Comentario de Romanos 15:7 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Por tanto, recibíos unos a otros como Cristo os recibió para la gloria de Dios.
15:7 — “recibíos.” (Véase 14:1).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
recibíos los unos a los otros. Rom 14:1-3; Mat 10:40; Mar 9:37; Luc 9:48.
como también Cristo nos recibió. Rom 5:2; Mat 11:28-30; Luc 15:2; Jua 6:37; Jua 13:34.
para gloria de Dios. Rom 15:9; Efe 1:6-8, Efe 1:12, Efe 1:18; 2Ts 1:10-12.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Por tanto presenta la conclusión de la discusión que comenzó en el Rom 14:1, donde Pablo empieza con el mandamiento de recibir al creyente débil. De este modo, el mandamiento recibíos los unos a los otros se dirige no sólo a los creyentes fuertes, sino a todos los creyentes.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
recibíos. Vea la nota sobre Rom 14:1. como también Cristo nos recibió. Si el Hijo de Dios perfecto y libre de pecado estuvo dispuesto a introducir pecadores en la familia de Dios, cuánto más deberían los creyentes perdonados estar dispuestos a acoger y aceptar a sus hermanos en la fe a pesar de sus desacuerdos sobre asuntos de conciencia (Mat 10:24; Mat 11:29; Efe 4:32; Efe 5:1-2).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
15:7– “recibíos.” (Véase 14:1).
–“los unos a los otros” abarca tanto a judíos como a gentiles.
–“para la gloria de Dios.” El fin supremo de nuestras vidas como cristianos es la gloria de Dios. Cuando hacemos (vivimos) como él nos manda, es glorificado en nosotros. Así es que, si nos recibimos los unos a los otros (fuertes y débiles) en nuestras prácticas de cosas indiferentes, en lugar de estar divididos en juicios y desprecios, Dios es glorificado en nosotros, y glorificar a Dios es la meta por excelencia de todo cristiano verdadero.
Dios no hace acepción de personas (Hch 10:34), y por eso no conviene al cristiano hacerlo.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA IGLESIA INCLUSIVA
Romanos 15:7-13
Así que, aceptaos mutuamente como Cristo os aceptó, para que Dios sea alabado. Lo que quiero decir es que Cristo se hizo servidor de la raza y de la manera judía de vivir por causa de la verdad de Dios, no sólo para garantizar las promesas que habían recibido los antepasados de Israel, sino también para que los gentiles alabaran a Dios por Su misericordia. Escrito está: «Por tanto, alabaré a Dios entre los gentiles y cantaré a Tu Nombre.» Y en otro lugar: «Regocijaos, gentiles, con Su pueblo.» Y en otro lugar: «Alabada Dios, vosotros todos los gentiles, y que todos los pueblos Le alaben.» E Isaías también dice: «Vivirá el Pimpollo de Jesé, es decir, el Que ascenderá para gobernar a los gentiles; en Él pondrán los gentiles sus esperanzas.» ¡Que el Dios de esperanza os llene de la alegría y de la paz de la fe, para que reboséis esperanza por el poder del Espíritu Santo!
Pablo hace el último llamamiento para que todos los de la iglesia estén de consuno, para que los débiles y los fuertes en la fe se vean como parte del mismo cuerpo, para que judíos y gentiles vivan en perfecta comunión. Puede que haya diferencias, pero no hay más que un Cristo, y el lazo de unión es la común lealtad a Él. La Obra de Cristo fue para los judíos y para los gentiles. Nació judío y sometido a la Ley judía. Eso fue para que se cumplieran todas las grandes promesas que Dios había hecho a los antepasados del pueblo de Israel, y para que viniera la Salvación a los judíos en primer lugar. Pero Cristo vino no sólo para los judíos, sino para toda la humanidad.
Para probar que esto no son sus propias ideas heréticas, Pablo cita cuatro pasajes. Los cita de la Septuaginta, que era la versión griega del Antiguo Testamento. Los pasajes se encuentran en el Sal 18:50 ; Dt 32:43 ; Sal 117:1 , e Isa 11:10 . En todos ellos encuentra Pablo anuncios antiguos de la entrada de los gentiles en la fe. Está convencido de que, de la misma manera que Jesucristo vino al mundo para salvar a todos los hombres, la Iglesia debe recibirlos a todos sin tener en cuenta sus diferencias. Cristo fue un Salvador incluyente, y por tanto Su Iglesia debe ser incluyente y no excluyente.
A continuación, Pablo vuelve a hacer resonar las notas clave del Evangelio. Las grandes palabras de la fe cristiana irradian su luz una tras otra.
(i) Está la esperanza. Es fácil a la vista de la experiencia desesperar de uno mismo. Y al considerar los acontecimientos es fácil desesperar del mundo. Alguien ha contado lo que sucedió en una iglesia en tiempos difíciles. Empezó la reunión el presidente con una oración: «Todopoderoso y eterno Dios, Cuya Gracia es suficiente para todas las necesidades», etcétera. Cuando terminó, se empezó con el orden del día, y el presidente lo inició diciendo: » Caballeros, la situación de esta iglesia es totalmente desesperada, y no se puede hacer nada.» O su oración era vacía y sin sentido, o su afirmación posterior era falsa.
Hace ya mucho que se dijo que no hay situación desesperada, sino sólo personas que han llegado a una condición desesperada. Se dice que había una reunión del gabinete en los días aciagos de la última guerra, inmediatamente después de la capitulación de Francia, Winston Churchill presentó la situación en toda su negrura. El Reino Unido se había quedado solo. Hubo un profundo silencio cuando acabó de hablar, y en algunos rostros se dibujaba la desesperación; algunos de los presentes habrían optado por la rendición. Mr. Churchill recorrió con la mirada aquella triste compañía, y les dijo: «Caballeros, lo encuentro inspirador.»
Hay algo en la esperanza cristiana que no pueden apagar todos los augurios tenebrosos, y es la convicción de que Dios está vivo. Nadie está sin esperanza mientras exista la Gracia de Jesucristo; y no hay situación desesperada mientras exista el poder de Dios.
(ii) Está el gozo. El placer y el gozo son diferentes a más no poder. Los filósofos cínicos declaraban que el placer es el mal absoluto. Antístenes hizo la extraña afirmación de que «preferiría estar loco a estar contento.» Su argumento era que «el placer es sólo la pausa entre dos dolores.» Si uno tiene ansiedad por algo, eso es un dolor; si lo obtiene, satisface la ansiedad y se produce una pausa en el dolor; disfruta aquello, pero es un placer pasajero, y el dolor vuelve. Verdaderamente, así es como se experimenta el placer. Pero el gozo cristiano no depende de nada que esté fuera de nosotros; mana de la consciencia de la presencia del Señor Resucitado, de la certeza de que nada nos puede separar del amor de Dios en Él.
(iii) Está la paz. Los antiguos filósofos buscaban lo que llamaban ataraxía, la vida imperturbable. Deseaban la serenidad que no pueden inquietar ni los golpes adversos de la fortuna ni las punzadas molestas de la pasión. Se podría decir que hoy en día la serenidad es un paraíso perdido. Hay dos ‘cosas que la hacen imposible:
(a) La tensión interior. Se vive una vida distraída -porque la palabra distraer quiere decir literalmente «apartar, desviar, alejar» (DRAE); los componentes de la personalidad humana están dispersos y enemistados. Mientras llevemos dentro una guerra civil, una personalidad dividida, está claro que no puede haber serenidad. Sólo hay una salida a esta situación, y es rendirse a Cristo. Cuando Cristo está en control, la tensión desaparece.
(b) La preocupación por las cosas externas. Muchos viven apesadumbrados por los azares y avatares de la vida. Cuenta H. G. Wells que se encontraba una vez en un transatlántico en el puerto de Nueva York. Había mucha niebla, de la cual salió inesperadamente otro transatlántico, y los dos se pasaron a pocos metros de distancia. Se encontró de pronto cara a cara con lo que él llamaba la gran peligrosidad general de la vida. Es difícil no preocuparse, porque el ser humano es por naturaleza una criatura que mira hacia adelante con sospecha o miedo. Lo único que puede acabar con esa preocupación es la absoluta convicción de que, pase lo que pase, Dios no causará a sus hijos ninguna lágrima inútil. Nos pasarán cosas que no podamos entender; pero si estamos seguros del amor de Dios, las podremos aceptar con serenidad, aunque hieran el corazón o desazonen la mente.
(iv) Está el poder. Aquí tenemos la necesidad suprema del ser humano: no es que no sepamos lo que está bien; lo difícil es hacerlo. El problema consiste en salir al paso de las cosas y conquistarlas; hacer que se haga realidad lo que llama Wells «el esplendor secreto de nuestras intenciones.» Eso es algo que no podemos hacer solos. Sólo podremos dominar la vida cuando la marea del poder de Cristo cubre nuestra debilidad. Por nosotros mismos no podemos hacer nada; pero todo es posible con Dios.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
REFERENCIAS CRUZADAS
m 897 Flm 1:17
n 898 Jua 6:37
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
aceptaos…como…Cristo. Puesto que Cristo ha aceptado a todos los creyentes sin distinción, no hay razón para que los creyentes no se acepten los unos a los otros (14:3– 4).
Fuente: La Biblia de las Américas
7 super (1) El v.3 del cap.14 dice que debemos recibir a otros como Dios los recibe, pero aquí se nos dice que debemos recibir a otros como Cristo los recibe. El recibir de Cristo es el recibir de Dios. Lo que Cristo ha recibido, Dios lo ha recibido. Nosotros debemos recibir a quienes Dios y Cristo han recibido, sin importar cuánto difieran de nosotros en cuanto a doctrina o ala práctica. Esto será para la gloria de Dios.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
os aceptó… M↓ registran nos aceptó.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R809 Προσλαμβάνεσθε significa: tómense a ustedes mismos (está en voz media indirecta).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Muchos mss. dicen: os
Fuente: La Biblia de las Américas
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