Porque no me avergüenzo del evangelio; pues es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, al judío primero y también al griego.
1:16 — ¡El tema de esta epístola!Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
porque no me avergüenzo. Sal 40:9, Sal 40:10; Sal 71:15, Sal 71:16; Sal 119:46; Mar 8:38; Luc 9:26; 1Co 2:2; 2Ti 1:8, 2Ti 1:12, 2Ti 1:16; 1Pe 4:16.
del evangelio. Rom 15:19, Rom 15:29; Luc 2:10, Luc 2:11; 1Co 9:12, 1Co 9:18; 2Co 2:12; 2Co 4:4; 2Co 9:13; Gál 1:7; 1Ti 1:11.
porque es poder de Dios. Rom 10:17; Sal 110:2; Isa 53:1; Jer 23:29; 1Co 1:18-24; 1Co 2:4; 1Co 14:24, 1Co 14:25; 1Co 15:2; 2Co 2:14-16; 2Co 10:4, 2Co 10:5; Col 1:5, Col 1:6; 1Ts 1:5, 1Ts 1:6; 1Ts 2:13; Heb 4:12.
a todo aquel que cree. Rom 4:11.
al judío primeramente. Rom 2:9.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El NT. habla de salvación en tiempo pasado (Efe 2:8), en tiempo presente (2Co 2:15) y en tiempo futuro (Rom 13:11). En el pasado, el creyente fue salvo del castigo del pecado. En el presente, el creyente se está librando del poder del pecado. En el futuro, el creyente será salvo de la presencia misma del pecado (Mat 5:10-12; Mat 8:17; 2Co 5:10; 2Ti 2:11-13; Apo 22:12).
no me avergüenzo: Pablo estaba listo para predicar el evangelio de Jesucristo. Cuando realmente creemos en esto, también estamos ansiosos de hacerlo conocer.
poder de Dios: Él no se avergonzaba porque esto daba resultados. La salvación nos libera del juicio de Dios y del poder del pecado. Nos hace hijos de Dios, nos da paz con Él y la participación en la gloria venidera. La redención de Cristo hace disponible la salvación para todos los que aceptan su oferta.
cree: Acepta la verdad revelada por Dios y actúa en conformidad.
al judío primeramente: Los judíos fueron los primeros con que Dios trabajó a lo largo del AT. para preparar la salvación de toda la raza humana. Para Pablo el término griego incluye a todos los pueblos que no son judíos.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
SALVACION. Véase el ARTÍCULO TERMINOS BIBLICOS DE LA SALVACION, P. 1572. [Rom 1:16], para un estudio del significado de la palabra «salvación», así como para otras dos palabras que se emplean en la Biblia para salvación.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
ARTÍCULO
Términos bíblicos de la salvación
Rom 1:16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío, primeramente, y también al griego.
Dios ofrece gratis la vida eterna en Jesucristo; pero a veces resulta difícil entender el proceso exacto por el cual esa vida se pone a disposición del hombre. Por eso, para aclarar ese concepto, Dios describe en la Biblia diversas imágenes, cada una con su énfasis especial. Este ARTÍCULO examina tres de esas imágenes: la salvación, la redención y la justificación.
LA SALVACIÓN. Salvación (gr. soteria) significa: «liberación», «pasar con seguridad», «protección de daño». Ya en el AT Dios se reveló a sí mismo como el Salvador de su pueblo (Sal 27:1; Sal 88:1; véanse Deu 26:8, nota; Sal 61:2, nota; Isa 25:6, nota; Isa 53:5, nota). La salvación se describe en la Biblia como «el camino» que conduce por la vida hasta la eterna comunión con Dios en el cielo (Mat 7:14; Mar 12:14; Jua 14:6; Hch 16:17; 2Pe 2:2; 2Pe 2:21; cf. Hch 9:2; Hch 22:4; Heb 10:20). Ese camino de salvación debe seguirse hasta el mismo fin. Se puede describir la salvación como un camino con dos lados y tres etapas:
(1) El único camino de salvación. Cristo es el camino al Padre (Jua 14:6; Hch 4:12). Se provee la salvación por la gracia de Dios, la cual Él da en Jesucristo (Rom 3:24), basada en su muerte (Rom 3:25; Rom 5:8), resurrección (Rom 5:10) y continua intercesión por los creyentes (Heb 7:25).
(2) Los dos aspectos de la salvación. La salvación se recibe por gracia mediante la fe en Cristo (Rom 3:22; Rom 3:24-25; Rom 3:28). Es decir, se produce como resultado de la gracia de Dios (Jua 1:16) y la respuesta humana de la fe (Hch 16:31; Rom 1:17; Efe 1:15; Efe 2:8; véase el ARTÍCULO LA FE Y LA GRACIA, P. 1582. [Rom 5:21]).
(3) Las tres etapas de la salvación.
(a) La etapa pasada de la salvación incluye la experiencia personal por la cual los creyentes reciben el perdón de los pecados (Hch 10:43; Rom 4:6-8) y pasan de la muerte espiritual a la vida espiritual (1Jn 3:14; véase el ARTÍCULO La REGENERACIÓN, P. 1455. [Jua 3:3]), del poder del pecado al poder del Señor (Rom 6:17-23), y del dominio de Satanás al dominio de Dios (Hch 26:18). Los lleva a una nueva relación personal con Dios (Jua 1:12) y los rescata de la paga del pecado (Rom 1:16; Rom 6:23; 1Co 1:18).
(b) La etapa presente de la salvación salva a los creyentes del hábito y dominio del pecado, llenándolos del Espíritu Santo. Abarca:
(i) el privilegio de una relación directa con Dios como Padre y de Jesucristo como Señor y Salvador (Mat 6:9; Jua 14:18-23; véase Gál 4:6, nota);
(ii) el llamado a considerarse muertos al pecado (Rom 6:1-14) y a someterse a la dirección del Espíritu (Rom 8:1-17) y a la Palabra de Dios (Jua 8:31; Jua 14:21; 2Ti 3:15-16);
(iii) la invitación a ser llenos del Espíritu Santo y la orden de mantenerse llenos (véanse Hch 2:33-39; Efe 5:18; y el ARTÍCULO EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO, P. 1506. [Hch 1:5]);
(iv) la exigencia de la separación del pecado (Rom 6:1-14) y de la actual generación perversa (Hch 2:40; 2Co 6:17); y
(v) el llamado a la lucha por el reino de Dios contra Satanás y sus huestes demoniacas (2Co 10:4-5; Efe 6:11; Efe 6:16; 1Pe 5:8).
(c) La etapa futura de la salvación (Rom 13:11-12; 1Ts 5:8-9; 1Pe 1:5) incluye:
(i) la liberación de la ira venidera de Dios (Rom 5:9; 1Co 3:15; 1Co 5:5; 1Ts 1:10; 1Ts 5:9);
(ii) la participación de la gloria divina (Rom 8:29; 1Co 15:49) y el recibimiento de un cuerpo resucitado o transformado (1Co 15:52); y
(iii) las recompensas por ser fieles vencedores (véase Apo 2:7, nota). Esa salvación futura es la meta que se esfuerzan por alcanzar todos los que siguen a Cristo (1Co 9:24-27; Flp 3:8-14). Todas las amonestaciones, disciplinas y castigos presentes tienen el propósito de que los creyentes no pierdan esa futura salvación (1Co 5:1-13; 1Co 9:24-27; Flp 2:12; Flp 2:16; 2Pe 1:5-11; véase Heb 12:1, nota).
REDENCIÓN. El sentido original de «redención » (gr. apolustrosis) es un rescate mediante el pago de cierto precio. La expresión denota los medios por los que se procura la salvación, es decir, por el pago de un rescate. La doctrina de la redención puede resumirse como sigue:
(1) El estado de pecado del cual se debe redimir al hombre: El NT presenta a los seres humanos alejados de Dios (Rom 3:10-18), bajo el dominio de los poderes satánicos (Hch 10:38; Hch 26:18), esclavos del pecado (Rom 6:6; Rom 7:14), y en necesidad de liberación de la culpa, del castigo y del poder del pecado (Hch 26:18; Rom 1:18; Rom 1:1-18; Rom 1:23; Efe 5:8; Col 1:13; 1Pe 2:9).
(2) El precio pagado para la liberación de esa esclavitud: Cristo garantizó el rescate al derramar su sangre y dar su vida (Mat 20:28; Mar 10:45; 1Co 6:20; Efe 1:7; Tit 2:14; Heb 9:12; 1Pe 1:18-19).
(3) El estado resultante de los redimidos: Los creyentes redimidos por Cristo están ahora liberados del dominio de Satanás y de la culpa y del poder del pecado (Hch 26:18; Rom 6:7; Rom 6:12; Rom 6:14; Rom 6:18; Col 1:13). Sin embargo, esa libertad del pecado no los deja libres para hacer lo que desean, porque los convierte en propiedad de Dios. La libertad del pecado los hace esclavos voluntarios de Dios (Hch 26:18; Rom 6:18; Rom 6:22; 1Co 6:19-20; 1Co 7:22-23).
(4) La enseñanza del NT sobre la redención había sido prefigurada por la redención en el AT. El gran acontecimiento de redención del AT fue el éxodo de Egipto (véanse Éxo 6:7, nota; Éxo 12:26, nota). Además, por el sistema de los sacrificios, la sangre de animales era el precio que se pagaba por la expiación del pecado (véanse Luc 9:8, nota, y el ARTÍCULO EL DÍA DE LA EXPIACIÓN, P. 164. [Lev 16:33]).
JUSTIFICACIÓN. La palabra «justificar» (gr. dikaioó) significa: ser «justos ante Dios» (Rom 2:13), ser «constituidos justos» (Rom 5:18-19), declarar recto o enderezar. Denota estar en una relación correcta con Dios más bien que recibir una simple declaración jurídica o legal. Dios perdona a los pecadores que se arrepienten, a quienes había declarado culpables por la ley y condenado a la muerte eterna, los restaura al favor divino, y los pone en relación (comunión) correcta con Él y con su voluntad. El apóstol Pablo revela varias verdades sobre la justificación y su realización:
(1) La justificación delante de Dios es un don (Rom 3:24; Efe 2:8). Nadie puede justificarse delante de Dios guardando la ley a toda perfección ni haciendo buenas obras (Rom 4:2-6), «por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Rom 3:23).
(2) La justificación delante de Dios se alcanza «mediante la redención que es en Cristo Jesús» (Rom 3:24). No se justifica a nadie sin que antes haya sido redimido por Cristo del pecado y su dominio.
(3) La justificación delante de Dios viene por «su gracia» y se obtiene «por medio la fe en Jesucristo» como Señor y Salvador (Rom 3:22-24; cf. Rom 4:3-5; véase el ARTÍCULO LA FE Y LA GRACIA, P. 1582. [Rom 5:21]).
(4) La justificación delante de Dios está relacionada con el perdón de los pecados (Rom 4:7). Se declara culpables a los pecadores (Rom 3:9-18; Rom 3:23) pero se les perdona por la muerte expiatoria y la resurrección de Cristo (véanse Rom 3:25, nota; Rom 4:5, nota; Rom 4:25; Rom 5:6-9).
(5) Cuando se obtiene la justificación delante de Dios por medio de la fe en Cristo, los creyentes son crucificados con Cristo, quien viene a vivir en ellos (Gál 2:16-21). Mediante esa experiencia, en realidad llegan a ser justos y comienzan a vivir para Dios (Gál 2:19-21). Esa obra transformadora de Cristo en el creyente por el Espíritu (cf. 2Ts 2:13; 1Pe 1:2) no se puede separar de la obra redentora de Cristo por él. La obra de Cristo y el Espíritu son de dependencia mutua.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
no me avergüenzo. El apóstol había sido encarcelado en Filipos (Hch 16:23-24), echado de Tesalónica (Hch 17:10), sacado a escondidas de Berea (Hch 17:14), vilipendiado en Atenas (Hch 17:32), juzgado como insensato en Corinto (1Co 1:18; 1Co 1:23), y apedreado en Galacia (Hch 14:19), pero siempre se mantuvo ansioso de predicar el evangelio en Roma, el núcleo del poder político y la religión pagana de su tiempo. Ni la ridiculización, ni las críticas, ni la persecución física pudieron mitigar su denuedo. Vea las notas sobre 2Co 4:5-18 ; 2Co 11:23-28 ; 2Co 12:9-10. poder. La palabra «dinamita» se deriva de esta palabra griega. Aunque el mensaje sonara como una locura para algunos (1Co 1:18), el evangelio es eficaz porque viene cargado con la omnipotencia de Dios (cp. Éxo 15:6; Deu 32:39; Job 9:4; Sal 33:8-9; Sal 89:13; Sal 106:8-9; Isa 26:4; Isa 43:13; Jer 10:12; Jer 27:5; Mat 28:18; Rom 9:21). Solo el poder de Dios puede vencer la naturaleza pecaminosa del hombre y darle una vida nueva (Rom 5:6; Rom 8:3; Jua 1:12; 1Co 1:18; 1Co 1:23-25; 1Co 2:1-4; 1Co 4:20; 1Pe 1:23). salvación. Ocurre cinco veces en Romanos (la forma verbal ocurre ocho veces). Esta palabra clave tiene el significado básico de «liberación» o «rescate». El poder del evangelio libra a las personas de la perdición (Mat 18:11), de la ira de Dios (Rom 5:9), de la ignorancia espiritual voluntaria (Ose 4:6; 2Ts 1:8), de la indulgencia maliciosa en el pecado (Luc 14:26), y de las tinieblas de la religión falsa (Col 1:13; 1Pe 2:9). Las rescata del castigo definitivo por su pecado, es decir, la separación eterna de Dios y el castigo eterno (vea la nota sobre Apo 20:6). cree. Confiar, apoyarse en o tener fe en. Aplicado al concepto de salvación, este término ocurre por lo general en el tiempo presente («que cree»), lo cual recalca que la fe no solo es un acontecimiento histórico que sucede una vez, sino una condición perseverante y continua. La verdadera fe que salva es sobrenatural, un don gratuito de Dios que Él mismo deposita y produce en el corazón (vea la nota sobre Efe 2:8), y es el único medio por el cual una persona puede apropiarse de justicia verdadera (cp. Rom 3:22; Rom 3:25; Rom 4:5; Rom 4:13; Rom 4:20; Rom 5:1; vea las notas sobre Rom 4:1-25). La fe salvadora consiste en tres elementos: 1) mental: la mente entiende el evangelio y la verdad acerca de Cristo (Rom 10:14-17), 2) emocional: la persona manifiesta que ha acogido la veracidad de esos hechos con tristeza por el pecado y gozo por la misericordia y la gracia de Dios (Rom 6:17; Rom 15:13) y 3) volitivo: el pecador somete su voluntad a Cristo y confía solo en Él como la única esperanza de salvación (vea la nota sobre Rom 10:9). La fe genuina siempre producirá obediencia auténtica (vea la nota sobre Rom 4:3; cp.Jua 8:31 ; Jua 14:21-24). al judío primeramente. Dios escogió a Israel para que fuera su nación y testigo personal (Éxo 19:6), por lo cual le dio privilegios especiales (Rom 3:2; Rom 9:4-5). El ministerio de Cristo se dirigió primero a Israel (Mat 15:24), y fue de Israel que la salvación habría de venir al mundo entero (Jua 4:22; cp. Rom 13:4-6). al griego. Vea la nota sobre Rom 1:14.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Estos dos versículos cristalizan la tesis de todo el libro en cuanto al evangelio de Jesucristo, la cual Pablo desarrollará y explicará en los capítulos que siguen.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
1:16 — ¡El tema de esta epístola!
— “el evangelio… poder de Dios para salvación.” A los corintios, que se gloriaban en su sabiduría humana, Pablo presentó el evangelio como la sabiduría de Dios (1Co 1:30; 1Co 2:7), pero a los romanos que se gloriaban en su poder y fuerza de armas para conquistar, como el poder o potencia de Dios. Ni la ley de Moisés, en la cual confiaban los judíos, ni la ley tradicional (la ley de Dios de la época patriarcal) que seguían los gentiles, es el poder para salvación, sino el evangelio. El evangelio es potencia, pero la ley de Moisés era débil (8:3,4); el evangelio es de Dios, pero la ley de Moisés era justicia humana (10:1-3; Flp 3:9); el evangelio es para salvación, pero la ley de Moisés era para condenación (7:10; 2Co 3:6-9); el evangelio es para todo el mundo, pero la ley de Moisés era solamente para los judíos (2:17; 7:1); el evangelio da salvación al creyente en él, pero la ley de Moisés prometía salvación solamente al perfecto en las obras de ella (9:30-32; 10:3-5).
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA BUENA NOTICIA
DE LA QUE SE ESTA ORGULLOSO
Romanos 1:16, 17
Estoy orgulloso del Evangelio, porque es el poder de Dios que les produce Salvación a todos los que lo creen; a los judíos, en primer lugar, pero también a los griegos. El camino de la buena relación con Dios se revela en el Evangelio cuando la fe del hombre responde a la fidelidad de Dios, exactamente como está escrito: «Es la persona que está en la debida relación con Dios como resultado de su fe la que vivirá.»
Cuando llegamos a estos dos versículos ya hemos pasado la introducción y escuchamos el clarín del Evangelio. Muchos de los grandes conciertos para piano empiezan con un acorde explosivo, y luego viene el tema que se va a desarrollar. La probable razón es que se interpretaban en reuniones privadas en casas grandes; y, cuando el pianista se sentaba al piano todavía había un murmullo de conversación. Tocaba el acorde inicial para captar la atención de la audiencia, y a continuación exponía el tema. Hasta estos dos versículos Pablo ha estado estableciendo contacto con los destinatarios de su carta, atrayéndose su atención; y ahora enuncia el tema.
Aquí no tenemos más que dos versículos; pero contienen tanto de la quintaesencia del Evangelio de Pablo que merecen que nos detengamos en ellos el tiempo necesario.
Pablo empieza diciendo que está orgulloso del Evangelio que tiene el privilegio de predicar. Es sorprendente considerar el trasfondo de esta afirmación. A Pablo le habían metido en la cárcel en Filipos, le habían obligado a escapar por su vida en Tesalónica, le habían tenido que sacar de contrabando en Berea, se habían reído de él en Atenas, y en Corinto su Mensaje les había parecido una estupidez a los griegos y un escándalo a los judíos. A pesar de todo eso y mucho más, Pablo proclama que está orgulloso del Evangelio. Había algo en el Evangelio que le hacía salir victorioso de todo lo que los hombres le pudieran hacer.
En este pasaje nos encontramos con tres de las grandes consignas paulinas, tres grandes pilares de su pensamiento y creencia.
(i) Tenemos su concepción de la Salvación (sótéría). En aquel momento de la Historia, la Salvación era el bien supremo que todos estaban buscando. Había habido un tiempo en el que la filosofía griega había sido especulativa. Cuatrocientos o quinientos años antes, los filósofos habían pasado el tiempo discutiendo el problema de cuál es el elemento básico del que se ha formado el universo. La filosofía había sido especulativa y natural; pero, poco a poco, con el paso de los siglos, la vida se había desplomado: los antiguos hitos habían desaparecido; los hombres se sentían rodeados de tiranos, conquistadores y peligros; la degeneración y la debilidad los acechaban, y la filosofía cambió de canal: se hizo, no especulativa, sino práctica. Dejó de ser filosofía natural para convertirse en filosofía moral. Su único propósito era levantar «una muralla defensiva contra el caos que se les echaba encima.»
Epicteto llamaba a su aula «el hospital para las almas enfermas.» Epicuro llamaba a su enseñanza «la medicina de la salvación». Séneca, el contemporáneo de Pablo, decía que todos los hombres estaban mirando ad salutem, buscando la salvación. Lo que necesitamos, decía, «es que se nos tienda una mano para levantarnos.» Los hombres, decía, son abrumadoramente conscientes de «su debilidad e ineficacia en las cosas necesarias.» Él mismo, decía, era homo non tolerabilis, uno al que no se podía tolerar. La gente amaba sus vicios, decía con una cierta desesperación, y los odiaba al mismo tiempo. En este mundo desesperado, decía Epicteto, la gente está buscando la paz, «no la que proclama el César, sino la de Dios.»
Difícilmente se encontrará dtra época de la Historia en la que la humanidad estuviera buscando más la salvación. Era precisamente esa salvación, esa liberación y ese poder, lo que el Evangelio ofrecía al mundo.
Veamos qué era esa sótéría, esa Salvación cristiana:
(a) Era la salvación de la enfermedad física (Mt 9:21 ; Lc 8:36 ). No era algo que sólo tuviera relación con el otro mundo. Estaba orientado a rescatar al ser humano en cuerpo y alma.
(b) Era la salvación del peligro (Mt 8:25 ; Mt 14:30 ). No es que le garantizaba al hombre una vida libre de riesgos y peligros, sino que le daba la seguridad del alma en cualesquiera circunstancias. Como escribió Rupert Brook en los días de la I Guerra Mundial en su poema Seguridad:
A salvo estaré al salir secretamente armado frente a todas las asechanzas de la muerte; a salvo, cuando se pierda toda seguridad; a salvo cuando los hombres caigan; y, si estos pobres miembros mueren, del todo a salvo.
La Salvación de Cristo nos pone a salvo de las circunstancias externas.
(c) Era la salvación de toda contaminación. El cristiano está a salvo del contagio de una generación retorcida y perversa (Hch 2:40 ). Los que tienen la Salvación de Cristo tienen un antiséptico divino que los guarda de la infección del mal que hay en el mundo.
(d) Era la salvación de la perdición (Mt 18:11 ; Lc 19:10 ). Jesús vino a buscar y salvara los que se habían perdido.
Por naturaleza nos encontramos en un camino equivocado, que no conduce más que a la muerte. Cuando recibimos la Salvación de Cristo vamos por el camino verdadero de la Vida (Jn 14:6 ).
(e) Era la salvación del pecado (Mt 1:21 ). La humanidad se encuentra sometida a esclavitud bajo un tirano del que no puede escapar. La Salvación de Cristo nos libra de la tiranía del pecado que paga el servicio de sus súbditos con la muerte (Rm 6:23 ).
(f) Era la salvación de la ira de Dios Rm 5:9 ). En el próximo pasaje tendremos ocasión de investigar el sentido de esta frase. De momento nos basta tomar nota de que hay en el mundo una ley moral inexorable, y el anuncio de un juicio ineludible forma parte del Evangelio. Si no fuera por la Salvación de Cristo, no podríamos esperar más que la condenación eterna.
(g) Era una salvación escatológica. Es decir: una salvación que alcanza su plenitud en el triunfo final de Jesucristo (Rm 13:11 ; 1Co 5:5; 2 Timoteo 4:18 ; 1Pe 1:5 ).
El Evangelio viene a ofrecerle a un mundo sin esperanza una Salvación que puede mantener a salvo en esta vida y en la eternidad a todos los que la aceptan.
(ii) Tenemos su concepción de la fe. Esta es una palabra henchida de sentido en el pensamiento de Pablo.
(a) Su sentido más corriente es lealtad. Escribiendo a los tesalonicenses, Pablo quería tener noticias de su fe; es decir: si su lealtad estaba resistiendo la prueba. En 2Ts 1:4 , se combinan fe y paciencia o firmeza. La fe es la fidelidad a toda prueba que caracteriza a todo fiel soldado de Jesucristo.
(b) Fe quiere decir creencia, la convicción de que algo es verdad. En 1Co 15:17 Pablo les dice a los corintios que si Jesús no resucitó, entonces su fe es inconsistente, todo lo que han creído se derrumba. La fe es el asentimiento al Evangelio, su aceptación como verdad.
(c) Fe es sinónimo a veces de la religión cristiana (La Fe). En 2Co 13:5 Pablo dice a los que se le oponen que se examinen a sí mismos para ver si realmente se mantienen en la fe, es decir, si son o no cristianos.
(d) Fe es a veces equivalente a una esperanza indestructible. «Andamos -dice Pablo-, no dependiendo de lo que vemos, sino por la fe» 2Co 5:7 ).
(e) Pero en su sentido más característicamente paulino, fe quiere decir aceptación total y confianza absoluta. Es decir: Jugarse la vida a que hay Dios, y que es como Jesús nos Le ha mostrado. Es estar absolutamente seguros de que lo que Jesús ha dicho es la verdad, y apostar el tiempo y la eternidad a esa seguridad. «Creo en Dios -decía Stevenson-, y si me despertara en el infierno seguiría creyendo en Él.» «Aunque me mate, en Él esperaré» -decía Job (13:15).
La fe empieza por receptividad. Cuando, por lo menos, estamos dispuestos a escuchar el Evangelio. Sigue por asentimiento de la mente: después de oír, estamos de acuerdo en que es verdad; pero ese asentimiento mental puede no desembocar en acción. Muchas personas saben que algo es cierto, pero no cambian lo más mínimo en consecuencia. El paso decisivo se da cuando del asentimiento mental se pasa a la entrega total. La fe madura se da cuando alguien escucha el Evangelio, está de acuerdo en que es verdad y se entrega en una rendición incondicional.
(iii) Tenemos su concepción de la justificación. No hay palabras que sean más difíciles de entender en todo el Nuevo Testamento que justo, justicia, justificar y justificación. En esta carta tendremos ocasión de encontrárnoslas a menudo. Por lo pronto nos conformaremos con establecer las líneas generales por las que discurre el pensamiento de Pablo.
El verbo griego que usa Pablo para justificar es dikaiún, del que la primera persona de singular del presente de indicativo es dikaioó, justifico. Debemos darnos cuenta de que la palabra justificar tiene aquí un sentido distinto del corriente en español. Cuando «nos justificamos», damos razones para demostrar que teníamos razón; si es otro el que «nos justifica», presenta pruebas que confirman que actuamos como es debido. Pero todos los verbos griegos que terminan en oó no quieren decir probar o hacer que una persona o cosa sea algo, sino tratar o considerar a una persona como si fuera algo. Si Dios justifica a un pecador, no quiere decir que le da la razón y le acepta como justo. ¡Lejos de eso! Ni siquiera quiere decir, en este punto, que Dios hace que el pecador sea bueno. Quiere decir que Dios trata al pecador como si no lo fuera. En lugar de tratarle como a un criminal que merece ser condenado, Dios le trata como a un hijo al que ama. Eso es lo que quiere decir la justificación: que Dios nos considera, no como enemigos, sino como amigos; no como merecen los malos, sino como merecen los buenos; no como a transgresores de la ley a los que hay que castigar, sino como a hombres y mujeres a los que hay que aMarcos Esta es la esencia misma del Evangelio.
Esto quiere decir que ser justificados es entrar en una nueva relación con Dios, una relación de amor, de confianza y de amistad, en lugar del distanciamiento de la enemistad y el miedo. Ya no nos dirigimos a un Dios que irradia justo y terrible castigo, sino perdón y amor redentor. La justificación (dikaiosyné) es la relación correcta entre Dios y la criatura humana. El que es justo (dikaios) es el que está en esta correcta relación con Dios -y aquí viene un detalle de suprema importancia-, no por nada que él haya hecho, sino por lo que Dios ha hecho por él. Está en la debida relación con Dios, no por haber cumplido meticulosamente todos los mandamientos de la ley, sino porque se ha arrojado en una fe a ultranza a merced de la misericordia y el amor de Dios.
En la antigua versión Reina-Valera teníamos la famosa frase: «El justo vivirá por la fe» (Rm 1:17 ). Ahora podemos ver lo que quería decir Pablo con esta cita de Hab 2:4 : Es el que está en la correcta relación con Dios -no por sus propias obras, sino por su absoluta fe en lo que el amor de Dios ha hecho- el que experimenta la vida de veras, ahora y en la eternidad. Para Pablo, ha sido la Obra de Jesús lo que ha hecho posible para el hombre entrar en esta relación nueva y preciosa con Dios. El miedo a Dios ha dejado su lugar al amor. Al Dios al Que el hombre consideraba su enemigo, ahora Le ve y Le conoce como su supremo y eterno Amigo.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Rom 2:9-10; Hch 13:46-47.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— fuerza salvadora de Dios: Utiliza aquí Pablo el vocablo griego dikaiosine que ha sido traducido tradicionalmente por justicia (de Dios). El término en sí tiene un significado rico y complejo que habrá de ser precisado según los diversos contextos. En el presente contexto, y en otros parecidos, sobre todo de las cartas a Gálatas y Romanos, parece correcto traducir por fuerza salvadora (de Dios), habida cuenta de que con frecuencia, tanto en Pablo como en otros pasajes de la Sagrada Escritura, la “justicia de Dios” no es justicia vindicativa (para designar este tipo de justicia Pablo habla de la ira de Dios), sino justicia que salva. Relacionado con esto mismo, se traduce la expresión clásica paulina “Dios nos justifica” por Dios nos restablece en su amistad, que es más comprensible, de acuerdo con las categorías lingüísticas del lector actual. A la luz de cuanto acabamos de decir, no sería incorrecto traducir simplemente: Dios nos salva, es decir, nos libera de nuestros pecados y nos llama a vivir ya en el presente una especial relación de amistad con él.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
El tema de la carta
El anhelo ardiente de Pablo por predicar el evangelio en Roma (15) lo lleva directamente a su descripción de este evangelio en los vv. 16, 17. Estos versículos expresan el tema central de Rom. y constituyen la transición entre la introducción a la carta (1:1-15) y el cuerpo de la misma (1:18-15:13). La palabra clave en esta definición del tema, y el motivo central de la carta, es el evangelio (ver sobre v. 1 el significado de esta palabra). Al decir no me avergüenzo del evangelio, Pablo podrá simplemente querer decir que se sentía “muy orgulloso” de él. Pero la certeza de que a los cristia nos de Roma les habían llegado falsos rumores acerca de Pablo (3:8), puede sugerir que en verdad se está defendiendo de acusaciones en cuanto a que él debiera “avergonzarse” de lo que predica. En cualquiera de los casos, debemos observar el orgullo firme y desafiante de Pablo en aquello que es “tropezadero” para los judíos y “locura” para los griegos (1 Cor. 1:23).
¿Por qué este orgullo en el evangelio? Porque Pablo sabe, y lo sabe por experiencia, que el evangelio es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. “Salvación”, es un término que denota liberación de una amplia variedad de males y se utilizaba en el AT para describir la liberación final de Dios para su pueblo. Ver en especial Isa. 52:7, donde se utilizan dos de las palabras clave en esta par te de Rom.: “¡Cuán hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz, del que trae buenas nuevas del bien, del que anuncia la salvación, del que dice a Sion: ’¡Tu Dios reina!’ ” En el v. 16, como siempre de acuerdo con Pablo, el término salvación se refiere a la acción de Dios al rescatar al pecador de la condena del pecado. La insistencia de Pablo en que esta salvación es para todo aquél que cree, hace sonar una nota que habrá de reverberar a través de toda la epístola a los Romanos. Igualmente característico es el agregado al judío primero y también al griego. El poder del evangelio, disponible universalmente, no elimina la prioridad para con los judíos. Como los receptores de la palabra y el pacto de Dios en el AT, los judíos siguen siendo los primeros destina tarios de las buenas nuevas de Dios acerca del cumplimiento de sus planes y promesas expresados en el AT (3:1, 2; 11:1, 2, 29).
El evangelio es la fuente del poder de Dios para salvar porque en él la justicia de Dios se revela. Pablo se refiere aquí a un concepto específico que, una vez más, tiene sus raíces en las promesas del AT. Los “postreros días”, cuando Dios intervendría para salvar a su pueblo, estaban caracterizados por profetas como Isaías como un tiempo en el cual él revelaría su “justicia” (p. ej. Isa. 46:13; 51:5, 6, 8). Esta “justicia de Dios” es un tema central en Rom. (cf, 3:5, 21, 22, 25, 26; 10:3; fuera de Romanos, Pablo emplea la frase únicamente en 2 Cor. 5:21). Algunos estudiosos interpretan que esta justicia significa el don de la “condición correcta” que Dios otorga a los que creen, y otros, que significa la ac tividad por la cual Dios salva a su pueblo. Pero no es necesario elegir entre estas alternativas. En el AT tanto como en los escritos de Pablo, “la justicia de Dios” es un concepto amplio que incluye tanto la acción de dar (por parte de Dios) como la condición de aquellos que reciben el don (de nuestra parte). Es decir, que la justicia de Dios se revela cuando el evangelio se predica y las personas responden al mensaje en fe, porque en ese momento Dios actúa para llevar al pecador a una nueva relación “correcta” con él. Obsérvese también que la frase se refiere a una nueva relación, no a una nueva capacidad moral. Pablo (y el AT) toma la terminología del ámbito de la justicia pública, y describe aquella acción a través de la cual el juez en su autoridad declara a una persona “inocente”.
Una de las características sobresalientes de lo que Pablo expone acerca de la justicia de Dios es su insistencia en la íntima relación de la justicia con la fe. Esta relación se subraya en la última parte del v. 17. La frase por fe y para fe (gr. ek pisteos eis pistin) hace hincapié en que la justicia de Dios se experimenta por fe y nada más que por fe. La cita de Hab. 2:4 refuerza la relación entre “justicia” y “fe”. “Vivirá” se refiere, en el contexto de Rom. a la vida espiritual, eterna.
Nota. 17 En Hab. 2:4, Dios está recordándole al profeta que la persona que es parte del pueblo del pacto de Dios (“el justo”) experimentará la bendición de Dios y entenderá sus caminos únicamente a través de la fidelidad a Dios y a su pacto. En el uso que Pablo hace del versículo (cf. también Gál. 3:11), cada una de las palabras clave -“justo”, “vivirá”, “fe”- recibe un significado más profundo a la luz de la venida de Cristo, pero se mantiene el sentido general del original. Tanto Habacuc como Pablo afirman que la vida delante de Dios demanda del individuo una consagración de todo corazón.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
NOTAS
(1) “Primero.” B omite esta palabra.
REFERENCIAS CRUZADAS
g 33 Sal 119:46; Mar 8:38; 2Ti 1:8
h 34 1Co 1:18
i 35 Heb 11:6
j 36 Hch 3:26
k 37 Hch 18:6
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
evangelio. Véase coment. en 1:1.
salvación. Con la salvación se obtiene el perdón de los pecados y la liberación del castigo eterno como consecuencia del pecado. La salvación hace que el ser creado, que ha sido separado de Dios por el pecado, sea restituido a una relación de unión con El y salvo de su ira. Significa que el redimido por la sangre de Cristo obtiene la vida eterna (5:9– 11; Hch 4:12; Ef 1:13; 1 Ts 5:9).
del judío primeramente y también del griego. Aunque el mensaje del evangelio fue presentado primero a los judíos, por la gracia divina, tanto los gentiles como los judíos que creen en Jesucristo reciben la salvación (cp. 9:30– 33).
Fuente: La Biblia de las Américas
Estos vers. presentan el tema de la carta a los romanos: que las buenas nuevas del evangelio revelan que Dios es poderoso para salvar al que cree y que El es justo en hacerlo debido a la obra expiatoria de Cristo.
Fuente: La Biblia de las Américas
16 (1) Esto significa una fuerza potente que puede abrirse paso por cualquier obstáculo. Este poder es el mismo Cristo resucitado, quien es el Espíritu vivificante, y resulta en salvación para todo aquel que cree.
16 (2) Salvar a los creyentes no sólo de ser condenados por Dios y de la perdición eterna, sino también de su vida natural y de su yo, para que sean santificados, transformados, y también edificados con otros en un solo Cuerpo, el Cuerpo de Cristo, a fin de que sean Su plenitud y expresión ( Efe_1:23).
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
salvación tiene aquí tres facetas: salvación pasada del castigo del pecado (Luc 7:50); salvación presente del poder del pecado en la vida diaria (Rom 5:10); y salvación futura de la presencia misma del pecado (en el cielo, 1Co 3:15; 1Co 5:5). Esta salvación viene a todo aquel que cree. La recibimos y la experimentamos mediante la fe, que es, al mismo tiempo, un asentimiento a las verdades del evangelio y una genuina confianza en el Salvador mismo.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
R1152 Πρῶτον se refiere a lo que precede temporalmente (Ἰουδαίῳ).