Comentario de Romanos 5:12 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Por esta razón, así como el pecado entró en el mundo por medio de un solo hombre y la muerte por medio del pecado, así también la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
5:12 — El pecado paga con la muerte eterna (6:23). Adán fue el primero que pecó. Por él entró el pecado en el mundo, y por el pecado entra la muerte espiritual (separación espiritual de Dios). Es cierto que la muerte física entró y pasó a toda la humanidad, como consecuencia del pecado de Adán, pero la muerte aquí referida es la que viene a todos porque todos han pecado. El hombre terrestre muere físicamente, porque es descendiente de Adán, quien por su primer pecado causó la muerte física. Pero el hombre muere espiritualmente porque él mismo peca. Adán fue el agente por el cual el pecado entró en el mundo. El pecado separa de Dios al pecador (Isa 59:2). Esta separación es muerte espiritual. Todos han pecado, después de Adán, y por eso esta muerte ha pasado a todos. Cristo es el agente por el cual viene la vida espiritual, o rescate de esta muerte espiritual. Ya no se encuentra el pecador separado de Dios, sino reunido con él, que es la reconciliación. Nótese que no dice Pablo que la culpa del pecado de Adán entró en el mundo, sino que el pecado entró en el mundo. Adán fue el primero para pecar; antes de eso no había pecado en el mundo.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
el pecado entró … por un hombre. Rom 5:19; Gén 3:6.
y por el pecado la muerte. Rom 6:23; Gén 2:17; Gén 3:19, Gén 3:22-24; Eze 18:4; 1Co 15:21; Stg 1:15; Apo 20:14, Apo 20:15.
por cuanto todos pecaron. Rom 3:23; Stg 3:2; 1Jn 1:8-10.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Este párrafo contiene una comparación entre Adán y Cristo que se interrumpe por un paréntesis de reflexión (vv. Rom 5:13-17). La comparación comienza en el v. Rom 5:12, se establece formalmente en el v. Rom 5:18 y luego se explica en el v. Rom 5:19.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
un hombre es Adán. A través de él entró el pecado al mundo. El pecado trajo la muerte. El resultado es que esa muerte es hoy una experiencia universal. La frase por cuanto todos pecaron no quiere decir sólo que «todos pecaron» alguna vez en su vida, refiriéndose así a los pecados individuales. Pablo hace regresar a sus lectores a los comienzos de la historia humana, hacia el único pecado que trajo la muerte sobre todos nosotros. Aquí se demuestra la unidad de la raza humana. En Adán, todos pecamos (1Co 15:22). El resultado es muerte física y espiritual para todo el mundo. Desde Adán heredamos un pecado natural. Además, como un resultado de nuestro pecado en Adán, enfrentamos un juicio común: la muerte.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
EL PECADO ENTRÓ EN EL MUNDO POR UN HOMBRE. Por la carda de Adán, el pecado como principio o poder activo logró entrar en la raza humana (vv. Rom 5:17; Rom 5:19; Gén 3:1-24; 1Co 15:21-22).
(1) Tuvo como consecuencia dos resultados:
(a) El pecado y la corrupción entraron en el corazón de Adán,
(b) Adán trasmitió el pecado a través del flujo de vida de la raza humana, corrompiendo a toda la humanidad de allí en adelante. Ahora todos los seres humanos nacen en el mundo con una predisposición al pecado y a la maldad (v. Rom 5:19; Rom 1:21; Rom 7:24; Gén 6:5; Gén 6:12; Gén 8:21; Sal 14:1-3; Jer 17:9; Mar 7:21-22; 1Co 2:14; Gál 5:19-21; Efe 2:1-3; Col 1:21; 1Jn 5:19).
(2) Pablo no explica cómo se trasmitió el pecado de Adán a sus descendientes. Tampoco dice que toda la humanidad estaba presente en Adán y participó de su pecado, y por lo tanto heredó la culpa de Adán. En ninguna parte dice Pablo que Adán fue la cabeza de sus descendientes y que su pecado les fue atribuido a ellos. Todos son culpables delante de Dios a causa de su propio pecado, porque «todos pecaron» (v. Rom 5:12). La única doctrina que apoya la Biblia es que los hombres y las mujeres heredan la corrupción moral y la predisposición al pecado y a la maldad (véase Rom 6:1, nota).
(3) La muerte entró en el mundo por medio del pecado, y ahora todos están sujetos a la muerte, «por cuanto todos pecaron» (vv. Rom 5:12; Rom 5:14; cf. Rom 3:23; Gén 2:17; Gén 3:19; véase el ARTÍCULO LA MUERTE, P. 678. [Job 19:25-26]).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
como el pecado entró. No se trata de un pecado en particular, sino de la propensión inherente al pecado que entró al género humano. Los hombres se convirtieron en pecadores por naturaleza. Adán transmitió a todos sus descendientes la naturaleza pecaminosa inherente que llegó a poseer a causa de su primer acto de desobediencia. Esa naturaleza está presente desde el momento de la concepción (Sal 51:5), lo cual hizo imposible que el hombre viviera de tal modo que agradara a Dios. Satanás, el padre del pecado (1Jn 3:8), trajo primero la tentación a Adán y Eva (Gén 3:1-7). por un hombre. Con el pecado de Adán, toda la humanidad pecó en sus lomos (v. Rom 5:18; cp. Heb 7:7-10). Puesto que su pecado transformó su naturaleza interior y trajo muerte espiritual y depravación, esa naturaleza pecaminosa pasaría también por vía genética a su posteridad (Sal 51:5). muerte. Adán no fue sometido a muerte inmediata por su pecado, pero a través de su pecado la muerte se convirtió en una certidumbre penosa para él y su posteridad. La muerte tiene tres manifestaciones claras: 1) muerte espiritual o separación de Dios (cp. Efe 2:1-2; Efe 4:18), 2) muerte física (Heb 9:27) y 3) muerte eterna (llamada también la segunda muerte), que incluye no solo separación eterna de Dios, sino tormento eterno en el lago de fuego (Apo 20:11-15). por cuanto todos pecaron. Por cuanto la humanidad entera existía en los lomos de Adán, y mientras la procreación heredó su condición caída y depravada, puede decirse que todos pecaron en él. Por lo tanto, los seres humanos no son pecadores porque pequen, sino que pecan porque son pecadores.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
En uno de los pasajes más enigmáticos de todo el libro, Pablo se dispone a mostrar cómo la muerte de un hombre puede proveer salvación a muchos. Para probar su punto, utiliza a Adán para establecer el principio de que es posible que las acciones de un hombre afecten de manera inexorable a muchas otras personas.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
5:12– El pecado paga con la muerte eterna (6:23). Adán fue el primero que pecó. Por él entró el pecado en el mundo, y por el pecado entra la muerte espiritual (separación espiritual de Dios). Es cierto que la muerte física entró y pasó a toda la humanidad, como consecuencia del pecado de Adán, pero la muerte aquí referida es la que viene a todos porque todos han pecado. El hombre terrestre muere físicamente, porque es descendiente de Adán, quien por su primer pecado causó la muerte física. Pero el hombre muere espiritualmente porque él mismo peca. Adán fue el agente por el cual el pecado entró en el mundo. El pecado separa de Dios al pecador (Isa 59:2). Esta separación es muerte espiritual. Todos han pecado, después de Adán, y por eso esta muerte ha pasado a todos. Cristo es el agente por el cual viene la vida espiritual, o rescate de esta muerte espiritual. Ya no se encuentra el pecador separado de Dios, sino reunido con él, que es la reconciliación.
Nótese que no dice Pablo que la culpa del pecado de Adán entró en el mundo, sino que el pecado entró en el mundo. Adán fue el primero para pecar; antes de eso no había pecado en el mundo.
Nótese también que la muerte (espiritual) pasó a todos los hombres, no porque Adán pecó, sino por cuanto todos los hombres han pecado.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA RUINA Y EL RESCATE
Romanos 5:12-21
Por tanto, de la misma manera que el pecado se introdujo en el mundo por medio de un hombre, y con el pecado, entró la muerte y se extendió a todo el género humano, por cuanto eran pecadores; porque, hasta la promulgación de la Ley, el pecado estaba en el mundo, pero no se podía culpar a los humanos porque la Ley no existía todavía; sin embargo, la muerte reinó desde los tiempos de Adán hasta el de Moisés aun sobre los que no habían pecado de la misma manera que Adán, que era un símbolo del Mesías Que había de venir. Pero el don de la Gracia gratuita no actuó como la transgresión. Porque, si los muchos murieron a consecuencia del pecado de uno, la Gracia de Dios y su don gratuito en la Gracia del Hombre único Jesucristo abundaron para muchos. El don gratuito no es como los efectos del hombre que pecó. La sentencia que siguió al hombre que pecó fue condenatoria; pero el don gratuito que siguió a las muchas transgresiones fue una sentencia absolutoria. Porque, si por el delito de uno la muerte reinó por culpa de uno, mucho más los que reciben el derroche de Gracia y del don gratuito que establece la recta relación entre Dios y el hombre reinarán en la vida por medio del Hombre único Jesucristo. Así es que, entonces, como por un pecado toda la raza humana quedó incluida en la sentencia, así también por un supremo acto de justicia vino a los seres humanos la posibilidad de entrar en la debida relación con Dios que les da la vida. De la misma manera que por la desobediencia de un hombre todos quedaron incluidos en la condición de pecadores, así, por la obediencia de un Hombre, los muchos pueden ser absueltos. Pero la Ley se introdujo para que abundaran las transgresiones; pero, donde el
pecado abundaba, la Gracia le superó en abundancia, para que, así como el pecado reinó en la muerte, la Gracia pudiera reinar poniendo a los seres humanos en la debida relación con Dios para que puedan entrar en la vida eterna gracias a la Obra de nuestro Señor Jesucristo.
No hay pasaje en todo en Nuevo Testamento que haya tenido más influencia en la teología que éste; ni que sea más difícil de entender para la mentalidad moderna. Es difícil, porque Pablo se expresa con dificultad. Notamos, por ejemplo, que la primera frase no termina, sino que se interrumpe a mitad del camino mientras Pablo persigue otra idea por otra vía. Y además, es que Pablo está pensando y expresándose en términos que eran corrientes y claros para los judíos de su tiempo, pero no para nosotros.
Si hubiéramos de encerrar el pensamiento de este pasaje en una sola frase escogeríamos la que Pablo pone al principio e interrumpe después: » Por el pecado de Adán toda la raza humana quedó contaminada de pecado y separada de Dios; pero por la justicia de Jesucristo toda la humanidad adquiere la justicia y vuelve a estar en la debida relación con Dios.» De hecho, Pablo lo dijo mucho más claro en 1Co 15:21 : » Como vino la muerte por un hombre, también por un Hombre ha venido la Resurrección de los muertos. Porque si todos morimos por nuestra relación con Adán, también por nuestra relación con Cristo todos volvemos a la vida.»
Hay que tener en cuenta dos ideas judías básicas para entender este pasaje.
(i) Está la idea de la solidaridad. El judío no se consideraba a sí mismo individualmente, sino siempre como parte de una tribu, de una familia o nación, aparte de la cual no tenía una identidad real. Hoy en día también se dice que si se le pregunta a un aborigen australiano cómo se llama, responde con el nombre de su tribu o clan. No piensa en sí mismo como una persona, sino como un miembro de una sociedad. Uno de los ejemplos más claros de esta mentalidad se ve en la venganza de sangre en los pueblos primitivos. Supongamos que uno que es de una tribu mata a otro que es de otra. La de la víctima adquiere la responsabilidad de vengarse de la otra; es la tribu la que ha sufrido un daño, y por tanto es la que debe buscar satisfacción.
En el Antiguo Testamento tenemos un claro ejemplo de esto. Es el caso de Acán que se nos cuenta en Josué 7. En el asedio a Jericó, Acán se quedó con parte del botín, desobedeciendo lo que Dios había mandado, es decir, que todo se destruyera. En la siguiente campaña, estaban cercando a Ha¡, que parecía una empresa mucho más fácil, pero los ataques fracasaron desastrosamente. ¿Por qué? Porque Acán había pecado, ya toda la nación había contraído culpa y fue castigada por Dios. El pecado de Acán no era el de un individuo, sino el de toda la nación. Esta no era una suma de individuos, sino una masa indivisible. Lo que hacía uno de sus miembros lo hacía la nación. Cuando se descubrió el pecado de Acán, no fue ejecutado él solo, sino toda su familia; porque Acán no era un individuo aislado, sino parte de un pueblo del que no se le podía separar.
Así es como Pablo ve a Adán: no como un individuo, sino como el representante de toda la humanidad; y, como tal, su pecado fue el de todos los seres humanos.
Pablo dice que «todos los seres humanos contraemos el pecado de Adán» -literalmente «pecamos en Adán»-. Si hemos de llegar a comprender el pensamiento de Pablo tenemos que saber lo que quiere decir aquí, y que lo dice en serio. A lo largo de la historia del pensamiento cristiano se han hecho esfuerzos para interpretar de diferentes maneras la conexión entre el pecado de Adán y el de la humanidad.
(a) Se ha pensado que este pasaje quiere decir que «todo ser humano es su propio Adán.» Esto quiere decir que, como Adán pecó, todos hemos pecado; pero que entre el pecado de Adán y el de la humanidad no hay ninguna conexión real, más que, como si dijéramos, que el pecado de Adán es típico del de todos los seres humanos.
(b) Existe la que se ha llamado la interpretación legal. Esta supone que Adán era el representante de la humanidad, y que ésta participa de la obra de su representante. Pero un representante ha de ser escogido por las personas a las que representa; y eso no lo podemos decir de Adán.
(c) Existe la interpretación de que, lo que heredamos de Adán es la tendencia al pecado. Eso es cierto, sin duda; pero no es lo que Pablo quiere decir. No encajaría en absoluto en su razonamiento.
(d) A este pasaje hay que darle lo que se ha llamado la interpretación realista, es decir, que, a causa de la solidaridad de la raza humana, toda la humanidad pecó de hecho en Adán. Esto no era ninguna idea rara para un judío, sino lo que creían de hecho los pensadores judíos. El autor de 2 Esdras lo dice con toda claridad: «Una semilla de mal se sembró en el corazón de Adán desde el principio, y ¡cuánta maldad ha producido hasta este tiempo! ¡Y cuánta producirá hasta que llegue el tiempo de la recolección!» (4:30). «Porque el primer Adán, que tenía un corazón malo, transgredió y fue vencido; y no sólo él, sino todos los que descienden de él» (3:21).
(ii) La segunda idea básica está íntimamente relacionada con la primera en el razonamiento de Pablo: La muerte es la consecuencia directa del pecado. Los judíos creían que, si Adán no hubiera pecado, los seres humanos habríamos sido inmortales. Sirac 2:23 dice: «Una mujer fue el origen del pecado, y por medio de ella morimos todos.» El Libro de la Sabiduría dice: «Dios creó al hombre para la inmortalidad, y le hizo a imagen de su propia naturaleza; pero la muerte penetró en el mundo a causa de la envidia del demonio.» En el pensamiento judío, el pecado y la muerte están íntimamente relacionados. A eso es a lo que Pablo está llegando por el complicado y difícil camino de pensamiento de los versículos 12 al 14. Vamos a trazar sus etapas en una serie de ideas.
(a) Adán pecó porque quebrantó el mandamiento directo de Dios de no comer del fruto del árbol prohibido; y porque pecó, murió, aunque había sido creado inmortal.
(b) La Ley no llegó hasta el tiempo de Moisés. Ahora bien: si no hay ley, no puede haber transgresión de la ley; es decir, pecado. Por tanto, los seres humanos que vivieron entre Adán y Moisés cometieron de hecho acciones pecaminosas, pero no se los podía considerar pecadores, porque no existía la Ley.
(c) A pesar de que no se les podía atribuir pecado, sin embargo morían. Estaban sujetos al régimen de la muerte, aunque no se los podía acusar de haber quebrantado una ley que no existía.
(d) Entonces, ¿por qué morían? Era porque habían pecado en Adán. El estar implicados en el pecado les producía la muerte, aunque no había una ley que pudieran quebrantar. De hecho, esa es la prueba para Pablo de que toda la humanidad pecó en Adán.
Hemos resumido la esencia de una parte del pensamiento de Pablo. A causa de esta idea de la completa solidaridad de la humanidad, literalmente todos los seres humanos pecamos en Adán; y como la muerte es la consecuencia del pecado, ejerce su dominio sobre todos nosotros.
Pero esta misma concepción, que se puede usar para producir una visión desesperada de la situación humana, se puede usar también a la inversa para llenarla de un resplandor de gloria. En esta situación entra Jesús. Jesús Le ofreció a Dios la perfecta bondad. Y, exactamente de la misma manera que todos los seres humanos estuvieron implicados en el pecado de Adán, todos están implicados en la perfecta bondad de Jesús; y, de la misma manera que el pecado de Adán fue la causa de la muerte, la perfecta bondad de Jesús conquista la muerte y da a los humanos la vida eterna. El razonamiento triunfal de Pablo es que, como la humanidad estaba implicada en Adán y quedó por tanto condenada a muerte, así está ahora en Cristo, y queda absuelta para poder vivir. Así que, aunque ha venido la Ley y ha hecho el pecado mucho más terrible, la Gracia de Cristo sobrepuja la condenación que traía le Ley (R-V 1909).
Ese es el razonamiento de Pablo, y es inapelable para la mentalidad judía. Contiene dos grandes verdades.
(i) La primera es la siguiente: Supongamos que asumimos el sentido literal de la historia de Adán: nuestra conexión con Adán es puramente fisica. No nos queda otra posibilidad; de la misma manera que no se le deja al niño escoger su padre. Pero, por otra parte, nuestra conexión con Cristo es voluntaria. La unión con Cristo es algo que uno puede aceptar o rechazar. Se trata de una conexión distinta en ambos casos. No se nos dio la opción de elegir o no nuestra relación con Adán, en cuya naturaleza hemos recibido una herencia con muchas cosas buenas, pero también con una mala: nuestra condición de pecadores, y la paga del pecado, que es la muerte. Para darnos una salida victoriosa a una vida abundante y de renovada relación con Dios, Cristo vino al mundo y murió por nosotros. Si bien esta relación es optativa y no impuesta como la que tenemos con Adán, la invitación a aceptar el Evangelio debe llegar a toda la raza humana. Esta es la misión de la Iglesia.
(ii) La segunda es la siguiente: Pablo conserva la verdad de que la humanidad está sumida en una situación de la que no puede escapar; el pecado tiene al ser humano en su poder, y no hay esperanza. Jesucristo entra en esta situación trayendo algo que corta el nudo gordiano que existía. Por lo que Él hizo, por Quien Él es y por lo que El da, permite al hombre salir de una situación en la que se encontraba desesperadamente dominado por el pecado. Sea lo que sea lo que digamos del razonamiento de Pablo, es absolutamente cierto que el pecado ha sumido al hombre en la ruina, y que Cristo le rescata.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Rom 6:23; Gén 2:17; Gén 3:19; Sab 2:24; 1Co 15:21-22; 1Co 15:45; Gál 6:7-9; Stg 1:15.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— el ser humano: Pablo se hace aquí eco de la tradición judía que ponía el origen de la humanidad y del pecado en un solo individuo, o mejor, en una sola pareja: Adán y Eva. Pero el énfasis del pasaje está en la repercusión universal de la obra de Cristo.
— el pecado: Pablo utiliza aquí, y en toda la sección de forma casi sistemática, el singular. Presenta, pues, al pecado (y también a la muerte) de forma personificada, como si se tratara no de actos más o menos aislados del ser humano, sino de una potencia maléfica, una fuerza hostil a Dios y a su reinado, que ha hecho irrupción en la vida de los seres humanos y los ha sometido a esclavitud (Rom 6:12-16; 1Co 15:56).
— todos pecaron: La traducción adoptada está bien respaldada por textos como 2Co 5:4; Flp 3:12; Flp 4:10 y por los Padres griegos. No obstante, podría también traducirse: y por causa de quien todos pecaron, la muerte se hizo dueña de todos. Así lo interpretaron los Padres latinos y ciertos teólogos de la Reforma que vieron aquí afirmada una misteriosa inclusión de todo el género humano en el pecado de Adán. En cualquier caso, el contexto no descarta, en absoluto, una misteriosa relación de solidaridad entre el pecado del cabeza del género humano y el resto de la humanidad.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
El reino de la gracia y de la vida
El poder de la obediencia de Cristo para superar el acto de desobediencia de Adán es el gran tema de este párrafo. Pablo presenta a Adán y a Cristo como “figuras representativas” cuyos actos determinan el destino de todos aquellos que les pertenecen (o descienden de ellos). Así como Adán pecó, y a través de su pecado trajo pecado y muerte a todos aquellos que le pertenecen (12a, 18a, 19a), así también Cristo obedeció, y a través de su obediencia trajo justicia (condición correcta) y vida a todos los que le pertenecen (18b, 19b). El énfasis descansa en el “así también” de la comparación. Pablo da por sentada la verdad del pecado de Adán y del reino de muerte que introdujo una doctrina que se encuentra, con diferentes énfasis, en distintas partes de la literatura judía. Lo que Pablo nos quiere enseñar aquí es que Cristo, al darse a sí mismo en la cruz, ha establecido un reino; pero un reino de vida en lugar de muerte, de gracia (ver vv. 15-17 y 21) en lugar de lo que bien merecemos. Los creyentes en Cristo podemos tener la certeza de vivir eternamente porque hemos sido transferidos a este nuevo reino en el cual reinan la gracia y la vida (21). Esta enseñanza de la certeza de vida en Cristo sostiene todo lo que Pablo ha enseñado en 5:1-11. Podemos estar seguros de la salvación final (9, 10) porque nuestra relación con Cristo garantiza que “reinaremos en vida” (17).
En el v. 12 Pablo comienza a definir este punto clave acerca del paralelo entre Adán y Cristo, pero se interrumpe antes de terminar. Tenemos, por lo tanto, en el original, un “así como” sin el correspondiente “así también” (algunas versiones castellanas como la BJ y la BA señalan la interrupción del pensamiento con un guión al final del versículo, otras redondean el v. 12 con un “así también”). No es sino hasta los vv. 18, 19 que Pablo vuelve a expresar la comparación completa. La cláusula así también presenta los efectos universales del pecado de un solo hombre, Adán: trajo muerte al mundo y así también (es decir, a través del pecar) hizo que la muerte se extendiera a todos los hombres. Muchos estudiosos consideran que la “muerte” a la que Pablo hace referencia aquí es solamente la muerte física (Sanday-Headlam, Godet, Murray); unos pocos consideran que encierra únicamente el concepto de muerte “espiritual”. Pero probablemente incluye a ambas, es decir, la separación de la comunión con Dios y la muerte física como el juicio de Dios sobre el pecado.
La cláusula final del versículo explica por qué la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. (Tal como está reconocido casi universalmente, el gr. eph ho debe traducirse “por cuanto” o “porque”.) Esto podrá significar simplemente que cada persona muere porque cada una, en su cuerpo, peca. Pero el énfasis de Pablo sobre la manera en la cual la ofensa, … la desobediencia de un solo hombre condujo al pecado y a la condenación de toda la humanidad (esta idea se repite en los vv. 10a y 19a) sugiere que en el v. 12 también está pensando en una actitud de pecado en toda la humanidad, la cual se lleva a cabo en relación con Adán. Quizá lo que quiere decir es que todas las personas pecan (12) porque heredan de Adán una “naturaleza pecaminosa que está corrupta” (ver vv. 18, 19). Pero los vv. 18, 19 sugieren una relación más estrecha que ésta entre el pecado de Adán y el nuestro. Por lo tanto, es mejor pensar que el pecado que comete toda la humanidad en el v. 12 es un pecado que concretamente se lleva a cabo “en” Adán. Pablo podrá considerar esto en un sentido “biológico”: todos los seres humanos pecamos en Adán porque todos estábamos seminalmente “presentes” en él (ver una posible idea paralela en Heb. 7:10). O podrá él considerar esta solidaridad en un sentido “jurídico”: en su condición de representante nuestro asignado por Dios, el pecado de Adán es considerado por Dios como el pecado de toda la humanidad simultáneamente, y es en virtud de este pecado que todos los seres humanos mueren. En todo caso, lo importante para Pablo, y para nosotros, es que todos los seres humanos, en virtud de su relación con Adán, son pecadores sobre quienes pesa una sentencia de muerte.
Pablo interrumpe la comparación que comenzó en el v. 12 a fin de intercalar dos digresiones, los vv. 13, 14 y los vv. 15-17. La primera protege la enseñanza de Pablo en el v. 12, respecto a la universalidad de la muerte, de la posible objeción en cuanto a que una persona no podría ser hecha responsable de sus pecados si no ha “transgredido” la ley de Moisés (cf. 3:20 y 4:15). Pablo responde simplemente con la afirmación de la realidad de la muerte universal durante el tiempo anterior a la entrega de la ley a través de Moisés. La segunda digresión (15-17) destaca dos puntos de contraste entre Adán y Cristo. Tenemos, primero, un contraste en el efecto de sus acciones: la ofensa de Adán trajo condenación (16) y muerte (17); Cristo trajo justificación (16) y justicia (17). Segundo, encontramos un contraste en el poder de estas acciones. El acto de Adán, por cierto, ha sido lo suficientemente poderoso como para traer, como lo hace, pecado, muerte y degradación a todo el mundo. Pero, afirma Pablo, cuánto más poderosa es la acción de Cristo y los efectos de ella (15, 17). Esto es porque la gracia de Dios está en acción a través de Cristo, y porque la gracia de Dios tiene poder para más que conquistar cualquiera de las acciones de Adán.
En los vv. 18, 19 Pablo finalmente establece la plena comparación entre Adán y Cristo. Los versículos son paralelos, cada uno de ellos comparando la manera en que la ofensa/desobediencia de Adán trajo condenación y pecaminosidad con la manera en que la justicia mediante aquel uno/obediencia trajo justificación de vida y el ser constituidos justos. ¿Pero se extiende el paralelo entre ellos a los efectos universales de estos resultados? Este parecería ser el caso, dado que Pablo afirma en el v. 18 que los efectos tanto de la acción de Adán como la de Cristo se extienden a todos los hombres. No obstante, en otras partes, Pablo rechaza abiertamente el concepto de que todos los seres humanos serán salvos (p. ej. Rom. 2:12; 2 Tes. 1:8, 9), y el v. 17 también deja sentado que solamente los que reciben la abundancia de su gracia y la dádiva de la justicia son los que reinarán en vida. Por lo tanto, debemos entender el universalismo del v. 18 en términos del significado representativo de cada individuo: los efectos de la acción de Cristo se hacen extensivos a todos los que le pertenecen, del mismo modo en que los efectos de la acción de Adán se hacen extensivos a todos los que le pertenecen. Todos los seres humanos, sin excepción, pertenecen a Adán (12); pero únicamente aquellos que vienen a la fe, que “reciben el don”, pertenecen a Cristo (ver también 1 Cor. 15:22, 23).
El párrafo concluye con un comentario adicional acerca de la ley (20) y un resumen final. El hecho que Pablo mencione nuevamente la ley (cf. también los vv. 13, 14) revela lo mucho que preocupaban a Pablo los temas “judíos” en Rom. Lo que él quiere establecer aquí es que la ley de Moisés no hizo nada para cambiar la situación de pecado y la muerte introducida en el mundo por Adán. Ciertamente, la ley empeoró las cosas, aumentando la ofensa, al hacer del pecado contra Dios una rebelión de carácter más serio contra sus mandamientos explícitos (ver sobre 4:15). No obstante, allí donde el pecado “aumentó”, la gracia de Dios aumentó mucho más. Como resultado, concluye Pablo, para aquellos que están en Cristo el reino de la muerte ha sido reemplazado por el reino de la gracia, trayéndonos una nueva condición de justos (cf. 3:21-4:25) y conduciendo inevitablemente a la vida eterna, por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Nota. 12 Por esta razón (gr. dia touto). En este contexto la palabra dia probablemente tenga un significado de “finalidad” -“por amor de”, “con el propósito de”- y touto probablemente es retrospectivo, refiriéndose a la certeza del tema de la salvación en los vv. 9, 10. La frase completa entonces tiene el sentido de “con el propósito de asegurar esta salvación final”.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
y 314 Gén 2:17; Gén 3:6; Isa 43:27
z 315 Gén 3:19; 1Co 15:21
a 316 Sal 51:5; Eze 18:4; Rom 3:23
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
el pecado entró en el mundo. La desobediencia de Adán trajo el pecado a toda la raza humana, resultando en muerte física y espiritual para todos (6:23; Gn 2:17).
por un hombre. Es decir, Adán.
Fuente: La Biblia de las Américas
12 (1) Desde el principio de Romanos hasta el v. 11 de este capítulo, Pablo trata el problema de los pecados (en plural), y a partir del v.12, el del pecado (en singular). Parece que en los caps.5 8 el pecado está personificado. El pecado no sólo es una acción, sino que también es semejante a una persona, que puede entrar (v.12), reinar (v.21), enseñorearse de las personas (6:14), engañarlas y matarlas (7:11), y morar en ellas y hacer que actúen contra su propia voluntad (7:17,20). El pecado en verdad está vivo (7:9) y es sumamente activo; así que, debe de ser la naturaleza maligna de Satanás, el maligno, quien, habiéndose inyectado en el hombre por medio de la caída de Adán, ahora ha llegado a ser la naturaleza misma del pecado, la cual mora, actúa y opera en el hombre caído. Esta naturaleza personificada y pecaminosa que mora en nosotros, es la raíz de todas las acciones exteriores pecaminosas.
12 (2) O, la gente del mundo; se refiere a la humanidad ( Jua_1:29 ; Jua_3:16).
12 (3) Es decir, Adán, el primer hombre, el padre de toda la humanidad, quien introdujo la muerte por medio del pecado. En contraste con Adán tenemos a Cristo, el segundo Hombre ( 1Co_15:47), quien introdujo la vida por medio de la justicia (vs. 17-18).
12 (4) La muerte es el resultado final de la caída del hombre. Primero, el espíritu del hombre fue puesto en una condición de muerte, y finalmente su cuerpo también murió. La muerte y el pecado no pueden separarse; donde está el uno, allí se encuentra el otro. Además, la muerte no sólo es un sufrimiento físico que está por venir; es algo en lo cual el hombre participa diariamente.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
como el pecado entró en el mundo por un hombre. Después que Adán pecó, él y sus descendientes sólo pudieron engendrar pecadores, así que todos los hombres están bajo sentencia de muerte, que es el castigo del pecado.
todos pecaron. Esto es verdad a causa de la solidaridad de la raza, ya explicada (cp. Heb 7:9-10).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
En el argumento bien enhebrado de esta sección, Pablo contrasta la muerte en Adán con la vida en Cristo. Así como el pecado de Adán produjo ciertos resultados, así también la muerte de Cristo. Esto no significa una salvación automática, porque los hombres deben recibir la gracia que Dios ofrece (v. Rom 5:17).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Muerte… → Gén 3:6; en base a lo cual (Gr. epí o) todos pecaron… Es decir, por cuanto todos pecaron en Adam, como el contexto lo prueba → Rom 5:13-19; 1Co 15:22; §249.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R438 Uno de los ejemplos más impresionantes de anacoluto (un cambio en la estructura de la oración) se encuentra al final del v. 12, donde falta la apódosis para la cláusula formada con ὥσπερ. La siguiente oración (ἄχρι γάρ) toma la cláusula subordinada ἐφʼ ᾧ ἥμαρτον, y la comparación nunca se completa. En el v. 18, se presenta una nueva comparación en forma completa.
R684 Aquí la antítesis se sostiene mejor mediante la repetición del sustantivo y no con el solo pronombre (ἁμαρτία … ἁμαρτίας).
R833 Ἥμαρτον es un ejemplo sorprendente del uso del aoristo para indicar acción teminada (sumaria) (es decir, una serie de eventos a los que se refiere el aoristo).
M132 La interpretación en que del v. 12, íntimamente relacionada con las teorías del pecado original, es casi ciertamente errónea (ἐφʼ ᾧ casi ciertamente significa por cuanto; comp. 2Co 5:4).
TGr116 y sig. No hay duda de que ἐφʼ ᾧ no es una conjunción que significa porque, pero ᾧ es un pronombre relativo que se refiere a Adán, el hombre por quien el pecado entró en el mundo (aquí ἐπί comunica la idea de base u ocasión: porque; comp. T272; MT107. El significado resultante es: por tanto, porque -M50). [Editor. La afirmación inicial de Turner no niega la probabilidad de que la preposición misma exprese una idea de causa.]
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
g Gén_3:6.