesta de Dios aunque a veces en maneras inesperadas.1.11, 12 Pablo oraba por tener la oportunidad de visitar a estos cristianos a fin de animarlos en cuanto a sus dones y fe, y que ellos a su vez lo animaran a él. Como misionero de Dios, les ayudó a comprender el significado de las buenas nuevas de Jesús. Como pueblo santo de Dios, ellos podrían brindarle compañerismo y bienestar. Cuando los cristianos se reúnen, cada uno debiera dar y recibir. Nuestra fe en común nos da un lenguaje y propósito comunes para animarnos unos a otros.1.13 Al final de su tercer viaje misionero, Pablo visitó Siria, Galacia, Asia, Macedonia y Acaya. A las iglesias de estas regiones se les llamaba gentiles debido a que estaban compuestas mayormente de gentiles.1.14 Con «a griegos y a no griegos», Pablo se refiere a todos los de la cultura griega y a los que no son de esta cultura. «A sabios y a no sabios» se refiere a las personas educadas y a las analfabetas. ¿Cuál era la deuda de Pablo? Después de su experiencia con Cristo en el camino a Damasco (Hechos 9), consumió toda su vida en predicar las buenas nuevas de salvación. Su deuda era con Cristo por ser su Salvador y debía pagarla a todo el mundo. Pagó su deuda proclamando la salvación que hay en Cristo para todos, sean gentiles o judíos, sin importar barreras culturales, sociales, raciales ni económicas. Tenemos la misma deuda con Cristo porque El recibió el castigo reservado para nosotros, por el pecado. A pesar de que es imposible pagarle a Cristo por todo lo que ha hecho, podemos demostrar nuestra gratitud al dar amor a otros.1.16 Pablo no se avergonzaba porque su mensaje era el mensaje de Cristo, las buenas nuevas. Era un mensaje de salvación, poderoso para cambiar vidas y para todos. Cuando se sienta tentado a avergonzarse, recuerde que las buenas nuevas se refieren a todo esto. Si se centra en Dios y en lo que hace en el mundo, antes que en sus limitaciones, su vergüenza pronto desaparecerá.1.16 ¿Por qué el mensaje fue antes a los judíos? Por más de dos mil años fue un pueblo especial para Dios, desde que Dios escogió a Abraham y le prometió grandes bendiciones a sus descendientes (Gen 12:1-3). Dios no los escogió porque lo merecieran (Deu 7:7-8; Deu 9:4-6), sino porque quiso mostrar su amor y misericordia a través de ellos, enseñarles y prepararles para la venida del Mesías al mundo. Los escogió no porque tenga favoritos, sino para que el mundo conociera su plan de salvación.Por siglos los judíos aprendieron acerca de Dios mediante la obediencia a sus leyes, celebrando sus fiestas y viviendo de acuerdo a sus principios morales. A menudo olvidaban las bendiciones de Dios y sufrían la disciplina, pero aun así poseían la herencia preciosa de poder creer y obedecer al único Dios verdadero. De entre todos los habitantes de la tierra, los judíos debían haber sido los primeros en recibir al Mesías y comprender su mensaje y misión, y así sucedió con algunos (véase Luk 2:25, Luk 2:36-38). Por supuesto, los discípulos y el gran apóstol Pablo fueron judíos fieles que reconocieron en Jesús al don más precioso de Dios dado al género humano.1.16 Judíos y cristianos por igual se opusieron a las religiones romanas idólatras y los funcionarios romanos a menudo confundían a ambos grupos. Esto era muy fácil que sucediera ya que la iglesia cristiana en Roma se componía de judíos convertidos que asistieron a la fiesta de Pentecostés (véase Act 2:1ss). Cuando Pablo escribió Romanos, sin embargo, muchos gentiles también se reunían en la iglesia. Los judíos y los gentiles necesitaban entender la relación entre el judaísmo y el cristianismo.1.17 El evangelio muestra cómo Dios es justo en su plan para salvarnos y cómo puede hacernos aptos para la vida eterna. Al confiar en Cristo, entramos en buena relación con Dios. Del principio al fin, Dios nos declara justos por fe y solo por fe.1.17 Pablo cita Hab 2:4. Cuando Habacuc dijo «vivirá», quizás se refería solo a la vida presente, pero Pablo amplía el concepto para incluir también la vida eterna. Al confiar en Dios, obtenemos salvación; hallamos vida ahora y para siempre.1.18 ¿Por qué Dios revela su ira contra los pecadores? Porque sustituyen la verdad acerca de El con fantasías e imaginaciones (1.25). Ahogan la verdad de Dios naturalmente revelada a todas las personas, a fin de creer cualquier cosa que sustente su estilo de vida egocéntrico. Dios no puede tolerar el pecado porque su naturaleza es moralmente perfecta. No puede pasar por alto ni condonar una rebelión tan deliberada. Dios quiere quitar el pecado y restaurar al pecador, y puede hacerlo en la medida que el pecador no distorsione ni rechace la verdad con obstinación. Pero su ira se revela contra los que persisten en pecar. Asegúrese de no ir tras una fantasía en vez de ir tras el verdadero Dios. No desprecie la verdad acerca de El por proteger su propio estilo de vida.1.18ss Romanos 1.18-3.20 desarrolla el argumento de Pablo de que nadie puede decir que por sus méritos es aceptable ante los ojos de Dios: ni las multitudes, ni los romanos, ni siquiera los judíos. Todas las personas, sin importar el lugar en que se hallen, merecen la condenación de Dios por sus pecados.1.18-20 ¿Posee alguien excusa para no creer en Dios? La Biblia responde con un enfático no. Dios ha revelado su existencia a través de la naturaleza. Cada persona, por lo tanto, debe aceptar o rechazar a Dios. No sea negligente. Cuando llegue el día en que deba ser juzgado por lo que haya escogido, no habrá excusa. Empiece a darle hoy su devoción y adoración.1.18-20 En estos versículos, Pablo responde a una objeción común: ¿Cómo un Dios amoroso puede enviar a alguien al infierno, sobre todo a quien nunca oyó acerca de Cristo? Pablo dice que Dios se nos ha revelado ampliamente en su creación. Y la gente sigue aún rechazando este conocimiento básico de Dios. Además, cada uno sabe en su fuero interno lo que Dios demanda, pero optan por no vivir de acuerdo a ello. En otras palabras, nuestras normas morales son siempre mejores que nuestra conducta. Si la gente suprime la verdad de Dios a fin de vivir a su manera, no tiene excusa. Conoce la verdad y tiene que sufrir las consecuencias de pasarla por alto.1.18-20 Algunas personas se preguntan por qué necesitamos misioneros si la gente puede conocer a Dios a través de la naturaleza (la creación). La respuesta: (1) A pesar de que la gente sabe que Dios existe, anulan esta verdad con sus perversiones y rechazan así toda relación con El. Los misioneros con mucho tacto les señalan ese error y les muestran la posibilidad de un nuevo comienzo. (2) A pesar de que las personas pueden creer en Dios, no quieren compromisos con El. Los misioneros intentan persuadirlos mediante palabras afectuosas y obras de amor. (3) Los misioneros convencen a la gente que rechaza a Dios de las peligrosas consecuencias de ese rechazo. (4) A través de los misioneros la iglesia obedece la Gran Comisión de nuestro Señor (Mat 28:19-20). (5) Y lo que es más importante, aunque la naturaleza revela a Dios, a la gente hay que hablarle de Cristo y cómo, a través de El, pueden tener una relación personal con Dios.No es suficiente saber que Dios existe. La gente debe aprender que Dios es amor. Debe entender lo que hizo para demostrarnos su amor (Mat 5:8). Debe mostrárseles cómo aceptar el perdón de pecados que ofrece Dios. (Véase también 10.14, 15.)1.20 ¿Qué tipo de Dios nos revela la naturaleza? La naturaleza nos muestra un Dios poderoso, inteligente, minucioso, un Dios de orden y hermosura; un Dios que controla todas las cosas. Esta es su revelación general. A través de su revelación especial (la Biblia y la venida de Jesús), aprendemos acerca del amor, el perdón y la vida eterna que Dios ofrece. En su gracia se nos ha revelado de estas dos maneras, para que podamos creer en El.1.20 Dios se revela a través de la naturaleza a pesar de que este testimonio se ha distorsionado con la caída del hombre. El pecado de Adán motivó que la maldición divina cayera sobre la naturaleza (Gen 3:17-19). Los espinos y los cardos fueron los resultados inmediatos, y desde entonces y hasta nuestros días los desastres naturales han sido comunes. En Rom 8:19-21, Pablo dice que la naturaleza misma espera ansiosamente ser redimida de los efectos del pecado (véase Rev 22:3).1.21-23 ¿Cómo pueden las personas inteligentes volverse idólatras? La idolatría empieza cuando la gente rechaza lo que sabe acerca de Dios. En lugar de poner sus ojos en El, el Creador y sustentador de la vida, actúan como si fueran el centro del universo. Muy pronto inventan «dioses» que se ajustan muy bien a su egoísmo, sus planes y sus designios. Estos dioses pueden ser figuras de madera, pero también pueden ser metas o cosas que queremos tener tales como dinero, poder o comodidades. Aun podrían ser representaciones erróneas de Dios mismo en las que lo conformamos a nuestra imagen, en lugar de que sea al revés. El denominador común es: los idólatras adoran las cosas que Dios ha hecho antes que a Dios mismo. ¿Cuáles son sus prioridades? ¿Dónde están sus sueños, planes, esperanzas? ¿Rinde culto a Dios o a ídolos que se ha fabricado?1.21-32 Pablo con toda claridad describe la inevitable espiral descendente del pecado. Primero, las personas rechazan a Dios; después, se hacen sus ideas de qué debe ser y hacer un dios; luego caen en pecado: pecado sexual, codicia, odio, envidia, homicidio, disensión, engaño, malicia, chisme. Por último, crece su odio hacia Dios y animan a otros a que sientan lo mismo. Dios no da inicio a esta progresión hacia el mal. Pero cuando las personas lo rechazan, les concede vivir como hayan escogido. Dios los entrega o los hace sentir la consecuencia natural de sus pecados. Una vez atrapados por la espiral descendente, no pueden librarse. Los pecadores deben confiar en Cristo solamente si han de hallar la vía de escape.1.23 Cuando Pablo dice que el hombre cambió la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imágenes de aves, de cuadrúpedos y de reptiles, pareciera que a propósito define la maldad del hombre en los términos utilizados en Génesis, donde se narra la caída de Adán (véase Gen 1:20-26). Cuando adoramos a la criatura en lugar del Creador, perdemos de vista nuestra identidad como seres superiores a los animales, hechos a la imagen de Dios.1.24-32 Estas personas decidieron rechazar a Dios y El se lo permitió. Por lo general, Dios no interfiere en nuestras decisiones que van en contra de su voluntad. Nos permite declarar nuestra aparente independencia de El, a pesar de que sabe que en poco tiempo seremos esclavos de nuestra rebeldía, y perderemos la libertad de no pecar. ¿Tiene la vida sin Dios la apariencia de libertad para usted? Estúdielo bien. No hay peor esclavitud que la del pecado.1.25 La gente tiende a creer en mentiras que respaldan sus propias creencias egocéntricas. Hoy más que nunca debemos tener cuidado con los datos a los que permitimos moldear nuestras convicciones. A través de la televisión, la música, las películas y el resto de los medios masivos de comunicación que nos presentan estilos de vida pecaminosos y valores malsanos, constantemente nos bombardean con actitudes y creencias opuestas por completo a la Biblia. Tenga cuidado con lo que permite llegue a formar parte de sus opiniones. La Biblia es la única norma de verdad. Evalúe las demás opiniones a la luz de sus enseñanzas.1.26, 27 El plan divino en cuanto a las relaciones sexuales normales es el ideal de Dios para su creación. Es lamentable, pero el pecado distorsiona el uso natural de los dones de Dios. A menudo, el pecado no solo implica negar a Dios, sino también negar la forma en que nos hizo. Cuando una persona dice que cualquier acto sexual es aceptable siempre que no hiera a nadie, se está engañando. A la larga (y por lo general en breve) el pecado hiere a la gente: individuos, familias, sociedad. ¡Qué lamentable que la gente adore las cosas que Dios ha hecho en lugar de rendir culto al Creador, al grado que muchas veces distorsione y destruya las cosas que realmente valen! Sin embargo, es imposible comprender el plan natural de Dios sin llegar a conocer al Creador mismo.1.26, 27 La homosexualidad (cambio o abandono de las relaciones sexuales naturales) se había propagado en los días de Pablo como en los nuestros. Muchas prácticas paganas lo alentaban. La voluntad de Dios es recibir a todo el que acuda a El en fe y los cristianos deben amar a los demás sin importar su procedencia. Sin embargo, la homosexualidad está estrictamente prohibida en las Escrituras (Lev 18:22). En el mundo de hoy, muchos consideran aceptable esta práctica, incluso algunas iglesias. Pero la sociedad no es la que establece el patrón para las leyes de Dios. Muchos homosexuales creen que sus deseos son normales y que tienen el derecho de expresarlos. Pero Dios no nos obliga ni anima a satisfacer todos nuestros deseos (aun los que son normales). Los deseos que violan sus leyes son indebidos y deben controlarse. Si usted tiene estos deseos, puede y debe resistirlos. Conscientemente evite lugares o actividades que sabe inflamará tentaciones de esta naturaleza. No menosprecie el poder de Satanás para tentarlo ni el potencial para causarle un daño serio si cede a esas tentaciones. Recuerde, Dios puede y perdonará pecados sexuales así como perdona otros pecados. Ríndase a la gracia y a la misericordia de Dios pidiéndole que le muestre el camino para salir del pecado e ir a la luz de su libertad y amor. La oración, el estudio de la Biblia y el firme compañerismo de los cristianos en una iglesia centrada en la Biblia pueden ayudarle a cobrar energías para resistir estas tentaciones poderosas. Si usted es una persona que anda en este pecado, tendrá que buscar la ayuda de un pastor que sea confiable, profesional y buen consejero.1.32 ¿Cómo sabía esta gente que el castigo que Dios impone a estos delitos es la muerte? Los seres humanos, creados a la imagen de Dios, tienen conciencia y naturaleza moral básica. Esta verdad se acepta más allá de los círculos religiosos. Los sicólogos, por ejemplo, dicen que la persona sin conciencia sufre un serio desorden de la personalidad que es muy difícil de tratar. Por instinto, muchas personas se dan cuenta cuando hacen algo incorrecto, pero pudiera no importarles. Algunas personas, incluso, se arriesgan a una muerte temprana por saciar sus deseos ahora. «Sé que es malo, pero lo quiero», dicen; o «Sé que es peligroso, pero correré el riesgo». Para este tipo de personas, parte de su distracción es ir contra la voluntad de Dios, las normas morales de la comunidad, el sentido común y su concepto de lo que es bueno o malo. Pero en lo profundo de su ser saben que la paga del pecado es la muerte (6.23).¿QUE ES FE?Fe es una palabra con muchos significados. Puede significar fidelidad (Mat 24:45), confianza absoluta, como lo demostraron algunas personas que fueron a Jesús buscando sanidad (Luk 7:2-10). Puede significar una esperanza confiada (Heb 11:1). O, como Santiago menciona, creencia muerta que no se muestra en buenas obras (Jam 2:14-26). ¿Qué quiso decir Pablo cuando, en Romanos, habla de la fe salvadora?Debemos ser muy cuidadosos para comprender cómo Pablo usa la palabra fe debido a que la relaciona con la salvación. No es algo que debemos hacer a fin de ganar la salvación; si fuera así, la fe sería solo una obra más y Pablo establece con claridad que las obras humanas nunca podrán salvarnos (Gal 2:16). En cambio, la fe es un don que Dios nos da porque es nuestro Salvador (Eph 2:8). La gracia de Dios es lo que nos salva, no nuestra fe. En su misericordia, sin embargo, cuando El nos salva nos da fe, una relación con su Hijo que nos ayuda a ser como El. Mediante la fe que nos da, pasamos de muerte a vida (Joh 5:24).Aun en el período del Antiguo Testamento, la gracia, no las obras, fue la base de la salvación. Como Hebreos señala: «Porque la sangre de toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados» (Joh 10:4). Dios procuraba que su pueblo, más allá de los sacrificios de animales, lo viera a El, pero a menudo ponían su confianza en el cumplimiento de las demandas de la Ley: llevar a cabo los sacrificios ordenados. Cuando Jesús triunfó sobre la muerte, canceló los cargos que existían en nuestra contra y abrió el camino al Padre (Col 2:12-15). Debido a su misericordia nos brinda fe. ¡Qué trágico que convirtamos la fe en obras y tratemos de efectuarlas dependiendo de nosotros mismos! No podemos acercarnos a Dios mediante nuestra fe, nunca más como en el Antiguo Testamento la gente se acercaba a Dios a través de sus sacrificios. En lugar de eso debemos aceptar su ofrecimiento con acción de gracias y permitirle plantar la semilla de fe en nosotros.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 0 Gál 1:10

b 1 Hch 9:15; Gál 1:15

c 2 1Co 15:9

d 3 Gál 3:8

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

siervo. Moisés (Jos 1:2), Josué (Jos 24:29), David (Sal 78:70), Isaías (20:3), y los profetas (Dn 9:6; Am 3:7) también son llamados siervos de Dios. Este término enfatiza la completa sumisión de Pablo a Cristo y la total autoridad de Cristo sobre él.

apóstol. Uno que ha sido comisionado para llevar a cabo las instrucciones del que lo envió. En el N.T. este término se refiere usualmente a los doce discípulos que el Señor llamó, dándoles una autoridad especial para representarle y enseñar en su nombre ( Mt 10:1– 8; 18:18; Mr 3:14; Lc 6:13; 9:1; Jn 20:23). Pablo también fue escogido y enviado como representante especial de Cristo (v. Hch 26:16– 18; 1 Co 15:8, 9). El apostolado de Pablo le fue otorgado por iniciativa divina (vers. 4– 5; Gá 1:15), enfatizando en este vers. que él fue llamado y apartado por Dios. La palabra apóstol también describe la autoridad de Pablo en la iglesia (2 Co 11:28) como uno a quien Cristo Jesús había comisionado y enviado a predicar el evangelio. Pablo enfatiza su apostolado, no por orgullo personal, sino con humildad, puesto que Dios fue el que lo llamó y escogió para esta importante tarea. En sus cartas, Pablo reafirma con frecuencia su apostolado ante los que se oponían a su autoridad y mensaje (v. 1 Co 9:1, 2; 2 Co 12:12; Gá 1:1).

evangelio. Literalmente significa buenas nuevas o buenas noticias . Pablo usa esta palabra más de 60 veces en sus cartas, refiriéndose siempre al mensaje acerca de la muerte y resurrección de Jesucristo (cp. vers. 4; 1 Co 15:3– 4). En el evangelio se anuncian las buenas nuevas de que el pecador (Ro 3:23; 6:23), al aceptar por fe el sacrificio expiatorio de Cristo, es justificado por Dios y hecho hijo de El (Ro 8:15). El evangelio se ofrece gratuitamente al pecador, por gracia, por medio de la fe (Ef 2:8, 9). El evangelio de Pablo está basado en la autoridad y veracidad de las Escrituras (vers. 2) y en la deidad de Cristo (Ro 10:9).

Fuente: La Biblia de las Américas

Con este saludo, el más extenso de sus epístolas, el apóstol Pablo se da a conocer a los creyentes en Roma, enfatizando: 1) su autoridad como siervo y apóstol de Cristo Jesús (vers. 1); 2) su mensaje acerca del Hijo de Dios, que se hizo humano, murió, y resucitó (vers. 3, 4); 3) su misión a todos los gentiles (vers. 5); y 4) el llamado y posición en Jesucristo de sus lectores (vers. 6, 7).

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) Anteriormente Saulo, quien perseguía a los creyentes y asolaba a la iglesia ( Hch_7:58 -8:1a; 8:3; 9:1). Después de ser salvo, cuando salió a predicar el evangelio, su nombre fue cambiado a Pablo ( Hch_13:9).

1 (2) Un esclavo, conforme a la costumbre y a la ley antiguas, era una persona que había sido comprada por su amo y sobre quien éste tenía derechos absolutos, hasta el punto de poder quitarle la vida. Pablo era, pues, esclavo de Cristo. Varias formas verbales de esta palabra se usan en este libro. Una de éstas se traduce servir como esclavo en 6:6 y servir en 7:6,25; 9:12; 12:11; 14:18; 16:18 Otra, traducida hechos esclavos, se encuentra en 6:18,22. El sustantivo esclavitud, derivado de la misma raíz que esclavo, se usa en 8:15,21. La manera en que Pablo usa este término indica que él no era un apóstol designado por sí mismo ni era uno que hubiera sido contratado por el Señor. El había sido comprado para servir a Dios y ministrar a Su pueblo, no en la vida natural sino en la vida regenerada (véase Éxo_12:44 Éxo_21:6 la nota 26 (1) de Mt 20; la nota 14 (3) de Mt 25; la nota 17 (1) de Gá 6).

1 (3) Cristo, lo mismo que Mesías en hebreo, significa el Ungido ( Jua_1:41 Dan_9:26). Este libro explica cómo el Cristo individual que se revela en los cuatro evangelios pudo llegar a ser el Cristo corporativo revelado en el libro de Hechos, compuesto colectivamente de El mismo junto con todos los creyentes. Mediante los hechos de las Escrituras y la experiencia en el Espíritu Santo, Pablo nos muestra que la economía neotestamentaria de Dios es hacer de los pecadores hijos de Dios y miembros de Cristo para que formen el Cuerpo de Cristo a fin de expresarle. Este libro ofrece una definición completa de esto, es decir, de la meta de Dios, presentando un esbozo general y también los detalles de la vida cristiana y de la vida de la iglesia. Este libro se puede dividir en ocho secciones: introducción, condenación, justificación, santificación, glorificación, selección, transformación y conclusión. En estas ocho secciones pueden verse tres estructuras principales: la salvación (1:1-5:11; 9:1-11:36), la vida (5:12-8:39) y la edificación (12:1-16:27).

1 (4) Jesús, lo mismo que Josué en hebreo, significa la salvación de Jehová, o Jehová el Salvador ( Mat_1:21 Núm_13:16 Heb_4:8).

1 (5) Es decir, un enviado (véase la nota l (3) , párr. 2, de 1co 9).

1 (6) Ser llamado incluye la noción de ser designado (cfr. 1Co_12:28).

1 (7) Ser apartado incluye ser escogido ( Hch_9:15), ser designado ( 1Ti_2:7) y ser enviado ( Hch_13:2-4).

1 (8) Esto incluye la proclamación ( 1Ti_2:7 2Ti_1:11) y la defensa y confirmación ( Flp_1:7) del evangelio.

1 (9) Lit., nuevas de gran gozo, buenas nuevas (vs.9,16; 2:16; 10:16; 11:28; 15:16, 19; 16:25). El evangelio de Dios, el cual es el tema de este libro, trata de que Cristo, después de Su resurrección, viva como el Espíritu en los creyentes. Esto es más elevado y más subjetivo que lo presentado en los evangelios, que solamente tratan de Cristo en la carne tal como vivió entre Sus discípulos después de Su encarnación pero antes de Su muerte y resurrección. En contraste, este libro revela que Cristo resucitó y llegó a ser el Espíritu vivificante (8:9-10). El ya no es meramente el Cristo que está fuera de los creyentes, sino que ahora es el Cristo dentro de ellos. Así que, el evangelio que se encuentra en este libro es el evangelio de Aquel que ahora mora en Sus creyentes como su Salvador subjetivo.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

INTRODUCCIÓN A LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS ROMANOS

AUTOR: Pablo

FECHA: 58

La iglesia en Roma Aunque parece ser que tanto Pablo como Pedro fueron martirizados en Roma, es improbable que cualquiera de los dos fuese el fundador de la iglesia en aquella ciudad. Es posible que algunos de los que fueron convertidos el día de Pentecostés (Hch 2:10) regresasen a la ciudad imperial con el evangelio; o podría ser que convertidos de Pablo o de otros apóstoles fundasen allí la iglesia. La membresía era predominantemente gentil (Rom 1:13; Rom 11:13; Rom 15:15-16).

Ocasión de la epístola Pablo estaba ansioso de ministrar en esta iglesia que era ya ampliamente conocida (Rom 1:8), así que escribió la carta a fin de preparar el viaje para su visita (Rom 15:14-17). Fue escrita desde Corinto, donde Pablo estaba completando la recolección de la ofrenda para los pobres de Palestina. De allí marchó a Jerusalén para entregar el dinero, intentando continuar el viaje hasta Roma y España (Rom 15:24). Estos planes fueron cambiados, por supuesto, por su arresto en Jerusalén, aunque Pablo llegó más tarde a Roma como preso. Fue Febe, quien pertenecía a la iglesia de Cencrea cerca de Corinto (Rom 16:1), la que probablemente llevó la carta a Roma.

La cuestión sobre el capítulo Rom 16:1-27 La mención por sus nombres de 26 personas en una iglesia que Pablo no había jamás visitado (y particularmente Priscila y Aquila, que estaban asociados muy recientemente con Éfeso, Hch 18:18-19), ha hecho que muchos eruditos consideren el capitulo Rom 16:1-27 como parte de una carta enviada a Éfeso. Sin embargo, sería natural para Pablo el hacer mención a una iglesia en la que no era conocido personalmente, su relación con amigos comunes a él y a dicha iglesia. La única otra larga serie de saludos de Pablo se halla en Colosenses, una carta enviada también a una iglesia que él no había visitado.

Contenido Más formal que las otras cartas de Pablo, Romanos expone de modo sistemático la doctrina de la justificación por la fe (y sus ramificaciones). El tema de la epístola es la justicia de Dios (Rom 1:16-17). Se discuten en ella cierto número de doctrinas cristianas básicas: revelación natural (Rom 1:19-20), universalidad del pecado (Rom 3:9-20), justificación (Rom 3:24), propiciación (Rom 3:25), fe (cap. Rom 4:1-25), pecado original (Rom 5:12), unión con Cristo (cap. Rom 6:1-23), elección y rechazo de Israel (caps. Rom 9:1-33 al Rom 11:1-36), dones espirituales (Rom 12:3-8), y respeto a las autoridades (Rom 13:1-7).

BOSQUEJO DE ROMANOS

I) Saludo y presentación del tema, Rom 1:1-17

A) Saludo, Rom 1:1-7

B) Interés de Pablo, Rom 1:8-15

C) Tema, Rom 1:16-17

II) La justicia que se necesita; condenación, pecado, Rom 1:18Rom 3:20

A) La condenación del gentil, Rom 1:18-32

1. La causa de la condenación: la ignorancia voluntaria, Rom 1:18-23

2. Las consecuencias de la condenación: abandono por parte de Dios, Rom 1:24-32

B) La condenación del moralista, Rom 2:1-16

C) La condenación del judío, Rom 2:17Rom 3:8

1. No ha guardado la ley de Dios, Rom 2:17-29

2. No ha creído las promesas de Dios, Rom 3:1-8

D) La condenación de todos los hombres, Rom 3:9-20

III) La justicia imputada; justificación, salvación, Rom 3:21Rom 5:21

A) La descripción de la justicia, Rom 3:21-31

B) La ilustración de la justicia, Rom 4:1-25

1. La fe de Abraham fue aparte de obras, Rom 4:1-8

2. La fe de Abraham fue aparte de la circuncisión, Rom 4:9-12

3. La fe de Abraham fue aparte dé la ley, Rom 4:13-15

4. La fe de Abraham fue en Dios, Rom 4:16-25

C) Los beneficios de la justicia, Rom 5:1-11

D) La aplicabilidad de la justicia, Rom 5:12-21

IV) La justicia impartida; santificación, separación, Rom 6:1Rom 8:39

A) Los principios de la santificación; la cuestión de la licencia, Rom 6:1-23

1. ¿Continuaremos en el pecado?, Rom 6:1-14

2. ¿Continuaremos pecando?, Rom 6:15-23

B) La práctica de la santificación; la cuestión de la ley, Rom 7:1-25

1. ¿Está el creyente bajo la ley?, Rom 7:1-6

2. ¿Es mala la ley?, Rom 7:7-12

3. ¿Es la ley causa de la muerte?, Rom 7:13-14

4. ¿Cómo puedo resolver el conflicto que hay en mi interior?, Rom 7:15-25

C) El poder de la santificación; la cuestión del vivir, Rom 8:1-39

1. Una vida emancipada, Rom 8:1-11

2. Una vida exaltada, Rom 8:12-17

3. Una vida expectante, Rom 8:18-30

4. Una vida exultante, Rom 8:31-39

V) La justicia vindicada; dispensación, soberanía, Rom 9:1Rom 11:36

A) El pasado de Israel: elección, Rom 9:1-29

1. La pena de Pablo, Rom 9:1-5

2. La soberanía de Dios, Rom 9:6-29

B) El presente de Israel: rechazo, Rom 9:30Rom 10:21

C) El futuro de Israel: salvación, Rom 11:1-36

1. La extensión del rechazo de Israel (parcial), Rom 11:1-10

2. El propósito del rechazo de Israel, Rom 11:11-24

3. La duración del rechazo de Israel (temporal), Rom 11:25-32

4. Discurso sobre la sabiduría de Dios, Rom 11:33-36

VI) La justicia practicada; aplicación, servicio, Rom 12:1Rom 15:13

A) Con relación a nosotros mismos, Rom 12:1-2

B) Con relación a la iglesia, Rom 12:3-8

C) Con relación a la sociedad, Rom 12:9-21

D) Con relación a las autoridades, Rom 13:1-14

E) Con relación a otros creyentes, Rom 14:1Rom 15:13

1. No juzgar unos a otros, Rom 14:1-12

2. No impedir unos a otros, Rom 14:13-23

3. Imitar a Cristo, Rom 15:1-13

VII) Mensajes personales y bendición, Rom 15:14Rom 16:27

A) Planes de Pablo, Rom 15:14-33

B) Saludos personales de Pablo, Rom 16:1-16

C) Admonición final de Pablo y bendición, Rom 16:17-27

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

siervo. Lit., esclavo, de una palabra que significa «atar». El creyente que voluntariamente toma la posición de esclavo de Cristo, no tiene derechos propios ni voluntad propia. Hace siempre y sólo la voluntad de su Dueño. Por Su parte, el Señor se compromete a cuidar de Su siervo (cp. Deu 15:12-18).

el evangelio es las buenas nuevas de que la muerte de Cristo proveyó el pago completo de la pena del pecado, y de que todo el que confía en ese Cristo vivo, es perdonado y tiene vida eterna.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

14 (I) Introducción (1,1-15). La fórmula inicial, el saludo de Pablo a los romanos, es la praescriptio más solemne de sus cartas (→ Car­tas del NT, 45:8). Sólo él remite la carta. Debi­do a que escribe a una Iglesia que todavía no lo conoce, desea presentarse a sí mismo y tam­bién su predicación. La primera frase de la fórmula inicial (1,1-7a) se extiende hasta in­cluir una triple descripción de sí mismo, se ha­ce eco del kerigma primitivo y de motivos que se han de tratar en la carta (el evangelio, el re­curso al AT, el favor divino, la elección, la fe, Cristo resucitado).

15 (A) Dirección y saludo (1,1-7). 1. siervo de Cristo Jesús: Primera descripción de Pablo. Doulos lo designa, no sólo de manera genérica como cristiano, «siervo de Cristo» (1 Cor 7,22), sino más específicamente como pre­dicador del evangelio al servicio de la comuni­dad cristiana (cf. Gál 1,10; Flp 1,1; 2,22). Su uso de doulos refleja, no sólo la costumbre veterotestamentaria de que ciertas personas se llamaran a sí mismas «siervos» de Yahvé (Sal 27,9; 31,17; 89,51), sino también el uso de ese término para describir a grandes figuras que sirvieron a Yahvé en la historia de la salvación (Moisés, 2 Re 18,12; Josué, Jue 2,8; Abrahán, Sal 105,42). Pablo, en cuanto «siervo de Cris­to», prolonga esa misma corriente, llamado a ser apóstol: La segunda descripción subraya el origen divino de su misión. El acontecimiento de Damasco se puede considerar como su lla­mada al apostolado (véase B. Rigaux, The Let­ters of St. Paul [Chicago 1968] 40-67). En Gál 1,15,Pablo considera su «llamada» continua­ción de la vocación divina de figuras del AT (Jeremías, el Siervo de Yahvé). Sobre «após­tol», véase el comentario a Gál 1,1. puesto aparte para el evangelio de Dios:Tercera des­cripción de sí mismo: Gál 1,15 explica que fue destinado para desempeñar este papel desde antes de su nacimiento. El ptc. «puesto apar­te» puede estar jugando con el ar. peris, «sepa­rado», la palabra que subyace tras «fariseo».

Pablo tal vez esté dando a entender que su pa­sado farisaico fue una experiencia dispuesta por Dios para su apostolado. Al menos signifi­ca que, antes incluso de su nacimiento, estaba marcado por Dios para desempeñar este papel en la historia de la salvación. Es «el evangelio de Dios» porque su fuente primordial es el Pa­dre (15,16; 2 Cor 11,7). 2. que prometió ante­riormente: Desde el comienzo de Rom, Pablo subraya que este «evangelio» de salvación for­ma parte de un plan divino y antiguo, en el cual incluso el AT tenía un papel. No es marcionita; ve que la dispensación nueva dimana de la misma fuente que la antigua, por medio de sus profetas: No sólo los tres profetas ma­yores y los doce menores del AT, sino todas las personas del AT que, según la Iglesia primiti­va, hicieron afirmaciones aplicables a Cristo. 3.acerca de su Hijo: El evangelio de Dios y las promesas hechas por él en el AT hacen refe­rencia a Jesús, que se halla en una relación única con Dios en cuanto es «su Hijo» (cf. 8,3.32; Gál 4,4). Pablo no se refiere a la es­tructura ontológica de Cristo, sino que preten­de afirmar dos cosas sobre Cristo resucitado: goza de una relación filial con Dios y se insi­núa su preexistencia. En este punto empieza también el fragmento del kerigma primitivo introducido por Pablo, descendiente de David según la carne: La primera afirmación declara que Jesús era de estirpe davídica en el orden del linaje natural, físico (cf. Rom 4,1; 9,5); era un vástago con derecho a la unción sagrada de un heredero davídico. La expresión kata sarka, «según la carne», contrasta con kata pneuma hagiósynés, «según un Espíritu de santidad», base de la segunda afirmación de Pablo; desde este punto de vista, Cristo resucitado posee prendas todavía mayores.

16 4. constituido Hijo de Dios con poder: Tres problemas complican la comprensión de esta frase: (1) ¿Qué significa el ptc. aor. horisthentos? (2) ¿Qué modifica en dynamei? (3) ¿Cuál es el sentido de «Hijo de Dios»? (1) Cier­tamente se debe rechazar como significado de horisthentos «predestinado» (Vg, Agustín, Pelagio), puesto que horizein, «limitar, definir», no es lo mismo que proorizein, «predetermi­nar». Crisóstomo y otros autores gr. entendían el ptc. en el sentido de «manifestado, expues­to». Este significado, aunque pasable, con dema­siada frecuencia se entendía en función de la posterior discusión sobre las naturalezas de Cristo. Los comentaristas modernos, por lo ge­neral, prefieren el significado de «nombrado, establecido, constituido» (véanse Hch 10,42; 17,31). (2) La locución en dynamei se ha to­mado como un modificador adv. del ptc., «de­clarado decisivamente» (Goodspeed, SandayHeadlam) o «con un acto poderoso» (NEB); pero la posición de la locución está en contra de tal interpretación. El contraste de Pablo exi­ge que, aun cuando Jesús era Hijo descendien­te de David en el plano natural, fuera consti­tuido «Hijo de Dios con poder» en el plano del Espíritu (el de la resurrección). (3) Al decir «Hijo de Dios con poder», Pablo no está pen­sando en la relación intratrinitaria del Padre y el Hijo (de la teología posterior), sino en la re­lación única de Cristo con Dios en el proceso salvífico. Para Pablo, la resurrección era un elemento determinante de dicho proceso, aun­que no hizo a Cristo Hijo de Dios (cf. 2 Cor 4,4; 8,9; Flp 2,6).

Antes, Jesús fue el Hijo nacido de la estirpe de David; ahora es el «Hijo de Dios con poder» (sobre la omisión del artículo de­lante de en dynamei, véase BDF 272). Lo mismo que la Iglesia antigua consideraba la resurrec­ción como el acontecimiento de la existencia de Jesús en el cual éste llegó a ser «Señor» y «Mesías» (Hch 2,36), y le aplicaba a propósito de ella Sal 2,7 («Tú eres mí hijo, yo te he en­gendrado hoy»), para Pablo Cristo fue dotado de poder de vivificación en la resurrección (Flp 3,10)y llegó a ser un «Espíritu que da vida» (1 Cor 15,45; Teología paulina, 82:60-64). según un Espíritu de santidad: Esta expresión no se encuentra fuera de los escritos de Pablo y for­ma parte de la fórmula primitiva que se está usando. Podría significar «el Espíritu santo», como traducción literal de rüah haqqódes (Is 63,11), expresión usada a veces en la LQ (1QS 4,21; 9,3), lo cual revela su utilización palestinense. Algunos comentaristas patrísticos y modernos la refirieron a la actividad del Espí­ritu Santo desencadenada, por decirlo así, por Cristo resucitado. Pero el evidente paralelismo de la expresión con kata sarka hace pensar que Pablo lo considera algo perteneciente a Cristo mismo. No es simplemente su naturaleza divi­na (R. Cornely, J. Bonsirven), sino más bien la fuente trascendente y dinámica de santidad de su estado glorificado, en virtud de la cual vivi­fica a los seres humanos (cf. 1 Cor 15,45). a partir de su resurrección de entre los muertos: la prep. ex expresa tiempo o causa. Entendida temporalmente, expresaría la nueva modali­
dad de existencia dinámica de Cristo desde su resurrección; entendida causalmente, designa­ría la resurrección misma como una influencia en la actividad salvífica de Cristo (véanse M.E. Boismard, RB 60 [1953] 5-17; D. M. Stanley, Christ’s Resurrection in Pauline Soteriology [AnBib 13, Roma 1961] 165; J. A. Fitzmyer, TAG 202-17). 5. la gracia del apostolado: Lit., «gra­cia y apostolado». La llamada de Pablo a ser el apóstol de los gentiles le llegó a través de Cris­to resucitado (Gál 1,12.16).para obtenerla obe­diencia de la fe: El gen. es de aposición. Pablo concibe la fe como algo que empieza con akoé, «escucha» (10,17), y termina con una obedien­cia o sometimiento personal (hypakoé; – Teo­logía paulina, 82:109). 7. en Roma: La capital del mundo grecorromano en tiempos de Pablo (→11 supra). pueblo santo: Lit., «llamados san­tos» o, posiblemente, «llamados (a ser) santos». La expresión pl. de Pablo se hace eco del sg. kléte hagia de los LXX (= hebr. miqra qódes), «asamblea santa», aplicada a los israelitas en el éxodo (Éx 12,16). Los designaba como pue­blo puesto aparte, consagrado a Yahvé (Lv 11,44; 19,2). Pablo halaga a los cristianos de Roma adaptando la expresión del AT e insi­nuando el nuevo sentido en el cual son ahora «llamados santos».
17 (B) Acción de gracias (1,8). Pablo utiliza una fórmula epistolar (cf. 1 Tes 1,8) se­mejante a la que se encuentra en cartas gr. de esa época (-> Cartas del NT, 45:8B). Su oración por los romanos se dirige a Dios por medio de Cristo (cf. Rom 7,24; 11,36; 1 Cor 15,57).
18 (C) Proemio: el deseo de Pablo de ir a Roma (1,9-15). La próxima visita de Pablo a la Iglesia romana será una fuente de prove­cho mutuo, pero también una oportunidad para predicar allí el evangelio. 9. a quien sirvo: Pablo compara su trabajo al servicio del evan­gelio con un acto sacerdotal de culto ofrecido a Dios; cf. 15,16. en mi espíritu: A esta expre­sión se le dan diversas interpretaciones, pero su significado más probable es que Pablo po­ne todo su ser en la evangelización. 10. con la voluntad de Dios: Aunque Pablo se daba cuen­ta de que su próximo viaje a Jerusalén no es­taba exento de riesgos (15,31-32), Dios mismo ha dispuesto que acabe viajando a Roma. 13. quiero que sepáis: Lit., «no quiero que igno­réis», frase predilecta de Pablo para dar realce a una afirmación (11,25; 1 Tes 4,13; 1 Cor 10,1; 12,1; 2 Cor 1,8). hasta el presente me he visto impedido: ¿Por qué? En 15,18-22 menciona su apostolado en oriente y su respeto por una co­munidad no fundada por él. Puesto que la pa­siva se utiliza a menudo como una circunlo­cución para referirse a Dios (la «pasiva teológica», ZBG § 236), Pablo tal vez esté dan­do a entender que la demora responde a un designio divino. 14. a griegos y a bárbaros: Como apóstol de los gentiles, debe llevar el evan­gelio a todos los no judíos. Designa el mundo no griego con una palabra gr. onomatopéyica, bar-bar-oi, dividiendo a los gentiles en dos gru­pos: los que hablaban griego (entre ellos mu­chos romanos de aquella época) y los que 110. 15.en Roma: →11supra.

19 (II) Primera parte: sección doctri­nal el evangelio de Dios de Jesucristo nuestro Señor (1,16-11,36). La introducción ya ha mencionado el evangelio de Dios y el pa­pel de Pablo en su proclamación.
Esta sección expone la única posibilidad histórica de salva­ción para todos los seres humanos, posibili­dad que Dios da a conocer en este evangelio. La mejor división de esta sección consta de tres partes principales: (A) 1,16-4,25; (B) 5,1-8,39; (C) 9,1-11,36.
20 (A) Mediante el evangelio se revela que la rectitud de Dios hace justa a la per­sona de fe (1,16-4,25). El orgullo de Pablo por su papel de proclamador de este evangelio introduce el tema de la primera parte.
(a) El tema anunciado: el evangelio es la PODEROSA FUENTE DE SALVACIÓN PARA TODOS QUE 1 REVELA LA RECTITUD DE DlOS (1,16-17). Dado lo que es el evangelio, Pablo no se avergüenza de predicarlo ni siquiera en la capital del mundo civilizado -grandioso ejemplo de mesura y co­medimiento (cf. 1 Cor 2,3-6)-. 16. el evangelio: Véase el comentario a 1,3;-> Teología paulina, 82:31-36. fuerza de Dios: Esta descripción ini­cial del evangelio subraya que no es simple­mente un mensaje, una filosofía o un sistema de pensamiento que se haya de aprender; es el «relato de la cruz» (1 Cor 1,18). «Fuerza de Dios» es una abstracción que expresa la ener­gía (dynamis) con que Dios afecta al curso de la historia humana (cf. 1 Cor 2,4; 4,20). para la salvación de todo el que tiene fe: La fuerza divi­na que es el evangelio tiene como objetivo la «salvación» del creyente. Resulta significativo que, en esta formulación de la tesis de Rom, Pablo exprese la finalidad del evangelio en tér­minos de «salvación», y no de «justificación». Sótéria significa «liberación», «rescate» de un mal (de cualquier clase; → Teología paulina, 82:71). En el NT, normalmente connota libera­ción de los peligros que acechan al destino cristiano y (positivamente) propiciación de las circunstancias que aseguran su consecución. En otros lugares de Rom (5,9-10; 8,24; 10,9.13; 11,11.26; 13,11) hace referencia a una realidad futura, escatológica, conceptualmente distinta de la justificación o la reconciliación, para el judío primero y (después) para el griego: «Pri­mero» falta en algunos mss. (B, G). Se ha de mantener, sin embargo, puesto que concuerda con la convicción de Pablo acerca del privile­gio de Israel (2,9-10; 3,9). A él le fue prometi­do el mesías (9,5), y judíos fueron los primeros que se convirtieron a dicho mesías con fe. Ple­namente consciente de este privilegio históri­co, Pablo afirma, no obstante, la posibilidad que ahora se concede a todos los seres huma­nos de tener parte, por la fe, en esa salvación (10,12; 1 Cor 1,24; 12,13).

21 17. se revela la rectitud de Dios: El evangelio manifiesta ahora, como nunca an­tes, la actitud básica de Dios hacia los seres humanos, su fuerza y actividad en favor de és­tos al absolverlos por medio de Cristo, pues fuera de este evangelio sólo se revela la ira di­vina desde el cielo (1,18-3,20). El contraste en­tre «rectitud» (1,17) e «ira» (1,18) indica que Pablo está hablando de una cualidad o atribu­to de Dios. En el caso de 1,17 Pablo habla de dikaiosyné theou, «la rectitud de Dios». A me­nudo se traduce «la honradez de Dios», lo cual suena a veces a honradez farisaica. La Vg tra­dujo esta expresión gr. como iustitia Dei, que a menudo aparece en versiones católicas anti­guas (o en traducciones a lengua vernácula) como «la justicia de Dios». Esta trad., sin em­bargo, se malinterpretó con frecuencia en el sentido de «justicia vindicativa o punitiva» de Dios; así la entendió el fraile Lutero en otro tiempo (véanse ObrsL 34.336-337). Debido a tales problemas, sigo la trad. de E. J. Goodspeed, «la rectitud de Dios» (Rom 3,5; The Complete Bible: An American Translation [Chi­cago 1960] NT, 143). Denota la cualidad divina por la cual Dios absuelve a su pueblo, mani­festándole su fuerza benevolente en un juicio justo. El significado de esta expresión como atributo de Dios se encuentra más adelante en 3,5.21.22.25.26, y probablemente en 10,3 (-> Teología paulina, 82:39), aun cuando no siem­pre significa eso en las cartas de Pablo (cf. 2 Cor 5,21 y Flp 3,9, donde denota claramente un don de Dios). En este caso, Pablo quiere de­cir que el evangelio es el medio por el cual se revela este aspecto de Dios, de fe en fe: Esta trad. literal pone de manifiesto el problema de una expresión tremendamente debatida. Cier­tamente insuficiente es la interpretación de Tertuliano y Orígenes, «de la fe en la ley a la fe en el evangelio», puesto que el uso de las dos preps., ek y eis, con la misma palabra habi­tualmente supone el mismo significado en la palabra regida por ambas (cf. 2 Cor 2,16; 3,18). Dos son las interpretaciones habituales: (1)«desde una fe inicial a una fe más perfec­ta» (Lagrange, Huby). Ésta aprovecha la no­ción de progreso asociada a menudo con este tipo de expresión prep. (Sal 84,8); a medida que crece la fe, el ser humano tiene cada vez más parte en la economía divina de salvación.
(2) «Por la fe y para la fe». Esta interpretación presupone el desarrollo de 3,21-22, donde se encuentra un razonamiento parecido: «por (ek) la fe» expresaría el medio por el cual un ser humano participa de la salvación; «para (eis) la fe», la finalidad del plan divino. En am­bos casos, la salvación no es algo que ataña ya a la ley, sino a la fe del principio al final, y la rectitud de Dios sólo se revela en la esfera de la fe (E. Kasemann, Romans 31). según está escrito: En la Escritura. Pablo inserta una cita del AT utilizando una fórmula introductoria judía frecuentemente usada (véase J. A. Fitzm­yer, ESBNT 8-10). el recto vivirá por la fe: Hab 2,4,no citado ni según el TM («El recto vivirá por su fidelidad»), ni según los LXX (mss. B, S: «El recto vivirá por mi lealtad»; mss. A, C: «Mi recto vivirá por la fe»). En el original, los invasores caldeos que se aproximan, cuyo dios es su poderío, se comparan con Judá, cuya liberación estriba en la fidelidad a Yahvé. A Habacuc se le ordena anotar el mensaje de Yahvé: quien está hinchado (de confianza) fra­casará, pero el recto vivirá por su fidelidad (a Yahvé). Pablo, sin embargo, omite el pron. prosesivo y adopta la trad. que los LXX hacen del hebr. emüná, «fidelidad»: el término gr. pistis. La «vida» prometida a Judá fue una li­beración temporal del invasor. Pablo extiende el sentido de «vida» y también de «fe» desde la perspectiva del destino cristiano. Véanse J. A. Emerton, JTS 28 (1977) 1-18; J. A. Fitzmyer, TAG 236-46; O. P. Robertson, Presbyterian 9 (1983)52.71. Algunos intérpretes (p.ej., Cran­field, Kuss) vinculan «por la fe» con «recto» (es decir, el justificado por la fe [NEB ]). Esto tal vez concuerde con el pensamiento de Pa­blo, pero fuerza el significado de la frase en Hab y no resulta tan satisfactorio; véase H. C.
C.Cavallin, ST 32 (1978) 33-43.

22 (b) El tema explicado negativamente: SIN EL EVANGELIO, LA IRA DE DlOS SE MANIFIESTA RESPECTO A TODOS LOS SERES HUMANOS (1,18-3,20). La tesis de 1,16-17 se explica primero con una consideración antitética: lo que les sucede a los seres humanos sin el evangelio. Pablo acusa tanto al paganismo como al ju­daismo de no permitir a la gente alcanzar la rectitud moral. Abandonado a sí mismo, el griego pagano no llegó a reconocer a Dios, y por consiguiente cayó en la depravación mo­ral. Sin el evangelio, el judío no consigue al­canzar la rectitud ante Dios, pese a la ventaja de poseer la ley mosaica. En ambos casos, el resultado es el alejamiento respecto a Dios; la ira divina se manifiesta respecto a ambos. Tal es la condición humana sin el evangelio de Je­sucristo.

23 (i) La ira de Dios contra los gentiles (1,18-32). O. Michel (Rómer 60) sostiene una tesis verosímil, la de que este párrafo es un ejemplo del tipo de sermón misionero que Pa­blo pronunciaba ante paganos. En él se hace eco de un juicio sobre el mundo pagano que era habitual entre los judíos de su tiempo. Su lema es el v. 18; su juicio sumario, «merecen morir» (1,32).

18. la ira de Dios: La reacción de Dios ante v el pecado y la mala conducta humanos se expresa enérgicamente con el uso de una imagen antropomórfica del AT (Is 30,27-28; -> Teología j paulina, 82:38; Pensamiento del AT, 77:99-102). Era una manera protológica de describir la reacción constante del Dios vivo frente a la ruptura de la alianza por parte de Israel (Ez 5,13; Os 5,10) o frente a la opresión de su pue­blo a manos de las naciones (Is 10,5-11; Ez 36,5-6). Es un modo de decir que Dios «deja a la sociedad pagana cocerse en su propio jugo» (Robinson, Wrestling 18). Puesta en relación con el «día de Yahvé» (Sof 1,14-18), adquirió un matiz escatológico. Ahora bien, Pablo afir­ma que se revela «desde el cielo» contra los pa­ganos que carecen del evangelio. 19. lo que se puede conocer de Dios: En otros lugares del NT (y en los LXX), gnóstos significa «conocido», no «puede ser conocido», y Crisóstomo y la Vg preferían el significado «lo que es conocido de Dios». Pero esto crea una tautología con el pre­dicado «lo tienen claro». Así, muchos comen­taristas modernos siguen a Orígenes y a Tomás de Aquino, entre otros, al interpretarlo como «susceptible de ser conocido» (BAGD 164; Bultmann, TDNT 1.719; Cranfield, Romans 113).
Lo tienen claro: Lit., «está claro en ellos».
Pero «en ellos» no significa ni mucho menos «en sus mentes» (Lyonnet, Huby). Más bien, o (1) «en­tre ellos», puesto que Pablo insiste en el carác­ter externo de las manifestaciones (Michel, Cranfield), o mejor (2) «para ellos», puesto que en con dat. a veces es = simple dat. (Gál 1,16; 2 Cor 4,3; 8,1; BDF 220; ZBG § 120). Pablo expli­ca el «cognoscible» en el v. 20.
24 20. sus cualidades invisibles: Lit., «sus cosas ocultas»; al final del versículo se men­cionan esas cualidades en concreto, desde la creación del mundo: cf. Job 40,6-42,6; Sal 19,1-6; Is 40,12-31. En el NT, ktisis significa a me­nudo «lo que es creado», «criatura» (así la Vg, a creatura mundi). Puesto que en este caso tal acepción resultaría tautológica, muchos co­mentaristas prefieren el sentido temporal y ac­tivo de «creación» (como en Mt 24,21; 25,34; cf. Cranfield, Romans 114). perceptible a la in­teligencia: Lit., «se comprenden al ser intelec­tualmente percibidas». Una paradoja, pese a Kasemann, Romans 40. Al contemplar el mun­do creado y reflexionar sobre él, un ser huma­no percibe a través de su fachada multicolor los grandes «Ocultos» detrás de ella: la omni­potencia y el carácter divino de su Hacedor. Aunque esencialmente invisibles, esas cualida­des se reflejan en las «grandes obras» (poiemata) realizadas por él. No se plantea aquí la cuestión de un conocimiento mediante una primitiva revelación positiva, ni la de un cono­cimiento por la fe. de manera que no tienen ex­cusa: Pablo se hace eco de una idea judía ha­bitual, la de la culpabilidad de los paganos en no reconocer y reverenciar a Dios como debe­rían hacerlo; véanse Sab 13,1-9; AsMo 1,13 (AOT 607). La frase gr. podría expresar finali­dad o resultado. Sanday-Headlam, Barrett y Michel prefieren la idea de finalidad (condi­cional): Dios no pretendía que los paganos se vieran obligados a pecar; pero quería que, si lo hacían, fueran inexcusables. Muchos especia­listas (Comely, Lietzmann y Cranfield, entre otros), admitiendo que en el griego del NT el sentido consecutivo de la frase predomina so­bre el final (ZBG § 351-352; BDF 402.2), sos­tienen que el sentido de resultado se ajusta mejor al presente contexto. En ambos casos, la condición humana desde la creación va en contra de una actitud atea. 21. aunque cono­cían a Dios: Tras el principio general enuncia­do en 1,20, Pablo pasa al pecado específico de los paganos. En este punto parece admitir que en cierto sentido «conocían a Dios» -pese a lo que los judíos pensaban normalmente (Jr 10,25; Sal 79,6; Sab 14,12-22) y lo que Pablo mismo parece decir en 1 Cor 1,21, «el mundo con toda su sabiduría no llegó a conocer a Dios»-. Lo que se niega en estos pasajes es un conocimiento real y afectivo de Dios, que in­cluya el amor y la reverencia. En esta discu­sión cuasi-filosófica, la palabra gnontes con­nota una clase de información incipiente y conjetural acerca de Dios, información que a juicio de Pablo los paganos no podían dejar de tener. El carácter intrascendente de dicho co­nocimiento, que no se convirtió en verdadero reconocimiento religioso, es la raíz de su pe­cado. Pablo no está hablando simplemente de los filósofos paganos, y mucho menos de algu­na primitiva revelación positiva (p.ej., de la ley, 2 Esd 7,21-24) o nada más que de los pri­meros paganos (pese a A. Feuillet, LumVie 14 [1954] 71-75). Habla de todos los paganos, al menos hasta los de su época, no le glorificaron: La queja de Pablo se centra, no sólo en la ig­norancia pagana, sino también en que no ma­nifestaron reverencia ni gratitud, actitudes que debieron haber brotado del conocimiento que de Dios tenían; en lugar de eso, reveren­ciaron a las cosas creadas, se dieron a vanas es­peculaciones: Siguen tres consecuencias de su fracaso: la futilidad de un razonamiento autosuficiente, el oscurecimiento de la visión en otros asuntos religiosos y la idolatría. 23. cam­biaron la gloria del Dios inmortal por imágenes: Alusión a Sal 106,20, «Cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba», que alude al becerro de oro de Éx 32. Pablo aplica esa alusión a los paganos. Prefieren los ídolos a la doxa de Yahvé, la resplandeciente manifestación externa de su presencia (en hebr. kábód, Éx 24,17; 40,34-35). En este pun­to, Pablo se está haciendo eco de Dt 4,16-18. 25 (En la constitución dogmática del con­cilio Vaticano I De fide catholica, Rom 1,20 se cita para apoyar la tesis de que Dios puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana a partir de las cosas creadas [DS 3004]. Tal uso de ese texto no significa que Pablo esté diciendo exactamente eso mismo. El concilio se oponía al fideísmo y al tradicio­nalismo, y afirmó la posibilidad de tal conoci­miento de Dios, al margen de la fe y al margen de la revelación positiva.

La diferencia entre el texto de Pablo y el del Vaticano I estriba en que éste se ocupa de la capacidad (potencia ac­tiva) de la inteligencia humana para conocer a Dios y prescinde del uso que de facto se hace de ella, mientras que Pablo afirma el hecho de que Dios es percibido y conocido intelectual­mente a partir de las cosas creadas. Habla también de la «impiedad y la maldad» huma­nas [1,18] y de que los seres humanos no re­conocen a Dios debidamente [1,28]; el concilio prescindió de tales actitudes. La ulterior cues­tión teológica relativa a la capacidad humana de conocer a Dios sin asistencia divina alguna [p.ej., la gracia] está más allá de la perspectiva de Pablo. Véase Lyonnet, Quaestiones, Ia ser., 78-88).
26 24. los abandonó: Lit., «los entregó a». El triple uso retórico del vb. paradidonai (véan­se también los w. 26.28) introduce el castigo protológicamente atribuido a la ira de Dios. Pablo intenta establecer una relación intrínse­ca entre pecado y castigo; la impiedad conlle­va su propia sanción (véanse Sab 11,15-16; Ez 23,28-30). La idolatría, consecuencia de no honrar a Dios debidamente, es la fuente de la inmoralidad, pues es la «gran mentira» (Sab 14,22-31). 25. cambiaron la verdad de Dios: Eco de 1,18.22-23. Lo que es, es verdad; lo que no es, es falsedad (véase Jr 10,14). que es ben­dito por siempre. Amén: Pablo deja entrever su educación judía al pronunciar espontánea­mente una doxología tras la mención culmi­nante de Dios creador (véase 2 Cor 11,31). 26. han cambiado su función natural: El contraste entre «mujeres» y «hombres» (1,27) indica que la perversión sexual de la que habla Pablo es la homosexualidad. (Sólo una moderna «eiségesis» podría tergiversar las palabras de Pablo y referirlas a la anticoncepción femenina). La depravación de la perversión es la consecuen­cia merecida de la impiedad pagana; al haber cambiado al Dios verdadero por uno falso (1,25), los paganos cambiaron inevitablemen­te sus verdaderas funciones naturales por otras pervertidas (cf. Filón, De Abr. 135; De spec. leg. 2.50; 3.37). 28. lo que no conviene: La idolatría conduce, no sólo a la perversión se­xual, sino a toda clase de conducta inmoral. Pablo añade un catálogo de vicios (->º Teología paulina, 82:142), eco de la Didajé de la Iglesia primitiva. 32. decreto de Dios: En 2,14-15 Pa­blo demostrará que la conciencia pagana per­cibe a veces algunos de los mandatos prescri­tos en la ley mosaica. Haciéndose eco de 1,21 (gnontes, epignontes), formula su veredicto contra los paganos y explica por qué son «inexcusables», merecen morir: En un primer momento, parece que esta frase podría referir­se a la muerte física como castigo de los vicios enumerados, pero es difícil establecer que las conciencias paganas reconocieran tal cosa pa­ra todos ellos. Pablo probablemente está pen­sando en la muerte total (5,12.19), en la suer­te de todos los pecadores; equivale a la exclusión del reino de Dios (1 Cor 6,10; Gál 5,21). aprueban a quienes las practican: El pé­simo estado del pagano queda así patente, no sólo en el hecho de que no honra a Dios ni vi­ve rectamente, sino en el de que aprueba esa misma conducta en los demás. 27 En toda esta sección, Pablo no dice que cada uno de los paganos anteriores a la ve­nida de Cristo fuera un fracaso moral. Habla colectivamente y describe una situación de facto; no pretende decir que el paganismo fue­ra de iure incapaz de rectitud moral. Cuando los teólogos cristianos enseñan la necesidad de asistencia divina para la perseverancia en una vida buena y natural, van más allá de la perspectiva de Pablo y tienen en mente la con­dición caída del individuo. La base de su ense­ñanza, sin embargo, es paulina: la humanidad no puede prescindir del evangelio (véase 7,7-25).

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

esclavo… Gr. doúlos → §273; un apóstol… Gr. apóstolos. El artículo está implícito. Indica una pluralidad a diferenciación de ton Apóstolon = el ApóstolHeb 3:1.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

T211 θεοῦ es un genitivo de sujeto (ya que el complemento directo es περὶ τοῦ υἱοῦ αὐτοῦ, v. 3): procedente de Dios.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., un apóstol llamado

Fuente: La Biblia de las Américas

Gr. apóstolos = un apóstol. Lleva implícito el artículo indefinido. Indica pluralidad de apóstoles a diferencia de ton Apóstolon = el Apóstol g Heb 3:1.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[1] La verdadera fe debe llevar, o pronunciar Su Nombre a las naciones. Cualquier mensaje no sellado en el Nombre de YHWH no es el verdadero mensaje.

[2] La fe s a todas las naciones en las que la semilla de Jacobo se encuentra. La palabra ethnos no necesariamente significa paganos gentiles y no puede ser limitada como tal. Pablo fue un apóstol a las naciones, no a los paganos en las naciones.

[3] Correcta palabra Aramea.

[4] Nótese el contraste entre Griegos y extranjeros. Los Griegos de esos días eran conocidos como Israelitas, como dice en Primera de Macabeos 12.

[5] El Hebreo de Strong Arami H761, usando ambas versiones de de Griego y Arameo. En ambos casos, los Griegos eran conocidos como Israelitas, y los Arameos eran los antepasados de los patriarcas Israel como está registrado en la Torah. Las siete congregaciones en Asia Menor en Apocalipsis en el área de la Turquía moderna eran también conocidas áreas de migración de Efrayimitas del norte. Usando aquí tanto el Griego como el Arameo, el mensaje a las naciones Israelitas junto con Judah se hace aún más evidente.

[6] Fe para el Judío y el Griego/Arameo, por el doble pronunciamiento de las dos casas.

[7] Realmente es más exacto “el justo vivirá por Su fe”, o tener la fe de Yahshua, no solamente fe en Yahshua.

[8] La creación, o el testigo de la creación.

[9] La creación testifica de YHWH en la ausencia de mensajeros humanos, por lo que la humanidad no tiene excusa.

[10] Nóteles que ésto no puede estar hablando de paganos, ya que a los que se está dirigiendo una vez los conocieron como YHWH y Salvador, y se hicieron necios e entenebrecidos. Esto es de nuevo otra indicación que Pablo sabía exactamente quienes estas personas eran antes.

[11] En un tiempo no eran insensatos.

[1] La verdad dada a ellos en el pasado.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[17] Este versículo expone el tema de la Carta: El evangelio es fuente de salvación para el que cree. Hab 2, 4.

Fuente: Notas Torres Amat

Biblia Peshitta 2006 Notas:

Escrita en Corinto alrededor del 56 d.C. durante la estancia de Pablo en esta ciudad. Roma era la ciudad capital del poderoso y vasto Imperio Romano, asiento del poder político, económico y militar que controlaba desde el océano Atlántico hasta el río Éufrates, y desde el norte de África hasta el río Rhin y el Danubio en el centro-norte de europa. No se sabe cómo llegó el Evangelio a Roma, pero probablemente lo llevaron los judíos y prosélitos que se convirtieron cuando vino el derramamiento del espíritu santo en Pentecostés (Hch 2:10).

Fuente: Peshitta en Español