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Comentario de Romanos 15:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Romanos 15:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Así que, los que somos más fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles y no agradarnos a nosotros mismos.

RESUMEN: El principio de este capítulo es una continuación del punto principal tratado en el anterior. El ejemplo de Cristo es presentado para mostrar cómo el fuerte debe tratar al débil. Cristo ha recibido a todo el mundo que le obedece, sin discriminación. ¡Cuánto más deberíamos los cristianos recibir los unos a los otros en amor! El juzgar y el menospreciar, tocante a cosas indiferentes, no tienen lugar en los que están unidos en amor fraternal.

Luego expresa Pablo su confianza en los hermanos en Roma de que son capaces de amonestarse los unos a los otros. Como apóstol a los gentiles Pablo esperaba, como sacerdote, ofrecer a Dios a los gentiles obedientes como sacrificio aceptable.

Por fin, termina el capítulo hablando de los deseos de Pablo de poder visitar a los hermanos en Roma, después de su viaje a Jerusalén para llevar la contribución de hermanos gentiles a los santos necesitados que residían en Jerusalén.

15:1 — Ser fuerte trae en sí obligación de servir (al débil). Para servir, uno tiene que deshacerse de toda arrogancia y egoísmo. (Véase Mat 20:25-28).

El fuerte, en este contexto, es el que entiende bien la naturaleza indiferente del caso (de guardar días, comer carnes, etcétera) y por eso no tiene dudas o escrúpulos como los tiene el débil. No tiene más fe en Cristo que el débil; no es más activo cristiano. Pero en cosas indiferentes, teniendo mejor comprensión de la verdad del caso, puede sacrificarse de sus privilegios y derechos (libertades), para evitar la perdición de algún hermano débil (en esta comprensión). La salvación del hermano débil le importa más que el ejercicio de derechos en cosas como las de comer, beber, y hacer caso de días.

Las “flaquezas” aquí referidas son los escrúpulos del hermano débil.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

los que somos fuertes. Rom 4:20; 1Co 4:10; 2Co 12:10; Efe 6:10; 2Ti 2:1; 1Jn 2:14.

debemos soportar las flaquezas de los débiles. Rom 14:1; 1Co 9:22; 1Co 12:22-24; Gál 6:1, Gál 6:2; 1Ts 5:14.

y no agradarnos a nosotros mismos. Rom 15:3.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Los fuertes deben soportar a los débiles, Rom 15:1.

No debemos agradarnos a nosotros mismos, Rom 15:2;

pues Cristo no lo hizo, Rom 15:3-6;

sino debemos recibirnos unos a otros, como Cristo nos recibió a todos, Rom 15:7;

tanto a judíos como a gentiles, Rom 15:8-14;

Pablo justifica su carta, Rom 15:15-27;

promete visitarlos, Rom 15:28, Rom 15:29;

y pide sus oraciones, Rom 15:30-33.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La transformación hecha por Dios en el espíritu del creyente debe expresarse en la vida diaria. Las instrucciones prácticas en los capítulos Rom 12:1-21; Rom 13:1-14; Rom 14:1-23; Rom 15:1-13 se basan en la doctrina de la enseñanza de Pablo en Rom 1:18-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-31; Rom 4:1-25; Rom 5:1-21; Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39; Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36. La doctrina cristiana debe guiarse hacia la ética cristiana. En Rom 12:1Rom 12:2 está el mandamiento básico que se requiere del cristiano a la luz de todo lo que Dios ha hecho. El resto de esta sección describe cómo este mandamiento se lleva a cabo en las diferentes situaciones de la vida diaria.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

flaquezas: Porque no hay pautas claras en las Escrituras para algunos temas, el débil es excesivamente cauteloso. No debemos agradarnos a nosotros mismos a expensas de los demás. Es mejor que ayudemos a nuestro prójimo para fortalecerle espiritualmente.

 PARA VIVIRLO

El arco iris de Dios

Las sociedades y sus sistemas tienden a alentar a las personas a separarse en líneas raciales, étnicas y culturales, otros abandonan sus distintivos para hacerse similares a un poderoso grupo dominante. Pablo busca un enfoque diferente. No le pidió a los judíos que entregaran sus herencias y se convirtieran en gentiles, ni les pidió a los gentiles que se convirtieran en judíos. Al contrario, afirmó el rico trasfondo étnico de ambos grupos, a la vez los desafiaba a vivir juntos en unidad (Rom 15:7).

Este tipo de unidad es costosa, y el intento de practicarla siempre está bajo ataque. Sin embargo, así es la iglesia a la que Dios nos llama: un cuerpo diverso de hombres que están unificados alrededor de Cristo. Nuestros trasfondos (sea japonés, anglosajón, africano, medio oriental, latino, chino, italiano, o cualquiera que sea) son dones de Dios para cada uno de nosotros y para la Iglesia. Él nos ha puesto en nuestras familias como lo ha estimado conveniente. Podemos regocijarnos en el trasfondo cultural que nos dio y ser enriquecidos por el trasfondo que dio a otros.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

El ejemplo de Jesucristo, 15:1-13.
1 Los fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles sin complacernos a nosotros mismos. 2 Cada uno cuide de complacer al prójimo, para su bien, para su edificación, 3 que Cristo no buscó su propia complacencia, según está escrito: “Sobre mí cayeron los ultrajes de quienes me ultrajaban,” 4 Pues todo cuanto está escrito, para nuestra enseñanza fue escrito, a fin de que por la paciencia y por la consolación de las Escrituras estemos firmes en la esperanza. 5 Que el Dios de la paciencia y de la consolación os dé tener unos para con otros unos mismos sentimientos a ejemplo de Cristo Jesús, 6 para que unánimes, a una sola voz, glorifiquemos a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. 7 Por lo cual recibios mutuamente, según que Cristo os acogió a vosotros para gloria de Dios. 8 Digo, en efecto, que Cristo fue ministro de la circuncisión por la veracidad de Dios, para cumplir las promesas a los padres, 9 mientras que los gentiles glorifican a Dios por su misericordia, según está escrito: “Por esto te alabaré entre las gentes y salmodiaré a tu nombre.” 10Y otra vez dice: “Regocijaos, gentes, con su pueblo.” 11 En otra parte: “Alabad al Señor todas las gentes y ensalzadle los pueblos todos.” 12 Y otra vez dice Isaías: “Aparecerá la raíz de Jesé y el que se levanta para mandar a las naciones; en El esperarán las naciones.” 13 Que el Dios de la esperanza os llene de cumplida alegría y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo.

Continúa San Pablo su exhortación a “fuertes” y “débiles,” proponiéndoles el ejemplo de Cristo. Es de notar, sin embargo, que sus razonamientos son de carácter amplísimo y miran a regular nuestro comportamiento general con el prójimo, sobrepasando el caso concreto de los “fuertes” y los “débiles.”
La idea básica es que el cristiano, más que pensar en complacerse a sí mismo, debe pensar en complacer al prójimo, buscando su bien o, como se concreta luego, su “edificación” (v.2). Esta metáfora de la “edificación” es usada con mucha frecuencia por San Pablo en el sentido de crecimiento en la vida cristiana (cf. 14:19; 1Co 14:26; 2Co 10:8; Efe 2:21; 1Te 5:11). Y para animarnos a algo que nos resulta difícil y que, en fin de cuentas, está a la raíz de todas las discordias, San Pablo nos propone el ejemplo de Jesucristo, que “no buscó su propia complacencia,” sino que se sometió por nosotros a todo género de humillaciones, conforme estaba ya predicho en Sal 69:10. Este salmo, con frecuencia, es aplicado por los evangelistas a Jesucristo (cf. Jua 2:17; Jua 15:25; Jua 19:29), y de su carácter mesiánico ya hablamos al comentar Hec 1:20. La cita escriturística da pie al Apóstol para recalcar el valor permanente de la Escritura en orden a nuestra instrucción, al infundir en nosotros, con sus enseñanzas, la esperanza de los bienes eternos, dándonos así paciencia y consolación en las pruebas de esta vida (v.4; cf. 1Co 10:11; 2Ti 3:16). Que ese Dios, pues, de la paciencia y de la consolación, concluye el Apóstol, os conceda tener los mismos sentimientos unos para con otros, a ejemplo de Cristo Jesús, para que unánimemente glorifiquéis a Dios en vuestras oraciones, no obstante las opiniones divergentes sobre menudencias de manjares y de días (v.5-6; cf. Hec 1:14; Hec 5:12).
Con esta llamada a la concordia dan por terminada algunos autores la exhortación a los “fuertes” y a los “débiles.” Sin embargo, la frase “por lo cual acogeos mutuamente” del v.7, tan parecida a la Deu 14:1, parece estar indicando que San Pablo en esta perícopa (v·7-8) no na perdido aún de vista el tema. Incluso ha habido intérpretes que en los “judíos” y “gentiles” de esta perícopa ven designados con su verdadero nombre a los “débiles” y “fuertes” de narraciones anteriores. Nosotros no llegamos tan lejos. Más bien creemos, como insinúa él “por lo cual” del v.7, que el Apóstol trata simplemente de desarrollar su invitación a seguir el ejemplo de Jesucristo del v.5, aduciendo el ejemplo concreto de lo que Jesucristo ha hecho con judíos y gentiles, al acogerlos a todos, no obstante sus diferencias, en un solo pueblo, para gloria de Dios (v.7). Los judíos, añade San Pablo, deben su salvación a la veracidad o fidelidad de Dios, que cumple sus promesas enviándoles al Mesías (v.8; cf. Mat 15:24); los gentiles, alejados de la sociedad de Israel, la deben puramente a su misericordia (v.g; cf. Efe 2:11-22). Claro que, en realidad, también las promesas hechas a Israel son a base de misericordia, y la llamada a los gentiles está ya implicada en esas promesas.
A continuación, el Apóstol cita cuatro pasajes de la Escritura en los que ve ya predicha esa glorificación que los gentiles habían de dar a Dios (v.9-12; cf. Sal 18:50; Sal 117:1; Deu 32:43; Isa 11:10). De estos cuatro pasajes, los tres últimos son ciertamente mesiánicos, aunque la idea mesiánica, como es corriente en los profetas (cf. Hch 15:16-17), esté íntimamente ligada al final de la cautividad. En cuanto a Sal 18:50, primero de los textos citados, no se ve tan claro su carácter mesiánico. Todo el salmo es un canto de triunfo en el que David da gracias a Dios por haberle librado de sus enemigos y haber ensanchado su reino hasta más allá de las fronteras tradicionales, sometiendo los pueblos paganos de filisteos, moabitas y otros. Con esta expansión en países paganos, no sólo ya en la tierra de Israel, también entre esos pueblos “gentiles,” incorporados en cierta manera a Israel, se dará gloria al Dios verdadero. A esto parecen aludir las palabras “por esto te alabaré entre las gentes,” que cita San Pablo. Si el Apóstol relaciona esas palabras con los tiempos mesiánicos y ve en ellas anunciada la entrada de los gentiles en la Iglesia, es porque, al igual que hemos visto en otros muchos textos (cf. 9:25-29.33; 10:19-21; Hec 1:20; Hec 2:25), esas expresiones, que en su sentido literal histórico se refieren a tiempos de David, en la intención de Dios van hasta el Mesías, en quien únicamente han de tener su “pleno” cumplimiento.
San Pablo termina la parte moral de su carta con una especie de augurio o bendición final, pidiendo para los fieles de Roma aquella paz y alegría que nacen de la fe, y que son prenda de la felicidad que esperamos (v.13; cf. 5:1-5).

Epilogo, 15:14-16:27.

Excasas por haber escrito, 15:14-21.
14 Yo estoy personalmente bien persuadida, hermanos míos, de que ya vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de toda ciencia, para poder amonestaros unos a otros; 15 sin embargo, os he escrito a veces con bastante libertad, como quien os trae a la memoria lo que ya sabéis, en virtud de la gracia que por Dios me fue dada, 16 de ser ministro de Jesucristo entre los gentiles, encargado de un ministerio sagrado en el Evangelio de Dios, para procurar que la oblación de los gentiles sea aceptada, santificada por el Espíritu Santo. 17 Tengo, pues, esta gloria en Cristo Jesús, por lo que mira al servicio de Dios;18 porque no me atreveré a hablar de cosa que Cristo no haya obrado por mí para la conversión de los gentiles, de obra o de palabra, mediante el poder de milagros y prodigios y el poder del Espíritu Santo. 19 De suerte que desde Jerusalén hasta la Iliria y en todas direcciones he predicado cumplidamente el Evangelio de Cristo; 20 sobre todo me he hecho un honor de predicar el Evangelio donde Cristo no era conocido, para no edificar sobre fundamentos ajenos, 21 sino según lo que está escrito: “Le verán aquellos a quienes no fue anunciado, y los que no han oído entenderán.”

San Pablo ha llegado al final de su carta y, antes de la despedida y acostumbrados saludos, quiere como disculparse ante los romanos de haberles escrito con tanta libertad. Desde luego, si se hubiese tratado de una iglesia fundada por él, no es probable que hubiese pensado en presentar excusas; pero sabemos que la iglesia de Roma no había sido fundada por el Apóstol (cf. 1:10-13), y era norma suya “no edificar sobre fundamentos ajenos” (v.20; cf. 1Co 3:10; 2Co 10:15).
Comienza, pues, por disculparse ante los romanos de haberles escrito; tanto más, que ellos mismos estaban llenos de “bondad y de ciencia” (άγα3ωσύνης και γνώσεως) para poder amonestarse mutuamente (v.14). La alabanza, aunque tenga su parte de expresión cortés y no excluya el que hubiera algunos defectos (cf. 14:1-4), no debe considerarse como simple adulación, sino que responde a una realidad, que habla muy alto en favor de la comunidad romana (cf. 1:8.12). A pesar de todo, San Pablo ha querido escribirles con esa libertad que lo ha hecho, “recordándoles” ideas que ya conocen, en virtud de su condición de Apóstol de los Gentiles (cf. 1:5; 12:3), encargado de presentarlos ante el altar de Dios como “oblación santificada por el Espíritu Santo” (v. 15-18). Es de notar la terminología litúrgica o sacrificial con que Pablo se expresa al hablar de su apostolado. Y es que el apostolado, más aún que la simple vida cristiana (cf. 12:1; Flp 2:17), es una como especie de liturgia en que el Apóstol, o mejor, Cristo por él, ofrece los seres humanos a Dios (cf. 1:9).
Insistiendo en esta idea de que es Apóstol de los Gentiles y de que no quiere trabajar en terrenos roturados ya por otros, entre los cuales está Roma, San Pablo señala cuál ha sido hasta ahora su campo de acción, que abarca “desde Jerusalén hasta la Iliria” (v.18-21). El mejor comentario a esta afirmación del Apóstol son los capítulos 13-20 del libro de los Hechos. No está claro, sin embargo, si la Iliria o Dalmacia queda incluida en ese su campo de actividad, o debe considerarse como límite exterior. Más probable parece lo primero (cf. Hec 20:2). La cita de Isa 52:15, que el Apóstol hace en el v.21, pertenece al poema del “Siervo de Yahvé,” refiriéndose el profeta a la estupefacción que experimentarán en el futuro todos aquellos a quienes se predique un Mesías glorioso, sí, pero antes, escarnecido y humillado. De hecho así fue (cf. 1Co 1:23); y San Pablo, al ir a predicar a países donde Cristo no ha sido aún anunciado – tal es la ocasión con que hace la cita – , va dando cumplimiento a esa profecía.

Proyectos de viaje,1Co 15:22-33.
22 Por lo cual me he visto impedido muchas veces de llegar hasta vosotros; 23 pero ahora, no teniendo ya campo en estas regiones, y deseando ir a veros desde hace bastantes años, 24 espero veros al pasar, cuando vaya a España, y ser allá encaminado por vosotros, después de haber gozado un poco de vuestra conversación. 25 Mas ahora parto para Jerusalén en servicio de los santos, 26 porque Macedonia y Acaya han tenido a bien hacer una colecta a beneficio de los pobres de entre los santos de Jerusalén. 27 Y lo han querido así, considerándose deudores suyos, ya que, si los gentiles comunican en los bienes espirituales de ellos, deben ellos servirles con los bienes materiales. 28 Una vez cumplido este oficio, cuando les entregue este fruto, pasando por vosotros me encaminaré a España, 29 y sé que yendo a vosotros, iré con la plenitud de la bendición de Cristo. 30 Os exhorto, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por la caridad del Espíritu, a que me ayudéis en esta lucha, mediante vuestras oraciones a Dios por mí, 31 para que me libre de los incrédulos en Judea y que el servicio que me lleva a Jerusalén sea grato a los santos. 32 Con esto iré alegre a veros, por la voluntad de Dios, y me recrearé con vosotros. 33 El Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén.

San Pablo declara, por fin, cuál es la ocasión inmediata de escribir a los romanos: anunciarles su visita, de paso para España. Ya de mucho tiempo atrás había deseado visitarlos (cf. 1:10-13; Hec 19:21); pero sus trabajos en la fundación de nuevas iglesias, “desde Jerusalén hasta la Iliria,” se lo habían impedido (v.22). Ahora, “no teniendo ya campo en estas regiones,” ha pensado dirigirse a España, la nación en el extremo occidental del mundo entonces conocido, y, al pasar, quiere detenerse en Roma para su consuelo y para que desde ahí, nudo central de comunicaciones, le encaminen hacia su nuevo campo de actividades (v.23-24). Lo de “no tener ya campo desde Jerusalén hasta la Iliria” (v.23) no quiere decir que todos los gentiles de esas regiones se hubiesen convertido, sino que, hablando en general, el Evangelio estaba ya suficientemente promulgado en esas regiones, y su misión era la de poner los fundamentos, dejando a sus discípulos el encargo de continuar la obra. Sobre si San Pablo llevó a cabo o no su proyectado viaje a España, ya hablamos al trazar su biografía en la introducción general a las cartas.
Antes del viaje a España – notemos que San Pablo está escribiendo desde Corinto – , ha de realizar todavía otro viaje que le trae un poco preocupado: el viaje a Jerusalén, para llevar a los fieles de aquella iglesia las colectas recogidas en Macedonia y en Acaya (v.25-32; cf. 1Co 16:1-4; 2 Cor 8:1-9:15). Este viaje lo tenemos descrito con bastante detalle en Act 20:1-21:26. San Pablo se había impuesto como una obligación el organizar estas colectas en favor de la iglesia-madre de Jerusalén (cf. Gal 2:10), a lo que parece, en bastante penuria (cf. Hec 11:29), insistiendo en que si hemos recibido de ella “bienes espirituales,” justo es que la ayudemos “con los bienes materiales” (v.27; cf. 1Co 9:11). Desde luego, la acción caritativa del Apóstol no podía merecer sino alabanzas; pero el terreno era delicado. No ya sólo por las dificultades con que en sus viajes había de tropezar por parte de los judíos incrédulos, que continuamente le estaban tendiendo asechanzas para acabar con él (cf. Hec 20:3; Hec 21:27-30), sino también porque, incluso los judíos convertidos, le miraban con bastante recelo y había peligro de que rechazasen desdeñosamente esas colectas, desaire que hubiera tenido fatales consecuencias para las relaciones de las iglesias hijas con la iglesia madre (cf. Hec 21:18-25). Por eso pide oraciones a los fieles de Roma, “para que el servicio que me lleva a Jerusalén sea grato a los santos” (v.31).
El v.33, con que termina esta perícopa, tiene todas las trazas de un saludo final, como lo encontramos en otras cartas (cf. 1Co 16:24; 2Co 13:13; Flp 4:23; 1Te 4:28; 2Te 3:18).

Fuente: Biblia Comentada

los que somos fuertes. Vea las notas sobre Rom 14:1-13. soportar. La palabra significa «levantar una carga y llevarla». Se emplea con referencia a llevar un cántaro de agua (Mar 14:13), transportar a un hombre (Hch 21:35), y en sentido figurado para el hecho de sobrellevar una obligación (Hch 15:10). Los fuertes no solo deben tolerar las debilidades de sus hermanos más débiles, sino prestar su hombro y ayudarlos a llevar sus cargas con la demostración de amor y consideración práctica (Gál 6:2; cp. 1Co 9:19-22; Flp 2:2-4). flaquezas. Se traduce mejor «debilidades». los débiles. Vea la nota sobre Rom 14:1.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

En estos últimos cinco capítulos, Pablo explica en gran detalle cómo los creyentes deben vivir en la práctica las verdades teológicas profundas de los primeros once capítulos. En su gracia, Dios ha dado tanto a los creyentes que Pablo los exhorta a responder con agradecimiento en obediencia.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

RESUMEN: El principio de este capítulo es una continuación del punto principal tratado en el anterior. El ejemplo de Cristo es presentado para mostrar cómo el fuerte debe tratar al débil. Cristo ha recibido a todo el mundo que le obedece, sin discriminación. ¡Cuánto más deberíamos los cristianos recibir los unos a los otros en amor! El juzgar y el menospreciar, tocante a cosas indiferentes, no tienen lugar en los que están unidos en amor fraternal.
Luego expresa Pablo su confianza en los hermanos en Roma de que son capaces de amonestarse los unos a los otros. Como apóstol a los gentiles Pablo esperaba, como sacerdote, ofrecer a Dios a los gentiles obedientes como sacrificio aceptable.
Por fin, termina el capítulo hablando de los deseos de Pablo de poder visitar a los hermanos en Roma, después de su viaje a Jerusalén para llevar la contribución de hermanos gentiles a los santos necesitados que residían en Jerusalén.

15:1– Ser fuerte trae en sí obligación de servir (al débil). Para servir, uno tiene que deshacerse de toda arrogancia y egoísmo. (Véase Mat 20:25-28).
El fuerte, en este contexto, es el que entiende bien la naturaleza indiferente del caso (de guardar días, comer carnes, etcétera) y por eso no tiene dudas o escrúpulos como los tiene el débil. No tiene más fe en Cristo que el débil; no es más activo cristiano. Pero en cosas indiferentes, teniendo mejor comprensión de la verdad del caso, puede sacrificarse de sus privilegios y derechos (libertades), para evitar la perdición de algún hermano débil (en esta comprensión). La salvación del hermano débil le importa más que el ejercicio de derechos en cosas como las de comer, beber, y hacer caso de días.
Las “flaquezas” aquí referidas son los escrúpulos del hermano débil.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA COMUNIÓN FRATERNAL

Romanos 15:1-6

Los que somos fuertes tenemos la obligación de soportar las debilidades de los que no lo son, y no hacer las cosas a nuestro gusto. Que cada cual obre teniendo en cuenta a su prójimo, de manera que sirva para el bien y la edificación en la fe de los demás. Porque el Ungido de Dios no hacía lo que le venía en gana; sino, como está escrito: «Los insultos de los que te insultaban recayeron sobre Mí.» Todo aquello que se escribió hace mucho tiempo era para nuestra enseñanza; para que nos mantengamos firmes en la esperanza por medio de la fortaleza y el ánimo que nos dan las Escrituras. ¡Que el Dios Que nos infunde fortaleza y ánimo os conceda convivir en armonía como Jesucristo quiere, para que se eleve al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo la alabanza que procede de corazones que latan y de voces que resuenen al unísono!

Pablo está tratando todavía de los deberes mutuos de los miembros de la iglesia, y especialmente de los más fuertes hacia los más débiles en la fe. Este pasaje nos da un resumen maravilloso de las señales que deben caracterizar la comunión fraternal.
(i) La comunión cristiana debe tener como una de sus características la consideración entre los miembros. Cada uno debe pensar, no sólo en sí mismo, sino en los demás. Pero esta consideración no debe degenerar en una laxitud facilona y sensiblera. Debe ir encaminada al bien y a la edificación en la fe del otro. No es una tolerancia que surge del pasotismo y de la falta de interés, sino la tolerancia que sabe que, para ganar a una persona, hay que arroparla con un ambiente de amor, y no bombardearla con una batería de críticas.

(ii) La comunión cristiana debe tener como una de sus características el estudio de la Palabra de Dios. De allí debe proceder nuestro ánimo. Desde este punto de vista la Escritura nos provee de dos cosas: (a) Nos informa de la relación que Dios ha tenido con una nación, un informe que es la demostración de que siempre es mejor estar en buena relación con Dios y sufrir, que estar a bien con los hombres y evitarse problemas. Los acontecimientos de la historia de Israel demuestran que al final les va bien a los buenos y mal a los malos. La Biblia demuestra, no que el camino de Dios es siempre fácil, pero sí que a fin de cuentas es lo que hace que la vida tenga buenos resultados en el tiempo y en la eternidad. (b) Nos comunica las grandes y preciosas promesas de Dios. Se dice que Alexander White tenía la costumbre de decir un versículo cuando se marchaba de una visita pastoral; y añadía: » Póntelo debajo de la lengua y chúpalo como un caramelo.» Estas son las promesas de un Dios que nunca falta a Su Palabra. De estas maneras la Biblia comunica al que la estudia consuelo en la aflicción y ánimo en la lucha.

(iii) La comunión cristiana debe tener como una de sus características la entereza, que es una actitud del corazón ante la vida. De nuevo nos encontramos con esta gran palabra hypomoné. Es mucho más que paciencia; es la capacidad victoriosa que puede con la vida; la entereza que no se limita a aceptar las cosas, sino que, al aceptarlas, las transforma en gloria.

(iv) La comunión cristiana debe tener como una de sus características la esperanza. El cristiano es siempre optimista, y nunca pesimista. La esperanza cristiana no es algo que no cuesta nada. No es la esperanza inmadura que es optimista porque no ve las dificultades ni se ha enfrentado con las experiencias de la vida. Se podría pensar que la esperanza es prerrogativa de los jóvenes; pero un gran artista no lo veía así. Cuando Watts pintó » La Esperanza», la pintó como una figura combatida y asediada a la que sólo le quedaba una cuerda en la lira. La esperanza cristiana lo ha visto todo y lo ha sufrido todo; pero no desespera, porque cree en Dios. No es esperanza en el espíritu, la bondad o el éxito humanos, sino en el poder de Dios.

(v) La comunión cristiana debe tener como una de sus características la armonía. Por muy adornada que esté una iglesia, por muy perfectas que sean su liturgia y su música, por muy generosas que sean sus colectas, habrá perdido lo más esencial de la comunión cristiana si le falta la armonía. Esto no quiere decir que no debe haber diferencias de opinión, o que no deben producirse discusiones ni debates; pero sí quiere decir que los que están en la iglesia ya han resuelto el problema de la convivencia. Están absolutamente seguros de que el Cristo que los une es infinitamente más grande que las diferencias que puedan tener.

(vi) La comunión cristiana debe tener como una de sus características la alabanza. Una prueba certera para conocer a una persona es preguntar si el principal registro de su voz es la queja descontenta o la jubilosa acción de gracias. » ¿Qué puedo hacer yo, que soy un pobre vejete cojo decía Epicteto-, sino darle gracias a Dios?» El cristiano debe gozar de la vida, porque goza de Dios. Se llevará el secreto consigo mismo; porque siempre estará seguro de que Dios hace que todo contribuya a su bien.

(vii) Y la esencia de la cuestión es que la comunión cristiana tiene el ejemplo, la inspiración y la dinámica de Jesucristo. Él no se agradó a Sí mismo. La cita que hace Pablo está tomada del Sal 69:9 . Es significativo que, cuando Pablo habla de soportar las debilidades de otros, usa la misma palabra que se aplica a Cristo llevando la cruz (bastazein). Cuando el Señor de la Gloria eligió servir a otros en lugar de buscar su propia seguridad, estableció un modelo que debe aceptar todo el que trate de ser Su seguidor.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 15

3. ¡SOPORTAOS RECÍPROCAMENTE! (Rm/15/01-13)

1 Es un deber para nosotros, los fuertes, sobrellevar la flaqueza de los que no lo son, y no complacernos a nosotros mismos. 2 Cada uno de nosotros procure complacer al prójimo para el bien, con miras al común desarrollo; 3 pues tampoco Cristo trató de complacerse a si mismo, sino que, conforme está escrito: «Los insultos de aquellos que te insultan recayeron sobre mí» (Sal 69:10). 4 Ahora bien, todo lo que se escribió previamente, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que, por la paciencia y por el consuelo que nos dan las Escrituras, mantengamos la esperanza. 5 Y que Dios, fuente de paciencia y de consuelo, os conceda tener entre vosotros un mismo sentir, de conformidad con Cristo Jesús, 6 a fin de que, unánimemente y a una sola voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Pablo se incluye entre los fuertes mediante el empleo de la primera persona de plural: «Nosotros, los fuertes…» Confirma con ello el derecho de los fuertes de la comunidad. Estos pueden remitirse al Evangelio como al mensaje de la libertad cristiana. Pero, con el mismo Evangelio, Pablo les pone ante los ojos la necesidad de que el cristiano no se complazca en sí mismo. Todos deben procurar más bien complacer a su prójimo, mirar por su bien y edificación. Esto responde a la caridad fraterna que constituye la ley fundamental de la comunidad cristiana (cf. 14, 15). Pero en definitiva también responde al ejemplo personal de Cristo, que no se ha buscado a si mismo, sino que más bien ha cargado con los «insultos». Incluso se ha negado a sí mismo y se ha vaciado de sí mismo en su absoluta libertad.

Pablo describe el ejemplo de Cristo con la palabra tomada del salmo 69. Ese salmo lo leía la comunidad cristiana primitiva como un salmo específico de la pasión, y algunos de sus versículos se aplicaban directamente a los padecimientos de Cristo 48. También Pablo aprendió así a entender el plan salvífico de Dios en el camino de los sufrimientos de Jesús. Que Jesús «se despojó a sí mismo, tomando condición de esclavo… se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte» (Flp 2:7 s), Pablo, y con él toda la comunidad cristiana primitiva, sólo podía entenderlo como cumplimiento de la voluntad de Dios; voluntad que ya se había manifestado con antelación en la Escritura refiriéndose a los padecimientos del Siervo de Yahveh. De este modo también aquí alude el Apóstol a los sufrimientos y ejemplos de Cristo con palabras de la Escritura. Con su pasión Jesús ha demostrado de la forma más conmovedora que no vivió para sí mismo. De todo ello se deduce la obligación que la comunidad tiene de no fallar en sobrellevarse mutuamente (v. 1) si es que quiere, en serio, seguir a Jesús. 2) En el v. 4 proporciona Pablo la clave para entender las «Escrituras» que se nos han transmitido desde tiempos antiguos. Esas Escrituras son, sin duda, las del Antiguo Testamento. Todo cuanto en ellas ha quedado consignado, contribuye a nuestra «enseñanza». De modo parecido se dijo ya en 4,24 que también por nosotros se había escrito aquello de que la justicia le fue imputada a Abraham49. Pablo toma muy en serio la Escritura del Antiguo Testamento, en cuanto que de ella hay que sacar «paciencia» y «consuelo», conduciéndonos así en la hora presente a la esperanza que se nos ha dado en Jesucristo. Es a partir de Jesucristo, como su verdadero intérprete, como las Escrituras descubren su genuino sentido, de modo que fomentan dicha esperanza.

Pablo concluye con una plegaria de buenos deseos. Y una vez más toma ocasión para poner de relieve la unidad de la Iglesia, que responde a la voluntad de Jesús y se consuma en la unidad de la alabanza divina. Pues, el verdadero culto de Dios está en que la comunidad mantenga la unidad en el amor; lo cual significa a su vez que se realiza en la mutua paciencia e indulgencia. De hecho no debió ser ésta la forma más fácil del culto comunitario.

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48. Véase Mar 15:36 y lugares paralelos; Mat 27:34.43, Jua 15:25, Hec 1:20; cf. también Jua 2:17; Rom 11:9 s. 49. Véase asimismo 1Co 9:10; 1Co 10:11

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7 Por tanto, acogeos benignamente unos a otros, como también Cristo os acogió a vosotros, para gloria de Dios. 8 Pues esto es lo que afirmo: que, en razón de la fidelidad de Dios, Cristo se hizo servidor de los circuncidados, para cumplir las promesas hechas a los patriarcas, 9 y para que los gentiles, a su vez, glorifiquen a Dios, en razón de su misericordia, según está escrito: «Por eso te alabaré entre los gentiles y cantaré himnos en honor de tu nombre» (Sal 18:50). 10 Y en otro lugar: «Alegraos, naciones, junto con su pueblo» (Deu 32:43). 11 Y todavía en otro: «Todas las naciones, alabad al Señor; y aclámenle todos los pueblos» (Sal 117:1). 12 Y también dice Isaías: «Aparecerá la raíz de Jesé, y el que surge para gobernar las naciones. ¡En él pondrán las naciones su esperanza!» (Isa 11:1.10). 13 Que el Dios de la esperanza os colme de todo gozo y de paz en vuestra permanencia en la fe, a fin de que reboséis de esperanza por el poder del Espíritu Santo.

Pablo resume su exhortación a la comunidad: «Por tanto, acogeos benignamente unos a otros.» Y ahora no sólo se dirige a los «fuertes», sino a los dos grupos. En la práctica lo que se pretende es que ambos grupos no se excluyan mutuamente, sino que mantengan la plena comunión del amor dentro de la misma comunidad. El modelo apremiante para esa conducta es Jesucristo. él nos «acogió» concretamente como a su comunidad por la que ha dado su vida. Esta única comunidad de «circuncidados» y de gentiles la ha fundado Jesucristo, y eso como Iglesia única, aunque para judíos y gentiles haya que tener en cuenta los distintos puntos de vista en que han sido «acogidos»: los judíos, teniendo en cuenta las promesas hechas a los patriarcas, aunque no pueden esgrimirse como una especie de derecho frente a Dios; los gentiles, por el contrario, que no se revocan a tales promesas, tienen que manifestar con su alabanza que Dios es y quiere ser el Dios de la misericordia. Las citas bíblicas, que Pablo recoge de los tres grandes grupos del Antiguo Testamento -ley, profetas, salmos-, subrayan la voluntad salvífica universal de Dios que cada vez se extiende más, por encima de las estrechas fronteras del pueblo de Dios del Antiguo Testamento hacia el único pueblo de Dios formado por judíos y gentiles.

El Apóstol cierra sus exhortaciones con una última plegaria. «Gozo», «paz», «fe», «esperanza», «poder del Espíritu Santo»… son conceptos salvíficos de gran importancia. Con esta aglomeración pretenden expresar lo que Pablo puede rogar para la Iglesia sólo por Jesucristo. Pues, en Jesucristo se ha mostrado Dios como el Dios de la esperanza. En el Nuevo Testamento es éste el único pasaje en que se llama así a Dios. Tal designación permite conocer, de forma breve y significativa, que Dios ha salido al paso de los creyentes en Jesús. Pues, por Jesús se les ha reforzado la esperanza que no sólo les mantiene en una espera tensa y paciente de la consumación de la creación nueva, sino que además les permite experimentar el presente, ya ahora, como «gozo» y como «paz».

NOTICIAS FINALES 15,14-32

1. JUSTIFICACIÓN DE LA CARTA (Rm/15/14-21)

14 Con respecto a vosotros, yo estoy, hermanos míos, personalmente convencido de que también vosotros estáis llenos de buenas disposiciones, henchidos de toda clase de conocimientos, capacitados también para exhortaros unos a otros. 15 Sin embargo, en algunos puntos os he escrito con cierto atrevimiento, como para reavivar vuestros recuerdos, en virtud de la gracia que Dios me concedió: 16 la de ser un ministro de Jesucristo con respecto a los gentiles, ejerciendo una función sacerdotal en servicio del Evangelio de Dios, de modo que los gentiles sean ofrenda aceptable, consagrada por el Espíritu Santo. 17 Tengo, por tanto, de qué estar orgulloso en Cristo Jesús por lo que se refiere al servicio de Dios. 18 Pues no me atrevería a hablar de nada, fuera de lo que Cristo, para obtener la obediencia de los gentiles, ha realizado, valiéndose de mí, de palabra y de hecho, 19 por el poder de señales y prodigios, por el poder del Espíritu; de modo que yo, partiendo de Jerusalén y en todas direcciones hasta lliria, he dado a conocer plenamente el Evangelio de Cristo, 20 mirando como un punto de honor el anunciar el Evangelio, pero no allí donde el nombre de Cristo ya había sido invocado, para no edificar sobre cimiento ajeno, 21 sino, conforme está escrito: «Quienes no habían tenido noticia de él, lo verán; y los que no habían oído hablar de él, comprenderán» (Isa 52:15).

Al igual que en la introducción a la carta -Isa 1:8-17- también en esta conclusión del amplio escrito aparece claramente el propósito del Apóstol 50. Pablo sabe perfectamente bien que no es natural escribir a una comunidad a la que todavía no conoce de modo personal 51. Por eso da a entender en la conclusión que realmente no tenía necesidad de instruir a la comunidad de Roma; los cristianos de la capital están ya «llenos de buenas disposiciones y henchidos de toda clase de conocimientos», hasta el punto de que en su especial condición pueden dirigirse unos a otros palabras de exhortación y de aliento. Pablo, sin embargo, está persuadido de que una parte de su ministerio apostólico consiste en «reavivar recuerdos» en las comunidades, en refrescarles la mente, aunque como en el caso de los romanos no se trate de una Iglesia fundada por él. Y es que su misión se dirige justamente al mundo gentil. A los gentiles quiere «ejercer una función sacerdotal» al servicio del Evangelio, de modo que los gentiles sean ofrenda aceptable (v. 16). Pablo entiende el anuncio del Evangelio entre los gentiles como una «función sacerdotal», pues lo que pretende conseguir es que los gentiles se conviertan a Dios y, mediante esta conversión, lleguen a ser una «ofrenda» santificada por el mismo Espíritu de Cristo que opera al presente 52, Si el Evangelio se ha difundido por toda la tierra llegando a todos los hombres, el Evangelio puede actuar a su vez como «poder de Dios para salvar a todo el que cree» (1,16). Por ello, se preocupa Pablo de abrir al Evangelio el mundo gentil. Y quiere, pasando por Roma, penetrar más dentro de ese mundo de los gentiles. De ahí que intente en su carta presentar todo el alcance de su misión a la comunidad cristiana de Roma. Su misión se entiende únicamente desde Cristo (v. 18). Só1o cuenta lo que Cristo obra en El y por él. Asa es la razón de que el Apóstol se presente a sí mismo y todo su ministerio en la única norma decisiva: la acción de Cristo en la hora actual. La consecuencia es que a Pablo ni siquiera le preocupa el haberse puesto con el mayor desinterés al servicio del Evangelio y el que su ministerio pueda ir acompañado por la demostración poderosa e impresionante del Espíritu que opera en él. Lo importante no es Pablo ni su presencia, sino Cristo que habla en el Evangelio.

En su ministerio entre los gentiles Pablo se atiene siempre a una norma fija: no predica «donde el nombre de Cristo ya había sido invocado», evitando así el «edificar sobre cimiento ajeno» (v. 20). Tiene que anunciarlo precisamente a quienes «no habían tenido noticia de él» ( Isa 52:15). Al atenerse a esta regla, probablemente recuerda todavía el Apóstol las dolorosas experiencias que había vivido en la comunidad de Corinto con los misioneros itinerantes que se entrecruzaban, que defendían la causa de Jesús de una forma que a él le resultaba más que dudosa y que desorientaban a la comunidad (cf. 2Cor).

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50. Cf. el comentario a 1,8-15.

51. Véase la introducción al comentario.

52. Pablo utiliza aquí palabras e imágenes tomadas del culto y liturgia del Antiguo Testamento y del judaísmo, para definir su ministerio apostólico. Tal vez se ha sentido aquí movido por Isa 66:19 s: los mensajeros de Dios son enviados a los pueblos, «y anunciarán mi gloria entre las naciones, y traerán a todos vuestros hermanos de todas las naciones, y los ofrecerán como un presente al Señor…».

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2. ANUNCIO DE SU VISITA (Rm/15/22-32)

22 Por eso precisamente, me veía impedido tantas veces de llegar hasta vosotros. 23 Pero ahora, no teniendo ya campo de acción en estas regiones, y teniendo, además, desde hace muchos años, vivos deseos de llegar hasta vosotros 24 espero veros a mi paso, cuando emprenda mi viaje a España, y ser encaminado por vosotros allá, después de haber disfrutado un poco de vuestra compañía. 25 Pero de momento me encamino a Jerusalén, para realizar un servicio a aquellos hermanos. 26 Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una colecta en beneficio de los pobres que hay entre los santos de Jerusalén. 27 Tuviéronlo a bien, y aún tenían esa deuda con ellos. Porque, si los gentiles participaron de sus bienes espirituales, deben a su vez servirles con los bienes temporales. 28 Así pues, en cuanto haya cumplido este encargo y haya consignado en sus manos esta colecta, me encaminaré a España, pasando por vosotros. 29 Y sé que, yendo a vosotros, iré con la plena bendición de Cristo. 30 Pero os ruego hermanos, por Jesucristo nuestro Señor y por amor del Espíritu, que luchéis juntamente conmigo, dirigiendo a Dios oraciones por mi, 31 para que me vea libre de los incrédulos que hay en Judea, y para que mi servicio en beneficio de Jerusalén sea bien recibido por los hermanos; 32 de modo que, llegando a vosotros con alegría, por voluntad de Dios, pueda encontrar descanso a vuestro lado.

Hasta el presente, Pablo se había ocupado de la predicación del Evangelio en las regiones del Mediterráneo oriental. Ahora siente impulsos de viajar a Occidente, y como objetivo de su ulterior viaje misionero se ha propuesto España. De camino hacia allá desea también hacer una visita a la comunidad cristiana de Roma, para que le encaminen allá desde la capital del imperio.

Este pasaje es muy instructivo por lo que se refiere al objetivo misionero del Apóstol. ¿Cómo puede decir -escribiendo como escribe desde Corinto- que ya no tiene «campo de acción en estas regiones»? De hecho nosotros tenemos conocimiento de una actividad misional de Pablo en la región que se extiende de Siria hasta Grecia y que duró aproximadamente diez años. Y sabemos también que el Apóstol centró su ministerio principalmente en las grandes ciudades, como éfeso, Filipos, Tesalónica y Corinto. Pero, además, Pablo estuvo constantemente de viaje para anunciar el Evangelio. De su actividad misionera surgió como una necesidad interna el establecimiento de comunidades cristianas. En esas comunidades los cristianos debían encontrar la ayuda necesaria para llevar una vida de fe, lo que para Pablo siempre equivalía a una vida de esperanza en el Señor que ha de volver. Y a través de sus cartas intentaba también mantenerlos y afianzarlos en tal esperanza. En cambio, Pablo se preocupó relativamente poco por las cuestiones de la organización eclesial. Suponía con una cierta naturalidad que lo necesario en ese sentido ya estaba hecho, si las comunidades conservaban ante sus ojos lo esencial de la fe y de la esperanza cristianas. Debió contar además con que las comunidades continuarían a su vez la acción misionera en medio de su entorno todavía pagano, sin que por ello hubiesen de desplegar un programa misionero propiamente dicho. Las Iglesias, y los cristianos dentro de ellas, ejercen una función de estímulo y propaganda con su sola existencia y forma de vida.

Pablo ha podido, por lo mismo, afirmar que ya no tiene «campo de acción» para detenerse por más tiempo en Oriente, y que considera como esencialmente cumplida su misión en aquellas regiones. Y, como lo que le preocupa, sobre todo, es aprovechar el tiempo y poner todas sus fuerzas a disposición de la causa del Evangelio, siente un impulso de avanzar hacia Occidente para seguir predicando allí el Evangelio como lo ha hecho hasta ahora y fundar Iglesias como centros de vida cristiana en medio de un mundo que sigue siendo pagano.

Antes de emprender este camino sólo le quedaba por cumplir una tarea, a saber, la colecta de las limosnas con destino a «los santos» de Jerusalén. Sin duda que la comunidad cristiana de Jerusalén, a causa de su situación social y económica dentro del judaísmo, estaba especialmente necesitada de los socorros de la diáspora. Según Gal 2:10, Pablo se había declarado en el concilio de los Apóstoles dispuesto a prestar dicha ayuda de parte de las comunidades cristianas53. 1Co 16:14 y 2Cor 8-9 proporcionan un testimonio fehaciente de cuán en serio mantuvo Pablo esta promesa.

La vinculación con la comunidad cristiana de Jerusalén tuvo para él tanta importancia, pese a todas las tensiones, por lo que se refería a la misión entre los gentiles (cf. Gal 2:1-16), incluso por razones de otro tipo, que pensó en entregar personalmente la colecta. La comunión, que Macedonia y Acaya procuraban mantener con la Iglesia jerosolimitana por medio de su «colecta» *, es una comunión de «deuda» recíproca (v. 26s). Los cristianos de la gentilidad han tenido parte en los «bienes espirituales» de la comunidad de Jerusalén. Por ello parece justo que también ellos hagan partícipes a su vez de una ayuda económica a los que están necesitados. Para Pablo Jerusalén continúa siendo el centro del pueblo de Dios, aunque Israel haya negado su fe y obediencia a la revelación salvífica de Dios en Cristo.

En el v. 19 describe Pablo el camino de su ministerio: «partiendo de Jerusalén», aun cuando personalmente no había misionado ni en Jerusalén ni en Judea. Jerusalén no es ciertamente el lugar destinado a su actividad; pero es el punto de partida del Evangelio para todos los pueblos. Aquí Pablo se mantiene fiel a su tradición judía, aun cuando sepa que en el fondo ha sido superada por Cristo y puesta fuera de curso. Pero Jerusalén es para Pablo no sólo el centro del antiguo Israel y de sus promesas, sino ante todo el lugar de la revelación escatológica de Dios; lo ha sido ya con la muerte y resurrección de Jesús, y lo será también al final de los tiempos, de acuerdo con las esperanzas escatológicas del judaísmo, cuando los pueblos se congreguen y lleven sus dones a la nueva ciudad de Dios. Con la colecta en favor de Jerusalén se cumple ya simbólicamente esa reunión y ofrenda de los pueblos al Dios de la salvación escatológica.

En los últimos versículos de su carta Pablo expone una vez más su visita a Roma, en el marco precisamente de su nuevo plan misionero. Pero su alegría por esta perspectiva se ve notablemente turbada por una preocupación que evidentemente le atormenta: tiene que «luchar» (cf.v. 30) en sus oraciones por causa del viaje de la colecta en el que se encuentra. Los enemigos de su obra le aguardan en Judea. Son los círculos judíos que censuran su dedicación a los gentiles. Pablo los llama «incrédulos» o desobedientes, dando a entender que se han resistido al Evangelio no dándole crédito. El Apóstol se siente amenazado por ello. Se trata evidentemente de los círculos judíos que ejercen en Jerusalén una cierta presión sobre la Iglesia local, hasta el punto de que ésta debió de aguardar no sin alguna preocupación la colecta de Pablo como signo de solidaridad de los cristianos gentiles con los judeocristianos. Como quiera que sea, la preocupación del Apóstol, expresada en el v. 31, se refiere a dicha confrontación con la comunidad judeocristiana, que todavía no debió haber adoptado una actitud única frente a la obra misionera de Pablo.

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53. Véase también Hec 11:29. * El texto original griego no dice «colecta», sino «comunión» (koinonian) puesto que la comunión se realizaba (aparte otros medios) por la colecta (cf X. LEON-DUFOUR. Vocabulario de teología bíblica, Herder. Barcelona 5, 1972. v. Comunión, NT, 1. [Nota del traductor]

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CONCLUSIÓN DE LA CARTA 15,33 BENDICIÓN (Rm/15/33)

33 El Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén.

Pablo concluye el anuncio de su visita con una breve bendición. «El Dios de la paz» (cf. 16,20; 2Co 13:11) es el Dios que crea la comunión y la unidad. Cuando, desde el punto de vista humano, hay poca esperanza de tal comunión y del triunfo de la obra divina, Dios hace precisamente que el hombre espere y obre contra toda esperanza. Esta idea ha orientado y sostenido al Apóstol incluso en su situación bien crítica.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

— una fe bien formada: Ver nota a Rom 14:1. El término griego empleado significa lit. “los potentes”, “los fuertes”; es la única vez que aparece en toda la sección y no figura ninguna vez en la sección paralela de 1Co 8:1-13; 1Co 9:1-27; 1Co 10:1-33.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Llamado final a la unidad. La conclusión del ruego de Pablo por tolerancia en la iglesia romana se da en cuatro partes: un llamado final a los fuertes (1-4); una oración por la unidad de todos los cristianos en Roma (5, 6); un último ruego (con apoyo bíblico) tanto a débiles como a fuertes (7-12); y una oración final (13).

Los vv. 1-4 están estrechamente relacionados con 14:13-23, ya que Pablo, utilizando la palabra por primera vez, insta a los fuertes (dunatoi) a sobrellevar las flaquezas de los débiles. El uso de la pri mera persona plural (somos) muestra que Pablo se incluye dentro de los fuertes (ver 14:14). La expresión sobrellevar (bastazein) sugiere que los fuertes deben hacer algo más que simplemente tolerar a los débiles: deben ayudarlos en una actitud de amor (ver Gál. 6:2). Esto se confirma en los vv. 2, 3, que desarrollan la advertencia de Pablo, al final del v. 1, de no agradarnos a nosotros mismos. La motivación a agradar al prójimo nos recuerda el mandato del amor (13:9; Lev. 19:18), y la alusión a Cristo de entregarse como sacrificio para beneficiar a otros. La cita del v. 3b proviene de un salmo (69) que los escritores del NT aplican frecuentemente a los sufrimientos de Jesús (ver Mar. 15:23, 36 y sus paralelos; Juan 2:17; 15:25; 19:28, 29; Hech. 1:20). El recordatorio de Pablo en el v. 4, sobre la importancia permanente de lo que fue escrito anteriormente, tiene el propósito inmediato de justificar la cita en el v. 3, pero también es cierto como principio general.

Lo que Pablo llama a hacer a los cristianos es lo que le pide a Dios que provea: un ejemplo típico de la interrelación divino-humana que forma parte de la vida cristiana. Pablo ora al Dios que da esa perseverancia y exhortación (5) que acaba de señalar como el propósito de la enseñanza de la Escritura. No es claro si el mismo sentir (5) (lit., “pensar lo mismo unos y otros”) significa que los fuertes y los débiles lleguen a un acuerdo sobre los temas que los dividen o, lo que es más probable, una aceptación mutua y respeto en medio de sus diferentes puntos de vista. Según Cristo Jesús (gr. kata Christon Iesoun) parece significar que los cristianos deben imitar el ejemplo de Cristo; pero la frase también puede significar “según la voluntad de Cristo Jesús” (BA, “conforme a Cristo Jesús”; DHH, “conforme al ejemplo de Cristo Jesús; ver 2 Cor. 11:17). El propósito de esta unidad, de cualquier modo, es claro: que todos los cristianos en Roma puedan unir sus corazones y voces en ferviente adoración a Dios. La desunión entre cristianos no sólo daña nuestro andar con el Señor, y nuestra reputación ante los no creyentes; también daña nuestra capacidad de dar a Dios la gloria que él merece.

El v. 7 es el clímax de 14:1-15:13. Aquí encontramos el ruego básico de Pablo a la iglesia romana (recibíos unos a otros), el fundamento más importante para ese ruego (Cristo os recibió) y el más alto propósito de ese ruego (para la gloria de Dios). Pablo agrega ahora otra razón para esta aceptación mutua: el ministerio de Cristo, como uno que incorpora tanto a judíos (8, la circuncisión) como a gentiles (9-12). El servicio de Jesús a los judíos (lit. “la circuncisión”) es, implica Pablo, un ministerio enraizado en el pasado pero de ninguna manera concluido (sugerido por el tiempo perfecto del verbo gegenesthai). Así, Pablo recuerda a los gentiles que Cristo sigue preocupándose por los judíos y deseando alcanzarlos (ver 11:1, 2, 28, 29). El ministerio de Cristo a los judíos, no obstante, tiene un propósito más amplio: es a favor de la verdad de Dios, o sea, por la fidelidad de Dios a sus promesas (gr. aletheia, “verdad”, significa aquí “fidelidad”; ver también 3:4 y 7). Estas promesas, hechas a los patriarcas, incluían la bendición de “todas las naciones” (4:16, 17). Por lo tanto, cuando estas promesas son confirmadas, el resultado (9) es que los gentiles pueden unirse con los judíos para glorificar a Dios por su misericordia. Siendo éste el caso, los cristianos judíos deben reconocer que la incorporación de los gentiles al pueblo de Dios es parte del plan de Dios, y deben tratar de estar en buenas relaciones con sus hermanos cristianos gentiles.

Las citas de los vv. 9b-12 enfatizan la inclusión que Pablo hace de los gentiles en el pueblo de Dios. Las palabras del Sal. 18:49 (citadas de 2 Sam. 22:50), citadas en el v. 9b, son probablemente comprendidas por Pablo como las palabras del Mesías: se predice que el Mesías estará rodeado de gentiles mientras lleva alabanza a Dios. La presencia de gentiles en la comunidad mesiánica también se predice en las Escrituras cuando habla de que ellos se regocijarán en Dios junto con Israel (10; Deut. 32:43), cantando alabanza al Señor (11; Sal. 117:1), y poniendo su esperanza en el Mesías, la raíz de Isaí (12; Isa. 11:10).

El v. 13 parece casi aislado del contexto precedente, pero el deseo-oración de Pablo, como podrían denominarse esas oraciones en tercera persona, de que los cristianos de Roma se caractericen por el gozo y la paz, es mucho más relevante después de lo que acaba de decir (ver 14:17, 19). De igual manera, su hincapié en la esperanza (ver también el v. 4) tiene sentido como conclusión del trata miento de un tema que ha llevado a cuestionar el estado actual de la iglesia y ha instado a sus miembros a dar pasos difíciles para mejorar ese estado.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

15.2 Si solo nos proponemos agradar a nuestro prójimo, lo único que haremos es complacer a la gente. Pablo se opone a esto (véase Gal 1:10). Pero debemos echar a un lado la obstinación y la autocomplacencia a fin de edificar a otros para bien. Nuestras convicciones cristianas no deben ser un disfraz para ser insensibles con nuestros hermanos.15.4 El conocimiento de las Escrituras influye en nuestra actitud hacia el presente y el futuro. Cuanto más sepamos de lo que Dios hizo en el pasado, mayor será la confianza que tengamos acerca de lo que hará en los días venideros. Debiéramos leer la Biblia con diligencia para incrementar nuestra confianza en el hecho de que la voluntad de Dios es lo mejor para nosotros.15.5-7 Aceptar el señorío de Jesús en todos los aspectos de nuestra vida significa vivir sus valores y su perspectiva. Así como nos interesa el punto de vista de Jesús sobre la autoridad de las Escrituras, la naturaleza del cielo y la resurrección, también debemos asumir su actitud de amor hacia los demás cristianos (tener un «mismo sentir»). A medida que crecemos en fe y conocemos mejor a Jesús, llegamos a ser más capaces de mantener cada día esta actitud de amorosa unidad. La actitud de Cristo se explica con más detalles en Filipenses 2.15.8 Este versículo significa que Jesús vino a mostrar la verdad a los judíos y a confirmar que Dios es fiel a sus promesas.15.12 La raíz de Isaí se refiere a Cristo, heredero de la descendencia de Isaí, padre de David (1Sa 16:1).15.17 Pablo no se enorgullecía de lo que había hecho, sino de lo que Dios había hecho a través de él. Sentir orgullo de la obra de Dios no es pecado sino adoración. Si usted no está seguro de si su orgullo es egoísta o santo, pregúntese: ¿Me siento tan orgulloso de lo que Dios hace mediante otras personas como de lo que hace a través de mí?15.19 Ilírico era un territorio romano en el mar Adriático que se hallaba entre lo que son hoy Italia y Grecia. Abarca casi el mismo territorio de la actual Yugoslavia. Para su ubicación, véase el mapa en Romanos 1.15.20-22 Pablo quería visitar la iglesia en Roma, pero había postergado su visita porque había recibido muy buenos informes acerca de los creyentes romanos y sabía que les iba bien. Era más importante que predicara en regiones donde aún no se había oído el mensaje de las buenas nuevas.15.23, 24 Pablo se refería a terminar su trabajo en Corinto, la ciudad desde la que tal vez escribió gran parte de esta carta. Es probable que el mayor tiempo de los tres meses que Pablo estuvo en Acaya (véase Act 20:3) los pasara en Corinto. Creía que había terminado lo que Dios deseaba que hiciera allí, y pensaba llevar el evangelio a las nuevas tierras que se hallaban al oeste de Roma. Cuando Pablo finalmente fue a Roma, llegó en calidad de prisionero bajo arresto domiciliario (véase Hechos 28). La tradición dice que a Pablo lo liberaron por un tiempo y que usó dicha oportunidad para ir a España para predicar las buenas nuevas. Este viaje no se menciona en el libro de Hechos.15.27 Si los gentiles recibieron el evangelio («bendiciones espirituales») de Jerusalén, lo más natural era que mandaran a Jerusalén ayuda financiera («bendiciones materiales»).15.28 El plan de Pablo era ir a España porque estaba en el extremo occidental del mundo civilizado. Quería que el evangelio se extendiera hasta allí. Además, España poseía muchas personalidades ilustres y líderes influyentes en el mundo romano (Lucano, Marcial, Adriano) y tal vez Pablo pensó que el cristianismo podía avanzar mucho en tal ambiente.15.30 Demasiado a menudo vemos en la oración un tiempo de solaz, reflexión o de presentar peticiones a Dios. Pero aquí Pablo insta a los creyentes a unirse a su lucha mediante la oración. La oración es un arma que forma parte de la armadura de todos los creyentes al interceder por otros que están en lucha contra Satanás. ¿Reflejan sus oraciones esta urgente necesidad?15.33 Esta frase da la impresión de ser el final del libro y de la enseñanza de Pablo. Luego concluye su carta con saludos personales y advertencias.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 885 Rom 14:1; Gál 6:1; Gál 6:2; 1Ts 5:14

b 886 1Co 10:24

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

sobrellevar las flaquezas. El que tiene madurez debe abstenerse de usar su libertad cuando pudiera causar tropiezo a otros más débiles.

Fuente: La Biblia de las Américas

126 15,1. Se propone el ejemplo de Cris­to a los «fuertes», que en este momento son mencionados por primera vez, aun cuando la exhortación a ellos dirigida empezó en 14,13. Pablo se identifica con ellos, aguantar las fla­quezas: El vb. bastazein significa «llevar» (una carga) o «soportar», «aguantar» (BAGD 137). Lo primero supondría que los fuertes están in­vitados a ayudar a los débiles arrimando el hombro a la carga de sus escrúpulos; lo se­gundo aconsejaría tolerar pacientemente la actitud inmadura de los débiles. 2. edificar: Es decir, la vida de la comunidad. La expresión pros oikodomén se entiende a menudo con el significado de «para edificarlo», refiriéndola al crecimiento personal de un prójimo cristia­no. Pero, dado que Pablo utiliza con frecuen­cia la metáfora de la edificación en sentido co­lectivo (véanse 1 Cor 14,12; Rom 14,19; cf. G. W. MacRae, AER 140 [1959] 361-76), la expre­sión sin duda tiene también en este caso un sentido social y colectivo. 3. Cristo no buscó complacerse a sí mismo: El sacrificio que Cris­to hizo de su vida estuvo motivado por su amor a los seres humanos (8,32-35). El amor, pues, debe mover al cristiano a intentar com­placer a los demás y a contribuir a la edifica­ción de todos. Pablo aplica a Cristo Sal 69,10, un versículo procedente de un salmo de la­mentación individual pronunciado por un is­raelita justo que ha sufrido el oprobio que le acarreó su celo por la casa de Dios. Aplicado a Cristo, significa que cargó con los reproches dirigidos a Dios. Pero el sentido original del salmo no guarda demasiada relación con la si­tuación considerada por Pablo; de ahí que és­te intente justificar el sentido acomodaticio que le da. 4. Véase Rom 4,23, que afirma lo mismo, que la Escritura veterotestamentaria es válida para los cristianos de hoy. para que mantengamos la esperanza: Cuando el sufri­miento de Jesús se considera a la luz de la historia sagrada, asume un significado más profundo. Visto desde esta perspectiva más amplia, da a los cristianos un fundamento pa­ra su esperanza. 5-6. Oración de Pablo pidien­do armonía.

127 7-13. Llamamiento a la unidad, basa­da en el modelo establecido por Cristo. 7. co­mo os acogió Cristo: Conclusión que se sigue del propio mandamiento de Cristo (Jn 13,34; 15,12) . para gloria de Dios: Motivación subya­cente tras toda la actividad redentora de Cris­to (véanse Flp 1,11; 2,11; Cf. 1Q79 13,1; lQSb 4,25; 1QS 10,9). 8. se puso al servicio de los ju­díos: Lit., «de la circuncisión» (véase Gál 2,8-9 para el mismo modo de designar a los judíos). Jesús tenía que ser judío y servidor de los ju­díos para confirmar las promesas hechas por Dios a los patriarcas y de ese modo dar testi­monio de la divina «verdad» (= fidelidad; véa­se el comentario a 3,4). Pero, tal como Pablo entiende dichas promesas, tanto judíos como gentiles tienen parte en ellas. En esto encuen­tra Pablo la unidad de la comunidad cristiana pese a su trasfondo étnico. 9. para que los gen­tiles alabasen a Dios por su misericordia: Tam­bién ellos estaban incluidos en las promesas del AT, como demostrarán los textos de la Es­critura que se van a citar. Aun cuando el mi­nisterio de Cristo estuvo dirigido a los judíos, los gentiles tenían que ser introducidos en su reino a su debido tiempo, como indican las promesas del AT. te alabaré entre los gentiles: Sal 18,50 (= 2 Sm 22,50). Pablo utiliza de nue­vo testimonia de la Torá, los Profetas y Salmos para apoyar su opinión (véase el comentario a 3,10). Nótese la idea que sirve de enlace: ethnet, «naciones», o laoi, «pueblos». 10. Véase Dt 32,43 (LXX). 11. Véase Sal 117,1. 12. Véase Is 11,10 (LXX). 13. esperanza… gozo… paz: La bendición final, que cierra la sección parenética, emplea ideas clave de los pasajes del AT que se acaban de citar; además, se hace eco de las de la sección doctrinal. Dios de la esperanza: El Dios en quien judíos y gentiles centran su espe­ranza.

128 (IV) Conclusión (15,14-33). Pablo envía noticias de sí mismo, de su apostolado y de sus planes. Ahora que sus labores en orien­te han llegado a su fin, debe visitar Jerusalén con la muestra de buena voluntad y solidari­dad que sus iglesias gentiles ofrecen a la Igle­sia madre. Después de eso -y Pablo pide a los cristianos de Roma que recen para que el ob­sequio sea aceptado con el talante adecuado planea visitar Roma de camino hacia occiden­te, región que piensa evangelizar. Pablo apro­vecha la ocasión para felicitar a los romanos por las cosas buenas que ha oído acerca de ellos. Está orgulloso de escribirles como el «apóstol de los gentiles», aun cuando hasta el momento no ha tenido influencia alguna so­bre la fe que ellos tienen en Cristo. 14. estoy convencido: Aunque acaba de exhortar a los cristianos de Roma a la unidad (15,7-13), Pa­blo señala su convicción permanente (tiempo pf.) acerca de la bondad de los destinatarios y del conocimiento que tienen de la fe cristiana. 15. he escrito un tanto atrevidamente: Como en 1,5.13, se disculpa por escribir a una Iglesia no fundada por él, pero se ve animado a ello por­que se le ha encomendado la tarea de evange­lizar a los gentiles, y los cristianos de Roma entran, por tanto, dentro del ámbito de su so­licitud apostólica, en virtud de la gracia que me ha sido otorgada: El carisma divino (= gratia gratis data de la teología posterior) de convo­car a los gentiles a la fe en Cristo (1,5; 12,3; Gál 2,7-8; 1 Cor 4,6). 16. de ser ministro de Cristo Jesús: Pablo describe su papel con lenguaje litúrgico, no utilizando diakonos, «servidor», como en 2 Cor 3,6, ni oikonomos, «administrador», como en 1 Cor 4,1, sino leitourgos, «ministro cultual». En su misión des­tinada a los gentiles, él ve que su función es como la del sacerdote judío que sirve en el templo de Dios. Si toda la vida cristiana ha de ser considerada como un culto dado a Dios (12,1) , la difusión del evangelio de Cristo es fá­cil de comparar con el papel de un ministro sagrado en dicho culto (véase K. H. Schelkle, TQ 136 [1956] 257-83). Pablo da a entender que la predicación de la palabra de Dios es en sí misma un acto litúrgico. Si Clemente de Roma (Ad Cor. 8,1) podía considerar a los pro­fetas del AT como ministros cultuales de la gracia de Dios, lo mismo se puede aplicar aún con mayor razón a los apóstoles y profetas del NT (cf. 11,13; 2 Cor 3,3; Flp 2,17). la ofrenda de los gentiles: Gen. objetivo; son los gentiles evangelizados quienes son consagrados y ofre­cidos a Dios como un sacrificio aceptable. Puesto que el finís de todo sacrificio es produ­cir de algún modo el regreso de los seres hu­manos pecadores a Dios, Pablo considera su obra entre los gentiles como una forma de sa­crificio, pues la conversión de éstos ha conse­guido ese mismo propósito. El apóstol ofrece a Dios, no animales sacrificados, sino seres humanos arrepentidos. 17. en lo que atañe a Dios: El orgullo y la jactancia de Pablo tienen su raíz donde debe estar, en Cristo (véase 5,2).

129 18. lo que Cristo ha realizado por me­dio de mí: Pablo es consciente de que es sólo un instrumento en la conversión de los genti­les; en realidad es Cristo quien provoca su conversión a Dios. 19. en virtud de signos y mi­lagros: La retórica de Pablo, su aguante físico y especialmente los hechos extraordinarios lle­vados a cabo por Cristo a través de él han sido elementos que han servido para la evangelización de los gentiles. Para la expresión semeia kai terata, véase 2 Cor 12,12; cf. Hch 2,19; 22,43; 15,12. desde Jerusalén hasta lliria: Los dos límites de la actividad apostólica de Pablo en oriente. Comenzó en Jerusalén, la ciudad de la que sale «la palabra del Señor» (Is 2,3), y llegó hasta la provincia romana de lliria (si­tuada en la costa oeste de la península balcá­nica; abarcaba lo que hoy es el sur de Yugos­lavia y Albania). 20. sobre cimiento ajeno: Pablo no está pensando en Cristo en cuanto ci­miento único de la vida cristiana, como en 1 Cor 3,11, sino en la obra de otros apóstoles y profetas que fundaron Iglesias. Su ambición es llevar el nombre de Cristo a regiones donde es desconocido (2 Cor 10,15-16). 21. Se cita Is 52,15 según los LXX, que introducen «de él» en su traducción. Así, el texto de los LXX es más adecuado que el TM para el uso que Pa­blo hace del versículo con referencia a Cristo. En el Dt-Is, ese versículo forma parte de un cántico del Siervo de Yahvé (cf. Rom 10,16).

130 22. Véase Rom 1,10-13. 23. ya no ten­go campo de acción en estas tierras: Pablo sabe, por supuesto, que todavía no ha convertido a todos los gentiles de la región del Mediterrá­neo oriental, pero parece considerar que su función es la de poner cimientos. Otros pue­den construir sobre ellos (1 Cor 3,6.10). 24. de paso para España: Como en 15,28, sólo tene­mos noticia de los planes de Pablo de visitar España. ¿Llegó de hecho hasta allí? (- Pablo, 79:52). ser enviado desde allí por vosotros: Ser despachado al menos con sus oraciones y bue­nos deseos, cuando no con sus limosnas tam­bién. 25. para prestar ayuda al pueblo santo de Dios: Lit., «a los santos». La colecta, recauda­da en las Iglesias gentiles fundadas en Galacia, Acaya y Macedonia (Gál 2,10; 1 Cor 16,1-4; 2 Cor 8,1-9,15), debe ser llevada por Pablo en persona a Jerusalén, pese al deseo del apóstol de dirigirse a occidente. Éste le daba mucha importancia a dicha colecta, que iba encami­nada a establecer buenas relaciones entre la comunidad madre judeocristiana de Jerusalén y las Iglesias cristianas de origen gentil recién fundadas. Sería una muestra de su solidari­dad. los pobres: Este término designa a los cristianos necesitados de Jerusalén; no es un título de esa comunidad como tal (como el uso del término ’ebyónim para los esenios de Qumrán, 4QpPsa 1-2 ii 9; 1,3-4 iii 10); véase L. E. Keck, ZNW 56 (1965) 100-29. 27. están en deu­da con ellos: Aun cuando la colecta era el re­sultado de donativos voluntarios, los cristia­nos de origen gentil reconocen de ese modo su deuda para con la Iglesia madre de Jerusalén. Los cristianos de origen gentil han tenido par­te en los bienes espirituales de los judeocristianos, los primeros convertidos a Cristo; así, ahora comparten sus bienes materiales con los pobres de Jerusalén. Tras este compartir subyace el reconocimiento de que «la salvación viene de los judíos» (Jn 4,22; cf. Rom 9,4-5). Pablo tal vez esté insinuando delicadamente a los romanos que también ellos debieran pen­sar del mismo modo (véase 12,13). 28. entre­gado la recaudación con mi propio sello: Lit., «habiendo sellado o estampado el fruto». Pa­blo hace uso de un tropo sacado del ámbito del arrendamiento de tierras. Cuando el arren­datario entregaba al propietario el fruto reco­lectado, éste era marcado con el sello del agri­cultor a modo de identificación. Pablo quiere que se sepa que la colecta procede de las Igle­sias fundadas por él en la cosecha del Señor. También da a entender que en Jerusalén sigue bajo sospecha. Esto le mueve a pedir a la Igle­sia romana que ore por tres cosas (vv. 30-32): que no le suceda ningún mal de parte de los incrédulos de Judea, que su colecta sea recibi­da por los santos con el talante adecuado y que él pueda finalmente ir a Roma con cora­zón gozoso. 33. Bendición final de Pablo a los romanos.
(Cranfield, C. E. B., «Sorae Observations on the Interpretation of Romans 14,1-15,13», ComViat 17 [1975] 193-204. Dupont, J., «Appel aux faibles et aux forts dans la communauté romaine [Rom 14,1- 15,13] », SPC 1. 357-66. Lorenzi, L. de [ed.], Freedom and Love [Benedictina 6, Roma 1981]. Nickle, K. E, The Collection: A Study in Paul’s Strategy [SBT 48, Londres 1966].)

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

R1096 Ἀδυνατός aquí significa incapaz, aunque generalmente significa imposible (comp. MT221).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

[6] Nótese de nuevo que los que reciben el Primer Pacto fueron nuestros padres físicos y espirituales.

[7] Aquí la voluntad de YHWH es resumida. Todas las naciones deben unirse y regocijarse con Su pueblo Israel, no intentar y permitir que los Israelitas se mezclen y asimilen con las naciones, o las expresiones gentiles de fe.

[8] Todas las naciones deben servir a YHWH y no a sus propios poderosos. Aquí las “naciones” son Efrayím y el “pueblo” son Judah.

[1] España y Roma fueron áreas de conocida migración Yisraelite profética como se ve en Abd 1:20. Pablo siempre estaba en las naciones, buscando por las ovejas de la casa de Israel.

[2] Ambas casas deberían cuidarse bien entre sí.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[3] Sal 69 (68), 10.[ 9] 2 Sam 22, 50; Sal 18 (17), 50.[11] Sal 117 (116), 1.[12] Se puede traducir Florecerá la raíz de Jesé y saldrá un retoño que se levantará para regir las naciones, y las naciones esperarán en él. Is 11, 10.[20] Is 52, 15.

Fuente: Notas Torres Amat