¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera!
6:15 — “¿Qué, pues” es la conclusión de lo que acabó de decir? Pablo anticipó una posible conclusión errónea que alguien sugeriría, a causa de sus palabras en el versículo 14. Pero el no estar bajo ley (que condena), sino bajo la gracia (que perdona), no le da licencia a uno a ir en el pecado. Es cierto, admite Pablo, que el cristiano no está bajo la condenación de ley, pero tampoco el estar en circunstancias de gracia que perdona pecados le da ocasión de vivir en el pecado como vivía antes de su conversión a Cristo. El propósito de la gracia de Dios es salvarnos del pecado. ¿Cómo, pues, podemos continuar viviendo en él?Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
¿Qué pues? Rom 3:9.
¿pecaremos, porque no estamos bajo la ley? Rom 6:1, Rom 6:2; 1Co 9:20, 1Co 9:21; 2Co 7:1; Gál 2:17, Gál 2:18; Efe 2:8-10; Tit 2:11-14; Jud 1:4.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Puesto que los creyentes no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia (v. Rom 6:14) y la gracia anula al pecado (Col 2:14), ¿por qué no pecar? Esto es similar a la pregunta en Rom 6:1. Allí el tema era si los creyentes debían pecar de modo que la gracia abundara. Aquí se refiere a si los creyentes deben pecar porque no están bajo el sistema de la Ley Mosaica.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
? ¿Pecaremos … ? Cp. Rom 3:5-6; Rom 3:8; Rom 6:1. no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia. Vea la nota sobre el v.Rom 6:14.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Esta sección continúa la discusión de Pablo sobre la santificación. El apóstol recuerda a sus lectores la esclavitud al pecado que experimentaron en el pasado y su nueva servidumbre a la justicia. Quiere que vivan en sumisión a su nuevo amo, el Señor Jesucristo, y que no se enreden otra vez con los pecados que caracterizaron su vida vieja, pecados que ya no tienen por qué dominar la vida de cada uno de ellos.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
6:15– “¿Qué, pues” es la conclusión de lo que acabó de decir? Pablo anticipó una posible conclusión errónea que alguien sugeriría, a causa de sus palabras en el versículo 14. Pero el no estar bajo ley (que condena), sino bajo la gracia (que perdona), no le da licencia a uno a ir en el pecado. Es cierto, admite Pablo, que el cristiano no está bajo la condenación de ley, pero tampoco el estar en circunstancias de gracia que perdona pecados le da ocasión de vivir en el pecado como vivía antes de su conversión a Cristo. El propósito de la gracia de Dios es salvarnos del pecado. ¿Cómo, pues, podemos continuar viviendo en él?
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA POSESIÓN EXCLUSIVA
Romanos 6:15-23
Entonces, ¿qué? ¿Hemos de seguir pecando porque no estamos bajo la Ley sino bajo la Gracia? ¡De ninguna manera! ¿No os dais das cuenta de que, si os entregáis a alguien como esclavos para obedecerle, de hecho os convertís en esclavos de la persona que habéis elegido obedecer: ya sea del pecado, que conduce a la muerte, o de la obediencia, que conduce a la perfecta relación con Dios. Pero, gracias a Dios, vosotros que erais esclavos del pecado, habéis llegado a la decisión espontánea de obedecer el modelo de enseñanza que habéis aceptado; y, al ser liberados del pecado, os habéis convertido en esclavos de la justicia. Hablo en términos humanos, porque la naturaleza humana no puede entender otros por sí sola: De la misma manera que antes rendíais vuestros miembros como esclavos de la inmundicia y la iniquidad, lo que producía todavía más iniquidad, así ahora habéis rendido vuestros miembros como esclavos de la justicia, y habéis empezado a recorrer el camino que conduce a la santidad. Cuando erais esclavos del pecado, estabais libres de todo compromiso con la justicia; pero, ¿qué producto obteníais? Todo lo que conseguíais eran cosas de las que ahora os avergonzáis cordialmente, porque su fin es la muerte. Pero ahora, puesto que ya estáis libres del pecado, y os habéis convertido en esclavos de Dios, el fruto de que disfrutáis está designado para guiaros en el camino de la santidad cuya meta es la vida eterna. Porque la paga del pecado es la muerte, pero el don gratuito de Dios es la vida eterna en nuestro Señor Jesucristo.
Para cierto tipo de mentalidad, la doctrina de la Gracia gratuita es siempre una tentación a decir: «Si el perdón es tan fácil y tan inevitable como todo eso, si lo único que Dios quiere es perdonar y si su Gracia es tan ancha como para cubrir cualquier mancha o defecto, ¿por qué preocuparnos del pecado? ¿Por qué no vivir como nos dé la gana? A fin de cuentas, da lo mismo.»
Pablo se opone a eso con una imagen de la vida real: «Hubo un tiempo en que os entregasteis al pecado como sus esclavos; entonces la integridad no tenía ningún derecho sobre vosotros. Pero ahora os habéis entregado a Dios como esclavos de la integridad, y el pecado no tiene ningún derecho sobre vosotros.»
Para entender esto tenemos que comprender el status de un esclavo. Cuando hablamos de un empleado, en el sentido actual, nos referimos a una persona que da una parte concertada de su tiempo y actividad a un patrono, del que recibe un salario. El tiempo concertado está al servicio del patrono y a sus órdenes; pero, cuando termina ese tiempo, es libre para hacer lo que quiera. Durante la jornada laboral «pertenece» a su patrono; pero en el tiempo libre se pertenece a sí mismo. Pero en el tiempo de Pablo el status de un esclavo era completamente diferente. Literalmente, no se pertenecía a sí mismo en ningún momento, todo el tiempo le pertenecía a su amo. Era propiedad exclusiva de su amo. Esa es la imagen que Pablo tiene en mente. Dice: «Hubo un tiempo cuando eras esclavo del pecado. El pecado era tu dueño absoluto. Entonces no podías hablar de nada más que del pecado. Pero ahora has tomado a Dios como tu dueño, y Él tiene posesión absoluta de tu persona. Ahora ya no puedes ni hablar del pecado: tienes que hablar sólo de la santidad.»
Pablo se disculpa por adoptar este ejemplo. Dice: «Estoy simplemente usando una analogía humana para que vuestras mentes lo puedan captar.» Se disculpa porque no le gusta comparar la vida cristiana con ninguna forma de esclavitud. Pero lo que quiere decirnos es que el cristiano no puede tener más dueño que Dios. No puede darle a Dios una parte de su vida y otra parte al mundo. En cuanto a Dios, es todo o nada. Mientras uno tenga una parte de su vida que no pertenece a Dios no es cristiano de veras. Es cristiana la persona que le ha dado a Cristo el completo control de su vida sin reservarse nada. Nadie que lo haya hecho podría nunca pensar en usar la Gracia como una licencia para el pecado.
Pero Pablo tiene algo más que decir: «Tú tomaste la decisión libre y espontánea de obedecer el esquema de la enseñanza que habías aceptado.» En otras palabras, es como si dijera: «Tú sabías lo que estabas haciendo, y lo hiciste con absoluta libertad.» Esto es interesante. Recuerda que este pasaje ha surgido de una conversación acerca del bautismo; por tanto quiere decir que al bautismo se llegaba después de una preparación. Ya hemos visto que en la Iglesia Primitiva el bautismo era de adultos, es decir, de creyentes, previa confesión de fe. Está claro, por tanto, que uno no ingresaba en la iglesia en un momento de emoción. Se le instruía. Tenía que saber lo que estaba haciendo. Se le enseñaba lo que Cristo ofrecía y demandaba. Entonces, y sólo entonces, tomaba la decisión de incorporarse.
Cuando uno quiere ingresar en la gran orden benedictina se le acepta por un año de prueba. Todo ese tiempo tiene colgada en su celda la ropa que usaba en el mundo. En cualquier momento se puede quitar el hábito y ponerse la otra ropa y salir, y nadie se lo impedirá. Sólo después de aquel año se llevan definitivamente de su celda la ropa del mundo. Con los ojos abiertos y sabiendo lo que hace entra en la orden.
Así sucede con el Evangelio. Jesús no quiere seguidores que no se hayan parado a considerar el precio. No se conforma con una persona que hace protestas de lealtad en la cresta de una ola de emoción. La Iglesia tiene el deber de presentar la fe en toda su riqueza, y las exigencias en toda su seriedad, a los que quieren hacerse miembros.
Pablo traza una diferencia entre la vida vieja y la nueva. La vida vieja se caracterizaba por la suciedad y la iniquidad. El mundo pagano era un mundo sucio; no conocía la castidad. Justino Mártir lanza un dicterio terrible cuando habla de la exposición de los bebés. En Roma, los niños que no se querían, especialmente las niñas, literalmente se tiraban a la basura. Todas las noches había muchas tiradas en el foro. A algunas las recogían ciertos tipos repugnantes que regentaban burdeles y las criaban para emplearlas en ellos. Justino presenta a sus detractores paganos la posibilidad de que, en su inmoralidad, cuando fueran a un burdel de la ciudad, podría ser que les correspondiera su propia hija.
El mundo pagano era inicuo en el sentido de que la concupiscencia era la única ley, y el crimen producía más crimen. Esa y no otra es la ley del pecado: el pecado engendra pecado. La primera vez que se comete un acto indigno, tal vez se hace con vergüenza y temblor. La segunda vez es más fácil; y, si se sigue así, ya no hay que vencer ningún escrúpulo ni realizar ningún esfuerzo. El pecado pierde su horror. La primera vez puede que nos permitamos alguna indulgencia y que nos conformemos con muy poco; pero luego se llega a querer más y más para conseguir el mismo o más placer. El pecado conduce al pecado; el libertinaje, al libertinaje. Una vez que se entra en el camino del pecado, se va cada vez más lejos.
La nueva vida es diferente: es la vida de la integridad. Los griegos definían la integridad como darles al hombre y a Dios lo que se les debe. La vida cristiana le da a Dios Su lugar y respeta los derechos de las personas. El cristiano nunca desobedecerá a Dios ni usará a una persona humana para satisfacer su deseo de placer. La vida cristiana conduce a la santificación. La palabra griega es haguiasmós. Todas las palabras griegas que terminan por -asmós describen, no un estado, sino un proceso. La santificación es el camino que conduce a la santidad. Cuando una persona le entrega su vida a Cristo, eso no la hace perfecta instantáneamente; la lucha no ha terminado ni mucho menos; pero el Cristianismo siempre ha considerado más importante la dirección en que se marcha que la etapa particular que se ha alcanzado. Una vez que se pertenece a Cristo se ha empezado el proceso de la santificación, el camino a la santidad. » Lo único que hago, dejando de pensar en lo que queda atrás y estirándome a lo que tengo por delante, es proseguir hacia la meta, al premio del supremo llamamiento que Dios me ha dirigido en la Persona de Jesucristo» Fil 3:13 s). Robert Louis Stevenson decía: » Viajar con esperanza es mejor que llegar.» Lo que no se puede negar es que es una gran cosa ponerse en camino hacia una meta gloriosa.
Pablo termina con una gran frase que contiene una doble metáfora: «La paga del pecado es la muerte, pero el regalo gratuito e inmerecido de Dios es la Vida eterna.» Pablo usa dos palabras militares: Para paga usa la palabra opsónia, que quiere decir literalmente la paga del soldado -la soldada (N-C)-, lo que se ha ganado arriesgando la vida y con mucho sudor y dolor, algo que se le debe y que no se le debe escatimar; y para regalo usa járisma -en latín donativum-, que es algo que no se ha ganado, que el ejército recibía a veces. En ocasiones especiales -por ejemplo, en su cumpleaños, el día que ascendía al puesto supremo o en el aniversario-, el emperador les repartía a los soldados un regalo en dinero. No se había ganado, sino que el emperador lo daba por generosidad y gracia. Así que Pablo dice: » Si se nos da lo que nos hemos ganado, no vamos a recibir nada más que la muerte; pero Dios nos da la Vida eterna por pura Gracia y generosidad.»
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Librados del poder del pecado, para servir a la justicia. Al igual que en 6:1-14, este párrafo tiene como detonante una pregunta relacionada con algo que Pablo acaba de decir. Su afirmación de que el creyente en Cristo no está “bajo la ley, sino bajo la gracia” (14b), podría implicar que ya no hay reglas que el cristiano necesite obedecer, ni más condena por pecado alguno que él o ella efectivamente cometa. La respuesta de Pablo es similar a su enseñanza en los vv. 3-10: pecar de manera habitual manifestaría un estado de esclavitud al pecado (16), un estado del cual todo creyente en Cristo ha sido librado (17, 18). Pablo está seguro de que los creyentes romanos han experimentado en sí mismos esta nueva libertad del pecado, porque, les dice, habéis obedecido de corazón a aquella forma de enseñanza a la cual os habéis entregado (17b). Al expresar el tema con estas palabras Pablo está sugiriendo, al mismo tiempo, que los creyentes en Cristo, liberados de la ley mosaica, están, no obstante, ligados por un código autoritativo, una “forma de enseñanza” que en algunos aspectos es similar a la de la ley mosaica (ver 2:20). Los cristianos tienen una nueva obligación. Los vv. 17-23 lo explican como un desarrollo de lo que Pablo ha dicho antes en el capítulo. La libertad del pecado, afirma Pablo, no quiere decir que los creyentes sean autónomos, viviendo sin un Señor y sin obligaciones. Indica más bien una nueva esclavitud: pero a la justicia (18, 19) y a Dios (22). Al igual que Jesús, Pablo insiste en que la verdadera “libertad” se halla únicamente en una relación con el Dios que nos creó (Juan 8:31-36). Unicamente al doblar la rodilla ante Dios puede una persona llegar a ser lo que fue la intención original de Dios para con ella: “justa” (ajustándose a las normas de conducta dadas por Dios) y “santa” (una vida centrada en Dios, y que renuncia al mundo). Y la consecuencia de éstas es la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (23; cf. v. 22).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
c 378 1Co 9:21
d 379 Rom 5:21
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
¿Pecaremos. Sería absurdo que el creyente usara erróneamente su nueva libertad lograda por el amor de Dios en su plan de salvación por la gracia, para pecar y no para servir a Dios (vers. 13; 12:1). Reconociendo que sus lectores pudieran llegar a esta errada conclusión, Pablo trata este asunto en los vers. 15– 23.
Fuente: La Biblia de las Américas
Este pasaje es la aplicación ética de Rom 5:12-21. Cuando estábamos en Adán, el pecado era el amo, demandando una vida vergonzosa y pagando con la muerte. En Cristo, podemos ser siervos de la justicia.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Pecaremos… Lit. pecáramos.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R850 La fuerza precisa puntual del tiempo aoristo se manifiesta en el verbo subjuntivo ἁμαρτήσωμεν: ¿debemos pecar?
B176 El optativo de deseo se usa para desaprobar fuertemente algo que se sugiere (comp. Rom 6:2).
BD299(3) En el primer segmento de este versículo está implícito ἐροῦμεν (comp. el v. 1).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit. pecáramos.
6.15 Lit. u161?No suceda! u161?Jamás!